CABA
Cero drama: presente y futuro teatral
Siete dramaturgxs y directorxs cuentan cómo viven este momento sin teatro e imaginan lo que viene. Crisis, impacto, virtualidad, videoteatro, lo físico, el nuevo imaginario: reconfiguraciones de un arte que sobrevivió a varias pandemias. Por María del Carmen Varela y Martina Perosa.

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Todas las historias del mundo caben en un escenario. El rito fantástico ocurre en una tarima, en la calle, en cualquier lugar bajo techo o a la intemperie: cualquier lugar donde podamos dirigir la atención y entregarnos al relato con todos los sentidos. En tiempos de pandemia y de cuerpos encerrados, ¿cómo se concibe al teatro? ¿Hay alternativa posible? ¿Cómo se reconfiguran los cuerpos, condimentos indispensables para este arte?
Marina Otero, Victoria Roland, Laura Fernández, Laura Sbdar, Verónica Mc Loughlin, Matías Feldman y Lisandro Rodríguez son dramaturgxs y directorxs de teatro, y comparten estas inquietudes. Mientras la actividad se encuentra suspendida y se augura un futuro indeterminado, piensan cuáles son las alternativas para transitar este momento y de qué manera mantener en movimiento los espacios de creación.
¿Nace el videoteatro?
La actriz, directora y docente Victoria Roland reestrenó la obra Beya Durmiente –basada en el texto de Gabriela Cabezón Cámara– en el Teatro Xirgu, poco antes de arrancada la cuarentena obligatoria. También estaba actuando en la obra Frenesí Universal en la sala teatral La Carpintería y preparando el reestreno de dos obras junto a sus compañerxs de la compañía La Mujer Mutante. Todo esto quedo en stop: “Esta pandemia ataca justamente la naturaleza de nuestra práctica, que es el encuentro humano. El teatro se trata de intercambio, contagio y comunidad: lo que ahora está prohibido.

Foto: Martina Perosa
Pueden surgir un montón de cosas interesantes –por dimensionar la importancia del acontecimiento del encuentro– , y también cosas horrorosas como la idea de un mundo profiláctico, inmune, aislado, y cuestiones que ya se están viendo como la discriminación y el miedo paralizante. Se podría pensar, con mucha angustia, que va a ser muy difícil que la gente vuelva a confiar en ir al teatro y enfrentarse al contacto y al intercambio, cuando esto termine. Pero también podríamos pensar que tal vez necesitemos como nunca una actividad como el teatro, tan arcaica y primitiva en relación a la idea de comunidad y encuentro. Solo podemos especular. Y por lo tanto, creo que es un momento para habitar la incertidumbre, y aprovechar sí, la des-aceleración del tiempo productivo, que creo es lo más interesante que está sucediendo. La máquina productiva del capitalismo nos tenía a todxs en una carrera imparable y desquiciada. Y en esto caíamos todxs: desde los Ceos de las empresas hasta los teatristas independientes”.

Foto: Martina Perosa
Sobre la posibilidad de “teatro online”, el actor, dramaturgo, director de la Compañía Buenos Aires Escénica y fundador del Teatro Defensores de Bravard Matías Feldman aclara: “El teatro en sus 2.500 años desarrolló técnicas, amplió conocimiento, creó convenciones y las deshizo; profundizó inmensamente sobre la percepción en relación a un tipo muy particular de experiencia, la de lxs espectadorxs de teatro. Esa experiencia particular, específica y única, no es la que se da a través de una pantalla. ¿Cómo se pretende competir con artes que se desarrollaron pensando en las cámaras, en los planos, en la manera de narrar con ellas, en la edición? Cuando hablan de Teatro Virtual se comete un gran error. Son registros documentales en video de lo que fue una obra. Y si acaso se empezaran a generar contenidos teatrales para ser filmados, deberían llamarlo videoteatro. Como el radioteatro o el teleteatro”. ¿Qué valor le da al cuerpo lo virtual? “Lo virtual descarta el cuerpo, descarta lo presencial. Porque a la tecnología le molesta lo pesado, desprecia aquello que genere algún tipo de lentitud. El cuerpo es lento. Trasladarse hasta un teatro y pasar allí un tiempo es lento. Ensayar es un proceso espeso, complejo y nada liviano”.
La dramaturga Laura Sbdar añade sobre la cuestión: “Me parece que es un modo de tapar el vacío al que nos expone esta situación. Personalmente prefiero darme el tiempo de pensar qué es lo que se está perdiendo, qué deja el hueco, qué posibilita, anula o subvierte ese agujero. Me estimula más –aunque todavía no lo suficiente y por eso en el vacío persevero– pensar en las nuevas formas posibles. Y cuando digo nuevas formas, pienso sobre todo en las que nos permitan reencontrarnos corporalmente”. Laura tenía en marzo tres obras en cartel: Vigilante, Turba y Ametralladora. ¿Cómo definir esa distancia obligatoria que se hace tan evidente en la vía pública cuando es necesario ir a comprar al almacén del barrio y nula para un espectáculo por estar prohibido? “El problema ahora es que, más que una distancia –que puede ser acortada, reducida, intervenida, modificada, acercada, desarmada– hoy lo que se produce es una anulación de la convivencia entre los cuerpos. Una prohibición de la reunión. Una interdicción del ritual. Una negación de la acción compartida. Si miro esta cuestión con un (falso) optimismo, intento jugar con el concepto de distanciamiento tal como lo pensaba Brecht: ese procedimiento que permitía que lo familiar se conviertiera en sorprendente y lo habitual en asombroso. Que el distanciamiento produzca este extrañamiento y nos ponga cuerpos a la obra. Si la experiencia tal como la vivíamos está en crisis, me interesa una experimentación que pueda recuperarla desde su carnalidad viva, (in)consciente y narrativa. Si esto llegara a ser imposible, me parece más interesante pensar en la muerte del teatro que en los modos de rellenar la escena con píxeles”.

