CABA
Insurrectas: activismo gorde
La coquetería, la industria, el amor propio, el consumo. La sanción de la Ley de Talles llevó diez años y puso en evidencia un tema eterno: la discriminación y el ataque a los cuerpos gordos que no cumplen la norma establecida. Pichi, Insurrecta y Lemon son modelos, actrices, performers. Sus historias, tristezas, rupturas, y la reivindicación de la libertad de ser y expresarse. ANABELLA ARRASCAETA

Usan bodys negros de encaje y transparencias, polleras, aros grandes, maquillaje. Caminan juntas por un pasaje angosto a menos de 300 metros de Plaza Congreso. Y posan ante la cámara. Saben cómo hacerlo. Usan su cuerpo como herramienta de comunicación. Así también eligieron lo que llevan puesto. “Vestirse es una manera de mostrar identidad”, dice una de ellas, días después de la sanción de la Ley de Talles. Buscan los ángulos y las curvas que quieren mostrar. Clavan la mirada y afilan la lengua.
Son un tiempo presente en el que tuvieron que aprender a convivir con la discriminación y, cuentan, hasta con el odio. Son un futuro que llegó y que muestra de qué modo muchas veces la sociedad, el mercado y la cultura han sido capaces de ensañarse. Como lo personal es político, Jimena Carol, o Pichi, explica: “Con el activismo gorde elegimos visibilizar lo que pasa desde lo social y lo político en torno a tener un cuerpo disidente”. Tiene 32 años, es cocinera, bailarina, actriz, performer y modelo.
Y define: “La sociedad y la industria piensan solamente en un determinado tipo de cuerpo. El activismo gorde es la posibilidad de decir: ‘hola, estamos acá y queremos vestirnos, sentarnos en el bondi, naturalizar el deseo’. A partir de que una empieza a aceptar la posibilidad de otros cuerpos, y a aceptar el propio, es mucho más fácil poder pensarse socialmente no como una disidencia, sino como una ciudadana”.

Coquetería en cofre
Se suman al encuentro Corina Lagos (que prefiere llamarse a sí misma Insurrecta, 26 años, actriz, performer, modelo) y Ariadna Huergo Dubini (o Lemon, 25 años, modelo, fotógrafa y poeta). Las tres comparten el ritual de elegir qué body usar, cuál peinado hacerse, cómo maquillarse.
Es mediodía en casa de Pichi, podría ser una noche de fin de semana de amigas adolescentes, pero no: para ellas, de adolescentes, compartir la ropa no era opción. Entonces Insurrecta saca un pequeño cofre con todo tipo de accesorios. Pichi redobla la apuesta, saca un cajón, y dice: “Cuando una piba es coqueta, si es de talle regular puede tener muchos vestidos, jeans, tops. Pero cuando sos gorda, y en los comercios no encontrás nada para vos, ser coqueta se traslada a objetos que no dependan del talle. Es más probable que puedas elegir tus zapatos o tus aros, y no tu ropa”.
Un ejemplo: Lemon empezó a comprarse maquillaje mientras sus hermanas elegían vestidos. “Fue mi manera de sentirme linda. Hoy, nosotras tres somos modelos y nos cuesta más estar con ropa que sin ropa. Estamos más cómodas con nuestra corporalidad que con algo que no nos entra”, sentencia.
Mientras se prestan y prueban polleras, todas coinciden: “Queremos que exista una adolescencia que admita amigas gordas”. Hasta la palabra amistad entra en juego en esta historia. El relato hilvana recuerdos, dolores y rabias.
Lemon y el corazón roto: “De adolescente no era gorda pero tenía una corporalidad grandota. Sin embargo me sentía más disconforme con mi cuerpo. De eso hablábamos con mis amigas. Pero pensaba: ‘si ellas que son flacas se ven gordas, ¿cómo me ven a mí?’. Siempre fue la mirada del otro lo que jodía. A los 19 años sufrí mi primer corazón roto, mi papá me dijo: ‘Así de gorda no vas a volver a tener novio’. Me puse muy mal. Mis tías me dijeron que podía ir a un lugar para bajar de peso. Bajé 20 kilos en tres meses. Me pesaba todos los días. Empezás a volverte obsesiva. Fue una época fea. Me siento mucho más liviana ahora”.
