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Cómo hicimos Escena Política

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A pedido de la revista francesa Divague, del Thèâtre Le Quai, el colectivo Escena Política, del que forma parte MU, escribió este artículo sobre cómo se organizó el congreso transversal realizado en octubre pasado. Representa un ejercicio de memoria sin balance: un registro del hacer colectivo  para dejar constancia de algunas prácticas que otros colectivos pueden corregir, aumentar o tachar según sus objetivos, pero que al mismo tiempo intenta así hacerse cargo de registrar el hacer. Del cómo se hizo al cómo lo hicimos. 

Por el colectivo Escena Política
www.escenapolitica.org

Identidad colectiva

Somos un espacio abierto sin jerarquías ni roles fijos; un grupo de artistas vinculados a las artes escénicas de la Ciudad de Buenos Aires, articulados a través de dos espacios de activismo cultural, FDA (foro danza en acción) y TIM (teatro independiente monotributista).  Nos nucleamos a comienzos del 2015 para realizar una serie de acciones que intentaban visibilizar zonas oscuras de la política y de la producción cultural. Durante todo ese año nuestras intervenciones apuntaron a un cuestionamiento de la política cultural de la Ciudad de Buenos Aires, sobre todo del Complejo Teatral de Buenos Aires, que incluye siete de los teatros públicos mas importantes del país. Durante la última década estos teatros sufrieron un vaciamiento presupuestario, político e institucional en contrapeso con la intensa actividad de la producción de los teatros independientes. Este contraste nos interpeló y nos vimos en la necesidad de intervenir más activamente en la política cultural estatal.
A fines del 2015, Mauricio Macri, ex-jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos entre el 2007 y el 2015, y responsable de muchas de las políticas culturales que veníamos cuestionando, se convierte en el presidente de Argentina. Con un gobierno declaradamente neoliberal en el país y, nuevamente, en la Ciudad, la agenda de resistencia al vaciamiento estatal se vuelve urgente. Desde los primeros meses de gobierno fueron vulnerados nuestros derechos culturales y civiles, amparándose en un discurso que apunta a la eficacia del Estado y la reducción del gasto público, con un estado de carácter fuertemente policial y punitivo.
En este contexto nos preguntamos cómo seguir. ¿Tenía sentido seguir siendo los auditores sociales del Estado, aquellos que observan y señalan las faltas de una política cultural que nos resultaba completamente ajena, con la que no encontrábamos aperturas para habilitar un diálogo? ¿No sería mejor, en ese contexto, usar el tiempo para imaginar nuevas formas de vida y de producción cultural, para contaminar la política con aquello que a priori creemos que no es la política, es decir nuestras prácticas artísticas?

Organización del Congreso

Entonces, decidimos hacer un Congreso Transversal, que articulara y cruzara lo que no entra en la cuenta de la política tradicional, la academia y las instituciones del arte. Generarnos un espacio de pensamiento y acción que nos posibilitara armar nuestra propia “agenda” o temporalidad política, sin correr detrás de los problemas de la coyuntura, generando así modos propios de resistencia inventiva desde nuestra cotidianeidad amenazada. La necesidad y el deseo fueron el de alimentar y generar un espacio-tiempo de sensibilidad, complicidad e imaginación política, donde activar otras maneras de percibir, pensar y experimentar las propias prácticas políticas y de creación artística.
Trabajamos casi un año en el armado, en reuniones semanales abiertas y en comisiones que se fueron armando de acuerdo a las necesidades que iban apareciendo. Surgieron un grupo de estudio para leer y discutir a los pensadores que nos proponíamos entrevistar, una comisión de curaduría colectiva, otra de comunicación, otra de producción, etc. No teníamos un mapa creativo antes de empezar, ni objetivos ideológicos a priori, pero comprendimos de inmediato la importancia de la experiencia de “poner el cuerpo” en cada encuentro; de ir tomando las desiciones en presencia, quienes allí estábamos. La importancia, en definitiva, de la potencia de encontrarnos y reunirnos.
Así la actividad de armado del congreso empezó a parecerse más a un proceso artístico, creativo y grupal de esos que conocemos desde nuestras prácticas artísticas. Las artes escénicas en la Ciudad de Buenos Aires tienen una larga tradición independiente y autogestiva en la que, de un modo u otro, muchos de nosotros nos inscribimos. Reunirnos, pensar y crear con otros sin saber muy bien a dónde estamos yendo es parte de nuestra práctica y situación cotidiana. Pasar esta forma de actuar y relacionarse a una actividad vinculada a la política fue un proceso orgánico y lógico para nosotros.
Apareció, entonces, una práctica colaborativa de ejercicio del poder que nos permitió pensar haciendo colectivamente, sin definiciones previas, en el intento de dejar de lado prejuicios y dogmas ideológicos. Habitamos nuestros sucesivos encuentros como un espacio de subjetivación, de crítica y estudio de lo que nos gobierna. Y en el hacer fuimos encontrando una dinámica propia de trabajo.

