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Estar System: cambiame la música
El Laboratorio de Experimentación de Comunicación y Artes Escénicas de MU presentó una nueva obra que aborda la violencia machista, haciendo foco en el ámbito de la música. Se hace eco de casos que resonaron mediáticamente unos años atrás, con guion elaborado a través de discursos reales. ¿Qué hacer más acá del escrache? Reflexiones y desafíos para construir otro juego, otras relaciones, “hasta que el amor no duela”. Por María del Carmen Varela.
lavaca viene trabajando desde hace tiempo en lo que concierne a violencias patriarcales, desde los distintos espacios que la conforman, como el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez, acompañando a Familias Sobrevivientes de Femicidios y en sus habituales prácticas periodísticas. Así llegó también a la problemática planteada por víctimas abusadas por músicos y luego, a aquellos varones que habían sido denunciados y/o escrachados. Y la famosa pregunta: ¿Qué hacemos?
La psicóloga clínica y terapeuta gestáltica Susana García recogió el guante desde sus inicios: “Durante la movida de escraches en 2018, algunos de esos hombres se acercaron a las terapias con la idea de hacer un cambio profundo, pidiendo ayuda y otros con la intención de lavar su imagen. En estos casos, poco duró: fue un paso fugaz. Las terapias los ubicaban en un lugar que les resultaba incómodo, inconveniente, y evidentemente no era el lugar en el que querían estar. Sin embargo muchos varones sí apostaron a un cambio. Debo aclarar que solo atendí a varones que abusaron de sus privilegios machistas, nunca atiendo violadores en el consultorio. Solo atendería varones violadores en la cárcel. Sí, en cambio, acompaño a mujeres que deciden hacer escraches cuando no existe la posibilidad de acudir a la justicia y acompaño a mujeres a acudir a la justicia cuando eso es posible y apropiado”.
Pasado ese primer momento y tras tres años de trabajo terapéutico, el Laboratorio de Experimentación de Comunicación y Artes Escénicas de lavaca consideró que el tema, complejo y con muchas aristas para observar, podía ser material para analizar, trabajar y llevar a escena. “Armamos un primer borrador de posible narración —relata la periodista Claudia Acuña, socia fundadora de lavaca e integrante del Laboratorio—y nos pareció además que era muy paradigmática la relación entre el líder de banda y la groupie. Sintetizaba muchas de las relaciones de poder que están presentes en muchas situaciones de violencia que notamos en el día a día. Nos parecía que ahí podíamos encontrar un paradigma, que en realidad representa uno de los esquemas básicos desde el cual se establece la relación de poder y subordinación. Para complejizar esta hipótesis analizamos los discursos, tanto los de justificación como de arrepentimiento, de aceptación y de negación. Los clasificamos a partir de una serie de parámetros para ver qué tenían en común. Ese fue el material básico, analizamos casos y nos concentramos en particular en aquellos que representaban lo sistémico: buscamos qué tenían en común para comprender de qué están construidos esos estereotipos”. El material le fue entregado a la actriz, directora y dramaturga Elisa Carricajo —fundadora e integrante del colectivo teatral Piel de lava y la sala Planta Inclán, entre otros tantos proyectos— junto con la propuesta de intérpretes: la actriz y cantante Sofía Diéguez, quien trabajó en Pequeña Victoria y El Marginal, fue protagonista del musical Crianzas y autora y protagonista de Magenta– y el actor Guido Veneroni, formado con Lito Cruz, Norman Briski, Guillermo Cacace y Juan Onofri Barbato, entre otrxs. Además del material recolectado y procesado durante cuatro años por el Laboratorio, Elisa, Sofía y Guido investigaron lo que había sido publicado en distintos medios sobre casos con estas características. “Fue un encuentro amoroso y productivo con Elisa —afirma Claudia—; ella entendió el punto de partida que teníamos: la relación entre comunicación y artes escénicas, que es el propósito del Laboratorio. Todes estamos expuestxs a esos discursos, palabras, imágenes por todo tipo de pantallas, sean redes, medios, y esos discursos componen los sentidos que se van formando. Con esta puesta queremos ponerlo en el debate social, comunitario. Es un procedimiento que nos interesa promover. No es una obra de teatro que se cierra con el aplauso sino que abre a las reflexiones. En ese sentido Elisa comprendió que con esta propuesta escénica no buscábamos espectadores y aplausos sino interlocutores y palabras”. En la búsqueda de esta dinámica, el ciclo en el que está incluida la obra se llama “Escena y Asamblea”.
