Actualidad
La realidad desde los bordes: cómo sobreviven a la crisis en los barrios
Sobre llovido, mojado. La crisis permanente, la crisis autogenerada. Las charlas en las esquinas, y las del súper. Los arrepentidos. El día a día. La auto organización. Y el fantasma del hambre. ¿Cómo impactan las medidas de este gobierno, la «estanflación» que mezcla estancamiento, inflación y tarifazos, entre quienes ya no tienen qué ajustar? Desde Rosario hasta los barrios 21-24 en Capital, pasando por San Juan, la comunidad wichi Misión Chaqueña y el conurbano: miradas y proyecciones de quienes sostienen comedores, reciben ayudas sociales, trabajan de lunes a domingo, en salas de salud, y viven en barrios donde el futuro es la olla de cada día.
Texto: Francisco Pandolfi
“¿Por qué votan leyes para que se siga complicando, lo que ya venía complicado?”, pregunta, simple y concreto, Fabio Jerez, “Suicho”, compositor de hip hop del barrio popular Los Pumitas, de Rosario.
“La Ley Ómnibus viene agudizar aún más los problemas que tenemos, porque acá siempre tuvimos problemas. Siempre estamos en crisis; siempre vivimos peor”, resume Eva Alarcón, vecina de la Villa 21-24, del barrio porteño de Barracas, y una de las precursoras de la asamblea autoconvocada Villa 21-24/Zavaleta.
“Hace unos días fui a comprar y me quedé un rato en la esquina conversando con otros vecinos. Hablábamos que no podíamos creer lo que está pasando en el país, que todo va muy mal, que cada vez alcanza menos, cuando ya no venía alcanzando. En todos lados escuchás comentarios de arrepentimiento por haber votado a Milei; en las colas de los mercados, en las cajas de los kioscos hay personas indignadas. Muchos dicen que lo eligieron porque estaban cansados de los de antes, pero ven que los precios actuales son inaceptables…”, cuenta Noelia Aragón, del barrio popular Aramburu, de San Juan capital.
“Va a ser un desastre esta ley para los jubilados, para los trabajadores, para la gente humilde, para los pobres. Ya viví varias veces esto que va a pasar; estoy curtido, tengo 73 años y ni una moneda, vivo al día con la jubilación y sigo trabajando”, dice Rodolfo Franco, médico clínico de la comunidad wichi Misión Chaqueña, en la ciudad salteña de Embarcación.
Estas voces resuenan desde distintos puntos del país, y que poco se escuchan en el Congreso de la Nación donde se está tratando la Ley sobre “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”. La iniciativa conocida como Ley Ómnibus por los 664 artículos que la componían originalmente, pasó a 382 y obtuvo el jueves pasado la media sanción en general en la Cámara de Diputados. Desde mañana continuará su debate en particular, artículo por artículo.
AUTO ORGANIZARSE
Eva Alarcón, de la Villa 21-24, fue una de las impulsoras de la asamblea de autoconvocados de su barrio: “Desde que Milei dispuso el DNU, sumado a la Ley Ómnibus, vimos con mucha necesidad el poder auto organizarnos, a la par de lo que fue sucediendo en diferentes barrios donde decenas de vecinos y vecinas crearon asambleas en repudio de esas dos medidas, que saca derechos laborales, privatiza empresas públicas, remata bienes comunes naturales. Y lo que siempre se ve en estos gobiernos de derecha: negociados con las corporaciones amigas. El protocolo antipiquete de Bullrich también nos motivó a juntarnos, nos vimos en la necesidad de manifestarnos contra esto, de una manera que sea abierta y participativa porque nosotros concebimos que la lucha se da en conjunto y de forma comunitaria, en pos de una agenda de unidad, sin tanta división interna”.
