CABA
Bayer en Pergamino: peor el remedio
La mayor productora de agrotóxicos, Bayer-Monasanto, protagoniza en Pergamino, uno de los lugares más fumigados del país, un típico caso de “ayuda” para higienizar su imagen: instaló en el hospital público salas de espera con sus logos y leyendas. Una paciente que debió llevar a su hijo afectado por los plaguicidas relata a MU la paradoja. La repuesta de Bayer y del gestor de la idea; cómo se articulan “donaciones” durante la pandemia; y por qué Pergamino es el lugar ideal para intentar lavar una mancha que no se borrará fácilmente. Por Anabel Pomar.

La intrusión de empresas y corporaciones en el sistema público no es nueva. Sobran ejemplos de cómo las industrias sucias o tóxicas hacen donaciones o distintas actividades dentro de lo que denominan la responsabilidad social empresarial (RSE). Desde costosos equipamientos, laboratorios, “alimentos”, “semillas”, dinero; hasta computadoras, útiles escolares y un largo etcétera buscando mejorar su imagen pero sin abandonar sus prácticas productivas y los impactos que las mismas generan.
Una inversión en marketing por otros medios.
Estas campañas de greenwashing -como se las conoce en inglés, lavada de imagen verde- se observan sobre todo en aquellos lugares en los que las empresas tienen físicamente sus plantas productivas o donde realizan las explotaciones de nuestros bienes naturales comunes. Es decir, donde las afectaciones se hacen carne de modo concreto.
Los hospitales y el sistema de salud no son la excepción de estos intentos. En contexto de pandemia del Covid-19 en los pueblos fumigados estas políticas mostraron su cara más cínica.
Es este mundo del revés lo que provocó que en Pergamino, una tarde de sábado del mes de julio, se llegara a la siguiente situación. “Mi nene se sentía mal”, empieza relatando a MU una vecina que prefiere no dar su nombre porque teme, precisamente, que su relato pueda afectar la calidad de la atención de salud que recibe su hijo. El niño, de tan solo 7 años, tiene en su cuerpo niveles de glifosato 120 veces superiores a lo admisible según su peso. También daño genotóxico. “Consecuencia de los agrotóxicos tiene varios problemas de salud. A él lo atiendo en un lugar fuera del partido, pero ese día ante una urgencia tuve que acudir a la guardia pediátrica del Hospital Provincial San José”.
Producto de la pandemia y para evitar el cruce entre posibles contagios de coronavirus con pacientes que sufren otras patologías, les hicieron esperar en un nuevo lugar, especialmente acondicionado. Así descubrió que las casillas de “rápida evaluación y derivación” de color claro tienen el logo de Bayer, empresa tres veces condenada por actuar con malicia y negligencia y enfermar de cáncer justamente con su herbicida base de glifosato, el mismo químico que llevaba en su cuerpo ese niño que llegó hasta la guardia.
Debajo del logo de Bayer estampado al costado de la casilla puede leerse: “Sala de espera área verde pediátrica”. Debajo otros dos logos, a sendos lados, el del Hospital Zonal San José y el del Ministerio de Salud provincial.
“No tengo más que palabras de agradecimiento para con el personal médico. Siempre nos han tratado bien pero tener que pasar por una situación así es indignante. Yo no pude esperar allí. Cuando me encontré con eso me sentí muy mal”, relata la vecina con voz quebrada.
Conocida como la perla del norte, la ciudad de Pergamino, en la provincia de Buenos Aires, es el epicentro de las principales empresas del agronegocio y del desarrollo de tecnologías transgénicas y de biotecnología.
La ciudad no permanece exenta de las consecuencias de ese modelo que afectan el ambiente y la salud. El agua potable de toda la ciudad tiene casi una veintena de sustancias peligrosas que ponen en riesgo la vida. Si bien esto último no tiene tanta repercusión a nivel nacional, cada vez es más creciente la organización vecinal de Madres de Barrios Fumigados, la Coordinadora por el Agua y la Salud de Pergamino y Paren de Fumigar Pergamino, entre otros colectivos, que buscan romper el cerco. Terminar con la complicidad silenciosa con un modelo productivo dependiente de corporaciones tóxicas fuera del escrutinio de la mayoría de la comunidad, que hasta les pide asistencia para mitigar afectaciones de las que son señaladas o investigadas como responsables.
