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El sentimiento de la calle: los jubilados se movilizaron contra el veto de Milei

Miles de personas acompañaron a los grupos autoconvocados de jubiladas y jubilados que se concentran en Congreso todos los miércoles a las 15:30. Esta vez, con la motivación del veto presidencial al magro aumento que sancionó el Congreso, decidieron movilizarse a Plaza de Mayo. Encontronazos con la policía, que reprimió con palazos y gases, en otro absurdo intento de aplicar protocolos ante gente agredida institucionalmente e indefensa. Los testimonios de manifestantes que aseguran estar siendo víctimas de un “genocidio silencioso”. La columna avanzó por Avenida de Mayo hasta la Casa Rosada a puro canto, con bocinazos de apoyo y gritos de aliento: el camino que marcaron hoy.
Por Franco Ciancaglini
En el Congreso
Todos los miércoles, jubiladas y jubilados marchan.
La cita es sobre la Avenida Rivadavia a la altura del Congreso a las 15:30. El horario de las Madres.
Hoy hay más personas y banderas que ningún otro miércoles. Alienta la convocatoria el anuncio presidencial de que se vetará el leve aumento en las jubilaciones que había promulgado el Congreso. Una forma de patear en el piso a un sector ya vapuleado desde el inicio de la Era Milei: se calcula que alrededor de 34% de lo que se “ahorró” el gobierno para paliar el déficit fiscal fue manoteado del fondo de jubilados.
“Siempre fuimos la variable de ajuste” define Jorge, en una evidencia que asume el propio actual Presidente al justificar el veto con la idea de lograr o no tocar el déficit fiscal, como si no existiesen otras cajas. Jorge calcula que, de mantenerse la propuesta del Congreso, él iba a ganar 26 mil pesos más, en el mejor de los casos. ¿Y qué representa ese aumento? “Una miseria de ley, y encima lo va a vetar. Es una violencia institucional”.
¿Por qué se la agarraron con ustedes? “Porque somos el sector más débil, los que menos estamos en condiciones de protestar. Como no trabajamos en la producción no podemos hacer huelga y, además, coincide con la mentalidad de Milei del sálvese quien pueda, de la ley del más fuerte”.
Paradójicamente, las y los jubilados son de los pocos sectores que ejercen la protesta, cada vez con más fuerza. Todos los miércoles marchan.

Foto: Juan Valeiro para lavaca
Expensas y promesas
Otro de ellos, Rubén, dice que está re caliente; su apodo de el Tano le calza a la perfección con la bronca que respira hoy. Una bronca que no dirige solo contra el gobierno de Milei sino también contra el edificio legislativo que tiene a sus espaldas: “Están arreglando todo con los diputados, la va a vetar y la votan otra vez pero con menos porcentaje, vas a ver”.
El Tano no cree en lo del déficit fiscal: “Es verso, contá cuánta guita entra de IVA, de exportaciones, de Ingresos Brutos: ahí está el grueso. Los exportadores no ponen toda la guita que tienen, y se la agarran con nosotros”. El por qué, también, lo tiene claro: “Para pagar la deuda. Al gobierno lo único que le interesa es quedar bien con los de afuera”.
Estela, 80 años, de Caballito, vino sola y por primera vez a esta marcha de miércoles. Agrega una dimensión a lo que dice el Tano: “Gobiernan para el poder económico”. Cobra alrededor de 400 mil pesos. “Desde enero nunca más me alcanzó para llegar a fin de mes”. ¿En qué la gasta? “En alimentos. Y mi hijo me ayuda a pagar las expensas”. Estela vive en un dos ambientes que compró junto a su marido, ya fallecido, en los 70. “No compro más medicamentos. Por eso ando así, porque me duelen las piernas”, dice señalando con sus ojos al bastón que la sostiene.