Curaduría colectiva

Empezamos a invitar a nuestras reuniones a colectivos con los que nos interesaba dialogar, muchos de ellos provenientes de las artes visuales pero también de otras áreas con las que solemos tener menos contacto como la comunicación, las ciencias sociales, la filosofía, los activismos culturales o la producción cultural de la noche. Fuimos entendiendo en esos encuentros que el congreso no debía tener aquello que se entiende habitualmente como conferencias o ponencias. Resolvimos un formato base de “talleres”, esto es, espacios de trabajo y pensamiento colectivos. Espacios de práctica y acción, donde no hay unos que hablan y otros que escuchan. La forma que finalmente asumieron los talleres fue el efecto del diálogo con los talleristas invitados. A partir de ejes de investigación situada generamos un intercambio que potenciara ese pensamiento y creamos a su vez redes afectivas transindividuales.
El congreso transcurrió durante cuatro días, entre el 20 y 23 de octubre. Hubo instalaciones, talleres, video-conferencias, conferencias performáticas, sesiones de prácticas de movimiento colectivo, performance de calle, caminatas temáticas, manifestaciones callejeras.
Cada día tuvo un eje temático sobre el cual giraron estas actividades. El primero, funcionó como una presentación abierta del colectivo organizador, a través de la lectura de nuestros manifiestos y de la exposición de muchos de los materiales escritos que intercambiamos durante la organización del congreso. El segundo, centrado en la desobediencia cultural, giró en torno a la pregunta ¿Cómo la inteligencia colectiva se organiza en la acción? El tercer día estuvo orientado a indagar e inventar futuros posibles, a pensar otra relación con la realidad capitalista y otra sensibilidad hacia lo común. Y el cuarto y último día, intentó ensayar y crear nuevas formas colectivas de componer y habitar el espacio público.

Talleres

Los temas de los talleres que se elaboraron con cada colectivo e invitad*s fueron de lo más variados y singulares: “Situarse: potencialidades y tensiones de un pensar/hacer/mover situado”, coordinado por Marie Bardet ; “Primero hay que saber rajar: un escritura del agite”, a cargo del Colectivo Juguetes Perdidos ; “La hazaña colectiva: políticas del goce de la actividad nocturna en la Ciudad de Buenos Aires”, por Hiedrah Club de Baile; “Contra la crítica”, guiado por el Colectivo MU La Vaca;  “Y nos dicen que llueve: intervención del espacio público expandido”, orientado por el Colectivo P.A.P.O; “Xpropiaciones: colectivización de estrategias existenciales cerca y lejos del Estado”, coordinado por Escena Política; “Genealogías de una subversión utópica: historia y política en el arte argentino”, a cargo de Juan Ignacio Vallejo; “Entrismo ejercicios escuela”, coordinado por el Colectivo Proyecto Secundario Liliana Maresca; “Kurdistán: la revolución silenciada. Proyección del documental «Nû Jîn -Yeni yaşam», con charla debate a cargo de Delil Delali; “Donde termina tu cuerpo empieza el mundo”, guiado por el Colectivo Centro Rural de Arte; “Tensiones del discurso histórico. Proyección de la película El movimiento”, con la participación de Benjamin Naishtat; “El Caso Lopérfido: El Pez por la boca muere o cómo hacer saltar un ministro con palabras”, en formato de conferencia performática coordinada por el Colectivo Trabajadores de la Cultura; “La mesa de arena”, del Colectivo La Dársena.
Durante el segundo y el tercer día se realizaron seis talleres en simultáneo en una misma sede. Al finalizarlos se realizaba una puesta en común de lo ocurrido en cada espacio de trabajo. A partir de una pregunta tensora por día, nos convocábamos en un estado asambleario, con reglas de participación muy heterogéneas para hacer aparecer la voz y el cuerpo. Se delimitaba un rectángulo performativo vacío, al modo del battle del hip hop y el parkur, o el ring side del box, donde cada quien podía cruzarse con prácticas de movimiento e intervenciones verbales. Las reglas eran susceptibles de modificarse en el transcurso de la puesta y eso permitió que cada día albergara de formas muy diferentes las energías y las tensiones que se habían generado en los distintos talleres.
Video-conferencias
El segundo y el tercer día del Congreso se iniciaron cada uno con una video conferencia, que fueron una especie de conversaciones íntimas y públicas a la vez con dos pensadores, amigos políticos de nuestro colectivo e intelectuales marginales de la academia europea: Franco Berardi Bifo (Italia) y Amador Fernández-Savater (España). “¿Qué puede el arte?, fue el título de la conversación con Bifo; y “¿Cómo se compone lo común?, el de la conversación con Amador. El intercambio con ellos fue a partir de sus configuraciones conceptuales, en una tentativa de pensar las situaciones de nuestra comunidad sensible y los posibles desplazamientos de nuestra práctica para componer poder social.

