CABA
Eruca Sativa: mujeres al frente
Lula Bertoldi y Brenda Martin comparten algunas claves sobre cómo empezó la magia de la música para ellas, y cómo siguen haciendo camino en un mundo machista y violento, a 15 años del nacimiento una banda que es historia, presente y futuro. Lo que no se negocia, el lugar de las mujeres en el rock, las confusiones, las composiciones, el componente político de la vida, las inspiraciones, el valor, y el espíritu conectado a la época. Por Lucas Pedulla y Claudia Acuña.

«No se puede cambiar lo que uno no ve”.
Así, con un golpe de slap, pero también con la delicadeza que requiere la precisa ejecución de un bajo freetless –aquellos sin trastes, donde los dedos se deslizan sin límites por un mango infinito–, Brenda Martin abre una puerta por donde se filtra un haz de luz.
A sus 6 años, esa puerta fue la del placard de su madre.
–¿Qué viste?
–Una guitarra.
Nació en Zárate, norte de la provincia de Buenos Aires, y a los 4 años se mudó con su familia a Córdoba capital. Su mamá no tocaba y Brenda tampoco la vio tocar nunca, pero la tenía porque de joven había en un grupo llamado Viva la gente. La guitarra sí aparece en sus recuerdos de reuniones familiares en manos de una de sus hermanas (son 5 mujeres y un varón) y en las voces de sus tías que cantaban juntas. Brenda empezó a tomar clases, con el deseo de sumarse a esas cantatas de tertulia, donde sonaban Piero, Silvio Rodríguez, la trova rosarina, Gieco.
Cierra los ojos.
Los abre.
¿Y ahora?
Ve dos nombres: Fabiana Cantilo y María Gabriela Epumer. “Eran los 90. Me gustaban Fito y Charly, y cuando las vi en vivo por primera vez, porque no había YouTube, flashee. Había tan pocas mujeres que tocaban. Y María Gabriela era única porque, además, tocaba la guitarra”.
–¿Qué viste?
–Era admiración. Y decir: “Quiero estar ahí, ser como ella”.
*
“Necesitamos mujeres que no negocien”.
Así, como un riff certero de furiosa distorsión, y desde un tono de voz cristalino que en cuestión de segundos puede convertirse en una gilette, Lula Bertoldi trae memoria.
A sus 12 años, la que no negoció fue su abuela. “Esta va a ser tu gran compañera de vida”, le dijo, y le regaló una guitarra criolla. Ni su mamá ni su papá tocaban, pero esa abuela, directora de coros y profesora de folklore, les dejó a las hermanas Lula y Marilina el deseo de la música.
Nació en Sunchales, provincia de Santa Fe, y a los 17 años se mudó a Córdoba a estudiar Relaciones Públicas. Empezó a tocar en bandas, a cantar aquí, a cantar allá, y así conoció a Brenda en su banda Lucila Cueva, integrada por mujeres. Lula ingresa, toca, gira, graba un demo y a los nueve meses deja. “Cuando me voy ellas ganan un premio para ir a tocar a The Cavern, en Liverpool. Un viaje hermoso, re groso, y yo pensé que había perdido el tren de mi vida. Sentía que era la gran oportunidad, no sé bien de qué, porque estudiaba otra cosa, pero la dejé pasar, chau. Me re deprimí. Hice terapia. Tenía 20 años. Fue duro. A veces todo es una carga que ponemos a los hechos. Pero, al final, tan malo no fue”.
Brenda volvió separada de la banda.
La semilla ya había dado sus primeros brotes, recuerda Brenda: “Cuando la veía tocar yo ya estaba pensando que en el futuro me gustaría hacer algo con ella”.
El futuro, fuera o más allá, reía en sus miradas.
Se acababan de encontrar.