Foto: Juan Valeiro para lavaca
¿No le cree al gobierno cuando dice que más adelante finalmente, todo mejorará? “No, no. Es un verso. Ya nos lo hicieron otros”.
Hay varios diagnósticos de la realidad que en esta manifestación toman la forma de recuerdos, o mejor dicho, de pesadillas recurrentes. Las y los jubilados se encargan en sus testimonios de urdir esa trama circular que representa la historia de nuestro país. Otra metáfora puede ser la de esta mujer sosteniendo un andador dado vuelta hacia arriba, con un cartel pegado que dice: “No al Veto. Arriba lxs jubiladxs”. Las y los camarógrafos le sacan fotos, pero ella llora. “Ya pasamos tantas…” murmura.
La hora de los gases
Le pregunto si quiere hablar. Acepta: “Tengo 66 años. En el 73 prohibieron el partido donde yo empezaba a militar. Después ingresé a una universidad, en marzo del 76. Cuando empezaron las clases, dos meses después, estaban todos los murales tapados. A la mitad del año echaron a todos los profesores que yo más quería. Recuperamos la democracia, pasamos 2001, y cuando asumió Macri nos la pasamos en la calle. Y ahora ¡otra vez!” dice tapándose los ojos, desde donde le vuelven a brotar las lágrimas.
“Nosotros no podemos esperar mucho, no podemos esperar 30 años, no puedo esperar más, no puedo esperar más”, repite. Deja de contar su historia no solo porque llegó hasta hoy (y hasta un límite) sino porque la multitud a su lado se empieza a agitar. Qué pasa: la Policía Federal se encapricha con encosertar a los miles de manifestantes arriba de una vereda de 4 metros de ancho. Otra muestra del intento de aplicar un protocolo absurdo en el cual la propia policía termina cortando el tránsito y generando empujones que derivan en hechos violentos, como el que vivió Tabaré, 57 años: lo acaban de gasear en la cara.
Dice a lavaca con los ojos –también– llorosos: “Siempre buscan una excusa, uno agarra, nos golpea, y ahí se nos vienen todos encima. De una forma impresionante, no miden nada. Ahí obviamente la gente explotó y se cortó el tránsito. Los policías se pusieron peor. Empezaron a pegar a diestra y siniestra. No contestos con eso, nos tiran gases. Todos los que estábamos ahí estamos gaseados. Pegaban con los palos y los escudos, te empujaban. Yo soy más joven, pero hay gente de 70, 80 años, y no midieron nada”.
La movilización es larga y ocupa toda una cuadra; si hay represión, es porque hay lucha; por eso, mientras de un lado hay palos, en la otra punta la movilización se decide no entrar en el juego y gambetear a los empujones a la Policía, en dirección a Plaza de Mayo:
Y van.
Entre el cielo y los infiernos
Las distintas banderas empiezan a organizarse detrás de este grupo de jubiladas y jubilados autoconvocados que comienza a marchar; las hay de todos los partidos de izquierda, de algunos sindicatos (también de izquierda, como el SUTNA o el de Aceiteros, pero también La Bancaria) y muchas asambleas vecinales de distintos barrios de capital y el conurbano.
Allí está Tito, que vino desde Laferrere con una bandera de su asamblea, aunque dice haber perdido a sus compañeros. Arranca sin vueltas: “El gobierno nos está reventando. Prácticamente los jubilados no tenemos los medios como para poder subir sobrevivir. Yo, después de haber trabajado más de 30 años, estoy cobrando la mínima”.
¿Cuánto? “Casi 200 000 pesos”.
¿Qué hacés con eso? “Me alcanza 15 días, decí que tengo familia, me están ayudando mis hijos, pero también ellos tienen su familia: también está complicada para todos”.
Más cuentas con mucho déficit: “A un vecino mío le vinieron 120.000 pesos de luz. ¿Cómo hace para pagar? Pasa lo mismo con el gas, pasa lo mismo con el agua, el transporte, y el servicio es malísimo”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca
Adriana y Vilma van por la vereda del brazo. Adriana lleva una pechera naranja con la leyenda del “Plenario de trabajadores jubilados”. Es una organización ligada a partidos de izquierda que todos los miércoles se concentra en Congreso. “Y nos movilizamos en todas las marchas, no solo en las de jubilados”, aclara ella.
Juntas cuentan sus historias, turnándose para hablar y superponiéndose algunas veces.
¿Cómo se les degradó la vida desde la asunción de este gobierno? “Es desde hace rato, no solo este gobierno. Nunca tuvieron en cuenta los jubilados, pero este fue peor: nos hundió del todo, ya no damos más. Entre los que tenemos que estar pagando los servicios, los remedios que antes muchos los teníamos gratis, ¿qué nos queda para vivir?”.
¿Qué queda? “Mis hijas alquilan, cuando pueden vienen y me ayudan, pero tampoco es su culpa, yo trabajé 32 años, ¿para qué? ¿Para depender de mis hijas? Es una vergüenza para nosotros eso”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca
Vilma ríe irónicamente: “Antes era al revés, les dábamos nosotros. Pero ahora ellos no pueden hacer frente a tanto: estamos todos en la misma”. Los jubilados, peor: “Porque es más fácil meter la mano en el fondo de garantía, no es dinero que manejamos nosotros: si los jubilados manejáramos eso, la cosa sería diferente”.
Los abuelos de la nada
¿Qué les parece la fórmula que votó el Congreso? Vilma: “No es nada, no era nada pero por lo menos eso es nuestro, es nuestro, ¿entendés? Aunque sean dos pesos, son nuestros y los vamos a pelear: esa plata la hicimos aportando”.
¿Ven algo de esperanza u optimismo ante todo este panorama? Adriana: “Siempre hay que tener esperanza”. ¿En qué? “De allá arriba ya va a venir el castigo de todo” asegura en señal a (otras) fuerzas del cielo. Vilma en cambio tiene modos más terrenales: una bronca con cada vez menos límites. ¿Contra quién? “¡Hay muchos candidatos!” dice y, ahora sí, estallan las dos en una carcajada, empezando a pisar la Plaza de Mayo.
Juan Manuel (legado que le dejó su madre en honor a Rosas) es una de las estrellas de la movilización, ya que lleva un cartel con un poema que dice:
Milei, paparulo
Metete el veto en el culo.

