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Aníbal Quijano: El teórico del Bien Vivir
Este 31 de mayo murió Aníbal Quijano, sociólogo peruano y autor de un texto clave para comprender los desafíos actuales latinoamericanos. Su tesis sobre la colonialidad del poder representa un nuevo punto de partida para analizar política, social y económicamente la globalización y sus efectos en el orden mundial que se inició con la llamada colonización de América. Quijano nos desafiaba así a analizar la crisis actual de ese padrón de poder como una oportunidad para desarmarlo y organizar prácticas sociales transformadoras que no reproduzcan las divisiones de raza, sexo y subjetividades que construyeron las desigualdades que nos sometieron durante siglos. Este artículo de Marco Sipan resume lo central de la tesis decolonial de Quijano. Proponer hoy su lectura es nuestro homenaje para despedirlo.
(Por Marco Sipan, sociólogo peruano) El doctor Aníbal Quijano es un reconocido científico social que ha tenido la capacidad de participar de varios momentos de reflexión y debate sobre temas que involucraron a toda la región y ha construido teorías, conceptos y perspectivas sobre diversas temáticas que son puntos de referencia para nuevas generaciones de investigadores.
El enfoque de Aníbal Quijano es una profunda crítica a la perspectiva epistemológica eurocéntrica. Para él, no es posible comprender la coyuntura latinoamericana sin tener en cuenta el desarrollo del capitalismo mundial. Por ello dice que la globalización en curso es, en primer término, la culminación de un proceso que comenzó con la constitución de América y la del capitalismo colonial/moderno/ eurocentrado como un nuevo patrón de poder mundial. La dominación colonial impuso la idea de raza, como codificación que permitió una racialización del trabajo, con lo cual generó una dimensión de poder mundial.
La idea de raza fue la que clasificó a la población por un lado, los indios, negros, mestizos y por el otro los europeos. A estas identidades se asociaron jerarquías, lugares y roles sociales correspondientes: esto constituyó el patrón de dominación colonial. Es decir, la idea de raza legitimó las relaciones de dominación impuestas por la conquista. Se construyeron subjetividades sobre la naturalidad de seres inferiores y superiores que permitió el desarrollo de prácticas cruentas de parte de los europeos hacia las poblaciones originarias. La idea de raza fue una idea eficaz de dominación y con la expansión mundial de los europeos estructuró el mundo.
Referirnos al patrón de poder moderno/colonial, es hablar de relaciones sociales que articulan cuatro elementos: el control de las relaciones de
1) Trabajo,
2) Género,
3) Autoridad colectiva,
4) Subjetividad/intersubjetividad.
El patrón de poder unifica el conjunto de órdenes constitutivos de una determinada sociedad. Se trata de un sistema complejo donde se ha configurado un universo de relaciones intersubjetivas centrada en la dominación de las poblaciones europeas sobre las no europeas. En ese sentido Quijano señala tres aspectos principales de la violencia simbólica que se impuso:
- La expropiación de sus descubrimientos culturales en beneficio del desarrollo del capitalismo;
- La represión de las formas de producción de conocimientos de los colonizados, sus patrones de producción de sentidos, su universo simbólico, sus patrones de expresión y objetivación de la subjetividad;
- El aprendizaje forzado de la cultura de los dominadores por los dominados.
El patrón del poder
Los colonizadores codificaron como color los rasgos fenotípicos de los colonizados. Los dominantes se llamaron a sí mismos blancos. La idea de raza fue un modo de otorgar legitimidad a las relaciones de dominación impuesta por la conquista. La expansión de colonialismo europeo en el mundo, llevó a la elaboración de la perspectiva eurocéntrica de conocimiento, se elaboró teóricamente la justificación de la idea de raza como naturalización, basada en la superioridad/inferioridad entre dominados y dominantes, siendo esto un instrumento perdurable y eficaz de dominación social universal.
En el proceso de constitución histórica de América, todas las formas de control y de explotación del trabajo y de control de la producción-apropiación-distribución de productos, fueron articuladas alrededor de la relación capital-salario y del mercado mundial. En esta forma de capitalismo se incluyeron la esclavitud, la servidumbre, la renta, la pequeña producción mercantil, la reciprocidad y el salario. Todas estas formas de control del trabajo eran histórica y sociológicamente nuevas. Se configuro así, un nuevo patrón global de control de trabajo, a su vez un elemento fundamental de un nuevo patrón de poder.
A las nuevas identidades históricas producidas sobre la base de la idea de raza se les fueron designadas roles y lugares en la nueva estructura global del control del trabajo. La raza y la división del trabajo quedaron asociadas. Se impuso una sistemática división racial del trabajo. A los indios se les designó la servidumbre, permitiéndole relaciones de reciprocidad en sus comunidades con la intención de reproducir su fuerza de trabajo en tanto siervos. Los negros fueron reducidos a la esclavitud. Los europeos podían acceder a salarios, ser comerciantes, artesanos y agricultores independientes, es decir productores independientes de mercancías, solo los nobles podían participar en los puestos altos y medios de la administración colonial, civil y militar. La distribución racista del trabajo al interior del capitalismo colonia/moderno se mantuvo a lo largo de todo el periodo colonial.
La conquista de América, el control de los minerales y de las mercancías producidas por el trabajo gratuito de indios, negros y mestizos otorgó a los conquistadores una ventaja para el control del tráfico comercial mundial y con ello hizo posible concentrar el control del capital comercial en el mercado mundial.
