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Despídase usted mismo: los “Recursos Humanos” para ampliar la desocupación

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Desde Roma el encargado de Recursos Humanos de la Agencia Italiana ANSA comunicó a los trabajadores de Buenos Aires que despedirán al 50 por ciento del staff. La propuesta: la decisión de a quién despedir y a quién no la deben tomar los propios periodistas en el plazo de un mes. El contexto: el achicamiento de la empresa, y la mudanza de Buenos Aires a San Pablo para bajar costos y flexibilizar las condiciones de trabajo. Otra escena desde el fin del periodismo entre los despidos en La Nación, Atlántida y la situación de C5N.
 
A la redactora de la Agencia Italiana de Noticias (Ansa Latina), Alicia Rinaldi, le llamó la atención que les comunicaran que el lunes 11 de febrero iban a tener una videoconferencia con las autoridades de la empresa desde Roma para hablar sobre la “reestructuración” del servicio y la sede. Rinaldi tenía un mal presentimiento. “Nunca había pasado eso”, relata a lavaca. Ese lunes llegó con muchos compañeros aún de vacaciones.
Pero la videoconferencia se transformó en un llamado telefónico desde Italia. De un lado, el responsable de Recursos Humanos de la empresa, Massimo Blasi.
Del otro, trabajadores y trabajadoras a la espera de un anuncio.
Sin poder verse las caras.
Rinaldi: “Nos dijeron que dadas las circunstancias económicas, con un 20 por ciento menos de aporte del Estado italiano a la agencia, se determinaba que había que hacer una reducción en la redacción. Que era muy lamentable. Y que sabían que hace 10 años éramos 37 y hoy somos 17”.
La conexión con la voz italiana era pésima. “No se entendía nada”, dice.  Un ex directivo de la agencia, ya jubilado, Franco Baselli, fue el traductor.
Los trabajadores preguntaron a Blasi en qué consistía esa reducción. “Dijo que eran la salida inapelable de dos técnicos y un telefonista, los únicos despidos como tales que hasta hoy tienen nombre apellido. Porque lo que también nos dijeron es que en la redacción, que somos 12, tienen que irse 6”, reconstruye Rinaldi.
El detalle: “Y dijeron que somos nosotros quienes tenemos que resolver quién se va y quién no”. Así, la suerte de una agencia internacional que desde 1952 tiene su cabecera para toda la región en Buenos Aires, entró en una especie de Gran Hermano periodístico.
El periodismo molesta
Ezequiel Fernández Moores es tal vez el mejor periodista especializado en deportes del país. En 2019 está cumpliendo 30 años en la agencia. Ha sido columnista en múltiples medios locales e internacionales, incluyendo a The New York Times, y recibió dos premios Konex.
Despídase usted mismo: los “Recursos Humanos” para ampliar la desocupación
De izquierda a derecha: Ezequiel Fernández Moores, Fernando Lorenzo, Alejandro Curotto, Alicia Rinaldi y María Zacco.(Fotos Martina Perosa)
Cuenta Ezequiel a lavaca: “Se juntan distintas cosas. Por un lado la crisis de la industria periodística, sumada a la crisis específica de las agencias de noticias. DPA cerró sus servicios latinoamericanos (en 2018, 17 despidos), cerraron Dyn y Notimex, Telam tiene problemas. Hay complicaciones desde el punto de vista de la aparición de la web y de cómo se adaptan las agencias a este mundo nuevo”.
“Pero por otro lado este mundo nuevo implica también esto precarizar, echar. No les importa el periodismo sino el negocio. Es más. El periodismo le molesta a los nuevos dueños de los medios. Y no podemos escapar al contexto de este mundo que va dejando tendales de laburantes en el camino. Argentina no es la excepción a una regla de una repartija cada vez más desigual de la torta”.
La bondad y lo perverso
Fernández Moores explica su sensación con respecto a la propuesta de que los propios trabajadores decidan quién se va y quién se queda: “Fue una cosa bien italiana. Una pretensión de bondad, con la que te dicen ‘no queremos decidir nosotros’. Pero en esa pretensión de bondad hay una perversión. Y en realidad es el tute cabrero”, dice en referencia al juego de naipes que enfrenta a todos los que juegan.
“En el grupo se admite que hay una realidad compleja, y estamos viendo cómo resolverla. Es mucho más complejo que hablar de victorias y derrotas. Tenemos una larga tradición de lucha en esta redacción de ANSA que ha incluido tomas de la empresa, conflictos largos. Es una historia de la que siempre nos hemos sentidos muy orgullosos. Y la idea es estar a la altura de esa situación sabiendo que es un momento muy difícil”.
¿Quién paga la crisis argentina?
El subeditor de Deportes de Ansa, Fernando Lorenzo, tuvo que adelantar sus vacaciones cuando sus compañeros lo alertaron de la situación. “Fue una cuestión cínica para desligar a las autoridades”, resume a lavaca Lorenzo, que ingresó a ANSA en 1985 en expedición y luego fue jefe del turno noche en el servicio general. Hoy también es secretario gremial de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA). “Estas amenazas son realmente difíciles de explicar. ANSA es una agencia italiana y los salarios se pagan en pesos: el cambio está más que favorable para ellos. Pero este escenario contribuyó a plantear un achicamiento que redunde en menores costos. Las razones son meramente económicas”.