La piel del arte
El método de trabajo de Elisa apunta a que les intérpretes hagan propuestas y construir juntes el material. Con la lectura y visualización de entrevistas de músicos que hicieron declaraciones polémicas, surgió “la sensación de que lo que estaba dicho era mucho mejor que cualquier cosa que pudiéramos escribir y apareció esta idea de que la obra estuviera casi en su totalidad compuesta por materiales que son cosas que se dijeron en los medios por personas que tuvieron situaciones de denuncia”, aclara Elisa. Con tacos altos y cuidada elegancia, Sofía le pone el cuerpo a una conductora televisiva que entrevista al músico famoso, interpretado por Guido, que tuvo sus años de gloria, compuso infinidad de hits, hasta caer del pedestal. “Me interpela desde el lugar del varón —afirma Guido—, me atrae ponerme en esa piel, esa postura del banana, del rockero, del rosckstar, el seductor. ¿Por qué la idea del éxito es consumir la sexualidad? Es un tema que está ahí y todavía no pasa nada”. Sofía suma: “Tiene el tono justo para tratar esto sin solemnizar. Estos hechos son muy tristes. Las declaraciones muy patéticas. Y buscamos llegar al público de una manera que te puedas reír, tomar conciencia, podés detenerte y decir: ¿realmente dijo esto? Son declaraciones verídicas, parece ficción pero no lo es”.
El pico de denuncias y escraches se produjo en 2018, año en el que se trató la Ley de Aborto Legal en el Congreso. Luego sobrevino la pandemia y eso colaboró con el silencio. Desde su experiencia en el consultorio, Susana García establece algunas diferencias entre los varones involucrados: “No podemos hablar de las mismas situaciones calcadas. Hubo varones que fueron escrachados por cosas que habían ocurrido hacía mucho tiempo y otros que fueron escrachados por hechos del presente. En el caso de aquellos varones donde la distancia separaba al escrache del hecho, algunos eran muy jóvenes en el momento de haber actuado desde un lugar absolutamente machista y violento. Muchos en el tiempo habían reflexionado y cambiado acerca de sus conductas y el escrache llegaba en un momento que los encontraba distintos. Fueron muy reflexivos y respetuosos y pidieron disculpas. ¿Alcanza ese gesto como reparación? ¿Hace falta algo más? Por otro lado, está la situación de los varones que fueron denunciados en tiempo presente, en el momento en que ese abuso de privilegios estaba ocurriendo, algunos intentaron lavar su imagen y otros tratan de realizar un cambio. ¿Cómo hacerlo? Desde mi punto de vista todos esos varones que creen que tuvieron mala suerte por ser denunciados deberían darse cuenta de que tuvieron una oportunidad de cambio que aquellos que siguen en la misma no tienen”.
Estar System—el nombre elegido colectivamente para la obra— no ofrece una respuesta a la problemática sino que pone la mirada en los interrogantes, en empezar a pensar juntes cuáles son los senderos que pueden conducirnos a desarmar las violencias que, claro está, no son exclusivas del mundo de la música. Susana: “Me interesa que el arte tome este tema, lo muestre. En el caso de esta obra, toma el tema con coraje y es una escena simbólica porque de algún modo elige a un hombre de un ambiente determinado cuando en realidad todos los ambientes se vieron afectados por la presencia de varones que abusaron de sus privilegios machistas. Dentro de la música, todos los estilos musicales fueron habitados por estos hombres y también lo mismo digo de la política, y de la vida corporativa y más y más y más”.
El arte también es instrumento de curación, las heridas son profundas y la risa puede ser un buen ungüento. Claudia enfatiza que a la comunicación le falta humor. “Elisa nos aporta algo de su tesoro, característico de su talento: del espanto se sale no con ironía, no con acidez, sino con verdadera risa, porque si aprendemos a desarmar las situaciones de miedo, de violencia y de terror a partir de esa herramienta tan hermosa que es poder reírnos juntes, me parece que nos está marcando un camino posible. Y no es una risa adormecedora sino una que nos despierta. La solemnidad y la moral impregnan la comunicación y la llevan a un lugar tan soberbio que Elisa, con esta obra, nos indica una forma de salir de esa encerrona que lleva la comunicación al fascismo, y destraba tanta impotencia que nos provoca esta justicia que no da respuesta, con un sistema judicial que consagra la impunidad. Nos parece que el arte nos está permitiendo curar heridas sociales especialmente en aquellas personas que las protagonizaron, las sufrieron, y las sobrevivieron, pero también a nosotres que de alguna manera estamos recibiendo todo eso y nos preguntamos dónde ponerlo: es acá, en esta obra, donde hay mucho dolor exorcizado”.
