CABA
Trans andina: Claudia Rodríguez, activista chilena
Referente del movimiento trans latinoamericano, escribió sobre su infancia, el HIV, la militancia trans y la vida sexual. Viajó a Argentina y cuenta su visión sobre feminismo sin resentimiento, el arte, y por qué hay que politizar el amor. POR MARÍA DEL CARMEN VARELA
«Las travestis somos iguales que las mapuches del campo, igual que las mujeres antiguas que aprendieron de las abuelas cómo se hace el pan”, empieza Claudia Rodríguez en su libro Cuerpos para odiar, editado en Chile y replicado por editoriales under argentinas. “Nosotras aprendemos hablando con las viejas a pensar lo que tiene que ver con el cuerpo, sobre el deseo, que es lo mismo que aprender a ver. Ver por ejemplo que en el campo, las lechugas también tienen deseo, deseo del sol y lo persiguen hasta que logran que las bese. Las travestis somos igual que las mapuches: no necesitábamos ni leer, ni saber escribir para entender el mundo”.
Sin embargo, Claudia Rodriguez escribe y relata en su libro fragmentos de su infancia en un pueblito chileno de casitas precarias, tardes de novelas mexicanas, pies embarrados y juegos con hermanas y amigas. “Descosidas, manchadas, arrugadas, descalzas, paliduchas, rojizas, ojudas o achinadas, desnutridas, todas éramos salvajes, niñas sobrevivientes del frío. ¿Cómo me iba a imaginar que yo no era linda?”.
En su libro Claudia narra la pena profunda que viviò cuando le cortaron los cabellos porque tenía que ir al colegio, la preocupación de su madre (“aprendé a leer y escribir y no seas como yo, analfabeta”), su deseo de ser una niñita, las burlas de los demás. “Nací donde nadie me quiere”, resume, y utiliza su biografía como disparador de preguntas inquietantes sobre el pecado, el miedo, el castigo, la inyección de aceite espeso, la ingesta de hormonas, la elección de un nuevo nombre, la operación de cambio de sexo, la prostitución. “A ti te queda bien un perfume dulce, los tacos más altos y un poco de silicona en las tetas”, cuenta que le sugiere un cliente. Y agrega en chileno puro: “Y terminai convertía en algo que jamás te imaginaste”.
Miss sida
Claudia se autoproclamó Miss Sida 2007. No hubo concurso: “Soy la travesti que asume públicamente toda la vergüenza de la epidemia”, asegura. Fotos de cuerpos de travestis asesinadas ilustran la tapa de Cuerpos para odiar: “He sido tan odiada que tengo razones para escribir. Nunca fui una esperanza para nadie. Junto las letras y escribo mediocremente sobre este vacío. Escribo porque no he sido la única. Con mis amigas travestis hemos sido rechazadas porque el cuerpo es sagrado y con él no se juega. Por eso escribo, por todas las travestis que no alcanzaron a saber que estaban vivas, por la culpa y la vergüenza de no ser cuerpos para ser amados y murieron jóvenes antes de ser felices. Murieron sin haber escrito ni una carta de amor”.
Durante diez años Claudia trabajó en Fonosida, una línea de información sobre VIH. Se trataba de conversaciones confidenciales para hablar de salud y dar información para que las personas pudieran tomar sus propias decisiones. “Esa experiencia me marcó porque hubo llamadas que hablaban de que había hombres que tenían prácticas sexuales con travestis pero no se reconocían de otra forma que no fuera la heterosexual, negaban que podía haber hombres que gustaran y amaran a personas travestis”, cuenta a MU. “En lo personal, reflexioné y dije: puedo ser amada. Antes de eso yo pensaba que iba a ser excepcional vivir una relación de pareja. Uso esa información a mi favor; ya nadie me puede decir que en algún momento de mi vida no voy a poder ser amada, por lo tanto con el tiempo me doy cuenta de que no faltan hombres que me puedan amar. Esa verdad, eso que nos ha sido tan negado, existe. Y yo empiezo a hablar de eso, que con toda mi monstruosidad, haber transformado mi cuerpo, haberle puesto silicona, que hace que mi cuerpo sea una máquina, un cuerpo peor, que sale de la norma, tengo derecho a existir. Hablar de estos temas da la posibilidad de que mi comunidad tenga la opción de escuchar y se pueda reconciliar consigo misma. Hablar de monstruosidad, de pobreza, hablar de manera desvergonzada, es siempre liberador”.
Susurros
Claudia creció en tiempos de dictadura militar, tiempos en los que había que llegar a casa temprano porque regía el toque de queda. Cuenta que su padre salía de trabajar y muchas veces encontraba cuerpos baleados en su camino. “Crecí con el susurro del miedo. Soy tan respetuosa porque estoy llena de miedo”, dice ahora. Su madre se trasladó a Santiago en busca de una vida mejor, pero su familia tuvo que vivir mendigando. “Nuestras vidas no valían un peso: teníamos que dejar de ser lo que la tradición decía para construirnos en obreros obedientes, en soldados, sin ninguna posibilidad de tener autonomía. En ese juego yo percibo que fui una infancia que no tenía proyecto. La mirada del mundo no reconocía que una existencia tan marginal pudiera sobrevivir y llegar a ser una persona universitaria, una activista, una filósofa. No daban un peso ni por las mujeres antes de mi madre, ni por mi madre ni por mí”.