La salida a la calle
La experiencia de intervenir el espacio público asumió durante esos días distintos formatos: performances, caminatas sonora y peripatética, prácticas de movimiento, fiesta, caravana. La “salida a la calle” fue un modo de generar resistencia haciéndonos presentes, siendo cuerpos visibles, desobedientes. La intervención de los cuerpos en la geografía urbana nos habilitó la creación de nuevos territorios, constituyéndonos como fuerza creativa amorfa, múltiple, heterogénea, que trama otros posibles, que visibiliza conflictos, que resignifica espacios y ritmos, y que inventa futuro frente a la incertidumbre.
El “Diálogo peripatético”, coordinado por Hernan Borisonik, consistió en un modo de reflexionar en movimiento, un pensar caminando, al estilo aristotélico. Mientras se avanzaba por algunas callecitas del centro porteño, se habló sobre lo privado y lo común, sobre la técnica, la producción y el dinero como representación de las cosas; sobre la política y lo público. La caminata terminó al borde del agua, en una contemplación silenciosa de la Ciudad.
En la acción “Abogados Manteros” coordinada por Escena Política, una decena de abogados tendieron mantas en el microcentro porteño y atendieron por un precio simbólico consultas jurídicas de los transeúntes. Finalizando un año donde la ciudad se “limpió” de vendedores ambulantes esta acción buscó visibilizar la persecución policial y estatal a la que son sometidos quienes viven de/la/en la calle, al tiempo que evidenció el carácter de “territorio en disputa” del espacio público. (Manteros se llama en Buenos Aires a los vendedores ambulantes que ocupan una porción de la vereda u otro espacio público, con una “manta” sobre la que ubican los productos que venden. Durante los últimos años, y especialmente durante el 2016, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires los fue sacando violentamente de las calles y prácticamente desaparecieron del paisaje urbano)
La “Caminata Sonora”, guiada por la compositora y performer Guillermina Etkin, fue una singular experiencia colectiva de escucha. Transitar produciendo sonido y escuchando, como una posibilidad de percibir de otro modo, activa y singularmente, el ritmo ensordecedor de Buenos Aires, sus múltiples capas, sus sentidos.
La “Práctica de movimiento abierta y colectiva para cuerpos deseantes”, coordinada por la artista del movimiento uruguaya Federica Folco, comenzó en el subsuelo de la sede al finalizar la puesta en común del tercer día del congreso. Luego de varias horas de pensar y discutir todos los participantes cerramos los ojos e iniciamos una actividad de contacto físico que luego se derramó hacia la calle. Esta ocupación del espacio público constituyó una verdadera zona de tráfico de afectos, un entramado de vínculos, hipersensibles y erotizados.
Durante el último día del Congreso artistas, colectivos y participantes nos reunimos en un gran salón del Centro Cultural Torcuato Tasso y dimos cuerpo al “Comité Cósmico de Crisis”. Por más de tres horas compartieron el espacio cuatro talleres funcionando en simultaneo. Probamos, debatimos, ensayamos formas de mover y de hacer visibles y audibles los cuerpos. El artista Osías Yanov, coordinó el Taller “Corte de Ruta y Pasarela”, para inventar técnicas personales de trasformismo deambulante y desplegarse en el tiempo-espacio de la caminata-caravana. La artista visual y activista, Mariela Scafati, coordinó el Taller de “Cartelismo”, memoria activa de lo compartido