Foto: Franco Ciancaglini para lavaca
Hace ya varias manifestaciones que trae textos originales escritos en carteles para llamar la atención. Cuando hablamos de varias, son varias: lavaca lo ha fotografiado en tiempos macristas, y desde diciembre en todas las manifestaciones de la era Milei. A la anterior manifestación, por ejemplo, llevó 5 carteles con distintas consignas: “Una más humorística, otra más revolucionaria, otra más seria, y voy viendo cuál llama más la atención”. Algunas veces también viene los días de semana, solo, a Plaza de Mayo. La semana pasada trajo un cartel que decía: “Mejor ser zurdo que absurdo”. Confiesa que los oficinistas no se rieron ni un poco, a diferencia de las sonrisas que generó el de hoy.
En tiempos de redes sociales, este hombre que dice no saber prender una computadora es tal vez quien mejor comprende cómo mover el algoritmo con los pies: sus fotos en manifestaciones tienen miles y miles de likes. “La bandera, el bombo, esas son cosas viejas, no le movés la aguja a nadie ya con eso”, plantea él, que esta vez volvió a mover la aguja de varios fotógrafos y fotógrafas que lo eligieron como blanco por su breve poema.
Cuenta este autor contemporáneo: “Bueno, saqué el baúl de los recuerdos palabra “paparulo”, porque esta es una manifestación de jubilados, y además para demostrar que no somos unos maleducados como él”.
Según la RAE, “paparulo” es un adjetivo coloquial que remite a alguien torpe, ignorante o ingenuo. “Si tengo que poner lo que en realidad corresponde, me meten preso –sigue– otra que los dos que están hace 70 días presos”, dice en referencia a los casos de Roberto de la Cruz Gómez y de Daniela Calarco, cuya liberación se selló horas después de esta movilización (https://twitter.com/Lavacatuitera/status/1828888596100866456).
¿Cómo hacer para mantener la poesía y cierto humor ante semejante niveles de violencia, económica, simbólica y de todo tipo? Juan Manuel no pierde la calma: “A mí me hicieron un reportaje a los 10 días de comenzado el gobierno y yo dije que (a Milei) había que colgarlo en la Plaza de Mayo”. Dice que avisó temprano, pero que no le dieron bola, siempre jodiendo, aunque algunos usuarios de la red social X se lo hayan tomado en serio: “Un tipo subió el video ese diciendo que había que meterme preso por terrorista, diciendo que cómo no hay ningún fiscal que actúe de oficio” cuenta como explicando su paso de la literalidad a la metáfora, siempre desde el humor, en medio de un clima caldeado.
Ahora prefiere hablar a través de sus carteles, que se reproducen más que las amenazas de trolls pagos de las redes: “Para ellos la realidad son las redes, y la vieron bien porque la verdad que sí, sin propaganda ni nada ganaron”. Asegura sin embargo que “detrás de Milei, Lemoine y todos esos cuatro de copas, hay gente muy pesada”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca
Lo sabe porque los conoce de cerca: Juan Manuel tiene un hermano que se llama Jorge Rafael, en honor a Videla, que es candidato por La Libertad Avanza en un municipio de la provincia de Córdoba. “No hablo con él desde 2015, ni para Navidad”, cuenta mientras agradece a la vida que le haya tocado en la repartija de nombres el del caudillo federal.
¿Ve algún grado de salida, optimismo o esperanza ante tanto paparulo? “No. Los únicos que están poniendo lo que hay que poner son los jubilados, no me jodas”, termina y repite: “Todo eso con el bombo y la marchita, no sirve para nada, eso quedó en el siglo 20, no va más: hay que ser más creativos”, repite antes de que lo interrumpa un pedido de selfie.
Jorge tiene una bandera más seria y roja que dice “Jubilados Insurgentes”. Es parte de este grupo (https://lavaca.org/mu191/jubilados-as-insurgentes-viejos-meados/ ) que sostiene las marchas de todos los miércoles, los semaforazos alrededor del Congreso, y organiza movilizaciones como ésta, en articulación con partidos, sindicatos y otras organizaciones de jubiladas y jubilados. Analiza: “El tema central es que tenemos el gran freno de la CGT que, como los dirigentes son empresarios, no están defendiendo los intereses de los trabajadores. Esa es la mayor traba que hay ahora. Si no, estaría toda la gente en la calle hace rato”.
Le pregunto a Jorge cuál es la capacidad de aguante, según la teoría presidencial de que si la gente se estuviera muriendo de hambre, se moriría realmente. Jorge aclara que eso es exactamente lo que sucede: “En realidad ya existe el genocidio silencioso. Muchos jubilados se han muerto por falta de medicamento, por falta de nutrición, pero esas estadísticas no aparecen como muerte violenta: son silenciosas. Milei ha instrumentado el genocidio silencioso, de acuerdo a su ideología, que es el de sálvese quien pueda y que sobreviva el más fuerte; lo ha dicho explícitamente e implícitamente muchas veces”.
Le pido que grafique cómo funciona esa ley para ellos, los jubilados, acaso los más desprotegidos de la selva: “Hay dos niveles, el índice de indigencia y el índice de pobreza. Bajo el índice de pobreza hay aproximadamente, 4 millones y medio a 5 millones de jubilados; bajo el índice de indigencia, ya hay un millón de jubilados”.
¿A cuál pertenece? “Y yo estoy en el límite, cobro la mínima entre la indigencia y la pobreza, o sea tengo que hacer algún trabajito extra, algo para poder comer simplemente. El tema es que, además, aunque nos aumenten, las tarifas suben por el ascensor, mientras nosotros subimos por las escaleras. Y las tarifas están haciendo ese genocidio silencioso, de no poder usar electricidad, de no poder usar el gas, de no poder comer bien, haciendo que la calidad de vida se vaya deteriorando de una manera absolutamente impresionante”.
¿Qué ve hacia adelante? Todo mal: “Que los próximos 6 meses van a ser terribles, incluso peores de los que vinieron, si es que no hacemos algo”. Todos los miércoles, jubilados y jubiladas marchan.
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38º Encuentro Plurinacional: primer día, dos milagros

