Mu199
Corazón en La Boca
Conflicto en un mítico barrio porteño. El gobierno de la Ciudad busca modificar la identidad del barrio con una metodología conocida: desalojos, beneficios para empresarios afines y ex funcionarios. Los curiosos y oportunos incendios. Los negocios inmobiliarios como telón de fondo. El desplazamiento de la feria de Caminito. El vecindario que resiste y propone la defensa y proyección de un estilo de vida de puertas abiertas, comunidad y colaboración entre las personas en base a un lema de conviviencia: “La alegría contra la muerte”. Por Lucrecia Raimondi.
“Hola, ¿cómo están los chicos?”, preguntaba Rosa en la esquina a una vecina y charlaban, mientras sus hijos jugaban. “Le sirvo un cuarto de caseritos y dos medialunas con jamón y queso”, pasaba y le decía el panadero que conocía sus gustos porque le compra ahí desde hacía 20 años. Una de sus hijas participaba en la murga Los Amantes de La Boca:armaba las galeras, cosía los trajes, construía los estandartes. Todo en verbo pasado. Porque Rosa, empleada administrativa, vecina del barrio durante 30 años, fue desalojada en agosto del edificio donde nacieron sus hijos y sus nietos.
No se quiere ir de La Boca: dice que le gusta “por lo lindo de las fachadas coloridas de 100 años”, que para ella son como ya un paisaje cotidiano, y que le gusta su gente solidaria.
Por eso, junto a su barrio, resiste y propone.
Represión al vecindario
La Boca es un barrio de puertas abiertas. Todos los vecinos y vecinas se conocen; sobrevive la rara costumbre de tomar mate en la vereda; de sacar para compartir la pelopincho en el verano; los pibes juegan a la pelota en la calle; muchas familias se ganan la vida en el barrio; se divierten con sus movidas artísticas; se dan una mano si tienen alguna necesidad. En La Boca viven pintores, actores, murgueros, músicos, escritores, artesanos, trabajadores y profesionales que son y hacen a su cultura. “Nuestro lema es la alegría contra la muerte”, asegura Nora, vecina de La Boca hace 25 años y una de las directoras de la compañía de teatro comunitario Grupo Catalinas.
Nora fue una de las cientos de vecinas y vecinos que el 8 de noviembre marcharon para defender la identidad del barrio, hoy atacada. Es que la política de abandono al sur de la ciudad por parte de la gestión del PRO, ahora derivó en que los vecinos de la zona más popular de La Boca sufrieran durante los últimos tres meses una seguidilla de desalojos, incendios y desplazamientos para darle al barrio una veta comercial y residencial de otro perfil.
Las y los vecinos denuncian que detrás de la desidia hay una intencionalidad millonaria, ya que las antiguas casas patricias y el espacio público de la costa porteña son codiciados por desarrolladores afines al gobierno. Ante estas sospechas, organizaron una gran movilización por las calles del barrio bajo el lema La Boca nos Convoca. “Por la historia, la identidad y el futuro de nuestro barrio. Por un desarrollo que nos incluya a todos”, decía el volante de difusión de la marcha.
Artistas, comerciantes, medios barriales, integrantes de comedores comunitarios, iglesias y organizaciones sociales y políticas se unieron nuevamente para denunciar que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires pretende expulsar a los boquenses para consolidar el Distrito de las Artes en La Boca. “Queremos vivir con La Boca en el corazón y no con el corazón en la boca”, dijeron las mujeres, los niños, los ancianos y trabajadores, que intentaron protestar pero terminaron exactamente con los corazones en la boca: la Policía les impidió marchar libremente, en una represión que no se veía hace años en el lugar y que no fue visibilizada por los medios masivos de incomunicación.
La infantería de la policía de la Ciudad encerró la columna con forcejeos, carros hidrantes y golpes. Luego, el Grupo de Acción Motorizada dispersó a los vecinos en Almirante Brown y Suárez. La manifestación (muchas mujeres y niños, familias enteras), se dispersó frente a este despliegue mientras un grupo insistió, reuniéndose en las cinco esquinas y expresando por megáfono los gritos su planteo frente a la situación: “La Boca no se vende, se defiende”.