Lorenzo subraya que la agencia no puede alegar crisis por razones de funcionamiento periodístico, ni redes sociales, ni por los nuevos consumos de información. “Hoy el contexto nacional es bastante fatal. Y muchas empresas están apelando a Procedimientos Preventivos de Crisis”. Tal es el caso de los despidos en Atlántida, como reflejó lavaca (https://www.lavaca.org/notas/atlantida-los-despedidos-por-un-directorio-invisible/).
La situación también se agrava con el cierre de la planta gráfica de La Nación (74 familias en la calle), el embargo de la cuenta sueldo de los trabajadores de C5N (https://www.lavaca.org/notas/la-afip-antes-que-los-trabajadores-el-argumento-para-bloquear-los-sueldos-de-c5n/) y los retiros voluntarios en Clarín, Página/12, Telefé y Canal 9, entre otros.
María Zacco, redactora, 52 años, 19 en la agencia: “La empresa llamó a esta propuesta retiros voluntarios, pero decir que son ‘retiros’ es una maniobra. Acá discutimos preservar las fuentes de trabajo. ¿Cuál es el proyecto o el servicio que vamos a prestar sin la mitad de la gente?”.
Pasaje a Brasil
“Nosotros habíamos tenido un conflicto en 2001”, recuerda Lorenzo. “La opción era sacarnos el convenio colectivo para llevarnos a un contrato individual. Era un contexto económico similar a este pero logramos impedirlo. Desde entonces, la agencia se achicó muchísimo: éramos 70, hoy somos 17. Se cerraron muchas corresponsalías en toda América Latina, se cayeron convenios. Hubo recortes de todo tipo. En la región prácticamente ya desapareció por esas causas”.
Otro dato: “Esta medida la vemos atada a una estrategia de trasladar la cabecera de Buenos Aires a San Pablo”. ¿El motivo?: “Sólo por una cuestión de costos y de mayor precariedad laboral”.
¿Cómo impactó el anuncio entre los propios compañeros y compañeras? “Nos generó una situación interna que no quebró nuestro frente. Acá nadie va a echar a nadie, eso dalo por seguro. Mantuvimos la posición histórica en estas situaciones de pelear cada puesto de trabajo”.
En un punto no existió siquiera pretensión de bondad: “Quieren eliminar a dos técnicos y al telefonista”. Para continuar el absurdo: “Lo que planteaban era que uno de los dos técnicos quedase como tercerizado para seguir manteniendo el sistema. Pero todo les jugó en contra: generó unidad entre nosotros”.
La bomba atómica
¿Cómo se puede trabajar en ese contexto? María Zacco: “Cuesta mucho concentrarse. Acá tenemos que traducir cables que llegan. Los italianos escriben de otra manera, sin cabeza noticiosa, hay que cambiar el estilo, chequear datos, buscar la foto. Lleva mucho trabajo”.
Alejandro Curotto, jefe del turno noche, 60 años, 36 en ANSA: “No es fácil. Esto fue como una bomba atómica: nunca vi algo así en toda mi carrera. Entré en 1982, otra época: buenos salarios y hasta teníamos una indexación por costo de vida, que equivalía casi el doble del sueldo durante hiperinflación. Luego, a fines de los ´90, ya empezó a menguar”.
¿Qué opinan las autoridades locales de este escenario? Lxs trabajadorxs se miran. “No tenemos autoridades acá. Al director lo prejubilaron el 31 de diciembre de 2017. Y no mandaron a nadie nuevo. ¿Ves esa oficina que está ahí? Es la del director de la agencia”.
Miro.
Está vacía.
La imagen actual
Las autoridades dieron, en teoría, el plazo de un mes para que decidan.
La fecha límite sería el 11 de marzo.
Lorenzo: “Nadie garantiza ningún resultado, pero tenemos que dar la pelea nosotros a pesar de la precariedad del contexto. Estamos en asamblea permanente desde entonces porque es una situación muy complicada, con gente aún de vacaciones. Además, la estructura actual es bastante endeble para lo que se necesita una agencia internacional. Por ahora no presentó un Procedimiento Preventivo de Crisis, que en general viene con un achicamiento brutal de personal y un cambio en las condiciones de trabajo. Pero no nos confiamos”.
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Los trabajadores están a la espera de una convocatoria de la Secretaría de Trabajo, y destacan la solidaridad de muchos profesionales de prensa, todos atravesados por situaciones muy similares. “Hoy se habla de ANSA, pero mañana va a ser otro. Y más allá de todo, la definición se da dentro de cada empresa, por eso hay que pelear también adentro”.
Algunas de las imágenes que a Lorenzo se le vinieron a la cabeza después de 34 años de trabajo fueron las noches de guardia donde había compañeros que se peleaban por las computadoras y las sillas, siempre escasas.
-¿Y qué pasa hoy?
-Hoy sobran máquinas y falta  gente. Es la imagen de lo que se ha convertido el periodismo argentino hoy.
 
 
 
 

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

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Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

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Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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