Foto: Martina Perosa
¿Qué le sucede a un cuerpo privado del contacto con otrxs cuerpxs? “Siento el cuerpo perdido, como si no encontrara qué hacer con él. Me falta el lugar donde se mueve, donde se siente útil. Extraño los movimientos que solía hacer, cómo usaba la voz, hablar con mucha gente junta. Verme con mucha gente. A eso me refiero con el cuerpo perdido”, cuenta Verónica Mc Loughlin, actriz, dramaturga y directora que estaba por reestrenar tres obras, entre ellas A Dancy en el teatro Callejón. También estaba dando clases de teatro. “Estamos atravesando un momento desde el teatro que, al no tener posibilidad de hacer lo que solemos hacer, nos ponemos a pensar mucho más en nuestra actividad, en sus principios, en su especificidad y no hay mucha vuelta: el teatro es juntxs, en presencia. Eso no se negocia. Tenemos que encontrar la manera de volver a trabajar de ese modo. El teatro es en vivo, cuerpo a cuerpo. Porque la vida es así. Nos quedamos en casa, claro. Nos preservamos. Nos cuidamos. Pero para sobrevivir. No para vivir. Hay que volver a la vida. Y entonces se volverá al teatro”.
Cuerpos & tecnología
¿Se puede usar este momento para centrarse en la creación? “Unx podría aventurarse a pensar que de todas las actividades teatrales suspendidas o reformuladas, la escritura no tendría por qué verse afectada –dice Laura Fernández–. De hecho, hasta podría pensarse que, por el contrario, todo el tiempo invertido en otras actividades teatrales podría volcarse ahora en la escritura. Pues, al menos en mi caso, esto no resultó tan evidente: esx otrx a quien unx escribe, a quien unx le escribe, esx otrx que imagina, que desea, con quien unx entabla una relación muy cercana, ya sea porque es a través de su cuerpo que se producen las imágenes, ya sea porque está ubicado en una butaca; esx otrx, decía, es ahora muchísimo más difícil de apresar en la dramaturgia. Como si la distancia física –y la incertidumbre que la rodea– nos hubiera despistado un poco sobre los modos en los que trazar esos lazos a través de la técnica acostumbrada, no por desconcierto intelectual sino por el mareo que produce tratar de intuir qué cosas habrán de conmover ahora”.

Foto: Martina Perosa
Laura es dramaturga, productora, directora e intérprete y trabaja en dirección y dramaturgia con el colectivo teatral Piel de lava, integrado por las actrices, dramaturgas y directoras Pilar Gamboa, Valeria Correa, Elisa Carricajo y Laura Paredes. Cuando el coronavirus nos obligó a la distancia, Laura estaba escribiendo, ensayando y ocupándose de tareas de producción. También estaba por iniciar las clases de Dirección Teatral en la Universidad Nacional de las Artes en la que se desempeña como docente. “Cuando el contexto social es tan potente la dramaturgia no es ajena a esas sujeciones: debe encontrar astucia para desatarse de un modo ingenioso o mucha potencia para salir disparada de esas amarras”.
Lxs artistas cuentan con una ventaja potente y decisiva: como las semillas, albergan el misterio de la creación y sus brotes se atreven a crecer hasta convertirse en enredaderas impetuosas y floridas. En medio del desierto, la gota de agua irrumpe en la arena. Marina Otero es bailarina, performer, autora, directora y docente. La cuarentena la encontró en Brasil y tuvo que volver antes de lo previsto. Poco antes había tenido un viaje fugaz para presentar en un festival en Perú su obra Recordar 30 años para vivir 65 minutos y había estrenado Fuck me en el Festival Internacional de Teatro. Después de una operación que la hizo detenerse, Marina estaba lista para regresar al escenario.