Negocios versus vecinos
A Rosa, de un día para otro, sin previo aviso, le tocaron la puerta a las 7 de la mañana, la despertaron diciéndole que debía irse de su casa por decreto del gobierno de la Ciudad. Policías entraron de forma prepotente, metieron sus pertenencias en bolsas blancas y la dejaron en la calle con un subsidio por única vez de 150 mil pesos, que le dieron a cada grupo familiar. Nunca más pudo volver a entrar: “La única vez que me animé a acercarme pensé que lo iba a soportar y lo único que me provoca es llanto. Tengo la llave, siento la necesidad de querer ingresar. Me sacó de mi casa gente que no sabía ni le importaba mi historia ni la de mis vecinos”.
Los vecinos del barrio quedaron impresionados por el accionar oficial. Pese a que La Boca cuenta con la ley 2240 de Emergencia Ambiental y Urbanística, que protege a los vecinos ante los desalojos e incendios, Rosa explica que es letra muerta: “No nos garantizaron un subsidio habitacional ni un lugar donde ir a alquilar. Alguien del gobierno de la Ciudad puso la lapicera y firmó para dejar en la calle a 32 criaturas y 20 familias. A través de un expediente digital nos echaron como si fuéramos ratas o mierda. Todo esto marcó un precedente”.
“Los desalojos en La Boca suceden por goteo casi cotidianamente, es muy difícil llevar la cuenta”, informa Martina Noailles, periodista y jefa de redacción del periódico local Sur Capitalino, vecina del barrio hace 44 años. “La Boca Resiste y Propone, una organización barrial, estima que hay en curso alrededor de 280 juicios en trámite para desalojar los edificios deteriorados donde viven nuestros vecinos de toda la vida”.
Por ejemplo, en agosto, 30 familias con 32 niñas, niños y adolescentes fueron desalojadas por decreto administrativo del gobierno porteño que encabeza Jorge Macri. El conventillo estaba en un edificio de dos pisos en Pedro de Mendoza y Necochea, una esquina expropiada en la última dictadura, que la Ciudad reclamó ahora para construir una galería de arte.
Se ubica entre la Fundación PROA, la Fundación Andreani y el “Nuevo puerto de La Boca” que inauguró el jefe de Gobierno porteño cerca del puente. A días de decretar el desalojo, Jorge Macri y Daniel Scioli festejaron el primer paseo en catamarán por el Riachuelo, una atracción turística para navegar ida y vuelta desde Puerto Madero hasta La Boca.
En esa zona las propiedades son baratas porque se caen a pedazos, al estar abandonadas hace décadas por dueños inciertos. Pero los terrenos son potencialmente muy valiosos. Otro desalojo inminente es el de un conventillo en Necochea al 1200, donde hay 20 familias con 23 niñas, niños y adolescentes. Además viven grupos vulnerables: cuatro chicos más dos adultos tienen discapacidad y cinco adultos mayores no tienen familia ni recursos económicos.
Tamara nació en La Boca y vive en el conventillo de Necochea hace más de 18 años; ahí nacieron sus hijos, uno con discapacidad. En su edificio se requieren arreglos en los techos de chapa, hay goteras y paredes rajadas, cañerías viejas y una electricidad precaria. “Era una cantina de hace más de 100 años. Nunca vimos un dueño. El vecino que nos alquilaba no lo arreglaba, se caía a pedazos. Los arreglos que tiene el conventillo, si más o menos está como está, lo hicimos los vecinos porque es nuestro hogar – cuenta Tamara a MU- El hombre falleció, al tiempo nos llegó la orden y nos dimos cuenta de que no era el dueño”. Tan solo un caso de muchos.
En la misma zona hubo tres incendios en tres meses, curiosa y oportuna racha para las políticas frente al barrio.
