CABA
Se va a acabar, se va a acabar…
Un director, Santiago Mitre, su ópera prima y un actor, Esteban Lamothe, logran hacer de esta película un suceso. Para confirmar si el entusiasmo es justificado, la más veterana y el más joven de MU vieron lo mismo.Uno
Había que esperar a este elegante y pulcro caballero, de metro noventa y suéter canguro, para anunciar la buena nueva: el futuro llegó. Para darse cuenta de que nada de lo visto hasta hoy era genuinamente nuevo. Para entender, finalmente, aquello que escribió el mítico crítico francés Serge Daney, cuando intentó mensurar la herida ética y estética que en la imaginación y en el alma de una época deja un genocidio. Para “aprender a contar de manera distinta otra historia en la cual el género humano es el único personaje y la primera antiestrella”. Eso representa, nada menos, Santiago Mitre, su película El Estudiante y su maravilloso protagonista, Esteban Lamothe. El fin de la dictadura. Con dos M: militar y de mercado.
Dos
Es domingo y en el estacionamiento de la Facultad de Ciencias Sociales, autogestionado por el Centro Estudiantil, hay dos grupos de jóvenes, cada uno por su lado, cada uno en su propia ronda, con mate o con cerveza, compartiendo lecturas fotocopiadas. Santiago propuso el lugar para hacer las fotos cuando me escuchó comentar cómo me había impactado una toma del edificio que aparece en la película.
–Nunca me había dado cuenta de que estaba así– repito ese domingo en ese lugar.
–Yo tampoco, y eso que pasé mil veces por acá– completa Esteban, el protagonista.
–Esto es bárbaro– digo.
–Es bárbaro, sí– dice Esteban.
Por su tono me doy cuenta de que no estamos hablando de lo mismo aunque usemos idénticas palabras. Lo miro y lo compruebo: está sonriendo, está entusiasmado. “Acá te das cuenta del significado que tiene lo público. Algo que es de todos y no es de nadie. Podés entrar, salir… claro que quién va a venir acá si no es a cursar o hacer una película, como fue nuestro caso”. No es el deterioro, entonces, sino la libertad lo que esta escenografía representa.
Pienso en lo que me hace pensar Esteban: la nostalgia por el orden es siempre reaccionaria.
Me dan ganas de abrazarlo.
Tres
El Estudiante costó poca plata y no se nota porque no es una película de bajo presupuesto, sino una producción que utilizó recursos de otro tipo. ¿Cuál fue el más importante? Difícil establecerlo ahora, con el resultado a la vista, pero ordenados cronológicamente, podría armarse la siguiente lista:
Escribir un guión y saber hacerlo. Santiago estudió en la Universidad del Cine donde se formó como director. Una vez recibido, la industria –por así decirlo– lo ubicó en su rol de guionista. Ése es ahora su trabajo: de eso vive. Su primera película comenzó, entonces, por ahí: investigando, entrevistando, visitando y compilando información sobre la vida política universitaria.
Escuchar un no y saber hacerlo. Santiago se presentó al concurso de óperas primas del INCAA y fue rechazado. “Fue una suerte, visto desde hoy, porque las películas que fueron aceptadas todavía ni comenzaron a rodarse. Y estoy hablando del concurso de hace tres años. Éste todavía no fue abierto y a esta altura del año, dudo que se haga”. Noticia: parece que todos los recursos del Instituto han sido derivados hacia la tevé pública y digital. Le pregunto: ¿cuántas veces pensaste que una película así no le iba a interesar a nadie? “Miiiiilessssss”, me responde.
Trabajar en equipo y saber hacerlo. Fue Pablo Trapero –para quien Santiago escribió guiones–, el que lo incitó a comenzar a filmar sin dinero. Hizo algo más importante: le prestó los equipos. Así comenzó a reunir lo que necesitaba y a usarlo en función de la película, sin que interfieran los tiempos de cada colaboración, sean personas o cámaras. Siete fueron los meses que insumió el rodaje. Cuatro fueron los directores de fotografía. No se nota. El Estudiante tiene la impronta de la historia que narra. “Siempre tuve en claro que para hacer esta película, salvo Esteban, todos los demás éramos prescindibles”, dirá ahora Santiago y lo confirma con una anécdota. “Hubo un día de filmación en que ni pude ir yo, porque estaba con 40 grados de fiebre. No hacía falta y lo sabía”. Está claro entonces por qué El Estudiante es una película con protagonista, pero sin ego.
Trabajar con la realidad y saber hacerlo. No es un documental, pero casi. Éste es uno de los principales aportes de Santiago a la industria del cine nacional. Al cómo se hace. Las escenas no tienen extras porque la falta de presupuesto lo hacía inviable. La limitación se convirtió en virtud porque supo conseguir el apoyo de las autoridades y los estudiantes de la Facultad, pero también por cómo supo capturar con la cámara imágenes de la realidad (las asambleas, la votación) con las de ficción (las charlas en clase, en los pasillos) a partir de un uso sabio y preciso de los planos. Los actores llevan la cámara al hombro, podría decirse. Planos cortísimos, que le dan una estética existencial. Los planos amplios de la ciudad y de la facultad imponen la impronta de época, la forma de mentir lo verdadero. La combinación da por resultado que la película reciba premios en el Bacifi porteño o en el suizo Festival de Lorcano. Aquí y allá se entiende de qué habla. El Estudiante es una película generacional, en el sentido en que Daney le da a ese término: el cine como arte del presente.