*

Ese futuro ya es un presente que, junto al baterista y productor Gabriel Pedernera, bordaron a lo largo de 15 años y en diciembre lo están celebrando con una gira en repaso de su carrera: el 2 en Obras (CABA), el 7 en Tribus Club de Arte (Santa Fe), el 8 en el Teatro Broadway (Rosario), el 9 en el Teatro Real (Córdoba) y el 10 en el Teatro Luxor (Carlos Paz). En noviembre también viajaron a Las Vegas por la nominación en los Latin Grammy del single “Día mil”. Al cierre de esta edición, además, salieron dos bombazos de su nuevo disco, únicamente de reversiones: “Afuera” y “Corazón Delator”, de Caifanes y Soda Stereo, respectivamente. El álbum se llama Dopelganga y es la octava placa de su discografía.
Las anteriores: La carne (2008, 12 canciones), Es (2010, 14 canciones), Blanco (2012, 15 canciones), Barro y fauna (2016, 14 canciones) y Seremos primavera (2019, 10 canciones). A esta obra hay que sumar Huellas digitales, Seremos primavera en vivo en la Ballena Azul y un EP, los tres en vivo.
Además de la gira en diciembre, este 2022 encontró a Eruca con el concierto del bellísimo Seremos primavera en la Ballena Azul (CCK). De ese disco, entre otras sensibles piezas, es la canción “Creo”, que se convirtió en un himno de época.
Porque abraza.
Pero también porque acaricia y puntea el nervio exacto.
El de la piel.
Lula y Brenda lo interpretaron en el conmovedor cierre de la instalación El cuarto de Lucía, en La Manzana de Las Luces, frente a familias que exigen justicia por los femicidios de sus hijas.
Y cantaron:
Es este el momento
con tal fuerza lo siento
seremos primavera
que no haya sido en vano el dolor.
Porque unidas nos sabemos fuertes
venimos a luchar
porque no seamos invisibles nunca más.
Por todo lo dicho, hay dos riffs que ya quedan claros:
Eruca ve.
Eruca no negocia.
Y Lula y Brenda lo cantan así.
*
–Antes había dos rubros donde presentaban a “la corista”, como tal, y a “la música”. Hay algo interesante en ustedes, como paso superior que amplía la cancha, que es el componer. Un paso que dieron pocas en ese aspecto: crear música.
Lula: Para mí es entre pinzas, porque tenemos un personaje como Mercedes Sosa, que fue nuestra gran intérprete, gurú, guía, chamana, que nunca compuso y sin embargo hizo grandes cosas por la música argentina y ha revalorizado artistas y compositores. Y nunca nadie puso en duda su musicalidad o talento porque no componía. Mucha gente compone y no interpreta, o interpreta pero no compone. Es un ámbito gris, porque es una herramienta, pero a mucha gente que es música no le interesa componer. No le sale. Y transmite un montón de cosas.
Brenda: Y emociona. Porque la música se trata de eso, de movilizar cosas en las otras personas. Hay personas que lo hacen no desde la composición, sino de dejarse ser en la interpretación. En definitiva, es lo mismo que con todo: hay menos porque empezaron después, pero las hay en minoría. Y es importante porque cuentan otras experiencias en sus voces y en sus letras. Escuchar las letras de Violeta Parra. De Susy Shock. Las cosas que cuentan, lo que traen, es necesario que haya diversidad de voces. Y también que haya compositoras porque es el legado para las generaciones que vienen.
Lula: Además de que hay muchas letras canceladísimas, que hablan de la objetualización de la mujer, y todo eso va perpetuando lo que queremos desterrar y no repetir más. Y también lo cambiamos diciendo las cosas desde nuestra óptica, y no que los chabones nos cuenten qué nos pasa a nosotras. Es muy loco: a mí me invitan mucho en bandas donde son todos tipos a cantar temas de tipos hablando de la mujer. Me parece horroroso. Sienten que invitando a cantar a una mujer una letra que escribieron ellos sobre lo que ellos piensan que vivimos nosotras, está bien. Y no: no quiero decir eso que estás diciendo. Cantala vos.
Brenda: Háblense entre ustedes, primero.
Lula: O de varones levantando el pañuelo verde. No es que esté mal, pero hay una confusión de lo que es la lucha y lo que queremos que se represente en los escenarios, que no es levantar un pañuelo solamente. Eso es cartel, es la foto. El movimiento, el género y la sociedad necesitan acciones concretas. Podés estar de acuerdo, pero seguir encubriendo, tapando, disminuyendo: es lo que hay cambiar. Y lo mismo pasa con las letras. No hace falta que te subas con el pañuelo, tranquilo: lo importante es lo que pasa abajo del escenario, entre tus pares.
