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Dueños

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A los clásicos dueños de la Argentina se sumaron en los últimos años estos grupos que tienen varias cosas en común. Son clanes, diversifican sus empresas en varios rubros clave y algunos comparten un pasado de ideas progresistas. Esta es la biografía política de los sectores que más ganaron con el modelo post 2001. Aquellos que crecieron en la debilidad institucional que les permitió acercase al Estado y aprovechar así relaciones y negocios.

DueñosSi uno despertara amnésico, buscando comprender la realidad a través de las empresas de comunicación, descubriría que le ha tocado abrir los ojos en una era protagonizada por seres heroicos que parecen luchar entre ellos por la justicia, el bienestar y la libertad. Según esos relatos, el amnésico tendrá la oportunidad de delegar el poder en personas llamadas “representantes” o “dirigentes” para que organicen el futuro y guíen la vida social. Todo ocurrirá un domingo, muy pronto. Hay que adentrarse velozmente en las biografías, discursos, coordenadas astrológicas, tics, el puro olfato o cualquier cosa que nos permita poder elegir, y cumplir con un derecho y un deber ciudadano.
Pero hay otras historias, representantes, dirigentes y otros paradigmas de poder que cuentan con la ventaja del misterio, el ocultamiento, y no estar sometidos a escrutinio alguno. Si el poder es un lugar, ellos lo transitan conociendo dos biotecnologías del presente:

  1. a) abrir puertas.
  2. b) saber cuándo cerrarlas.

Este relato sólo busca dar indicios sobre la estirpe siglo 21 de ese universo de poder. Y sobre lo que ocurre cuando se trata de ver las cosas algo más allá de las boletas electorales, la hipnosis mediática, y las pandemias de amnesia.
 
Identikit del nuevo rico progre
La estructura de la cúpula empresaria argentina sigue concentrada en pocas manos, con una incidencia cada vez menor de los grupos locales si se comparan los datos desde 1997 hasta hoy, tal como lo muestra el más flamante estudio al respecto (mayo 2009).
Las grandes empresas trasnacionales son las que mantienen un porcentaje abrumador del poder económico, facturando alrededor del 80% del total de las primeras 200 empresas del país. Dominan la escena dos de las siderúrgicas de la italiana Techint (Tenaris Siderca y Ternium Siderar) que están en el 1° y 3° puesto respectivamente, la española Repsol ypf que cayó al 2° en el período 97-07, la estadounidense Cargill (4º), la brasileña Petrobras (5º), y luego Louis Dreyfuss (cereales), Telecom Arg. (que no es “arg” sino francesa), Bunge (suiza), Volkswagen Arg (alemana) y recién en el 10º puesto aparece una argentina, Aceitera General Deheza, del senador Roberto Urquía.
Pero en tiempos fluidos, esas tablas de posiciones no siempre detectan a una nueva farándula empresaria. Tras asumir en 2003, Kirchner planteó la necesidad de “reconstruir un capitalismo nacional que genere las alternativas que permitan reinstalar la movilidad social ascendente”. Otra hipótesis: “Es imposible consolidar un proyecto de país, si no consolidamos una burguesía nacional comprometida con los intereses de Argentina, que nos permita recuperar decisiones perdidas en todas las áreas de la economía”.
Si Perón tuvo una cge, si Alfonsín jugó con los “Capitanes de la Industria”, si Menem simuló lo suyo con Bunge & Born primero y la Fundación Mediterránea luego, el territorio actual muestra una camada diferente de empresarios y grupos amparados por esa idea de Kirchner continuada en la actual gestión de Cristina Fernández, bajo el aumento de los lentes del operador crucial de esta estrategia, el ministro Julio De Vido.
¿Qué características tienen estos nuevos grupos, y sus dueños?
 
