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Ley Gases: masiva movilización y brutal represión

La llamada Ley Bases fue aprobada en general, tras un empate que fue destrabado por el voto de la vicepresidenta Victoria Villarruel. Quedaba pendiente sin embargo la votación en particular, que podía desinflar ese triunfo conseguido con negociaciones del oficialismo que superaron las peores prácticas de la casta.
En la calle ocurrió otra cosa, que bien puede considerarse la Ley de Gases. La culminación nocturna fueron los masivos cacerolazos en todos los barrios porteños contra la ley. Antes, la represión había sido una constante desde después del mediodía, cuando se retiró la gran mayoría de los sindicatos que coparon la plaza durante la mañana: al cierre de esta edición Correpi confirmó a lavaca al menos 31 detenciones. Cómo fue el día, qué pasó. El testimonio y las fotos de quienes fueron atacados. La vendedora ambulante agredida por los gases, y por la factura de luz. La bandera de Aerolíneas Argentinas fabricada en 2001 y que volvió a la plaza hoy. Los que se quedaron todo el día, las imágenes y las miradas sobre lo que viene de ahora en más.
Fotos de Lina Etchesuri y Juan Valeiro.
A eso de las 4 de la tarde, muchas de las columnas de los sindicatos se van. Quedan algunas, algunos partidos y la nunca bien ponderada “gente suelta”. Vecinas y vecinos, asambleas, jubiladas y jubilados. Y manifestantes que arrojan algunos piedrazos, los menos, actitud que toman las fuerzas federales para avanzar de manera violenta sobre toda la masa de gente que protesta.

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca
De manera sincrónica, la Policía Federal, Prefectura y Gendarmería avanzan desde Callao por Hipólito Irigoyen, y también por Avenida de Mayo, a pura bala de goma y gases lacrimógenos. Avanza, una, dos, tres cuadras, en dirección a la 9 de Julio; avanzan lanzando cada vez más balazos de goma, y lanzando cada vez más gases. Avanzan hasta pararse sobre Rodríguez Peña, en la punta de la Plaza de los Dos Congresos y así la desconcentran totalmente.

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca
La dejan vacía.
Pero ahí no termina la represión. Porque mientras la gente se aleja por Avenida de Mayo, obligada por los balazos que les tiran, hay gases que infiltrados hacen caer en medio de la multitud huyendo. Grupos infiltrados fueron también autores de quema de auto, incluido un móvil de una radio cordobesa, como forma de justificar la represión policial.
Todo es desesperación. Ojos irritados. Gargantas que se cierran. La gente corre ahogada por los gases.



Fotos: Juan Valeiro para lavaca
Por la ley de gases. Un jubilado, 85 años, aplaude irónicamente a centímetros de la cara de los policías: “Cobardes, cagones, basuras”. Otra jubilada dice que es una vergüenza que esos mismos oficiales repriman a su pueblo: “Somos personas que podemos ser sus padres, sus abuelos. Y están ahí parados, reprimiéndonos”.
Gabriel, con los ojos ardidos, dice que “esto, así, se parece a una dictadura; no pueden bombardear a la gente que está protestando”. Lleva puesta una gorra con una estampa: “Abajo la Ley Bases”. Y se pregunta, indignado: ¿Uno no se puede quejar? ¿No falta el hambre?”.



