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Es la educación pública, estúpido

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La marea humana inundó no solo la Plaza de Mayo sino todo el centro porteño. Desde el palco se habló de 800.000 personas, pero no contabilizaban la multitud movilizada en todas las calles, ni las masivas marchas en todo el país en defensa de un objetivo que es parte crucial de la genética y la identidad argentina: la educación pública. Fue mayor a la de por sí gigantesca convocatoria del pasado 24 de marzo, otra demostración sobre cuáles son los temas que movilizan en la calle a la sociedad argentina. Un límite al gobierno de Javier Milei, expresado muchas veces con los libros, que también fueron protagonistas de la tarde: se vieron muchísimos Nunca Más y ediciones de la Constitución Nacional, y se agregaron, entre miles, ESI, Pedagogía del oprimido, Farenheit 451, El Principito, El Anticristo, La razón de mi vida, Psicología de masas, Un mundo feliz, Las venas abiertas de América Latina, El Alquimista, Mujercitas, Macbeth, Crónica de una muerte anunciada.  Hubo un fuerte protagonismo de las universidades del conurbano, que han permitido a miles de familias contar con una primera generación de graduados. Se sumaron todas las facultades de la UBA, las privadas, los secundarios, las organizaciones de derechos humanos y el gremialismo. Creatividad, humor, convicciones, sentido común y potencia social: palabras e imágenes de una movilización histórica.    

Producción, textos y fotos: Lucas Pedulla, Lina Etchesuri, Franco Ciancaglini, Anabella Arrascaeta y Francisco Pandolfi/lavaca.org.

Es la educación pública, estúpido

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Cuatro jóvenes que apenas superan los 20 años, llevan tres carteles:

  • “Si los de abajo se mueven, los de arriban se caen. Las armas están en la biblioteca”.
  • Una frase de José de San Martín: “Cuando la patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla”.
  • “Con este gobierno el abecedario es O-B-D-C”.
  • Son las doce del mediodía y la estación Ramos Mejía del tren Sarmiento, en La Matanza, rebalsa, mientras empiezan a llegar imágenes de Retiro y de Constitución (las otras estaciones que conectan el conurbano con la Ciudad de Buenos Aires) que preanuncian lo que se vio durante el día: una marcha conmovedora e histórica.
Es la educación pública, estúpido

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Que esos fueran los puntos de conexión muestra además la importancia que cobraron en los últimos años las universidades del conurbano bonaerense, que abrieron el acceso a la educación a cientos de miles de estudiantes cuyas familias jamás habían podido pasar por el nivel educativo terciario. En la estación hay un clima serio, a la vez de entusiasmo.

Agostina, 20 años, estudiante de Ingeniería Informática en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), cuenta que es su primera marcha y está nerviosa: “Es la primera vez que algo así me pega tanto. Estoy emocionada”. Greta, 20, estudiante de Comunicación Social, también de la UNLaM: “Están vulnerando nuestros derechos, y todos necesitamos a la universidad pública y de calidad”. Candela, de 21, estudia Literatura en el Joaquín V. González: “Hoy tengo compañeros que no están pudiendo cursar, porque no llegan a pagar la SUBE”. El transporte también empieza a ser menos público. Y Sofía, de 19, estudiante de Educación Física, cuenta que su hermano votó a Milei: “Nos quieren ignorantes”.

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Universidad como élite

El tren llega. La estación colmada colma el tren. Apretada con otros cientos de cuerpos viaja Fabiana, 45 años, a siete materias de recibirse como Ingeniera Eléctrica en la Universidad Nacional de Hurlingham (UNaHU), gracias a una beca que hoy está en peligro: “La educación pública es el camino, no tiene porqué ser un privilegio. Se han dicho muchas mentiras y es nuestra obligación defender a todos aquellos que hoy no pueden estar porque están trabajando, o cuidando sus hogares”. Fabiana tiene cuatro hijos y uno está cuidando a los dos más pequeños para que ella pueda estar: “Tienen un pensamiento que los lugares estratégicos de poder solo puedan estar personas con privilegios”. 

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Todo ocurre este martes, al día siguiente de la declaración del presidente Javier Milei por Cadena Nacional según la cual su éxito económico es una “hazaña” y un “milagro”, y pocos días después de la declaración en el Llao Llao planteando que quienes fugan dólares son “héroes” e incitando a comprar dólares “en negro”, ante el aplauso de una patética cúpula empresaria.

El tren llega llega a Once, y entre la multitud baja Yohia, 32 años, docente en la Facultad de Psicología de la UBA: “El gobierno quiere moldear otra idea y otra subjetividad, en un país donde hay consensos básicos que hemos construido. Uno es los derechos humanos, otro es la salud, y otro la educación. Atacan esto porque la orientación es al servicio de sectores empresariales y necesitan una universidad donde los conocimientos sean a favor del mercado. También atacan al salario. El objetivo es que vayan cada vez menos trabajadores y sea un lugar de élite”. Dato sobre calidad: la Universidad de Buenos Aires está considerada entre las 100 mejores del mundo.

La estación rebalsada ahora colma Plaza Miserere, las escalinatas de la estación, desborda hacia la calle. “Universidad de los trabajadores y al que no le gusta se jode”, es el canto.

La marea confluye en Avenida Rivadavia. Comienza una marcha histórica. 

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

La papada y las facturas

Cunden los carteles:

  • “Nos quieren huecos para que los votemos”.
  • “Estudiá arte, no seas gendarme”.
  • “Cuando se lee poco, se dispara mucho”.
  • “Sin universidad pública no hay futuro”.
  • “Milei: tenés papada”.  

Por Callao avanzan columnas de universidades nacionales: San Martín (UNSAM), Tres de Febrero (UNTREF), General Sarmiento (UNGS). Esta última, en la semana previa a la marcha, publicó una serie de datos que explican esta movilización gigantesca:

  • El recorte del Gobierno alcanza a 2.5 millones de estudiantes.
  • En Argentina hay una universidad cada 350 mil habitantes, menos que Brasil (1 cada 35 mil) o México (1 cada 45 mil).
  • El gasto público representa 1% del PBI, como en los otros dos países, pero en Argentina 8 de cada 20 estudian en instituciones públicas, 5 más que en Chile y 7 más que en Brasil.
  • Y cierra: “Si Milei deja de regalarle 100.000 millones de pesos al año en exenciones impositivas a Mercado Libre, se pueden financiar los gastos de funcionamiento de las 62 universidades nacionales”.

