Nota
El campo de batalla
Villa Zavaleta, escenario de una pelea por el control del territorio de bandas narcos y unas fuerzas de seguridad que liberan la zona al grito: “Que se maten entre ellos”. El resultado: el asesinato de Kevin, un niño de 9 años. Un caso, una historia y un relato que desnuda la cruel verdad: la impunidad de la violencia.
Villa Zavaleta, escenario de una pelea por el control del territorio de bandas narcos y unas fuerzas de seguridad que liberan la zona al grito: “Que se maten entre ellos”. El resultado: el asesinato de Kevin, un niño de 9 años. Un caso, una historia y un relato que desnuda la cruel verdad: la impunidad de la violencia.
La cumbia suena fuerte: hasta los vidrios de las ventanas laten con Ráfaga, Los Palmeras, La Nueva Luna. Un racimo de la generación sub-12 baila alrededor de los parlantes. La gente anda con cuidado sobre el barrial que dejó la lluvia de anoche. Hay una pequeña plaza redonda construida y cuidada juego a juego por los vecinos en el corazón de la villa Zavaleta. Flota un enorme globo blanco con la foto de un nene que sonríe y unas palabras: Kevin vive.
En el ambiente hay una extraña alegría rellena de tristeza. Alegría por lo que se está haciendo: dar una respuesta. Tristeza, porque “Kevin vive” es una metáfora, pero fue asesinado el 7 de septiembre. Hay lágrimas, abrazos, miradas de reojo, gendarmes y prefectos. Y cumbia. Hay chicos hamacándose en los juegos. Hay galletitas, pan con dulce de leche, panchos con mostaza, excelentes pizzetas y jugo, que el vecindario ha preparado para los invitados, varios de ellos periodistas de medios que no sé si recibirían con similar hospitalidad a la gente de la villa Zavaleta.
Junto a la plaza los vecinos han construido una casilla. No la quieren llamar garita. Está pintada de blanco con letras rojas y negras, y frases muy raras:
- Vecinos sin gorra.
- La comunidad al servicio de la comunidad.
- Si la gorra se zarpa denunciala acá.
- Acá estamos.
- Si ves un uniformado sin identificación.
- Si la gorra te maltrata a vos o a cualquiera.
- Si allanan tu casa sin la orden de un juez.
- Si te revisa o cachea una persona del otro sexo.
- Si te culpan por algo que no hiciste.
Firma: La Poderosa. La casilla fue construida a pulmón y ladrillo hueco durante tres días. Se ve un mural con el rostro de Kevin: “te queremos”. La cumbia canta “te amo”, todo sigue latiendo y se ve a un grupo de mujeres y hombres de la villa que lucen unas camperas rojas con dos propuestas estampadas:
- Violencia institucional cero.
- Control popular de las fuerzas de seguridad.
Son vecinos elegidos por sus vecinos, que estarán en contacto directo con la fiscalía a cargo de Adrián Giménez, una red de periodistas, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y la Procuraduría contra la Violencia Institucional (Procuvin) que encabeza Abel Córdoba. No hay otra intervención estatal en la idea. Con parte de lo que se obtiene por la revista La Garganta Poderosa y otras cooperativas del barrio, se pagará una retribución mínima a quienes intervengan, para que además hagan el mantenimiento la plaza.
Jugo en mano y zapato en barro, Córdoba razona: “Es una respuesta que no han sabido dar todos los que estudian estos temas, se dicen especialistas, y cobran miles de pesos para diseñar programas que no llegan a nada”.
Azul y Marilyn, 7 y 8 años, regalan un pin redondo con una estrella amarilla que dice Kevin. Son sus hermanas. Kevin tenía 9 años y estaba con ellas, el día de la bala, frente al televisor sintonizado en el Canal Disney.
De ese crimen nació esta propuesta presentada en el barrio, con la cual los vecinos de Zavaleta podrían transformar varios lugares comunes actuales sobre ciudadanía, seguridad, droga, participación y violencia, entre otros. El objetivo es acaso revolucionario, y está sintetizado en una pared blanca: “Ni un pibe menos”.

