CABA
Las rutas de Toty
Fue el protagonista del primer piquete bonaerense y el único que rechazó los planes sociales. Armó microemprendimientos, talleres de filosofía, desfiló en la pasarela y llegó a la Cámara de Diputados de la mano de Elisa Carrió. En estos días, volvió al piquete junto a los productores agropecuarios. Cómo explica este trayecto.
El diputado está descalzo en su despacho. Se reclina sobre el respaldo de una silla, estira levemente sus piernas y apoya los talones. Héctor Toty Flores acaba de llegar de una marcha de apoyo al campo, convocada por Raúl Castells, que se inició en Liniers y terminó frente al Congreso. Fue el colorario de un raid que incluyó la visita a tres cortes de ruta que los ruralistas sostenían en Entre Ríos. “Después de cinco años, volví a un piquete. Castells me carga, me dice que ahora voy a bajar la panza”, se ríe Flores, fundador del Movimiento de Trabajadores Desocupados (mtd) de La Matanza, el primero en cortar una ruta en el conurbano bonaerense, allá por 1995.
Por aquellos tiempos, Toty llegaba a reunir a más de 3.500 personas en la ruta para exigir tierra, trabajo y libertad. “En aquel entonces, para hacer un piquete había que tirar de culo a un policía. Ahora te cortan la ruta los patrulleros, a doscientos metros ya desvían el tránsito. Eso limitó mucho la herramienta, porque los manifestantes dejaron de tener contacto con la gente y no pueden explicar por qué realizan la protesta”.
Flores y su movimiento habían abandonado el piquete cuando consideraron que era una metodología de protesta gastada. “Se transformó en un instrumento para pedir planes, en vez de exigir trabajo. Dejaron de hacerse en nuestro territorio y se mudaron al microcentro. Se había agotado la herramienta. Nosotros, entonces, preferimos avocarnos a los emprendimientos productivos”, rememora el piquetero devenido en diputado por la Coalición Cívica que encabeza Elisa Carrió. “Los cortes de ruta que vi en Entre Ríos –completa– eran muy parecidos a los nuestros. Me sentí muy identificado”.
Pero el sector social que corta en Entre Ríos no es el que protestaba en La Matanza…
Son sectores sociales totalmente distintos, pero me parece que la profundidad del proceso que se vivió en la sociedad en 2001 continúa. En aquel momento, la desmovilización de la clase media no fue porque –como dicen algunos– recuperó la guita que le sacaron del corralito, sino por la parálisis que generaron las muertes de Kosteki y Santillán. Yo estuve ahora en el piquete de Hernandarias. Salieron 3.000 personas en una movilización la Casa de Gobierno y cuando llegaron eran 15.000. La gente salía de las casas, aplaudía, se incorporaban los comerciantes. Se formaron como 15 cuadras de manifestación. Se me puso la piel de gallina. Otra vez hubo unidad entre sectores urbanos y rurales. Se ofendió la dignidad y eso tiene un costo.
¿En serio no nota diferencias entre los piquetes de ayer y de hoy?
Una gran diferencia es que estos son sectores muy estructurales que tienen posibilidades de volver a su casa. En La Mantaza era todo muy a la desesperada. Nos costaba levantar un piquete porque después de diez o quince días la gente se acostrumbraba a vivir mejor ahí que en su casa. Cuando volvíamos, volvíamos a la nada, éramos combativos por desesperación. Estos piquetes son muy reflexivos y quieren resolver el problema, quieren volver a trabajar.
¿Se imaginó alguna vez haciendo un piquete junto a la Sociedad Rural?
No. Nunca pensé que podía estar con un estanciero de la Rural y de hecho no vi demasiados en los piquetes. Vi uno sólo en Diamante, después eran todos de la Federación Agraria, pequeños chacareros. De todas formas hoy el campo cambió estructuralmente, aquellos grandes ganaderos de la oligarquía tuvieron que ceder terreno a los pooles de siembra, que en muchos casos no sabés quiénes son.
¿Qué significa para usted que otro sector social se haya apropiado de sus herramientas de protesta?
