CABA
Cómo borrar un éxito
Andrés Cascioli, Humor y la herencia de la concentración. No hay carrera de comunicación que analice la experiencia de la revista Humor en clave de gestión editorial en un mercado concentrado. Una lección que enseña qué premia y qué castiga el Estado. Y qué hacer para que las revistas independientes sigan riéndose del poder. Por Franco Ciancaglini.
¿Por qué hablar hoy de la revista Humor? Las razones son múltiples, pero hay una urgente: la justicia acaba de fallar contra la revista por una carta de lectores publicada en 1987. La causa es absurda, pero la condena es peligrosa: demuestra que el Estado, incluso después de quebrada la publicación y muerto su editor, puede ir contra los bienes de su familia. En este caso, contra Malena, la hija del fundador de Humor, Andrés Cascioli, quien ni siquiera había nacido cuando se publicó la carta del conflicto. Este litigio es el último eslabón de un larga cadena de atropellos: durante los mismos años en los que Clarín y La Nación gozaron de exenciones fiscales y previsionales, pauta oficial y leyes a medida, Humor jamás recibió un centavo del Estado y fue demandado por el Estado.
Para unos, todo.
Para otros, nada.
Y en esa nada, se hizo el mejor periodismo.
Qué es Humor
Humor es uno de los íconos de cómo hacer periodismo en dictadura, pero fue mucho más que eso. No sólo denunció cuando todos callaron: lo hizo con originalidad y talento. Siempre tuvo como meta reírse del poder y nunca de la gente. Periodistas que hoy son referentes indicutidos empezaron ahí. En medio de la más oscura niebla de censura, pintó un paisaje cultural de discos, libros y espacios de encuentro que también formaban parte de lo que pasaba. Así, ayudó a no sentirse condenado por vivir en dictadura.
Su editor, Andrés Cascioli, dibujó las míticas tapas que satirizaron a generales, almirantes y políticos más o menos democráticos. Soportó censuras y persecuciones, pero pocos homenajes. Humor llegó a vender 350 mil ejemplares quincenales y ser reconocida como “la mejor revista satírica del mundo”. Pero su mayor premiofue haber logrado algo impensable en estos tiempos: sus lectores hacían cola en los kioscos esperando que llegue el camión de reparto. Los lectores no compraban la revista: la abrazaban.
Basado en el éxito de ventas de Humor, la editorial La Urraca lanzó al mercado otras publicaciones: El Periodista, El péndulo, Humi, Fierro, entre otras, conformando un pequeño pool de medios. También editó libros: Crónicas del Ángel Gris, de Alejandro Dolina, fue el más exitoso, con 100 mil ejemplares.
Sin socios ni pauta publicitaria, Cascioli apostó a la contratación de cada vez más trabajadores, sueldos a la altura del mercado y reinversión de todo lo que generaba el éxito de Humor.
El Periodista significó la apuesta de hacer actualidad política con periodistas que sabían el oficio de crear primicias, basadas en datos y fuentes propias, que le daban un sello único y fiable. Para Nora Bonis, viuda de Cascioli, fue el error más grande desde el punto de vista comercial: “La plata que generaba Humor iba a bancar a El Periodista, que era carísimo”, asegura.
Sin embargo, El Periodista no cerró por su déficit comercial, sino por un error periodístico: una tapa de diciembre de 1986 afirmaba que la deuda externa se podía pagar con la venta de las tierras del Ejército Argentino. En la misma nota, firmada por el periodista Norberto Colominas, se decía que estas tierras estaban valuadas en 45 millones de dólares. Pero la deuda externa tenía, por entonces, tres ceros más: 45.000 millones. El cálculo erró por millones de dólares de diferencia. Perdida su credibilidad, la revista cerró.
Humor comenzó a tambalear a partir del 95, azotado por juicios y deudas con el Estado. En una muestra que recordaba 60 tapas publicadas por la revista entre 1878 y 1983, Cascioli escribió: “Nosotros, desde la pequeña trinchera de Humor, hicimos lo que estaba a nuestro alcance en aquellos tiempos duros: denunciarlos y reírnos tanto de los protagonistas de la obra como de sus guionistas. Muchos argentinos creen que nuestro trabajo valió la pena. Yo pienso lo mismo”.
