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Verdad y consecuencias del veto a la movilidad jubilatoria: el día que puede cambiar todo

La votación en el Congreso liquidó una etapa. Javier Milei ganó dos veces, y perdió quizás otras dos.
Por Anabella Arrascaeta y Lucas Pedulla Fotos Juan Valeiro/lavaca.org
La votación en el Congreso liquidó una etapa. Javier Milei ganó dos veces, y perdió quizás otras dos. Ganó al conservar el veto. Y al ganarle a la oposición, a costa de desprestigiar al Congreso. Perdió, aunque eso está por verse, al atacar a jubiladas y jubilados: al hacerse fuerte con los débiles. Lo hizo el menemismo en los 90 (con Domingo Cavallo y Norma Pla como protagonistas) y fue un hito que todavía se recuerda: los principios del fin. Lo hizo Macri en 2017, y tuvo como respuesta los primeros cacerolazos contra su gobierno, que en varios sentidos comenzaba a terminar. Está por ver entonces qué perdió Milei hoy en términos electorales.
La noticia indica que el gobierno consiguió eliminar una fórmula ínfima de aumento planteada por una gran mayoría del Congreso, que en realidad intentaba remendar la caída de los ingresos de los jubilados producida por la política económica oficial. Vetó eso: lo ínfimo, con aval parlamentario y esos votos que cambiaron de posición de modo pornográfico gracias a las trampas de la llamada “casta”, que quedó claramente liderada por el propio Presidente.
El otro daño es al propio sistema representativo. A la democracia y a la lógica. Una política de desmantelamiento y destrucción, aquella que Milei definió ante medios internacionales como “un topo que ama destruir al Estado”. ¿A qué costo?
Eso es lo que a partir de hoy comenzará a estar en juego.
Este miércoles, las mutaciones más emblemáticas se dieron en el bloque legislativo del partido más antiguo del país, la Unión Cívica Radical, y en el de Innovación Federal, subordinado a algunos gobernadores.

Foto: Juan Valeiro para lavaca
La secuencia que se pudo conocer comenzó con los supuestos tironeos y cenas de reconciliación entre Milei y Mauricio Macri. Los tironeos le permitieron a Macri negociar mejor. Consiguió que los trolls del oficialismo dejaran de atacarlo con cuestiones relacionadas con su causa por el Correo, con un posible alivio también en términos judiciales propiciado por el gobierno ante jueces amistosos, y promesas de beneficios para distritos con gobernadores afines: CABA (con Jorge Macri pulseando los fondos coparticipables), Neuquén (Ignacio Torres) y Entre Ríos (Rogelio Frigerio). De esta última provincia llegó una de las sorpresas: dos días antes de la votación, el gobierno designó en Salto Grande a Pedro Galimberti, diputado nacional por Entre Ríos y de excelente relación con Frigerio. Habían competido en la interna de Juntos por el Cambio, finalizada la cual se convirtieron en aliados inquebrantables. Frigerio sugirió a Galimberti para Salto Grande y todo se produjo en sintonía con la actualidad: al salir de la Cámara el radical, se eliminó un teórico voto contra el veto, y se sumó a favor el de su reemplazante, Nancy Vallejos, que es del PRO, como Macri y Frigerio. De paso, el señor Galimberti accede a un salario que triplica al que tenía como diputado, pero además se efectiviza en dólares (y se repite el modelo de la senadora Lucíla Crexell a quien enviaron a la UNESCO como embajadora de 20.000 dólares mensuales, tras su apoyo a la Ley Bases).