Pese a todo Claudia llegó a la universidad y mientras cursaba el Diplomado en Género se topó con algunas autoras feministas. Eso le dio herramientas para poder hurgar en su propia historia familiar, hacer reflexiones críticas e indagar en los datos de los recuerdos de su propia biografía: casi no encontraba datos de sus antecesoras.
Ahora con su libro, Dora, su madre, le preguntó: “¿Para qué escribes sobre mí?”.
Claudia le respondió que lo hace para que el mundo sepa que ella existió.
La madre aún vive en Santiago: “Me está esperando”.
Trans en el consultorio
Con dos décadas de activismo, Claudia sostiene la bandera de la lucha identitaria y menciona otras luchas a las que se suma la comunidad chilena de travestis, transgéneros y transexuales: la mapuche, la educación pública, un sueldo digno, la salud, los sin techo. Critica que el neoliberalismo les ha dado a esas poblaciones un solo derecho: el de consumir, sin mejorar sus condiciones de vida. Y objeta que para la academia siguen siendo objeto de estudio pero no les dan espacio: “Me he llevado de diferentes formas con la academia: al principio la escupía. Luego cuando hice el Diplomado vi que era un espacio que había que ocupar. En este momento hay ciertas observaciones que se le pueden hacer al feminismo académico: que le falta práctica, que habla desde afuera y que necesitamos que el feminismo reconozca sus prácticas, se reconcilie con ellas y que la ética sea la práctica y la práctica sea la ética”.
Claudia cuestiona que las académicas tampoco les reconocen su fuerza laboral y les reprochan que las travestis no van al consultorio a hacerse los exámenes. Por qué: “Cuando una va a los consultorios ve que en los afiches hay presencia de las formas de ser mujer: embarazo, dar de mamar. En esos afiches no se dice nada de nosotras. Siento que no tengo cabida para hablar de mis prácticas no reproductivas. No hay una salud dirigida a las personas travestis, transgénero y transexuales donde el tema no sea la reproducción, sino qué es el placer. Tampoco otras situaciones que vivimos como la salud mental, la drogadicción, el VIH, enfermedades de transmisión sexual, siliconas, hormonización y las respuestas a una salud integral trans. El servicio de salud no esta dispuesto a hablar de otros temas que no sean la reproducción. Eso nos agrede, nos mantiene en la marginalidad. En Chile estamos fragmentadas, muy divididas, no se ha podido instalar esta lucha de cómo mejorar nuestra situación económica. La mirada es esa, la posibilidad de poder trabajar tranquilas, para algunas en el trabajo sexual y para otras en la explotación sexual, es un camino que me interesa que se impregne en el activismo chileno. Tenemos que hacer alianzas con el activismo trans y travesti argentino porque podemos aprender mucho”.
El orgasmo
La entrevista se vuelve al revés: Claudia propone hablar del deseo y el placer del cuerpo travesti, transgénero, transexual. “De eso no se habla. Hace poco estaba conversando sobre la sexualidad de las compañeras que nos operamos y descubrimos que no hay organizaciones de operadas, que no hablamos de nuestro deseo, de nuestro placer, del post operatorio; nos operamos y cada una por su lado. Podría ser importante hablar de nuestro primer orgasmo: para mí fue descubrir algo porque en realidad se produjo con tanto dolor, y yo no sabía que ese dolor era puro placer”.
Hablemos entonces, del orgasmo: “Mi primer orgasmo fue cuando estaba durmiendo. Estaba teniendo un sueño erótico y de repente empiezo a sentir cosas entre mis piernas que no había sentido nunca, que no las identificaba. Vino un ardor, sentí como si hubieran pasado una Gillette por mi entrepierna y de repente hubo una explosión que me hizo sentir maravillosa, una sensación que nunca había sentido. Hablando con mis compañeras, del equipo de Fonosida, todas profesionales feministas, me dijeron: Claudia, fue tu primer orgasmo. Entonces pensé en cuántas compañeras operadas se negaron a sentir ese dolor que en el fondo no era dolor: era placer. Nadie nos dijo que iba a ser así la primera vez, por lo tanto no es tema de conversación. Tuve otras experiencias sexuales donde no hubo penetración y sin embargo ocurrieron orgasmos. Se sobrevalora la penetración y se habla poco de lo que pasa en el cerebro. Cuando tienes oportunidad de reflexionar, de conocerte, de hablar, de salir del miedo, tu cerebro es capaz de llevarte a experiencias de placer incluso sin penetración. Me daba cuenta que de repente juega tanto la salud sexual en el orgasmo, en el placer, en la satisfacción, en el contacto con la vida, y que podría entonces llevar esta conversación a liberar a un montón de compañeras que nos operamos renunciando a las consecuencias que podría tener y que nos lanzamos a la operación sin ningún conocimiento porque nunca nadie nos habló de esto. Esto no lo saben psicólogos y psiquiatras: lo sabemos nosotras”.
