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24 de marzo: Walsh-Milei, las bananas y la miseria planificada

¿Qué punto de contacto podría establecerse entre Javier Milei y Rodolfo Walsh un 24 de marzo? A 48 años del golpe de 1976.
Texto: Sergio Ciancaglini
¿Qué punto de contacto podría establecerse entre Javier Milei y Rodolfo Walsh un 24 de marzo?
Tal vez haya que plantearse antes una pregunta: ¿Para qué se dio el golpe de Estado de 1976?
Las propias juntas militares reconocieron que la guerrilla estaba prácticamente vencida al momento del golpe, como se comprobó en el Juicio a los ex comandantes de 1985. Las intenciones fueron otras, entre las que se pueden contar:
- Desbancar a un gobierno que se caía solo, entre la violencia interna, los efectos del Rodrigazo de 1975 (por Celestino Rodrigo, ministro pionero en las prácticas neoliberales), y su propia ineptitud para resolver los desquicios de la etapa esoterista que había comandado José López Rega bajo la mirada empática de Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera, entre otros.
- Tomar el poder liquidando todo signo de oposición a través de un plan ilegal y clandestino de asesinatos, secuestros, fusilamientos, torturas de todo tipo, violaciones, cuerpos arrojados al mar, fosas comunes masivas, robos a las víctimas, secuestros de bebés… Curiosidad: teniendo la suma del poder, los militares no aplicaron juicios sumarios ni pena de muerte. Simplemente rompieron el Estado de Derecho, y mataron. Ocultaron aquello de lo que hoy siguen enorgulleciéndose ellos y su pobre ejército de clones intelectuales. Lo ocultaron para evitar cuestionamientos internacionales, y porque no había “guerra sucia”, sino crímenes de trabajadores, familiares de desaparecidos, monjas y sacerdotes, docentes, diplomáticos, abogados, gremialistas, empresarios, periodistas y una cantidad inconcebible de etcéteras. ¿Cómo podrían fusilar a esas personas inocentes (como todos lo somos, hasta que se demuestra lo contrario)?
El bien y el mal
Pero la pregunta sigue pendiente. ¿Para qué se dio el golpe del 76?
La descripción de lo que estaba ocurriendo y sus causas se produjo un año después, y se conoció bastante más tarde. El 24 de marzo de 1977 Rodolfo Walsh fechó su Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar. Al día siguiente, intentando distribuir copias mecanografiadas, él mismo resultó secuestrado y desaparecido por los grupos de tareas.
En su Carta Abierta Walsh –tan alabado, tan repudiado y tan poco leído-, describe los crímenes de delegados sindicales, familiares de guerrilleros, opositores no armados y simples sospechosos, como la doctrina de “cuenta-cadáveres” de las SS nazis. Explica la información falsa difundida por los militares sobre enfrenamientos para justificar asesinatos, masacres secretas, cuerpos mutilados y hasta empalados aparecidos en las costas uruguayas. Recuerda, también, la frase de uno de los jefes del régimen: «La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal».
Atrocidad mayor
Luego la Carta plantea una ruptura asombrosa.
“Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.
Lo que hoy se reconoce como genocidio no era para Walsh el mayor crimen, sino la explicación de esa “atrocidad mayor”: el plan económico de la dictadura. La miseria planificada.
Enumera entonces la caída del salario real en un año del 40%, la baja en la participación de los trabajadores en el ingreso nacional, la incapacidad del salario para llegar a pagar la canasta familiar, las subas de precios, el crecimiento de la desocupación con el horizonte de expandirla cada vez más, la caída en el consumo de alimentos (40%), ropa (50%), la casi desaparición de consumos médicos en las capas populares, la reducción del presupuesto en salud pública, las “racionalizaciones”, la contaminación de ríos por la actividad de las industrias que sustentaban al régimen, el descenso del producto bruto, la deuda externa multiplicada, la inflación del 400% anual, la atrofia de todas las funciones creadoras y protectoras del Estado.