Son clanes o familias que no provienen de los viejos “patriciados”, ni de los grupos criados y crecidos bajo la armadura militar (con algunas salvedades).
Tienden a ser entidades hijas del período democrático en lo político, y neoliberal en lo económico.
La mayoría diversifica los negocios, pueden mezclar energía, shoppings, alimentos, medicanemtos, cementerios, todo lo imaginable. Pero en lo que Zygmun Bauman ha llamado “modernidad líquida”, ya no se trata de grupos destinados a producir servicios, bienes industriales o agropecuarios. Su principal producción es otra: dinero, rentabilidad, ganancias.
En estos años kirchneristas, están entrando en áreas estratégicas de la economía, pero como en toda la historia, esta clase crece a partir de sus negocios –públicos o no tanto– con el Estado.
Han tenido participación o cercanía con expresiones políticas de izquierda o progresistas, desde el Partido Comunista, la Juventud Peronista, el Partido Revolucionario de los Trabajadores, y otras formas de militancia.
No temen a la política. Fueron paridos en ella. Muchos se convierten directamente en operadores políticos con una gravitación infinitamente más amplia que la de la mayoría de los funcionarios, legisladores y políticos conocidos.
No tienen los viejos prejuicios ideológicos macartistas, y hasta han sido víctimas de ellos. Tienen nuevos prejuicios, que los llevan a considerarse propietarios de supuestas verdades que generaciones más jóvenes –o ideas nuevas– no tienen derecho a discutirles.
Hay un capital que nunca consideran suficiente, y que suelen envidiar: el prestigio. Por eso buscan el mundo de la cultura, no al estilo elitista de las viejas oligarquías (con perdón de Amalita). En ningún caso se pierde de vista el negocio, o el modo de capitalizar ese supuesto prestigio.
 
Son sólo trazos. Esta crónica no tiene pretensiones estadísticas ni absolutas. Los mencionados seguramente no serán todos, ni únicos. El grado de poder económico de cada uno es variable. El retrato queda abierto, para empezar a conocerlo.
 
El mago de YPF
La segunda empresa más grande de la Argentina actual se llama Yacimientos Petrolíferos Fiscales, símbolo del sueño de un país soberano, convertido luego por el propio Estado en un pantano de ineficiencia y corrupción para facilitar su privatización bajo la órbita del inolvidable Carlos Menem. Se hizo española, con Repsol, pero a fines de 2007 parte de las acciones de la empresa pasaron a manos de un argentino que escenificó al menos tres actos de magia:
1) Compró el 14,9 por ciento de la empresa por 2.235 millones de dólares, pero sin desembolsar ni una moneda.
2) Se convirtió en el factótum de ypf, pese a no ser el socio mayoritario.
3) Lo logró pese a no ser petrolero, ni nada que se le parezca.
 
Enrique Eskenazi, el mago, lleva sus juveniles 81 años como un dandy habitué de Café Tabac de Buenos Aires, y si alguna vez garabatea sus memorias será interesante conocer su versión sobre el viaje que lo llevó de la militancia juvenil en el Partido Comunista, a directivo de la cerealera Bunge y Born primero, y de la constructora Petersen Thiele y Cruz en 1980, que terminó adquiriendo. El grupo Petersen-Eskenazi compró el Banco de San Juan en los 90, el Banco de Santa Cruz, privatizado por el gobernador Kirchner en 1998, y allí nació la amistad. Eskenazi administró los 600 millones de dólares de la provincia que Kirchner depositó en el exterior, y luego compró los bancos de Santa Fe y Entre Ríos, armando un mapa desde las minas y el petróleo hasta la soja, para delicia de cualquier defensor de los recursos naturales.
La operación de ypf, por 2.235 millones de dólares, fue con créditos de Credit Suisse y Goldman Sachs (socio norteamericano de Clarín) entre otros, y un préstamo de la propia Repsol. Todo a pagar con futuros dividendos de la propia ypf, y con el bolsillo de Eskenazi virgen, por así decir. A eso se le llama “ingeniería financiera” y fue elaborada por Sebastián Eskenazi, el hijo de Enrique, acompañado por funcionarios del gobierno argentino.
Nadie entiende la ventaja para Repsol, pero las acciones de la empresa subieron (porque se percibió que en lugar de una situación conflictiva, la empresa pasaba a una romántica con el gobierno). Otra cuestión: Repsol estaría emprendiendo una elegante y gradual retirada mientras extrae las reservas que quedan, calculadas en ocho años. Ampliar esa capacidad requeriría inversiones que los españoles prefieren enfocar en Asia y África, con el petróleo a flor de suelo. Eskenazi ha dicho que se harán fuertes inversiones, hipótesis que los especialistas en estos temas toman más bien a risa.
Sebastián Eskenazi, el hijo de Enrique, es el vicepresidente ejecutivo de ypf, el máximo cargo luego del catalán Antonio Brufau, y parece gozar de libre tránsito en la Casa Rosada. De 44 años, ha sido poseído por un virus complejo, el farandulismo, que lo instaló junto a una empleada de diversos programas televisivos llamada Analía Franchin, señora que ha revelado a la humanidad cosas como que “Guillermo Cóppola fue un buen amante”.
En un encuentro en la Sociedad Rural, el patriarca Enrique Eskenazi realizó una de sus escasas intervenciones públicas, con algunos conceptos llamativos:
“De energía sé muy poco”.
“Pertenezco a una generación que llevó a Argentina a la mediocridad”.
“En este país, todo lo que es exitoso es sospechoso”.
 