En septiembre, a una cuadra de Caminito, 50 personas perdieron todo por el fuego que dejó hecho cenizas a un conventillo en Magallanes al 900; a dos cuadras, a mediados de octubre, un hombre murió y otras 50 personas quedaron sin saber cuándo podrán volver a su vivienda en Suárez al 900; los primeros días de noviembre, a una cuadra de la Bombonera, se incendió otro conventillo en Palos al 300, más de 30 personas debieron ser evacuadas y afectó a viviendas linderas.
La vida en el conventillo
Rosa es, se dijo, una de las desalojadas. La señora que le dejó su lugar vivió 65 años y ella estuvo 19 años en el conventillo en Pedro de Mendoza: “Todas las familias cuentan historia, tienen nietos, bisnietos. Uno de los vecinos había vivido 42 años en el lugar, otro 36, otro 24 años. Vivíamos familias de distintas colectividades, con distintas culturas, había peruanos, paraguayos, argentinos, uruguayos, chilenos. A través de la práctica de la humildad y la solidaridad, éramos mejores personas como vecinos, una especie de familia grande. Y nos cuidábamos entre nosotros, teníamos una muy buena convivencia”.
Tamara compartió la vida en su conventillo sintiendo algo similar: “Mis pibes nacieron acá, este es su barrio, su hogar, acá ellos se desarrollan. Sus amigos están alrededor, el colegio a tres y la salita a dos cuadras. Toda su vida depende de este lugar”. Vala además el sentido de comunidad que hay en La Boca, que todos se conocen y se ayudan: “En los conventillos se comparte siempre el baño y la cocina, son lugares en donde todo el tiempo te encontrás. Nos miramos y cuidamos a los chicos, que van y vuelven juntos de la escuela, se piden la tarea. Hay personas que son muy mayores, están solas y ni siquiera tienen una jubilación. Si están enfermas les llevamos la comida, les sacamos los turnos del médico. En Navidad armamos una mesa grande o festejamos cumpleaños. También tenemos discusiones, como todos, pero estos lazos de comunidad terminan siendo una familia”.
Tamara cree que los incendios y los desalojos son para hacer de La Boca un barrio diferente: “Jorge Macri está diciendo que por el bajo de La Boca no se puede caminar, que es un búnker de droga. Pero no hay política pública, los recursos no llegan a los vecinos. Hay incendios, se caen a pedazos los conventillos, las familias no tienen trabajo, los pibes están mal por los consumos, hay gatillo fácil. Entonces dejan que todo se prenda fuego, que los vecinos se harten, para después decir que lo van a reconstruir. Quieren hacer torres en un barrio de casas bajas, no quieren a su gente. Abandonar todo es una estrategia, nunca contuvieron ni ayudaron a los vecinos. La crueldad es terrible, no parece ser una casualidad”.
Rosa entiende la situación de modo parecido al de Tamara sobre la política de vivienda del gobierno de la Ciudad, en particular la de Jorge Macri: “Él siempre gobernó la zona norte, pero en La Boca está lleno de pobres. Yo no me puedo tomar algo en Café Roma, no me da el presupuesto, él quiere gente que pueda. Entonces creo que tiene un problema con los pobres porque quieren hacer las cosas como ellos quieren para otro tipo de gente”.
Donde vivía Rosa está el circuito del Distrito de las Artes en La Boca. Ella entiende que con el desplazamiento “se va a perder la cultura del vecino que pone la silla en la vereda, que va con el mate o una cerveza a presenciar los ensayos de la murga o pasea por la feria para divertirse. Si quieren traer a sus amigotes ricos a vivir y a invertir ahí, el barrio va a ser otro. Por eso están en contra de las protestas, de los reclamos genuinos y de que salgamos a defender nuestros derechos”.