Señala la aplicación de las recetas del FMI, la política que favorece a las viejas y nuevas oligarquías especuladoras y a los monopolios internacionales, la economía “donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora”. Aclara: “Son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el ‘festín de los corruptos’”. Agrega el proceso de desnacionalización y desindustrialización.
Se trata en todo caso del inventario de una mentalidad económica que se aplicó varias veces desde aquel 1976 y tuvo distintos finales.
El casino
- Con los militares y José Alfredo Martínez de Hoz, derivó en la llamada “plata dulce” y “patria financiera”, con el incremento de la deuda externa en un 2.000%, modelo especulativo que empobreció a la sociedad a tal punto que los militares llevaron al país casi a una guerra con Chile por el Beagle (1979), y luego a Malvinas (1982), como intento alucinado de perpetuarse en el poder.
- Con Carlos Menem en los 90 se produjo la privatización y extranjerización de empresas estatales (las joyas de la abuela), la apertura irracional al llamado modelo extractivo (megaminería, agroindustria, etc.), se logró la ilusión de estabilidad durante cuatro años que terminó con los niveles más altos de desocupación en el país, la continuidad del modelo de convertibilidad con Cavallo en el gobierno de De la Rúa, y la demoledora crisis de 2001.
- Mauricio Macri no logró deshacer todo lo que se proponía, pero le endilgó al país la mayor deuda externa contraída de un plumazo en su historia, de la que no queda absolutamente nada, utilizada para favorecer todo el sistema financiero de fuga de capitales que aún tiene hipotecado y atado al país a los dictados del FMI. Uno de sus ministros fue Luis Caputo, exponente aggiornado de la especulación financiera que en los 90 se llamó “Capitalismo de casino”.
Desplomes
Se sabe, más o menos, lo que está haciendo Javier Milei aunque no todavía en qué terminará todo.
- Apenas asumió, en diciembre de 2023, se produjo la mayor “derrota” mensual de los sueldos frente a la inflación de los últimos 20 años. Sólo en ese mes, se produjo un derrumbe del poder adquisitivo del 13,2% para el promedio de los trabajadores, según cálculos de Idesa. “Los claros derrotados son los asalariados informales que perdieron más de 30 puntos de poder adquisitivo”, señala el informe.
- El consumo muestra una caída superior al 25%, lo que puso en jaque a pymes y comercios.
- La recesión en el sector productivo se observa en todos los sectores. En enero (último dato disponible) la producción industrial cayó 12,4%, mientras que la construcción se desplomó más de 20%
- La caída en términos reales del gasto en obra pública fue del 75,6%. En programas sociales; 59,6%; en transferencias a las provincias; 53,3%, en jubilaciones y pensiones; 32,5%.
- La Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA) estimó que el sector perdió más de 80.000 puestos de trabajo desde diciembre pasado. Estiman que “continuarán bajando dado que no se han revertido ninguna de las causas que motivan la caída”.
- Otros indicadores son el desplome en febrero del despacho de cemento (24% interanual), la producción de autos (18,2%), del índice Construya (25,6%), de ventas minoristas (25,5%) y del patentamiento de autos (18,7%).
- La caída del PBI en 2024 podría alcanzar el 4,9%. Conviene tomar estos números no como algo definitivo, sino apenas como el comienzo de una tendencia.
El déficit
Hasta el FMI le ha pedido al gobierno que contemple los efectos sociales “para evitar que el peso del ajuste caiga desproporcionadamente sobre las familias pobres y trabajadoras”. El argumento es tan obvio que asombra que tenga que ser dicho.
Los tiempos actuales reiteran una típica dinámica Hood Robin: despojar a los pobres con el argumento del “déficit fiscal” para beneficiar la riqueza cada vez más concentrada de las corporaciones económicas. El déficit es social.