durante las jornadas previas del Congreso, traducido en consignas de cartel. La confección de los carteles, con sus frases, sus formas, sus colores, sus materiales, fue también el catalizador de un pensar haciendo en torno al desplazamiento de nuestras palabras, voces y cuerpos en el espacio público. “Canciones del Presente para la marcha del futuro”, taller coordinado por Luci Cavallero y Guillermina Etkin, hizo de las resonancias del trabajo desarrollado en el congreso, letras y melodías de canciones para la manifestación. El Colectivo Foro Danza en Acción, articuló un taller en torno a la generación de prácticas de transferencia y contagio de movimiento, pensando el cuerpo en manifestación.
En esos haceres compartidos en taller, nos constituimos en cuerpo colectivo potente y sensible para salir a las calles. Recorrimos el Barrio de la Boca, uno de los más pobres de la ciudad, en dirección a Puerto Madero, focus del poder económico y símbolo de riqueza y snobismo. Fuimos en caravana con nuestras canciones, nuestros pasos de baile, nuestros “disfraces” y nuestros carteles, conmovidos por el reciente Paro General de Mujeres, del colectivo Ni Una Menos, marchamos con la consigna principal “Sindicato social / Asamblea Bailable”. Avanzamos inventando nuestros modos de ser multitud visible y desobediente en las calles. Llegamos a Puerto Madero y bailamos nuestros pasos de resistencia en terreno privatizado y blanqueado. Contra el silencio del poder, alzamos la voz y fundamos en ese acto, aunque de modo precario y transitorio, otra posibilidad de ordenamiento territorial.
La fiesta de cierre del Congreso, coordinada por Hyedra Club de Baile, se desplegó desde la sede de MU, Centro Cultural que sostiene una cooperativa de periodismo autogestionado, hacia la calle, a unos metros de la plaza del Congreso de la Nación. Esta celebración fue pura potencia: una práctica de desterritorialización y reterritorialización colectiva en movimiento. Allí confluimos personas provenientes de universos y composiciones sociales distintas, con experiencias vitales diversas: artistas, activistas sociales, personas en situación de calle, intelectuales, estudiantes, migrantes, personas travas y trans, etc. Y allí situados nos reconocimos en lo común. Un encuentro que en su estar-siendo y por el tiempo que duró, logró fisurar el dominio espacial del capital; reconfigurar el espacio como escenario de creatividad. La calle, esa zona de combate abierto en donde pueden aparecer nuevas formas de lo social y lo político fue, por unas horas, nuestra.
EL PORVENIR. LOS DEVENIRES
Durante los cuatro días del Congreso, primó un estado de cuidado, comunión y amistad. Escena Política alojó, como una especie de plataforma multiforme, formas diversas de intervención, de asociación, de pensamiento y acción.
Resta un tejido de redes a ampliar, multiplicar, diseminar y fortificar, y la sospecha de que este modo de inventar “comunidades de sentimiento”, de animar  la imaginación política, de rehabilitar los afectos es, en tanto gesto de insubordinación, nuestra poderosa arma política.
¿Cómo hacer de esta experiencia memoria útil e inspiradora y no cristalización de procedimientos, de formas y acciones?
¿Cómo seguir trabajando para que nuestros afectos, nuestros deseos, nuestro tiempo no sean capturados por las promesas capitalistas?.
¿Cómo defender lo común y su potencia de la máquina trituradora y engullidora neoliberal?.
Desafíos y preguntas desde nuestro presente para pensar haciendo.