Fotos: Juan Valeiro para lavaca
Una vendedora ambulante se rasca, también, los ojos. A su lado, los bultos todos tapados de lo que era mercadería para vender y ahora para llevar de vuelta a su casa. “Vine a trabajar. Y cuando vimos que se armó quisimos salir y no pudimos, nos pusimos al lado del banquito, con las cosas. Yo no soy manifestante, pensé que no me iban a tirar. Pero un policía nos pateó un gas”, relata. Los manifestantes la ayudaron: “Me dieron un poco de agua, limón me dieron”. Recién se está recuperando, mientras la policía sigue avanzando sobre Avenida de Mayo.
Ya calmada, cuenta que siempre trabajan en las movilizaciones, vendiendo bebidas. “Como había gente vinimos, no sabíamos que iba a pasar esto. Ahora tenemos que esperar al flete, pero está todo cortado. Me voy a sentar acá y tomar un poco más de agua”, dice tomándose el horror con tranquilidad.
¿De lo que pasa dentro del Congreso? “Ni idea, no vine a la manifestación, vine a trabajar. Sé que afecta todo pero… si yo no trabajo, ¿cómo pago el alquiler de donde vivo? ¿La luz, que me vino 74 mil pesos? No puedo quedarme en casa sentada”.
¿Tiene más gastos que antes? “Sí, agua, luz, Internet, el alquiler… gracias a dios tengo 3 años de contrato y eso se mantiene, pero las expensas subieron. Y bueno, me arriesgué hoy pensando que iba a estar más tranquilo… y ahora tengo que pagar el flete, ¡me cobra 15 mil pesos!”. Para que venga el flete, falta.
Mientras, del otro lado, dos jóvenes de menos de treinta pasan al lado de la Gendarmería y los alientan: les levantan los brazos, como diciendo “bien”, “vamos”. Y apuran el trote para salir de escena rumbo al Congreso.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca
La historia en loop
Pos represión, la Policía Federal corta la calle Bartolomé Mitre y la Prefectura Nacional Argentina, Callao. De este otro lado de la Plaza no se puede estar a más de una cuadra del Congreso. Decenas de personas – ya no cientos- se concentran en esa esquina para expresar su rechazo a la Ley: le gritan a los efectivos, cantan canciones, expresan su rabia y la impotencia frente al violento operativo. Hay jubilados con barbijo, estudiantes, trabajadores; y está Federico, desplegando una bandera amarillenta de Argentina con un lema que es y no es actual: “No vendan Aerolíneas”.

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca
“Soy cuarta generación de familia trabajadora de Aerolíneas”, explica y cuenta que la bandera fue hecha por su madre durante el 2001, época en que la empresa pasó a manos del Grupo Marsans. “Mi vieja encabezó las manifestaciones”, relata él, que recoge el guante y la tela. “Mi abuelo me contaba que siempre me pasaba lo mismo: la gente se desesperaba porque estaba en riesgo Aerolíneas. Es un loop, cíclico. Y dependiendo de los gobiernos que pasan, para unos es una cuestión de soberanía, para otros una caja chica, pero siempre soportamos abates fuertes que nos meten”.
Si bien la última versión de la Ley Bases descarta una nueva privatización de la empresa (estatizada nuevamente en 2008), Federico alerta que la norma de igual forma atenta contra una empresa estatal de estas características: “Ahora se nos viene más complicada por la cuestion de cielos abiertos. La privatización es una pequeña batalla entre muchas. El desguace no es solo por las privatizaciones. Si bien era lo más fácil achicarla y cerrarla, lo que se viene con cielos abiertos es la batalla más grande. Hay ejemplos como Peré, donde desaparecieron las líneas peruanas. Aerolíneas sigue en riesgo porque la política de cielos abiertos es lo más amenazante”.