*
–Sigamos con la composición. Una artista es alguien por quien emerge y habla la época. Y que hoy aparezca en sus voces es importante. Desde ese lugar nos interesa el proceso: cómo es el hacer música. ¿Cómo transmitimos largarse a hacer música siendo músicas? Siendo chicas, madres, en todo el ambiente que acaban de describir, ¿cómo es componer y llevar un show, una imagen, una discusión política?
Lula: Para empezar hay que deconstruir una idea de lo que es hacer música y vivir de esto que es muy exitista y machista. Muy industriocéntrica. Como que vivir de esto es tener 10 millones de reproducciones en YouTube y mostrarse hegemónica. Vivimos de esto hace, por suerte, muchos años, por lo menos desde 2012, pero antes trabajamos con la música dando clases, shows más chicos, tocando con aquel o con aquella, haciendo nuestros primeros pasos. Hay que construir diciendo: “Che, se puede vivir de esto sin pensar que hay que firmar con una discográfica”. Hay una forma de hacer las cosas que es viable y concreta.
Brenda: Para hacer música no hay que pensar en eso, porque en esa marea de cosas se pierde el hacer música porque sí, que es la idea de cualquier expresión artística. Nosotras fuimos atravesando distintas etapas. Primero componíamos por separado, en el primer disco. En el segundo empezamos a componer en banda entre los tres. Y se fue dando naturalmente que empezamos a entrar en una sintonía nosotras dos para componer juntas. Nos gusta componer y afiliar en el pensamiento, porque nos gustó estar de acuerdo. No digo forzarlo, sino buscar los puntos en común de expresarnos. Empezamos a complementarnos en nuestra manera de escribir, y lo disfrutamos: yo tengo una forma más abstracta, y Lula un poco más visual. Yo fui aprendiendo de vos a bajar las cosas más a tierra.
Lula: Y yo, al revés.
Brenda: Empezamos a tener distintas maneras de sentirlo. Independientemente de quién lo vaya a cantar, empecé a disfrutar el proceso de escribir y de pulir en detalle una letra sabiendo que le iba a gustar a ella y que se iba a sentir representada. Hemos ido trabajando cada vez más juntas hasta que en el último disco, Seremos primavera, nos sentamos en el estudio a escribir juntas. Pero recién al tercer disco, dijimos: “Juntémonos a componer”. Fue la primera vez que nos juntamos las dos solas fuera de la banda. Hicimos “Guitarra de Cartón”.
Track 7 de Blanco.
Solíamos creer
En torres de babel
En grandes héroes y su gloria
Solíamos creer
En violas de cartón
Poder manipular el aire
Caigo nueva en el mundo
Descifrando cada cara de este sol
*

–¿Cómo sacar al rock de ese lugar en el que las mujeres fueron tan sacrificadas? Si hacemos memoria, desde Janis Joplin para acá, muchas fueron muy inspiradoras para nosotras, nos transmitieron mucha libertad, pero a un precio de Che Guevara.
Lula: Fabi (Cantilo) cuenta mucho eso. Disfruta mucho del compañerismo con sus colegas músicas y las nuevas generaciones, porque ella dice que la pasó mal y estuvo muy sola mucho tiempo. Y abraza a las colegas, les da un espacio en su escenario. Nos dice: “Qué bueno que haya tantas mujeres porque yo la pasaba como el orto, me tuve que bancar un montón de pisoteadas”. Y siento que la imagen de la mujer en la música o en el rock siempre es secundario. Siempre te corren. Tengo esa gran ilusión con mi hermana Marilina, que son mujeres que ponen la estaca. Nosotras somos mujeres fuertes, pero el personaje de Maru es súper necesario porque son mujeres que se imponen y no negocian. Y me parece que es re importante no negociar en este momento. A veces la escucho y digo: “Guau, qué ovarios hay que tener, porque decir que no, a veces, te da miedo”. Hay que tener una frialdad buena, de entender el panorama y el contexto de por qué le estás diciendo que “no” a eso.