La asamblea de la Villa 21-24/Zavaleta se movilizó los tres días de protestas a la puerta del Congreso para mostrar el descontento con la ley. “Siempre hay gobiernos que se encargan de vulnerar los derechos de los que menos tienen, precarizando aún más la pobreza, no generando trabajos genuinos para los trabajadores con programas y políticas públicas meramente asistencialistas, que lo único que hacen es sostener una condición de precariedad de las familias; con falta de proyectos, programas y políticas públicas que realmente incluyan a los barrios populares en una agenda política que mejore la calidad de vida con leyes de urbanización que se cumplan”.
El colectivo creado hace pocas semanas reúne docentes de las escuelas del barrio, trabajadoras comunitarias, de la salud, vecinos y vecinas autoconvocados. “Tenemos una agenda que va de la mano de lo que está sucediendo actualmente con las medidas de Milei, de Bullrich, y por otro lado buscamos generar nuestra propia agenda territorial, con problemáticas históricas como la falta de agua potable, el dengue, el riesgo eléctrico que lleva más de 11 años sin que el Gobierno de la Ciudad tenga un plan integral de obra, sino paliativos que no solucionan el problema de fondo”.
Eva integra el comedor comunitario Ña Emi y comparte su mirada sobre la política alimentaria: “Los comedores ya venían estallados desde la pandemia y ahora se ven aún más explotados, porque las familias que antes no venían, ahora sí por los tarifazos y los aumentos, tanto de los alimentos como de las garrafas. La fila de los comedores son cada día más extensas porque las familias tienen más y más urgencias, y buscan comer al menos dos veces al día; la realidad es que hoy las familias no llegan a cubrir las cuatro comidas”.
Sentencia: “El barrio está en crisis, en emergencia y no vemos esperanzas de que este Gobierno ponga los ojos en querer mejorar la situación. Así que nos queda organizarnos colectivamente, para hacerle frente a lo que recién arranca”.
CAPITAL INHUMANO
Desde el ministerio de Capital Humano liderado por Sandra Pettovello –que hoy engloba entre otras carteras al extinto Desarrollo Social–, se frenaron los fondos a comedores con el argumento de estar organizando otro sistema de entrega de la mercadería. Mientras tanto, ni en diciembre ni enero se enviaron alimentos.
Según el Registro Nacional de Comedores y Merenderos Comunitarios (ReNaCoM) existen en el país 34.782 comedores, en los que trabajan 134.449 personas. El jueves pasado, organizaciones sociales fueron a reclamar al flamante ministerio y fueron reprimidas. ¿Qué dijo la ministra? Que iba a «atender a la gente que tiene hambre, pero no a los referentes de las organizaciones”. Por esto, desde esta mañana, movimientos sociales organizan “la fila contra el hambre” en el edificio de Capital Humano “mediante la cual cada persona pueda ingresar al ministerio a los fines de obtener respuesta a la emergencia alimentaria agravada por la crisis económica”.
Doris, 61 años, de Escobar, es parte de la CCC y es una de las personas que está en la fila esperando que la atienda la ministra Sandra Petrovello: «Somos más de veinte cuadras, pidiendo que nos atienda y nos dé una respuesta. La situación se agravó un montón. Los merenderos y comedores que tenemos ya no los podemos sostener por esta situación. No tenemos nada. Nada».
Fabio Jerez tiene 32 años, es cantante, compositor de hip hop y vive en Los Pumitas, en Rosario. “En mi barrio la gente está moviéndose, yendo a concentraciones, y cuando los vecinos se levantan, es por algo. Es necesario salir a decir que no voten la ley… todos los comedores dijeron basta, porque encima de la situación económica que se vive, les bajan muy poca mercadería para cocinar y hacen lo posible con lo que tienen. Me causa impotencia, mucha bronca”.
Hace una pausa y pide perdón por ponerse a llorar. Traga saliva y continúa: “Es increíble ver cómo los chicos más chicos van con su tupper, con su bolsita, a hacer la cola a los comedores. Con un calorazo insoportable, y ahí van los pibitos, caminando por sus pasillos, con sus hermanitos, esperando, haciendo la cola para la merienda… Nos cuesta comprar hasta un paquete de arroz, es una locura inaceptable. No puede ser que en tan poco tiempo hayan aumentado tanto los precios”. Hace un silencio, un sollozo, y vuelve a pedir perdón.
