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Miss Pola

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Pola Oloixarac. Con su primer libro logró desatar una polémica y agotar una edición. Allí cuenta la historia de una estudiante universitaria que se propone tomarle examen a las ideas que le enseñan. Los 70, el sexo, los blogs, la estética y los excesos de esta época forman parte de esta obra que desconcierta. ¿Moda o tendencia?

Miss PolaPongamos esta historia en su contexto. Hace dos meses, la república de Palermo –morada espiritual de la tribu de Puan– fue azotada por su más temido mal: el desconcierto. Allí mismo, en ese templo de la cultura boutique exquisitamente bautizado Eterna Cadencia, fue concebida una bella criatura bajo los augurios de un destino prêt-à-porter. Estamos hablando de la colección otoño-invierno de la editorial Entropía (perdone el lector la digresión, pero quizá la protagonista de esta historia sea la única decidida a otorgarle a esa palabra su Real y Académico significado: “Medida del desorden de un sistema. Del griego, vuelta”). Retomo: estamos hablando de la novela Las teorías salvajes y de su autora, Pola Oloixarac, la criatura que posó para la difusión del libro tal como se la ve en estas páginas: cual modelo de champú. Hubo quienes cotillearon sobre estas audacias del marketing, pero fue: tema pasado de moda.
Sin embargo, el nombre Pola volvió a agitar a esa diminuta república cuando tuvo lugar el rito de presentación, ceremonia en la que los miembros más selectos de la tribu devoran sanguchitos y degustan autores. Efectivamente, Pola era tan bella como su foto. Botas y boca roja, vestido negro combinado con hombros desnudos. La gala transcurrió según la liturgia prevista, hasta que llegaron las preguntas de los forasteros. Fue entonces cuando Pola pudo desplegar su pensamiento. Ahí ocurrió la catástrofe, que se intentó paliar cerrando la presentación con un aplausómetro: la carrera de Filosofía vs. la de Letras. ¿A ver cuál recibe la ovación más fuerte de la noche?
Minutos antes, Pola había mencionado a Sade y a Kant, al humanismo y su versión más degradada, el progresismo, y respondido el comentario de un lector: “Yo también creí que iba a hacerse una lectura más política de esta novela, pero éste es el aspecto que menos les ha interesado a los críticos”. ¿La bella hablaba de filosofía y de política y desafiaba a los críticos? Hummm.
Lo que sembró semejante desconcierto fue cosechado en esos blogs donde se refugia la tribu para lamer sus heridas y urdir sus escarmientos. Circularon así desde teorías que aseguraban que la novela fue en realidad escrita por César Aira hasta chismes que revelaban que Pola se había operado las tetas. No hay nada que me interese menos que estas pavadas, pero algo logró finalmente vencer las murallas de mi indiferencia: en plena crisis Pola agotó la primera edición. Estaba frita: había llegado el momento de leer la novela.
Las teorías salvajes me resultó finalmente una novela interesante, no tanto por la historia que cuenta, sino por los personajes que la interpretan. Hay algo generacional que transmite su lectura y que incluso la mirada más negativa no puede dejar de notar: otra manera de construir lo femenino. Las mujeres que desfilan por esta novela no tienen miedo ni dudas ni quejas. Sus batallas las libran en espacios públicos: la universidad, la calle, la noche, la web. Allí exponen sus cuerpos y desde allí, piensan. Ésa es su verdadera “modernidad”. Intuyo entonces un porqué de tanta saña: la crítica cultural tiene el mismo tufo que un vestuario masculino.
Con esa curiosidad, llego a la cita con Pola que, como no podía ser de otra manera, me espera en un bar de Palermo, esquina Hollywood. El primer round se inicia apenas me siento, con una pregunta ingenua y una respuesta que no lo es:
¿Cuál es el origen de este apellido?
Cuando se pregunta sobre el apellido de una mujer se está interrogando sobre el padre, incluso la referencia al apellido materno cae en ese juego, porque toda madre tiene el apellido de su padre. Y así, ineludiblemente, se construye la historia de cualquier mujer a partir de una genealogía masculina. Prefiero entonces no hablar de ese tema, pero si querés te cuento la historia de mi mamá.
Si lo que pretende con esta línea argumental es impresionarme, adelante. Nunca sentirme estúpida me dio tanta satisfacción.
 