Memoria de un editor
Tomás Sanz vive solo en su casa del barrio de Balvanera. Un dibujo de Hermenegildo Sábat sobre fútbol decora su sobrio living. Es un recuerdo de su paso por el Diario Olé -cuenta- la última redacción donde trabajó y hasta donde estiró su larga trayectoria periodística, que incluyó roles de director, editor, escritor, humorista y dibujante, muchas en complicidad con El Tano, como llama a Cascioli. “Hoy sólo dibujo, a veces”, dice mientras revuelve dos cafés instantáneos que luego calienta en el microondas. Llega a la mesa con la ayuda de un moderno bastón, y convida una clase magistral de periodismo, edición y política.
Sanz fue el gran compañero de vida de Cascioli. Se conocieron trabajando en la agencia Publicidad Internacional, y casi nunca más se separaron. Ambos dibujantes, crearon primero la revista Satiricón, junto Oskar Blotta, iniciando así un camino de ediciones de sátira política que sería su marca registrada. “No inventamos nada: es un formato mundialmente conocido”, dirá un viejo Sanz, al tiempo que saca un cigarrillo suave para acompañar la historia. “Pero Satiricón había sido una revista muy loca, innovadora, audaz. Fue un golpe en la sociedad argentina”.
Esa audacia fue, quizá, lo que les permitió sortear los peores gobiernos de este país con las mejores investigaciones periodísticas y los dibujos que ridiculizaban a los tipos más malos. Al igual que después Humor, Satiricón nació bajo una dictadura. Sanz: “La de Lanusse, que era Heidi comparado con lo que vendría”.
Satiricón fue clausurada a fines de 1974 por un decreto de la presidente María Estela Martínez de Perón, después de una tapa con una calavera que rezaba: “El demonio nos gobierna”. Le editorial decidió iniciar un juicio para que la justicia decida sobre la pertinencia de esa prohibición.
Mientras tanto, Oskar Blotta hizo una revista sustituta: El Ratón de Occidente, “que pasó desapercibida, pero puede formar parte de esta historia”, define Sanz. “Era inofensiva, porque no se podía hacer otra cosa”. La siguiente apuesta editorial fue una revista “para mujeres”, Emanuel, que duró apenas tres números. Relata Tomás: “Entró un comando a la redacción que teníamos en Córdoba y Esmeralda, en verano, a plena luz del día, y se llevaron a Blotta, Mario Mactas y a una traductora. Ahí sí se terminó todo”. Corría marzo del 76. Blotta, Mactas y la traductora Silvia Vesco fueron liberados después de una semana, bajo una consigna: “Váyanse lejos”.
En paralelo, mientras duró la prohibición de Satiricón, Cascioli volvió a la carga con Chaupinela, una revista que también duró poco – un año: el 75- pero marcaría el nacimiento de Ediciones La Urraca.
“En el año 76 Satiricón ganó el juicio contra el decreto de prohibición”, sigue Sanz. “Podía volver a salir. Y lo hizo durante cuatro números más, hasta que vino el golpe de Videla”.
Tomás cuenta que los militares fueron a hablar con Oskar Blotta, editor de Satiricón, y con Cascioli, director de arte. “Dijeron los milicos: no saquen más esta revista. No fue un decreto, fue un consejo paternalista que tenía una amenaza detrás. Ustedes son muy inteligentes, pueden hacer cualquier otra cosa. Quería decir: son muy inteligentes, pero no se pasen de piolas”.
Las complicidades que se venían tejiendo se vieron, de pronto, desarmadas. Blotta se exilió en Estados Unidos, siguiendo la recomendación militar. Y luego Carlos Ulanovksy, que había empezado a participar de otra publicación fugaz, Perdón, junto a Carlos Abrevaya y Jorge Guinzburg, también debió exiliarse, tras enterarse que fue reclamado en un allanamiento a las oficinas de Blotta.
Cascioli se había abierto de esa sociedad. “No quiso seguir porque la censura era muy grande, no porque tuviera miedo”, dirá su amigo Sanz. Zapatero a sus zapatos: volvió al mundo de la publicidad. Aunque sólo por un tiempo: “El Tano, que era un inconsciente total, empezó a elucubrar la idea de otra revista”.
