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Es la educación pública, estúpido

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La marea humana inundó no solo la Plaza de Mayo sino todo el centro porteño. Desde el palco se habló de 800.000 personas, pero no contabilizaban la multitud movilizada en todas las calles, ni las masivas marchas en todo el país en defensa de un objetivo que es parte crucial de la genética y la identidad argentina: la educación pública. Fue mayor a la de por sí gigantesca convocatoria del pasado 24 de marzo, otra demostración sobre cuáles son los temas que movilizan en la calle a la sociedad argentina. Un límite al gobierno de Javier Milei, expresado muchas veces con los libros, que también fueron protagonistas de la tarde: se vieron muchísimos Nunca Más y ediciones de la Constitución Nacional, y se agregaron, entre miles, ESI, Pedagogía del oprimido, Farenheit 451, El Principito, El Anticristo, La razón de mi vida, Psicología de masas, Un mundo feliz, Las venas abiertas de América Latina, El Alquimista, Mujercitas, Macbeth, Crónica de una muerte anunciada.  Hubo un fuerte protagonismo de las universidades del conurbano, que han permitido a miles de familias contar con una primera generación de graduados. Se sumaron todas las facultades de la UBA, las privadas, los secundarios, las organizaciones de derechos humanos y el gremialismo. Creatividad, humor, convicciones, sentido común y potencia social: palabras e imágenes de una movilización histórica.    

Producción, textos y fotos: Lucas Pedulla, Lina Etchesuri, Franco Ciancaglini, Anabella Arrascaeta y Francisco Pandolfi/lavaca.org.

Es la educación pública, estúpido

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Cuatro jóvenes que apenas superan los 20 años, llevan tres carteles:

  • “Si los de abajo se mueven, los de arriban se caen. Las armas están en la biblioteca”.
  • Una frase de José de San Martín: “Cuando la patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla”.
  • “Con este gobierno el abecedario es O-B-D-C”.
  • Son las doce del mediodía y la estación Ramos Mejía del tren Sarmiento, en La Matanza, rebalsa, mientras empiezan a llegar imágenes de Retiro y de Constitución (las otras estaciones que conectan el conurbano con la Ciudad de Buenos Aires) que preanuncian lo que se vio durante el día: una marcha conmovedora e histórica.
Es la educación pública, estúpido

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Que esos fueran los puntos de conexión muestra además la importancia que cobraron en los últimos años las universidades del conurbano bonaerense, que abrieron el acceso a la educación a cientos de miles de estudiantes cuyas familias jamás habían podido pasar por el nivel educativo terciario. En la estación hay un clima serio, a la vez de entusiasmo.

Agostina, 20 años, estudiante de Ingeniería Informática en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), cuenta que es su primera marcha y está nerviosa: “Es la primera vez que algo así me pega tanto. Estoy emocionada”. Greta, 20, estudiante de Comunicación Social, también de la UNLaM: “Están vulnerando nuestros derechos, y todos necesitamos a la universidad pública y de calidad”. Candela, de 21, estudia Literatura en el Joaquín V. González: “Hoy tengo compañeros que no están pudiendo cursar, porque no llegan a pagar la SUBE”. El transporte también empieza a ser menos público. Y Sofía, de 19, estudiante de Educación Física, cuenta que su hermano votó a Milei: “Nos quieren ignorantes”.

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Universidad como élite

El tren llega. La estación colmada colma el tren. Apretada con otros cientos de cuerpos viaja Fabiana, 45 años, a siete materias de recibirse como Ingeniera Eléctrica en la Universidad Nacional de Hurlingham (UNaHU), gracias a una beca que hoy está en peligro: “La educación pública es el camino, no tiene porqué ser un privilegio. Se han dicho muchas mentiras y es nuestra obligación defender a todos aquellos que hoy no pueden estar porque están trabajando, o cuidando sus hogares”. Fabiana tiene cuatro hijos y uno está cuidando a los dos más pequeños para que ella pueda estar: “Tienen un pensamiento que los lugares estratégicos de poder solo puedan estar personas con privilegios”. 

Es la educación pública, estúpido

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Todo ocurre este martes, al día siguiente de la declaración del presidente Javier Milei por Cadena Nacional según la cual su éxito económico es una “hazaña” y un “milagro”, y pocos días después de la declaración en el Llao Llao planteando que quienes fugan dólares son “héroes” e incitando a comprar dólares “en negro”, ante el aplauso de una patética cúpula empresaria.

El tren llega llega a Once, y entre la multitud baja Yohia, 32 años, docente en la Facultad de Psicología de la UBA: “El gobierno quiere moldear otra idea y otra subjetividad, en un país donde hay consensos básicos que hemos construido. Uno es los derechos humanos, otro es la salud, y otro la educación. Atacan esto porque la orientación es al servicio de sectores empresariales y necesitan una universidad donde los conocimientos sean a favor del mercado. También atacan al salario. El objetivo es que vayan cada vez menos trabajadores y sea un lugar de élite”. Dato sobre calidad: la Universidad de Buenos Aires está considerada entre las 100 mejores del mundo.

La estación rebalsada ahora colma Plaza Miserere, las escalinatas de la estación, desborda hacia la calle. “Universidad de los trabajadores y al que no le gusta se jode”, es el canto.

La marea confluye en Avenida Rivadavia. Comienza una marcha histórica. 

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

La papada y las facturas

Cunden los carteles:

  • “Nos quieren huecos para que los votemos”.
  • “Estudiá arte, no seas gendarme”.
  • “Cuando se lee poco, se dispara mucho”.
  • “Sin universidad pública no hay futuro”.
  • “Milei: tenés papada”.  