El cartucho en el ropero
Roxana tiene 13 hijos, 10 nietos, 41 años, vive con 6 de sus hijos y Claudio, su pareja, que maneja un camión volquete. La casa que es un ambiente de unos 7 x 4 con una ventana que en Zavaleta no es a la calle, sino al pasillo de dos metros y medio de ancho. Roxana mira la mesa de fórmica.
“El 7 de septiembre me despertó Claudio, mi marido. Serían las 6 de la mañana. Escucho ruidos, me dijo. Nos levantamos despacito para mirar. Vimos gente tratando de entrar a esa casa que está justo frente a la nuestra. Me asomé y vi que serían 6 ó 7 y estaban armados. Les dije: Ahí no vive nadie. No pasa nada señora, tranquila que no es con usted la cosa, me dijeron. Cerré. Aquí sabemos que hay peleas por el territorio, para asegurarse la venta, ¿se entiende? Nos quedamos tomando mate, prendimos la tele. Mi marido se fue a trabajar a las 7 de la mañana, parecía todo calmo. A los 20 minutos vino el otro grupo. Se pusieron a los dos costados de mi casa y desde ahí disparaban a la de enfrente, se ve que para recuperarla. Desde adentro contestaban. Se escucharon los 30 primeros disparos. Había escopetas UZI, FAL, pistolas, de todo. Pero ningún herido. En eso, se van los que estaban afuera, no sé si a buscar más gente o a recargar las armas. Silencio total. Vino la Prefectura, unos 5. Un chiquito les indica dónde estaba la casa desde donde tiraban tiros. Los prefectos se acercan, no mucho. Tiran un camioncito de juguete que estaba por ahí contra la puerta, para ver si alguien de adentro respondía. Como no había movimientos los prefectos se fueron. Una vecina escuchó que uno decía: Que se maten entre ellos. Se fueron a su garita que está a unos 100 metros. Ahí volvieron los tipos que se habían ido antes y empezó todo de nuevo, pero se cruzaron más tiros. Después se levantaron más de 150 balas. Una bala entra a mi casa por el marco de la ventana y atraviesa ahí, la punta del mueble, donde duermen las nenas. Los chicos estaban despiertos. Azul y Marilyn estaban agarraditas ahí, con uno de los hermanos. Otra bala entró también por el marco y la encontré después en el ropero. Kevin salió de la cucheta y se paró al lado de esta mesa. Había un parlantito. Me dice: Mirá si le dan al parlante. Le digo: Fantasmín, dejá de hablar pavadas, y fui al baño. Cuando salgo lo veo a Kevin acá mismo, debajo de la mesa, con los bracitos al lado del cuerpo. Siento que hace un temblequeo y le digo: ¿Qué te pasa? Pensé que estaba escondiéndose. Cuando me agacho le siento la respiración, como ronquidos cortitos. Y veo el charco de sangre. Lo arrastro de abajo de la mesa, lo levanto en brazos. Ya era un peso muerto. Después supe que en ese momento le funcionaba solamente el corazón”.
Mirá la campera
La bala había atravesado el vidrio de la ventana. Todavía está la perforación, que cruzó en leve diagonal por arriba de las camas hasta dar en Kevin. Roxana: “Tenía al nene en brazos, sangrando. Le pedí unas camperas a Priscilla para taparlo. Además, llovía. Abro la puerta, ya no había tiros. Salgo para la plaza gritando: Un auto por favor. Si llamaba una ambulancia todavía la estaríamos esperando. Un vecino que es remisero me llevó al Hospital Penna. Llego, grito que el nene tiene un tiro en la cabeza. Me lo pusieron en una camilla. Me dijeron: Mamá, vamos a ver qué se puede hacer. Lo llevaron a terapia intensiva. Lo entubaron con oxígeno y con suero. Había una ventanita redonda, Dios no quiso que esté tapada como las otras. Yo veía que le hacían así, como golpeándole el pecho para reanimarlo. Vino mi esposo Claudio. Le dije: Se nos va. Él dice: No. Yo le digo: Quiero que se vaya, mirá la campera, mirá la zapatilla. Había materia fecal y parte del cerebro de mi hijo. Le dije: Para qué quiero que quede así. Él me decía: No importa, aunque sea un vegetal y lo tenga que bañar y limpiarle la cola, lo quiero al nene. Claudio no es el papá, lo conocí después de tener a Kevin, pero fue siempre el papá real, ¿se entiende? Yo le decía: No, estás equivocado, pedile a Dios conmigo para que se lo lleve, que no quede así. El nene tuvo 16 paros. Hicieron lo posible y lo imposible. Casi se me va mi marido, que tuvo un preinfarto cuando nos dijeron que no pudieron salvarlo. Me acerqué al cuerpito de Kevin y pude descargarme, me rodeó gente del Hospital, psicólogos, me tocaban la espalda. Le dije al nene: allá te vas a encontrar con tu tía, mi hermana, que murió hace dos años. Portate bien. No la hagas renegar”.