Foto: Juan Valeiro para lavaca
Los arreglos de Milei culminaron con Macri promocionando el apoya al veto, e influyendo seguramente en otros votos y abstenciones que lo favorecieron. Otro intercambio muy comentado en el Congreso es el que obtuvo Rodrigo de Loredo: un subordinado político, Pablo Yannibelli, fue designado por Sandra Pettovello como rector organizador de la Universidad de Río Tercero, en Córdoba.
La historia de este veto es infinitamente más larga, y se irá conociendo. Mientras tanto este miércoles Milei tuiteó: “Hoy 87 héroes le pusieron un freno a los degenerados fiscales que intentaron destruir el superávit fiscal que los argentinos con tanto esfuerzo logramos conseguir”. La tercera parte del ajuste que permitió ese superávit se pagan reduciendo las jubilaciones. En la calle una señora de 84 años lo sintetizò así: “Con este gobierno por fin tenemos libertad. Libertad para morirnos de hambre”.
Veto a las jubilaciones: Quiénes dieron vuelta su voto
Son las 15.30 y hace cuatro horas que se inició la sesión. Ese es el momento en que la Cámara de Diputados de la Nación decidió negarle 15 mil pesos de aumento a las y los jubilados, cifra que equivale a “una docena de empanadas” tal como graficó Rodrigo De Loredo, presidente del bloque radical que primero impulsó la ley y hoy posibilitó que quede firme el veto presidencial.
Esa incongruencia marcó este día.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.
Hubo 248 diputados y diputadas presentes y 8 ausentes. 153 votaron a favor de la ley, 87 lo hicieron en contra (o sea: a favor del veto) y 8 se abstuvieron, ayudando así a conseguir lo que el gobierno necesitaba: hundir al Parlamento. Para lograrlo Milei se sacó una foto el día anterior a esta sesión y en la Casa Rosada con cinco diputados de la UCR, aunque quizá sea más preciso denominarlos macristas: Martín Arjol (Misiones), Luis Picat (Córdoba), José Federico Tournier (Corrientes), Mariano Campero (Tucumán) y Pablo Cervi (Neuquén).
El flash provocó que la Convención Nacional de la UCR emitiera un comunicado llamando a que los legisladores integrantes de esa fuerza sean coherentes.
No.
Durante las exposiciones de hoy insistieron. “Los que den vuelta los votos van a tener que dar explicaciones», increpó a sus compañeros Pablo Juliano.
“Se van a publicar los datos fiscales de agosto y van a ser muy holgados, va a quedar demostrado que el gobierno tenía cómo pagarlo, es inmoral», les advirtió otro radical, Martin Tetaz.
El jefe del bloque De Loredo y Tetaz intentaron, minutos antes de la votación, salvar algunos de los artículos votándolos por separado.
No.
A los cinco fotografiados de ayer, al momento de la votación se sumaron dos más, que huyeron para no votar: Gerardo Cipolini (Chaco) y Roxana Reyes (Jujuy).
A la acrobacia política del radicalismo se sumó la voltereta del bloque Innovación Federal. Agustín Domingo, jefe del bloque, anunció en su alocución: “No vamos a votar en contra de esa decisión política que tomó el Presidente, pero tampoco vamos a convalidar”, aunque luego comunicó que el bloque completo se iba a abstener, y así convalidar el veto. Fueron 8 diputados en total: además de Domingo (Rio Negro), Alberto Arrúa (Misiones), Carlos Fernández (Misiones), Pablo Outes (Salta), Yamila Ruiz (Misiones), Daniel Vancsik (Misiones), y Yolanda Vega (Salta).
Sí.
Al veto presidencial en el Congreso le sobró así apoyo parlamentario.
No.
«Pueden vencer pero no convencer», sintetizó Miguel Angel Pichetto, diputado de Encuentro Federal, un sector que hasta ahora se consideraba dialoguista.
En tanto, en la Casa Rosada se estaba produciendo otra foto, esta vez con senadores que mañana tendrán que negar o aprobar, entre otras cuestiones importantes, los millonarios fondos reservados a la SIDE, esa entidad encargada de investigar secretos.