Insurrecta y una biografía: “Cuando nací mi mamá había comprado todo talle cero, porque tengo dos hermanas mayores que habían pesado dos kilos y medio. Yo pesé cuatro kilos y medio. La ropa talle cero me duró un día. Eso me marcó toda la vida. En el jardín de infantes les llevaba una cabeza y cinco rollos a mis compañeritos. Tuve una existencia gorda que se fue transformando por dieta y depresiones pero nunca tuve un cuerpo hegemónico. Cuando era adolescente quería seducir para pertenecer. Me fajaba la panza, tenía fajas de todos colores y tamaños. En un momento adelgacé mucho porque me separé: birra y pucho todo el día. Y la gente me decía: ‘qué linda que estás’. Yo estaba muy mal, pero lo único que me importaba era la mirada del otro y no cómo me sentía. Tenía cero registro de mí misma. Miro para atrás y no me reconozco. Pero con el tiempo adquirí herramientas, construí comunidad, activismo, cosas que en nuestra adolescencia no existían”.
Pichi y el culo prominente: “No reconocí mucho mi sobrepeso aunque vengo de una familia que suele estar pendiente de su cuerpo. Mi abuela los crió a todos desde ese lugar. Tuve mi primer nutricionista a los 8 años. Cuando iba a comer a la casa de mi mejor amiga ponían un plato de milanesas en el medio, y yo podía decidir cuánto comer. En casa eso no existía: lo decidía mi abuela, que nos educó con todo el amor que pudo. Mi mamá me mandó a Dieta Club. Me hacía sentir decadente que ella pensara que yo tenía que estar en ese lugar. Toda mi adolescencia fui culo prominente, mucha boca, teta, el estilo de cuerpo de mi familia. Una vez una amiga me prestó su cuaderno de dieta. Lo leí y me puse a llorar porque a la pregunta: ‘¿qué querés cambiar cuando cambie tu cuerpo?’ ella había contestado: que en la calle me dejen de gritar gorda. Me partió el corazón, porque me di cuenta de que a mí también me gritaban gorda”.
Cuerpos que mutan
¿Cómo pensar la adolescencia? Insurrecta: “Creo que la Educación Sexual Integral es fundamental en todo sentido, no solamente para aceptar las disidencias sexuales sino también las disidencias corporales. Y como lo digo por los gordos, lo digo también por gente a la que le falta una pierna, que está en sillas de ruedas. Para eso se necesita la autoaceptación, y eso se hace con amor, con cariño”.
Pichi aporta: “Es importante enseñarles a les niñes a tener una relación amorosa con el cuerpo y con la comida. Que el límite no sea la porción que los adultos deciden que los va a llenar. Que puedan pensar: ‘¿quiero más?, ¿esto me gusta?’. Gordo o flaco no es malo o bueno, no puede ser esa la valoración. Estamos en un momento social e histórico que empieza a dejar de lado los binarismos. El cuerpo es algo que muta. No es algo que siempre va a ser así. Sea flaco o gordo, no podemos creer que hay un solo modo de existir”.
Rupturas y odios
«¿En serio soy un ejemplo por subir mi culo a Instagram? A la flaca no le dicen valiente, le dicen linda”, escribe Lemon en un largo texto llamado La caballera de la armadura gorda.
Lo cierto es que las tres se muestran valientes y muestran el culo en Instagram, sin que una cosa y la otra tengan necesariamente relación. Cosechan en la red social miles de seguidores con quienes comparten fotos de sus producciones como modelos. “Estas profesiones me eligieron a mí: modelo, poeta, fotógrafa, todo comunica, siempre estoy contando algo”, dice Lemon.
Desde hace años Insurrecta estudia teatro y talleres de performance a los que ahora suma también de clown. “Me encontré ahí con mi cuerpo, fue un despertar total poder ver cómo mi cuerpo se traslada por el espacio. Estar arriba de un escenario o delante de una cámara no tiene comparación con nada, son momentos en los que no paro de sonreír”.
A las profesiones que comparte con sus compañeras, Pichi le suma el arte de cocinar. Pero recuerda la hiperactividad previa: “Empecé a estudiar danza clásica a los 7 años, y a los 11 comedia musical. Los doctores le decían a mamá que tenía que ponerme más actividades. Hice gimnasia artística, natación, básquet, danza jazz, tenis, todo lo que se te ocurra, pero mi cuerpo siempre fue el mismo. Se piensa que ante más actividades, más delgadez, por ende más salud. Pero a veces se trata de entender que hay corporalidades diferentes. Mi cuerpo tendrá más o menos kilos, estará acompañado de una alimentación más o menos amorosa, pero nunca fui muy diferente: es mi estructura”.