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Sobre la calle, uno de los que marcha es el profesor e investigador Eduardo Rinesi, exrector de la UNGS: “Estamos ante un gobierno manifiestamente desaprensivo respecto a la educación pública, la vida comunitaria, la idea misma de que somos algo más que la pura suma aritmética de los átomos individuales. Una sociedad es esto: un movimiento colectivo hacia lo común, y una de sus dimensiones decisivas es, sin duda, la educativa”. 

¿Qué busca el gobierno? “Hacer de la sociedad una colección individuos egoístas, que vean al prójimo como un adversario, o como un depósito circunstancial de órganos que el día de mañana puedo necesitar y comprar en el mercado. Contra esa idea absolutamente ignorante y canalla y cruel, me parece que hoy la movilización popular está mostrando otra posibilidad”.

Enrico Riboni es un periodista italiano de larga trayectoria, que trabaja en Francia y está de visita la Argentina. Tras recorrer todo el centro plantea: “Es la movilización más grande que he visto en toda mi vida”.

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Cerca del Congreso discutían motociclistas y agentes de a pie de la Policía: “Si llegan, hay que arrearlos” ordena el de la moto. Otro le contesta, viendo la oleada humana que crecía: “Vamos a relajarnos. Lo positivo es que tenemos facturas”. Cuando la columna llega a Callao, la multitud obliga al desplazamiento de la policía. El protocolo antipiquetes de Patricia Bullrich nuevamente atravesado.  

Pasa una familia de tres integrantes. Cada uno con un cartel. “Papá Albañil”, “Mamá ama de casa”, “Hija profesional universitaria”. Van sonriendo. Es conmovedor.

Entre la juventud se ve con una sonrisa grande como esta marcha a Ángel, 75 años, docente jubilado: “Yo fui a escuela pública, mis hijos también, mis nietos están en universidades públicas. Es lo que puede lograr el equilibrio social que, más o menos, los que menos tienen tengan algo más, y parece que a esta gente que tenemos en el gobierno no le gusta mucho eso. ¿A vos te parece que los senadores se hayan aumentado mientras a nosotros nos recortan? Es una burla”.

¿Y qué espera? Ángel piensa y dice: “Que esto termine pronto”. 

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Entre Mujercitas y El Anticristo

Una de las consignas de la marcha fue que cada quien llevase un libro. Uno de los más vistos fue el Nunca más. Otro fue la Constitución Nacional.

Y siguen, en manos de la muchedumbre, transformándose en sí mismos en una lectura:

  • Pedagogía del Oprimido, de Paulo Freire.
  • Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano
  • El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry.  
  • El alquimista, de Paulo Coelho
  • Poder y desaparición, de Pilar Calveiro.
  • Psicología de las masas, de Sigmund Freud.
  • Mujercitas, de Louisa May Alcott.
  • Galileo Galilei, de Bertolt Brecht.
  • Pedagogía de la autonomía, también de Freire. 
  • Un mundo feliz, de Aldous Huxley.
  • Macbeth, de William Shakespeare,
  • 1984, de George Orwell.
  • Fahrenheit 451, de Ray Bradbury.
  • El Anticristo, de Nietzche.
  • Operación Masacre, de Rodolfo Walsh.
  • Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez.
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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Nancy, 62 años, del Plenario de Trabajadores Jubilados, lleva ¿Quién mató a Rosendo?, una investigación de Rodolfo Walsh sobre el asesinato de Rosendo García, y el trasfondo sindical de la izquierda y la derecha peronista en los sesenta. “Habla de la burocracia sindical. Y a la CGT, que es parte, lo que le estamos diciendo desde que asumió es que llamen a una gran huelga. El disparate que dijo Milei anoche sobre el superávit lo consiguió gracias al ajuste que nos aplicó a los jubilados de diciembre hasta hoy. Este mes cobramos la jubilación en dos cuotas, no alcanza ni a cubrir la canasta básica. Y esto te lo digo a vos, joven: nuestro destino como trabajadores jubilados está atado al destino de ustedes como jóvenes desocupados, en negro, uberizados. Si esta lucha triunfa, como fue allá en el Cordobazo, nosotros vamos a tener posibilidades”. 

Ana, de Flores, también docente jubilada, exdirectora de educación especial, tiene en sus manos El anticristo, de Friedrich Nietzsche: “Está relacionado al ser humano. Y estamos en una época donde el ser humano está un poco borrado, o lo quieren borrar o desdibujar en su esencia. Pasa que los que no son humanos son los que tienen el poder hoy. Pero tengo la esperanza de que vamos a salir gracias a las personas que todavía hoy tienen un sentido de humanidad, que pueden ver al otro y sus necesidades. Eso es esta marcha”. 

Ana, de 72 años, jubilada, de Lanús, agita Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez: “Es que desde el primer día sabíamos que este Gobierno iba a hacer esto. No soy docente, no estudié en la UBA, pero vengo porque esta plaza representa en todo: sin la educación pública, nuestros hijos y nietos no van a poder desarrollarse. Y hay que tomar conciencia que nosotros somos los poderosos y tenemos el saber”. 

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Ciencia, Conan y jamoncito

La marcha avanza a paso lento por Avenida de Mayo en dirección a 9 de Julio. Es un primer indicador de la masividad que luego calcularán en más de 800 mil personas: generalmente, los embudos de movilización suelen generarse de 9 de Julio en dirección a Plaza de Mayo. Esta vez Congreso fue un epicentro muy fuerte donde había banderas que iban desde el PTS hasta La Cámpora, o de los Jubilados Insurgentes hasta gremios de la CGT.

Cecilia Moccia es la prosecretaria de Prensa de la Asociación de Personal Aeronáutico (APA y dice que esta marcha es la primera del plan de lucha convocado por la CGT: luego viene la movilización del 1º de mayo y el Paro General del 9. “El descontento va a crecer. Hoy no existe una única organización que nuclee a todos los sectores en lucha, es el problema político que tenemos, pero va a ser cuestión de tiempo de que eso se genere. Este gobierno es neofascista y apunta a la destrucción, no solo de la educación”. 