El desastre argentino forma parte de una tendencia mundial, recientemente puesta en números que revelan que no existe un problema de crecimiento sino de desigualdad: cada vez más riqueza, repartida entre menos milmillonarios y empresas. https://www.oxfam.org/es/informes/desigualdad-sa
Algunos teóricos lo llaman distribución regresiva del ingreso, otros como David Harvey lo definen como “acumulación por desposesión” (no se crea riqueza, sino que se capturan y se extraen bienes sociales, bienes comunes, recursos naturales y trabajo ajeno).
Bananas
Esa expansión neoliberal –hoy en su supuesta variante (a)narco-capitalista– busca cumplir el proyecto planteado por Milei: volver al país del siglo 19, desigual, sin derechos sociales, basado en la venta de sus productos primarios.
En el siglo 20 apareció otro término para definir a esas naciones pobres o en vías de desarrollo: países bananeros. La máxima expresión actual es el Ecuador –congelado y empobrecido con la dolarización– exportando bananas. Su presidente, para evitar metáforas, es el referente de una corporación bananera. En Argentina no son bananas: son los cultivos transgénicos (que contaminan el ambiente y arruinan suelos que eran de los mejores del mundo), metales, minerales, petróleo, gas, litio… Manuel Belgrano decía hace más de 200 años: “No exporten cueros, exporten zapatos” (por la generación de empleo y valor agregado que eso genera). Los neoliberales operan en sentido inverso.
El empobrecimiento y ataque al tejido social tiene una connotación ideológica, pero tal vez sobre todo cultural. Suele describirse el resentimiento social como una cuestión que afecta a sectores desfavorecidos frente a los poderosos. Algo parecido ocurre con la palabra envidia: desear que otros tengan menos para disfrutar privilegios.
La envidia al revés
Me ha tocado muchas veces hacer periodismo con sectores de los más castigados de la sociedad. En general no vi resentimiento ni envidia de parte de esas personas y comunidades hacia los que más tienen. Puede haber excepciones minoritarias, que dejo para otro momento. Pero la mayor parte de esas personas buscan vivir de un modo tranquilo, digno, trabajando, intentan lograr formas de ascenso social pensando en sus descendientes, un ascenso que está en la genética de un país que fue de los más dinámicos, igualitarios e integrados del continente, hasta que pasó lo que describía Walsh tras el golpe de 1976. No es una cuestión de nostalgia ni de idealizar un pasado que tuvo también mucho de oscuro, sino de la capacidad que ha perdido la política para analizar datos de la realidad práctica y cotidiana.
He visto en cambio dosis complicadas y sorprendentes de racismo, discriminación y desprecio hacia los pobres en sectores con la vida más o menos encaminada. Un resentimiento contra el ascenso social de los demás (“indios”, “negros”, y toda la secuela de insultos que acompañan estas definiciones, a las que se agregan obviamente mujeres, homosexuales, personas con discapacidad, judíos y “zurdos” según con quien se hable). Hace mucho una señora llamada Marga me lo dijo así: “Es como si hubiera una envidia, no dejarte hacer las cosas, no dejarte crecer, que te quedes estancado en lo que estás o peor. Nunca mejor”. Todo esto es tan viejo que hasta Aristóteles (en Retórica) planteaba que la envidia no pretende bienes, sino ver destruidos los del envidiado. Hoy la envidia política, económica y cultural busca destruir el potencial de los demás.
El límite
Esas políticas de la envidia al revés funcionan ya no soterrada o culposamente, sino como meta explícita de gobierno: un vértigo de destrucción que tiene todo el aspecto de ser un fin en sí mismo, hasta que se demuestre lo contrario.
Veníamos de años de aplastamiento social, simulacros, falsos progresismos y democracia mutilada, que fermentaron también formas de depresión y resentimiento que Milei logró orientar comunicacionalmente contra “la casta”. En ese juego desaforado canaliza su propia biografía, hecha también de resentimiento, de esoterismo, y que en tantos sentidos es más de lo mismo que supone combatir. Ya no se trata de una práctica de gobierno, sino de una praxis inédita de des-gobierno.