Pensar peligrosamente
Pola construye su biografía con pinceladas gordas. Hija de una familia de clase media “fuertemente empobrecida por el menemismo”. Madre inmigrante, peruana. “Mi abuelo y mi abuela solo alcanzaron la educación primaria. Eso determinó una suerte de obsesión familiar por la universidad, como símbolo de portal de acceso a una clase, a un lugar donde sentirse orgulloso de sí mismo”. Su madre lo alcanzó, Pola también y quizá lo que una reflejó en la otra pueda intuirse ahora en su novela: una mirada que todavía es capaz de sorprenderse con los símbolos del claustro.
Con 31 años, Pola terminó de cursar la carrera de ‘filosofía. No fue su primera opción. “Quería estudiar medicina, pero mis padres no podían mantenerme y tenía que buscar una carrera que me permitiera trabajar”. Su interés por la medicina tenía ya entonces un objetivo concreto: la literatura. “A los 19 años estaba obsesionada con la historia de la enfermedad, escribiendo un libro de cuentos sobre el tema, y me pareció que estudiar medicina me daba la posibilidad de meterme a fondo con ese tema. Después me enteré de que otro escritor, el austríaco Thomas Bernhard, había planeado lo mismo: estudió tres años medicina para poder escribir su novela Trastorno”. Bernhard creó con esa novela una parábola perfecta sobre una sociedad enferma, propensa a la violencia y al desquicio. ¿Qué intentaba lograr la joven Pola con su obsesión por las enfermedades? Para contestar, piensa largo, muy largo. Hay que bancarse ese silencio –bancárselo ella, bancármelo yo, bancártelo vos con esta nueva disgresión– para entender que la frase que sigue no es quizás una respuesta, sino una apuesta: ¿hasta dónde Pola será capaz de contar? “Las enfermedades que me interesaban eran las mentales. Ese momento en que la conciencia se dispara hacia un lugar que no está prestablecido ni siquiera fisiológicamente. Después me di cuenta de que la mejor manera de auscultar estos modos de expansión de la conciencia era la filosofía. Necesitaba entrenarme para una batalla mental y por eso me convenía estudiar teorías que me permitieran desplegar mejores argumentos”.
¿A qué te referís cuando hablás de una batalla mental?
A esa tensión entre la eventual vulnerabilidad que representa perderse a sí mismo hasta desbarrancarse y, por otro lado, ese pensamiento que quiere controlarlo todo y no puede. Ahí está para mí lo literario. La literatura para mí es pensar peligrosamente. Eso es lo único que me importa: pensar así.
¿Y cómo se hace para pensar peligrosamente en la universidad? Porque generalmente si no pensás como el titular de la cátedra, no aprobás…
Es así. En la universidad hay claramente dos tipos de aprendizajes: por un lado, tenés que aprender a rendir un examen, a aprobar una materia, y por el otro, tenés que aprender a pensar qué hacer con los conocimientos, las teorías y los conceptos que vas descubriendo. Al momento de escribir la novela me resultaba cómico crear un personaje que se planteara “pensar el pensamiento”, que es algo que la filosofía se arroga para sí. Eso me permitía, por ejemplo, aplicar las herramientas teóricas a cosas que la academia supone totalmente indignas, como la masturbación o la cultural blogeril. Lo cual representa para mí una forma de volver productiva toda esa masa de sentencias.
¿Pensar peligrosamente es pensar las teorías como modas, como lo planteás en la novela?
Eso es algo que tengo que agradecérselo a la universidad, porque reacciona mucho a esa tendencia: la moda del fin de la historia, la moda de la lectura marxista de la realidad… Lo positivo de esa relación con los artefactos teóricos es que te permite experimentar, ver qué pasa si le aplicás tal teoría a tu objeto de investigación. Y la verdad es que de acuerdo a la teoría que le apliques, tu objeto de investigación cambia. Es algo muy lindo de hacer, muy plástico. A mí me apasiona. Por ejemplo, te proponen estudiar el teatro isabelino desde la teoría del caos. Y vos te sentás a vestir a Shakespeare con una teoría física. Y está buenísimo porque te excita a pensar. Te entrena.
Tu novela está urdida a partir de teorías que le dan un tono antropológico a la historia, ¿son teorías inventadas?
Sí, que imitan la construcción de determinados discursos teóricos. Podés encontrar ahí la huella de Jacques Derrida, un filósofo francés que tiene una palabra muy deforme: “logo-falo-centrismo” para explicar la centralidad cultural masculina de nuestra sociedad. Él propone una labor de deconstrucción para comenzar a desestabilizarla y encontrar sus fisuras que a mí me resulta muy interesante para aplicar a la literatura. Plantea, por ejemplo, que el origen de esa centralidad tiene mucho que ver con la figura del hombre cazador, esa historia que nos contaron en la primaria y que establece claramente roles de género: el macho proveedor, que sale con el palo a cazar mientras la mujer se queda en la casa. Las últimas investigaciones antropológicas desmienten esa mitología. Lo más probable es que salieran juntos y, lo que es aun más desestabilizador, que esa salida a cazar sea algo que sucedió hace relativamente poco tiempo en términos de historia de la humanidad. Porque, en realidad, el alimento vital durante miles de años fue la carroña. Es decir, que la raza humana fue durante mucho tiempo, predadora. Entonces, si uno es capaz de pensar en el hombre como presa, puede ser capaz de pensar que la mujer fue demonizada, reducida culturalmente a valores tales como lo doméstico, lo frágil, como un gesto de poner un límite a esas bestias predadoras que amenazaban su supervivencia. Y que ese mismo gesto “civilizatorio” a la vez que le pone un límite a la bestia le pone un límite a la mujer. Así, todo el aparato montado a partir de la dicotomía de género –hombre-inteligencia-fuerza; mujer-sensibilidad-fragilidad– está al servicio de un mito civilizatorio, de una ideología que tiene nada más que unos 200 años.
Otra manera de pensar peligroso, dado el contexto cultural actual, es pensar en términos feministas…
El feminismo tiene mala prensa, incluso entre las mujeres. Así que es medio problemático definir cómo te construís públicamente como mujer, especialmente en un medio como el literario. Estoy podrida de los roles femeninos que habitan el mundo de la cultura y realmente no me interesa siquiera discutir esa tradición. Prefiero entrar desde otro lugar. ¿Cómo vas a discutir un canon que está hecho todo por tipos? Es absurdo. Sobre este tema, me gustaría abrir un espacio de conversación con otras mujeres. Especialmente porque me parece un momento oportuno y necesario. Porque si esto sucede en el campo de la cultura explica, de alguna manera, por qué ante el tráfico de mujeres o el caso de Romina Tejerina no hay un discurso feminista organizado, que produzca una intervención política eficaz e influyente.
En esa tarea de construir una imagen pública de intervención, ¿tu belleza es un arma?
Podría pensarla así, ¡pero igual me están matando!
 
