Nota
La Robla: buena comida y resistencia a la carta
“Hoy ya no creo, el fin de semana menos. Puede ser la semana que viene, o la otra, o dentro de un mes… No sé”. La Robla es un restorán en el que sus integrantes no se saben cuándo los llamados “oficiales de justicia” se presentarán con la orden de desalojo. Pero sí saben qué van a hacer ese día: resistir.
“Hoy ya no creo, el fin de semana menos. Puede ser la semana que viene, o la otra, o dentro de un mes… No sé”. La Robla es un restorán en el que sus integrantes no se saben cuándo los llamados “oficiales de justicia” se presentarán con la orden de desalojo. Pero sí saben qué van a hacer ese día: resistir.
Ubicada en pleno centro porteño, Viamonte al 1600. La Robla ostenta los famosos jamones colgados, los vinos y las tiras de ajo que otorgan el mote de “bodegón”. Bodegón español, para más datos, con marisquería incluida, rabas, calamaretis, cornalitos, langostinos y muchos etcéteras marinos y terrestres hechos con la mejor cocina, con los mejores cocineros. Los mozos llevan el repasador al hombro y tienen bordado su nombre en las camisas blancas. Atienden de 100 a 180 cubiertos por día. Todos los días, incluso los fines de semana. Todo, debajo de una bandera que dice “La Robla Cooperativa”.
El restorán se transformó en una cooperativa de 21 asociados en octubre del 2014, aunque ya desde agosto venía trabajando sin patrón. El día bisagra fue cuando el hombre que pasaba a recaudar todas las semanas, socio del dueño Alex Gordon, entró por la puerta, intentó pasar detrás de la barra pero un mozo lo paró en seco: “Vos de acá no te llevás más nada. Esto es nuestro. Vos nos estás cagando, así que, para evitarte un problema, andate”. Carlos Delucca , Carlitos, cuenta que ésas fueron las palabras del mozo corajudo, que poco a poco fue secundado por sus compañeros formándose una ronda alrededor del cobrador, a quien no le quedó otra que retirarse con las intenciones entre las patas.
Así son los pequeños detalles de la emancipación de un grupo de trabajadores con oficio gastronómico de años, que empezó a darse cuenta que lo que llamaban el “dueño” era en verdad un estafador. “Alex Gordon vino acá en 2010, y al principio hizo mucha publicidad, empezamos a tener más público. Pero ya en 2012 el tipo tendría el plan que finalmente terminó perpetrando: hacer un vaciamiento del restorán y generar una quiebra fraudulenta”.
Vaciamiento Nac&Pop
Carlitos habla de un plan, porque hay que prestar atención a la maniobra: Gordon era también el responsable de los locales de comida Nac&Pop, que quebraron sistemáticamente el mismo año. De las decenas de Nac&Pop cerrados tan sólo 2 siguen el camino de la autogestión: “Lo que pasa es que eran todos pibes, muchos extranjeros, que no le iban a decir ´no me estás pagando el sueldo´. No decían nada, la dejaban pasar… El tipo apuntaba a ese público a propósito. En cambio este restorán tiene gente más grande, con más oficio y trayectoria en el gremio gastronómico. Acá sabía que lo iban a sacar a patadas”, dice Carlos sobre las diferencias.
La receta de Gordon de vaciar locales y dejar en la calle a los trabajadores no le es exclusiva: en 2009 también fue a quiebra la firma de los restoranes Alé Alé, Don Battaglia, Los Chanchitos y La Mangiata. Estos locales también fueron recuperados sistemáticamente. A su vez, los años siguientes ocurrieron los casos de La Soleada y, más acá, La Casona.
Las historias son muy similares: “Acá nos fueron descontando paulatinamente, mes a mes, las cargas sociales. Nos dimos cuenta cuando fue una compañera a la obra social y no la quisieron atender; le dijeron ´tu patrón no te está aportando´. Y no podía ser, si se lo estaban descontando del sueldo… La plata se la estaba comiendo él”.
Receta de la estafa
Otro indicio de la debacle: “Empezaron a llegar cheques rechazados, pero siempre se terminaba manejando el tema con la parte contable, a través de un contador que le decía te pago esta factura, la otro déjamela ver… Y así iba dilatando la situación, mientras se guardaba el dinero”. Carlos cuenta que sólo a un proveedor le quedó debiendo 700 mil pesos.
El cálculo de Gordon llegó hasta las últimas consecuencias: “Antes de quebrar el tipo hizo como que vendió su parte a dos mujeres. Resulta que se averiguó que una de esas personas era una jubilada que vivía en la villa de Retiro”.
Proveedores, AFIP, una jubilada de Retiro, gremios, Gobierno de la Ciudad, la dueña del alquiler y los trabajadores: todos estafados. La quiebra de La Robla S.R.L se dio finalmente en septiembre de 2014, con los trabajadores ya autogestionando el restorán.
Carlos Delucca plantea sobre esta impunidad: “No hay una ley por la cual estos estafadores vayan presos. Los tipos se mueven con impunidad. Las leyes no amparan a las personas perjudicadas, y en definitiva amparan a estos tipos”. Para ejemplificarlo cuenta: “El tipo que venía a buscar la recaudación trabaja acá a dos cuadras. El otro día lo vi y le dije: “Ya te voy a venir a buscar a vos”. Pero si le hacés algo… no vale la pena. Espero que en su momento se haga justicia”.
La justicia que falta, además de la sanción a estos estafadores, tiene que ver con el alquiler del local donde están trabajando: “La firma hacía dos años que no pagaba el alquiler, por lo que la dueña del local inició una denuncia por desalojo”. La dueña no quiso escuchar la propuesta que los trabajadores tienen: pagarle seis meses por adelantado, y en efectivo.
Actualmente tienen orden de desalojo. ¿Cuándo? La respuesta de Carlos demuestra la inminencia de una resistencia cuerpo a cuerpo: “Hoy ya no creo, el fin de semana menos… Puede ser la semana que viene, o la otra, o dentro de un mes. No sé”.
Para ello se atajan haciendo guardias nocturnas, tienen armada una red de rápida respuesta ante el desalojo imprevisto y “por suerte tenemos a los clientes que nos siguen apoyando”. Apoyando, y comiendo bien. Las reservas se pueden hacer telefónicamente, al 4811-4484 ó al 4811-3232. Web: www.laroblarestaurant.com.ar
Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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