Cuatro
¿Seguimos con Daney? “El cine moderno tenía una característica: era cruel. Y nosotros teníamos otra: aceptábamos esa crueldad. La crueldad era el lado bueno”. Lo viejo del moderno cine argentino, su crueldad, es su machismo. No voy a mitigar la palabra para que se entienda qué hay de nuevo en El Estudiante: otra forma de ser hombre. (Dejo para las chicas las escenas de sexo –la primera en particular–, su erótica. Ellas sabrán mejor que nadie de qué hablo). Lo diferente en esta historia es el lugar de lo femenino. Allí está la integridad, el saber que no es conocimiento sino pasión y convicción y consecuencias: error, herida, traición, decepción. Ellas saben. El protagonista las transita como puertas que abren mundos. Y esa pueril crueldad es, paradójicamente, un reconocimiento, su lado bueno.
Cinco
Esteban Lamothe es un galán. No sé qué dice hoy esta palabra, pero la escribo en el sentido más clásico del término: un actor que enamora a la cámara. Santiago dirá que lo eligió “porque es el mejor actor de su generación” y tiene razón. El prestigio lo ganó en el teatro, donde ahora mismo y todos los miércoles está interpretando El tiempo todo entero, escrita por Romina Paula, su coprotagonista en la película. Nació en Ameghino, como su personaje de El Estudiante y como él, llegó a Buenos Aires apenas terminó el secundario, pero para cursar Nutrición. “En el CBC me saqué todos unos y dejé”, dirá con una sonrisa. Fue mozo durante diez años en un restaurante de Puerto Madero, pintor de brocha gorda, bajista de la banda que integró con 3 de sus 5 hermanos y finalmente actor; dirá que por casualidad, pero luego, cuando la charla se alarga, confesará que fue cuando vio la obra El pecado que no se puede nombrar, de Ricardo Bartis y se dijo “Yo quiero eso para mí”. Estudió apenas un año largo con Alejandro Catalano (“mi maestro”), para luego seguir su formación directamente en el escenario. Desde hace dos, ya vive de eso que no considera un trabajo. “Todavía tengo que acostumbrarme a estar sin hacer nada y, por temporadas, no tener tiempo para otra cosa. Ahora mismo estoy todo el día paveando en el Facebook. Me siento extraño sin eso de tener que levantarme todos los días para ir a laburar y cobrar un sueldo”. Los recursos los consigue tanto en el teatro (“las giras por festivales europeos te dejan un dinero”) y la publicidad (es uno de los tres amigos que juegan al poker con los escotes de las mujeres en la publicidad de Pepsi, por ejemplo). En cine hizo algunas incursiones en películas de directores debutantes. El Estudiante es su primer protagónico. La estrenaron primero, por supuesto, en Ameghino, donde acondicionaron el centro cultural local para agasajarlo. “El nombre de él estaba gigante y, debajo y chiquito, el mío” cuenta con orgullosas carcajadas Santiago. Se nota que lo quiere o lo admira.
Seis
¿Es una película sobre el rol de Franja Morada en la rosca universitaria? ¿El personaje del pelado está inspirado en Coty Nosiglia? ¿El rector es Hallu? ¿La toma del rectorado es un acto de dignidad frente a lo abyecto de la jerarquía académica? ¿La imagen de Mariano Ferreyra resignifica al personaje del militante? ¿La referencia a los laboratorios alude a cómo la Universidad está hoy corrompida por y desde el mercado? Santiago responde afirmativamente todas las preguntas, pero su afirmación no es sólo un sí, sino un también. La película es sobre todo eso si acotamos su relato a la UBA, pero está claro que es algo más. Una mirada desde el hoy hacia el sistema. Esa máquina que llamamos democracia representativa está ahí, analizada desde abajo, desde donde el poder puede medirse a escala humana y por el tamaño de sus pequeñeces.
Siete
«Democracia real”, gritan en España los indignados. En Chile, Inglaterra o Grecia son los jóvenes, los futuros posibles, los que gritan “No”. En El Estudiante “No” es la palabra que marca el final. “No” como límite, pero también como inicio. ¿De qué? Santiago sonríe. No hay palabras, hay película, parece decirnos con ese silencio que habla de una propuesta. Pensar la política como una práctica cotidiana. Pensar ese “no” como una forma de repensar los tantos sí no pronunciados, pero explícitos, esos que nos convierten en cómplices de todo lo que odiamos.
Ocho
Le pido a Santiago que sintetice en una palabra su película, lo que representa, lo que aporta, lo que señala. Piensa largo, se frota la barba rala, busca en algún lugar del techo vaya a saber qué y larga:
–Democracia.
–¿Democracia?
–Sí, es la palabra. Porque es una película coral, donde todos los personajes tienen su desarrollo, su voz, su visión, y sus posibilidades de elección no están condicionadas. Si son buenas o malas, es otro debate. Pero hay posibilidades para ese debate.
Pienso en lo que me hace pensar Santiago: aquello que él ve como una posibilidad, quizá como una esperanza, representa para mí su noble ingenuidad.
Pienso en lo que me hace pensar después: el cinismo es siempre reaccionario.
Y sí: me dan ganas de abrazarlo.
Y Medio
La película se grabó con técnicas digitales, lo que implica que no tiene sala donde pueda apreciarse con la calidad con que fue filmada. Santiago me cuenta que sólo los multicines tienen esa tecnología, pero están consumidos por el fast food en 3D. Queda la Lugones, en el San Martín, y la del Malba. Hasta ahí, entonces, habrá que ir para poder abrazarla.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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