Por Callao avanzan columnas de universidades nacionales: San Martín (UNSAM), Tres de Febrero (UNTREF), General Sarmiento (UNGS). Esta última, en la semana previa a la marcha, publicó una serie de datos que explican esta movilización gigantesca:

  • El recorte del Gobierno alcanza a 2.5 millones de estudiantes.
  • En Argentina hay una universidad cada 350 mil habitantes, menos que Brasil (1 cada 35 mil) o México (1 cada 45 mil).
  • El gasto público representa 1% del PBI, como en los otros dos países, pero en Argentina 8 de cada 20 estudian en instituciones públicas, 5 más que en Chile y 7 más que en Brasil.
  • Y cierra: “Si Milei deja de regalarle 100.000 millones de pesos al año en exenciones impositivas a Mercado Libre, se pueden financiar los gastos de funcionamiento de las 62 universidades nacionales”.

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Sobre la calle, uno de los que marcha es el profesor e investigador Eduardo Rinesi, exrector de la UNGS: “Estamos ante un gobierno manifiestamente desaprensivo respecto a la educación pública, la vida comunitaria, la idea misma de que somos algo más que la pura suma aritmética de los átomos individuales. Una sociedad es esto: un movimiento colectivo hacia lo común, y una de sus dimensiones decisivas es, sin duda, la educativa”. 

¿Qué busca el gobierno? “Hacer de la sociedad una colección individuos egoístas, que vean al prójimo como un adversario, o como un depósito circunstancial de órganos que el día de mañana puedo necesitar y comprar en el mercado. Contra esa idea absolutamente ignorante y canalla y cruel, me parece que hoy la movilización popular está mostrando otra posibilidad”.

Enrico Riboni es un periodista italiano de larga trayectoria, que trabaja en Francia y está de visita la Argentina. Tras recorrer todo el centro plantea: “Es la movilización más grande que he visto en toda mi vida”.

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Cerca del Congreso discutían motociclistas y agentes de a pie de la Policía: “Si llegan, hay que arrearlos” ordena el de la moto. Otro le contesta, viendo la oleada humana que crecía: “Vamos a relajarnos. Lo positivo es que tenemos facturas”. Cuando la columna llega a Callao, la multitud obliga al desplazamiento de la policía. El protocolo antipiquetes de Patricia Bullrich nuevamente atravesado.  

Pasa una familia de tres integrantes. Cada uno con un cartel. “Papá Albañil”, “Mamá ama de casa”, “Hija profesional universitaria”. Van sonriendo. Es conmovedor.

Entre la juventud se ve con una sonrisa grande como esta marcha a Ángel, 75 años, docente jubilado: “Yo fui a escuela pública, mis hijos también, mis nietos están en universidades públicas. Es lo que puede lograr el equilibrio social que, más o menos, los que menos tienen tengan algo más, y parece que a esta gente que tenemos en el gobierno no le gusta mucho eso. ¿A vos te parece que los senadores se hayan aumentado mientras a nosotros nos recortan? Es una burla”.

¿Y qué espera? Ángel piensa y dice: “Que esto termine pronto”. 

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Entre Mujercitas y El Anticristo

Una de las consignas de la marcha fue que cada quien llevase un libro. Uno de los más vistos fue el Nunca más. Otro fue la Constitución Nacional.

Y siguen, en manos de la muchedumbre, transformándose en sí mismos en una lectura:

  • Pedagogía del Oprimido, de Paulo Freire.
  • Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano
  • El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry.  
  • El alquimista, de Paulo Coelho
  • Poder y desaparición, de Pilar Calveiro.
  • Psicología de las masas, de Sigmund Freud.
  • Mujercitas, de Louisa May Alcott.
  • Galileo Galilei, de Bertolt Brecht.
  • Pedagogía de la autonomía, también de Freire. 
  • Un mundo feliz, de Aldous Huxley.
  • Macbeth, de William Shakespeare,
  • 1984, de George Orwell.
  • Fahrenheit 451, de Ray Bradbury.
  • El Anticristo, de Nietzche.
  • Operación Masacre, de Rodolfo Walsh.
  • Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez.
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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Nancy, 62 años, del Plenario de Trabajadores Jubilados, lleva ¿Quién mató a Rosendo?, una investigación de Rodolfo Walsh sobre el asesinato de Rosendo García, y el trasfondo sindical de la izquierda y la derecha peronista en los sesenta. “Habla de la burocracia sindical. Y a la CGT, que es parte, lo que le estamos diciendo desde que asumió es que llamen a una gran huelga. El disparate que dijo Milei anoche sobre el superávit lo consiguió gracias al ajuste que nos aplicó a los jubilados de diciembre hasta hoy. Este mes cobramos la jubilación en dos cuotas, no alcanza ni a cubrir la canasta básica. Y esto te lo digo a vos, joven: nuestro destino como trabajadores jubilados está atado al destino de ustedes como jóvenes desocupados, en negro, uberizados. Si esta lucha triunfa, como fue allá en el Cordobazo, nosotros vamos a tener posibilidades”. 

Ana, de Flores, también docente jubilada, exdirectora de educación especial, tiene en sus manos El anticristo, de Friedrich Nietzsche: “Está relacionado al ser humano. Y estamos en una época donde el ser humano está un poco borrado, o lo quieren borrar o desdibujar en su esencia. Pasa que los que no son humanos son los que tienen el poder hoy. Pero tengo la esperanza de que vamos a salir gracias a las personas que todavía hoy tienen un sentido de humanidad, que pueden ver al otro y sus necesidades. Eso es esta marcha”. 

Ana, de 72 años, jubilada, de Lanús, agita Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez: “Es que desde el primer día sabíamos que este Gobierno iba a hacer esto. No soy docente, no estudié en la UBA, pero vengo porque esta plaza representa en todo: sin la educación pública, nuestros hijos y nietos no van a poder desarrollarse. Y hay que tomar conciencia que nosotros somos los poderosos y tenemos el saber”. 