Arriba: Luis Picat, José Federico Tournier, Mariano Campero, Pablo Cervi, Agustín Domingo y Carlos Fernández. Debajo: Martín Arjol, Alberto Arrúa, Yamila Ruiz, Daniel Vancsik, Yolanda Vega y Pablo Ismael Outes.
La calle brama
Aunque no lo parezca, hay una Gloria insurgente.
La frase no es poética ni romántica, sino descriptiva: sobre la esquina de Rodríguez Peña y Rivadavia, frente a una Plaza de los Dos Congresos colmada en rechazo al veto del presidente Javier Milei de la movilidad jubilatoria, está Gloria, con sus 69 años y sus compañeros y compañeras del colectivo Jubilados Insurgentes, que todos los miércoles, a las 15.30, marchan alrededor del Congreso junto con otros colectivos de jubilados.
Esa impronta -sensible, política, persistente e insistente- viene marcando la agenda pública frente a las políticas de ajuste del Gobierno, siendo los jubilados y las jubiladas quienes están en la primera línea de cada conflicto desde diciembre a la fecha. Todos los miércoles la presencia oscila, en general sin cobertura mediática, pero esa lucha llenó este miércoles la Plaza: “Estamos marcando la experiencia vivida y diciéndole, a toda la sociedad, que la única manera que tenemos los trabajadores, activos y pasivos, de defender derechos y conquistarlos, es la lucha en la calle. No tenemos otra herramienta”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca
Gloria mira la plaza: “La sociedad tiene que estar plena acá, acompañando, porque es una cuestión de tiempo: es un problema actual, pero también para la posteridad. Ya hemos pasado muchísimas luchas. Hubiéramos preferido poder estar un poco más cómodos, pero siempre les digo a mis hijos: prefiero morir en la calle y no sentada en un sillón”.
Bastones, antiparras y convicciones
Sonia (74), Isabel (77) y Nilda (69) están en el medio de la Plaza. Son amigas de la vida y de las marchas. Sonia tiene un cartel que pregunta: “¿Vos podés vivir con $230.000? Juicio político! Nos están matando”. Ella no puede, y por eso sigue trabajando vendiendo libros: “Tengo 50 años de marcha. Lo que nos queda de vida no queremos vivirlo así. Por suerte, hoy vino mucha gente joven”, celebra, aunque aclara: “A la que no entiendo es a algunos jóvenes de ahora. Mucho desafecto. Hay una teoría de la crueldad que está haciendo mella”. Nilda tiene solo su jubilación: “Reconozco que me tienen que ayudar. Vengo porque no quiero que mis hijos vivan mal. Me rompí para que ellos estudiaran”. A Isabel tampoco le alcanza, y por eso limpia casas: “Vengo de una generación militante de los setenta. A mi mamá Evita le dio una máquina de coser, pero este Estado es muy cruel: vino a devastar el país”. Isabel tiene bastón: “Pero vengo igual, papi, porque esto es para ustedes”.
Sobre Callao y Rivadavia está Mercedes, tiene 69, es vecina del barrio, y caminó las diez cuadras que la separan de su casa con una cacerola, una cuchara que la hace sonar, un silbato, y unas antiparras: “¿Por qué te pensás que son? ¡Porque hay gases!”, responde ante lo obvio, aunque no es una obviedad que una jubilada deba manifestarse con protección para sus ojos. “Uno tiene que tratar de cuidarse pero sin dejar de salir -explica-. Hay que morir de pie. Hay que enseñarle a los jóvenes que hay que tener convicción. La convicción viene con uno, pero a veces se pierde: mirá a los diputados y a los senadores”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.
Mercedes ya no come queso, ni pescado, ni carne, tampoco se da “el lujo” de salir a tomar un cafecito, y tiene que pagar expensas que superan los 150 mil pesos por mes. Desde su cacerola y sus antiparras, Mercedes propone, situada en lo que significa este día: “Hay que reconstruir la política. Desde el peronismo, el radicalismo. Hay que trabajar con gente con convicciones”. ¿Es lo más difícil en estos momentos? “Falta, sí, pero yo ya estoy jugada. Prefiero morir de pie -repite-. No me interesa más nada: luchá, salí a la calle a luchar. Tenemos que estar más juntos, con nuestras diferencias políticas”.
Mercedes pregunta: ¿Sabés qué?, bajaría las banderías políticas y pediría que nos abracemos todos”, dice, señalando a todo lo que la rodea: Polo Obrero, MST, MTE, ATE, SUTNA, y siguen las banderas de sindicatos, partidos y movimientos sociales.
Y reitera como un mantra: “Hay que buscar gente con convicciones”.
Marta: la enseñanza del Himno
A unos metros, Marta cuenta que sigue dando clases de matemática, física y química en una escuela porque alquila y no le alcanza. Responde, increíblemente, con una sonrisa: “Es un día extraordinario, porque tenemos la oportunidad de luchar”, dice a sus 80 años, lo que indica que vivió muchas épocas. “Además, hay que defender nuestros derechos”.
Con la juventud, dice, sería muy simple, y apela al recuerdo emotivo, sensible: “Tienen que recordar que los abuelos que vienen hoy son los que lo llevaron a pasear hace algunos años atrás, a la plaza o la calesita. Eso tiene que estar presente en el recuerdo de ellos”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.
Tiene una bandera argentina que lleva atada al cuello como una capa de superhéroa, con inscripciones que escribe ella, con fibrón negro, antes de cada marcha. Una dice: “La patria no se hace, la patria no se vende, la patria se construye”.
Señala otra: “Se levanta a la faz de la tierra una nueva y gloriosa Nación, coronado su sien de laureles y a su planta rendido un león”. Entonces vuelve, increíble y hermosamente, a sonreír: “Ahí va a terminar Milei. No lo digo yo: lo dice el Himno Nacional Argentino”.
“No defiendan lo indefendible”
Son las tres y media de la tarde y los movimientos de la policía en la calle ya disponen la coreografía. Sobre Callao, frente al Congreso, hay un espacio sólo ocupado por las fuerzas, debido a que los cordones de Rivadavia y en Yrigoyen, en cada esquina del Palacio, evitan que la movilización se amalgame. Sobre ese hueco aparece un camión hidrante apuntando en dirección a Rivadavia, varias motos, y también federales con armas largas. El tablero está claro: son las tres y media y la Cámara baja está por votar.
Mercedes tiene 66 años, se jubiló hace tres meses después de trabajar 40 años como enfermera en Hospital de Clínicas, y llora: “No me alcanza para el alquiler, no me alcanza para comer. Gracias a Dios compañeros me consiguen algún remedio. Le pido a Milei que no siga contra los jubilados. Lo único que hicimos fue trabajar, trabajar y trabajar, nada más. Por favor, chicos, ustedes tienen que luchar por el futuro. Son la juventud. No sé cuánto nos queda a nosotros de vida”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.
De fondo se empieza a escuchar un estribillo: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, uno de los primeros cantos tras conocerse el resultado de la votación, que no alcanzó los dos tercios necesarios para rechazar el veto presidencial.
El otro es aún más directo: “Hijos de puta”.
La bronca empieza a correr y se traslada sobre el vallado que, en Callao y Rivadavia, únicamente separa al Congreso de la multitud. Allí se vuelca la rabia.
El vallado cae y muchos cruzan. La policía responde con disparos y el hidrante avanza. Ante el caos, la multitud corre en dirección a la avenida Corrientes. Muchas personas lloran, entre ellos jóvenes. Los jubilados no pueden correr: allí van con andadores, con bastones, con lo que sea que hayan ido para ayudarse a caminar por las calles porteñas.
Entonces la actitud de muchos jóvenes es la misma: muchos se hacen cargo de un jubilado, de una jubilada. Uno de los periodistas de lavaca se acerca a una señora, mientras suenan los disparos. “No te preocupes por mí. Corré vos que podés”, dice. Le decimos que no, y la acompañamos hasta un kiosco, donde queda resguardada. La escena se repite por miles, una práctica que contrarresta la teoría de la crueldad expresada previamente con otra que marca exactamente lo contrario, en una calle que, en lugar de colapsar ante el miedo, en cada protesta se reconoce más a sí misma.
Luego, sobre Riobamba y Mitre, en otro de los vallados, esos mismos jubilados se plantan cara a cara con los policías, que constantemente amagan, con un movimiento de mano, sacar gas pimienta, pero ya no pueden.
Uno les dice: “Te reís de los viejos, lacra”.
Otro les avisa: “No se le pega a los viejos: te vas a jubilar con un sueldo de mierda”.
Otra les grita: “Me estoy muriendo, sinverguenzas. Se van a morir de angustia. Ya les va a tocar”.
Otra los convoca: “Dense vuelta: este tipo no tiene piedad con nadie: si no la tiene con un viejo, menos las va a tener con ustedes”.
Y Antonio les advierte: “Con todo respeto te lo digo: vas a llegar a mi edad y te van a cagar la vida. Dense cuenta ahora lo que están haciendo. No les insulto ni nada, es con respeto, pero vos no naciste de un repollo: tenés madre y padre, que seguro tienen mi edad. No defiendan lo indefendible. Te repito: no defiendan lo indefendible”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.
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38º Encuentro Plurinacional: así comienza todo