La feria en peligro
En septiembre el gobierno de Jorge Macri desalojó la histórica Feria de Artesanos de Vuelta de Rocha que durante 40 años funcionó sobre la Plazoleta de los Suspiros, a la entrada de Caminito. La Feria nuclea más de 100 puestos con artesanías en cuero, vidrio, cerámica, madera, metal, pinturas, textiles, que muestran la identidad de La Boca, sus calles coloridas y su espíritu arrabalero. Pero la política gubernamenal no respetó ninguno de sus derechos: “Violaron la ordenanza que regula nuestra actividad y tampoco respetaron la división de poderes”, asegura a MU Pablo Canobio, delegado de los artesanos y artista de modelado bajo relieve, que hace piezas sobre la temática boquense. “El traslado debía pasar por la Legislatura de la Ciudad y se justificaba solamente si la feria dejaba de existir. Nosotros tenemos el padrón completo con un cupo estable de feriantes que concursaron y que se sostiene desde hace 40 años. La Defensoría del Pueblo, el Consejo Consultivo de la Comuna 4 y los comerciantes de la zona nos apoyan porque somos parte de la historia cultural del barrio”.
La propuesta de la Ciudad es que los feriantes se ubiquen a la vera del Riachuelo, o en la Plaza de los Bomberos, que complica las ventas y la disponibilidad del espacio verde para los vecinos.
Los artesanos, que conocen y viven en el barrio, supieron que esas opciones de desplazamiento no eran las indicadas para su actividad: “La Plaza de los Bomberos, aunque está a 100 metros, es de uso cotidiano de los vecinos para distintas actividades de recreación, culturales, artísticas, festejos de cumpleaños y por el Día del Niño”, cuenta Pablo. “Nos pone en conflicto con el barrio porque el lugar no está pensado para nosotros. Además la gente siempre nos identificó con la entrada a Caminito, nos buscan ahí. Ahora parece que no estamos porque nos movieron de nuestro lugar histórico, que hace que la feria tienda a desaparecer”.
Pablo denuncia que la intención oficial d es beneficiar discrecionalmente al sector gastronómico, en particular al dueño de La Perla, del radical José Francisco Palmiotti, ex titular de la Defensoría del Turista de la Ciudad de Buenos Aires. El restaurante tiene sus mesas sobre la vereda frente al río con una vista privilegiada: “El funcionario de turismo y el presidente del Ente de Turismo de la Ciudad se juntaban con los empresarios gastronómicos para marcar cómo iba a quedar ese espacio sin la feria. Nosotros lo vimos, lo fuimos denunciando, pero nos tocó un juez que no entendió por dónde venía el reclamo. Los comerciantes se quejaron porque sin nosotros el paseo cambió, la feria hacía que el flujo turístico se mantuviera en ese espacio. Ahora la gente se sienta en los bares o sigue de largo, no se queda dando vueltas mirando la oferta cultural que daba la feria”.
Otro argumento de Canobio es que la adecuación al uso del espacio público en el sector gastronómico, que implica la instalación de decks sobre Caminito, está siendo implementada de manera turbia: “Algunos bares tuvieron que poner un montón de plata. Por otro lado, a los que siempre tuvimos litigio por el espacio de la feria, nos dicen que no nos adecuamos a la norma. Y queda todo abierto para los otros, los que cuentan con contactos políticos porque han sido funcionarios del propio gobierno”.
Además, cree que hay una decisión política de eliminar la feria, que se relaciona con los desalojos de edificios: “Nos ofrecen una puesta de luces y conexión wifi para las ventas digitales, pero al mismo tiempo nos sacan de nuestro lugar. Es lo mismo que los conventillos y parte del barrio de La Boca. El gobierno de la Ciudad deja que se venga abajo para después borrarlo del mapa o comprar a muy bajo precio propiedades que valen fortunas. En nuestro caso el gobierno no sostuvo el compromiso de recambio de lonas y nosotros hemos hecho un mantenimiento, quedándonos hasta altas horas de la madrugada lavándolas para que no nos hicieran cargo del deterioro”.
“No van a poder”
El traslado forzoso de los feriantes fue el primer paso para visibilizar todo lo que estaba pasando en el barrio. En esas calles donde todo se va sabiendo, se empezaron a relacionar las cosas: los desalojos, los incendios, los proyectos inmobiliarios.