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4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

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La familia de la joven asesinada en Capilla del Monte volvió a viajar de Buenos Aires a Córdoba para reclamar que se asigne urgentemente un fiscal en la causa y que se investigue su femicidio. Hace 4 años el cuerpo de Cecilia fue encontrado luego de estar 20 días desaparecido; su familia denuncia una trama local que involucra a la última persona que la vio con vida, el ex boxeador Mario Mainardi, jamás investigado, y la complicidad de la justicia de Cruz del Eje, representada por Paula Kelm, que buscó inculpar a un perejil. Gracias a la lucha familiar se logró anular esa línea de investigación, que culminó en un juicio nulo, pero desde entonces no se retomó la instrucción; y pese a que en diciembre se anunció que un nuevo fiscal tomaría la causa, eso no sucedió, y las dilaciones siguen. Crónica de una nueva reunión con promesas y sin hechos, cuando la impunidad se hace cada vez más grande y el reclamo, también: “Verdad y justicia para Cecilia Basaldúa”.

Por Bernardina Rosini

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa ya perdieron la cuenta de las veces que han viajado desde la ciudad de Buenos Aires a Córdoba con el único objetivo de lograr justicia por su hija. Han perdido esa cuenta pero no la cantidad de días que contabiliza la impunidad: 1460, es decir, cuatro años. 

En efecto, hace cuatro años (el 25 de abril de 2020) encontraron el cuerpo de Cecilia Gisela Basaldúa en un codo del Río Calabalumba en Capilla del Monte, luego de veinte días de estar desaparecida. Cuando Daniel y Susana llegaron ayer a los Tribunales en Córdoba Capital, se los ve invadidos por la bronca y el hartazgo. Son cuatro años sin Cecilia y a la par sostienen que las líneas de investigación han sido deliberadamente manipuladas y el material probatorio  de contundencia, ignorado

La última vez que estuvieron parados sobre esa vereda fue el pasado 7 de diciembre, tras reunirse con el Fiscal General Juan Manuel Delgado. Celebraban la noticia: “Tenemos fiscal, vinimos con 3.000 firmas de apoyo pidiendo fiscal y lo tenemos. Es el Nelson Lingua y comienza el 1° de febrero, después de la feria judicial”. Cinco meses después, otra vez viajan 700 kilómetros para golpear la puerta del Palacio de Justicia pues tal designación no sucedió y la causa acumula once meses sin fiscal a cargo de la instrucción.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas
Daniel Basaldúa y Susana Reyes, papá y mamá de Cecilia: viajaron desde Buenos Aires para mantener una reunión y reclamar justicia por su hija.

El baile del fiscal

Mientras los Basaldúa llegaban el 25 de abril nuevamente a Córdoba para pararse frente a Tribunales y exigir justicia, fueron notificados que la Fiscal General Adjunta Bettina Croppi los convocaría a una reunión. 

Antes de ingresar al edificio Daniel comparte la situación actual de la causa “Nos vienen diciendo que no designan fiscal porque falta una firma: me cuesta creerlo. No puedo hacer nada más que venir y reclamar. Hasta ahora la única justicia que logramos fue que no metan preso a un inocente”. 

Hoy le cuesta hablar; tiene un nudo en la garganta y el rostro de su hija estampado sobre el pecho. “Sólo espero que esta investigación vaya tras los verdaderos sospechosos, tras Mario Mainardi, última persona que vio a Cecilia con vida, quien tenía pertenencias de ella y las regaló; la policía y la fiscal Paula Kelm contaban con ésta y más información y nunca lo investigaron. No podemos creer que Mainardi, que dijo trabajar en Uber porque no podía acreditar ingresos, tenga más poder que Diego Concha, quien fue durante décadas Director de Defensa Civil de la provincia y sin embargo hoy está preso”. 

Daniel pasa lista de todos los uniformados que participaron del caso y que hoy se encuentran desplazados, procesados o presos por distintas causas: el común denominador es la violencia de género. 

Mientras las abogadas ingresan junto a los padres de Cecilia a la reunión, afuera les esperan periodistas, agrupaciones feministas, trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos y familiares víctimas de violencia institucional. Repiten el colgado de banderas, los carteles con rostros de otras víctimas, y los cantos que se recitan como mantras: “¡¡Queremos fiscal, queremos fiscal, queremos fiscal!!” y “¡¡Justicia, justicia, justicia!!”.

Al salir, Giselle Videla -una de las abogadas de la familia- comparte lo conversado en la reunión: “Para iniciar nos han pedido disculpas puesto que en noviembre nos dieron la seguridad que tendríamos fiscal apenas finalizada la feria judicial. Como hoy no hay fiscal, y están subrogando fiscales de otros territorios que toman la causa por un plazo corto de tiempo, el avance es mínimo. Nos informaron en relación a esta situación que la designación de Nelson Lingua espera la firma del gobernador, Martín Llaryora. Ahora bien, nos enteramos que será designado como Fiscal reemplazante, y no como Fiscal titular puesto que Lingua no ha rendido el concurso que lo habilita para ese cargo; debe rendirlo ahora y recién en julio- agosto podremos saber si será finalmente el fiscal titular de la causa”. 