Crónica del viaje a Corrientes al Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Intrersex y No Binaries. Los temas de conversación entre docentes sobre lo que ven en las escuelas: la dependencia del celular, el consumo, la aceleración. La motosierra aplicada a la educación. Y los temas del Encuentro: las violencias, el cuidado, la organización, junto a un río que grita auxilio.
Por Claudia Acuña
Fotos Line Bankel
Enviadas especiales a Corrientes
Colectivo hasta el tren, diez estaciones, dos subtes, otro colectivo y cinco cuadras a las corridas, todo bajo la lluvia torrencial y en una noche sin luna, hasta llegar a un lugar desconocido donde tampoco te conoce nadie. Así empieza el Encuentro para Marisa, impulsada desde Monte Grande hasta Caballito por una convicción que solo activa esta ceremonia: lo de lo amigable.
María es economista, acaba de cursar una maestría en cuidados, también vino sola y tampoco conoce a ninguna de las treinta y pico de mujeres de todas las edades que se asociaron para esta colecta que permitió alquilar el micro que nos llevara a Corrientes Capital, cita del 38º Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Intrersex y No Binaries.
Son casi 14 horas de viaje, porque hay tormenta, mucha niebla y porque el apuro no es por llegar, fue por venir. Ahora que ya están -ya estamos- juntas, de lo que se trata es de hacer lo que venimos a hacer: compartir.
Lo que circula es el mate, pero lo que domina el intercambio es algo todavía más difícil y escaso: la escucha.
La maestra de primer grado de una escuela del barrio de Once dirá que lo que la tiene muy preocupada es la dependencia del celular y la alteraciones que esta adicción genera en chicos y chicas muy chicos, muy chicas, que cada día tienen menos acceso al consumo, y más necesidad de consumir.
Piensa en voz alta: este ha sido el mayor fracaso político de mi generación.

Cordobesas en murga: para algunas es el primer Encuentro del que participan. Fotos: Line Bankel /lavaca.org
Ella, que todavía no llegó a los 35, que nació en la Villa Itatí de Quilmes, que tuvo la posibilidad de elegir otro destino que el de su madre -fregadora de mugre ajena por horas- no ha sabido o no ha podido transmitirles a sus alumnos ni a sus vecinos que tener cosas o dinero para adquirirlas no es lo que te hace ni feliz ni importante, ni libre ni nada, pero eso es lo que sin duda y sin respiro desean todos y cada uno, desde los que tienen 6 años hasta los que a los 12 ya abandonan la escuela para pegar el salto hacia lo único que anhelan: conseguirla, como sea.
Una colega -docente del lejano oeste- pregunta si nota que los chicos están demasiado acelerados, alterados, con un ritmo físico mucho más intenso que lo habitual.
Varias confirman.
Consulto: ¿alguien las preparó para enfrentar situaciones de menores intoxicados por el consumo de sus madres amamantadoras?
Nadie.
Cuentan luego que en Capital ya empezaron a sufrir un plan piloto para que en las escuelas secundarias la prioridad se ancle en tres materias: lengua, matemática e inglés. Que ya comenzaron a desplazar docentes de otras áreas, o a no reemplazar esas vacantes cuando se generan, lo que ha significado una pérdida de -mínimo- el 10% de los puestos de trabajo en los colegios afectados por ese plan.
Así, sin pausa, avanzan, dirá otra.
La cuarta completa: “Ayer en Parque Rivadavia organizamos un festival para denunciar todo esto y éramos menos que los docentes afectados”.
La quinta apunta a la cuestión que marca a fuego a este encuentro: “Seguimos sin poder generar reacción”.
No hay militantes de partidos políticos en este micro, pero sí mujeres que hacen política sindical, barrial, académica y ambiental. La mayoría ya ha participado de otros encuentros y por eso están particularmente atentas de “las nuevas”: saben que hay un antes y un después y esa diferencia la marca el durante. Y ese durante ahora mismo son ellas, las que preguntan y escuchan, las que hablan y miran a los ojos, las que rompen la impotencia con carcajadas.