Se conformaron nuevos procesos de urbanización en las zonas del Atlántico, que tenían conexión al tráfico comercial que procedía de América, estableciéndose una nueva id-entidad: “Europa” y luego “Occidente”, identidad que va asumiendo un papel hegemónico en el mercado mundial.
Trabajo asalariado y raza
En Europa las relaciones de control de trabajo se establecían a través del capital-salario, en el resto de las regiones y poblaciones del mercado mundial, que se establecían colonizadas al dominio europeo se establecían bajo relaciones no salariales. En estas regiones las relaciones salariales estaban establecidas para los blancos.
El control del trabajo en el nuevo patrón de poder mundial se constituyó, así, articulando todas las formas históricas de control del trabajo en torno de la relación capital-trabajo asalariado, y de ese modo bajo el dominio de ésta. En tanto esto el capitalismo mundial fue, desde su origen, colonial/moderno y eurocentrado.
Europa pudo imponer su dominio colonial sobre todas las regiones y poblaciones del planeta, incorporándolas al sistema mundo que así se constituía y a su especifico patrón de poder, eso implicó la re-identificación histórica, dándoles identidades geo-culturales a los otros (no europeos), creando la idea de modernidad como punto de llegada de la historia, la cual representaba Europa (en especial Europa Occidental), con una racionalidad y cultural “supuestamente” desarrolladas, lo cual articuló una hegemonía como forma de control de la subjetividad de la cultura y en especial del conocimiento y de la producción del conocimiento. Los colonizadores expropiaron a las poblaciones colonizadas, reprimieron sus formas de producción de conocimiento, sus patrones de producción de sentidos, su universo simbólico, sus patrones de expresión y de objetivos de la subjetividad.
Los europeos occidentales imaginaban ser la culminación de una trayectoria civilización desde un estado de naturaleza, eso les llevó también a pensarse como los modernos de la humanidad y de la historia, esto es, como lo nuevo y al mismo tiempo lo más avanzado de la especie. En este sentido, el concepto de modernidad es referido de este modo a las ideas de novedad, lo racional-científico, laico, secular, que son las ideas de experiencias normalmente asociadas a ese concepto y que también han sido alcanzadas en distintas épocas y por diferentes culturas, las llamadas altas culturas (China, India, Egipto, Maya, Tawuantinsuyo, entre otras), y no solo exclusiva de los europeos. Sin embargo, quienes defienden la modernidad europea mencionan la idea de libertad y democracia en estos Estados nacionales. Aquí Aníbal Quijano expresa que esta modernidad esta es regida por la colonialidad del poder, el capitalismo y el eurocentrismo, e implica una heterogeneidad histórico-estructural de dominación.
En América se estableció la esclavitud deliberadamente y la organizó como mercancía para producir mercancía para el mercado mundial. Así mismo, la servidumbre fue impuesta sobre los indios, inclusive la redefinición de las instituciones de la reciprocidad, para servir a sus mismos fines y para producir mercancías para el mercado mundial. Igual con la producción de mercancías de manera independiente, esto se expandió al mundo. Todo esto configuró el capitalismo, su patrón de poder y la colonialidad del poder.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad es considerada como una totalidad histórica, en la medida en que está constituida por diversos ordenes de fenómenos imbricados mutuamente, pero no de manera homogénea, sino en forma conflictiva y contradictoria, constituyendo una estructura de poder social.
La decolonialidad del poder
Quijano plantea que el conocimiento de la realidad social solo es accesible, plenamente, desde el interior de una práctica social transformadora. Es decir, quien quiera adquirir un conocimiento pleno de la realidad social, tiene que dedicarse a la práctica social transformadora. Por esta razón surge un tema central: la descolonización del poder, como forma efectiva de democratización de la sociedad. Eso significa devolverle a la gente misma, el control de las instancias básicas de su existencia social: trabajo, sexo, subjetividad y autoridad.
Quijano nos presenta estas ideas al respecto, “para desarrollarse y consolidarse, la Des/Colonialidad del poder implicaría prácticas sociales configuradas por:
- La igualdad social de individuos heterogéneos y diversos, contra la desigualizante clasificación e identificación racial, sexual y social de la población mundial;
- Por consiguiente, las diferencias, ni las identidades, no serían más la fuente o el argumento de la desigualdad social de los individuos;
- c) Las agrupaciones y/o identidades serían el producto de las decisiones libres y autónomas de individuos libres y autónomos;
- La reciprocidad entre grupos y/o individuos socialmente iguales, en la organización del trabajo y en la distribución de los productos;
- La redistribución igualitaria de los recursos y productos, tangibles e intangibles, del mundo, entre la población mundial;
- La tendencia de asociación comunal de la población mundial, en escala local, regional, o globalmente, como el modo de producción y gestión directas de la autoridad colectiva y, en ese preciso sentido, como el más eficaz mecanismo de distribución y redistribución de derechos, obligaciones, responsabilidades, recursos, productos, entre los grupos y sus individuos, en cada ámbito de la existencia social, sexo, trabajo, subjetividad, autoridad colectiva y corresponsabilidad en las relaciones con los demás seres vivos y otras entidades del planeta o del universo entero.
El Bien Vivir.
Realmente interesante la lectura de la obra de Aníbal Quijano, un peruano que ha entrado a la vitrina de los principales teóricos sociales.
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Campaña: Encontremos a las/los nietos de Oesterheld
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Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
Nota
5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
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