El cómic político
Pola tiene otras armas y me dispara con ellas para que quede claro. “Toda literatura tiene hoy que ser política y cómica”. Lo político, dice, tiene que ver con la necesidad de intervenir en los sistemas de pensamiento de la época, en la posibilidad de pensar otras cosas, esas que son posibles en la literatura y que permiten ampliar el imaginario hasta impregnar con él la realidad. Si el mundo de hoy es un mundo horrible, la posibilidad de pensar en la fealdad de otra forma es algo que se plantea su novela. Sus protagonistas son feas que no actúan como tales. Lo estético no influye en su capacidad de hacer. “Me parecía que había algo gozoso en dejarlas salir y que hicieran cosas que nunca las habíamos visto hacer. Y que no importa que esas cosas fueran indignas. No importa. Lo importante es estar afuera, en el mundo. Y mostrar que si pasa algo terrible, bueno, la pasás mal un rato pero luego todo sigue funcionando”. Lo cómico, sobre todo, está en la mirada generacional sintetizada en la escena en la que los pibes chorros de hoy asaltan a la protagonista y su pareja, un militante de ayer.
“-¿Sos político vos?”, pregunta el pibe chorro.
“-¡No, no! ¡Es sólo un intelectual de izquierda!”, interviene ella.
“Me miraron, lo miraron y empezaron a pegarle más fuerte”.
¿Cuál es tu mirada sobre lo que representa en la novela el “intelectual de izquierda”?
Creo que hay una vieja guardia de intelectuales que actúan como si los problemas ya estuvieran resueltos, con posiciones tomadas de antemano, y configuran entre todos una zona bienpensante donde cualquier movimiento es alejarse de «lo que está bien», que es la zona de confort en la que viven. Pero esa zona de confort no debería existir porque los problemas no están resueltos más allá del discurso.
 
Pola me dirá que su interés por los 70 nace de pensar al kirchnerismo como un “plan branding”, una palabra que engendró el marketing y que se refiere a la estrategia diseñada por una marca para liderar el mercado. Siguiendo su juego preferido, al aplicar ese artefacto teórico al kirchnerismo, la pregunta que le surgió fue ¿por qué los Kichner eligieron presentarse como una continuidad ideológica de los 70? Es decir, ¿qué necesidad detectaron? Está claro que Pola nos invita a mirar al kirchnerismo como a una top model que luce el último grito de la moda y que con ese vestuario pone en evidencia aquello que toda moda representa: algo que emerge de la calle y en la pasarela se convierte en disfraz.
Siguiendo su juego podríamos preguntarnos, ¿qué emerge con Pola?
En su novela, la protagonista urde un video juego que consiste en alterar el Google Earth –esa herramienta cibernética que permite una mirada satelital sobre el planeta, ¡si Borges viviera!– para que la ciudad descubra sus más oscuros secretos. Al acariciar con el dedo el mapa de Buenos Aires quedan expuestas las impudicias del mito civilizatorio:
“En la lomita de la Biblioteca Nacional podía verse la casa que compartían Perón y su esposa y la actual estatua de Juan Pablo ii abalanzándose sobre la de Evita. Más al norte, bordeando el río, estaba el árbol que sangra rojo en la esma y los restos de los navíos enterrados bajo las tierras robadas al Plata. Hacia el centro del dibujo, había un chino llorando durante un saqueo, estaba el Mercado Central donde seducía Tita Merello, con Borges en su puesto como inspector de conejos. (…) La sangre desbordando en el Matadero, los cuerpos dormidos hundiéndose en el río, los paraguas de la primera multitud reunida frente al Cabildo y los límites para el malón que no eran ellos.”
 
Lo que emerge, quizá, con la literatura de Pola es un desorden puntillosamente zurcido sobre la cartografía cultural criolla. Recién entonces caigo: su apellido es un seudónimo, su persona es un personaje y esta nota es parte de esa batalla mental para la que se viene preparando desde vaya a saber cuándo. Lo que seguro emerge con Pola es la ira de quienes quieren conservar ese orden que ella altera Y, por supuesto, mi estupidez.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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