Dos amigas recién llegadas desde Jujuy: el décimo Encuentro al cual asisten. Fotos: Line Bankel /lavaca.org
Una quiere saber el detalle de los talleres que comenzarán el sábado y seguirán en loop y en simultáneo hasta el domingo. Otra lee desde el celular en voz alta los ejes temáticos que plantea la oferta de esos talleres:
Activismos y organización
Tierras y territorios
Cuidados
Salud
Trabajo y desocupación
Violencias
Trata
Coyuntura geopolítica
Religiosidades.
La tercera completa:
-De coger, ni hablar, ¿no?
La erótica del encuentro es esa risa, como lo será la carcajada masiva que representa históricamente la marcha de cierre y también cada momento compartido al lado de ese río que grita auxilio porque vale más que el oro y, como nosotras y como todo, está ahora mismo en peligro.
Algo que se llama feminismo debería escucharlo. Y honrarlo.
Ya veremos: esto recién comenzó.

El río Paraná, segundo más largo de Sudamérica. Por allí pasa la Hidrovía cuya licitación enfrenta a Macri con Milei. Fotos: Line Bankel /lavaca.org
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Marcha de jubilados más allá de Trump, Milei, el FMI y Bullrich

La todavía ministra Patricia Bullrich había planteado durante la mañana: “Recordatorio para los que su ‘trabajo es provocar la crisis de este Gobierno’. ¿Quieren marchar contra Trump, Milei, el FMI y una modernización que ni conocen?”. La “modernización” parece ser conocida como reciclado de medidas contra la sociedad. Trump, Milei y el FMI también son bastante conocidos. La marcha de jubilados se realizó pese a todo. Y llegó a Plaza de Mayo. La charla de una mujer con Jorge Taiana, la indagatoria al policía acusado de tirar al piso a la jubilada Beatriz Blanco, y un llamado a la inteligencia.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos lavaca.org, Juan Valeiro y Line Berkel.
A Dolores le dicen Doly, y tiene un cartelito colgado con un piolín negro, que por lo casero llama la atención. Parece un imán, que a uno la lleva a hablar con ella. “Luche como un jubilado”, se lee a distancia.

Doly en Congreso: «Todos los días mando mensajes: Caputo, ¿dónde está el oro?» Foto Juan Valeriro /lavaca.org
Al acercarse, Doly cuenta que viene de Lanús, tiene 71 años, viene todos los miércoles y que se entretiene por X cada vez que el Ministerio de Economía hace una publicación: “Le pregunto: ‘¿Caputo, dónde está el oro?’. Así todos los días”, ríe y al instante se pone seria cuando explica que la lucha de los jubilados “debería ser un ejemplo”, pero que cada vez se sienten más solos. Dice que no hay un solo motivo, sino muchos porqués.
- “Porque meten miedo pegándonos todos los miércoles”.
- “Porque la sociedad no se moviliza en conjunto, sino por separado”.
- “Porque los sindicatos tendrían que despegarse de la CGT que ya sabemos no hará nada”.
- “Porque tendría que formarse una nueva CGT, como alguna vez sucedió”.

Foto Juan Valeriro /lavaca.org
En la concentración de jubiladas y jubilados de este miércoles estuvo unos minutos Jorge Taiana, diputado recientemente electo por la provincia de Buenos Aires, por Fuerza Patria. Dolores le cuenta a lavaca: “Yo soy peronista, pero hablando con él me liberé”. El diálogo:
–¿Dónde están, Jorge? ¿Por qué no vienen a acompañarnos?
–A partir del 10 de diciembre voy a asumir en el Congreso y como legislador voy a tratar de…
–Jorge, el 10 de diciembre vamos a estar todos muertos. Los jubilados venimos todos los miércoles acá, y no hay uno que dé la cara.

La movilización llegó a Plaza de Mayo. Foto: lavaca.org
Doly señala las vallas que dividen la avenida Entre Ríos y la plaza. “¿Sabés para qué son?”, pregunta en voz alta: “Para que quienes están en el Congreso no nos vean, para no escuchar lo que tenemos para decir”. Y ella dice: “Me jubilé en 2014 cobrando casi un 80% de la jubilación. Y en los últimos años, con Macri, con Alberto, con Milei, perdí casi la mitad del poder adquisitivo. Es un desastre. A mí me ayudan mis dos hijos y más o menos la pechugueo, pero sabés lo que es no poder comprarle un regalo a tu nieto. Antes lo hacía, y hace ya un montón de tiempo que no puedo, es muy triste”.
Por eso, Doly marcha.

La imagen de la revista MU de la referente de la Soberanía Alimentaria Miryam Gorban (fallecida el 22/10) también acompañó las marchas. La sonrisa y el cuchillo de cocina entre los dientes. Foto: lavaca.org
“No soy yo”
Este martes declaró Pablo Alexis Aldama, oficial ayudante de la Policía Federal Argentina, acusado por la agresión a la jubilada Beatriz Blanco en la represión desatada el pasado 12 de marzo –el mismo día que hirieron gravemente al fotógrafo Pablo Grillo y Jonathan Navarro perdió la visión de un ojo. Beatriz cayó de nuca a la vereda, golpe que le provocó lesiones en la cabeza. El policía, que desde enero cumple funciones en el Batallón II de Infantería, presentó un escrito de 55 páginas ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal 1, a cargo de María Servini, en el que pidió su sobreseimiento.
Aldama acusa a la jubilada de 82 años de pegarle “desde atrás con un palo similar a un bastón” y romperle su casco de policía. Además, dice que él no fue quien empujó a Beatriz sino su superior, el Oficial Inspector Céspedez, aunque “accidentalmente”.

