CABA
Había una vez
Historia vulgar. Un colectivo de investigadores, que se reconoce parido por el 19 y 20 de diciembre, divulga el pasado desde otra perspectiva. El resultado es un relato que tiene otros personajes fundamentales de la historia argentina: los de abajo.“Es sabido que la identidad personal
reside en la memoria y
que la anulación de esa facultad
comporta la idiotez.
Cabe pensar lo mismo del universo”.
Jorge Luis Borges.
Historia de la eternidad.
Entre el Cabildo –cubierto con un preservativo edilicio para hermosearlo frente al Bicentenario– y la Pirámide de Mayo, las huestes del grupo Historia Vulgar siguen a Luciano. No es un prócer sino que, además de historiador, es guía turístico, y acaso tenga la costumbre de ir adelante. Sorteando avanzadas de venta de escarapelas y maíz, atravesando tropas de palomas guturales y turistas diciendo “¡whisky!”, Luciano levanta el brazo señalando un destino: “A la fuente”.
Los siete integrantes del grupo se descalzan y meten los pies en el agua pese al frío, como aquellos obreros del 17 de octubre que llegaron en busca de un coronel preso, y tal vez de sí mismos. Pablo exclama: “Esto es una reivindicación histórica”. La broma ilustra la seriedad de este grupo que está haciendo un trabajo de pensamiento y divulgación de la historia a partir de una premisa: para comprender el pasado hay que meter las patas en las fuentes, planteándose un enigma obvio, complejo, y en tiempo presente.
El enigma es: ¿quiénes somos?
El corpiño de la patria
Todo comenzó aquel día en que los almanaques estallaron y descubrieron que en el presente se había abierto una ventana para mirar el pasado, y eso podía ayudar a que el futuro no fuese pura incertidumbre. Así como ciertos anteojos sirven como tecnología para mirar películas en 3d, empezaron a buscar qué clase de tecnología de la mirada podía servir para asomarse –desde la calle– a esa ventana con vista a la cuarta dimensión: la del tiempo.
“Lo que nos voló la cabeza fue el 19 y 20 de diciembre”, cuenta Ezequiel Adamovsky, profesor de Historia (como el resto del grupo), investigador del conicet y doctor egresado del University College de Londres. “Para nosotros fue ver que se acababa la figura del ciudadano solitario” explica Ana Guerra. “Me hizo repensar todo lo que hacía, se encendió de nuevo la chispa del entusiasmo por lo político” revela Martín Baña. “Un movimiento de masas te cambia la cabeza” agrega Aldo Chiaraviglio: “Ves adelante tuyo cómo se produce la historia. Yo venía de una izquierda con conceptos muy cuadrados. Y ahora descubría la iniciativa de sujetos y personas concretas. Eso te envía también hacia atrás, y a repensar: ¿cómo habrá sido la historia?”. Pablo Cortés: “Para mí fue una llave teórica, una experiencia de acceso al saber”. Esa llave, cuenta Romina Véliz, tiene ejemplos concretos: “En 2001 se alteraron los modos de contar. La gente decía sobre las noticias publicadas en Clarín: ‘nos mean, y dicen que llueve’. ¿Con los relatos históricos no pasó lo mismo?”. Luciano Zdrojewski: “Y entonces hicimos: ¡clic! ¿No habrá que pensar así también la Historia, no desde los próceres sino desde las experiencias más cotidianas?”.
Clic: si el año 2001 se entiende más que por los políticos y los medios, por los entusiasmos y desesperaciones de la sociedad, los jóvenes de Historia Vulgar, al asomarse a la ventana que da al pasado, empezaron a ver otras formas de organización y sueños de transformaciones por parte de los invisibles de la historia: vulgo, plebe, masas laboriosas, clases subalternas o como cada quien prefiera llamarlas. Eran –según la época– mujeres y hombres aborígenes, afroargentinos, paisanos, gauchos, pequeños arrendatarios, inmigrantes, obreros, desocupados, jóvenes, empleados y hasta unas damas que salieron a la calle enarbolando como banderas de lucha sus propios corpiños.
Se conocieron y se hicieron cómplices en la cátedra de Historia de Rusia de la Carrera de Historia de la uba, en 2003.
Puro grupo
Siguiendo la receta según la cual para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos, se presentaron a un concurso para estudiantes-adscriptos, pero en lugar de hacerlo individualmente propusieron que los aceptaran como grupo. La reglamentación no contempla las adscripciones colectivas, así que tuvieron que inventar la forma de instrumentarla. Así comenzaron a abandonar la pasividad frente a la academia, para lanzarse a pensar con sus propias cabezas y hacer con sus propias ganas. “Dijimos: no tenemos que esperar un título ni que alguien nos apruebe para producir lo nuestro, lo que queremos”.
Elaboraron en grupo Tiempo de insurgencia, trabajo en el que pusieron a la Revolución Rusa patas arriba. No fueron las ideas de Marx, ni las acciones de Lenin, Trotsky o las bolcheviques los que llamaron su atención, sino cómo todo esto terminó fagocitándose, una vez en el poder, a una multitud de experiencias obreras, intelectuales, de artistas, soldados, mujeres que habían sido el combustible revolucionario.
Frente a la sede de Filosofía y Letras de Buenos Aires, en el bar Platón –homenaje al filósofo o al tamaño de los platos– los integrantes de Historia Vulgar relatan: “Los saberes que adquiríamos en la Facultad eran muchas veces incomunicables al resto del mundo. Quedaban para consumo endogámico de la academia”. Ezequiel: “Una amiga que está haciendo el doctorado le dio el borrador de su tesis a su director, que le dijo, literalmente, que el texto tiene que ser aburrido. Una tesis doctoral tiene que ser un ladrillo”.