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Ciencia, Conan y jamoncito

La marcha avanza a paso lento por Avenida de Mayo en dirección a 9 de Julio. Es un primer indicador de la masividad que luego calcularán en más de 800 mil personas: generalmente, los embudos de movilización suelen generarse de 9 de Julio en dirección a Plaza de Mayo. Esta vez Congreso fue un epicentro muy fuerte donde había banderas que iban desde el PTS hasta La Cámpora, o de los Jubilados Insurgentes hasta gremios de la CGT.

Cecilia Moccia es la prosecretaria de Prensa de la Asociación de Personal Aeronáutico (APA y dice que esta marcha es la primera del plan de lucha convocado por la CGT: luego viene la movilización del 1º de mayo y el Paro General del 9. “El descontento va a crecer. Hoy no existe una única organización que nuclee a todos los sectores en lucha, es el problema político que tenemos, pero va a ser cuestión de tiempo de que eso se genere. Este gobierno es neofascista y apunta a la destrucción, no solo de la educación”. 

Sobre los pedidos de paro general, aporta una sonrisa: “Celebro que hace mucho tiempo que la CGT no se ponía al frente: tuvimos un paro a dos meses de la asunción, algo que no pasaba hace muchos años. Por supuesto que hay quienes siguen en la lucha, otros que se ponen un precio, pero al menos desde APA intentamos seguir el camino de defender Aerolíneas Argentinas, Intercargo y Fadea (Fábrica de aviones), parte del plan de destrucción de empresas públicas de este gobierno”. 

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Durante el embudo llega un mensajito de Ana Tauil, militante de Nietes (organismo que adhirió y cuyos integrantes están marchando con sus universidades), socióloga, que trabaja en el Observatorios de Crímenes de Estado de la Facultad de Ciencias Sociales en la UBA: “Hay un ataque a todo lo que produce la universidad como espacio que piensa otras lógicas, otros mundos, otras racionalidades, donde lo humano es mucho más que Capital Humano. La universidad representa otra forma de pensar la vida en comunidad”. 

Esta comunidad sigue avanzando a paso lento, pero el embudo hace posible disfrutar de más carteles:

  • “Sin ciencia no hay Conan”.
  • «Si hoy no aprobamos Calle, no podemos cursar Futuro. Son correlativas».
  • “La UBA, el Diego y mi vieja”. 
  • “Soy del 45% que no entregó al país”.
  • “Educar es combatir”.
  • “Al final la casta eran mis sueños”.
  • “Estudiá, no seas como Adorni”.
  • “Soy profesional gracias a la universidad pública”.
  • “Ahorrar en educación enriquece la ignorancia”.
  • “Que el privilegio no te nuble la empatía”.
  • “La universidad nos enseña a pensar y no a obedecer”.
  • “Por qué tanto miedo de educar al pueblo”.
  • “Los enfermos de cáncer no son variables de excel”.
  • “Estoy tan enojada que hice un cartel”.
  • “Jamoncito te vamos a fetear”.
  • “Abuela analfabeta, Madre terciario incompleto, hija médica formada en la universidad pública”.
  • “Este cartel es tan pedorro como el discurso de Milei”.

En algún momento el embudo se destraba.

Las miles y miles de personas seguimos marchando.

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Los milagros existen

Lala Buján, jubilada con la mínima, lleva el libro Psicología de masas de Freud bajo el brazo. “Milei es un títere, la gran pregunta es quién nos gobierna” dice, mientras acepta que la “psicología de masas” de las sociedad anda un poco trastocada.

“Él se mete con la educación porque prefiere los celulares que te cierran la cabeza. Lo que subyace a eso –señala mi celular- es mierda”. De fondo se escucha el cántico: Armas no, libros sí. ¿Podría ser celulares tampoco? “Eso, éste ganó por los celulares. Al libro lo podés consultar y absorberlo. Con esto –vuelve a señalar mi celular- no te queda nada”.

“Necesitamos un milagro”, dice sobre cómo sacarse de encima estas pesadillas. “Y creo en los milagros”.

Sobre la Avenida Entre Ríos se encolumnan distintas organizaciones y sindicatos que tienen una raíz común: el conurbano bonaerense. Y más precisamente, La Matanza. “Mi familia, que no se moviliza nunca hacia Capital Federal, hoy vino”, informa Lorena González, trabajadora estatal, pensando en sus dos padres y también en sus sobrinos: “Mi sobrina es primera generación: licenciada en Nutrición en la Universidad de La Matanza. El recorte educativo pega fuerte ahí, eso es lo que no vio este gobierno”, dice ella que formó parte del Estado que amplió las universidades nacionales a los distintos distritos.

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Ella, como estudiante fue parte de las movilizaciones en los 90 contra otros recortes de fondos educativos. Y marca una diferencia: “Se crearon 30 universidades que quedan a cuadras de las casas de los laburantes. Es recuperar la idea de la educación como movilidad social, a su vez que un detonante o una excusa por todo lo que está pasando”.

A su lado la multitud parece darle la razón: “Soy primera generación de contador”, dice un cartel, al lado de otro que asegura: “Los hijos de obreros queremos estudiar”.

Luego se cantará “el que no salta, votó a Milei”, y si bien la mayoría respeta la consigna, por abajo alguien menciona que, al menos estadísticamente, debe haber muchos que lo votaron y hoy marcharon.

“La grieta hoy es otra”, culmina Lorena. “A esos pibes que lo votaron y son de abajo hay que abrazarlos también”.

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Ayuda terapéutica

Lucas tiene 21 años y vive en Palomar. Estudia profesorado de historia, en Haedo, en el instituto de superior docente 45. Ahora está pasando por la puerta de la UNA (Universidad Nacional de las Artes), que en su puerta puso un aviso, para que nadie pueda andar por ahí desentendiéndose de la situación: «Universidad cerrada. Docentes y estudiantes por la educación pública». Al lado de la inscripción hay dibujado un lápiz, al que de la parte de arriba le nace un puño. 