Beatriz Blanco, 81 años, la mujer golpeada por la policía el 12 de marzo. «Se cae hacia atrás sobre la vereda, aunque infiero que ello pudo responder a la propia inercia de la señora teniéndose en cuenta su avanzada edad». Según Bullrich Beatriz es una patotera (?). Según el policía acusado, se cayó sola. Foto: Line Berkel /lavaca.org
Así lo declara: “No soy yo, Pablo Aldama, quien tiene contacto con la Sra. Blanco al momento del hecho, la que por cuestiones que desconozco, se cae hacia atrás sobre la vereda, aunque infiero que ello pudo responder a la propia inercia de la señora teniéndose en cuenta su avanzada edad”.
El efectivo reconoció haber usado gas pimienta “una sola vez para persuadirla de dejar de agredir al personal policial”. Y refuta a la propia Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), que en su informe afirma que uno de los efectivos extendió su brazo contra Beatriz y, a partir de ese impacto, cayó al piso.
Sin embargo, es miércoles, y Beatriz marcha.

Foto: lavaca.org
3. La inteligencia es seguir
A las 10.55 de la mañana la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, escribió en la curiosamente llamada “red social” X”: “Recordatorio para los que su ‘trabajo es provocar la crisis de este Gobierno’. ¿Quieren marchar contra Trump, Milei, el FMI y una modernización que ni conocen? Perfecto, respeten el protocolo, sobre la vereda y sin violencia”. El posteo tenía la referencia de un video suyo anterior donde decía, en tono amenazante: “Entiéndase por Protocolo Antipiquete: las manifestaciones, sobre la vereda. No se corta la calle”.

Micaela, fotógrafa agredidas de la semana pasada. Los puntos, hematomas y golpes. Foto: Line Berkel /lavaca.org
Menos de siete horas después, pasadas las 17, la calle no sólo estaba cortada sino que era la pasarela principal, liberada por la Policía de la Ciudad, por donde la marcha de jubilados y jubiladas avanzaba como hacía semanas no sucedía. Por allí camina, cámara en mano, Micaela, la fotoperiodista que recibió un palazo en el ojo en la represión de la semana pasada. Fue un oficial de la misma fuerza que ahora despeja las calles la que la dejó con el ojo izquierdo morado, un pequeño derrame, un punto debajo de su ceja y un malestar en todo ese lado de la cara –del cachete hasta la pera–, con una presión sobre las cervicales que le dan ganas de vomitar.

Foto Juan Valeriro /lavaca.org
Al lado está Emiliano, su compañero, que tiene a su madre todavía convaleciente: Nora, de 70 años, fue empujada en la misma represión, y estuvo unos minutos inconsciente en el suelo, congelando la respiración de quienes la rodeaban. “Todavía siente un hormigueo en el brazo izquierdo –cuenta su hijo–. Le cuesta cortar la comida, la tienen que ayudar”.
Hoy Nora no vino. Pero cientos, miles, sí, que marchan después de una radio abierta larga, y llegan hasta Plaza de Mayo sin inconvenientes, donde habrá otro acto más. Algunos se preguntan de la eficacia de los miércoles, pero entre tanta pregunta dubitativa, Silvia López, 69 años, trae un silbato que no deja de soplar y dos latas de atún que no deja de golpear. Vino de Ensenada, provincia de Buenos Aires, a 59 kilómetros de esta Plaza a la que asiste cada semana con su bastón porque tiene mal la pierna de toda una vida como peluquera y comerciante. Cobra la mínima que no le alcanza para mucho, como la garrafa que pagó ayer a 18.000 pesos. La cosa está dura pero, dice Silvia, hay que reafirmar la inteligencia.
–¿Cómo?
–Hay que seguir. Seguir viniendo. Para que te escuchen. Porque mientras la gente siga viniendo acá, ellos saben que el problema continúa.
Silvia sigue.
Y también, como Doly y Beatriz, y tantos otros y otras cada miércoles, marcha.

Un clásico: la sonrisa de Juan José, y su momento de baile de cada miércoles, sobre su silla de ruedas. Foto Juan Valeriro /lavaca.org
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Marcha de jubilados: las escenas de la violencia policial (video)

