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Poner el cuerpo

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Km29. Dirigidos por Juan Onofri Barbato presentaron Los Posibles, un éxito de público y entusiasmo. Ahora están preparando su próximo espectáculo, allí, en Gonzalez Catán, donde nadie jamás pensó que podía ponerse el movimiento el futuro de la danza.

Poner el cuerpoLa obra es todo movimiento. No hay diálogos ni discurso, no hay narración de la historia. El comienzo no es el que imaginabas. Los personajes te dan la espalda y por un gotero caen despacio las preguntas: ¿dónde está el relato, dónde la información que esperaba de antemano? La idea de que el enigma no está arriba sino en el subsuelo suspende de a poco el pensamiento, y recién entonces los personajes bailan, sugiriendo, en una nueva secuencia de poses, sus probables biografías. Así arranca Los Posibles.
“Es una obra que no termina de jerarquizar nada” cree Marina Sarmiento, corégrafa y asistente de dirección en Los Posibles, creación que ya se presentó el año pasado en el centro de experimentación del teatro de La Plata y que acaba de terminar su paso feliz por el teatro San Martín de Buenos Aires. “Es traer la fisicalidad al cuerpo y trabajar con el signo. Los pibes empiezan de espaldas al público en un primer balcón. Arman una fila, equidistantes entre ellos y miran al público. Creo que ese inicio presenta la totalidad de la obra”.
Los pibes son chicos de González Catán que se encontraron a principios de 2010 en un lugar que les cambiaría las posibilidades del presente y del futuro. El lugar es Casa Joven, una quinta muy cuidada que funciona como centro de día para personas de entre 12 y 21 años y que depende de los colegios La Salle. Ahí se dan talleres de huerta, de computación, de electricidad, de carpintería, y desde hace tres años, de danza. Fue Juan Onofri Barbato, hoy director de Los Posibles, el que se ofreció como tallerista en Casa Joven para terminar haciendo con chicos sin experiencia formal en baile, una obra de danza contemporánea que, sin buscarlo, cuestiona qué es la danza y qué es lo contemporáneo.
Sin límites
Para llegar a Casa Joven hay que pasar por el kilómetro 29 de la ruta 3, un punto de unión de la provincia de Buenos Aires con la capital, un espacio de paso donde circula tanta cantidad de micros y autos que parece una terminal de ómnibus, pero una suburbana, precaria, imprevisible, donde los negocios nocturnos no son los boletos sino el robo y la prostitución. Km29 es también el nombre que se le puso al proyecto fundado por Juan Onofri en 2010, por ser punto de encuentro y también resumen de la experiencia. “Km29 habla de límites en realidad, quién cruza la frontera y para qué lado” es lo que dice Matías Sendón, escenógrafo e iluminador de la obra. Lo dice porque en un principio los chicos viajaban a la Capital a entrenar en el teatro El Perro, pero el paso del tiempo hizo que los caminos se hicieran a la inversa: ahora son los profesores los que viajan de Capital a González Catán y a Casa Joven, donde gracias a un convenio con el Teatro San Martín –luego de que presentaran la obra en esa institución en mayo del año pasado– consiguieron construir un galpón con el piso especial que se necesita para ensayar e imaginar la danza.
Explican en su página web:
“Km29 considera al cuerpo como espacio de memoria y conciencia. Los cuerpos menos `adiestrados`, aquellos que son desobedientes, rebeldes y no conocen especulaciones ni convenciones propias de un intérprete formado, están más cerca de presentar y producir una verdad kinética que puede volverse una coreografía original o una improvisación verosímil. Dejar que la madurez adquirida por estas experiencias de vida opere sobre la escena, que el cuerpo se apodere de la imagen que desprende, que haga conciencia y uso de lo que produce en el espectador, deja ver la fragilidad de ambos. En esta búsqueda se intenta borrar la línea que separa la escena y platea, emancipando las interpretaciones y por sobre todo, las miradas.”
Estos cuerpos desobedientes son los de Alejandro Alvarenga, Alfonso Barón, Daniel Leguizamón, Jonathan Carrasco, Jonathan Da Rosa, Lucas Araujo y Pablo Kun Castro.