Brenda: Siempre me atrae la idea de sacar a la mujer del lugar de objeto que es donde la industria y el capitalismo nos quieren poner. En ese sentido, creo que la lucha continúa. Es necesario saber que no hace falta hacer determinadas cosas. Porque hay muchos chabones que han sido artistas y han vendido con su imagen, pero a veces es demasiado lo que se les pide a las mujeres desde ese lugar. Muchas se terminaron rompiendo ellas mismas para vencer todos esos prejuicios: “Yo también soy un chabón reventado, una persona que me puedo expresar y mostrar de esa manera”. El feminismo viene a cambiar las cosas. Hay que desjerarquizar todo: no tiene que haber un 2, un 3, un 4. Hablando en general de la escena, el camino es romper con todo eso: lo importante es el arte, no las individualidades. Eso hace mal a la sociedad. Hace falta un pensamiento colectivo en donde nos sintamos parte de la naturaleza, de la tierra, y lo que hacemos desde el arte es para que haya más igualdad, más justicia. Si todo el tiempo estamos alimentando íconos de éxito, de fama, por más mensaje que tenga, eso se cae con la actitud. Hay que sostener. Es difícil sostener una coherencia entre lo que se dice y la manera en que se practica después el éxito. Es el lugar ideal al que hay que llegar.
Lula: Lo veo a nivel histórico, con el diario del lunes, pero lo ves en la actualidad y te da un poco de vértigo, porque decís: “Pará, tengo lo que tengo y estoy súper agradecida, somos una banda que nos va bárbaro, ¿pero si fuéramos chabones? ¿Nos iría mejor?”.
Brenda: De eso me di cuenta este año porque me lo dijo mi hermana. En el Quilmes Rock tocamos en un escenario que no era el principal, y me dijo: “¿Por qué no tocan en el principal si suenan mejor que otras bandas? Porque son mujeres”. Como que nuestra banda tiene un techo y los varones no se van a identificar con la banda. Algunos sí, pero no la cosa masiva.
Lula: Este año lo pudimos ver claramente. Hay cosas que son clarísimas, y decís: “Ok, ya entendí. Hasta acá llegamos”. Hay otro punto bisagra del público: las luchas sociales, en nuestro caso feministas, y el público que te dice “yo las escuchaba cuando no hacían política”. Y política no hablando de banderas partidistas, sino causas como militar el aborto legal, pedir justicia social, Ni Una Menos, el Observatorio Lucía Pérez. Hablamos de cosas de vivir o morir, cualquier persona estaría de acuerdo en la medida que entienda la causa. Estas personas que critican, ¿qué música escuchan? Porque la música que escuché toda mi vida es María Elena Walsh, hola; Los Redondos, hola; La Renga, Charly, Fito. Estas bandas o esos músicos, ¿no son políticos? ¿Qué dicen en sus letras? ¿Nada? ¿Estás seguro? El otro día salí por los 45 años de Abuelas de Plaza de Mayo, y ya decían: “Pero Lula…”. Loco, el primer disco de Eruca tiene el número de teléfono de Abuelas, ¿qué estabas escuchando?
Brenda: Si pensás que lo que pensás no es político es porque no te estás dando cuenta la bajada de línea que te están haciendo. Porque así que te estén diciendo que bailes y hagas meneo para abajo, hay una bajada política.
Lula: Si no te gusta, todo bien, pero no podés decir que la política no es parte de la vida: así como la realidad es atravesada por el arte, el arte es atravesado por la realidad. Hay una simbiosis todo el tiempo. Hay bandas con proyectos más estéticos, pero eso también es una bajada política. Hubo un hecho clave en la historia de Eruca que fue cuando nos manifestamos públicamente a favor del aborto. Dijimos: “No hay vuelta atrás”. Nuestras letras siempre lo dijeron pero fuimos súper concretos con un pedido clave: es lo que pensamos, lo que sentimos y tiene que salir esta ley. Y fue fuerte porque pusimos en el tríptico de Instagram las tres frases de la Campaña Nacional con los tres pañuelitos verdes, y se armó: empezaron a caer estrepitosamente los seguidores. Dijimos: “Bueno, es así. Y está bien”. Es lógico que la gente siga a los artistas que lo representan y nos parece bueno que sepan lo que pensamos.