Por Claudia Acuña
Fotos: Line Bankel
(Enviadas especiales a Corrientes)
En tierra guaraní el estadio que lleva el nombre de un emblema del chamamé –Cocomarola– está repleto de personas y emociones. Desde el escenario las mujeres que conforman la comisión organizadora de este 38º Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Intrersex y No Binaries sostienen la foto de Loan, el niño desaparecido hace ya un larguísimo año y medio, mientras leen el documento que prepararon para recibir a las más de 15 mil mujeres y disidencias que esta mañana desafían el sol correntino. Hablan de femicidios sin justicia – como el de la periodista Griselda Blanco, asesinada en mayo de 2023 en Curuzú Cuatiå– , hablan de los miércoles de golpes policiales a las y los jubilados, hablan de la precarización laboral, del empobrecimiento de más de la mitad de la población de esta provincia, del incumplimiento del acceso al derecho al aborto y a la educación sexual, entre otros temas de la larguísima lista de padecimientos que justifican la necesidad de pensar comunitariamente cómo enfrentarlos. “Que la lucha deba darse en soledad”, dirán, y le advertirán al Presidente: toda opresión genera rebeldía. Para eso estamos aquí hoy: para organizarla. “A más odio, más amor feminista”, sintetizan.

Bajar línea, subir movimiento
La ceremonia inaugural fue iniciada con un rito ancestral para invocar las condiciones necesarias para lograr que el encuentro sea fecundo: agradecer para abrir.
Lo que se abrió, también, fue la grieta.
Por un lado, que podríamos llamar arriba, surgió la intención de predicar el propósito del Encuentro.
Por el otro, que llamaremos al lado, drenó la necesidad de escucharse.