Cuatro detenidos, al menos cinco heridos. Una jubilada que quedó inconsciente al ser golpeada por la policía (video). Mujeres, periodistas, fotoreporteros y un sacerdote agredidos y esposados. En la foto de portada se ve al cura Paco Olveira y a Fidel Bravo esposados en el celular, y en primer plano al policía que atacó al periodista de lavaca. La denuncia presentada por Periodistas Argentinas y AReCIA y las deficiencias judiciales. A ocho meses de los ataques al fotógrafo Pablo Grillo y a la jubilada Beatriz Blanco, las marchas de uno de los sectores más castigados de la sociedad reclamando por sus haberes licuados siguen provocando una respuesta gubernamental recurrente: la violencia.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi
Fotos: lavaca.org / Juan Valeiro
Hace dos semanas que la marcha de jubilados y jubiladas empezó a anunciarse en distintos horarios y no sólo a las 15 horas como es habitual. La convocatoria es para gambetear no sólo los inusitados operativos policiales, sino también un sol que se va recalentando, como tantas cosas. Este miércoles la Mesa Coordinadora de Jubilados y Pensionados convocó a las 17 horas. Pero cuatro detenidos y al menos cinco heridos antes pasó de todo.
Primero fueron los whatsapps que se viralizaron con un mensaje urgente: “Detuvieron al padre Paco”. Todavía no eran las tres de la tarde. Las fotos mostraban al sacerdote esposado, sentado en el suelo, con el fotoperiodista Fidel Bravo, sobre Callao y Rivadavia. Lo subieron a un móvil policial. “¡Suelten al padre Paco, fachos pobres!”, gritaba una señora a un batallón de oficiales de la Policía Federal y Gendarmería que, detrás de las vallas, por las dudas convocaron a un camión hidrante. Del otro lado, los manifestantes no llegaban a 20.

Nora, la jubilada agredida que quedó inconsciente (abajo, el video del momento en que la golpearon).
lavaca se acercó hasta el estacionamiento frente al Senado, un lugar extraño para alojar detenidos, que las fuerzas al mando de la ministra Patricia Bullrich utilizan con frecuencia. Allí no estaban. “Fijate en las camionetas sobre Rivadavia o si no da vuelta al Congreso”, dijo un policía.
Sobre Rivadavia, un manifestante señaló el móvil al que los habían subido. Otro policía señaló: “Están en Hipólito Yrigoyen y Combate de los Pozos”. Ambos detenidos estaban sobre esa esquina, en el vehículo de la Unidad Judicial Móvil de la Superintendencia de Investigaciones Federales, patente NSN186.
“Ya salen”, informó un policía.

Los carteles de jubilados, como editorial político.
Foto, anteojos y la lotería
La puerta del móvil estaba abierta. En los asientos delanteros, Paco y Fidel. Ambos sujetados por las mismas esposas, Paco de la muñeca izquierda y Fidel, de la derecha (foto principal de esta cobertura).
lavaca fotografió el momento y también lo filmó, cuando uno de los policías se acercó con violencia y empujando. “Te dije que ya salen, no me hagas poner violento”, dijo, como si la violencia fuera la de un periodista haciendo su trabajo al registrar la detención de un cura y un militante. Luego llevaron a Paco y a Fidel dentro de una casa de Lotería, porque un estacionamiento no bastaba para el surrealismo represivo.

El padre Paco Olveira con la frente ensangrentada por un golpe policial.
Al quedar liberado, Paco Olveira dijo a lavaca: «Me pasó lo que te pasó a vos, que por querer hacer una foto casi te tiran al piso. En nuestro caso, primero hicimos un par de vueltas al Congreso, un rato antes de las dos. Estábamos por cruzar la valla pero paramos ahí, en la vereda. Empezaron a empujar a los jubilados. Como iba a terminar uno en el piso, les digo ‘vamos a rezar un padre nuestro’. Ahí al compañero (Fidel Bravo) le agarraron la bandera argentina y él la defendió. Lo tiraron para atrás y yo me agarré a él. Así, si lo llevaban, me llevaban a mí también. Creo que por eso estamos libres los dos; si no, el pobre iba a estar preso”.
–¿Les imputan algo? Hablaban de resistencia a la autoridad.
–Sí, nos notificaron de supuesto atentado y resistencia a la autoridad. Igual no pude leer porque me rompieron los anteojos (muestra que falta el lente derecho). Con un ojo sí y otro no, no puedo ver nada, y no nos dieron copia.
Paco agradeció la solidaridad –entre quienes se acercaron estaba el diputado Eduardo Valdés y el secretario general de ATE Capital, Daniel Catalano– y emprendió la vuelta a la plaza con la mochila abierta: “También me la rompieron”.

La denuncia de Periodistas Argentinas y AReCIA
Antes de regresar a la cobertura, los periodistas de lavaca fueron a hacer la denuncia a la oficina del Ministerio Público Fiscal de Combate de los Pozos, donde siempre llevan a los detenidos de los miércoles a fichar. La repuesta habla de la deficiencia judicial de prevenir los ataques a la prensa: informaron que la atención era de 9 a 15 horas y derivaron un 0800.
Llamamos: hubo veinte (20) minutos de demora porque había cuatro personas en espera. Cuando atendieron la charla duró apenas cinco minutos; al explicar la causa del llamado, tras una breve y burocrática respuesta, cortaron. Un nuevo llamado permitió acceder al mail a donde presentar formalmente la denuncia. Para cuando finalmente la concretamos ya podíamos adjuntar los videos de los brutales ataques que sucedieron después de intentar, en vano, evitarlos.

El policía intentando impedir que lavaca fotografíe a los detenidos.
Los periodistas que fueron a esas oficinas son Claudia Acuña y Lucas Pedulla, que en representación de la Asociación Civil Periodistas Argentinas y la Asociación de Revistas Culturales e Independientes de Argentina (AReCIA), respectivamente, presentaron un habeas corpus en diciembre de 2023 para prevenir estos ataques que, desde la fecha hasta hoy, se reiteran y agudizan. La causa tuvo su laberinto hasta que la Corte Suprema resolvió este martes la competencia del juzgado. Allì presentamos este martes el pedido de tratamiento urgente.