Fotos: Juan Valeiro para lavaca
Pedro Ávalos está en silla de ruedas. Es abogado y responsable del área de discapacidad de la Confederación de Jubilados. Dice que el 30% de las personas mayores de 65 años tiene alguna forma de discapacidad. Y como la discapacidad es un costo, la política de Milei es el recorte. En la práctica, se están cuestionando las pensiones no contributivas para las personas con discapacidad, lo que se paga a las personas que asisten a quienes tienen alguna discapacidad, se cuestiona todo lo que avanzamos a partir de la sanción de la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad. No son privilegios, son derechos ganados. Y esta Ley Bases es un nuevo recorte hacia nosotros. En el artículo segundo, todos los fondos fiduciarios se destinan a renta generales, entre ellas la de vivienda. El 5% de la vivienda social corresponde a personas con discapacidad. Con su aprobación, se termina cualquier posibilidad de acceder a la vivienda digna”.
A su lado está Nilda, que tiene unos aros amarillos, rojos, verdes y negros. Tiene 74 años, nació en Salta y es de la comunidad quechua. Flamea una whipala, mientras dice que “estas leyes atentan contra tratados internacionales que resguardan los derechos de los pueblos originarios”. Y explica el perjuicio de esta ley para los pueblos originarios: “Esta ley corta de lleno la soberanía, la autodeterminación que tenemos como pueblos naciones”. Y denuncia la inconstitucionalidad del alcance que puede tener el Régimen de Incentivo para Grandes Fortunas (RIGI): “Antes de que el gobierno intente hacer cualquier reforma a nuestros territorios, debe existir una consulta libre, previa e informada. Esta ley sólo quiere beneficiar a los grandes financistas del planeta, a quienes no les importa la vida”.
Quienes saben de valores son los trabajadores de la Unión Solidaria de Trabajadores (UST), una cooperativa de trabajo que recuperó sus puestos de trabajo en el CEAMSE y defiende los valores autogestivos hace 21 años, convirtiendo el basural en un centro agroecológico, polideportivo, gimnasio y biblioteca. Mario Barrios, su presidente, avanza con sus compañeros por Avenida de Mayo: “Para nosotros se juega el futuro. No estén potencian el RIGI, que autoriza y dejan que vengan por 30 años a explotar nuestros recursos sin comprar un alfiler”. Para Barrios tampoco es casualidad la fecha: “El 12 de junio del ‘56 fusilaron a Juan José Valle (general peronista que lideró una sublevación contra la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu), y hoy eligieron esta misma fecha para aprobar esta ley. Pero vamos a seguir peleando por los derechos de los trabajadores, todos los días, porque cuando bajás la guardia te sacan todo lo que lograste».
Liliana Patiño tiene 78 años, es jubilada y vive en Morón, conurbano bonaerense. Dice que vino a interpelar a los senadores, para que tengan “honor” y “dignidad”, dos conceptos que la Policía sepultó a gases, balazos y detenciones. “Saben lo que están haciendo, lo que están regalando, y no tienen vergüenza. Les pido que, al menos, justifiquen los sueldos que se dan a sí mismos. Saben que están regalando el país”. Liliana está enojada, como mucha gente en esta plaza: “No nos vamos a olvidar quiénes son. Si no les importa arrastrar por el barro sus apellidos, que al menos piensen en sus hijos que lo van a heredar. Están escupiendo a la patria, pero a ellos los va a escupir la historia”.
El nuevo hit
La noche ya cayó. Los últimos senadores hablan, mientras afuera la concentración se mantiene, dispersa. La Plaza de los Dos Congresos sigue vacía, pero no completamente: sentadas en uno de sus bancos están Marta y Alicia, tapándose con una bandera sus pies y compartiendo un mate en un termo rojo. A “Ali” se la escucha decir “¡sinvergüenza!” a un policía que pasa. Está enojadísima. Dice: “Estábamos hablando de los policías… A mí me dan pena las chicas policías, muy jovencitas; en este último tiempo, ¿qué otro trabajo pueden tener además que éste?”. Marta arriesga: “Un trabajo honesto, algo útil para la comunidad: paramédico, podóloga…”.
Las amigas discuten, putean, se ríen. Alicia se define como “la pesimista” y Marta como “la optimista”. O la realista y la terca, se dicen. Tienen pinta de que no es su primera movilización… Alicia: “Me sorprendió el operativo. Al mediodía éramos tantos que pensé que no iban a reprimir. Pero después se empezó a ver el avance y la provocación”.
¿Qué pasó que éramos tantos, y ahora están solas? “Los gases, la goma… La gente se escondió. Nosotras zafamos”.
Desde adentro del Congreso, ¿qué sabemos? “Siguen como si nada, les chupa un huevo”. ¿El partido ya está jugado? “La presencia en la calle siempre contribuye”, expresa Alicia. Marta: “No vamos a dejar la calle. Nos van a hacer mierda pero…”. Alicia: “Esto no termina hoy”.
Cómo definen al gobierno: “Es una aceleración del proceso que terminó en el 2001. Yo estoy realmente deprimida”. Marta: “No, yo no”. Alicia: “Están terminando con nuestra dignidad. Hoy venía en el subte, veía la indiferencia que hay… Yo soy de hablar en el subte, pero esta vez no hablé. Me pareció al pedo, el que está mirando el celular y boludeando, no sabe qué día es hoy…”. ¿Qué ibas a decir? “Que todas las personas que están en el vagón vivieron el Bicentenario, cuando se cumplieron 200 años desde que empezamos a no ser una colonia. Y lo vivimos todos, todos. Los que votaron a Milei, los que votaron al PRO, a Cristina, lo vivieron como un hecho trascendental. Y este -por la Ley Bases- es un hecho trascendental, también. Van a modificar la Constitución Nacional. Esto no es una ley más, que la mitad de la gente no tiene ni puta idea de qué se trata. Es una reforma que a cualquier otro gobierno le va a costar un huevo poder volver a reformarla. Me da bronca la indiferencia y también que quienes están a cargo se venden por dos monedas”.
Marta: “Lousteau que hoy parece un héroe, ya sabemos quién es”. Alicia: “Pero por lo menos dijo no”.
Dos personas que pasan por la Plaza escuchan y se prenden a la charla. “Pero dio quórum”, subraya una. “Y votó en contra del cuarto intermedio”, suma la otra. Marta concluye: “Ah, el sorete de siempre”. Alicia: “Típico de radical”.
Otra mujer se acerca, sola; se ve, tiene ganas de hablar. “Parece que hubo una guerra acá”, dice señalando el desastre. “Qué hijos de puta”, dicen las amigas, y las tres se quedan charlando mientras empiezan a sonar cacerolas de distintas partes de la ciudad.