Corría un avanzado 1977. Cascioli y Sanz empezaron a retomar contenidos de Chaupinela y publicar tiradas de un solo número, del tipo El mejor humor de Chaupinela o el Libro de humor negro, entre otros. En esas ediciones, la palabra “humor” ya aparecía bien grande y en letras gordas. “Recopilábamos algunas cosas que habían sido publicadas, inventábamos otras, la hacíamos entre 3 ó 4 tipos y se largaban a los kioskos por única vez”, recuerda Tomás. Se estaba formando el núcleo de Humor.
Sigue: “Como había alguna respuesta, Andrés le empezó a dar más manija y dijo: vamos a hacer una más periódica. Nadie dijo nada, yo tampoco preví el riesgo”. Para el plantel convocaron a varios del equipo de Satiricón y Chaupinela: Aquiles Fabregat, Alicia Galloti, Roberto Fontanarrosa, Crist. “Fuimos juntando material sin ninguna gran idea, ningún gran proyecto: era lo que nos gustaba y aquello en lo que habíamos trabajado tanto tiempo”. Lo hicieron con precaución: “Estábamos en la dictadura de Videla, no queríamos que nos den un golpe en la nuca al segundo número. Entonces empezó como una forma más modesta, más chistosa, con alguna referencia política, pero más vaga”.
El primer número de Humor salió a la calle el 1 de junio del 1978. Era el día de la inauguración del Mundial 78, y no desperdiciaron la ocasión: la tapa era un dibujo de Cascioli que mezclaba a César Luis Menotti, entrenador de la selección, con el ministro de Economía, José alfredo Martínez de Hoz, y unas orejas de burro.
Sanz calcula que la primera tirada fue de 30 mil ejemplares. “Nos fue bien, tuvimos una devolución baja”. Y lo más importante: “Pasamos medio desapercibidos para los milicos”.
Para los lectores, no: “Ya con los primeros números, que eran mensuales, empezaron a llegar cartas que decían: volvieron. Entonces dijimos: bueno, puede ser. Al sexto número ya empezó a salir quincenal. Y siempre con un toque cada vez más audaz”.
Alicia Galloti inició una saga de notas feministas; Aquiles Fabregat comenzó una cruzada contra los seudocientíficos; se sumó al staff permanente Alejandro Dolina con sus Crónicas de El Ángel Gris, las tapas de Cascioli y en ocasiones, de Izquierdo Brown. Luego llegarían Gloria Guerrero, Hugo Paredero y Mona Moncalvillo con sus legendarias y largas entrevistas.
Las tapas fueron cada vez más alusivas a los militares, y en el contenido ya empezaba a haber investigaciones periodísticas. “El primer gran revuelo fue por una tapa con los reyes de España, de visita en Argentina, y López Rega apareciendo debajo del vestido de la reina”, recuerda Sanz. Esa edición fue secuestrada en la playa de distribución, en diciembre de 1978. “Pero lo que nos dejó tranquilos fue la respuesta de la gente”.
Otra de las lecciones de esta historia: los que protegieron a Humor, siempre, fueron sus lectores.
Sanz: “Sabíamos que la revista estaba en los despachos del ministro de Interior, que la estaban vigilando”. En diciembre de 1979, Cascioli dibujó a Videla debajo del agua, con una banda que decía “industria argentina” y rodeado por pirañas que llevaban otros carteles: Made in Japan, Made in Taiwan. Sanz: “Fue una prueba de fuego: ver hasta dónde llegamos”.
Esa tapafue presentada, días antes, con una estrategia. “Nos animamos a sacar una aviso en Clarín con la foto de nosotros tres (Cascioli, Sanz y Aquiles Fabregat). Y nos mandamos una humorada de cómo había sido la charla de redacción planeado esa tapa, en joda. Era un dialogo que decía:¿A vos qué te parece? ¿Les gustará? ¿Y si no les gusta?”, recuerda Sanz, y se ríe. “Era un jugueteo”.
Periodismo y dictadura
En una entrevista antes de su muerte, Cascioli dio su versión sobre cómo lograron sortear los tiempos más terribles: al principio la revista pasó desapercibida y cuando se quisieron dar cuenta, Humor ya era demasiado conocida. Sanz: “Si, pasó un poco eso, pero además había un elemento: Humor empezó a tener efecto en el exterior, sobre todo por muchos exiliados. La gente la mandaba de acá a Europa; en Francia se comentaba la revista entre intelectuales, artistas. Y creo que les costó entrarnos, por eso. Había pasado el Mundial, que para ellos había sido un éxito, con la campaña Los argentinos somos derechos y humanos, entonces por ahí clausurar una revista ya no les venía bien. En Europa esas cosas no se comprenden”.