Cómo entender la muerte
Habla Garganta, por llamar así a uno de los vecinos y referentes de la revista La Garganta Poderosa, el medio de comunicación de la organización barrial La Poderosa. La revista imprime entre 12.000 y 22.000 ejemplares, según el mes, tiene 40.000 seguidores en Twitter y 105,000 en Facebook. Es una de las cooperativas de la organización junto a las de ambulancieros, recicladores de basura, gastronómica, y textil. La Poderosa tiene 15 asambleas distribuidas en Capital Federal y 8 provincias. El nombre proviene de la motocicleta de Ernesto Guevara. Explica Garganta que el anonimato permite una voz colectiva, y evitar de paso cooptaciones y otros pantanos.
“Hay tiroteos cada dos o tres días a lo sumo, por conflictos que no son del barrio, sino que se digitan en otros lugares. Pero desde que trajeron gendarmes y prefectos, no hubo ni un solo registro oficial de enfrentamientos en los que hayan intervenido”.
El Plan Unidad Cinturón Sur nació en julio de 2011, cuando el Ministerio de Seguridad estaba a cargo de Nilda Garré. Gendarmería aporta 1550 efectivos y 200 vehículos entre patrulleros, camiones, motocicletas y ambulancias en Nueva Pompeya, Bajo Flores, Villa Soldati y Villa Lugano. Prefectura agrega otros 1250 uniformados, 26 camionetas, 24 cuatriciclos y 10 patrulleros en Barracas, La Boca y Parque Patricios. Zavaleta y la 21-24 son contiguas, y tienen a los unos y los otros.
Repaso al 7 de septiembre: “Vino una banda de afuera seguramente a disputarse algún negocio que ni sabemos. Hubo enfrentamiento. Pasaron los de Prefectura. Vieron que había ocurrido la primera tanda de tiros, y se fueron a su garita a 100 metros diciendo ‘que se maten entre ellos’. Kevin estaba vivo. Después supimos que el Ministerio de Seguridad tiene registrados dos llamados al 911. Si los de Prefectura se hubieran quedado en el lugar, no hubiera existido el enfrentamiento, y hoy Kevin estaría jugando con nosotros acá, como siempre”.
Kevin pasaba buena parte de su tiempo en la revista, o al lado, en la plaza que La Poderosa y los vecinos crearon para ellos. Esa placita se llama también Kevin. “Pero es por otro nene que tenía 4 años y murió de un balazo en 2009, otra historia compleja de exclusión, droga, y espacios donde el poder decide que se pierdan las balas. El día que mataron a aquel chiquito en 2009, Kevin estaba conmigo. Cuando escuchamos el disparo, un perro dejó de ladrar. Kevin no pronunciaba bien la erre y dijo: ‘mataron al pedo’”.
Robar, posar y burlar
Roxana y Claudio volvieron del Hospital Penna a su casa y la encontraron ocupada por los prefectos que investigaban lo sucedido. El matrimonio descubrió que faltaban 100 pesos que tenían escondidos envueltos en una sábana, y dos celulares. Garganta: “Es como un reflejo. No intervienen, liberan la zona, se llevan la comisión, y de última se llevan las cosas que quedan adentro de las casas”.