En el decreto de necesidad y urgencia (DNU) que estableció Milei para desregular la economía, derogó dos leyes vinculadas a los programas de control de precios:
1–La Ley de Abastecimiento, que habilitaba al Estado a fijar precios máximos y sancionar a empresas que subieran los precios de manera “injustificada”.
2–La Ley de Góndolas, que controlaba que los comercios minoristas ofrecieran una variedad de marcas en los productos.
Fabio está tirado en la cama. Hace cinco días que tiene dengue. “Hay muchísima gente contagiada y los dispensarios no dan abasto. Nos mandan a la casa con cuatro paracetamol y un ‘arréglense’. Falta política pública; años atrás venían a fumigar, o a traer repelentes, o por lo menos a brindar información, pero este año ni siquiera eso”.
Trabajador de la cultura, Fabio no es ajeno al desfinanciamiento que la Ley de Bases (…) traería para su sector: “Es un garrón, yo a través de muchos programas estatales empecé a hacer música; pude comprarme mi primer micrófono, los auriculares, una plaquita de sonido. En los barrios hay miles de pibes que necesitan de esas herramientas, de ese apoyo. Si nos costó conseguirlo cuando había financiamiento, te imaginás ahora…”.
TRABAJAR DE LUNES A DOMINGO
Noelia Aragón vive en Aramburu, un complejo de monoblocks en la ciudad de San Juan. Tiene 36 años y es madre soltera de una hija. Es serigrafista y dice que su estado civil es “cansada”. También se expresa sin ironía: “Como trabajadora independiente y artista, llevo años sacrificando cosas para comprar mis herramientas, mis cositas, soy monotributista social y me ayuda la AUH. Pero no me alcanza. Desde hace años, y sin ninguna exageración, trabajo todos los días, de lunes a domingo. Hace mucho que no me puedo comprar un par de zapatillas”.
Contextualiza lo que pasa a su alrededor: “A cada lugar que voy, o se escuchan puteadas o se comparte cuál es el mercado más barato, así como recetas para gastar menos, si es que existe hoy algo barato. Estos días hablé con varios kiosqueros que están muy mal, porque la gente empezó a ir mucho más a los supermercados grandes en busca de ofertas y se ven afectados”. Agrega: “Antes armabas un almuerzo con mil mangos. Ahora cinco lucas es lo mínimo y te quedás corto. Los insumos para trabajar de forma autogestiva, no solo en mi rubro, se han ido por las nubes”.
Enumera algunos precios: “Pensando en el inicio de clases, a mi hija le compré unos cuadernos y gasté 20 lucas, y todavía me falta comprarle la mitad. Para mandar a un hijo a la escuela tenés que gastar 100 mil pesos, sin contar la mochila. El azúcar 1000 mangos, la yerba 1500 como mínimo, igual que un kilo de pan”. Completa, pensando en la Ley Ómnibus y en el futuro: “Al que tiene guita le va a ir bien, al que pueda invertir y no optar entre comprar cosas para laburar o para comer…”.
NECESIDADES Y URGENCIAS
Rodolfo Franco está en Buenos Aires por unos trámites y en unas horas se vuelve a Misión Chaqueña, comunidad wichi emplazada en Embarcación, departamento de San Martín, al norte de Salta. “Mi mujer tiene un pequeño bolichito que vende yerba, harina, fideos, arroz. Las ventas han bajado mucho, la gente no tiene plata para comprar”. Recuerda: “Yo tuve un merendero durante la pandemia. Desde Desarrollo Social me mandaban de vez en cuando un camión de mercadería, que traía mucha comida. La repartía y cocinábamos dos veces por semana, que era lo que alcanzaba. Hoy no hay nada de eso”.