Otro amigo de Eskenazi es Carlos Bulgheroni, petrolero de Bridas y Pan American Energy, que fue procesista leal, alfonsinista de la primera hora, menemista nato, y realizó hace unos años dos confesiones reveladoras: “Los empresarios somos cortesanos del poder” y “los funcionarios pasan, nosotros quedamos”. Últimamente anda más callado, pero como siempre, cortesano. El año pasado celebró que la provincia de Santa Cruz le ceda todas sus reservas petroleras durante 40 años. Bulgheroni comparte de paso los beneficios de las amistades con otros empresarios de histórica relación con Kirchner, como Lázaro Báez, Cristóbal López, y Rudy Ulloa.
En ese mundo de las sospechas que bien describe Eskenazi queda por verse si su entrada a ypf implicará responsabilidad e inversiones. Y se irá revelando si la suya es la única generación del poder capaz de llevar al país a la mediocridad.
 
El arte de tener
Cuando las fotos y el nombre de Hugo Sigman aparecieron durante 2008 por la compra de casi el 20 % de la segunda distribuidora de gas del país, Gas Natural Ban, se iluminó otra historia de poder, silencio y múltiples posesiones. Una de las más célebres, tal vez, el cuadro que reina en su casa porteña: la desoladora belleza de Desocupados, la obra pintada en 1934 por Antonio Berni, 2,18 metros de alto por 3 metros de ancho, exhibición de buen gusto, poder económico y progresismo colgados de la pared.
Sigman es psiquiatra, se casó con la bioquímica Silvia Gold, integrante de la familia que fundó el laboratorio Sintyal (que en 97 vendieron a Monsanto por 100 millones de dólares). La historia siempre susurrada cuenta que los Gold tenían fluidos vínculos económicos con el Partido Comunista argentino. Por allí rondaban los sueños juveniles de Sigman. El matrimonio emigró tras el golpe militar de 1976 instalándose en España. Lograron reforzar vínculos comerciales e industriales del laboratorio con los países del Este. Era apenas el comienzo.
La imagen actual propone a Sigman como un modelo de diversificación de negocios. Su grupo Chemo, fabrica y comercializa productos farmacéuticos y veterinarios en buena parte del mundo. Casa matriz en Madrid, plantas químicas en España, Italia, Francia, Portugal, Suiza, Polonia, Rusia, Tailandia, India, Vietnam y China (con su empresa Goldpharma), entre otros. En la Argentina la marca es el laboratorio Elea, junto a los Gold y los Sielicki. Produce en las áreas de: salud femenina; antiinfectivos; biotecnología y vacunas; neuropsiquiatría; cardiología; metabolismo; Sida y medicamentos de venta libre.
Sigman es uno de los popes de Biogénesis Bagó, asociación con los Bagó y su familia política, los Gold, para el desarrollo de productos veterinarios de alta tecnología, incluyendo el monopolio de la vacuna antiaftosa, que generó sospechas de que los últimos brotes fueran acaso intencionales y lucrativos, cosa que el propio Sigman ha tenido que desmentir sin éxito. Provee la vacuna a Taiwán y los Estados Unidos, y Brasil (con foto para exhibir su amistad con Lula en sus oficinas porteñas).