Los procesos populares no tienen dueño. Creo que la metodología del piquete en la provincia apunta a lo que nosotros apuntábamos. Golpea al transporte de bienes y por lo tanto duele. El piquete de estos días en las rutas fue sumamente creativo, por ejemplo podían pasar autos y colectivos. Los únicos que no podían pasar eran los camiones que transportaban productos del campo. Era como un control en la ruta. No es lo mismo que el piquete en Plaza de Mayo que lleva sólo a enfrentamientos con las clases medias. Nosotros, al principio, teníamos consenso de la población, pero al final ya no. Lo que desvirtuó el piquete fue su exagerada repetición. Se terminaron haciendo más piquetes en lugares políticos-simbólicos que en sitios que dañaran al sistema de circulación de mercancías. El corte, finalmente, era para pedir planes de 150 pesos en vez de trabajo, y como consecuencia, para la población dejaron de ser legítimos.
El Movimiento de Trabajadores Desocupados fue la única agrupación piquetera que rechazó los planes sociales que comenzó a entregar el gobierno para calmar la protesta. Por aquellos días, todavía bajo la presidencia de Eduardo Duhalde, Flores solía argumentar que esos subsidios eran un elemento de dominación del Estado y que le quitaba autonomía a las organizaciones sociales. Por eso fundó, en una vieja escuela abandonada del barrio La Juanita, de La Matanza, el Centro para la Educación y Formación de Cultura Comunitaria (cefocc).
Rápidamente, la Corriente Clasista y Combativa se instaló a escasos metros del cefocc. Lo mismo hizo la Federación Tierra y Vivienda, de Luis D’Elía. Poco a poco comenzó la sangría: miles de piqueteros migraron detrás de los planes sociales y Flores se quedó recluido junto a un pequeño núcleo de convencidos que no superaba la suma de los dedos de las manos y los pies. Encima, Toty –un ex trabajador metalúrgico– había perdido varios dedos en un accidente laboral. Cuatro de esos fieles laderos hoy lo acompañan en el despacho de diputados. Desde el octavo piso, analizan la actualidad política en ronda, como lo hacían en La Juanita, para que la voz circule sin hegemonías
¿Se arrepintió de haber rechazado los planes sociales?
No, fue una decisión muy importante que marcó un gesto de dignidad. Me puedo arrepentir de no haber comprendido qué le pasaba a esa gente que tomaba los planes. Planteé discusiones muy polarizadas y creo que hubiera combatido mejor a los dirigentes –que utilizaban los planes para posicionarse, en vez de beneficiar a la gente–, si hubiera sido menos intransigente. Le podríamos haber dado un uso diferente a los planes, podríamos haberlos reciclado en microemprendimientos productivos, por ejemplo.
Varios de los dirigentes piqueteros de fines de los 90 se incorporaron al Estado. Jorge Cevallos, de Barrios de Pie, es funcionario de Desarrollo Social; D’Elía estuvo a cargo de la Subsecretaría de Tierra y Vivienda y hace de vocero no oficial del gobierno, y usted es diputado opositor. Ser funcionarios públicos, ¿es una victoria o una claudicación?
Uno puede ocupar roles importantes, el tema es si lo hace para lograr la movilización contínua o para responder a intereses que desconozco. A la Coalición Cívica yo vengo con nuestros valores, a disputar espacios para distribuir el ingreso. Si la Colación llega al gobierno y no cumple, me vuelvo a mi casa.
El referente económico de la coalición es Alfonso Prat Gay, que ya fue presidente del Banco Central en lo peor de la crisis. También hay dirigentes como Patricia Bullrich, que fue ministra de Trabajo con récord de desocupación. ¿Cree que estas personalidades podrán distribuir la riqueza en el caso de llegar al poder?
La otra vez conversaba con Lilita y me decía que su compromiso es destinar los primeros 20.000 millones de superávit a la distribución. Si así no lo hiciera, estaré en la vereda de enfrente. Pero ahora las mentiras son de la Presidenta. Toda la recaudación va a parar a una caja que no se reparte. En el interior te plantean que toda la plata que le sacan va a parar a Moyano y a D’Elía para que controlen a la gente.
Toty abandona su despacho para la sesión de fotos. Utiliza una tarjeta magnética que habilita un ascensor exclusivo para legisladores. Sale del edificio anexo y cruza al Palacio del Congreso. Cuando quiere ingresar al recinto, una persona que parece un ropero se le para delante y le franquea el paso.