Rodolfo se mudó hace más de diez años a la comunidad, donde vive con su esposa wichi. Allí ejerce en la salita como médico clínico: “En lo que respecta a la salud no está habiendo gasas, ni remedios, ni alcohol, no está habiendo inyecciones básicas para los dolores, para la fiebre. Se está poniendo todo muy dramático”. Y cierra esta nota, con una oración de necesidad y urgencia: “Seguro que van a empezar a morirse chicos en otros parajes; seguro que en Misión Chaqueña vamos a tener chicos desnutridos; seguro que vamos a tener que aumentar las instalaciones de la salita. Seguro, segurísimo, que vendrá una escalada de hambre”.
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Argentina 2024: ¿dónde está el 2001?
El 2001 y las Madres. Servini, Wado y Kicillof. El 2024 con jubilados y jubiladas, que llegaron a Plaza de Mayo cuerpo a cuerpo con la policía. El recuerdo de Petete Almirón, Pocho Lepratti, Kosteki y Santillán. Imágenes de un 20 de diciembre de calor fastidioso en la ciudad de Buenos Aires, mientras en Salta exigen justicia por el asesinato del trabajador Fernando Gómez.
Por Claudia Acuña y Lucas Pedulla
Fotos: Juan Valeiro
El 20 de diciembre de 2001 fue jueves y en Plaza de Mayo estaban las Madres. Fue justamente la imagen de la policía montada apaleando la espalda de Hebe lo que impulsó a la jueza Servini a ir personalmente hasta ahí para ordenarle al comisario a cargo del operativo el cese inmediato de la violencia. Luego, caminó hasta la comisaría a donde habían trasladado a la mayoría de los detenidos. Allí estaba Wado de Pedro, entre otros.
Aquel día, además y entre otros por supuesto, estaba Axel Kicillof al pie del camioncito del PO, desde donde –como es habitual– se desafinaban las consignas. Fue justamente ese desatino el que le permitió hacer las bromas con las que sedujo a su actual esposa.
Ya sabemos a dónde están Wado y Axel hoy: uno en el Senado, otro en la gobernación de la provincia de Buenos Aires; ambos coquetearon con la candidatura presidencial y uno pretende ahora casarse con ella.
En la Avenida de Mayo no había mucha gente, porque no se había convocado a ninguna marcha. Lo que sucedió fue espontáneo y fue intenso y por eso mismo fue decisivo.
Generalmente no es lo que elige recordarse de ese día, pero lo que esas postales enseñan es que en la política luchar siempre garpa.
Encontrar un lugar
Este 20 de diciembre es viernes y están los jubilados y las jubiladas, que todo el año en todas las marchas estuvieron en primera fila, además de rondar todos los miércoles el Congreso de la Nación. Pablo, 67 años, tiene un cartel con el título “Asesinatos” y algunas fechas:
- 19 de diciembre de 2001: Pocho Leprati, militante social asesinado en Rosario.
- 20 de diciembre de 2001: 39 muertos.
- 26 de junio de 2002: Kosteki y Santillán, militantes piqueteros asesinados en Puente Pueyrredón.
- Diciembre de 2024: asesinato de Fernando Gómez, el trabajador salteño asesinado por Gendarmería.
El cartel cierra: “Nos siguen matando. Basta”.
En 2001, Pablo tenía 44 años, era electricista y vivía en Lanús, conurbano sur. “Recuerdo los vecinos en las esquinas armando fogatas como forma de autodefensa hostigados por servicios que pasaban en auto diciendo que pasaban las hordas del saqueo. Estaba en la casa de mi suegra y recuerdo sentir el dolor de madera quemada”. Después de eso se fue a España, en uno de los tristes destinos de fuga de aquel entonces, pero volvió en 2012. Ahora está por marchar a Plaza de Mayo con sus compañeros y compañeras de Jubilados Insurgentes, que se movilizaron todo el año: “Veo poca gente, pero no me sorprende. Hay un corte generacional en la transferencia de experiencias”, explica Pablo antes de que la marcha comience. Se recuesta en su grupo: “Encontré un lugar donde poder participar y luchar”.