Favor con favor
Bayer enmarcó estas donaciones como parte del “compromiso de la empresa en el marco de esta pandemia que es el de maximizar el esfuerzo en la producción, logística y abastecimiento para que la población tenga acceso a medicamentos y tratamientos médicos e insumos clave para los alimentos y la agroindustria”, según respondió a MU. Sigue: “La empresa estará realizando donaciones destinadas a reforzar el equipamiento de hospitales comunitarios ubicados en la Provincia de Buenos Aires, específicamente de las localidades de Rojas, Pergamino y Zárate, donde tenemos plantas operativas, además de facilitar instalaciones tales como campamentos y casillas para ser utilizadas en los procedimientos de triage que permiten la derivación de los pacientes que se acercan a los establecimientos asistenciales”.
Desde el hospital donde están ubicadas las seis casillas, en una calle interna posterior utilizada como entrada de proveedores en el contrafrente del edificio, no brindaron ninguna información oficial sobre el tema.
La donación fue vehiculizada en calidad de comodato a través de la Cooperadora del Hospital Zonal San José y motorizada por el doctor Gastón Lanternier, titular de la Asociación de Profesionales del Hospital, además presidente de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud (CICOP) local. Lanternier confirmó a MU esta información y argumentó: “Los médicos trabajamos para el hospital y hacemos todo lo que está a nuestro alcance para ayudarlo. Este es un lugar chico, nos conocemos y las cosas se hacen así, más por contactos personales que por las vías institucionales. Conozco a un alto ejecutivo de Bayer y de ese modo, en este contexto de pandemia, fue que le solicité la ayuda. En calidad de médico. Sabemos que es una empresa grande, que está acá (NdR: presente en la zona desde los 70 con el nombre de Monsanto, luego adquirida por Bayer en 2018) y que puede ayudar. Incluso ofrecieron instalar todo un hospital de campaña pero no consideramos que fuera necesario”.
Ante la consulta sobre exponer a pacientes con afectaciones oncológicas o problemas asociados a los agrotóxicos a ser atendidos en un lugar con los logos de Bayer, que fabrica sustancias tóxicas vinculadas con esas enfermedades, Lanternier señaló: “Es un tema muy difícil de responder; de ninguna manera se quiso hacer vivir a esos pacientes un hecho tan chocante”. Situación que no dudó en definir como “lamentable” tras admitir que esas casillas sanitarias terminaron provocando más rechazo en la comunidad que brindando el beneficio buscado. “Si no hubiera sido en contexto de pandemia no hubiésemos pedido ayuda. No quisimos lavarle la cara a nadie” asegura, antes de finalizar la entrevista que terminó por diluir su presentación de gestor de la idea en un simple intermediario en la concreción de ese comodato.
Bayer informó también que “estará destinando un monto de 155 mil euros” para ayudar a localidades bonaerenses durante la pandemia. En Pergamino, lo haría a través de la Asociación Civil Centro Providencia y CONIN con donaciones destinadas a la compra de insumos para el Hospital local y alimentos. CONIN tiene una larga y estrecha relación con Bayer-Monsanto y es conocida por su permanente promoción de los transgénicos como forma de terminar con el hambre.
Lanternier por su parte dice que el Hospital no ha recibido dinero de manera directa por parte de Bayer pero sí “de manera indirecta”, tal como publicitó la empresa: los aportes llegan a través de la Fundación por Pergamino.
La Fundación por Pergamino se presenta como organización no gubernamental con el objeto de colaborar y ayudar a “propiciar el desarrollo local del Partido Pergamino y la región”, promoviendo actividades de interacción pública-privada y de trabajo en red para el aumento de la productividad mediante el agregado de valor con visión sustentable en lo social, ambiental y productivo/económico. Durante la pandemia realizaron distintas campañas solidarias para colaborar “con los más necesitados y el personal de la salud”. “Recaudamos -dicen en su sitio público- un total de $3.198.657 gracias a las 105 donaciones de ciudadanos y organizaciones. También promovieron la campaña Una Tonelada de Vida. “Si sos productor agropecuario, sumate a esta campaña para donar un parte de tu soja”. El dinero recaudado, publicitan, “será destinado a la compra de alimentos e insumos sanitarios para los más afectados”.