–Venimos a hacer una fotos– explica Flores.
–No se puede– contesta el ropero que habla.
–Ellos son periodistas, aunque sea en una palco, no en las bancas –insiste Toty, que apenas le llega al pecho al hombre de seguridad.
–¿Ellos son periodistas? ¿Y usted quién es?– pregunta con suficiencia el hombre.
–El diputado Flores
–¡Ah! Perdón, pase. Usted es el dueño de este lugar.
Desde diciembre pasado, cuando asumió, Flores pasó por varios episodios similares. El día de la jura (juró por “defender la cultura del trabajo y la dignidad de las personas”) lo frenaron a la entrada del recinto por portación de cara. La diputada Elisa Carca tuvo que convencer al personal de seguridad de que Toty era un legislador electo. Ahora, sentado en la banca, mientras los flashes rebotan en su frente, Flores admite que siente más responsabilidad a la hora de hablar y que eso, tal vez, haya conspirado contra su espontaneidad. “Me pesa estar acá hablando en nombre de mis compañeros de La Juanita o de la Coalición Cívica”, admite. Sin embargo, asegura que no se siente incómodo. Su primera exposición fue para criticar el proyecto oficial que proponía la creación de un registro de marcas colectivas. “En realidad, lo que querían era consagrar y estigmatizar una marca para pobres”
¿Para qué quiere ser diputado?
Las dos que estuvieron más en contra fueron mi hija y mi compañera, Soledad. Planteaban que ser diputado era ir un poco a contramano de lo que estábamos haciendo. Justo en un momento en el que nuestros emprendimientos empezaban a ser exitosos. También decían que el Congreso estaba muy desprestigiado, que iba a terminar siendo uno más. Y decían una verdad: todos somos capaces de terminar siendo un corrupto. El gran desafío es no serlo, pero la posibilidad existe. También es muy importante la salida, mi carrera no es política. La política apenas es una circunstancia de la vida para mí. Me gusta trabajar en nuestra cooperativa, de hecho todas las mañanas voy a abrirla a las 7, antes de venir para acá. A la vez, sentía que con eso no alcanzaba. Empecé a ver la necesidad de abrirse y experimentar otras cosas. Pero no me gusta ser diputado, lo tomo como una actitud de servicio para amplificar los reclamos de mis compañeros. También es una necesidad nuestra demostrarles a los jóvenes que personas como yo, que pasaron por la villa, que estuvieron desocupados, que apenas terminaron la primaria, pueden jugar un rol en la transformación de la sociedad. No quiero ser una figurita decorativa acá.
En el MTD hizo del autonomismo su principal bandera, ¿se puede ser autonomista y diputado a la vez?
Si no te ganan de la cabeza, se puede. El peligro es que te ganen de la cabeza y que entres en la lógica del sistema, que creas que esto es una carrera y que tenés que defender tu lugar. Cuando te cuestionas esto, estás a salvo.
¿Qué son más interesantes? ¿Los debates en el recinto de Diputados o los que se daban en el taller de filosofía que los piqueteros hacían los sábados en La Juanita?
Sin dudas, el taller de filosofía. Ahí éramos más honestos. No entendíamos un montón de cosas pero éramos honestos. Acá no, se dicen un montón de cosas y se hacen otras.
Mientras Toty debate en las comisiones legislativas que se ocupan de la pequeña y mediana empresa, de las cooperativas y de la drogadicción, en el cefocc sus compañeros continúan produciendo en taller textil que exporta a Italia y en la panadería, que pronto se transformará en escuela del oficio. También funciona un programa de microcréditos que presta de a 500 pesos a quien lo necesita, un servicio jurídico que forma a referentes barriales y un programa de reciclado de residuos. Además, todos los días concurren 54 chicos al jardín de infantes que gestionan padres, maestros y miembros del mtd.
¿Se debilitó el movimiento con su asunción como diputado?
Algunos pensaban que eso iba a ocurrir si yo salía del día a día de la cooperativa. Pero no, incluso para sorpresa propia, un grupo de jóvenes tomó la batuta con mucho entusiasmo.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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