Foto: Martina Perosa
¿Qué hacer en este contexto de pandemia para redefinir, reciclar y derramar la creatividad? “En esta pausa lo que sucede son otras cosas que tienen que ver con un proceso creativo, donde aparece la angustia, la intimidad, la frustración y en ese sentido es rico para hacer proceso, generar investigaciones, pruebas. En mi caso, mi trabajo tiene que ver con la intimidad, y la investigación en esa intimidad me parece que en un punto les viene bien a las clases que estoy dando. Una clase es de entrenamiento físico, que tiene que ver con mi lado de bailarina y otra que tiene que ver con la investigación escénica, teatral, de danza. Y ese es un taller que sigo dando por dos motivos: uno, para mantener la economía, las cuentas, el alquiler, y el otro, para poder mantenerme espiritualmente activa. No trato de hacer algo similar a lo que daría en una clase física sino proponer otras cosas, que tengan que ver con esta pausa, para que cuando podamos volver, volvamos con todo esto acumulado. Hay que volver a encontrarse con el otro, sin sentir la amenaza con el cuerpo del otro”. Transitar este momento puede tener condimentos inesperados. “Hay algo de lo que perdimos, que en este momento es una posibilidad de recuperar: el ocio. Obviamente que cuando no tenés para comer, no pensás en eso. Lo práctico, lo económico, se tiene que resolver. Mientras no pueda resolverse lo más macro, al menos que se resuelva lo micro. Es un momento para permitirse ciertos fracasos. Hay algo de la exigencia que es todo lo contrario a lo que pienso que debería ser este momento. Reconocer esas zonas oscuras, siempre y cuando no perjudique a otras personas, ni sea una autodestrucción. Pero permitirse una cierta estupidez, me parece muy necesario”.
Al arrancar la cuarentena, Matías Feldman estaba terminando las entrevistas e inscripciones a los cursos anuales de actuación y comenzando los ensayos para los reestrenos de la Prueba 2: La desintegración y la Prueba 3: Las convenciones, de su Proyecto Pruebas. ¿Cómo se lleva la tecnología con el cuerpo? “Es profundamente revolucionario ser una disciplina que no puede desmaterializarse. La tendencia desde hace ya varias décadas es a la pérdida del cuerpo. Ese es el statu quo hoy, y todo lo que tenga que ver con la ausencia de la fisicalidad tiende a conservar ese statu quo, por ende podríamos decir que tiende a ser conservador. La tecnología destruye intermediarios. Eso a veces es extraordinario y a veces es terrible. En relación a la experiencia teatral tiende a querer deshacerse del cuerpo”. ¿Cómo elaborar nuevos imaginarios con cuerpos presentes en este contexto? “Creo profundamente que la energía debería estar puesta en pensar el nuevo teatro de pandemia, con cuerpos presentes, los de las actrices y actores y los de las y los espectadores. En ese sentido, creo que podemos pensar en un teatro con distancia entre los cuerpos que estén presentes”.

Foto: Martina Perosa
Teatro organizado
A pocos días del cese de las actividades escénicas, un grupo de trabajadorxs teatrales confluyó en un intercambio por grupo de Whatsapp para ver la manera de afrontar la gravedad de la situación del sector y así se conformó el PIT (Profesorxs Independientes de Teatro). Más de 70 personas se organizaron en comisiones y realizaron un censo para saber a qué cantidad de profesorxs y alumnxs afecta. Este censo está en marcha y hasta el momento arrojó algunas cifras que son parciales: 700 docentes y 24.000 estudiantes en CABA. Feldman: “En relación a volver a lo presencial, estos días terminamos de escribir una propuesta de Protocolo para Clases Presenciales de Teatro en pandemia del COVID–19. Será algo que estaremos acercando a las autoridades para intentar que lo aprueben cuando empiecen a flexibilizar la cuarentena”.
Con la intención de atender la coyuntura actual, crear propuestas y estrategias de salida posible a esta crisis, Escena-Espacios Escénicos Autónomos, está organizando la constitución de un fondo solidario integrado por partidas estatales extraordinarias provenientes de reasignaciones de fondos destinados a festivales o giras que no podrán concretarse por la pandemia, más aportes voluntarios que puedan hacer los espacios culturales. Escena es una agrupación asamblearia y horizontal que nació en 2010 y tiene como objetivo representar a distintos espacios teatrales. Además de Escena, varias agrupaciones como ARTEI, SAGAI, APDEA, Argentores, Asociación Argentina de Actores, están alertas para encontrar alternativas, trabajando en red y generando actividades que puedan producir algún tipo de ingreso y dar ayuda económica esencial.