Humor ya había trascendido la historia doméstica: en 1982 Cascioli recibió el premio a la mejor revista satírica del mundo, en Italia. “Después pasamos los cien mil ejemplares: era una revista muy consolidada”.
La revista se volvió cada vez más política. Se sumaron Enrique Vázquez y Jorge Sábato. “Sabíamos que había bronca con la revista, pero por otro lado tenías otros mensajes: había algunos tipos a los que no les disgustaba aparecer en la tapa caricaturizados. Se cargaban entre ellos. Una vez lo hicimos a Minguito y uno de los militares creyó que era él”, dice Sanz.
Después vino Malvinas, “que empezó a ser el derrumbe de la dictadura”. Pese a ello, en enero de 1983, el número 97 intentó ser secuestrado antes que saliera: “A eso de las seis de la tarde la revista salía de la playa de distribución. Ahí cayeron los milicos con orden de secuestrar la revista. Ya tenían información sobre el contenido: había unas notas muy duras de derechos humanos y secuestros”, relata.
Algunos de esos ejemplares llegaron a los kioskos gracias a las gestiones del mítico líder del centro de distribución, El Cholo Peco, pero la mayoría de las 100 mil revistass fueron decomisadas. En la tapa, el general Cristino Nicolaides se estaba cayendo de una patineta, con el símbolo de la justicia detrás suyo. El título rezaba: A la justicia no le dan Corte. Cuál fue el argumento censor: “Los tipos dijeron que no se podía ni suponer que un general de la Nación no pudiera manejar une elemento infantil tan simple como una patineta”.
Este argumento desopilante fue repetido durante el juicio que siguió a esta censura. Finalmente la justicia ordenó al Poder Ejecutivo que la revista siguiera saliendo. Y Humor estalló: llegó a su pico de 350 mil ejemplares quincenales.
“Pero el juicio siguió”, recuerda Sanz, para cerrar la anécdota. “Y el día que se leían los fundamentos de lo que había sido el decreto, repitieron: ‘No se podía suponer que un general no pudiera usar una patineta’. En ese momento el juez salió de la audiencia. Nos quedamos nosotros con los abogados del Estado, todos en silencio: un momento incómodo, pelotudo, grotesco. Mucho tiempo después nos absolvieron y cuando terminó la dictadura, ese juez se encontró con Andrés y le confesó que en aquel momento había salido de la audiencia porque tuvo miedo de no aguantar la risa”.
La caída
Si el boom fue con la dictadura y, de algún modo, gracias a la dictadura, a Humor se le complicó con la llegada de la democracia. El gobierno de Raúl Alfonsín produjo un conflicto de intereses con el espíritu satírico de Humor. “Charlamos con Andrés: ¿qué hacemos ahora en democracia? El fuerte nuestro había sido tirarnos contra la dictadura. Ahí convinimos que la revista tenía que seguir siendo satírica, pero había un temor: los militares estaban muy presentes todavía. Si jodemos mucho con Alfonsín… ¿Cómo hacemos para apoyar el proceso de estabilización, pero sin parecer oficialistas? Este tipo de revista, si sos muy oficialista, no funciona”, dice Sanz.
Sigue: “Además, cada sector de la sociedad que leía la revista se fue decantando hacia su propio partido político. Los de izquierda nunca pensaron que nosotros éramos lo suficientemente de izquierda. Los radicales esperaban de la revista diera más de apoyo. Y para los peronistas siempre fuimos medio gorilas”.
Nunca más Humor volvería a vender 350 mil ejemplares quincenales, pero durante los noventa, con la democracia ya instalada, tuvo un repunte de la mano de Carlos Menem. “Pese a que era muy votado, era un personaje como para caerle. Y fue lo que hicimos. Aunque llegó un momento en que nos repetíamos mucho”. Menem con la Ferrari, Menem con Yuyito González, Menem con… “Al final caíamos en eso. Llegó un momento que parecía que no teníamos otro tema”.