Uno interfirió en el otro y no necesariamente a veces sucede el viceversa, aunque en este caso ya se verá cómo se produjeron varios milagros.
Las pasiones tristes – Spinoza dixit– organizadas en partidos políticos signa el debate sobre el destino del próximo Encuentro, que se votará el lunes: CABA o Córdoba son las ciudades candidatas a la disputa.
El primer milagro correntino: tras 38 oportunidades perdidas hará su debut en la tradicional arena feminista Cristina Kirchner, a través de un audio que se convoca a escuchar este domingo a las 12, en la Plaza Arazaty. “Habla ella”, rezan los volantes que se repartieron profusamente durante la ceremonia de apertura. Desde el wing izquierdo el azote fue en cada taller y con el objetivo de imponer “un plan de lucha”.

Lo sintetiza así la diputada Romina del Pla, del Frente de Izquierda: “Nosotras venimos a dar una batalla importante, porque está claro que las mujeres y las diversidades somos las principales víctimas del ajuste de Milei y de los gobernadores. Así que aquí hay que dar un gran debate sobre la necesidad de un gran plan de lucha contra la reforma laboral, por la defensa del derecho al aborto y contra este borrador de ley educativa que pretende restaurar la enseñanza religiosa, haciéndonos retroceder a inicios del siglo 19 y la reforma laboral que ya se comprometieron a apoyar varios gobernadores a través de diputados que, en realidad, entraron al Congreso a través de listas que decían que había que enfrentar a Milei. El debate que estamos dando en los talleres es para armar un plan de lucha con asambleas de base en los sindicatos que realmente enfrente a este gobierno”.

En la vereda, resguardadas bajo paraguas rojos, media docena de integrantes de Ammar –la organización de trabajadoras sexuales– comparten sus expectativas sobre lo que vendrá. Georgina Orellano, una de sus referentes, las explica así:
“Aparte de encontrarnos, que ya es mucho, esto nos sirve para poner en común nuestras distintas realidades que todas vivimos en un contexto de mucha precariedad. Nos ayuda a comprender si las compañeras que viven en diferentes provincias sufren la conflictividad social de manera parecida a la que soportamos nosotras en las zonas de trabajo sexual o en los barrios populares donde vivimos. Pero en estos momentos, además, a nosotras nos parece que los feminismos tenemos que poder recuperar el debate político lejos de consignas que ya no representan, centrándonos verdaderamente en la raíz de nuestros problemas, que tienen que ver con economías que están totalmente urgidas por el hambre y por la necesidad imperiosa de hacer plata como se pueda para sostenerse. El feminismo tiene que poner ahí no solamente el ojo y la oreja, sino el corazón y el cuerpo, para tenderle una mano a esas compañeras y para que así vuelvan a sentir que el feminismo es una salida para todas”.

–¿Y cuál sería esa salida?
–Las salidas las vamos a construir a partir de reconocer que hay prácticas dentro de la política institucional partidaria, inclusive dentro del feminismo, que ya no podemos repetir más. Hay que poner más creatividad, hay que poner más el cuerpo, hay que dejar de hablarnos a nosotras mismas y entender que el modelo de la derecha que nos gobierna es el de la limpieza: tiene que ver con una higienización. Entonces hay cuerpos y vidas que son descartables, hay cuerpos que no merecen transitar en el espacio público y contra ellas van con todo: con el Derecho Penal y con el acorralamiento por parte de la fuerza de seguridad. Creo que si no entendemos ese punto de que hay vidas que para este gobierno son descartables y esas vidas son las de las pobres, vamos a seguir contando muertas y sin encontrar la salida.

El segundo milagro
Por la tarde el ring se encarnó en el Parque Camba Cuá, donde diferentes ofertas partidarias realizaron asambleas para exponer sus ideas.
El segundo milagro correntino: las arengas tuvieron que apurar su final ante el avance de quienes se colocaron al lado de las travestis y trans en la marcha que, finalmente, logró mover a todas hasta construir una marea de casi quince cuadras que recorrió la costanera a esa hora en la que el horizonte se tiñe de rojo para enmarcar el color león del Paraná. Mientras por una calle paralela avanzaba otra columna convocada para agitar los verdes pañuelos del aborto legal.