En su portada, entre otros sponsors figuran Rizobacter, Bayer, Semillas Don Mario, Asociación de Cooperativas Argentinas, Agritest, la Sociedad Rural de Pergamino, La Asociación de Ingenieros Agrónomos del Norte de Buenos Aires (AIANBA), junto al propio Municipio, la Fundación UNNOBA y el INTA.

El conteiner de espera con los logos de Bayer frente al Hospital de Pergamino, instalado como
“donación” ante el coronavirus pero usado por vecinxs fumigadxs.
Aguas turbias
En abril de 2019 la justicia federal acreditó en el agua potable que consumen los pobladores de la ciudad de Pergamino la presencia de 18 sustancias químicas altamente peligrosas para la salud y utilizadas por la agroindustria. Esto en el marco de la investigación que lleva adelante el juez Carlos Villafuerte Ruzo, Titular del Juzgado Federal de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Nº 2 de San Nicolás, por un reclamo impulsado por personas afectadas, y la presentación de la doctora Sabrina Ortiz quien es, además, la abogada querellante una de las damnificadas en el hecho que se investiga.
El juez dictó el procesamiento sin prisión preventiva a tres productores rurales Fernando E. Cortese, Mario R. Roces y Víctor H. Tiribo, por considerarlos “prima facie” coautores penalmente responsables del delito de “contaminación del ambiente en general, de un modo peligroso para la salud, mediante la utilización de residuos calificados peligrosos (agrotóxicos)” y les fijó un embargo a cada uno de ellos por tres millones de pesos.
La investigación judicial relevó inicialmente la situación de tres barrios con campos localizados alrededor de Villa Alicia, Luard Kayad y La Guarida de esa ciudad bonaerense. En estos campos destinados a la producción agrícola se aplican agrotóxicos que en muchas ocasiones tienen como componente activo el glifosato o derivados del mismo.
Elementos como el 2-4D, atrazina y clorpirifós fueron hallados al comienzo en pequeñas muestras tomadas en el suelo y en las aguas de esos predios. Un estudio posterior determinó la existencia de una gran cantidad de moléculas de plaguicidas en el agua, que no resultaba apta para consumo humano, y también en el suelo.
La contaminación fue acreditada por estudios ordenados por el juzgado y con la participación de prestigiosos especialistas como la doctora Virginia Aparicio (INTA Balcarce), el docor Damián Marino (UNLP) y el doctor Medardo Ávila Vázquez.
El 30 de agosto de 2019 la medida cautelar, que hasta entonces había alcanzado sólo a los barrios mencionados, extendió la prohibición del uso de pulverizaciones y fumigaciones a todo Pergamino, al acreditarse en la causa daño genético en niños y adultos expuestos a la contaminación.
También dentro de esta causa se realizó el pedido de incorporar a la investigación a un cuarto barrio de Pergamino, Santa Julia, donde la comunidad relevó 43 casos de cáncer. En ese lugar, en las muestras de agua de red, se encontraron 19 agrotóxicos altamente peligrosos para la salud.
“La asociación entre las condiciones ambientales y los resultados de estudios de genotoxicidad son una de las mayores preocupaciones de la comunidad científica”, expresó la doctora Delia Aiassa en el informe que está en la base de la decisión del juzgado. “Las principales fuentes de contaminación se atribuyen a las actividades que se realizan en la industria y la agricultura”.
El informe también señala que esos grupos de contaminantes no necesitan estar constantemente en el ambiente para provocar daños, debido a sus altas tasas de transformación.
Los alcances que tiene esa situación puede observarse también por fuera de los folios, de los informes, y de la fría letra pericial. Solo basta detenerse y escuchar las historias de las personas fumigadas. Aquellas que, además, hoy deben esperar en una guardia pediátrica de un hospital público junto al logo de la marca del mayor productor de los venenos que también vende los remedios para tratar las enfermedades que él mismo provoca.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
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