Federico Efron, abogado del CELS que acompaña a la familia en sus presentaciones judiciales, confirmó a Mu que son tres las causas abiertas:
- Homicidio de Kevin.
- Incumplimiento de deberes por parte de los prefectos que se retiraron del lugar facilitando el segundo tiroteo, que provocó la muerte.
- Robo a la familia por parte de los uniformados.
Tres días después del crimen los prefectos estaban escuchando música en la puerta de la casa. Roxana pensó que eran chicos y salió para que bajaran la música. Al ver uniformados, les pidió identificación, que no tenían o no exhibieron. Garganta: “Son fantasmas de escopeta. Fue una compañera de la revista a sacarles fotos para documentar que estaban sin identificarse. ¿Sabés que hicieron? Llamaron a los gendarmes: ‘vengan, que así posamos todos juntos’. Unos días después la familia de Kevin, que es muy creyente, organizó un rezo en la plaza, y los gendarmes pasaban y hacían muecas y burlas”. El gesto era el del arqueológico pito catalán.
Doctrina chasquibum
Empezaron a sonar nombres y apodos de sospechosos por el enfrentamiento del 7 de septiembre, replicados de modo zombi por los medios. “Ya se sabe, meten a Ganzúa y a Porolo, a 4 o 5 perejiles, y eso significa que todo quede en la nada”. Todo en la nada: para evitar esa metafísica, la asamblea barrial de La Poderosa resolvió ir el 16 de septiembre a Tribunales a denunciar lo que definen como “participación indispensable y evidente de las fuerzas de seguridad”.
Esa noche la Gendarmería sitió el barrio y ocupó la placita Kevin frente a la redacción con uniformados no identificados y ocultos tras pasamontañas. Garganta: “Las hermanitas de Kevin estaban con nosotros. A Azul empezó a sangrarle la nariz y Marilyn decía ‘me van a dar un tiro en la cabeza’. Salí a preguntar quién era el jefe del operativo. Me apuntaron, me doblaron el brazo, me pusieron contra la pared. Después supimos que tenían órdenes de allanamiento en el barrio, pero el problema es cómo hacen los allanamientos, que terminan siendo una violación a nuestros derechos y donde capaz que le meten a alguien un chasquibum para decir que desbarataron una banda. Y decí que acá murió un chico: si la bala le pegaba a un adulto, iban a decir que era un jefe narco o un ajuste de cuentas, y nadie se enteraría de la realidad”.
En Zavaleta reconocen que otros barrios, cuando tienen problemas, llaman al 911: “Pero acá llamamos a periodistas. Te confieso que da rabia e impotencia ver que hay como una solidaridad corporativa, de difundir lo que creían erróneamente que era un allanamiento a La Garganta, pero en realidad era un sitio al barrio entero. Hubo más respuesta a eso que a la muerte de Kevin. Como que hay una empatía con el medio pero no inquietud por descubrir realidades que son mucho más duras”.
A los 7 y 8 años de edad se aprenden realidades del barrio: Azul sangró de la nariz; Marilyn, de su memoria.
La gracia a la vista
Los vecinos de Zavaleta tuvieron un encuentro con la Procuradora de la Nación, Alejandra Gils Carbó: “Resultó un manto de tranquilidad, nos sentimos respetados y escuchados”. No tan fluida ha sido la relación con el Ministerio de Seguridad que según indicios encabeza Antonio Puricelli, y tiene en el Secretario Sergio Berni a su figura más mediática. Enviaron a Zavaleta a la Subsecretaria de Participación Ciudadana, Agustina Propato. Garganta: “Estábamos en asamblea, dijo que sólo hablaría con la madre de Kevin. Roxana le contestó que no, que hablase con todos. Propato planteó que al llegar vio que gendarmes y prefectos estaban todos identificados. ‘Tienen la gracia a la vista’, nos decía. La sacamos, caminamos diez metros y le mostramos que no era cierto, ninguno estaba identificado”.