Foto: Martina Perosa
Apenas llegó de Brasil –donde el actor, director y dramaturgo Lisandro Rodríguez había ido a trabajar– se decretó la cuarentena obligatoria. Quedaron suspendidos otros trabajos que tenía pautados para este año, por primera vez, en el exterior. También sus talleres y obras en su nuevo espacio Estudio Los Vidrios, en Villa Urquiza. ¿Dónde encontrar teatralidad en este tiempo? “Que la hay, la hay. Está lleno de teatralidad y de encuentros. Es paradójico pero en las colas de los supermercados o en los jubilados sentados en la vereda del banco con reposeras hay teatralidad, hay plateas que se arman sin saber, sin querer. Por otro lado la tensión, la locura: no le creo nada a esta sociedad católica y patriótica que aplaude a los médicos, canta el himno y después dispara contra los piquetes o contra los presos, mezclando todo, la ensalada de los voceros de turno, de los confundidores y operadores seriales. Ahí también hay teatro”. ¿Cómo pensar ahora el teatro? ¿Y los cuerpos? “Prefiero pensar el teatro o la escena como un encuentro político más que como un cuerpo distante o no distante: cuerpo es crossfit también. El vecino que me manda a la cana hace crossfit y tiene músculos y es abogado y hace la denuncia cada vez que intento ensayar algo. Supongo que si yo fuera un médico, el tipo me aplaudiría a las 9 y me incendiaría el auto a las 10 por si lo contagio. El cuerpo-cuerpo lo ponen otrxs. No quiero sonar demagógico pero es así: lxs pibxs del Rappi, lxs pibes que arman red y que llevan adelante comedores, las pibas violadas, lxs médicxs que cobran miseria, lxs viejxs que siempre fueron, son y serán basura, etc. Esa configuración de cuerpos es la nueva configuración de un tejido social que está roto y que ahora queda en evidencia”.
¿Qué hacemos? “Nuestro teatro deberá buscar su nueva clandestinidad para que podamos compartir otra cosa, desde otro lugar, con otra mirada, por lo menos con la esperanza de un mundo distinto donde podamos decir lo que sigue callado. El teatro necesita ser agente político y poder bordar su propio borde y sus propias contradicciones. No hay más lugar para la retórica ni para la metáfora. Hace tiempo. Las nuevas dictaduras tienen forma de virus, de pandemia, de agrotóxico, de fracking, de chip, de redes, de zoom, de locura, de estadística, de conservadurismo, de ausencia del valor de la salud mental, de supermercado con murciélagos, con azúcar, con puchos o con coca cola, da igual. No me cabe nada el eslogan Quedate en casa, no hace falta ni analizarlo ni decir por qué. Pero ahí también hay teatro. Si hay TV debería haber teatro. Si hay supermercados debería haber teatro. Si hay médicos debería haber teatro. Si hay políticos, debería haber teatro. Si hay control, debería haber teatro. Si hay este mundo, debería haber teatro y poesía”.
Según su etimología, teatro significa contemplar. Y en este momento de fuerte desorientación espacio-temporal, contemplar se vuelve una actividad vital. Aumentar la mirada periférica, armar redes, no pensarse solxs, crear en tribu y también tomar distancia. Quizá sea momento de bancarse lo extraordinario, sin automatizar, y volver a las bases. Aquietar el cuerpo, descansarlo, para que cuando vuelva el teatro, sea la fiesta a la que siempre quisimos ir. Por ahora, soñamos con el regreso del goce: ver una obra que te colme de euforia, otra en la que sea inevitable contener las lágrimas, otra en la que no podamos parar de reír. Y juntarnos con amigues para celebrar ese momento. Volver a casa más sensibles, diferentes.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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