Gente marcada, mujeres golpeadas
En Congreso, una de las tantas marchas ya había empezado. La disposición del espacio era la habitual: vallado de punta a punta de la plaza, tránsito bloqueado y efectivos de la Policía de la Ciudad acordonando los alrededores para evitar que la movilización doblara por las calles aledañas. El mismo cordón aguardaba sobre Sáenz Peña para que el reclamo no se dirigiera hasta la Rosada.
Todo parecía lo habitual, pero los policías de la Ciudad –chalecos celestes– recibieron una indicación en sus handies.

Bastón en mano, la policía de la Ciudad agrediendo a manifestantes previamente «marcados» por la Federal: surrealismo e inutilidad represiva.
“Al de gorrita negra, a tu izquierda, gorrita negra”, decía la voz que salía de los aparatos. Hacía allí fueron cinco agentes para rodear a un muchacho de gorrita negra. Al detenerlo y llevarlo detrás del cordón, Estefanía, una joven integrante de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, fue golpeada en el ojo por un policía varón, lo que revela la idoneidad de los cordones bullrichistas.
La tensión policial escaló. Los mismos oficiales siguieron marcando personas. En el intento por detener a otras, la gente se defendió y los policías avanzaron con los escudos y a palazos. Así empujaron a Nora, una jubilada de 70 años que acompaña todos los miércoles. La socorrió Nicolás Chiarini, el mismo joven que le salvó la vida al fotógrafo Pablo Grillo –de cuyo ataque este miércoles se conmemoran ocho meses–.

Nora, 70 años, golpeada por la policía.
Otro de los marcados y cazados con violencia fue Nicolás Ríos, fotógrafo y militante de Convergencia Socialista. Al rato fue liberado y contó: “La misma Policía de la Ciudad me dijo que me detuvo porque dos horas antes me había marcado la Federal, mientras filmaba el inicio de la concentración. Les expliqué que yo no estaba haciendo nada y me largaron”.
En la Plaza la estaban atendiendo a Micaela Acevedo, fotoperiodista, a quien le partieron la ceja de un palazo. “Estábamos delante de todo, filmando, y empezamos a ver que estaban señalando gente. De repente, vino el jefe de policía y me pegó un palazo en la cara”, le dijo a lavaca, sentada en un banco de la plaza.

Micaela, palazo en la ceja.
Al su lado apareció en escena nuevamente el padre Paco, esta vez no detenido pero sí con la frente ensangrentada, llevado por el Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA Argentina).
–¿Estás bien?– le preguntó Micaela.
–Mejor que vos, querida –respondió el cura–. No sé si me dieron con un palazo o con un escudo, de la nada vinieron a pegar.

La capacidad de movilizarse pese a todo, y el triste rol policial.
Videollamada para la jubilada
A unos metros, sobre la plaza, estaba Nora, la jubilada que la Policía de la Ciudad había tirado al suelo hacía unos minutos.
Para dimensionar: la caída de Nora fue, en cuanto a la violencia, parecida a la de Beatriz Blanco (jubilada golpeada el mismo 12 de marzo que hirieron a Pablo Grillo), con todo el peso del cuerpo hacía atrás, cabeza contra el suelo. Después de la atención, Nora estuvo unos minutos inconsciente.
Al lado de Nora estaba su hijo Emiliano, fotógrafo como Micaela, la reportera herida en la ceja, que para colmo, es su pareja. Emiliano primero lloraba, pero luego se fue aliviando. De a poco su mamá, todavía acostada en el piso, se fue recuperando luego de estar varios minutos con la presión muy baja. La tensión se apoderó de la plaza mientras el CEPA y la CPM intentaban reanimarla. El SAME, por su parte, tardó varios minutos en llegar. Y antes de enviar una ambulancia, pidió hacer una videollamada con la jubilada herida: otra escena insólita.

Videollamada para diagnosticar a una mujer reprimida.
–¿Se cayó?– le preguntaron del otro lado del teléfono.
–Me tiraron– respondió Nora.
Tras la videollamada con el SAME, ya repuesta, la mujer le cuenta a lavaca: “Estaba a 4 metros de la policía y de repente se vinieron a donde estábamos, corriendo. No me lo esperaba y me llevaron puesta, me pasaron por encima”.
¿Por qué no faltás nunca los miércoles? “Siempre he salido a la calle cuando me parece que es injusto lo que pasa, más que nada porque tengo tres nietos”, dice y es la primera vez desde el golpazo, que hace una mueca risueña. “A mis nietos los cuido, no quiero que salgan; pero en mi caso, es imposible no salir cuando ves tanta injusticia”. La ambulancia llegó unos minutos después y Nora y su hijo se subieron.
De fondo, por Hipólito Yrigoyen, estaba pasando la cuarta marcha de la jornada.
Recién eran las 17:07, horario de la convocatoria oficial.
La marcha, estaba arrancando. Pese a todo lo anterior: pese a todo.
(En el comienzo de este video se observa el momento de la agresión a la jubilada).

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