*
–Nos conocimos en el recital que se organizó frente al Congreso con todas las bandas. Y una de las cosas que pasaron ese día fue que ninguna se había autopercibido que podía llenar un escenario con tantas mujeres. La mirada de ustedes estaba condicionada por ustedes mismas, porque para cambiar la realidad es interesante ver cómo nos autopercibimos. Les cuesta decirlo, o piden disculpas, cuando son las número uno.
Brenda: A mí no es que me cuesta ponerme en el lugar de uno: no me interesa. No es por ahí. No me hizo bien la competencia, que los varones se quisieran poner encima de mí todo el tiempo porque era la única mujer que tocaba el bajo. Era tremendo: los profesores no le corregían nada a nadie, y si yo me equivocaba una cosa era muy cansador. Y cuando empecé a ver que había otras mujeres que tocaban, mi primera reacción fue ver si tocaban mejor, pero al mismo tiempo se me fue y apareció otra idea: “Encontré una piba que hace lo mismo que yo”. Siempre lo viví como una amistad, con mucho compañerismo con las mujeres que fui viendo. Y tiene que ver con eso: no hay que olvidarse. No hay encima de qué o quién.
–Tenemos paradigmas, como cuando Mercedes Sosa invitaba a todo el mundo al escenario. Pero ustedes, como dúo, ¿cómo tejen el cotidiano de una relación de compañerismo, de creación y de liderazgo en 15 años? Hay que sostener eso, porque en el paradigma las mujeres no lo tenemos: tenemos Madonna, pero no la idea de equipo de sostener un éxito.
Lula: Hemos estado en experiencias de bandas con mujeres y es notorio lo que dice Bren: el tema de las inseguridades es muy grande. La industria hizo que pensemos que la mujer es una, que es linda y hegemónica, y que toca o es corista. Si tocás, no tenés que ser buena: tenés que ser increíble, porque si estás en el intermedio, sos malísima. O sos virtuosísima o sos linda. No es que puedo tener una banda de mujeres y sonar como tengo ganas de sonar porque estoy empezando. En CABA veo un montón y está bien: yo también sonaba así, las bandas se hacen tocando. No podés tocar tipo Steve Vai en un primer ensayo porque ningún tipo arrancó tocando así. Si ves mujeres escabiadas, con canas, con panza, mal vestidas, decís: “Ah, no, el cupo es cualquier cosa”. La vara es muy distinta. Esa cosa del juicio: Keith Richards toca, tiene 78 años, está genial, pero si yo quiero mostrarme así me tiran con de todo. Está bueno que los íconos vayan cambiando y poder ver una Juana Molina que se deja ver como es y no tiene ningún drama. Prefiero ver a mis ídolas así y las re admiro: se paran y son lo que quieren ser y ya. Si no, repetimos un modelo donde somos esclavas de nuestro propio cuerpo y del tiempo.
–Hoy hay muchas chicas jovencitas que están haciendo bandas y eso tiene que ver con ustedes, las anteriores. A su vez, cada una está representada por el instrumento que ejecuta y, también, por tener esa voz propia que cuesta mucho construir para las mujeres. ¿Cómo construyeron ese nido que les permitió volar? Encontrarse después de un fracaso es interesante, como primer paso.
Lula: Me siento orgullosa de haber sido parte de este movimiento que destapó la olla y generó que otras mujeres busquen salir a tocar en vivo.
Brenda: Siempre pienso: nunca estuve en bandas donde no estuviera otra mujer. Y nunca me interesó el rol protagónico. De hecho, cuando tocaba antes la viola, si me tocaba hacer un solo me daba vergüenza. Siempre me gustó más el lugar de acompañar. Lula tiene la misma actitud. Que hayamos podido hacer ese nido tiene que ver con todas esas cosas que vivimos antes, y nos hicieron empezar una suerte de compañerismo que siempre dejó en claro cuál era mi rol, y cuál el suyo. Somos tres entidades distintas y cada una es necesaria para que la banda funcione.