Las reuniones de vecinas y vecinos empezaron a ser más cada vez más grandes porque se sumaron más vecinos damnificados: sectores de la salud, la educación, la economía popular y la cultura con sus propios conflictos, más las organizaciones que acompañaron los reclamos.
“La verdad es que la movida convocó a un montón a los vecinos porque todo lo que se decía en la marcha, en las asambleas, nos está pasando a todos, no le está pasando a uno individualmente. Ver a tu vecino marchar por lo mismo que vos es lo que empezó a unirnos de un modo muy fuerte, muy evidente. En el barrio se siente que nos quieren pasar por encima. Pero no van a poder: La Boca es un barrio de memoria, de cultura, de lucha y de conquistas”, asegura Tamara.
Por su parte, Rosa asevera: “Nos dejaron sin domicilio, nos dejaron sin nada. Pero lo que no nos pueden sacar son las ganas de seguir luchando y peleando, no solo para nosotros, sino para los otros, para defender a los que vienen, y para que no siga pasando lo mismo y empiecen a mirar un poco más acá”.
Tamara cree que en el último tiempo la sociedad está más individualista, y considera que el ataque a la identidad boquense tiene que ver exactamente con eso: con defender un paradigma de vida.
Por eso plantea un sueño que a la vez es un proyecto de vida: “Sueño que los pibes puedan crecer sanos y juntos, que sigan en su barrio así como son, que puedan disfrutarlo. Que tengan una educación y una salud de calidad. Porque obviamente ellos son el futuro de La Boca. Ellos nacieron acá y aman su barrio tanto como yo: sé que todo mi barrio sueña también con eso”.
Mu199
La flor más bella
Cooperativa de recicladores Bella Flor. Son 205 personas en San Martín dedicadas a la gestión de residuos: la empresa más grande de la zona. Crean trabajo y comunidad con lo que otros tiran. Hicieron una escuela, un centro comunitario, comedores, convirtieron la cárcel en un lugar de convivencia y educación. Lo narco y lo electoral. La imagen de los espejos y las reflexiones sobre la belleza. Por Francisco Pandolfi.
Mu199
Juan Monteverde: recuerdos del futuro
La verdadera batalla cultural. La política de lo concreto, de un tambo recuperado a una empresa pública de alimentos. El fracaso de los impostores. La debilidad de Milei. La “ley bases” que falta. Lo narco. El referente de Ciudad Futura de Rosario: su hipótesis contra la teoría de la derechización de la sociedad, y lo que pasa cada mañana al levantarnos. Por Sergio Ciancaglini.
Mu199
Medios enteros: la comunicación autogestiva frente a los ajustes
Diarios recuperados, revistas culturales e independientes, medios digitales, radios y canales comunitarios proponen disparadores para una agenda común en tiempos sísmicos. La pauta, los fondos de fomento, las redes. Los errores, aciertos, apuestas, estrategias, incertidumbres. El modo ultraderecha y lo que se viene. El público y las voces de la diversidad cultural que se plantean el objetivo de regenerar la comunicación. Por Lucas Pedulla.
- LibrosHace 4 semanas
Generación Cromañón: el libro completo a 20 años de la masacre
- NotaHace 3 semanas
El gobierno en una foto: los dueños de la Argentina
- Pueblos originariosHace 2 semanas
El show de Bullrich que no fue, la reivindicación mapuche que sigue
- Derechos HumanosHace 4 semanas
Abuelas: fue encontrado el nieto 138 en medio del reclamo contra el desmantelamiento de la Secretaría de Derechos Humanos
- ActualidadHace 2 semanas
Amenaza de desalojo de la comunidad mapuche de Los Alerces: “Somos un estorbo para sus planes”
- ActualidadHace 2 días
La actualidad en una foto: la sillicolonización del mundo
- ActualidadHace 3 semanas
Femicidios hoy, Cromañón ayer: el Estado es responsable
- Derechos HumanosHace 1 semana
Derechos humanos hoy: lo que está en juego