Sobre los pedidos de paro general, aporta una sonrisa: “Celebro que hace mucho tiempo que la CGT no se ponía al frente: tuvimos un paro a dos meses de la asunción, algo que no pasaba hace muchos años. Por supuesto que hay quienes siguen en la lucha, otros que se ponen un precio, pero al menos desde APA intentamos seguir el camino de defender Aerolíneas Argentinas, Intercargo y Fadea (Fábrica de aviones), parte del plan de destrucción de empresas públicas de este gobierno”. 

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Durante el embudo llega un mensajito de Ana Tauil, militante de Nietes (organismo que adhirió y cuyos integrantes están marchando con sus universidades), socióloga, que trabaja en el Observatorios de Crímenes de Estado de la Facultad de Ciencias Sociales en la UBA: “Hay un ataque a todo lo que produce la universidad como espacio que piensa otras lógicas, otros mundos, otras racionalidades, donde lo humano es mucho más que Capital Humano. La universidad representa otra forma de pensar la vida en comunidad”. 

Esta comunidad sigue avanzando a paso lento, pero el embudo hace posible disfrutar de más carteles:

  • “Sin ciencia no hay Conan”.
  • «Si hoy no aprobamos Calle, no podemos cursar Futuro. Son correlativas».
  • “La UBA, el Diego y mi vieja”. 
  • “Soy del 45% que no entregó al país”.
  • “Educar es combatir”.
  • “Al final la casta eran mis sueños”.
  • “Estudiá, no seas como Adorni”.
  • “Soy profesional gracias a la universidad pública”.
  • “Ahorrar en educación enriquece la ignorancia”.
  • “Que el privilegio no te nuble la empatía”.
  • “La universidad nos enseña a pensar y no a obedecer”.
  • “Por qué tanto miedo de educar al pueblo”.
  • “Los enfermos de cáncer no son variables de excel”.
  • “Estoy tan enojada que hice un cartel”.
  • “Jamoncito te vamos a fetear”.
  • “Abuela analfabeta, Madre terciario incompleto, hija médica formada en la universidad pública”.
  • “Este cartel es tan pedorro como el discurso de Milei”.

En algún momento el embudo se destraba.

Las miles y miles de personas seguimos marchando.

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Los milagros existen

Lala Buján, jubilada con la mínima, lleva el libro Psicología de masas de Freud bajo el brazo. “Milei es un títere, la gran pregunta es quién nos gobierna” dice, mientras acepta que la “psicología de masas” de las sociedad anda un poco trastocada.

“Él se mete con la educación porque prefiere los celulares que te cierran la cabeza. Lo que subyace a eso –señala mi celular- es mierda”. De fondo se escucha el cántico: Armas no, libros sí. ¿Podría ser celulares tampoco? “Eso, éste ganó por los celulares. Al libro lo podés consultar y absorberlo. Con esto –vuelve a señalar mi celular- no te queda nada”.

“Necesitamos un milagro”, dice sobre cómo sacarse de encima estas pesadillas. “Y creo en los milagros”.

Sobre la Avenida Entre Ríos se encolumnan distintas organizaciones y sindicatos que tienen una raíz común: el conurbano bonaerense. Y más precisamente, La Matanza. “Mi familia, que no se moviliza nunca hacia Capital Federal, hoy vino”, informa Lorena González, trabajadora estatal, pensando en sus dos padres y también en sus sobrinos: “Mi sobrina es primera generación: licenciada en Nutrición en la Universidad de La Matanza. El recorte educativo pega fuerte ahí, eso es lo que no vio este gobierno”, dice ella que formó parte del Estado que amplió las universidades nacionales a los distintos distritos.

Es la educación pública, estúpido

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Ella, como estudiante fue parte de las movilizaciones en los 90 contra otros recortes de fondos educativos. Y marca una diferencia: “Se crearon 30 universidades que quedan a cuadras de las casas de los laburantes. Es recuperar la idea de la educación como movilidad social, a su vez que un detonante o una excusa por todo lo que está pasando”.

A su lado la multitud parece darle la razón: “Soy primera generación de contador”, dice un cartel, al lado de otro que asegura: “Los hijos de obreros queremos estudiar”.

Luego se cantará “el que no salta, votó a Milei”, y si bien la mayoría respeta la consigna, por abajo alguien menciona que, al menos estadísticamente, debe haber muchos que lo votaron y hoy marcharon.

“La grieta hoy es otra”, culmina Lorena. “A esos pibes que lo votaron y son de abajo hay que abrazarlos también”.

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Ayuda terapéutica

Lucas tiene 21 años y vive en Palomar. Estudia profesorado de historia, en Haedo, en el instituto de superior docente 45. Ahora está pasando por la puerta de la UNA (Universidad Nacional de las Artes), que en su puerta puso un aviso, para que nadie pueda andar por ahí desentendiéndose de la situación: «Universidad cerrada. Docentes y estudiantes por la educación pública». Al lado de la inscripción hay dibujado un lápiz, al que de la parte de arriba le nace un puño. 

Fotos: lavaca

Lucas pasa por el costado, llevado por una marea de la que es parte. No se desentiende. Lleva puesta una remera negra. Un pantalón negro. Y unas zapatillas negras. Lleva colgado un cartel: “Vinimos vestidos de negro ya que estamos de luto porque el gobierno asesinó nuestra educación”. Explica: “La educación es la única herramienta para darle al pueblo, que pueda salir de la pobreza y así combatir todo tipo de injusticias”. 

Su mamá es ayudante terapeútica. Su papá está desempleado. Analiza la situación general: “Es un gobierno que está planteando muy mal las cosas. El discurso de ayer fue ridículo, dejó de lado lo que está viviendo la gente”. Y cierra: “La educación está cada vez peor; y si bien no le hecho la culpa solo a este gobierno, con este desfinanciamiento se van a notar mucho más las diferencias sociales”. 

Cuesta escucharlo a Lucas. Las canciones se suceden una tras otra, al compás de la música que generan al pasar miles y miles de pies, de carteles, de libros. «Qué cagazo, qué cagazo, obreros, estudiantes como en el Cordobazo», cantan miles de estudiantes que caminan por Bartolomé Mitre y Riobamba, en dirección a la Plaza de Mayo. Unos metros después, en la esquina de Callao, ya no pueden caminar más. Falta una hora para que se lea el documento y las calles están atestadas. 