“Doctor Hugo Sigman”, muy grande, es el logo de su página web, recayendo en la tradicional obsesión criolla por el uso del “doctor” como si fuese un nombre de pila, o un título nobiliario. Sigman no ha ejercido como médico en los últimos años, pero sí en infinitos negocios, como la editorial Capital Intelectual que produce colecciones de libros y la edición argentina de Le Monde Diplomatique. Allí nacieron y fallecieron las revistas Trespuntos y TXT. Tiene decisiva influencia en la Universidad de Quilmes (entre otros centros científicos y universitarios del mundo bajo su comando) donde desde hace años se trabaja en terapias para diferentes tipos de cáncer, empezando por el de pulmón (ver página 6). Cría yacarés (Yacaré Pomá de Corrientes), posee al grupo agropecuario Garuchos, con cabañas como Los Murmullos, de Chubut, que ha obtenido en la Sociedad Rural cuatro Grandes Campeonas Hembras, un Reservado de Campeón Macho y muchos primeros premios y campeones durante los últimos siete años.
Alicia de Arteaga en La Nación hizo una semblanza de Sigman con palabras como “poderoso”, “celebrada generosidad”, “sensibilidad” o este tipo de oraciones: “En el modelo de los grandes nombres de la industria farmacéutica de Basilea, Hugo Sigman ha formado una de las colecciones de arte más notables de nuestro país”. De hecho Sigman forma parte del comité asesor del Museo de Bellas Artes. Posee empresas madereras, hoteles de lujo, una productora de cine (Kramer & Sigman) que ha realizado películas como Kamchatcka, y está preparando una versión de El Eternauta. Pero lo que más le interesa que aparezca de su actividad es la Fundación Mundo Sano, presentada así: “ong dedicada a la investigación e intervención en enfermedades transmisibles que afectan a los sectores de menores recursos”.
A diferencia de muchos de sus colegas, Sigman pude esgrimir en cualquier conversación sus relaciones con gente como José Saramago, Fidel Castro, Ignacio Ramonet, Joan Manuel Serrat, pintores, intelecuales, o tantos otros toros campeones. Ese equilibrio entre progresismo y Sociedad Rural, entre las bellas artes y las feas artes del lobby, entre mundo sano y sociedades enfermas, parece uno de sus biodescubrimientos, y una obsesión. Nada evita que quien lo conoce adopte una actitud típica ante estos modelos de poder: es más temido que querido. Obedecido, más que respetado. Como a él mismo parece ocurrirle con su propia imagen, se lo termina considerando por lo que posee, por sus inventarios. La pregunta ¿quién es Sigman? sigue siendo un misterio de laboratorio.
La instalación de sus empresas en el mundo lo convierten en un jugador internacional capaz de seducir a cualquier gobierno. Su entrada a Gas Natural, pagando 56 millones de dólares, fue un puente tendido por el gobierno, y para él un modo de estrechar vínculos y de acumular nuevas formas de poder y fortuna en un país que sigue siendo, esencialmente, el que quizás observe cada día sin salir de su casa, sólo mirando sobre la pared ese cuadro célebre y estremecedor que –como tantas cosas en la vida– ha podido comprar.
 
El aceitoso
Roberto Daniel Urquía, como toda la estirpe aquí descripta, tal vez sea transgénico. Es resistente a todas las épocas, liberal, rosista, menemista, kirchneista (y de todo puede ser ex), financista, dueño de un pueblo, es la alfombra roja y lo que se barre debajo. Una de sus hazañas como senador kirchnerista fue hacer aprobar una ley otorgándose una aduana a sí mismo, en su pueblo, General Deheza, de Córdoba.
 