¿Cómo fue amigarse con esa estructura? Lemon: “Empezó cuando pude mirarme. Me bañaba todos los días, pero no conocía mi cuerpo desnudo. Al mirarme pude ver que soy linda, que tengo mis modos, mis maneras, y también mis marcas. Venía de una pareja estable, él era más grande y no acompañaba mucho mi despertar sexual. Empecé a salir con un grupo de chicos gays, y no hubo vuelta atrás. Iba a bailar y me sentía hermosa bailando con el mismo cuerpo que estaba reprimido en mi propia casa. Empecé a romper con muchas cosas: la sexualidad, los ideales de pareja, la relación con mi cuerpo. Cuando se suelta algo se habilita todo”.
Insurrecta: “Mi click fue conocer a otras modelos gordas, ver que había algo que para mí era un mundo paralelo. Vi gordas en Internet que estaban diosas: era lo mejor que me pasó en la vida. Pero cada día hay que destruir el odio de todo un sistema. En Instagram puedo tener gordas diosas pero salgo a la calle y no hay ninguna. Están tapadas. O escuchás el comentario: ‘ese vestido no te va a entrar’. Hay que deconstruir”. ¿Qué es deconstruir? “Sacarse el odio con una misma. Poder verse y decir: ‘soy lo que soy, la sociedad me va a tener que aceptar así o me voy a imponer’. No va a haber otra manera”.
Pichi: “Siempre le di mucho lugar a lo que decían las personas sobre mi cuerpo y en un momento dije basta. Es importante deconstruir el parámetro de belleza: al ver gordas modelos, o tener como referentes de estética pibas con un cuerpo parecido al nuestro, también quitamos el eje. Lo que nos parece lindo no es solo lo que el mercado nos ofrece”.
El talle de la ley
Entre sesión y sesión de fotos Pichi explica que más allá de toda esta apertura existe lo que ella llama, en el modelaje, “hegemonía gorda”. Explica: “Siguen teniendo todas las normativas del modelaje, pero para gordas que no tengan papada, que sean blancas, que no estén tan fuera de la hegemonía del concepto de belleza. En general las marcas grandes que suman modelos ‘plus size’ eligen una gorda con vientre chato, con cadera pero que sea armónica. Las marcas independientes, eligen cuerpos más diversos, para mostrar el cuerpo real”.
Cuerpos reales: el 20 de noviembre se aprobó en la Cámara de Diputados la Ley de Talles que tenía media sanción de Senadores y se venía construyendo desde hacía dos décadas en la calle. El lema fue “Vestirse es un derecho”. Tuvo 163 votos a favor, 8 abstenciones y ningún voto en contra.
La norma establece la creación de un Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria, utilizado por comerciantes y fabricantes, basado en un estudio antropométrico a realizarse en todo el territorio cada diez años que permita obtener las medidas y proporciones reales de la población. Esos estudios deberán ser exhibidos por cada comercio, y las etiquetas deben mostrar entonces las medidas y talles a los que corresponden las prendas. Quien no cumpla será sancionado de acuerdo a la Ley de Defensa del Consumidor y a la de Penalización de Actos Discriminatorios.
La ley es un avance, ¿qué creen que falta? Pichi: “Vi muchas personas enojadas por esta cuestión, que no le hace mal a nadie. Y vi un Congreso que durante años sucesivamente bochó la ley. No les parecía necesario regularlo, ni pensaban, hasta ahora, que había un margen de personas por fuera del mercado, que no conseguía ropa”. Insurrecta: “Falta aplicar la ley. Eso no va a pasar si no hay un Estado presente”. Lemon: “Hay un tema de incomprensión. Fue impresionante la cantidad de ataques que leí. Decían ‘por qué no van a bajar de peso, qué se vienen a quejar’. No nos quejamos. Logramos algo. Vestirse no es algo superficial, es también poder concretar un derecho: exteriorizar lo que soy”.
La Ley fue impulsada hace 10 años, en buena parte por Any Body Argentina. El año pasado realizó una encuesta entre casi 9.000 personas: el 65,55% planteaba problemas para encontrar talles. “De a poco la lucha fue popularizándose”, dice Pichi, quien reconoce que le costó entender el activismo gorde en un principio. Reconoce también el contagio generado por la marea verde, desde la lucha contra la violencia contra las mujeres, como por el aborto seguro, legal y gratuito: “Todo nos influyó, porque el fondo es similar: que haya otros cuerpos que sean visibilizados y elijan mostrarse y decidir sin pudores, para empezar a tener aceptación y amor propio”.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
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