Situación típica: tienen una identificación en la camisa, pero se ponen encima un chaleco o campera y ya quedan en el anonimato. “Que dejen de ser fantasmas de escopeta nos abre un mundo. Si nosotros somos sujetos de derecho que tenemos que pagar por lo que hacemos, identificarlos significa que ellos también paguen por lo que hacen”.
Le preguntaron a la enviada a qué se debían las sobredosis de gendarmes ocultos tras pasamontañas y con los dedos en los gatillos frente a vecinas y vecinos pacíficos. Refieren que la funcionaria respondió: “Se venía de un enfrentamiento con 150 balazos”. Garganta: “Pero ellos no habían participado. Y además, ¿ella misma podía entrar en ojotas a la villa sin problema, pero los gendarmes tienen que venir armados para la guerra?”. Cálculo: “No se puede pedir que arreglen de un día para para el otro el narcotráfico mundial, pero sí que le pongan una chapita de identificación a los uniformados”. Más allá de la estrecha relación de la señora Propato con el secretario Berni, los prefectos y gendarmes volvieron a ser detectados en varias ocasiones sin exhibir su gracia.
¿Qué es la inseguridad?
Paola, prima de Kevin, nacida en el barrio, redactora de La Garganta Poderosa: “Inseguridad es que se te burlen en la cara. Que se haya incendiado una casa que mató a una familia y los bomberos vinieran sin agua, y los de la ambulancia sin médico. O que directamente las ambulancias no entren”. Garganta: “A 10 minutos del centro no hay teléfono de línea, se te apaga la luz por baja tensión, no hay cloacas. Te tratan de delincuente en los medios. En TN hablaron del caso sólo para criticar al gobierno. Los oficialistas callaron tres días hasta que pasó un acto de Cristina en el barrio. El diario Tiempo puso en el copete que habían detenido a paraguayos. ¿Cuál es el dato, para elegir ‘paraguayos’ entre mil palabras? Criticás la xenofobia de La Nación, pero hacés lo mismo”. Una teoría laboral: “Si no querés nadar, no seas bañero. Si no querés decir la verdad, no seas periodista, amigo. Dedicate a otra cosa”.
Otra percepción desde Zavaleta: “El vínculo del negocio del narcotráfico y nuestros barrios es una decisión del poder y sus fuerzas de seguridad. No hay otro modo de entenderlo. Están acá porque ellos digitan que estén. Si quieren discutir de seguridad, nosotros preguntamos: ¿Dónde hay un centro gratuito serio y de calidad del Estado donde podamos llevar a los pibes para que se rescaten? Mientras eso no exista, todo lo que se habla es cotillón. Me dicen que está el Cenareso: mil veces peor que si están acá en la calle. Cuando haya un centro de rehabilitación en serio, podremos discutir cómo les cortaron las oportunidades de vida a los pibes de estos barrios, empujándolos a consumir. Pero en vez de un centro de rehabilitación, vienen y te inauguran una Casa de la Cultura, cuando aquí ya hay mil centros culturales. Todo bien con la cultura. Pero en el barrio ya hay cultura. Falta de lo otro”. Son cinco los chicos muertos en los últimos dos años. Garganta: “El fiscal Giménez nos dijo que hay más de cinco homicidios por mes en estos barrios, que es el promedio más alto de la ciudad, pero no aparecen en ningún lado. Como que no existen”.
Apuntes: mientras se hacía esta nota se cumplieron 10 años de la desaparición de Iván Torres en Chubut, y la justicia intenta desandar lo avanzado en la causa. En el caso de otro desaparecido, Luciano Arruga, se denunció que el juzgado que debía investigar a los policías, espió a la familia. Hace un rato entró un mensaje a mi celular desde Trelew, donde tras una violación en una comisaría, mataron a un testigo protegido y a su sobrino: “Pibe muerto, 25 años, fue la policía”.