Fotos: Lina Etchesuri para lavaca
Cerca del Congreso reina una tensa calma.
Algunos policías aprovechan para entrar por una puertita al Cine Gaumont para hacer sus necesidades.
Otras personas se agrupan en las esquinas.

Una jubilada plantó un parlante y ensaya un karaoke en la puerta del Congreso. Canta con pasión y también con alegría. Contagia, con el tema “Resistiré”:
Resistiré
Erguido frente a todo
Me volveré de hierro para endurecer la piel
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
Soy como el junco que se dobla
Pero siempre sigue en pie
La señora termina y la hinchada se exalta y se emociona. “Argentina-Argentina”, completa con aplausos.
La señora se dobla en señal de reconocimiento. Se vuelve a erguir, y dice: “Acá estamos para decir que estamos presentes. Para decir que nada ni nadie va a decidir por nosotros. Porque nosotros somos el pueblo, carajo».
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Marcha de jubilados: Boca, peronismo, CGT, traiciones y una asamblea mirando el futuro

Un miércoles con marchas separadas, y gente buscando recuperar la iniciativa, la creatividad y la fuerza de reunirse. Imágenes sobre Boca, el peronismo, las traiciones, la CGT, el Garrahan con aumentos, y algunas ideas para salir del corralito.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos: Juan Valeiro
“Miércoles de jubilados”, anuncia un grafiti pintado de rojo en medio de la plaza de los dos Congresos. La proclama denota una costumbre. Lo habitual. Algo que se hizo norma y, como tal, tiene su costado positivo y otro que no tanto.
Este “miércoles de jubilados” tiene algo particular, distinto al resto, que rompe la costumbre, lo habitual, lo normal: esta vez, un grupo convoca a las 14, otro a las 15 (como venía sucediendo) y otro a las 17. En conjunto (y separados) forman una síntesis de lo que es hoy la fragmentación de las luchas en Argentina.

La calle y lo colectivo.
La organización de Jubilados Insurgentes es la que llega primero. Pasadas las 14, ya andan haciendo semaforazos y marchando alrededor de la plaza. Las canciones, esta vez, sobre todo apuntan a la CGT (Confederación General del Trabajo), que en esta misma jornada eligió su nueva conducción hasta 2029, que seguirá en forma de triunvirato: Octavio Argüello (Camioneros), Jorge Solá (Seguro) y Cristian Jerónimo (empleados del vidrio). La elección llega en medio de los crecientes rumores por parte del Gobierno nacional de avanzar con una reforma laboral.
Boca River y el recibo
Armando, vecino de Barracas, tiene 75 años y dos esperanzas: “La primera es ganarle a River el domingo”. Boca –su Boca– siempre le genera ilusión, aunque la situación del equipo a veces lo tira para atrás: “Ver a algunos jugadores me la quita”.
Cualquier comparación con la política no es mera coincidencia, se ríe, y por eso cuenta lo otro que lo esperanza: “Venir a marchar todos los miércoles”. Su jubilación ya no le alcanza y pregunta si hace falta mostrar su recibo: “Son 390 mil pesos en la mano”, dice, moviendo la cabeza. “Se hace re imposible. Por eso venimos: aunque nos den un palazo en las elecciones, vamos a seguir luchando”.