Aceitera General Deheza, es la 10ª en el ranking de empresas más importantes del país, la primera de las argentinas.
Ha armado lo que se llama integración vertical de sus negocios, desde la propiedad de los campos (más de 200.000 hectáreas), materia prima para sus productos oleaginosos, industrialización de los mismos, acopio, transporte, comercialización interna y externa, puerto propio en Santa Fe, ganando tajadas decisivas en cada porción de la cadena, y subsidiado por el gobierno (por la sociedad) para no aumentar el precio de sus productos.
agd es una de las cinco empresas que concentran casi el 40 por ciento de los subsidios estatales al sector agroindustrial.
Exporta a 50 países y su horóscopo habla del biodiésel, producto que pronto desplazará por sus valores de exportación a los vinos y los lácteos, y que representa más achicamiento no sólo de bosques sino de superficies agrarias para la producción de alimentos.
 
Hay quien sueña que estas empresas representan un progreso para la sociedad. Pero en el actual modelo Estado-Mercado, el régimen de inversiones supuestamente destinado a las Pymes e industrias manufactureras fue a parar en los últimos años, en un 96% a 10 proyectos entre los cuales están los gigantes Siderar, Aluar, ypf, Cargill y la propia agd. De esos 1.380 millones de pesos, por cada 283.000 pesos que recibían, cada una de estas empresas generaba un (1) puesto de trabajo.
 
Pampa y poder global
Marcelo Mindlin es el creador de Pampa Holding, y maneja el fondo de inversión Dolphin que se quedó con Transener, la operadora del 95% de la red nacional de alta tensión, y con la mayoría de Edenor. Va también por el gas y parece querer convertirse en otro pope de los medios. Era el joven sobrino de Risha Mindlin, la esposa del periodista y editor Jacobo Timerman. En los 80, Marcelo quiso entrar al diario La Razón, dirigido por su tío. Una historia relata que Julio Nudler, jefe de Economía, gruñó clamando por periodistas más que por sobrinos, mientras Jacobo sonreía. Otros relatan que Timerman llevó a Marcelo al bullicio de la enorme redacción, y le dijo: “Mirá, todos buenos periodistas. Pero ninguno es rico. Esto no te conviene”. Tal vez sean historias complementarias. Marcelo se reencontró con su ex compañero del secundario, Eduardo Elsztain y a fuerza de contactos familiares lograron conocer en Estados Unidos a George Soros, especulador financiero con discurso filantrópico. Le vendieron Buenos Aires a Soros, y volvieron con diez millones de dólares para comprar propiedades porteñas por monedas, en tiempos de la hiper inflación. irsa, la firma de la familia Elsztain se transformó durante el menemismo en la mayor empresa argentina inversora en bienes raíces. Tiene los principales shoppings del país, edificios de lujo, hoteles ídem, y la mayoría del Banco Hipotecario, para empezar la cuenta.
Mindlin se separó de Elsztain en 2003. Con Pampa Holding, que se presenta como la empresa integrada de electricidad más grande de la Argentina, genera el 8% de la electricidad del país. Transporta el 95 % con Transener, y posee además Edenor, la mayor distribuidora de electricidad. Elsztain mantuvo sus negocios, consolidando a Cresud, la empresa agrícola más grande del país con 450 mil hectáreas propias, además de 150.000 en Brasil.
En 2005 Elsztain se convirtió en tesorero del Consejo Judío Mundial. El desconocimiento sobre Elsztain se dislocó este año cuando fue escrachado como forma de denuncia por el apoyo del cjm a las agresiones israelíes contra los palestinos.¿Cómo se relacionó con el gobierno con este hombre que suele usar el tradicional kipá judío? Receta clásica: palo y zanahoria. En 2005 Economía mandó multarlo en un millón de pesos por el cobro irregular de bonificaciones por 10,7 millones de pesos como accionista del Banco Hipotecario, tema que no pareció encuadrarse en el proyecto sobre movilidad social ascendente. Pero en estos ambientes, billetera mata rencor. Elsztain prestó a Kirchner, ya ex presidente, oficinas en Puerto Madero. También visitó a Cristina como sutil apoyo en pleno conflicto con el campo. El gobierno lo ayudó para la construcción del shopping más grande del país, que inauguró hace poco.
En el caso de Mindlin, fue crucial el apoyo del gobierno para que se quedara con Edenor y Transener, como Eskenazi lo tuvo para entrar a ypf. Otro dato: Mindlin tiene en el directorio de sus empresas a Pablo Díaz, único sobreviviente de la llamada Noche de los lápices (secuestro y matanza de estudiantes secundarios platenses que reclamaban boleto escolar). Otra vez, esa mezcla de dramas del pasado, con negocios del presente. Las historias de Mindlin y Elsztain con el poder se están escribiendo.
 