Fotos: lavaca

Lucas pasa por el costado, llevado por una marea de la que es parte. No se desentiende. Lleva puesta una remera negra. Un pantalón negro. Y unas zapatillas negras. Lleva colgado un cartel: “Vinimos vestidos de negro ya que estamos de luto porque el gobierno asesinó nuestra educación”. Explica: “La educación es la única herramienta para darle al pueblo, que pueda salir de la pobreza y así combatir todo tipo de injusticias”. 

Su mamá es ayudante terapeútica. Su papá está desempleado. Analiza la situación general: “Es un gobierno que está planteando muy mal las cosas. El discurso de ayer fue ridículo, dejó de lado lo que está viviendo la gente”. Y cierra: “La educación está cada vez peor; y si bien no le hecho la culpa solo a este gobierno, con este desfinanciamiento se van a notar mucho más las diferencias sociales”. 

Cuesta escucharlo a Lucas. Las canciones se suceden una tras otra, al compás de la música que generan al pasar miles y miles de pies, de carteles, de libros. «Qué cagazo, qué cagazo, obreros, estudiantes como en el Cordobazo», cantan miles de estudiantes que caminan por Bartolomé Mitre y Riobamba, en dirección a la Plaza de Mayo. Unos metros después, en la esquina de Callao, ya no pueden caminar más. Falta una hora para que se lea el documento y las calles están atestadas. 

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Parado, intentando infructuosamente ganar algún metro, está Mikel. En la mano izquierda sostiene un libro. Llego a leer: Curso de ingreso 2024.  El libro está como nuevo.Mikel lleva un cartel escrito a mano, de manera muy prolija, que explica el por qué: “Este libro está sin usar porque tuvo que salir a buscar un segundo trabajo para subsistir. Hoy marcho para que los estudiante no tengan mi presente. Hoy defiendo la esperanza de algún día poder ser universitario”. Las palabras marchando se leen por todos lados. En cartones, en hojas, en banderas; así se multiplican los sentires de este momento de la historia: «Me armo de libros, me libro de armas»; «La educación iguala las oportunidades»; «Estudiantes informados, jamás manipulados»; «No hay educación sin inclusión». “Por una educación que nos enseñe a pensar, no a obedecer”. Y así en cada esquina, en cada vereda, en cada calle.

Mikel vive en Morón y tiene 29 años. Vive con su marido y es el único que por ahora tiene un sueldo. “Bajo”, subraya. Pensó, soñó, que este año sí se le iba a dar. “Ahora mismo tendría que estar en el aula de la Universidad de La Matanza”. Lo esperaba la carrera de Ingeniería Informática. “Fue imposible en este contexto. Si estudio, no comemos”, resume. Y hace una comparación que profundiza el análisis: “Quienes apoyan a un gobierno como este, igual tienen el derecho de estudiar en la universidad pública. En cambio, las medidas de Milei solo están generando una mayor segregación, con el acceso a derechos para pocos”. 

Su mamá es manicura y masajista; su papá, obrero. “Iba a ser el primer universitario de la familia; estábamos muy contentos”. ¿Por qué pasa lo que pasa? “Yo sólo pude hacer un curso de ingreso y ahí estudié la historia de las universidades. Sólo eso, ya me abrió la cabeza. Las universidades son eso, abridoras de cabeza. Quien piensa no se deja pisar, entonces son de las primeras cosas a sacar, porque saben que un pueblo sin educación está condenado”.

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Corazón mentiroso

Sobre Avenida de Mayo y 9 de Julio, la marcha toma una nueva dimensión: las columnas que vienen del sur del conurbano y las que vienen del norte. Hay gente por todas partes: de la UADE a la UNGS, y de la CGT a movimientos sociales como el FOL (Frente de Organizaciones en Lucha). Allí está Maga Gargarello, 37 años, delegada de Florencio Varela, sur conurbano: “Somos laburantes precarizados, cooperativistas, que tuvimos la posibilidad, en algunos casos, de ser primera generación de la familia que llegó a la universidad. Además de ser gratuitas, son públicas y de calidad. En nuestras propias organizaciones también tenemos escuelas de oficio y espacios de aprendizaje y formación. Este gobierno viene por todo, y ese es el objetivo de atacar la educación”.

Hace unas semanas los movimientos sociales sufrieron una cruel represión sobre esta misma avenida, solamente por reclamar el envío de mercadería a más de 45 mil comedores: “La foto del barrio hoy es una pobreza que desde hace muchísimos años no se veía. Jubilados que hacen fila en nuestros comedores. Vecinos con oficios que perdieron su trabajo. Estamos discutiendo la comida: es tremendo. Nuestras compañeras hoy se están endeudando con Mercado Pago para comprarle comida a sus pibes, mientras el Gobierno anuncia que las asignaciones vamos a cobrarlas por Mercado Pago. Galperín así nos sigue sacando guita. No hay salida, salvo organizarte, porque ya no hay nada por perder”. 

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Las columnas llegan con este tono a la Plaza. Allí se baila Mentiroso, el hit de Karina la Princesita, y se canta con pasión su estribillo: Se acabó, tu mentira se acabó / Se acabó y te digo basta, basta, basta / Mentiroso, corazón mentiroso / No tienes perdón, estás muy loco”. Sin embargo, lo conmovedor llega con el Himno: se canta a voz ronca y a pura lágrima. Allí está Sandra, 53 años, trabajadora de la educación en San Martín. También lleva un libro preciso y sutil para esta movilización, Microfísica del poder, de Michel Foucault. Lo explica: “Me parece importante empezar a entender que en distintos espacios, y en los más obvios, hay poder y relaciones de fuerza. Nos empuja a cuestionar las obviedades, lo básico de un discurso y a pensar las palabras”. Este gobierno viene a cuestionar lo que nos parecía obvio hasta hoy: “Porque quiere tratar de quebrar las relaciones de fuerza y girarlas hacia otro lado, y es importante empezar a creer y volver a pensar aquellas cuestiones que nos definen”. 