Dice Jonathan, durante una charla en Casa Joven: “Yo venía a los talleres de carpintería, panadería, de electricidad y huerta. Un día se presentó Juan (por Onofri, el director), supuestamente iba a hacer un taller de hip hop. Si decía ´danza contemporánea´, no le pasaba cabida, así que nos metimos por ese lado. Y nada… empezamos a hacer físico acá primero y después a viajar a Capital. Siempre hice deporte, pero bailar así, nunca”.
Sigue: “Este proyecto está re bueno porque saca un montón de pibes de la calle. Yo empecé a venir por problemas de familia y adicción. Y acá tengo al grupo que siempre me acompaña en todas. Significa mucho, porque hace tres años que estamos. Conocés mucha gente”.
Matías: “Los posibles es todo: el lugar, los pibes, el piso, la realización que tenemos, el trabajo artístico. Es una decisión grupal la del nombre. Los posibles acumulaba una cantidad de ideas en relación a lo que queríamos decir con la obra misma”.
Sigue: “Pero Km29 no es una oenegé que sale a entrenar gente de la calle para que se sienta bien. Nuestro objetivo es hacer obra, no trabajo social. Pero también se terminó dando vuelta y terminamos ocupando un lugar dentro de este espacio que está directamente vinculado a lo social. Y casi sin quererlo. Lo que sucedió y nos dimos cuenta puntualmente, sucedió durante este proceso del año pasado, de llevar a los chicos a Capital y luego, venir nosotros hasta acá. Nos dimos cuenta que como personas no tienen las mismas facilidades que nosotros para hacer lo que hacemos. O sea, nos enfrentamos a problemas y situaciones distintas y dispares. No tenían plata para viajar, para comer. Gente realmente pobre que no tenía recursos para moverse. Ahí tuvimos que generar los fondos de producción y salimos a conseguirlos para que los pibes puedan moverse”.
Lo lograron. Hoy los chicos cobran un sueldo porque el Teatro de La Plata les paga como intérpretes de la obra Los Posibles. Igualmente, para Marina, “lo social queda en un sub-texto, porque lo que nos convoca es esto: la tarea de reflexionar sobre qué es expresivo, la reflexión sobre la sensibilidad que te da la técnica, y no el virtuosismo o la tendencia que te genera la técnica. Eso es lo peligroso, porque a veces termina bloqueando en vez de dar más disponibilidad. Y debería darle más sensibilidad en vez de restarle. En la danza la herramienta es el propio cuerpo. Deconstruir el cuerpo es como la porosidad, la posibilidad de que todo esté disponible en el momento del movimiento, que esté listo para la acción. La deconstrucción no necesariamente tiene que ser cronológica. Uno puede en un ejercicio, en una improvisación, usar todos sus recursos históricos. Uno trabaja con un cuerpo que ya tiene un recorrido realizado, una historia. La deconstrucción tiene que ver con que eso esté disponible. Por eso me interesa más la deconstrucción del cuerpo que la construcción de algo. Ya hay demasiado que nos termina etiquetando. El pibe que usa gorrita es chorro. Si sos trabajadora social tenés que ir y hacer certificados de pobreza o trabajar para la política de turno. Y en nuestro ámbito tambén hay etiquetas: la bajada de línea es europea, que marca la tendencia y entonces vamos para ese lado. A través del movimiento todo eso se puede deconstruir”.
Sigue: “Lo que sí puedo decir como experiencia es que hay algo en relación a la presencia que tienen los chicos. Y eso es algo muy difícil lograr porque, en realidad, se consigue no haciendo nada. Con el simple estar: el ser y estar. Los pibes son. Están. Hay un despojo hasta de prejuicio te diría, muy particular, hasta una sutileza. Por eso en la obra no hay idea sino composición, presencia, la mirada, y sabiendo que de los desprendimientos de estos cuerpos emanan algo que el espectador lo va leer como quiera: con prejuicio, sin prejuicio, o vivenciando la experiencia estética como algo transformador, que te modifica, que es también lo que les pasa a los pibes adentro. Por eso hay una experiencia grupal que trasciende los significados.”