Nadie sabe cómo terminará ese juego, cuál será el límite.
Hoy se producirá una movilización hecha de la materia de los sueños, de las ideas y las acciones que lograron sacar al país y a la sociedad de muchas tinieblas.
Está por verse qué señala esa memoria hacia el futuro.
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Jubilados: el triunfo es seguir

El Congreso de la Nación convirtió en ley el primer triunfo social que se logró al sostener en la calle, todos los miércoles y durante casi dos años, un reclamo que ni los gases ni los palos ni las detenciones arbitrarias pudieron desalentar.
Lo que deriva, ahora, es también el primer gran desafío político para un gobierno agobiado por la debilidad de su plan económico –debilidad que ahora quiere atribuir a esta decisión legislativa– y desgastado por una retórica abusiva que lo está dejando sin aliados y rodeado únicamente por aduladores, odiadores y especuladores.
La aprobación de un aumento de las jubilaciones del 7,2%, un incremento del bono de 70.000 a 110.000 y la extensión de la moratoria extinguida por decreto fue suficiente para que, además, comenzaran los reproches públicos de la interna oficialista, que tuvieron a la gran perdedora de esta pulseada –la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich– como vocera.
La estrategia de la ministra de sofocar con palos y criminalización el reclamo social dejó ayer en evidencia su fracaso, tal como había sucedido en su anterior gestión al frente de esa cartera en tiempos de Mauricio Macri presidente.
Lejos de aprender la lección, la repitió cosechando idéntico resultado. Lo sintetiza Beatriz Blanco, 81 años, la jubilada golpeada, tumbada y gaseada durante una la jornada de protesta del 12 de marzo (en la que también fue atacado el fotógrafo Pablo Grillo que continúa su arduo proceso de rehabilitación): “Si no aflojamos, lo logramos: esa es la lección de hoy”.
Beatriz no está confiada ni esperanzada: “Estoy decidida”, dice para definir qué espera en los próximos días, cuando se defina si el Congreso apoya o desactiva el anunciado veto del presidente Milei.
Esa decisión que define el estado de ánimo de Beatriz tiene un por qué: “ya no estamos tan solos y eso nos permite creer en nosotros. Nuestra fuerza es seguir”.
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La independencia de los jubilados

Hubo marcha alrededor del Congreso vigilada por 26 vehículos de Gendarmería y Policía Federal como anticipo de las movilizaciones convocadas para la semana próxima. Sin embargo fue un 9 de Julio sin violencia contra quienes manifiestan, mientras lavaca planteaba una pregunta a jubiladas y jubilados: ¿De qué hay que independizarse?
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos: lavaca.org
“Tengo 48 años de aportes y no llego a 500 mil pesos de jubilación. No puede ser que ni siquiera tenga para un gustito de comprarme un dulce de batata” dice a lavaca Hugo, 74 años, mientras marcha alrededor del Congreso. Tiene una barba blanquísima que le envidiaría Papá Noel. Vino desde Villa Domímico. Su síntesis para un 9 de Julio: “De lo que tenemos que independizarnos es de este gobierno, que no da para más”.

El 9 de julio de 1816, el Congreso de Tucumán, integrado por representantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata, proclamó la Independencia de estas tierras. Ese día, las manifestaciones populares se concentraron en los alrededores de la Casa de Tucumán, coreando el grito de «Viva la Patria».
209 años después, este 9 de julio de 2025, afuera de ese Congreso de la Nación integrado por diputados y senadores, jubiladas y jubilados proclaman de qué falta todavía independizarse en un contexto de jubilaciones licuadas (el haber mínimo a $379 mil), de barrida de la moratoria previsional y de la gratuidad los remedios.
Hugo sigue describiendo la situación tras sus 48 años de aportes, a través de un montón de preguntas: “¿Dónde está lo que pagué durante tantos años? ¿Cómo como? ¿Cómo vivo? ¿Quién me explica eso?”. Agrega otro elemento: “Soy epiléptico, tomo un remedio que me sale 200 mil pesos. Con mi señora ya no comemos a la noche. Esto es una esclavitud”.