¿Quién es terrorista?
Enfrente, un grupo de movimientos piqueteros homenajea a Carlos “Petete” Almirón en Yrigoyen y 9 de Julio. Esos movimientos están rodeados por un cordón de la Prefectura Naval Argentina (PNA) mientras cuatro policías de la Ciudad filman la secuencia, justo al lado de la baldosa que recuerda al militante piquetero asesinado hace 23 años. Una de las que habla es Daniela Calarco Arredondo, militante del MTR Votemos Luchar, una de las presas durante la Ley Bases en junio, quien todavía afronta una causa impulsada por un gobierno que la acusó de “terrorista”, en días que agita decretos ampliando competencias de las Fuerzas Armadas ante supuestas amenazas terroristas: “Es un orgullo estar abrazando el movimiento piquetero que tanto sabe de lucha –homenajea Daniela–. Más de la mitad del país está debajo de la línea de pobreza. Para llegar al 2001 tuvimos una década menemista que se cansó de regalar los bienes comunes. No dejemos que estas políticas se den durante otra década”.
Prefectura, jubilados y un espíritu
Lxs jubiladxs arrancan su marcha mientras un oficial de la PNA exhibe sus armas y les grita desesperado que suban a la vereda. No hacen caso, y continúan cuerpo a cuerpo por Avenida de Mayo, desde la 9 de Julio. Avanzan por un carril. Cantan tres de sus hits:
- “Jubilados carajo”.
- “Trabajador, te estamos avisando que tu jubilación te la están afanando”.
- “Qué feo debe ser pegarle a los jubilados para poder comer”.
Llegando a Plaza de Mayo, los policías se ponen más bruscos. Uno de los jubilados muestra un moretón que le provocaron sobre su muñeca derecha. “Te están cagando a vos, boludo”, le gritan a los uniformados. No tienen miedo y están dispuestos a todo, simbolizando uno de los espíritus más dosmiluno que puede detectase en esta tarde de sol.
Sobre la Plaza, hay algunos partidos y sindicatos de izquierda. También sobrevivientes de la dictadura y familiares de desaparecidos nucleados en el Encuentro Memoria Verdad y Justicia.
Hay oradores, leen un documento.
El 20 de diciembre, en la ciudad de Buenos Aires, pasa como otro día más de calor fastidioso.
Mientras tanto, en Salta, están exigiendo justicia por el asesinato de un trabajador.
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Chau Bety
Por Claudia Acuña.
Dejo tu obituario para los buitres, así que lo que voy a escribir acá son las postales de un camino que transitamos no juntas, pero sí contemporáneas. No habrá orden ni cronológico ni de importancia. Solo recuerdos que brotan, uno tras otro, y que al evocarlos se van poniendo de pie y formándose en hilera para despedirte con la pompa que merecen las mujeres guerreras. ¿Deberíamos luego revolear los corpiños sobre tu ataúd?
Nunca se me ocurrió preguntártelo.
Te pregunté, sí, qué eras.
Respondiste: “periodista”.
Repliqué: Me refiero a qué título tenés…
Respondiste: “Si te digo que soy periodista es porque no tengo ninguno”.
No sé si lo dijiste en serio, pero en ese momento no me importó porque la respuesta era demasiado ocurrente; un ace que paraliza y fascina. Aclaremos rápido: eras una buena jugadora de tenis.
Nunca se me ocurrió pedirte una nota sobre la relación tenis-feminismo.
Te pedí, sí, varias notas que aceptabas divertida porque implicaban moverte hacia territorios desconocidos. Recuerdo ahora que tomar el tren Sarmiento hasta Haedo para hacer una postal de la inauguración de Showcenter nos permitió que comiences esa crónica describiendo a la nena que repartía estampitas. O que la nota sobre el conflicto entre travas y vecinos de Palermo te permitiera conocer a Nadia Echazú y a una adolescente Marlene Wayar, a quienes entrevistaste a las cuatro de la mañana. La magistral tríada se completa con un testimonio que debería ser de lectura obligatoria en las Catedrales del Género: tu relato sobre los cinco abortos que te hiciste en clandestinidad y por convicción, algo que hoy no te perdona Clarín en la nota que informa tu muerte de “mujer sola porque no tenía hijos”. No estabas sola, obviamente, pero la verdad no es una virtud del machismo.