Otra contra: “Menem ya era él mismo una caricatura; no era cargar un militar y bajarlo de su solemnidad y su crueldad… eso moviliza a la gente. Pero cargar a alguien que ya era una caricatura era más difícil. Y llega un momento que por ahí aburrís. Era como pegarle a una pared”.
Humor volvió a caer en ventas. “No encontramos una manera de sostenerla mejor, de convertirla en otra cosa”. Comenzaron los problemas financieros, de atraso en el pago de cargas sociales e impuestos, de juicios por calumnias e injurias. Sanz: “En la redacción jodíamos con que si uno venía de traje, era porque había estado en Tribunales a la mañana”. La editorial La Urraca pasó a tener un abogado civil, uno penal y otro tributario, con sus respectivos costos. “Eran cosas que te jorobaban porque estabas siempre pendiente de un hilo: citaciones, abogados. Y uno lo que quería hacer era una revista”.
Uno de los juicios le tocó al propio Sanz, que figuraba entonces como director de Humor, precisamente para alternar la responsabilidad editorial y que las demandas no cayeran siempre sobre Cascioli. Fue por una denuncia de Eduardo Menem, entonces senador, hermano del ex presidente argentino, a raíz de una nota que reprodujo información del semanario uruguayo Brecha sobre movimientos financieros del senador en ese país. “Publicamos la fuente, el facsímil del cheque y que el senador lo había desmentido: nos hizo juicio igual”, recuerda Sanz. La Corte Suprema les falló en contra: “Eran muy favorables a Menem”, recuerda.
La debacle
La estrategia de acorralar con juicios a las editoriales había comenzado en la dictadura. Según escribió Cascioli: “El gobierno militar no permanecía inmutable, ya que utilizaba una fórmula de amedrentamiento muy eficaz: los juicios por calumnias e injurias (…) Como editor responsable de Humor debí enfrentar más de treinta juicios de este tenor”.
La historia de la concentración del mercado gráfico también comenzó con los militares: ni hace falta desarrollar lo que representó para las revistas independientes la apropiación de Papel Prensa.
Durante el menemismo, el acoso de juicios contra La Urraca se aceitó y tuvo nuevos rostros como los de Bernardo Neustadt, Marcelo Tinelli y la propia AFIP, entre otros.
En paralelo, cada número de Humor comenzó a vender menos, arrastrando a las demás publicaciones de La Urraca. Uno tras otro sus títulos fueron desapareciendo. Y llegaron los primeros juicios laborales. Para 1998, sólo quedó Humor – con una tirada de 25 mil ejemplares y vendiendo 16 mil, una cifra buena en estos tiempos, pero insuficiente para el momento- Sex Humor y Buscando, una colección de libros infantiles. La mala perfomance editorial obligó a Cascioli a sucumbir a la voracidad de la concentración: se asoció con La Nación para editar semanalmente La Nación de los chicos y Rolling Stone, de la cual estuvo a cargo los primeros números. Para cumplir con estos emprendimientos, Cascioli fundó otra editorial: Buena Letra S.A.
Ese trabajo tercerizado fue, según definió Cascioli, un “intento de subsistir” en un mercado gráfico brutalmente concentrado. A la caída de Humor, se sumaba la situación crítica de La Maga y la reestructuración de la Editorial Atlántida. todas víctimas muy diferentes de una misma batalla: la década de los pulpos.
Clarín y La Nación obtuvieron Papel Prensa de los militares. Y luego, de Carlos Menem, la derogación del inciso E del artículo 45 de la Ley de Radiodifusión aprobada en dictadura, que impedía adquirir una licencia de radio o televisión al dueño de un diario. Así, en septiembre de 1989, Clarín compró el total de Canal 13, luego Radio Mitre, la agencia de noticias DyN y a partir de 1992 logró acceder al negocio de televisión por cable: se hizo de Multicanal, entre otras compras.
En ese período Clarín no sólo se mantuvo en el negocio de los medios: en 1992 ya había facturado 320 millones de dólares a través de 30 empresas, en el sector salud, en negocios inmobiliarios y financieros.