Un dolor en el pecho
Graciela, 78 años, es de Libertad, Merlo: “Tenemos que independizarnos de esta mierda de gobierno y de todo lo que nos explotan día a día. Estoy viviendo mal, no me puedo comprar los remedios que necesito. Nos han quitado todo a los jubilados. Este es un gobierno democrático, elegido por una votación, pero tremendamente dictatorial”.
Un poco más joven, Osvaldo tiene 72 julios. Llegó desde Claypole donde vive. Dice que hay que independizarse de lo que define del siguiente modo: “Es una mafia que está regalando el país, todos los bienes naturales. Volvimos a depender de Estados Unidos, nos endeudan cada vez más, es un desastre”. Cuenta que cobra la mínima y que tiene un dolor en el pecho cada vez que lo visita alguno de sus seis nietos: “Me piden un yogur y no se los puedo comprar. Mis hijos no me ayudan aunque quieran, porque están peor”. Hace una pausa. Confiesa. “Te digo la verdad: ya no ceno, me tomo un té, no me da para otra cosa”.

Lo que quiere Milei
Alrededor del Congreso, esta vez sin vallas, dos ejércitos desproporcionados están apostados para evitar vaya a saber qué: Gendarmería Nacional (15 vehículos) y Policía Federal (11 vehículos). Pero no pueden impedir que los y las jubiladas marchen alrededor del palacio legislativo, al grito de “qué vergüenza, pegarle a un jubilado por dos pesos con cincuenta”, aunque evidentemente los haberes de los llamados efectivos son otros.
Surgen algunas preguntas entre los manifestantes:
¿Cuánto cuesta un operativo así de desmedido?
¿Por feriado se les paga doble a ese montón de uniformados?
¿Qué sentido tiene tanta parafernalia de seguridad?

Este jueves está prevista la sesión en el Senado para tratar el aumento de jubilaciones. Opina Hugo: “Milei ya dijo que lo volverá a vetar. Y eso que sería un miserable aumento, es una vergüenza, es un desalmado, una mala persona”. Argumenta Graciela: “No tengo expectativas, porque aunque el Congreso apruebe todo, el señorito que tenemos por presidente lo veta. Él quiere a los jubilados sin nada, muertos”.

Señalando la corrupción
Teresa dice que pasó los ochenta y que es de un territorio innombrable: La Matanza. Se presenta como militante comunitaria en Laferrere, con acción en la casa de salud barrial, y cuando se le pregunta por el día patrio, se enciende: “Hay que independizarse de la corrupción”, dice y señala al Congreso: “Si pueden tirarlo abajo, tírenlo, porque no me representa a mí ni a ninguno de los que estamos acá. Nosotros hacemos la patria grande, con este bastoncito que ves hice mucho por esta Patria, la amo y me la están robando. Luché mucho por ella, hijo. Mucho”. Nos pide que escuchemos un tema de Horacio Guarany,
“Qué te ha pasado justicia”. Lo que se cantaba en el siglo pasado:
A ver, señor diputado,
¿qué le ha pasado que se olvidó
del bendito pueblo obrero
que usted en campaña siempre nombró?
Tengo mis hijos pidiendo,
que por la calle siempre se ven
y usted se aumentó la dieta,
y yo a la dieta la hago muy bien.
Alicia, 80 años, es otra de las jubiladas con esa dieta (cobra la mínima, $304.723,90 más el bono de $70.000), y dice que hay que independizarse de todo: “Somos una colonia. Se han posesionado de nuestros recursos naturales, el agua, el litio, el petróleo, están regalando las mineras, la educación, la salud, la jubilación. En realidad, no tenemos nada”.

¿Qué necesitamos?: “Otra independencia”, sintetiza Alicia, que integra Jubilados Insurgentes.