Lo sabías.
Lo sufrías.
A continuación iba a escribir “sin embargo”, pero sería un error… Diré mejor:
También, como toda mujer de tu generación, preferías conversar/discutir con varones, quizá porque tus pares generacionales te resultaban aburridas y las que estábamos un escalón debajo, menos interesantes. Nunca lo tomé como un desprecio, sino como un desafío: capturar tu atención era lo que estimulaba mi imaginación para convocarte. Así, urdí Misiones Imposibles que siempre disfrutabas. Ir, por ejemplo, por primera vez (¿y única?) a la Casa Rosada para reunirnos con el secretario de Comercio del inefable Domingo Cavallo con el objetivo de exigir que no apliquen el IVA a las revistas culturales. “Vos andá a la red, yo atajo en el fondo”, te dije en un código en el que eras eximia. Logramos un honroso empate: la mitad de la alícuota.
Ya en tiempos de afilar las espadas por el aborto legal te encontré en el Congreso, sola, con la cartera cruzada al pecho y la mirada de quien desconfía de las kiosqueras de género: eso nos unía. Te dije “Es ahora: hay que hacer todo lo que podamos”. Respuesta Sarlo: “Y más”.
La última vez que hablamos fue para invitarte a firmar en la puerta del Cabildo el petitorio para que el Senado no apruebe la Ley Bases. Me contaste que tenías neumonía. Te noté frágil. Te halagué todo lo que te merecías, intuyendo que quizá era una despedida.
Hoy amanecí con dos noticias: la de tu muerte y la de la compra de Hugo Sigman de la editorial Siglo XXI, la casa editora de tus ensayos. Me enteré también de que el viernes pasado había organizado un besamanos para lucir su nuevo dominio, con la excusa de un cocktail de fin de año. Me resultó oportuna tu partida.
Comprendí entonces que había llegado el día de definir quién era Beatriz Sarlo.
Diré entonces que eras una época.
Esa época en la que las mujeres se atrevieron a construir voz pública y propia con coraje, con argumentos, con injustas consecuencias y sin quejas.
Diré que eras la gorila que tomaba el subte y también la pequeña silueta que escribía como un gigante.
Diré que eras curiosa, inquieta, metódica, laburante.
Diré que la docencia fue tu arma de seducción masiva.
Diré que como toda esa época sos indefinible, por clara, por polémica, por profunda.
Diré que como todo recuerdo eso es algo que nunca perderemos.
Diré que te leeremos.
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Un acto y tres rondas en Plaza de Mayo: ¿qué es resistir?
Esta vez no hubo dos sino tres rondas de diferentes grupos de Madres en Plaza de Mayo, con un punto de unión que solo pudo verse dos generaciones más abajo. Sindicatos, partidos y movimientos habían organizado otro acto, más temprano, que no enlazó con lo de Madres más allá de los discursos. La descripción de un jueves atípico y las preguntas que quedan flotando sobre la construcción, la movilización y la resistencia.
Por Lucas Pedulla
Jueves 5 de diciembre, 13 horas
Sindicatos de la CTA, otros díscolos de la CGT, y algunos partidos políticos habían convocado a la Marcha Federal Argentina Sin Hambre en Plaza de Mayo. A la hora señalada siguen entrando banderas –MTR, MTE, UTE, CONADU, ATE, SUTEBA, y pasan y pasan– pero por la Plaza es posible caminar holgadamente: un primer indicio de la convocatoria. Desde el escenario el secretario general de la Central de Trabajadores y Trabajadores de la Argentina, y diputado nacional por el Frente de Todxs, Hugo Yasky, habla del 18 por ciento de indigencia, de la caída del consumo de la carne, el recorte de los medicamentos gratuitos a los jubilados y “la imagen bochornosa” del senador Edgardo Kueider al ser detenido traficando dólares.