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Parado, intentando infructuosamente ganar algún metro, está Mikel. En la mano izquierda sostiene un libro. Llego a leer: Curso de ingreso 2024.  El libro está como nuevo.Mikel lleva un cartel escrito a mano, de manera muy prolija, que explica el por qué: “Este libro está sin usar porque tuvo que salir a buscar un segundo trabajo para subsistir. Hoy marcho para que los estudiante no tengan mi presente. Hoy defiendo la esperanza de algún día poder ser universitario”. Las palabras marchando se leen por todos lados. En cartones, en hojas, en banderas; así se multiplican los sentires de este momento de la historia: «Me armo de libros, me libro de armas»; «La educación iguala las oportunidades»; «Estudiantes informados, jamás manipulados»; «No hay educación sin inclusión». “Por una educación que nos enseñe a pensar, no a obedecer”. Y así en cada esquina, en cada vereda, en cada calle.

Mikel vive en Morón y tiene 29 años. Vive con su marido y es el único que por ahora tiene un sueldo. “Bajo”, subraya. Pensó, soñó, que este año sí se le iba a dar. “Ahora mismo tendría que estar en el aula de la Universidad de La Matanza”. Lo esperaba la carrera de Ingeniería Informática. “Fue imposible en este contexto. Si estudio, no comemos”, resume. Y hace una comparación que profundiza el análisis: “Quienes apoyan a un gobierno como este, igual tienen el derecho de estudiar en la universidad pública. En cambio, las medidas de Milei solo están generando una mayor segregación, con el acceso a derechos para pocos”. 

Su mamá es manicura y masajista; su papá, obrero. “Iba a ser el primer universitario de la familia; estábamos muy contentos”. ¿Por qué pasa lo que pasa? “Yo sólo pude hacer un curso de ingreso y ahí estudié la historia de las universidades. Sólo eso, ya me abrió la cabeza. Las universidades son eso, abridoras de cabeza. Quien piensa no se deja pisar, entonces son de las primeras cosas a sacar, porque saben que un pueblo sin educación está condenado”.

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Corazón mentiroso

Sobre Avenida de Mayo y 9 de Julio, la marcha toma una nueva dimensión: las columnas que vienen del sur del conurbano y las que vienen del norte. Hay gente por todas partes: de la UADE a la UNGS, y de la CGT a movimientos sociales como el FOL (Frente de Organizaciones en Lucha). Allí está Maga Gargarello, 37 años, delegada de Florencio Varela, sur conurbano: “Somos laburantes precarizados, cooperativistas, que tuvimos la posibilidad, en algunos casos, de ser primera generación de la familia que llegó a la universidad. Además de ser gratuitas, son públicas y de calidad. En nuestras propias organizaciones también tenemos escuelas de oficio y espacios de aprendizaje y formación. Este gobierno viene por todo, y ese es el objetivo de atacar la educación”.

Hace unas semanas los movimientos sociales sufrieron una cruel represión sobre esta misma avenida, solamente por reclamar el envío de mercadería a más de 45 mil comedores: “La foto del barrio hoy es una pobreza que desde hace muchísimos años no se veía. Jubilados que hacen fila en nuestros comedores. Vecinos con oficios que perdieron su trabajo. Estamos discutiendo la comida: es tremendo. Nuestras compañeras hoy se están endeudando con Mercado Pago para comprarle comida a sus pibes, mientras el Gobierno anuncia que las asignaciones vamos a cobrarlas por Mercado Pago. Galperín así nos sigue sacando guita. No hay salida, salvo organizarte, porque ya no hay nada por perder”. 

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Las columnas llegan con este tono a la Plaza. Allí se baila Mentiroso, el hit de Karina la Princesita, y se canta con pasión su estribillo: Se acabó, tu mentira se acabó / Se acabó y te digo basta, basta, basta / Mentiroso, corazón mentiroso / No tienes perdón, estás muy loco”. Sin embargo, lo conmovedor llega con el Himno: se canta a voz ronca y a pura lágrima. Allí está Sandra, 53 años, trabajadora de la educación en San Martín. También lleva un libro preciso y sutil para esta movilización, Microfísica del poder, de Michel Foucault. Lo explica: “Me parece importante empezar a entender que en distintos espacios, y en los más obvios, hay poder y relaciones de fuerza. Nos empuja a cuestionar las obviedades, lo básico de un discurso y a pensar las palabras”. Este gobierno viene a cuestionar lo que nos parecía obvio hasta hoy: “Porque quiere tratar de quebrar las relaciones de fuerza y girarlas hacia otro lado, y es importante empezar a creer y volver a pensar aquellas cuestiones que nos definen”. 

Sobre el escenario se empiezan a escuchar oradores y referentes de los sindicatos docentes. También organismos de derechos humanos. Allí habla Adolfo Pérez Esquivel, uno de los cinco Premio Nobel que tiene Argentina, formados en la universidad pública: “Este gobierno compró 24 aviones de combate pero dice que no hay plata para la educación. Presentamos un pedido de juicio político porque no puede ser que destruya al país. Esto es grave” También habla Taty Almeida, de Madres Línea Fundadora, que dice que su hijo Martín fue desaparecido mientras cursaba su primer año de Medicina en la universidad pública: “No bajen los brazos. Piensen en las madres y en lo que sostenemos hace 47 años: la única lucha que se pierde es la que se abandona. Se lo decimos nosotras, que a pesar de los bastones y las silla de ruedas seguimos de pie”.

Es la educación pública, estúpido

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Las comunicaciones telefónicas colapsan, no hay señal. Queda sentir el latido de esta plaza, las 800 mil personas que informan desde el escenario, la dificultad de salir. Dimensionar que es martes, día de semana, y que esta movilización sobrepasó la potencia que se pensaba. Vendrán análisis, adjetivos, operaciones, y mientras los cuerpos se alejan y los cortocircuitos informativos vuelven a hacer sonar celulares, llega una foto: la plaza colmada, todo lo que ya sabíamos, pero visto desde arriba. Lo que se ve es la historia pura.

Y cómo se la defiende.

También, al sacar los ojos de la pantalla, es posible divisar y sentir un último cartel que se divisa mientras el sol se oculta detrás esta movilización:

“Hasta que lo esencial se vuelva visible”. 