Para poder hacerse de todos estos negocios, Clarín había tomado deuda y aceptado a un banco norteamericano como socio minoritario. Finalizando la década, el proceso de acumulación dio como resultado un holding endeudado en alrededor 1.000 millones de dólares. Y con socios como el banco Goldman Sachs, con el 18% del Grupo, que veía la forma de cobrarse su deuda aumentando su participación en el conglomerado. Una vez más, el Estado lo salvó con dos medidas a medida:
El presidente Eduardo Duhalde emitió un decreto de pesificación de las deudas contraídas en moneda extranjera.
Se modificó la Ley de Concursos y Quiebras, eliminando la posibilidad de que un acreedor extranjero se apropiara de la compañía. La reforma fue bautizada Ley Clarín.
El contrapunto más brutal, sin embargo, es el tratamiento fiscal que el Estado deparó para algunas, en detrimento de todas. Cascioli tuvo que enfrentar un juicio contra AFIP por presuntas irregularidades en el pago de cargas sociales, una deuda que contrajeron todas las empresas periodísticas durante los 90. La diferencia, otra vez: Clarín y La Nación lograron sacárselas de encima en el año 2001, cuando Domingo Cavallo impuso el IVA –hasta entonces exento- a las publicaciones gráficas, pero les permitió a estos grupos descontarla de las cargas patronales, que nunca habían pagado. Lograron así vaciar dos cajas del Estado a la vez y con un solo decreto: la fiscal y la previsional.
La Urraca no hubiera fundido de haber gozado de todos estos privilegios. En cambio, debió someterse a una serie de juicios de los cuales, incluso, Cascioli salió sobreseído al demostrarse su buena fe para afrontar las deudas.
En la causa iniciada por AFIP, Cascioli hace su descargo: “A partir del 96, La Urraca entra en una grave crisis económica y financiera, y debe optar entre el pago de los salarios o el pago de cargas previsionales. La decisión fue seguir pagando salarios para poder continuar el proyecto”. La empresa entró en 1997 en concurso preventivo, y declaró la cesación de pagos en noviembre de ese año.
El perito fiscal de la causa, Alfredo Popritkin, explica que las retenciones adeudadas sólo fueron formales, contables. Es decir, Cascioli nunca se quedó con el dinero. Simplemente, no lo tenía. Al revisar los informes contables surge que las ventas de la empresa La Urraca se redujeron un 50% comparadas con el 95 y 96, “lo cual produjo despido del personal con las correspondientes indemnizaciones, lo cual provocó la cesación de pagos”.
Finalmente, el juez consideró: “La conducta de Ediciones de la Urraca que optó por asignar recursos de que disponía a cubrir rubros que consideró esenciales para continuar con sus actividades encuadra en estado de ‘necesidad disculpante’, según la cual no es exigible al sujeto que actúe de modo heroico”.
Consultado por MU, el perito contable Alfredo Popritkin resume lo que vio luego de revisar cada papel de La Urraca. “El cuadro económico financiero mostraba una situación de crisis y así se lo hice saber al magistrado. El juez tuvo en cuenta mis conclusiones y dispuso el sobreseimiento del titular de la sociedad”.
¿Fue una crisis provacada?
La respuesta implica preguntarse cuál hubiera sido el destino de La Urraca si la pauta oficial o el tratamiento fiscal fuera un derecho y no un privilegio corporativo.
Lo cierto es que el plan de pagos que propuso Cascioli para saldar su deuda nunca fue aceptado por AFIP. “Teníamos el acuerdo de todos los proveedores y un edificio que costaba más de 1 millón de dólares”, recuerda Nora Bonis, la viuda de Andrés y secretaria al momento de la crisis. “Pero nos castigaron: no nos aceptaron nada”.
Fernando De La Rúa asumió su presidencia el 10 de diciembre de 1999.
Al día siguiente, la editorial se decretó en quiebra.
El resultado es brutal: en el edificio de la emblemática redacción de Humor y El Periodista hoy funciona la Defensoría del Pueblo de la Ciudad.
Justicia zombie
Esta historia no terminó. Saltando de la empresa quebrada a los bienes personales del editor y de éste a su sucesión, un abogado tucumano acaba de ganarle un juicio a la familia Cascioli por supuestos “daños y perjuicios” ocasionados por una carta de lectores publicada en Humor en noviembre de 1987.
El enunciado es tan absurdo que hay que ir por partes:
Humor dejó de publicarse en 1999.
Sin embargo, los problemas judiciales continuaron, incluso tras la muerte de Cascioli, ocurrida el 24 de junio de 2009.