Sobre el escenario se empiezan a escuchar oradores y referentes de los sindicatos docentes. También organismos de derechos humanos. Allí habla Adolfo Pérez Esquivel, uno de los cinco Premio Nobel que tiene Argentina, formados en la universidad pública: “Este gobierno compró 24 aviones de combate pero dice que no hay plata para la educación. Presentamos un pedido de juicio político porque no puede ser que destruya al país. Esto es grave” También habla Taty Almeida, de Madres Línea Fundadora, que dice que su hijo Martín fue desaparecido mientras cursaba su primer año de Medicina en la universidad pública: “No bajen los brazos. Piensen en las madres y en lo que sostenemos hace 47 años: la única lucha que se pierde es la que se abandona. Se lo decimos nosotras, que a pesar de los bastones y las silla de ruedas seguimos de pie”.

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Las comunicaciones telefónicas colapsan, no hay señal. Queda sentir el latido de esta plaza, las 800 mil personas que informan desde el escenario, la dificultad de salir. Dimensionar que es martes, día de semana, y que esta movilización sobrepasó la potencia que se pensaba. Vendrán análisis, adjetivos, operaciones, y mientras los cuerpos se alejan y los cortocircuitos informativos vuelven a hacer sonar celulares, llega una foto: la plaza colmada, todo lo que ya sabíamos, pero visto desde arriba. Lo que se ve es la historia pura.

Y cómo se la defiende.

También, al sacar los ojos de la pantalla, es posible divisar y sentir un último cartel que se divisa mientras el sol se oculta detrás esta movilización:

“Hasta que lo esencial se vuelva visible”. 

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Fotos: lavaca

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Marcha de jubilados: lo que une el espanto

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Dos fotoperiodistas detenidas. Seis personas heridas. ¿Cuál es la causa de la tendencia represiva creciente, y en particular contra la prensa? Lo que plantean quienes monitorean la violencia policial, con cifras concretas, a cinco meses del ataque al fotógrafo Pablo Grillo que este miércoles volvió a ser operado. Mientras tanto, en Congreso se volvió a marchar: las divisiones entre diversos grupos, y lo que los une como sector que sigue siendo símbolo de movilización en estos tiempos. ¿Cómo se vive hoy? El combate a la naturalización, datos sobre emperadores, el diálogo trans con un medio oficialista. Vetos, votos y una pregunta: “¿Nos pueden entender?”.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

“Estamos acá porque le tenemos más miedo al hambre que a la represión”. 

Quien habla es Gladys, 63 años, enfermera jubilada del hospital Rawson. Lo dice pasadas las 3 de la tarde, ni bien había arrancado la concentración de jubiladas y jubilados para exigir el “no al veto” del gobierno de Javier Milei a la módica suba de los haberes que en realidad no es una suba sino devolver ese 7,2% arrebatado con el shock inflacionario que generó al asumir.  

En Congreso, dos horas después, pasará lo de siempre y lo que nunca podrá naturalizarse: la represión policial, en este caso acompañada de dos detenciones arbitrarias por parte de la Policía de la Ciudad, en la esquina de Rodríguez Peña y Bartolomé: Camila Luciana Rey, fotógrafa y Yazmín Orellano, ambas de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) fueron capturadas al voleo.

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Camila Luciana Rey y Yazmín Orellano. El momento de la detención «al voleo» en Congreso, y la imagen de la policía llevándolas en la comisaría. Fueron liberadas después de las 22 horas.

El puñado de fotógrafos y periodistas que presenciaron el hecho afirmaron: “Las cazaron”. Minutos después, la fuerza de seguridad porteña se las llevó en una camioneta a Combate de los Pozos 155. Luego fueron trasladadas a la comisaría de Tacuarí e Independencia. Las acusan de “lesiones”, “atentado y resistencia a la autoridad”. Después de las 22 ambas fueron liberadas.

La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) contabilizó seis personas heridas en dos eventos represivos de la tarde. La tendencia: hasta fines de junio, la CPM había registrado en seis meses 130 detenciones arbitrarias contra 93 del 2024. En el mismo período, las personas heridas también superaron a todas las del año pasado: 1.251. Entre ellas hubo 179 trabajadoras y trabajadores de prensa. El informe completo puede leerse aquí: https://www.comisionporlamemoria.org/project/informe-especial-represion-de-las-fuerzas-de-seguridad-a-las-manifestaciones-publicas/

Rodrigo Pomares, del Centro Provincial de la Memoria, planteó a lavaca: “Hay una preponderancia en la represión hacia los sectores de los medios y fotoperiodistas, y un límite muy concreto al desempeño de los medios de comunicación y en algunos casos de quienes cubrimos las manifestaciones con el objetivo del monitoreo”.

Para Pomares “La motivación más evidente es que quieren evitar el registro de las represiones y que se puedan reconstruir luego las secuencias de la represión como ocurrió en el caso de Pablo Grillo y tantos otros. El registro de la prensa y de quienes estábamos monitoreando permitió reconstruir lo que pasó, y aportar esos datos a la justicia. Eso es lo que parece evidente que quieren evitar”.  

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Otra operación a Pablo Grillo

Este martes se cumplieron cinco meses del miércoles 12 de marzo, cuando durante otra represión a la marcha de jubilados, el gendarme Héctor Guerrero le disparó de forma totalmente ilegal una granada de gas lacrimógeno al reportero gráfico Pablo Grillo. El impacto dirigido a su cabeza casi lo mata y perdió parte de la masa encefálica. Este miércoles a la mañana, Pablo fue operado con éxito una vez más: esta vez, le colocaron una prótesis en la cabeza (dos placas en ambos hemisferios). “La operación duró tres horas y salió bien, ahora hay que esperar la evolución”, dijo Fabián, su papá. El gendarme Guerrero, autor material de ese disparo, recién será indagado el próximo 2 de septiembre.