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Fotos: lavaca

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Izquierda, derecha y comunicación: la mirada en el oído

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¿Cómo enfocar la “batalla cultural”? ¿Por qué la energía y la iniciativa han cambiado de bando? ¿Es un tema de dinero, poder y talento comunicativo de la derecha? ¿Cómo explicar la influencia de los discursos de odio, sobre todo entre los más jóvenes, la propagación de las fake news, el debilitamiento de los mensajes progresistas y los horizontes de esperanza? ¿Y si no se están pensando bien cuáles son las fuerzas en juego, asumiendo que todo es una cuestión de poder, de técnicas e ingeniería social? ¿Todo se juega en ver quién coloca mejor el mensaje? ¿Podría pensarse de otra manera la comunicación? 

El español Amador Fernández-Savater, autodefinido como “filósofo pirata”, se hace estas preguntas y explora otros modos y claves de pensar, actuar y vivir el presente. El idealismo frente a lo material. El mercado y los influencers frente a prácticas progresistas y populistas: “La debilidad de la batalla cultural hoy en día, tanto de la izquierda clásica (que quiere convencer) como de la izquierda populista (que quiere seducir), es hacer de la comunicación una práctica de mercado, que presupone un conjunto de consumidores aislados, sin percepción activa, sin conversación o lazos entre sí. Estaciones repetidoras de estereotipos, de memes, de contenidos virales” escribe Amador, y brinda sus ideas sobre cómo salir de lo que llama “pulsión suicida” y “pulsión idiota” del presente. La conversación, no encerrarnos en nosotros mismos, la diversidad de tejidos sociales, la batalla cultural en clave materialista y de experiencias capaces de crear otras formas de estar en el mundo y de crear relaciones. “La conversación como ida y vuelta de la palabra en igualdad, como ejercicio de atención y de escucha, no mediado por ningún algoritmo, guion o protocolo rígidos, sino sostenida por los propios participantes”.   

Amador es escritor, investigador, activista y editor. Ha colaborado e intervenido en lavaca y revista MU en numerosas ocasiones. Sus diferentes actividades y publicaciones pueden seguirse en www.filosofiapirata.net. Sus últimos libros son Habitar y gobernar; inspiraciones para una nueva concepción política (Ned ediciones), La fuerza de los débiles; ensayo sobre la eficacia política y Capitalismo libidinal; antropología neoliberal, políticas del deseo, derechización del malestar.

En este caso reproducimos su artículo “¿Hacia una batalla cultural en clave materialista?”publicado en el sitio ctxt.es (Contexto y Acción), una posibilidad de repensar, encarar y debatir la construcción del presente.

Por Amador Fernández-Savater

El mensaje de la derecha prende porque resuena y sintoniza con los miedos y las esperanzas de una vida inmersa en el líquido amniótico del mercado

“Somos una derrota que gobierna”. Leo esta dura caracterización del presente en el último libro del filósofo Juan Manuel Aragües, Gramática de los dioses. A pesar de que hoy gobierna una coalición de izquierdas, donde se pueden encontrar las posiciones antagonistas en que se reconoce el autor, hoy es la derecha (más o menos extrema) quien lleva la iniciativa en el plano social, callejero y anímico, poniendo a la izquierda a la defensiva. El impulso de cambio radical en la sociedad que expresó el 15M (nota: el movimiento de protestas y asambleas en España surgido a partir del 15 de Mayo de 2011) se ha congelado y las políticas de izquierdas se limitan (en el mejor de los casos) a medidas de contención, incapaces de revertir las desigualdades estructurales

¿Por qué la energía y la iniciativa han cambiado de bando? Una respuesta que aparece entre los actores de izquierda implicados en lo que se conoce como batalla cultural es la siguiente: “La derecha tiene más dinero, más medios y más talento comunicativo”. Ese “más” explicaría la influencia de los discursos de odio, sobre todo entre los más jóvenes, la propagación de las fake news, el debilitamiento de los mensajes progresistas y los horizontes de esperanza.

Pero, ¿acaso hubo más dinero, más medios y mejores estrategias mediáticas durante la década anterior, cuando el deseo de cambio tuvo claramente la hegemonía social y cultural? ¿Y si no se están pensando bien cuáles son las fuerzas en juego, asumiendo que todo es una cuestión cuantitativa, de poder, de técnicas e ingeniería social? 

El desafío político, dice Juan Manuel Aragües, es también filosófico, tiene que ver con maneras de pensar. Hay modos de pensar que llevan en sí mismos la derrota. ¿Es la batalla cultural una disputa de mensajes contra mensajes, con los medios y las redes sociales como terreno único o privilegiado? ¿Todo se juega en ver quién coloca mejor el mensaje? ¿Podría pensarse de otra manera la comunicación? 

Idealismo y materialismo 

El libro de Juan Manuel Aragües reivindica la tradición materialista de pensamiento para las prácticas de emancipación. Una constelación de la que forman parte desde Epicuro hasta Gilles Deleuze, pasando por Spinoza y Marx, opuesta resueltamente al idealismo. ¿Qué dice el idealismo? Aragües lo resume así: es la creencia de que un “etéreo mundo de nombres” define la realidad, tiene la verdad de lo real. El fundador de la corriente idealista sería Platón, con su famosa teoría de un mundo de ideas que rige por encima de la imperfecta materia. 

¿Cuál es el problema del idealismo? Ese “etéreo mundo de nombres” simplifica (hasta el borrado) la complejidad y riqueza de lo real, que consiste en la emergencia continua de diferencias imposibles de captar (sin mutilación) en las ideas, los conceptos o esquemas a priori. El idealismo es una “lógica representativa” que pretende dar cuenta de la realidad, como si de un espejo se tratara, pero no consigue captar su dinamismo de cambio y movimiento. 

De la filosofía a la política. La batalla cultural, tal y como hoy se plantea, ¿no sería profundamente idealista? La verdad se sitúa en la teoría o los relatos, se trata de transmitir esa verdad a las masas/ audiencias a través de la persuasión (en el caso de la izquierda clásica) o de la seducción (en el caso del populismo). En los dos casos, se concede a lo ideal –la teoría o los relatos– el privilegio de definir el sentido de lo material. Los constructores de explicaciones y narrativas, los intelectuales o storytellers, tienen el poder y la agencia en esta concepción de la política. 

¿Cómo pensar en clave materialista? La verdad no se sitúa por encima de la materia, en un cielo abstracto de ideas o relatos, sino en la materia misma, en su perpetuo movimiento, en su producción continua de singularidades, en la trama de relaciones entre ellas en que consiste la vida. La materia se define de este modo como un “tejido de diferencias”. También la materia de la sociedad, la materia social. 