Mónica, 72 años, de la Asamblea de Vecinos de Boedo, viene siempre los miércoles sin importar si llueve o hace frío, y la hace corta: “Hay que independizarnos del presidente cipayo que tenemos, de Estados Unidos y de Israel”.
A su lado está Ricardo, 84, de Lanús, conurbano sur: “Llegamos al 9 de Julio con despidos masivos, garrote y gaseo a trabajadores del INTI, de Vialidad Nacional, con una CGT traidora. Esto, con huelga y un plan de lucha se termina. En 1919, los trabajadores de la Semana Trágica luchaban por trabajar ocho horas en lugar de doce y se cargaron 700 cuerpos. Hoy la clase argentina trabaja por salarios de hambre y no se para de manos”.
Pertenece a una agrupación llamada Bastones en rebeldía y dice que viene por quienes no pueden estar por razones de salud. “Acá tiene que venir más gente, somos seis millones de jubilados…”. Se enoja, mueve la cabeza y cuenta que tiene siete categorías para englobar a quienes no vienen cada semana a lo que se transformó en el epicentro de la resistencia a este gobierno: 1) Los indiferentes 2) Los indecisos 3) Los adormecidos 4) Los que naturalizan todo 5) Los resignados 6) Los mesiánicos 7) Los hiperindividualistas. Dice que no tiene necesidad económica, pero que prefiere seguir marchando.

Las 14 organizaciones que integran la Mesa de jubiladas y jubilados en lucha convocan para el próximo miércoles 16 de julio, desde las 15, a una “gran marcha antirrepresiva entre todos los sectores que hoy padecen la crueldad de este gobierno”.
Llaman a marchar el jueves 17 con los trabajadores del Hospital Garrahan.
El 9 de julio de 1816 marcó la independencia política “de España y de toda dominación extranjera”, pero siguieron existiendo muchas formas de dependencia: económica, cultural, productiva, mental. Toda relación entre aquellos eventos de Tucumán y las cosas que ocurren 209 años después, ¿serán pura coincidencia? A más tardar la semana próxima las calles volverán a decir lo suyo.

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Otro ataque a la salud pública y al Garrahan: las movilizaciones que se vienen

No solo no soluciona el problema, sino que lo empeora: el gobierno difundió un reglamento que degrada las condiciones laborales de los profesionales de la salud residentes en hospitales nacionales al buscar convertirlos en “becarios”. Asambleas y la decisión: paro y un abrazo al Garrahan el próximo jueves 10, y la convocatoria a una gran marcha federal por la salud el jueves 17 de julio.
Por Francisco Pandolfi
Residentes sí, becarios no. Ese es el nuevo lema que hoy levantan (y denuncian) residentes de los hospitales nacionales del país, ante el nuevo reglamento que dictaminó el 2 de julio el ministerio de Salud de la Nación para las residencias médicas.
¿Qué son las residencias? Tienen como objetivo capacitar y especializar a egresados de carreras como medicina, enfermería, psicología y bioquímica, entre otras, en el marco del trabajo asistencial y académico.
¿Qué aduce el gobierno nacional para la formulación del nuevo reglamento? “Recuperar su rol formativo y permitir que los residentes puedan elegir bajo qué modalidad realizar este tramo de su formación y cómo administrar el monto de las becas percibidas. A fin de jerarquizar el carácter formativo de esta etapa, el nuevo reglamento recupera el concepto de beca (excluyendo cualquier encuadre como empleo público, relación laboral o contratación de obra o servicio) y ofrece a los residentes la posibilidad de elegir entre dos modalidades diferentes: Beca Institución (el hospital otorga la beca) o Beca Ministerio (contrato con el Ministerio de Salud). No es empleo público, no es una relación laboral. Es una etapa formativa con financiamiento estatal”.