El más polémico
La empresa de tableros electrónicos Electroingeniería fue creada en Córdoba en 1977, por el ingeniero Osvaldo Acosta, quien venía de una militancia de baja intensidad, como miles de jóvenes de los 70. Su amigo Gerardo Ferreyra era militante del Ejército Revolucionario del Pueblo, y pasó nueve años de cárcel entre 1975 y 1984.
Acosta lo incorporó entonces a Electroingeniería, y el ex militante se convirtió en un imparable multiplicador de negocios. La relación con el actual gobierno nace de aquellos años de cárcel junto al entonces maoísta Carlos Zanini, que hoy es el Secretario de la Presidencia, y puente a Julio De Vido.
Electroingeniería está siendo investigada por la Auditoría General de la Nación por sospechas de sobreprecios en obras públicas patagónicas, coimas, y múltiples acusaciones que Ferreyra atribuye a la oposición política, incluyendo andanzas del caso Skanska.
Electroingeniería compró Radio Del Plata, y vivió la denuncia de censura por parte del periodista Nelson Castro, quien terminó cobijándose en el Grupo Clarín donde ya tenía su programa de televisión por cable. Electroingeniería salió además a la pesca del diario Crítica, con la garantía de publicidad oficial. Es una curiosidad de la época que el gobierno considere que este tipo de adhesión implique algún atisbo de lealtad.
 