Habla también de un nuevo sujeto entre gremios y movimientos sociales, mientras por otro sector de la plaza entran columnas de movimientos, partidos y gremios de izquierda que cantan “paro general” y un clásico de los últimos tiempos con un nuevo adjetivo: “A dónde está que no se ve esa cagona CGT”.
Rosi tiene 49 años, milita en el MTR de Lomas de Zamora, y escucha desde Diagonal Sur: “Es importante estar acá porque está todo mal. Milei no está haciendo nada bien. No hay trabajo. Falta agua, falta luz, falta todo. Soy del barrio Olimpo y no llego a fin de mes. Me la rebusco”. Encuesta de hogares: “Tengo cuatro hijos, dos que estudian y una nena discapacitada. Mis ingresos son changas, cuando tengo suerte”. Consultada sobre si conoce a vecinos que lo votaron y se arrepintieron dice que sí: “Pero ya es tarde. Hay que seguir hasta que se vaya”.
Las voces en el escenario siguen:
- Alguien de UTEP: “Necesitamos a todos acá. En elecciones es obvio que nos van a buscar al territorio pero es ahora que el pueblo se está cagando de hambre. El 80 por ciento de la fila de nuestros comedores son jubilados”.
- Alguien de CTA: “Hace 41 años se disolvía la junta militar y asumía un gobierno democrático. Esos fascistas decían que venían por 20 años. Fue gracias a las Madres, las Abuelas, pero también al movimiento obrero organizado. Estos tipos hoy con medios y redes quieren construir un escepticismo alimentando la angustia de no poder alimentar a nuestros hijos. Después del 17 de octubre, hubo un 20 de diciembre para saber qué camino transitar para sacarnos a los cipayos de encima”.
- Alguien del Frente Barrial de Territorios en Lucha: “Nos hacemos presentes en este diciembre caliente porque la fuerza de los trabajadores no va a aflojar”.
Víctor escucha cerquita del escenario. Es uno de los ganadores de la jornada vendiendo aguas a 2.000 pesos. Es peruano y vive en la Villa 31: “La estoy pasando pésimo. Soy laburante de la calle, y lo que noto es que la gente no tiene para comer. Y el gobierno no hace nada por los pobres, sólo los está perjudicando”.
Sobre la reforma migratoria anunciada esta semana, donde el Gobierno quiere que los extranjeros paguen por atención en hospitales y estudiar en universidades, Víctor compara: “En Lima no es gratis, por eso en Sudamérica se piensa que Argentina es lo mejor. Este gobierno está haciendo todo al revés. No le interesa la gente pobre. Mire lo que hace con los jubilados. Y a los extranjeros nos tiene de lado”.
Desde el escenario piden un aplauso porque está ingresando Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. También están las madres Vera Jarach y Carmen Vieyra de Lareu. “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”, corea la gente.
Las Madres Línea Fundadora convocaron a la Marcha de la Resistencia para este jueves a las 15, a la que adhirieron otros diez organismos. Desde el escenario piden que luego se acompañe a la marcha. La primera fue en 1981 en plena dictadura. Más allá de las habituales rondas de todos los jueves, la Marcha de la Resistencia implicaba una movilización de 24 horas alrededor de la Pirámide de Mayo. Las Madres la sostuvieron todos los años en fechas cercanas al 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos.
En la Plaza le pasan el micrófono a Taty. Habla al borde del escenario, en su silla de ruedas: “Hay que seguir resistiendo a este gobierno inhumano, negacionista, que pretende borrar la memoria. No lo va a lograr. Mientras existan compañeres como todos ustedes, unidos, eso hay que lograr: la unidad. Tener todes claros quién es el enemigo. Y esa resistencia que estamos haciendo y demostrando de muchas maneras hoy la demostraremos en la Marcha de la Resistencia, porque queridos compañeres, no nos han vencido”.