 Hay singularidad y hay diferencia, cada uno de nosotros es una perspectiva del mundo, un lector único e irrepetible de la realidad. La percepción es activa, los sentidos no sólo reproducen o reflejan lo que hay, sino que lo recrean. Pero, al mismo tiempo, esa diferencia y esa singularidad, la de cada uno de nosotros, es relacional, es decir, entra en contacto y diálogo con los otros, dejándose afectar y afectando, cambiando a través de los encuentros. 

Pero, ¿qué importa todo esto? ¿De qué sirven estas filosofadas? ¿No se trata finalmente de tener más dinero, más medios y más eficacia en términos de mensaje? La diferencia es decisiva. Si pensamos en clave idealista, el emisor (que tiene la verdad de la teoría o el relato) se dirige a un receptor aislado y pasivo. La comunicación se convierte en un bombardeo de informaciones hacia un conjunto de individuos atomizados, cada cual encerrado en sí mismo y sin relación con los otros. 

Es exactamente así cómo el mercado practica la comunicación. La debilidad de la batalla cultural hoy en día, tanto de la izquierda clásica (que quiere convencer) como de la izquierda populista (que quiere seducir), es hacer de la comunicación una práctica de mercado, que presupone un conjunto de consumidores aislados, sin percepción activa, sin conversación o lazos entre sí. Estaciones repetidoras de estereotipos, de memes, de contenidos virales. 

Cuando se plantea la batalla cultural, la disputa en el terreno de las ideas, sobre la base del mercado, pensando exactamente igual que el mercado, es el mercado quien gana. La principal debilidad no es que el adversario tenga más dinero, más medios y más expertos influencers, sino que se está copiando su modelo, imitando su eficacia, pensando en espejoen simetría con él. 

La cuestión de la práctica 

El idealismo, tal y como lo explica Juan Manuel Aragües, es la creencia de que primero va la conciencia, las ideas, el lenguaje y sólo después la vida. El “etéreo mundo de nombres” da sentido, orientación y dirección a la vida. El materialismo afirma algo muy distinto: la práctica, la experiencia, tiene un efecto determinante sobre la conciencia. Las prácticas y las experiencias de vida pueden generar nuevas miradas, nuevas ideas, nuevas maneras de pensar. 

¿Por qué la derecha lleva la iniciativa en la disputa de las ideas? Podríamos pensar: no sólo porque tenga más dinero, más medios y más talento comunicativo, sino porque las prácticas y las experiencias de vida están de su lado. ¿A cuáles me refiero? A las más diarias y cotidianas: desde el supermercado a la tarjeta de crédito, pasando por el entretenimiento y el turismo, la vida hoy está enteramente organizada por el mercado

Es decir, el mensaje de la derecha prende porque resuena y sintoniza con los miedos y las esperanzas de una vida inmersa en el líquido amniótico del mercado. La izquierda se ríe altanera de los disparates de Trump o de Ayuso, pero ellos conectan con deseos, formas de vida y lenguajes comunes. La derecha hoy es materialista, tiene las prácticas de vida mayoritarias de su lado. Es un materialismo cínico, un materialismo de lo dado, de lo que hay, de lo establecido, pero arraigado en lo real.

La batalla cultural no es sólo cuestión de ideas, de teorías, de relatos seductores, de significantes, de mensajes a colocar, sino que tiene que ver con prácticas, con experiencias, con sacudidas de la vida capaces, según explica la tradición materialista, de generar nuevas visiones del mundo. ¿No fue esa por ejemplo la fuerza del 15M? Sin dinero, sin medios, sin argumentario ninguno, pero apoyado en una práctica de vida diferente, que contagiaba afectos y valores diferentes, fue capaz de cambiar la mirada de un país. 

Razones y pasiones 

Por último, el idealismo, según lo caracteriza Juan Manuel Aragües, desconoce el carácter pasional y deseante de la materia humana. Un miedo al cuerpo, un desconocimiento de los saberes del cuerpo, lo acompañan desde siempre, al menos desde el momento en que Platón decidió expulsar a los poetas de su ciudad ideal. 

La batalla cultural idealista piensa la eficacia de una verdad discursiva depurada de pasiones. En el caso de la izquierda clásica, es la confianza en la pedagogía, la ideología, los argumentarios. La izquierda clásica piensa la batalla cultural como una gran pizarra donde los expertos (que saben) enseñan a las audiencias (que no saben) aquello que debieran saber. En el caso de la izquierda populista, las emociones se tienen en cuenta, es un cierto avance con respecto a la izquierda clásica, pero se piensan como meras identificaciones. La emoción es aquello que hay que captar o suscitar para “colocar” mejor el mensaje. 

En ambos casos se desconoce la capacidad motora de los afectos, su gran fuerza de desplazamiento, la potencia que tienen para movernos y conmovernos. Los afectos no son ni una interferencia en el pensamiento correcto, ni tampoco la emoción pasiva que se adhiere o no a los significantes propuestos, sino una intensidad vital que puede producir nuevas miradas, nuevas visiones y nuevos sentidos para la vida. 

La acción política pensada en clave materialista no sólo es asunto de ideas puras, ni de ideas envueltas en ropajes sexys y atractivos, sino de ideas afectantes. Ideas capaces de afectar los cuerpos –tocarlos, moverlos, conmoverlos– porque ellas mismas nacen desde los cuerpos, en ciertas temperaturas vitales muy distintas al frío glacial del cálculo (político, estadístico, de marketing). La tradición materialista ha llamado a estas ideas “nociones comunes”, imágenes compartidas de mundo que brotan del encuentro de los cuerpos, de las prácticas de vida comunes. 

La batalla del pensamiento

Singularidad y relacionalidad, percepción activa y creadora, tejido de diferencias, prácticas de vida, carácter pasional y deseante de lo humano… Desde estas claves, ¿podría pensarse una batalla cultural diferente? ¿Cómo sería?     

La imagino en primer lugar como la apertura de espacios de conversación. Sin división tajante entre emisores y receptores, creadores de contenidos y consumidores pasivos o repetitivos. La conversación como ida y vuelta de la palabra en igualdad, como ejercicio de atención y de escucha, no mediado por ningún algoritmo, guion o protocolo rígidos, sino sostenida por los propios participantes. 