El abogado tucumano Gustavo Terán Molina siguió la demanda en la sucesión. Esto es, a los bienes que había dejado Cascioli.
“Esta causa es como un zombie: un muerto que se levanta”, define Malena, la hija de Cascioli, quien ni siquiera había nacido cuando se inició la demanda. “Este hombre pide resarcimiento por unas acusaciones que se hacían en una carta de lectores”, completa Nora, su madre. En dicha carta se hablaba del desalojo de pobladores de una comunidad originaria, El Nogalito, por parte del abogado Molina, lo cual tendría asidero en una causa penal de la cual el hombre fue sobreseído en 1992 por haber prescripto la acción penal. Los delitos, según el diario tucumano La Gaceta: defraudación, robo, abuso de armas, amenazas y violación de domicilio.
La primera instancia fue favorable para la editorial La Urraca, ya que tuvo en cuenta que Terán Molina ejerció su derecho a réplica en el propio correo de lectores de Humor.
Sin embargo, hubo un detalle que resultó crucial para la apelación: “Cuando al abogado de la editorial le piden el original de la carta publicada, explica que no lo tiene porque, por una cuestión de volumen de archivo, sólo se guardaban hasta pasados los dos años”, explica la viuda de Cascioli. La ausencia de la carta fue clave en el fallo firmado el martes 13 de octubre por la Sala B de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, representada por los jueces Ramos Feijóo, Parrilli y Mizrahi, quienes revierten el fallo de primera instancia y condenan a la revista por haber actuado de “manera negligente”. Fija una indemnización y asigna las costas del juicio a la familia Cascioli.
Los argumentos de la condena son, básicamente, dos:
La editorial no guardó la carta.
Las personas que la firman “no se demuestra que existen”. Ergo, del contenido debe hacerse cargo la editorial
Sin embargo, basta con una búsqueda en Internet para encontrar y contactar a uno de los firmantes de aquella carta. Esta persona se limitó a decir a MU que la firmó “porque en ese momento seguía al Chango Farías Gómez” en “cuestiones indigenistas”. Su temor: que el juicio recaiga sobre ella. Algo que no puede suceder dado el tiempo que pasó.
¿Cómo puede comprenderse semanjante proceso penal? “La lectura hay que hacerla en el marco de la causa, que es una barbaridad procesal”, sintetizan los abogados de la familia Cascioli.
Pero esa barbaridad no afectará sólo a la familia Cascioli, sino que fijará jurisprudencia que afectará a todos los editores y como siempre y hasta hoy, a los independientes más.
La pregunta entonces es la misma que atraviesa toda esta historia: ¿será justicia?
CABA
El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.
Por María del Carmen Varela
El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.
La propuesta reza:
El Teatro está Abierto: ENTRÁ.
La historia no se repite igual, pero rima.
El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.
La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.
Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».
El texto poético que acompaña el mitín:
Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada
Ayer fue incendio, hoy es apagón
Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito
Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva
Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital
En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.
Entrá porque es urgente
Entrá porque es ahora.
El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.
Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)
[email protected]
Instagram: @festivalentra
CABA
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.
Por Francisco Pandolfi
Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra).
La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.
La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.
Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra.
Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran:
• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.
• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.
• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.
• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.
• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.
• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.
Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:
• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.
• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.
• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.
La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.
¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?
Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.
¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?
Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.
¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?
Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.



La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.
Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.
Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.
Actualidad
Marcha de jubilados: balas y bolitas

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.
Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.
Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.
Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.
Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla.
- “Vacas gordas, jubilados flacos”.

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.
Números y un café
Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.
Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.
De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.
Abus en la calle
Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.
En la marcha hubo muchos carteles al respecto:
- No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
- Ni veto ni represión: fuera el FMI
- No al veto a las leyes en jubilaciones
- No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei).
Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”.

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.
Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.
Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”.

Jubilado hablándole a la pared.
Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”.
Vallas a donde vayas
El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.
Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”.

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.
Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.
La violencia y las bolitas
Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando.

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar).
La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

¿Qué escudan los escudos?
Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”.
Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.
Sin embargo, la gente no se fue.
La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió.
“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.
Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.
De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.
Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:
–Juguemos a las bolitas.
Todos se rieron, por el absurdo de la situación.
De nuevo, frente al horror, la creatividad social.
Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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