Asamblea a megáfono abierto.
Su análisis: “El peronismo no está unido porque hay mucho traidor. Hay una CGT quieta, que hoy se renovó, pero muchos sindicatos no aportaron nada. Recién ahora el Garrahan consiguió algo, pero a los jubilados nos siguen pisando. Encuentro el déficit en la falta de unión del pueblo porque somos pocos los que venimos todos los miércoles. Necesitamos más apoyo. El único apoyo es la prensa”.
Se pregunta por qué no hay más políticos que acompañen: “Si ellos nos representan, ¿por qué no pelean con nosotros? Como dijo Perón, con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes. Por eso perdimos: pelean por un cargo pero cuando hay que salir a pelear de verdad, no los veo”.
Entre Boca y la CGT, Armando mueve la cabeza. Pero mantiene su esperanza.
Asamblea en el corralito
Una vez que los jubilados terminan de dar la primera de las varias vueltas que hoy se caminan, proponen algo no habitual, no normal, distinto, “porque algo diferente tenemos que hacer, así no va más”. Un concepto que representa una buena dosis de sabiduría: “Es bueno reconocer cuando no sabemos bien qué hacer”.

Zulema agarra el megáfono y dirige la batuta. En 3, 2, 1 se arma una asamblea espontánea en la calle con un objetivo: “Que hable quien tenga alguna propuesta concreta para pensar qué hacemos y definir cómo seguimos, coordinados, para que no quede cada uno con su librito”.
Así empieza a pasarse el megáfono de mano en mano, como un ejercicio de democracia participativa en peligro de extinción.
Uno invita a reunirse “todos juntos” en la CTA Autónoma, este próximo viernes y pensar “entre espacios que pensamos distinto un plan de lucha común a encauzar”.
Otra dice que ya no alcanza con esta concentración de los miércoles, que hay que pensar “acciones más allá de esta vuelta a la plaza que nos obliga a hacer este gobierno cada miércoles y entre vallas”. Alguien agrega: “Esto parece un corralito. Cortan todo el tránsito del centro y nos dejan adentro para que marchemos”.
Otro aporte: “Pero no podemos irnos de acá, lugar emblema de nuestra resistencia; quizás hay que buscar otro espacio, pero en las inmediaciones del Congreso”.

Nunca se deja de marchar.
Un jubilado propone ir a Tribunales. Pero ni bien termina de formular la idea, plantea el primer problema: “Aunque claro, ir allá a las 5 de la tarde no tiene sentido, ahí a partir de las 3 no queda nadie”.
La CGT y el aumento al Garrahan
Alguien sugiere aprovechar que la CGT tiene nueva conducción y marchar hacia allá “por lo menos un miércoles”. No termina de formular la iniciativa que llueven los insultos a la Central sindical. “Pongan a quien pongan es lo mismo, porque el problema es la dirección que tienen y ya sabemos que van a pactar por la reforma laboral. Son unos traidores”. Debe aclararse que la definición de “traidores” es la más suave y elegante que se propinó a la central sindical.
Otro se envalentona: “¿Alguien cree que ahora nos van acompañar? No vinieron nunca a luchar con nosotros, son ellos quienes nos empujaron a venir acá por las nuestras, porque les importamos tres carajos. Esta mañana solo cambiaron figuritas”.

Le da pie a un jubilado con el pelo color ceniza que en menos de tres minutos resume la historia del sindicalismo argentino y hace un homenaje: “Hoy se cumplen 50 años de la muerte de Agustín Tosco, uno de los referentes del Cordobazo, que logró evitar lo que buscaba la dictadura: implementar la jornada laboral de 12 horas. Con este gobierno estamos retrocediendo medio siglo”.
Tras el desahogo contra la CGT, el enojo sigue: “Ayer se conoció el aumento a los trabajadores del Garrahan y hoy ellos tendrían que haber mandado alguna delegación solidarizándose con nosotros. Su aumento fue un logro colectivo por tantos espacios que los apoyamos”.
Obelisco y tres ideas
La asamblea vuelve al tenor inicial propositivo. “Otra opción es concentrarnos en el Obelisco”, dice uno, pero otra con más canas y experiencia le recuerda: “Enfrente hay una base de la Policía de la Ciudad. No es el punto más estratégico”.

Acuerdan tres puntos:
1) seguir viniendo al Congreso, pero seguir pensando el cómo y el dónde;
2) hacer otras acciones por fuera del Palacio Legislativo;
3) pensar nuevas estrategias para el próximo miércoles.
Termina la asamblea espontánea y Zulema de Jubilados Insurgentes le dice a lavaca: “Todavía no decidimos nada en concreto, será un proceso de pensar qué es lo mejor. Lo que se viene es muy groso y el gobierno está envalentonado con la última elección, por eso no queremos dejar que se asienten, este tiempo es clave para seguir reclamando por nuestros derechos. Nuestra responsabilidad es no dejar este espacio vacío que venimos llenando hace tanto”.