Aplausos.
Taty: “No hay que bajar los brazos. Tienen que hacer como las Madres hacemos y decimos hace 46 años, que la única lucha que se pierde es la que se abandona. Se lo decimos nosotras, las locas que a pesar de los bastones y las sillas de ruedas seguimos de pie”.
El acto termina. Yasky pide que no se vayan y se queden acompañando la marcha.
Por los parlantes suena Vencedores vencidos, de Los Redondos.
Sin embargo, pasa algo: la gente se va.
Son las dos y media de la tarde y la Plaza queda casi vacía.
Jueves, 15 horas
De las columnas y las banderas no queda casi nadie. Logísticamente (y políticamente, y filosóficamente) hubiera sido importante empalmar el cierre de una con el inicio de otra, pero eso no sucede.
Sobre el ombú de la calle Yrigoyen, de a poco se acomodan las personas que acompañan la histórica ronda de todos los jueves de Madres Línea Fundadora, que en el último tiempo tenía a Nora Cortiñas, Mirta Baravalle y Elia Espen como sus tres estandartes. Este año, por las partidas de Nora y Mirta, solo quedó Elia. Como siempre, rondan y mencionan nombres y apellidos de desaparecides. A cada nombre mencionado responden a coro: “Presente”. Llevan pancartas con los rostros y nombres de las madres pioneras y fundadoras de aquella primera ronda del 30 de abril de 1977. Elia lleva la imagen de Azucena Villaflor de Devincenti, una de las tres madres (junto a Esther Careaga y Mary Bianco) secuestradas y desaparecidas por la dictadura, arrojadas al mar desde los aviones que efectuaban los vuelos de la muerte.
Del otro lado de la Plaza, sobre el gazebo que da a la avenida Rivadavia, de a poco se acomodan las personas que acompañan la histórica marcha de todos los jueves de Asociación Madres de Plaza de Mayo. Allí, entre otras y con los dedos en V, sonríe Josefa “Pina” De Fiore. “Milei, basura, vos sos la dictadura”, cantan señalando a la Casa Rosada.
Desde hace muchísimos años, las rondas son esas dos, por diferencias entre ambas organizaciones. Giran alrededor de la Pirámide a la misma velocidad y en el mismo sentido, cada una del lado opuesto a la otra.
Pero este jueves son tres, porque a las 15.30 se suman las madres de Línea Fundadora que convocaron a la Marcha de la Resistencia, con Taty Almeida, Vera Jarach y Carmen Lareu. “A donde vayan los iremos a buscar”, cantan. Atrás acompañan HIJOS Capital, Familiares y Compañeros de los 12 de la Santa Cruz, entre otros organismos.
A la ronda habitual de Línea Fundadura, encabezada por Elia Espen, se suma esta vez Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz.
Las tres marchas sin embargo conforman una curiosa ligazón que, vista en perspectiva, hacen parecer que se trata de una sola (como quizás, en el fondo, lo sea siempre). Esta vez, en las tres rondas hay presencia de integrantes del organismo Nietes.
La circulación alrededor de la Pirámide dura media hora, como cada jueves.
Jueves, 16 horas y después
Sobre Rivadavia, la Asociación hace su acto.
Taty, Vera y Carmen se van. En general no participan, ni siquiera con sus compañeras de la Línea Fundadora que, sobre Yrigoyen también hace su acto, acompañada de las hermanas y sobrevivientes. Elia Espen, como cada jueves, pide que no aflojen, que luchemos y vengamos al siguiente.
Y pide que cantemos Como la cigarra, de María Elena Walsh: “Tantas veces me mataron, tantas veces me morí. Sin embargo, estoy aquí, resucitando”.
El canto emociona, como siempre.
Cura un poco las heridas de esta época, e incluso las de un jueves atípico.
¿Qué es resistir?
Quizá sea una pregunta que, mientras la Plaza se va vaciando otra vez, nos tengamos que seguir haciendo.
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