Ante la Resolución 2109/2025, las y los residentes del Hospital Garrahan a la cabeza, y todos los profesionales de la salud del sistema de residencias nacionales realizaron ayer una conferencia de prensa en Plaza de Mayo, donde denunciaron: “Este modelo de residencias, ampliamente utilizado a nivel global y que rige en Argentina desde hace más de 30 años y que fue perfeccionándose en el tiempo, garantizó profesional altamente capacitado en cada rincón del sistema de salud. La nueva normativa desmantela las bases fundamentales del sistema, se nos atribuye libertad de elección ante dos opciones de las cuales ninguna resuelve la problemática salarial de base, y además ambas implican la pérdida de múltiples derechos laborales adquiridos; pretende transformar lo que hasta ahora era un régimen formativo en servicio, remunerado y con derechos reconocidos, en un esquema de becas sin vínculo laboral claro, ni aporte y con importantes recortes en licencia, descanso y condiciones de trabajo”.
Entre los puntos “más alarmantes”, destacaron:
- Aumento de la carga horaria y del número de guardias (de 70 horas semanales a 93).
- Eliminación del descanso post guardia (lo que implica pasar de 24 horas de corrido a 30).
- Reducción del valor de la hora trabajada: en caso de la Beca Institución, $3.200 de cobrarse un bono hospitalario. En Beca Ministerio: $2.200.
- En la Beca Institución, mayor dinero en mano, pero a expensas de la pérdida del aguinaldo, aportes previsionales y obra social.
- En la Beca Ministerio, menos dinero en mano, obra social estatal y sin posibilidad de cobrar bonos institucionales.
- En caso de rescisión de contrato, no se contará con indemnización.
- Renovación de contrato de forma anual a pesar de concursarse por formación de 3 a 4 años.
Como cierre de la conferencia, sentenciaron: “No se puede aludir a la libertad cuando se nos acorrala entre dos opciones de precarización extrema. La residencia sí es un trabajo. Exigimos la inmediata derogación de la resolución y la apertura urgente de instancias de diálogo con las y los residentes de todo el país. Sin residencia como fuente de personal capacitado, no hay futuro posible para la salud de Argentina”.
Abrazo y marcha federal
Josmar Flores Arnéz es licenciado en bioimágenes, tiene 37 años recién cumplidos y hace 16 que trabaja en el servicio de neurointervencionismo del hospital. Además, es delegado de la junta interna de ATE. Habla con lavaca: “La modificación en las residencias no sólo es una degradación de las condiciones laborales de las y los residentes, sino también implica la degradación del sistema de salud completo, porque cambian la forma de contratación quitando derechos laborales. Lo que decretan es que dejan de ser trabajadores, para hacer las tareas por una especie de bono, a través de una metodología de becas”.
Esta nueva medida se enmarca en una política de ajuste a la salud pública en general, y al hospital Garrahan en particular. El miércoles pasado, en la Cámara de Diputados se estaba tratando la emergencia para el Garrahan, pero la sesión se levantó por discusiones entre el bloque oficialista de La Libertad Avanza, y el peronismo. La emergencia quedó sin tratar…
¿Cuál es la emergencia? Josmar Flores plantea cuatro puntos clave:
- Una recomposición salarial del 100%.
- Que la persona que recién ingresa cobre lo mismo que estipula la canasta básica familiar: un millón ochocientos mil pesos.
- El aumento del presupuesto del hospital.
- Mejora en las condiciones de trabajo: que se reconozca un régimen de insalubridad especial para el hospital.
¿Cómo sigue la cuestión? “Todos los trabajadores del hospital, incluidos los residentes, hacemos asambleas conjuntas y acabamos de decidir ir a paro los próximos dos jueves –cuenta Josmar–. El 10 llamamos a un abrazo solidario al hospital, en la puerta sobre Combate de los Pozos; y 17 convocamos a toda la población a una gran marcha federal, que en la Ciudad Buenas Aires irá desde Congreso a Plaza de Mayo”.
Cierra: “Este gobierno nos ataca por muchos ángulos y la única manera de cambiar la realidad es seguir por este camino”.
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