Dice Ana María, 72 años, durante la marcha: “Se está normalizando lo que jamás se debe hacer normal. Hoy prendés la tele y escuchás: ‘Otro miércoles más que les pegan a los viejos’. Todo al revés. No se puede naturalizar que se le pegue a nadie”. 

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Divisiones y reflexiones

El modus operandi de las Fuerzas de Seguridad genera efectos colaterales. A la represión concreta, literal, manifiesta, visible –granadas, gases, camiones hidrantes, palazos– se le suma la silenciosa, la invisible, la que divide para reinar: las fragmentaciones que se generan –o potencian– internamente entre las múltiples organizaciones de jubilados. 

Hoy, mientras Jubilados Insurgentes terminaba de marchar alrededor del Congreso y doblaba en Rodríguez Peña, parte de las Mesa de Organizaciones caminaba por Hipólito Yrigoyen, mientras que otro grupo permanecía parado frente al Congreso.

Mario es un jubilado que todos los miércoles da el presente. «Más allá de las divisiones hay que tener plena conciencia de que el enemigo es uno solo: el gobierno, y el plan criminal que está aplicando. Hay que pensar mucho más en la unidad porque con ella vamos a poder conseguir disminuir la intensidad del ajuste».

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Betty, 65 años, es enfermera jubilada del hospital Penna. Habla sobre la fragmentación notoria: “Vengo acá para sumar un granito de mostaza para conquistar nuestros derechos como jubilados, más allá de las organizaciones a la que cada uno represente. Yo soy autoconvocada y vengo por lo mal que la estoy pasando. Tenemos que defendernos con nuestras tristezas y con nuestras experiencias, que valen un montón”.

¿Cómo se vive en estos días? “Con los 350 mil pesos que cobro no llego a comer todos los días. Espero que este gobierno se vaya pronto y no lo digo porque sí: estoy viviendo mal, estamos viviendo mal, ¿me pueden entender? ¿nos pueden entender?”.

Un poco más allá estaba Vic, trans que había llegado desde Parque Patricios. “Vine a apoyar la lucha de los jubilados porque es una lucha contra el odio la que nos une”. Se acercó un periodista de La Nación + preguntándole si es jubilada.

Vic fue notablemente ilustrativa en su respuesta: “No. Soy odiada y hambreada y solidaria como ellos”.

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Lo que no cambia

Gladys y Betty, las enfermeras jubiladas, vienen cada miércoles porque las une la bronca a esta gestión nacional. Como a tantos otros, y como decía Jorge Luis Borges, no los une el amor sino el espanto.

Hay otro punto de unión: la injusticia que están viviendo. Gladys: “Si no venimos, si no nos hacemos escuchar, van a creer que está todo bien, que estamos conformes, y no es así. Tenemos haberes miserables, mientras los legisladores cobran 9 millones, es una vergüenza”. Y subraya: “Esta vida es una vergüenza, parece como si quieran matarnos”. 

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Jubilada y un arma novedosa: pompas de jabón.

Betty la interrumpe: “Es que sí, nos quieren matar. Milei es un déspota, un criminal, que se complace en sacarnos a los pobres lo poco que tenemos”. Se hace una pregunta: “¿Cómo se explica, si no, que pretenda que vivamos con 350 mil pesos? Seguro que para mantener a esos perros grandes que tiene gasta mucho más que eso. Es un atorrante”. 

Más allá de la represión policial (primero las fuerzas federales y desde hace tres miércoles la Policía de la Ciudad) y las divisiones de las organizaciones de jubiladas y jubilados, hay algo que no cambia: la convocatoria permanente cada miércoles a las 15 frente al Congreso de la Nación, potenciada desde hace diez días cuando Javier Milei vetó el aumento de 7.2% de las jubilaciones y el retorno de la moratoria previsional. Al ratificarse el veto, el aumento de agosto para las y los jubilados fue del 1,62%, por lo que la jubilación mínima sigue desplomada, en $ 314.243,51.

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

Manuel, 75 años, cuenta por qué sigue viniendo: “El objetivo común es ponerle un freno a Milei, que está haciendo padecer a la Argentina. Debe entender que es el Presidente, no un emperador como pretende ser, que no acata las leyes ni las instituciones”.

¿Cómo se lo frena? “Como creo que en la democracia, el parate a Milei debe hacerse en las urnas y para eso hay que hablar con cada persona, crear conciencia, seguir desmintiendo todas las barbaridades que dice. Por eso también estamos hoy acá y seguiremos estando”. 

Manuel lleva un cartel que dice: “Milei vetó, nosotros votemos”. Y lo firma “un viejo meado”. 

Cierra, hasta el próximo miércoles: “No nos quedemos en casa, es la única manera de cambiar esto”.

Marcha de jubilados: lo que une el espanto

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Carne

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Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Por Claudia Acuña.

Son las siete y cuarto de la tarde y en la sucursal del supermercado Coto de la calle Castro Barros, barrio de Almagro, hay cuatro mujeres haciendo fila en la sección carnicería. La primera es una anciana que tiene en las manos apretado el monedero y la mirada atenta en el corte de la carne que pretende: ojo de bife. Le pide al muchacho que tiene el cuchillo expectante en el trozo que le saque toda la grasa que pueda para que pese menos. El muchacho lo hace con esmero. La mujer le pide luego que lo corte lo más finito que pueda. El muchacho lo hace con precisión milimétrica. “Doscientos gramos”, le anuncia y la mujer agradece. Dirá luego, sonriendo, que quiere darse ese “gustito” porque hace tiempo –no dice cuánto, pero suena a demasiado– que no come carne. El muchacho le entrega la bolsa sin mirarla a los ojos: fija la vista en la siguiente mujer, más joven, que está acompañada por su hija, que no supera el metro de altura y parece estar cantando para sí misma Ojalá, el tema de María Becerra.