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38º Encuentro Plurinacional: así comienza todo

Crónica del viaje a Corrientes al Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Intrersex y No Binaries. Los temas de conversación entre docentes sobre lo que ven en las escuelas: la dependencia del celular, el consumo, la aceleración. La motosierra aplicada a la educación. Y los temas del Encuentro: las violencias, el cuidado, la organización, junto a un río que grita auxilio.
Por Claudia Acuña
Fotos Line Bankel
Enviadas especiales a Corrientes
Colectivo hasta el tren, diez estaciones, dos subtes, otro colectivo y cinco cuadras a las corridas, todo bajo la lluvia torrencial y en una noche sin luna, hasta llegar a un lugar desconocido donde tampoco te conoce nadie. Así empieza el Encuentro para Marisa, impulsada desde Monte Grande hasta Caballito por una convicción que solo activa esta ceremonia: lo de lo amigable.
María es economista, acaba de cursar una maestría en cuidados, también vino sola y tampoco conoce a ninguna de las treinta y pico de mujeres de todas las edades que se asociaron para esta colecta que permitió alquilar el micro que nos llevara a Corrientes Capital, cita del 38º Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Intrersex y No Binaries.
Son casi 14 horas de viaje, porque hay tormenta, mucha niebla y porque el apuro no es por llegar, fue por venir. Ahora que ya están -ya estamos- juntas, de lo que se trata es de hacer lo que venimos a hacer: compartir.
Lo que circula es el mate, pero lo que domina el intercambio es algo todavía más difícil y escaso: la escucha.
La maestra de primer grado de una escuela del barrio de Once dirá que lo que la tiene muy preocupada es la dependencia del celular y la alteraciones que esta adicción genera en chicos y chicas muy chicos, muy chicas, que cada día tienen menos acceso al consumo, y más necesidad de consumir.
Piensa en voz alta: este ha sido el mayor fracaso político de mi generación.

Cordobesas en murga: para algunas es el primer Encuentro del que participan. Fotos: Line Bankel /lavaca.org
Ella, que todavía no llegó a los 35, que nació en la Villa Itatí de Quilmes, que tuvo la posibilidad de elegir otro destino que el de su madre -fregadora de mugre ajena por horas- no ha sabido o no ha podido transmitirles a sus alumnos ni a sus vecinos que tener cosas o dinero para adquirirlas no es lo que te hace ni feliz ni importante, ni libre ni nada, pero eso es lo que sin duda y sin respiro desean todos y cada uno, desde los que tienen 6 años hasta los que a los 12 ya abandonan la escuela para pegar el salto hacia lo único que anhelan: conseguirla, como sea.
Una colega -docente del lejano oeste- pregunta si nota que los chicos están demasiado acelerados, alterados, con un ritmo físico mucho más intenso que lo habitual.
Varias confirman.
Consulto: ¿alguien las preparó para enfrentar situaciones de menores intoxicados por el consumo de sus madres amamantadoras?
Nadie.
Cuentan luego que en Capital ya empezaron a sufrir un plan piloto para que en las escuelas secundarias la prioridad se ancle en tres materias: lengua, matemática e inglés. Que ya comenzaron a desplazar docentes de otras áreas, o a no reemplazar esas vacantes cuando se generan, lo que ha significado una pérdida de -mínimo- el 10% de los puestos de trabajo en los colegios afectados por ese plan.
Así, sin pausa, avanzan, dirá otra.
La cuarta completa: “Ayer en Parque Rivadavia organizamos un festival para denunciar todo esto y éramos menos que los docentes afectados”.
La quinta apunta a la cuestión que marca a fuego a este encuentro: “Seguimos sin poder generar reacción”.
No hay militantes de partidos políticos en este micro, pero sí mujeres que hacen política sindical, barrial, académica y ambiental. La mayoría ya ha participado de otros encuentros y por eso están particularmente atentas de “las nuevas”: saben que hay un antes y un después y esa diferencia la marca el durante. Y ese durante ahora mismo son ellas, las que preguntan y escuchan, las que hablan y miran a los ojos, las que rompen la impotencia con carcajadas.

Dos amigas recién llegadas desde Jujuy: el décimo Encuentro al cual asisten. Fotos: Line Bankel /lavaca.org
Una quiere saber el detalle de los talleres que comenzarán el sábado y seguirán en loop y en simultáneo hasta el domingo. Otra lee desde el celular en voz alta los ejes temáticos que plantea la oferta de esos talleres:
Activismos y organización
Tierras y territorios
Cuidados
Salud
Trabajo y desocupación
Violencias
Trata
Coyuntura geopolítica
Religiosidades.
La tercera completa:
-De coger, ni hablar, ¿no?
La erótica del encuentro es esa risa, como lo será la carcajada masiva que representa históricamente la marcha de cierre y también cada momento compartido al lado de ese río que grita auxilio porque vale más que el oro y, como nosotras y como todo, está ahora mismo en peligro.
Algo que se llama feminismo debería escucharlo. Y honrarlo.
Ya veremos: esto recién comenzó.