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Marcha de jubilados: “Hay que creer en las calles”

La noticia del día: el próximo 18 de noviembre fue citado a indagatoria el policía Pablo Alexis Aldama, sospechoso de haber agredido a la jubilada Beatriz Blanco (foto principal) haciéndola golpear de nuca contra la vereda. Fue algo de lo mucho que dejó este miércoles en el que jubiladas y jubilados marcharon pese a la habitual fumigación de gas pimienta por parte de las fuerzas de seguridad, que vallaron toda la zona de Congreso impidiendo el tránsito. Reflexiones pos electorales, propuestas de exportación, dilemas complejos, carteles lúcidos, cómo combatir el EPOC, y la certeza de seguir en la calle.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org
Beatriz Blanco (en la foto de portada) es la jubilada que fue gaseada y empujada por la Policía Federal el 12 de marzo pasado –el mismo día que el fotógrafo Pablo Grillo fue atacado por una granada de gas lacrimógeno, y Jonathan Navarro por un disparo que le hizo perder la vista de un ojo–.
La imagen de Beatriz golpeándose la nuca contra el suelo dio la vuelta al mundo por lo violento: le causó un traumatismo encéfalo craneano, una herida cortante y problemas oculares permanentes.

Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org
Pero está viva para contarla. Beatriz tiene 82 años y un empuje que no merma ni con un golpe ni con una elección adversa. Este miércoles –como siempre– vuelve a caminar con su bastón cobrizo entre manifestantes y fuerzas de seguridad –federales, gendarmes y policía porteña–.
Sobre el domingo: “La gente ya no cree en soluciones porque ya no cree en nada, hace mucho que no se le da nada. Y además tiene miedo, y eso se nota en que cada vez hay menos gente involucrada, con temor a la represión, a quedarse sin laburo, y ahora encima a que le suban las horas de trabajo. Se van corriendo los límites, así estamos”.
Pero hay un lado positivo del “así estamos” de Beatriz. Este martes 28 de octubre el Juzgado Criminal y Correccional Federal 1 llamó a declarar al presunto policía que la agredió: “Existiendo en autos motivo bastante para sospechar que Pablo Alexis Aldama ha participado en la comisión de un delito de acción pública, cíteselo a los efectos de recibirle declaración indagatoria, fijando audiencia para el día martes 18 de noviembre de 2025”.
Dice Beatriz: “Lo quiero ver, le quiero hablar y decirle gracias. Gracias por pegarme, gracias por romperme la cabeza y el ojo; y gracias por romperme la cadera”. Lo dice con su voz suave y tranquila de siempre, y enfila con su bastón hacia la marcha.
“Será largo lo que viene”
Detrás de Beatriz la Policía Federal va cercando a la gente que reclama en la vereda sobre la plaza de los Dos Congresos a la altura de Rivadavia y Callao, y la intima a pasar del otro lado de la valla.

La frontera en Congreso. Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org
Un hombre –con un gorro en el que se lee “jubilado testarudo”–, se acerca a Beatriz y suspira: “Será largo esto, muy largo”. No habla de hoy sino de lo que vendrá. Habla de la época. Mientras, los federales se acercan un poco más. La mayoría sin identificación. Se arrima otro jubilado y se arma una especie de asamblea que reflexiona sobre los comicios recientes: “Nos va a costar un pulmón o dos todo lo que viene, todas las reformas que el gobierno intentará hacer”. Otra voz plantea entre el sonido de redoblantes y trompetas: “La mayoría del pueblo eligió seguir estando mal por miedo a que se descontrole todo esta semana”.
La Policía Federal termina de acorralar a los pocos manifestantes –y a los muchos fotógrafos– que aún quedan del lado del Congreso hasta terminar de cerrar la hilera de vallas. A la tensión le sigue una serie de gaseadas que deja a 11 personas heridas, según la Comisión Provincial por la Memoria.
Otra jubilada, señalando a la policía: “A esta gente la compadezco: sus dirigentes haciéndose los guapos en canales de stream y ellos acá poniendo el cuerpo”.