Espacios de conversación, de palabra recíproca, ni monólogo ni guerra entre posiciones cerradas, sino una trama a la vez común y diversa, singular y colectiva. Una conversación que se alimente de las prácticas de vida (o sea incluso capaz de suscitarlas), que resuene con nuestras experiencias más cotidianas y pueda afectar por ello a nuestra mirada sobre el mundo. Espacios de encuentro, de pensamiento, de deliberación, de participación auténtica.

Allí donde somos convocados a pensar desde lo que nos importa y nos toca, desde lo que vivimos y nos implica vitalmente, se despliega siempre una inteligencia. Somos materia que piensa. La confianza en la igualdad de las inteligencias, en la inteligencia de cualquiera, es un presupuesto materialista. ¿Es posible dirigirse al otro, hablar con el otro, no para convencerle o seducirle, sino para pensar juntos? 

La batalla cultural en clave materialista es una batalla del pensamiento. Juan Manuel Aragües la piensa como construcción de un conatus. El conatus es un concepto del filósofo Spinoza que designa el esfuerzo que hace cada cosa y cada criatura por perseverar en su ser. Pero ese conatus, que Spinoza considera como una fuerza primordial, un punto de partida, Aragües lo piensa más bien como un desafío, una construcción, un punto de llegada. 

Lo dado no es el conatus, como muestra el mundo actual, sino la pulsión suicida. La pulsión suicida del capitalismo en forma de guerra, de agresión a la naturaleza, de ceguera voluntaria con respecto a todas las señales de alarma. La pulsión suicida de cada uno de nosotros como individuos aislados, sin relación, atomizados. Idiotas, en el sentido griego de la palabra, autorreferentes, encerrados en nosotros mismos, incapaces de encuentro con los otros. La pulsión de muerte freudiana viene redefinida en clave materialista como pulsión idiota. 

Construir un conatus para sobrevivir, para plantearnos un horizonte de supervivencia humana en un planeta vivo. Hay que escapar para ello de la idiotez, de la superioridad moral, del identitarismo, de todo lo que nos haga incapaces de encuentro y composición con los otros. Construir el conatus es construir lo común, una salida y un éxodo de la pulsión suicida del capitalismo neoliberal, hoy ya brutalismo

Contra la pulsión suicida, contra la pulsión idiota, contra la vida-mercado y su falsa comunidad de individuos atomizados, la batalla cultural en clave materialista, la construcción de un cuerpo colectivo, un espacio de conversación, un tejido de diferencias. 

Izquierda, derecha y comunicación: la mirada en el oído

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Segunda vuelta

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«Hoy es el día 1.300. Mil policías más trescientos jubilados, y dólar a 1.300» contabiliza un jubilado a lavaca.

Más allá cientos de personas cantan: “Qué vergüenza, qué vergüenza, pegarle a jubilados por 2 pesos con cincuenta”. 

“No se entiende, no se entiende”, le dice luego una jubilada a uno de los alrededor de mil ¿efectivos? que lavaca pudo contabilizar este miércoles en una nueva marcha de jubiladas y jubilados con sus haberes destruidos, que reclaman por su derecho a no ser los que paguen el ajuste que este gobierno prometió aplicarle a “la casta” y no a ellos. Un millar de agentes masculinos y femeninas de negros y verdes y marrones, la gran mayoría sin identificación. Otra jubilada, cerquita, mira al aire y despotrica: “Por qué, por qué tanta policía. ¿Cuál es el sentido?”. El lunes pasado, 24 de marzo, la marcha en la que no hubo ni un policía a la vista fue la demostración de lo que significan los actos pacíficos, que suelen estallar justamente con los shows policiales ordenados por el oficialismo.

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Fotos: Juan Valeiro y lavaca.org.

El despliegue de seguridad fue otra exhibición desproporcionada del gobierno, posiblemente pensando en distraer del dólar más que en los jubilados. La desmesura se notó en cantidad de personal y en cantidad de fuerzas. Policía Federal, Gendarmería Nacional, Policía de la Ciudad, Prefectura, Policía de Seguridad Aeroportuaria. “En los aeropuertos y las fronteras no debe haber nadie ni para tocar el pito” comentó una jubilada. La referencia sobre la PSA y la Gendarmerìa se le puede agregar la Prefectura (en mares con su riqueza arrasada por la depredación pesquera) cumpliendo funciones absurdas en plan policial bullrichista. 

Uno de los policías fue fotografiado por uno de los cronistas de lavaca. No tenía identificación y se negó a decir su nombre. Portaba en su mano derecha un tubo de gas pimienta y amenazó con sarcasmo: “¿Querés que te muestre lo que tiene el gas?”

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Policía sin identificación, con el gas pimienta en su mano derecha y la sonrisa de una amenaza: «¿Querés que te muestre lo que tiene el gas»? Fotos: Juan Valeiro y lavaca.org

En la esquina de Riobamba y Rivadavia un jubilado había hecho un megáfono casero con una botella de plástico. “Este presidente es una vergüenza, no vale nada como persona, es un verdadero ladrón. Estamos siendo una república bananera”. La gente que esperaba el 12 lo escuchaba con atención. Otro jubilado pasaba gritando: “Chorros, chorros, criptomonedas, Milei estafador y chorro”. 

El hombre del megáfono seguía haciendo su ejercicio público de libertad de expresión: “Milei habla en difícil y no lo entienden ni los suyos. Ni Clarín y La Nación, que lo apoyan para que no se vaya a la mierda. Pero igual todo se va a la mierda con semejante pelotudo”. 

Beatriz Blanco, la jubilada que el 12 de marzo se desplomó y cayó de nuca por una agresión policial, llegó hasta MU Trinchera Boutique para de allí volver a marchar con su bastón. “Nunca hay que dejar de movilizarse” comentó sonriendo.

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Beatriz Blanco, la jubilada agredida por la policía el 12 de marzo, con su hija Paula rumbo a la marcha. Con su bastón y con su sonrisa.

Este miércoles no cambió el despliegue de Fuerzas pero sí hubo un cambio en los carteles que sostienen las y los jubilados. Algunos expresan su bronca hacia Milei y Bullrich, pero la mayoría no refieren a la denuncia, ni a la bronca, sino a la lucha y al futuro.

  • “Jubilados resistiendo, carajo”. 
  • “Este gobierno está débil”. 
  • “A la entrega, el saqueo y la represión, la respuesta es la rebelión”.
  • “No pasarán”. 
  • “Paro y plan de lucha”.
  • “Milei Bullrich la violencia es su derrota, la resistencia es nuestra victoria”.
  • “Osvaldo Bayer presente hoy y siempre”. 
  • “El único bastón aceptado es el de la abuela”.
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Julio frente al Congreso y ante la Prefectura.