Lula: Yo fui cantante poco tiempo antes de Eruca, pero acá fue mi primera banda profesional donde era la voz líder. Fui construyendo mis matices y mi paleta de colores, mi gama dinámica, con Brenda y Gabi, que me fueron guiando. Disco a disco fuimos construyendo entre los tres cómo canto, y así también siento que fui cantando gracias a ellos.
–¿Cómo se grita sin lastimarse?
Lula: Hay una cuestión técnica y una psicológica. No estudié canto, pero sí algo de técnica porque con Lucila Cueva, y en las primeras épocas de Eruca, me quedaba disfónica. Me di cuenta en una época muy puntual de Eruca, 2010 ponele, que me empezaba a quedar disfónica o con mucho aire en la voz por un tema cerebral: me ponía muy ansiosa y hacía que no pudiera disfrutar, sino que se me cerraban las cuerdas. No podía cantar. Me costaban mucho las giras, a veces me tenía que inyectar corticoides. No la pasaba bien, siempre me gustó mucho tocar en vivo, pero era sufrir y rogar no quedarme sin voz. Y no era tanto por cómo cantaba, sino porque no estaba muy en eje con algunas cosas. Entonces, por un lado, resolví estudiando técnica. Y, por otro, haciendo terapia.
–Brenda, como bajista, ¿cómo es sostener sin cansarse ni ser Teresa de Calcuta? Es un peso grande esa mirada panorámica que siempre tenemos que tener las mujeres: agota.
Brenda: Ejercito el pensar que no es importante mi individualidad. Correrme de ahí y que lo importante es lo que pueda generar a la gente con lo que estamos haciendo. Yo lo disfruto. Hay un disfrute del compartir, de estar ahí cuando se arma. Una de las cosas que más disfruto son las zapadas grupales. Cuando siento que me están escuchando y yo les estoy escuchando. Donde un solo de batería o de bajo puede resultar en la nueva composición de una idea. Y eso se transmite. No es de Teresa de Calcuta, es de egoísta: tengo ganas de pasarla bien.
–Fueron a Las Vegas por la nominación al Grammy. ¿Qué se ve desde ahí?
Lula: La magia es saber ver dónde está ese valor, por qué hacemos lo que hacemos. Saber lo que hacemos. ¿Qué cosa hay que hacer con una banda de rock?, ponele: crece, llena estadios, graba discos, gana algún premio. 15 años pasaron de estas cosas. ¿Qué elijo? Elegís hacer canciones que te llenan. Otras cosas son como Las Vegas: cartón pintado. Pero no hay nada como poner los amplis al palo y tenerla a la gente saltando toda transpirada.
Brenda: Ahí hay una elección. Es difícil no dejarse comer la cabeza por el capitalismo. ¿Te vas a parar en un bar a hacerlo con el mismo entusiasmo si sos millonario?
Lula: Llamá a este ente que voy a nombrar ahora, por ejemplo, el hambre. El hambre de algo. Cuando uno arranca tiene la ambición buena de crecer, me voy a comer el mundo, es mi sueño. No te digo que somos millonarios, pero tenemos ciertos privilegios logrados: tener mi casa, por ejemplo. Y tengo mi familia. Entonces decís: ¿el hambre dónde está? ¿Qué me llena? Ahí es muy personal. El hambre sigue estando en esa canción que todavía no compuse, en ese sentido que tengo en la cabeza y todavía no lo puedo bajar a la tierra, el sueño que me quita lograr esa melodía. Un hambre re verdadero que no tiene que ver con los estadios, con los Grammys, con los Gardel, con nada. Tiene que ver conmigo. “La lucha es de igual a igual con uno mismo”, dice la canción El Témpano. Necesito esa inquietud resolverla en canciones.
Brenda: Eso mantiene viva la banda. Poder hacer música, lo que salga. Tenemos la posición de poder hacer arte porque sí, sin especular con la industria. Siempre lo hicimos. Y es algo muy hermoso.
Cambiar lo que se ve.
No negociar.
No especular.
El arte porque sí.
Desde el grito visceral y cuidado, junto al sostén del deseo.
Sin cartones pintados.
Eso, nos recuerda Eruca, es el rock.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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