Lo groupie
Inmersxs en el universo donde la estrella de rock es el sol que ilumina, volvemos a hacer referencia a quien desea recibir al menos un poco de su luz: la groupie. La investigación se deslizó por esta figura imprescindible que en los ´60 adquirió entidad y hasta tuvo algunas celebridades, pero siempre a la sombra de la masculinidad todopoderosa. Elisa: “Hay algo clave de la figura de la groupie, porque lo que genera es básicamente una asimetría total. Para los varones, una fantasía es ser una estrella de rock y para las mujeres, ser una groupie. El sistema del rock configuró eso. Si vos querés ingresar al mundo del rock, el rol que te toca es este, es ser, como leímos un momento, ‘las esposas de viaje’. Son figuras mucho más complejas, son parte de la industria, no pretenden ser las famosas sino que están acompañando como una especie de figura pasiva”. Con un destino casi ineludible de amas de casa, en los ´60 ser una groupie representaba para muchas huir de los mandatos sociales. “La industria es muy rápida en apropiarse de los gestos de liberación”, sostiene Elisa.
La estrella y la groupie representan un modelo de vínculo que no se circunscribe al ámbito musical. Guido cuestiona: “¿Por qué erotiza, por qué calienta, por qué te dan ganas de ir al camarín del tipo, por qué generan tanta entrega? El sistema funciona para eso, solo porque alguien se suba a un escenario o tenga una mínima situación de poder, desde un recital o una clase. ¿Cómo hacemos para desarmar eso, para desarticularlo, como interrogante, no porque haya una respuesta, sino como práctica. Pareciera que lo de la música fue el chivo expiatorio, fue tan público, con tantas cosas tan graves, pero después en lo micro se sigue reproduciendo ese mismo sistema que ni siquiera te hace replantearte por qué te excita”.
Agrega Susana: “El patriarcado, que es lo que verdaderamente necesitamos deconstruir, lo vamos a deconstruir hombres, mujeres y diversidades. Nosotras también colaboramos a confundir esos egos bastante frágiles, que por nuestra admiración desmesurada se convierten en peligrosos. Esperar tanto de ellos, realmente no solo no colabora sino que es la cara oculta de este monstruo que llamamos patriarcado y del que queremos alejarnos, Lo que buscamos es construir relaciones de equidad, de responsabilidad afectiva y esto solo es posible donde no hay asimetrías, donde no hay relaciones de poder”.
Después del revuelo mediático de denuncias y escraches, hubo condenas a prisión, causas judiciales y condena social renombrada como “cancelación”. Alguno que otro ya asoma la cabeza nuevamente en entrevistas y declaraciones donde maniobran inocencia e incomprensión. Otros no volvieron a ser vistos públicamente. Sofía se pregunta: “¿Qué hacemos con estas personas? ¿Dónde quedan, dónde las ponemos? Porque terminaron convirtiéndose en zombies, en muertos vivientes, que empiezan a dar manotazos de ahogado para ver de qué manera pueden salir de esa frase poco feliz que dijeron y todo se vuelve inverosímil. Pero, ¿qué se hace con esta gente? Yo creo que no se puede volver para atrás, lo genial es que se comprenda el mecanismo de por qué suceden estas cosas y que dejen de suceder, eso sería lo ideal, que entendamos que no está bien”.
Elisa repara también en el después y en la escasez de reflexión: “Quedó muy cómodo para todo el mundo, encontrar víctimas y victimarios. En realidad hubo poca reflexión sobre los sistemas que producen estas cosas, la sensación es que nos sacamos el problema de encima construyendo monstruos cuando hasta hacía tres días todas las personas veíamos eso mismo que pasaba y no nos llamaba la atención. Se acomodó todo muy fácilmente para que todo siga funcionando igual, para que no tengamos que hacernos preguntas. Esto pasó en la música pero pasó también en el interior de la comunidad teatral de la que yo formo parte, en todos los ámbitos y la sensación que tengo es que no hubo un proceso profundo de hacerse preguntas, de modificar estructuras. Simplemente hubo quien cayó y quien se salvó y fue un poco aleatorio”.
¿Cómo se sale de esto? Estar System se propone sembrar interrogantes desde el arte como espejo, motor y estallido. Susana: “Es muy importante que nosotras dejemos de iluminar a los hombres con los reflectores; esa parte es nuestra tarea y creo que estamos en ella y que de ningún modo queremos seguir jugando el mismo juego. Cambiar de juego es posible. Solo siendo muy sinceras, muy sinceros, muy sinceres, nos vamos a encaminar hacia un lugar donde el amor no duela”.
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