Falta y resto
Otros protagonistas:
Los Werthein. Están en guerra desde su Telecom con Telefónica de España, que se le coló en la compañía vía Telefónica de Italia. Con Telecom, los laboratorios Phoenix y el Standard Bank los W tienen tres generaciones funcionando en los negocios, con don Julio (pasó los 90) que sigue haciendo de cada cumpleaños o reunión un besamanos cuasi papal.
Los W producen soja, aceites, algodón, carne, tienen 100.000 hectáreas, 45.000 cabezas de ganado, poseen casi la mitad del grupo asegurador La Caja, intereses también en construcción y petróleo, mientras mantienen toda clase de asociaciones, y cierta endogamia, con familias como los Sielecki, Gold, Sigman, Mindlin. La historia de los Werthein tiene capítulos en la dictadura, donde se convirtieron en uno de los grandes grupos concentrados de poder. Cavallo les salvó las deudas, cuando se hizo cargo del Banco Central. Menem resultó para los W un modelo de estadista, se beneficiaron con las privatizaciones, e impulsaron con Raúl Moneta, el Citibank, y Telefónica la creación del cei, conglomerado mediático que no logró el objetivo de la re reelección menemista.
Miguens Bemberg. El hijo de la directora María Luisa Bemberg es parte del clan subdividido por la venta de la cervecera Quilmes a los brasileños de Brahma. Carlos Miguens Bemberg suele ser pintado como un aristócrata poco neoliberal y más proclive al intervencionismo estatal que no deje todo en las invisibles manos del mercado. Miguens está a cargo de la Sociedad Argentina de Electricidad, protagonista principal del negocio eléctrico. Se quedó con la generación eléctrica de la francesa Total, compró centrales térmicas Mendoza, Central Puerto, Ensenada, la hidroeléctrica Piedra del Águila, sumando un tercio del total del sistema nacional, y el 20% en la Transportadora de Gas del Mercosur.
Eurnekian. El propietario de Aeropuertos 2000 es proclilve a la coherencia: siempre cerca de los gobiernos. Compensa su bajo nivel de apariciones mediáticas con la presencia de Ernesto Gutiérrez como vocero (y presidente de la empresa). En términos prácticos, el mundo empresario considera a Eurnekian y Gutiérrez, como la verdadera llave de negocios para Estados Unidos, más que la embajada, las cámaras de comercio y otras entidades Y es la llave con password del gobierno.
Macro. El banquero Jorge Brito, también ha logrado pasar del menemismo puro al kirchnerismo de la primera hora, radicalismo y duhaldismo mediante. Macro era una mesa de dinero, o financiera, creada por tres socios: José Dagnino Pastore (ministro de Economía de dos dictaduras), el radical Mario Brodersohn y el peronista histórico Alieto Guadagni. Nadie ha podido desmentir que Macro significa “Muy Agradecidos Con Rodrigo”, en referencia a Celestino Rodrigo y el shock económico lopezrreguista que empezó a dinamitar al que entonces era el país socialmente más integrado de América Latina, y sentó las bases del plan económico militar, premonición neoliberal completada por Menem y cuyo patrón esencial de desigualdad no ha cambiado. Los agradecidos con Rodrigo le vendieron el lugar a Brito, que era su empleado. Ha sido parte de la relación de Daniel Hadad con el gobierno, es quien maneja además los fondos de los herederos del suicidado y oscuro, hasta en la muerte, Alfredo Yabrán. Tuvo como clientes principales a los Yoma. El Macro es el banco que más creció en la última década, un 1.000 por ciento en los últimos diez años. De una sede, pasó a 500 sucursales. “El nuestro es un banco que siempre sacó ventaja de las crisis” dice su patrón, cosa que debería alarmar a los organismos de control y a la opinión pública, si tales cosas existieran. La relación más entrañable de Brito es con los Romero, en Salta. No encaja con el perfil “progre” de otros de los empresarios, pero ahí anda, mano a mano con ellos. En los comienzos de su gestión Kirchner criticó a Brito sin nombrarlo, mientras comía en un curioso espacio televisivo llamado Almorzando con Mirtha Legrand. Llegó la reconciliación, que duró hasta ahora: Brito empezó a despegarse del gobierno en los últimos meses argumentndo que, si de algo sabe, es de evitar riesgos.
Se podría resumir también sectores como el de minería, donde Barrick Gold determina políticas de Estado (el veto presidencial a la Ley de protección de Glaciares, por ejemplo) y donde Bajo Alumbrera ya aparece en el puñado de mayores empresas del país, mientras su ejecutivo Julián Rooney, es procesado penalmente por el delito de contaminación pero no falta a ningún cóctel. Podría hacerse foco en la soja, donde gigantes como los Grobocopatel no dejan de ser los beneficiarios de un modelo sojero y un patrón productivo (o improductivo) impulsado por todos los gobiernos del menemismo hasta ahora, más allá de las peleas por porciones de los negocios.
 
Hágase la luz
En los primeros días de junio llegó el ex presidente norteamericano Bill Clinton y tuvo un almuerzo exclusivo en el Hilton con el grupo más importante de empresarios, para hablar sobre actualidad y futuro. Estaban: Julio, Adrián y Gerardo Werthein, Eduardo Eurnekian y Ernesto Gutiérrez, Eduardo Elsztain, Enrique Eskenazi, Jorge Brito, Hugo Sigman y algún otro como Juan López Mena, de Buquebús, injustamente relegado en esta crónica que apenas está empezando.
El capitalismo global hace ya casi imposible entender quién es “grande” o “chico”. Las cosas ya no se definen sólo por tamaños y cantidades, sino por el manejo de las claves (los passwords) de las operaciones. El lobby y el secreto son el gran capital invisible, que aceita un modelo político y económico de más concentración y más desigualdad. Hay derecho a querer creer que en tanto no se haga luz sobre sus manejos, en esos laberintos quedará limitada la posibilidad de la democracia.

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