El negocio
La imaginación puede ser hija de la desesperación: “No podíamos esperar otro muerto. Otro velorio con cajón chiquito y pibes que dejan dibujos y juguetes en vez de flores. Nuestros tiempos no son los del Estado, y largamos una alternativa para cuidarnos de los que debieran protegernos”. Nació Vecinos sin Gorra, cuyo destino funciona ligado al apoyo barrial. “Se decidió en la asamblea de La Poderosa y se recorrió casa por casa para explicarlo. Encontramos una adhesión unánime, todos tenemos atragantadas las situaciones de violencia y abusos y no queremos que vuele una bala más aquí” describe Garganta.
En el barrio se había vivido como un alivio la llegada de gendarmes y prefectos en 2011 relevando a la Policía Federal “cuando ya fue obvio que la Policía no era parte del negocio, sino el negocio mismo. Pero con el correr del tiempo se enviciaron en las mismas prácticas”.
Luciana Pol, coordinadora del Equipo de Políticas de Seguridad y Violencia Institucional del CELS: “Llega una nueva fuerza, y se desactiva la cuestión más turbulenta de negocios, punteros, delitos. Por un tiempo. Después la fuerza de ocupación empieza a tener contactos, intercambios, a conocer el funcionamiento barrial. Y se reactivan los actores locales, las fuerzas policiales, se reconstruyen redes y canales de comunicación. Y lo que se reconfigura es una nueva relación entre las fuerzas de seguridad y los grupos del barrio, legales o ilegales”.
¿Puede eso ser más grave aún si se trata de fuerzas con funcionamiento en las fronteras donde hay tantos tráficos oscuros, y que ahora agregan poder territorial en los barrios? ¿Cómo interpretar el descubrimiento de las cúpulas narcopoliciales santafecinas y cordobesas, por nombrar las recientes? ¿Éxitos reales contra el narcotráfico, o reconfiguraciones del negocio? Las preguntas flotan, y Pol aporta otro argumento: “Hay una reconfiguración, y además hay otro estilo no sé si de corrupción pero sí de gestión del territorio, con mucho más énfasis de Gendarmería en un tipo de militarización y disciplinamiento social”.
Otra cuestión: ¿a quién se protege en los barrios? “Los cambios en el Ministerio de Seguridad han ido relajando los controles sobre las fuerzas, y pasa lo que pasó con Kevin. Los prefectos no entran al barrio. Hay un doble efecto negativo. Uno es que se van acomodando y transando con quien haya que transar. Y el otro es que el Ministerio vuelve al esquema tradicional de rondas perimetrales, donde se trabaja para afuera y no para adentro. Que la gente del barrio no salga, no moleste a los de afuera. Proveer seguridad al barrio de clase media y no a los más pobres”.
La gente del barrio interpreta eso como inoperancia en el mejor de los casos, o como zonas liberadas para negocios obvios. Luciana Pol: “No sé cómo va la investigación. Si liberaron para que ocurra el tiroteo. O si hay tiroteo y no se meten, con esa idea de que se maten entre ellos. En cualquier caso, los tiroteos son un evento cotidiano. Si el tiroteo es en Caballito se arma un escándalo, sale en todos los medios y va la policía. En las villas no”.
Verbo policializar
El fiscal Abel Córdoba retoma el problema de Gendarmería y Prefectura: “La llegada de nuevas fuerzas cambia la problemática e instala nuevas alertas. Lo que los vecinos piden es que las fuerzas actúen dentro de la ley. Las autoridades deben atender muy especialmente que se no se policialice nuevamente la situación. Sabemos que las agencias policiales establecían una regulación del delito, y no una ofensiva contra el delito. Hay que evitar que eso siga ocurriendo, y es cierto que el traslado de una fuerza de frontera a un ámbito urbano siempre es complejo”.
Córdoba cree que la otra novedad es la respuesta social que surgió en Zavaleta: “Es lucidez desde el dolor. La gente ha perdido hijos, amigos, familiares. Pero en lugar del pedido de venganza, la iniciativa es algo propositivo que busca la democratización del espacio público. Que rija la misma ley que en otros barrios. Y en lugar de mano dura o ese tipo de cosas, aquí se plantea el control democrático de las fuerzas. Me parece una lección para toda la sociedad”. Dicen que son tiempos de elecciones. En Zavaleta parecen haber hecho la suya.