Julio Ramón Sánchez está a punto de cumplir 70 años y es de La Matanza. Le está hablando a un pelotón de prefectos. Le cuenta su historia, y después se la cuenta a lavaca, con los ojos empañados. Hizo la colimba, obligatoriamente, entre 1976 y 1977. “Tenía 20 años y a los que estábamos haciendo el servicio militar nos usaban como los usan a estos tipos que están acá, a quienes mandan a reprimirnos mientras nos estamos cagando de hambre. Como jubilado no les tengo miedo, prefiero estar acá, morir de pie, que acostado en la cama por falta de medicamentos y alimentos”.

Norma tiene 68 años y vino desde La Plata. “Cobro 248 mil pesos, ¿a vos te parece que no voy a venir?”.

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Norma, con 248 mil pesos mensuales: «Prefiero mil veces venir acá y no estar en mi casa sin hacer nada”. La imagen de los bastones de jubiladxs frente a los bastones de la violencia institucional. Fotos: Juan Valeiro y lavaca.org.

Relata su historia: “Trabajé toda la vida y ahora lo tengo que seguir haciendo en casas de familia. Siento vergüenza porque tendría que estar disfrutando de mis nietos y no mendigando un sueldito. Y porque alquilaba y ya no puedo; me tuve que ir a vivir con mi hija”. Norma cuenta que fue sobreviviente del Centro Clandestino de Detención La Cacha en la dictadura. “Prefiero mil veces venir acá y no estar en mi casa sin hacer nada”. Y hace un llamado a los más jóvenes: “Que vengan acá, a poner el cuerpo; hay noches que solo como un pedazo de pan, no aguanto más”. 

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Jubilada gaseada ayer por la policía.

El gobierno nacional determinó el fin de la moratoria previsional desde el pasado domingo 23 de marzo. De esta manera, quienes no tengan 30 años de aportes al sistema previsional argentino no podrán acceder a una jubilación: se estima que 7 de cada 10 personas accedieron a su jubilación mediante la moratoria vigente. Y en el caso de las mujeres, 9 de cada 10. 

Remata Norma: “Con este gobierno todo lo que venga va a ser peor”. 

Mario integra el Movimiento Activo de Trabajadores y Jubilados. “Estamos ante un gobierno que es muy duro con los jubilados y con todos los trabajadores, pero es muy blando con los banqueros. Lo único que nos queda es parar el país y detener este criminal ajuste”. Mario dice que vive “malísimamente mal” y que sin la ayuda de su hija no podría subsistir. “La canasta básica del adulto mayor está en el millón cien mil pesos cuando la gran mayoría de los jubilados, que percibimos la mínima, no llegamos ni a la tercera parte”.

Segunda vuelta

Las escenas de cada miércoles. La manifestación de libertad frente a la amenaza de represión. Fotos: Juan Valeiro y lavaca.org.

Con todos los focos de atención puesta sobre la esquina de Rivadavia y Callao, inesperadamente se organizó una segunda vuelta alrededor del Congreso, comenzando por Riobamba en la que no había ni un solo policía. Cuando la segunda ronda culminó en Rivadavia y Callao, la Policía volvió a aplicar el protocolo y la Prefectura se decidió a gasear a grupos de manifestantes y trabajadores de prensa. Otra vez la dosis de gas pimienta lanzada por policías pertrechados como para una guerra contra la gente. Al finalizar esta nueva ronda los gendarmes se dispusieron para evitar que la manifestación se desplazara hacia la calle. 

Segunda vuelta

Fotos: Juan Valeiro y lavaca.org.

Los gendarmes se pusieron hombro contra hombro, en actitud de ataque. 

Fue un momento impresionante: ante esa muralla de violencia, una jubilada frágil de cuerpo y entusiasta de voz, comenzó a cantar el Himno Nacional, seguida por la manifestación, y mirando a los gendarmes que seguían en posición de combate hacia la nada. 

El himno es un tema que incluye una referencia que los jubilados esperan prenda cada vez en mayor medida. Se trata apenas de dos palabras que la señora cantó como se canta una esperanza, o un proyecto que está detrás de cada uno de sus miércoles: oíd mortales. 

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Prefectura arrinconando jubilados, que de todos modos hacen lo suyo en el semáforo verde.

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Cascos diferentes. Uno en homenaje a Pablo Grillo, el fotógrafo que continúa en estado crítico en el hospital Ramos Mejía tras el ataque policial que sufrió el 12 de marzo.

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La última rebeldía

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«Ante este intento del Gobierno Nacional de borrar la historia de los santacruceños y de los patagónicos, hemos tomado la decisión de restituir el monumento a Osvaldo Bayer y la Patagonia Rebelde. Porque somos rebeldes por naturaleza» planteó el intendente de Río Gallegos Pablo Grasso. El gobierno anula la obra pública pero ordenó a Vialidad Nacional destruir el homenaje al periodista, historiador y escritor Osvaldo Bayer ubicado en la entrada a Río Gallegos, sobre la Ruta Nacional 3. Con una retroexcavadora atacaron la imagen de Bayer empezando por su cabeza, en lo que es un símbolo de la mentalidad intoxicada y a la vez tóxica del actual oficialismo. El monumento era un homenaje al autor de Los vengadores de la Patagonia trágica, investigación sobre los fusilamientos ocurridos en la zona hace poco más de 100 años, cuando los trabajadores rurales que reclamaban por sus condiciones laborales fueron perseguidos, torturados, fusilados o deportados. La noticia difundida por el intendente Grasso, fundada en la rebeldía, es tal vez un guiño de Osvaldo -un libertario en el sentido genuino de la palabra- a este presente.

Osvaldo murió el 24 de diciembre de 2018. Tenía 91 años. Fue un amigo, un intelectual, un compañero: un despliegue de cerebro y corazón. Un hombre lleno de humor, generosidad y esa cosa tan rara llamada compromiso llevada sin ostentaciones, como un ejercicio cotidiano. De las muchas charlas e intercambios que tuvimos con él desde lavaca, elegimos esta nota, tapa de MU en 2010, una recorrida increíble por su vida, una vida que merece como pocas una frase: para la libertad. Y obviamente otra: para la rebeldía.


Por Sergio Ciancaglini.

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