Geopolítica. Foto: lavaca.org
La pierna de Fernando
Fernando Quintero caminaba por la vereda y fue atropellado hace 9 años por un colectivo que había perdido el rumbo. Le amputaron la pierna derecha.
“Pero hace cuatro meses me sacaron la pensión” cuenta a lavaca, y al contarlo se le inundan los ojos celestes. Fue una segunda amputación.
¿Cuánto era la pensión? “263.000 pesos”.
¿Y cómo sigue la cuestión? “Me dieron un turno para que un médico certifique que no tengo una pierna. El turno es para abril”. Todo ocurre en órbita de la ANDIS, agencia de discapacidad de notoriedad pública. Gracias a la aplicación de este tipo de motosierra, el gobierno sostiene que logra equilibrio fiscal.
Tal vez esta foto sirva para que alguien certifique antes de abril que a Fernando Quintero le falta la pierna derecha. Y que le devuelvan la pensión.

Fernando Quintero. Le amputaron una pierna, y la motosierra oficial también le mutiló la pensión de 260.000 pesos. Lo citaron en abril, para certificar que le falta la pierna derecha. Así se logra el equilibrio fiscal. Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org
“Llenar las calles de pasos”
Mientras tanto, dos drones de las fuerzas de seguridad sobrevuelan la escena. Filman desde arriba lo que expresa otro jubilado en un cartel: “Derrotados son los que dejan de luchar”.
También graban a Carlos, 73 años , con un cartón en las manos pensando en lo que pasó en las elecciones, pero sobre todo mirando a futuro: “Acá no se rinde nadie”. Lo justifica cuando habla: “Por un resultado electoral en contra no se desarma el reclamo. Al contrario. Hasta que no haya una mejora en los remedios y en las jubilaciones esto va a seguir y se va a incrementar porque seguirán mandándose cagadas. Yo confío en que el pueblo va a reaccionar”.

Jubilado gaseado. Hubo un total de 11 heridos. Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org
Alicia, de Jubilados Insurgentes, resume cómo estamos: “En las ciudades inundadas, como Bahía Blanca, Milei no les dio un peso y ganó igual. Es difícil de comprender. Somos masoquistas”.
Y comparte su alternativa: “Hay solo una salida: llenar la calle de pasos”.
Motosierra, medios y comercio exterior
Eduardo tiene 79 años, cumple 80 el 30 de marzo. Leva un gorro piluso y un cartel que es una propuesta de comercio exterior: “La solución argentina: exportar libertarios a los Estados Unidos ¡hasta agotar el stock!”

Eduardo. A los 9 años lo mandaron del colegio a su casa porque se producía el bombardeo de las FF.AA a Plaza de Mayo. «Así que estamos acostumbrados, siempre peleando».Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org
Es un hombre de sonrisa fácil: “Los medios de comunicación hacen un aporte importante a la confusión, a que la agente no razone. Te dicen que es mejor esto que lo otro, pero no está muy claro qué es lo que está bien o lo que está mal. Te hablan del peronismo, y yo pregunto: ¿se entiende qué es el peronismo? Entonces es difícil. Por eso lo que me parece importante es seguir acá, sin resignarse, tratando de lograr lo mejor”.
Cree que es una época complicada. “Pero mirá: cuando yo tenía 9 años iba al colegio que está frente a Plaza Lavalle, al lado del Colón. Y un día nos mandaron a todos para casa. Habían empezado el bombardeo a Plaza de Mayo de 1955. Duró cuatro horas. Mataron como a 300 personas o más que iban por la calle tranquilamente. Uno no se puede olvidar nunca de algo así. De cómo mataron. Pero se peleó, se peleó después cuando fue la proscripción, cuando estuvieron los militares, cuando estuvo Menem, después en el 2001”.
Fernando trabajó en mil oficios. Fue empelado en casas de cambio, vendedor en comercios, y tuvo un oficio por el que merecería un lugar en el gabinete nacional: vendía y reparaba motosierras en el Once. “Pero eso me enfermaba, por el humo de los motores”. Tuvo otro negocio de venta de repuestos de autos. “Pero me fundí en la época de Menem, con todo lo importado”.
Pone una mano en el hombro del cronista: “Así que estamos acostumbrados. Siempre peleando”.