Matías vuelve a hablar de límites, esta vez en relación a la iluminación: “Se plantearon dos objetos fuera de escala. Objetos redondos lumínicos. La escenografía de la obra era eso. Uno un tanque australiano, de cuatro metros de diámetro colgado, con luces, y otro un tambor. Las mismas lámparas estaban en esos objetos. Y cuando se encendían inundaban el espacio. Generalmente vos ves la platea oscura y el escenario iluminado. Pero la luz que utilizamos tiene una particularidad: cubre mucho espacio y produce un efecto al que nadie está acostumbrado a ver en un teatro. Ambos objetos tenían las luces del alumbrado público. Era como traer algo de la vida cotidiana y meterlo en ese lugar”.
Futuros posibles
Toda la propuesta del grupo Km29 surgió como una necesidad de escapar a la asfixia que les provocaba el modo tradicional de la danza contemporánea. “Llega un momento donde el lenguaje se agota y ves que estás siempre dando vuelta sobre lo mismo. Cuando veo el abanico hay cosas que se repiten, las mismas ideas. La propuesta fue salirse de ahí”, señala su director.
Toda la respuesta que cosechó surgió de otra necesidad de escape. Cuenta Johnny, después del ensayo: “Estoy en el proyecto desde el principio. Acá caí por quilombos, de drogas, de familia, la calle. Y para que no me agarre la gorra me vine para este lado. Hice el taller de huerta. Me enganché con esto. Al principio si decía algo, los amigos del barrio jodían, pero no les pasé cabida. Me fueron a ver y se quedaron con la boca abierta. Y ahora hay más pibes que se quieren enganchar.”
¿Qué es gritar?
En antigua frase dice: “Yo solamente creería en un dios que sepa bailar”. Pola, otro integrante de Los Posibles, podría estar de acuerdo. Su historia: “Llegué por parte de un cura, Sergio, vive en la casa quinta del kilómetro 35, en San Eugenio. Entré porque necesitaba para comer y esas cosas. Él habló con Juan para ver qué onda, si en Casa Joven yo podía bailar. Vine, nos mintió que era hip hop. Nosotros le decíamos ‘poné cumbia’. En los entrenamientos me fue gustando. Re piola estamos bailando ahora. Después fuimos a Recoleta. Y después nos dijeron que el Teatro de la Plata nos invitaba para hacer otra obra. Y después nos dijeron que hagamos otra más. Y otra función más. Hicimos 16 al final. Eso fue en 2011. Y después nos llamaron para el Teatro San Martín”.
Sigue: “Acá hacíamos carpintería y todas esas cosas que a mí ya me gustaba hacer. Ni me imaginé que se me iba a cruzar todo esto. Ahora estoy re contento, orgulloso, mis viejos están orgullosos de mí. Ojalá esto nunca se corte. Cuando bailo quiero explotar, quiero sacarme toda la furia, todo lo que tengo adentro. Es como que me ayuda un poco a encontrarme a mí mismo. Furia de lo que me pasa a veces, de lo que tengo en mi barrio, mi familia, cosas que se me presentan en la vida cada día. Es lo mismo gritar que hacer esta posición (y se pone como un ninja, se agacha, pone cara de loco) y ya estás gritando. Esa posición me hace encontrarme. Estoy mirando a la gente y quiero transmitir algo. Puede ser tristeza, puede ser ‘Mírennos: acá estamos.’ Para mí de eso habla la obra, de que acá estamos: somos los pibes del km29”.
Los cuerpos de Los Posibles hablan el lenguaje sin nombres, dicen la historia sin fechas, bailan el recuerdo de sí mismos, gritan el dato en los gestos. Pienso en ellos no solo como artistas, sino como personas que transportan en sus nervios información sobre nuevas formas de comunicarse, formas que permiten borronear los límites, veo en toda su experiencia alguna idea del futuro, imagino sus manos ayudándonos a dar vuelta la página.

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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