Riqueza pura
En su estadía en Buenos Aires, Claudia participó del ciclo Cotorras, un espacio de ecuentro artístico trans y travesti en MU Trinchera Boutique, en el último encuentro del 2018. Allí leyó sus poemas, dialogó con la artista trans Susy Shock, que oficiaba de presentadora, y con Naty Menstrual, también artista trans, que participó como público. “Me puse un poco nerviosa con las preguntas de la Susy. Fue maravilloso que la Naty haya estado ahí, fue muy significativo para mí que haya ido a verme porque no nos conocíamos. Fue muy bonito”.
Claudia reflexiona acerca de la posibilidad que le brindaron esos días de tomar contacto con el activismo local: conocer el Bachillerato Popular Mocha Celis, ver el archivo de la Memoria Trans, escuchar sobre el proyecto de ley “Reconocer es reparar”, que busca un reconocimiento económico a las mujeres trans y travestis de más de 40 años que fueron víctimas de violencia institucional en las últimas décadas. “Hay una tendencia histórica de instalarnos solamente en lo víctimas que somos para el sistema. Dado que he escuchado a mis compañeras argentinas que proponen que Reconocer es reparar y el cupo laboral para travestis y trans, he sentido que para allá va donde yo tengo que hacer mi activismo, politizarlo en ese sentido, porque si no, no va a poder ocurrir una movilidad social para nosotras las travestis”. Durante la entrevista, las activistas trans Violeta Alegre y Marlene Wayar escuchan con atención a Claudia. “Lo que nosotras vemos en vos es riqueza pura”, dice Violeta. “No te puedo creer”, se sorprende Claudia. “Estamos pensando y produciendo más o menos por los mismos lados, en diferentes lugares del mundo, sin habernos conocido y esto hace que el encuentro sea un reconocimiento casi inmediato”, suma Marlene. Claudia: “Si, estamos juntas, unidas. Nos pasa lo mismo”.
Feminismo sin venganza
Lo que plantea Claudia resuena más allá de lo trans para cualquiera que la escuche. Está hablando de política, de romper el cascarón y lo binario, de asumir la vida y la libertad, de romper el estereotipo. Su nueva creación es una obra de teatro llamada Vienen por mí que combina stand up, performance y danza butoh. En un escenario en el que las trans y travestis son asesinadas a cielo abierto, “advierto que vienen por mí, y por eso mismo pueden venir por cualquiera de nosotras”. ¿Qué hacer? “El feminismo nos permite hablar de la esperanza”, dirá. ¿Una propuesta? “Politizar el amor”.
El rencor y la venganza son territorios recorridos y reivindicados en la obra de Claudia. Dedicó energía, palabras y gestos a describirlos y abrazarlos. “Decía: yo soy tan resentida que quiero venganza ahora. Pero trabajando este otro activismo feminista más reflexivo, estamos más preocupadas por lo que ha hecho el activismo en nuestro cuerpo, en nuestra salud, en nuestra vida, y la enunciación de la venganza es poco feminista, es más bien patriarcal. Y hacer esta reflexión de política y amor es mucho más feminista. A mis cincuenta años, con más de veinte años de activismo, he pasado por situaciones de salud que han puesto en riesgo el activismo y mi vida. Es mejor proponer el abrazarse, el encontrarse, el reconocerse, como prácticas de una política. Tiene que ver con mi edad: yo en este momento quiero tranquilidad, aprecio más los espacios sin violencia, donde se pueda conversar, en donde yo con la diversidad de activismos travestis que hay en Chile, no tenga que confrontar sino que pueda darme la posibilidad de construir”.
Claudia trabaja hoy en Fondo Alquimia, organización feminista que moviliza recursos para organizaciones lésbicas y trans. “Para mí significó tener una estabilidad económica: soy una travesti muy privilegiada. En la primera presidencia de Sebastián Piñera me despidieron, trabajaba en atención telefónica, y como tenía unos fanzines los empecé a vender en la calle. Ahí se me dio la posibilidad de que muchos me conocieran por vender mis cosas en el suelo”.
Cree que allí se inició una red que se sigue tejiendo siempre: “Y que tuvo que ver con que una estaba siendo una voz nueva”.
CABA
El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.
Por María del Carmen Varela