Por qué hacer las cosas
Claudio, el papá de Kevin, dice en su casa junto a Roxana: “Yo tenía seis hijos, y ahora tengo cinco. Por esos cinco, y por todos los demás, lo que queremos hacer es esto: buscarles la felicidad”. Paola lo mira muy seria, y ceba el mate. Tiene un hijo de la misma edad que Kevin. Cuenta por qué le gusta hacer periodismo. Trabajaba un mínimo de 16 horas diarias como personal de limpieza de una sucursal del Banco Nación, sus gerentes y cajeras. Con eso ayudaba a su mamá para mantener a las hermanas y al padrastro alcohólico. Cuando apareció el contacto con la revista Paola se entusiasmó: “Siempre me gustó escribir, era una descarga porque llevaba una mochila muy pesada desde los 8 años”.
La mochila era la siguiente: Paola había sido abusada por ese padrastro. “Mi mamá era cartonera. Nunca me faltó nada, pero siempre me faltó mi mamá. Por eso me pasó lo que me pasó. Y ella después me decía que no sabía nada. La gente a veces no sabe las cosas para que no le lastimen. Yo siempre dije que mi mayor presencia era la pared. Yo le hablaba a la pared, le contaba lo que me pasaba, y hasta podía pegarle sin que me respondiera”. Paola se incorporó a La Garganta Poderosa. “Entrevisté a Maradona, el Indio Solari, Joan Manuel Serrat, un montón, pero para mí una de las mejores fue con Félix Díaz, el qom, que yo sé que es una persona que lleva una lucha pesada”. Ajena al cholulismo, Paola dice: “No me creo nada por entrevistar gente, si no tengo cloaca en mi casa, que ni siquiera es mía porque alquilo. Yo tomo la revista como cuando iba a limpiar una oficina. Si no pienso así, terminaría como la gente de los medios, que no se sabe qué se cree que son”. Paola ya no habla de Kevin o de Zavaleta, sino de la vida. Murió aquel padrastro, murió la madre: “Puedo decir que mi hijo ha sido criado distinto. Entonces corté una historia familiar de abusos a los chicos y las nenas. Y en el barrio también queremos cortar con las historias que nos escriben los otros, y poder escribir nosotros qué somos, cómo vivimos y qué queremos. Yo estudié, trabajé, escribo, me dedico a mi hijo. Hice cosas que otras generaciones de mi familia no pudieron hacer”.
Paola y el barrio hablan de no resignarse a la realidad que les fabrican otros: de abuso, de violencia, de silencio, de hablarle a la pared. Paola le pasa el mate a Roxana, que me lo pasa a mí, y plantea un proyecto de alta política con palabras sencillas que, conociendo estas luces y estas sombras, cada vez tienen más sentido: “Vivir y dejar vivir”. Kevin, el 29 de octubre, cumpliría 10 años.
El programa Decí Mu en Zavaleta
Nota
Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.
Por Claudia Acuña
Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.
Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.
Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.
A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Hasta lograrlo.
Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.
Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.
Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.
Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.
Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.
Quizá.
Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.
Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.
La presentación
Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.
Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.
Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».
El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.
Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Nota
La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.
Por Francisco Pandolfi
Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.
La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”.
Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».
Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.
Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.
Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”.
En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.
La causa, sin avances
Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.
Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”.
La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.
Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.
Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.
Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.
Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.
Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.
Nota
La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.
Por Franco Ciancaglini.
La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo.
En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso.
“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.
La que habla es una de sus hijas, Paula.
El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10.
Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.
El arma y la palabra
Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.
Es jubilada.
Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.
Tiene tres hijas.
Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.
Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.
Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.
La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.
Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.
El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.
Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.
Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.
Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.
“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.
Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.
Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.
Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.
Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.
La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”.
¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.
La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.
¿Necesitan algo? “Sí: paz”.
- Revista MuHace 4 semanas
Mu 201: Modo Estela
- NotaHace 3 semanas
La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía
- ActualidadHace 2 semanas
Hasta el lunes, Nora
- ActualidadHace 3 semanas
Pablo Grillo: el retrato que más duele
- ActualidadHace 1 semana
La última rebeldía