El río Paraná, segundo más largo de Sudamérica. Por allí pasa la Hidrovía cuya licitación enfrenta a Macri con Milei. Fotos: Line Bankel /lavaca.org
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Marcha de jubilados más allá de Trump, Milei, el FMI y Bullrich

La todavía ministra Patricia Bullrich había planteado durante la mañana: “Recordatorio para los que su ‘trabajo es provocar la crisis de este Gobierno’. ¿Quieren marchar contra Trump, Milei, el FMI y una modernización que ni conocen?”. La “modernización” parece ser conocida como reciclado de medidas contra la sociedad. Trump, Milei y el FMI también son bastante conocidos. La marcha de jubilados se realizó pese a todo. Y llegó a Plaza de Mayo. La charla de una mujer con Jorge Taiana, la indagatoria al policía acusado de tirar al piso a la jubilada Beatriz Blanco, y un llamado a la inteligencia.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos lavaca.org, Juan Valeiro y Line Berkel.
A Dolores le dicen Doly, y tiene un cartelito colgado con un piolín negro, que por lo casero llama la atención. Parece un imán, que a uno la lleva a hablar con ella. “Luche como un jubilado”, se lee a distancia.

Doly en Congreso: «Todos los días mando mensajes: Caputo, ¿dónde está el oro?» Foto Juan Valeriro /lavaca.org
Al acercarse, Doly cuenta que viene de Lanús, tiene 71 años, viene todos los miércoles y que se entretiene por X cada vez que el Ministerio de Economía hace una publicación: “Le pregunto: ‘¿Caputo, dónde está el oro?’. Así todos los días”, ríe y al instante se pone seria cuando explica que la lucha de los jubilados “debería ser un ejemplo”, pero que cada vez se sienten más solos. Dice que no hay un solo motivo, sino muchos porqués.
- “Porque meten miedo pegándonos todos los miércoles”.
- “Porque la sociedad no se moviliza en conjunto, sino por separado”.
- “Porque los sindicatos tendrían que despegarse de la CGT que ya sabemos no hará nada”.
- “Porque tendría que formarse una nueva CGT, como alguna vez sucedió”.

Foto Juan Valeriro /lavaca.org
En la concentración de jubiladas y jubilados de este miércoles estuvo unos minutos Jorge Taiana, diputado recientemente electo por la provincia de Buenos Aires, por Fuerza Patria. Dolores le cuenta a lavaca: “Yo soy peronista, pero hablando con él me liberé”. El diálogo:
–¿Dónde están, Jorge? ¿Por qué no vienen a acompañarnos?
–A partir del 10 de diciembre voy a asumir en el Congreso y como legislador voy a tratar de…
–Jorge, el 10 de diciembre vamos a estar todos muertos. Los jubilados venimos todos los miércoles acá, y no hay uno que dé la cara.

La movilización llegó a Plaza de Mayo. Foto: lavaca.org
Doly señala las vallas que dividen la avenida Entre Ríos y la plaza. “¿Sabés para qué son?”, pregunta en voz alta: “Para que quienes están en el Congreso no nos vean, para no escuchar lo que tenemos para decir”. Y ella dice: “Me jubilé en 2014 cobrando casi un 80% de la jubilación. Y en los últimos años, con Macri, con Alberto, con Milei, perdí casi la mitad del poder adquisitivo. Es un desastre. A mí me ayudan mis dos hijos y más o menos la pechugueo, pero sabés lo que es no poder comprarle un regalo a tu nieto. Antes lo hacía, y hace ya un montón de tiempo que no puedo, es muy triste”.
Por eso, Doly marcha.

La imagen de la revista MU de la referente de la Soberanía Alimentaria Miryam Gorban (fallecida el 22/10) también acompañó las marchas. La sonrisa y el cuchillo de cocina entre los dientes. Foto: lavaca.org
“No soy yo”
Este martes declaró Pablo Alexis Aldama, oficial ayudante de la Policía Federal Argentina, acusado por la agresión a la jubilada Beatriz Blanco en la represión desatada el pasado 12 de marzo –el mismo día que hirieron gravemente al fotógrafo Pablo Grillo y Jonathan Navarro perdió la visión de un ojo. Beatriz cayó de nuca a la vereda, golpe que le provocó lesiones en la cabeza. El policía, que desde enero cumple funciones en el Batallón II de Infantería, presentó un escrito de 55 páginas ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal 1, a cargo de María Servini, en el que pidió su sobreseimiento.
Aldama acusa a la jubilada de 82 años de pegarle “desde atrás con un palo similar a un bastón” y romperle su casco de policía. Además, dice que él no fue quien empujó a Beatriz sino su superior, el Oficial Inspector Céspedez, aunque “accidentalmente”.