“Oja-ojalá-lá

que te vuelva el karma
Eras un muñeco

porque no tenías alma….”

La mujer pide dos churrascos de paleta. Otra vez: cortados finitos.

El muchacho vuelve a esmerarse y luego, los pesa.

Teclea en la calculadora de la balanza. La mujer está expectante de los números digitales y cuando asoma el resultado ordena:

“Deja solo uno”.

La balanza vuelve a dictar la cotización.

La mujer señala entonces con esperanza un fragmento que quedó en la tabla.

“Probá con ese que parece más chico”, pide.

El muchacho prueba.

La balanza dictamina el mismo precio que con los otros dos.

“Dejá uno solo”, repetirá la mujer casi sin voz.

Cuando el muchacho le entrega la bolsita, agrega:

“Perdón”.

La tercera mujer pregunta si hay huesos para caldo.

El muchacho responde que ya se los llevaron todos.

La mujer se va.

La cuarta soy yo, que estoy sin palabras.

El silencio obliga la mirada del muchacho directo a los ojos.

“Así, todo el día”, dirá.

¿Hace falta decir algo más?

(Imagen, diario Tiempo Argentino)

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San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

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Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Desempleo, estampitas, falta de comida, espigas, chicha (nueva droga que invade los barrios, gracias a la crisis), vetos, bendiciones y maldiciones, goleadas, votos, malos pensamientos, arrepentidos, desquicios, la forma actual de la corrupción, la inseguridad, los zombies. Los temas que no aparecen en la política, resurgen con San Cayetano, que volvió a reunir a la gente para pedir y agradecer trabajo entre otras cosas, para tener paz y para marchar a lo largo de 15 kilómetros hasta Plaza de Mayo. Conversaciones en ese trayecto que atraviesa varias avenidas del presente.  

Por Lucas Pedulla

Fotos: Juan Valeiro

Marcela, 52 años, vende espigas a 1.000 pesos en la estación de Liniers. Llegó de Lanús a las nueve de la noche del miércoles para vender en las inmediaciones de la iglesia de San Cayetano, patrono del pan y del trabajo, en su versión 2025. Lo primero que percibió fue la cantidad de personas que iban a pedir comida. «Un montón, el año pasado traían sus viandas», compara.

No le sorprende: ella está más ajustada, el alquiler sube y las matemáticas para alimentar tres hijos necesitan otras audacias. No habla de cifras, solo dice que «cuesta más».

¿Y el gobierno? Revolea los ojos: «Soy de derecha, pero no lo voté».

¿A quién votó? «A Bullrich. Después no voté porque no me convencían ni Massa ni Milei. Por eso ahora tampoco voy a ir a votar». Bullrich está en el gobierno y como ministra de Seguridad es la que reprime todas las semanas a jubiladas y jubilados. Marcela levanta los brazos: «Estoy en contra de que hagan eso, como también de las barbaridades que está haciendo con los vetos».

Marcela ofrece espigas a quienes pasan, y vaticina las próximas elecciones: «Para mí le va a ir mal. Está desquiciado».

San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

De los gases a las espigas, la alegoría de Marcela refleja también algo de esta Argentina, un día después de la dura goleada sufrida por el gobierno en la Cámara de Diputados (12 a 0 entre leyes votadas y vetos rechazados), en medio de otra cruda represión a jubilados y trabajadores de prensa. Entre ellos, el fotógrafo de la agencia AP Rodrigo Abd, que salió un rato de la clínica a donde lo atienden para ver la marcha que hoy no pudo cubrir: le están haciendo estudios por una inflamación en la parte media de su oído derecho por el impacto del chorro del camión hidrante que recibió ayer en la Plaza de los Dos Congresos. Fue uno de los atacados por la policía de un gobierno que publica en las redes propias y de sus asalariados: “No odiamos lo suficiente al periodismo”.

San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

Pensamientos y bendiciones

Sobre la calle Cuzco, entre puestos de estampitas y velas con promos de dos por 1.000, siguen las filas para que los curas bendigan espigas, estampas y velas. Ema, 65 años, y Marcelín, de 68, son una pareja de jubilados que cobran la mínima y también se vinieron de zona sur, de Glew. Marcelín dice que la cosa está brava: «Uno viene a agradecer por todo lo que San Cayetano nos ha dado hasta ahora. La situación está bastante comprometida: todo lo que es para bien lo vetan enseguida». Por eso, suma Ema, hay que agradecer: «Y pedir por los hijos y los nietos. Está difícil para los jóvenes, no hay expectativa para un chico de 20».

Ema pide si podemos, por favor, no hablar de política. «Uno viene para tener paz y transmitirle paz al otro. Si todo el tiempo estamos con malos pensamientos…», dice pero no termina la frase porque la fila avanza y el cura está ahí y ella va rumbo a la bendición: «Nos vemos».

San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

La agenda invisible

Desde allí se prepara para salir la novena movilización que los movimientos sociales nucleados en la UTEP organizan en el día de San Cayetano. También adhirieron y convocaron gremios, sobre todo de las dos CTA, que caminaron unidas. La marcha cruza toda la ciudad por una de sus arterias principales, Avenida Rivadavia, que conecta el territorio porteño con un oeste infinito. Liniers, casa de la iglesia, oficia de punto neurálgico donde también llegan vecinas y vecinos de todo el conurbano. 

La distancia total a Plaza de Mayo es de 15 kilómetros. Hubo una posta en Flores, frente a la Basílica donde comenzó su carrera Jorge Bergoglio. Lo recordaron con un audio suyo, ya como Papa Francisco, donde habla de cuidar el medio ambiente y luchar por paz, pan, tierra, techo y trabajo. Es el primer San Cayetano sin Francisco como actor espiritual y político.