El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.
La propuesta reza:
El Teatro está Abierto: ENTRÁ.
La historia no se repite igual, pero rima.
El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.
La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.
Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».
El texto poético que acompaña el mitín:
Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada
Ayer fue incendio, hoy es apagón
Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito
Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva
Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital
En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.
Entrá porque es urgente
Entrá porque es ahora.
El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.
Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)
[email protected]
Instagram: @festivalentra
CABA
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.
Por Francisco Pandolfi
Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra).
La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.
La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.
Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra.
Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran:
• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.
• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.
• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.
• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.
• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.
• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.
Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:
• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.
• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.
• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.
La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.
¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?
Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.
¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?
Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.
¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?
Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.



La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.
Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.
Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.
Actualidad
Marcha de jubilados: balas y bolitas

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.
Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.
Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.
Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.
Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla.
- “Vacas gordas, jubilados flacos”.

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.
Números y un café
Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.
Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.
De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.
Abus en la calle
Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.
En la marcha hubo muchos carteles al respecto:
- No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
- Ni veto ni represión: fuera el FMI
- No al veto a las leyes en jubilaciones
- No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei).
Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”.

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.
Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.
Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”.

Jubilado hablándole a la pared.
Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”.
Vallas a donde vayas
El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.
Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”.

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.
Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.
La violencia y las bolitas
Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando.

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar).
La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

¿Qué escudan los escudos?
Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”.
Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.
Sin embargo, la gente no se fue.
La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió.
“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.
Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.
De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.
Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:
–Juguemos a las bolitas.
Todos se rieron, por el absurdo de la situación.
De nuevo, frente al horror, la creatividad social.
Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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