Cacerola y máscara antigas. Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org
Un camino entre quienes piensan parecido
Rubén y Mario integran el Movimiento Activo de Trabajadores y Jubilados (MATyJ). “Hay una clase media y un sector muy pobre con miedo a perder lo poco que tiene”, piensan. Recuerdan la época de Carlos Menem: “En el 95 le llamamos el ‘voto cuota’, muchos sectores votaron por miedo a que todo explote”.
Keiko, también de Jubilados Insurgentes: “El peronismo no tiene programa. La Libertad Avanza tiene: te vamos a hacer mierda. Es su programa. ¿Y los otros? ‘Freno a Milei’, te dicen. Eso no es un programa. Hasta Menem tuvo una propuesta, con salariazo y revolución productiva, que después fue todo mentira. Y otra cosa: ¿cómo el candidato va a ser Taiana, que tiene mi edad? ¿Por qué no ponen a otro pibe como vos?”. Alguien la escucha y observa: “La derecha sí se renueva”.

Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org
El sacerdote Francisco Olveira, o padre Paco, está frente a la policía. Piensa dos cosas: “Una es que el apoyo de Trump y Estados Unidos influyó mucho porque hasta yo, si no pensara como pienso, votaría a Milei porque la sensación era que se iba todo a la mierda, lo cual no quita que eso ocurra, pero más adelante”.
¿Y lo otro? “Lo otro es que hay muchos hijos de puta, con perdón de las chicas de AMMAR que quiero mucho, que les importa un carajo el 3% de Karina, que promulguen leyes sin financiamiento, lo que le hacen a la gente del Garrahan, a los jubilados, a las personas con discapacidad”. Sintetiza: “Muchos que solo votan a otro hijo de puta”.
El padre vive en el asentamiento Esperanza, en Merlo, oeste del conurbano. “Los sectores más pobres que habían votado a Milei se dieron vuelta, salvo este sector que te marco. Te cuento un ejemplo: la provincia está completando una obra que tenían que hacer las ISU (Integración Socio Urbana) a nivel nacional, y un vecino que es mileísta sacó fotos trucadas diciendo que como habían perdido las elecciones, se estaban llevando las máquinas”.
Paco mastica bronca, pero dice que la salida es seguir estando en la calle. ¿Y hacia dentro? “Me gustaría que Bregman y Grabois se sentaran a charlar. Debería ser un camino, entre quienes pensamos más o menos lo mismo. Pero no sé si pueda darse en nuestra Patria”.

Foto: Juan Valeiro/ lavaca.org
“Si tirás la toalla, perdemos”
Guillermo, 77 años y vecino de Ituzaingó, es jubilado metalúrgico. Estuvo algunos miércoles sin venir porque tiene EPOC y está medicado. Tiene un cartel con dos palabras: “Voto luchar”. Piensa que hay mucha gente que sabe que está mal, pero no quiere estar peor: “Saben que el peronismo no es alternativa porque no luchó en dos años. La CGT, tampoco. Pero la izquierda algo creció: siempre está acá y eso se paga. Conozco muchos peronistas: hay gente enojada con su dirigencia, porque perdieron y se dividieron más: se peleaban por octubre, ahora se van a pelear por las elecciones de 2027, pero no están peleando con la gente acá. Si hubieran hecho algo, ganaban con todo el apoyo”.
-¿Por qué seguís viniendo con tu EPOC y todo este contexto?
-Venir acá te cura, te da pila, es un remedio. Te mantiene ligado con tu realidad. ¿Voy a sentarme en una silla de paja a ver cómo pasan los vecinos por la ventana? ¡Me pego un tiro! Hay que creer en la lucha, creer en las calles. Hay que subir al ring aunque te caguen a sopapos, porque si tirás la toalla, perdemos. Nosotros vamos por el round final.

Imagen en la plaza de Congreso.Foto: lavaca.org
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Mapumundi: Lef y una cartografía de la situación mapuche
Lefxaru Nawel es ciudadano argentino de nacionalidad mapuche, werken (vocero) de la comunidad, abogado, profesor universitario, rockero y papá, entre otras cosas. Fue uno de los detenidos en julio por reclamar que se cumplan las leyes. Su mirada sobre el gobierno de las corporaciones, Occidente, el fin del cinismo, los cascarudos, el racismo y el odio, el progreso, el fracking, la pobreza, el agua, Vaca Muerta, la democracia y algunos datos sobre las utopías y el futuro. Por Sergio Ciancaglini.
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