Beatriz Blanco, 81 años, la mujer golpeada por la policía el 12 de marzo. «Se cae hacia atrás sobre la vereda, aunque infiero que ello pudo responder a la propia inercia de la señora teniéndose en cuenta su avanzada edad». Según Bullrich Beatriz es una patotera (?). Según el policía acusado, se cayó sola. Foto: Line Berkel /lavaca.org
Así lo declara: “No soy yo, Pablo Aldama, quien tiene contacto con la Sra. Blanco al momento del hecho, la que por cuestiones que desconozco, se cae hacia atrás sobre la vereda, aunque infiero que ello pudo responder a la propia inercia de la señora teniéndose en cuenta su avanzada edad”.
El efectivo reconoció haber usado gas pimienta “una sola vez para persuadirla de dejar de agredir al personal policial”. Y refuta a la propia Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), que en su informe afirma que uno de los efectivos extendió su brazo contra Beatriz y, a partir de ese impacto, cayó al piso.
Sin embargo, es miércoles, y Beatriz marcha.

Foto: lavaca.org
3. La inteligencia es seguir
A las 10.55 de la mañana la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, escribió en la curiosamente llamada “red social” X”: “Recordatorio para los que su ‘trabajo es provocar la crisis de este Gobierno’. ¿Quieren marchar contra Trump, Milei, el FMI y una modernización que ni conocen? Perfecto, respeten el protocolo, sobre la vereda y sin violencia”. El posteo tenía la referencia de un video suyo anterior donde decía, en tono amenazante: “Entiéndase por Protocolo Antipiquete: las manifestaciones, sobre la vereda. No se corta la calle”.

Micaela, fotógrafa agredidas de la semana pasada. Los puntos, hematomas y golpes. Foto: Line Berkel /lavaca.org
Menos de siete horas después, pasadas las 17, la calle no sólo estaba cortada sino que era la pasarela principal, liberada por la Policía de la Ciudad, por donde la marcha de jubilados y jubiladas avanzaba como hacía semanas no sucedía. Por allí camina, cámara en mano, Micaela, la fotoperiodista que recibió un palazo en el ojo en la represión de la semana pasada. Fue un oficial de la misma fuerza que ahora despeja las calles la que la dejó con el ojo izquierdo morado, un pequeño derrame, un punto debajo de su ceja y un malestar en todo ese lado de la cara –del cachete hasta la pera–, con una presión sobre las cervicales que le dan ganas de vomitar.

Foto Juan Valeriro /lavaca.org
Al lado está Emiliano, su compañero, que tiene a su madre todavía convaleciente: Nora, de 70 años, fue empujada en la misma represión, y estuvo unos minutos inconsciente en el suelo, congelando la respiración de quienes la rodeaban. “Todavía siente un hormigueo en el brazo izquierdo –cuenta su hijo–. Le cuesta cortar la comida, la tienen que ayudar”.
Hoy Nora no vino. Pero cientos, miles, sí, que marchan después de una radio abierta larga, y llegan hasta Plaza de Mayo sin inconvenientes, donde habrá otro acto más. Algunos se preguntan de la eficacia de los miércoles, pero entre tanta pregunta dubitativa, Silvia López, 69 años, trae un silbato que no deja de soplar y dos latas de atún que no deja de golpear. Vino de Ensenada, provincia de Buenos Aires, a 59 kilómetros de esta Plaza a la que asiste cada semana con su bastón porque tiene mal la pierna de toda una vida como peluquera y comerciante. Cobra la mínima que no le alcanza para mucho, como la garrafa que pagó ayer a 18.000 pesos. La cosa está dura pero, dice Silvia, hay que reafirmar la inteligencia.
–¿Cómo?
–Hay que seguir. Seguir viniendo. Para que te escuchen. Porque mientras la gente siga viniendo acá, ellos saben que el problema continúa.
Silvia sigue.
Y también, como Doly y Beatriz, y tantos otros y otras cada miércoles, marcha.

Un clásico: la sonrisa de Juan José, y su momento de baile de cada miércoles, sobre su silla de ruedas. Foto Juan Valeriro /lavaca.org

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