San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

La marcha arrancó a las 9 de la mañana, llegó a Casa Rosada cerca de las 14, y tuvo en Congreso la sumatoria de columnas nutridas que cruzaron la 9 de Julio en dirección a Plaza de Mayo, a donde llegaron, como llegan hace nueve marchas, con una agenda de temas tan profundos que no entran en los debates políticos: comedores, trabajadoras de cuidado, jóvenes en proceso de recuperación de adicciones, recorte de alimentos, falta de acceso a la tierra, y parálisis de la obra pública de integración socio-urbana que lo único que permite es el avance de la narcoestructura territorial.

San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

Cuando te comen la cabeza

Mauricio, 27 años, es uno de los que puede jactarse de caminarse todo. Milita en la JP Evita. Vino del barrio Victoria, en Moreno, la última estación del tren Sarmiento. «Laburo para pibes desde 18 años y la cosa está fea. La última vez salimos a repartir 320 porciones de comida. En un día. Es un montón. Y vemos que mucha gente del barrio que antes no venía, ahora llega. Impresiona: cada vez se suman más».

Otra cuestión es el consumo problemático: «Está a full, y sube cada día. Intentamos hablar con los jóvenes para que no caigan, pero es una problemática que crece. Peleamos para frenarla. Pero al pibe le comen la cabeza. El transa de la esquina les dice: ‘Vendé acá y te doy plata». Y los pibes, lamentablemente, con eso los compran. Pero no les dan nada».

Para Mauricio, el hambre y el consumo son dos temas ausentes del actual debate político. ¿Cómo buscar de nuevo a esos pibes? “Siempre les hablo para enamorarlos de la política. Le digo: ‘En la política está todo’. Hay desencanto, sí, pero por cómo está el país entienden que tienen el poder para cambiarlo. Hasta con un voto”.

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La estrategia electoral de Arturo

Por Rivadavia también marcharon jubilados que todos los miércoles están en Congreso. Uno de ellos es Arturo, vecino de Almagro, que tiene una de las mejores estrategias de comunicación alguna vez creadas: con una sartén ya rota por los golpes que le propina con un utensillo de metal, se mete en cuanto comercio o local ve abierto. Y grita, por cuadras: “Fuera Milei, estafador. ¡Gobernás para los ricos!”. Se asoma a kioscos, verdulerías, cafeterías y aprovecha los momentos que las puertas de algún COTO o banco se abren: “Fuera Milei, ¡fuera!”. Hasta algunos policías ya sonríen. El cálculo de Arturo: “Hoy conseguí 1.000 votos”.

Arriba de un tractor cruza la 9 de Julio el padre Toto, de la parroquia Virgen de Caacupé, de la Villa 21: “Esta marcha es donde tengo que estar”. Una entrevista con Toto y su trabajo en el barrio sobre la cuestión de consumo se publicará en la próxima edición de MU.

San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

La chicha y los zombies

Samantha, 30 años, es de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) de Rafael Castillo, en La Matanza. En el comedor dan de comer a 30 personas por día y cada vez son más. “Los maridos se quedan sin trabajo y no les alcanza para pagar las cuentas. Dejan de pagar las tarjetas de crédito. Los chicos sólo comen gracias a los comedores de los colegios”. 

Cuenta que entró una droga nueva al barrio, a la que llaman “chicha” y definen como peor que el paco: “La consumen muchos jóvenes, pibes de 14 o 15 años. Los deja como zombies. A veces ni te reconocen. Chicos que iban al colegio y de pronto dejan”. Al debate político también le falta una discusión seria sobre seguridad, explica Samantha: “Es un tema llevar a mi nene a las 6.30 a la escuela. No voy con el celular porque no sabés lo que puede pasar”. 

Para las elecciones que vienen, La Libertad Avanza propuso como candidato de la Tercera Sección Electoral, donde predomina La Matanza, al excomisario Maximiliano Bondarenko. Samantha abre los ojos: “Pero eso es más corrupción. Necesitamos un debate en serio”. Piensa que hay condiciones: “Muchos vecinos se han arrepentido de haberlo votado a Milei. Creyeron, pero te dicen: ‘Me equivoqué’. Algunos tenían un almacén, o capaz que otro negocio, y lo tuvieron que cerrar”.

San Cayetano: 15 kilómetros de realidad

Potenciar narco

Vanesa, 33 años, vino de Melchor Romero, en La Plata, y lleva una pechera del Partido Comunista Revolucionario (PCR). «Soy comunista y banco al Papa», se presenta. «Es el primero que habló de techo, tierra y trabajo».

¿Cómo está el barrio?: «Se la está pasando malísimo: desde que asumió Milei, a los comedores no van más alimentos. La mayoría de la gente no llega a fin de mes. El Potenciar Trabajo está congelado en 78.000 pesos y no se mueve. ¿Cómo hacés? A nuestro comedor vienen más de 100 personas por día. Las compañeras sacan de su casa para la olla porque no alcanza. Los barrios se organizan: unos dan merienda, otros dan cena, pero a fin de mes es tremendo, con jubilados, desempleados. Hoy ves gente revolviendo basura en cada cuadra».

De nuevo, el hambre como tema. Y el narco consumo: «Creció horrores. El narcomenudeo arrasa. Pibes que dejan el colegio para ser ‘soldaditos’ de los transas. Les ofrecen plata fácil, pero los hacen mierda. Desde que asumió Milei, todo está peor: ves nenes de 8 o 9 años consumiendo paco».

A este combo le agrega que llegó la factura de luz de 200.000 pesos. Y 36.000 a otro comedor. «Las garrafas de gas están a 15.000 cada una. No duran nada. Muchos cocinamos con leña para estirar».

¿Cómo salir de esto? Vanesa sigue marchando y tiene una hipótesis: «Uniéndonos y saliendo a la calle. Milei vino a sacarnos nuestros derechos. La única forma es resistir organizados» dice rodeada de gente, de espigas y tal vez de preguntas.

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