Para que se entienda: desde que el tribunal absolviera a Lucas Bustos en julio del 2022 reconociendo su inocencia y su no vinculación al crimen, y ordenara una nueva instrucción para dar con los responsables del femicidio, la causa demoró meses en ser asignada a un fiscal. Luego recaería en el Dr Raymundo Barrera de Cruz del Eje, fiscal que, hábil con el calendario, entre feria judicial y licencias llegó a junio del 2023, mes en el que se jubiló. 

Por la presión de la familia Basaldúa, en diciembre el mismísimo Fiscal General anunció la designación del Lingua el 3 de febrero; eso no sucedió y no hay certeza de que Lingua resulte el fiscal que definitivamente dirigirá la instrucción, puesto que no cumple con los requisitos.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Preguntas sin respuesta

Es mediodía y el cielo se refleja en las ventanas del edificio neoclásico de la calle Caseros; da la impresión que adentro estuviera vacío, que sólo es una fachada. “Hoy, 25 de abril se cumplen cuatro años de la aparición del cuerpo sin vida de Cecilia Gisela Basaldúa” lee Susana de la pantalla de su celular; ella también lleva una remera con el rostro sonriente de su hija. Sigue:

Cuatro años de impunidad y de violencia sistemática por parte del Poder Judicial a quienes pedimos y exigimos justicia por ella. La causa volvió a foja cero en el 2022 luego de pasar por un juicio vergonzoso.

El tiempo pasa y los asesinos de Cecilia siguen libres e impunes. No tenemos fiscal ni respuestas” y continúa “¿Cómo vamos a llegar a la verdad? ¿Qué fue lo que pasó con Cecilia? ¿Por qué tardó tanto en aparecer? ¿Dónde está Mario Mainardi? ¿Por qué la fiscal Paula Kelm ordenó tan rápidamente detener a un joven sin tener pruebas? Todas estas preguntas nos conducen una y otra vez a un círculo cerrado de impunidad entre funcionarios judiciales que se jactan en demostrar un abuso de poder constante”. 

La carta leída en la vereda, casi sobre la calle, concentra todas las preguntas que la investigación del femicidio debiera responder. 

Y la carta también cierra como se espera que cierre la investigación: “Verdad y Justicia para Cecilia Basaldúa”.

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La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Séptima entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa de lavaca Lina Etchesuri.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Ese jueves hacía 38 grados de calor pero parecían 43. El calor quemaba y picaba.

Faltaba el aire, el que había estaba caliente y la humedad pegoteaba.

El día que acompañé a la Ronda haciendo fotos para este proyecto, fui descubriendo imágenes a medida que los pasos y las sillas de ruedas daban vuelta como siempre, hace 2392 jueves.
La ronda siempre me emociona. Mucho. Las miro a las madres y veo proyectada las fotos de sus hijxs en su mirada, hacia delante, repitiendo Presente como un mantra de presencia y resistencia. Lxs veo a ellxs en imagen, mirando de frente en su juventud detenida. Veía a Elia, que ronda en silla de ruedas, con la foto de su hijo Hugo Meidan, desaparecido el 18 de febrero de 1977, hace 47 años, y pensaba si ese día hizo tanto calor, si la luz tenía esta misma inclemencia.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

En las rondas transcurre un tiempo extraño, persistente y atemporal. Las hermanas abrazan las fotos de sus desaparecidxs, gritan sus nombres con contundencia, caminan junto a las madres, junto a nosotrxs.

Transforman el tiempo y la imagen en un futuro posible.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Sobre Lina

Soy Lina Etchesuri. Fotógrafa, editora y docente

Soy parte de la cooperativa Lavaca desde hace más de 12 años donde hago todo lo que me describe y más. Me hace sentir muy orgullosa y feliz.

Estudié con Filiberto Muganini en el Rojas durante los 90s. Hice la carrera de fotógrafa en la Escuela de foto y artes visuales de Avellaneda, durante el 2001 y los años siguientes. 

Me seguí formando en talleres visuales con mi querida Julieta Escardó y muchxs más.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Viajé haciendo fotos durante algunos años: conocí al subcomandante Marcos y le saqué una foto en la que se está riendo. Estuve en Cisjordania, Palestina, durante 3 meses, viviendo retratando la vida bajo la ocupación. 

Junto con algunas personas y amigxs fundamos MAFIA en 2012, un colectivo de fotógrafxs que sigue hasta hoy.

Coordino talleres de foto e imagen.

Soy mamá de Fermin.

Y me encanta hacer todo lo que hago.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

Un abrazo contra la motosierra

Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

Un abrazo contra la motosierra

Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

Un abrazo contra la motosierra

La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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