¿Cómo trabajar la divulgación sin ladrillos? Decidieron no encerrarse en el gremio. Se reunieron con el Grupo de Arte Callejero y el Grupo de Es-cultura Popular, entre otros, y de allí salieron imágenes, ideas y siluetas para quitarles la historia a los embalsamadores, y dar a conocer a los que no tienen bronce, pero tuvieron vida para hacer lo que Pablo define como “mover la rueda de la historia”.
El piano y la murga
Ezequiel es el “veterano” del grupo (39 años), y luce vehículo propio: llega en bicicleta cada vez que dicta como adjunto la Cátedra de Historia de Rusia, además de ser autor de libros como Más allá de la vieja izquierda, y el reciente Historia de la clase media argentina. El grupo funciona con una interactividad y horizontalidad que en muchos otros casos es más proclamada que real. Ezequiel conoce y compara dos situaciones: “Hay una potencia en el trabajo colectivo con vocación intelectual y política, que desde lo individual no se logra. Es más difícil, pero tengo la certeza de que solo no hubiera llegado a las cosas que salen en nuestro grupo. Hay gente que viendo de afuera piensa que como soy más grande… pero no. Mis credenciales no tienen ningún peso particular, lo cual está muy bueno, para no quedar en medio de dos lógicas distintas”.
Ezequiel empezó la carrera en 1991, cuando cundía el desierto neuronal del “pensamiento único” y –curiosamente– “el fin de la historia”. Ana: “Los que ingresan piensan en investigar, pero enseguida ven que la salida laboral concreta es dar clases en los secundarios”. Hay entre 2.500 y 3.000 estudiantes de la carrera en la UBA. El gran salto fue de 174 inscriptos en 1995 a 436 en 2005 (hoy la tendencia es a unas 340 inscripciones anuales).
Filosofía y Letras (donde se dicta Historia) es un hervidero, aulas atiborradas, gente estudiando sentada en los pasillos. Ezequiel: “Pocos recursos, muchos problemas, pero los estudiantes más interesantes siguen siendo los que vienen aquí”. Desde una óptica calculadora, este escenario no se entiende: la economía no ha logrado determinar a cuánto cotiza la pasión.
Fracaso del progreso
Para Historia Vulgar la cuestión fue salir de la universidad, y encontrar una voz propia para producir frente a los modos establecidos de contar la historia, que simbolizan una cuestión de poder. De la mirada del grupo se pueden derivar algunos pantallazos:
La historiografía liberal plantea que somos herederos de la Revolución de Mayo, de San Martín, Rivadavia, Mitre, Alberdi, Sarmiento y Roca. La tensión dramática (el guión) liberal es la derrota del atraso, para llegar al “progreso”. En sus variantes más sinceras, admiten los golpes de Estado, matanzas indígenas y fraudes patrióticos como herramientas necesarias para consolidar a la “civilización” frente a la “barbarie”.
Los revisionistas plantearon otro drama (otro guión). En lugar de la llegada al progreso, su búsqueda es la de la “grandeza nacional” obstaculizada por las elites liberales. San Martín, Rosas y Perón, con el pueblo como coro, son íconos para cuestionar la independencia incompleta, el desarrollo económico deformado, idealizar a los federales (como bloque) frente a los unitarios, denunciar las democracias populares interrumpidas. Sigue siendo una mirada verticalista de la historia, con otros próceres (o los mismos bajo otra mirada, caso San Martín).
Los marxistas tradicionales propusieron el guión del desarrollo capitalista como una trama lineal, progresiva, dialéctica, donde aparece la clase obrera como sujeto del cual se espera que instaure una sociedad sin opresión.
En 1983 surgió un nuevo paradigma de relato, que se impuso además en la normalización interna de la Facultad, a partir de la Nueva Historia Social de José Luis Romero, canon hoy representado por Tulio Halperin Donghi y Luis Alberto Romero, entre otros. Ezequiel: “Su tema político es cómo fortalecer la ciudadanía, en paralelo a la recuperación de la democracia y la llegada del alfonsinismo. Dónde anida la democracia, los golpes militares como un problema institucional, la desaparición de otras formas de conflicto y de las tensiones de clase, y un siglo xx como proceso de paulatina integración de los más pobres”. Este paradigma tuvo la tendencia a eso que Historia Vulgar llama “endogamia académica”: historia contada para historiadores.
La respuesta fue la nueva divulgación, personificada en Felipe Pigna y sus apariciones radiales, televisivas, editoriales, que demostraron que había un interés del público, o sea, un mercado. Ana: “La academia lo criticó como poco riguroso. Él respondió que los académicos no salen a la calle. Nosotros salimos de esa discusión binaria”. El grupo ve la irrupción de Pigna conceptualmente armónica al kirchnerismo, apostando por la recomposición de la autoridad y las instituciones estatales (la idea de un “país normal”) poniendo como clave de interpretación a la dictadura 1976/83. Así, Mariano Moreno es descripto como el primer desaparecido y la Campaña del Desierto de Roca es el antecedente del terrorismo de Estado. Esta mirada, cree Historia Vulgar, fue capitalizada por el Estado/Mercado, pero a la vez es el reflejo de una demanda social de sentido frente a la cual lo interesante no es ingerir ansiolíticos académicos, sino comprenderla y buscar nuevas herramientas de trabajo.
Cocinando ideas
Si el primer desafío fue pensar en grupo, el segundo fue escribir grupalmente: un modo de cocinar las ideas que cada uno aporta como ingredientes que van dando gusto a todo el conjunto “hasta que ya no se sabe de quién fue cada aporte”. Uno de esos trabajos es En boca de todos, apuntes para divulgar la historia. Con todo lo que producen muestran en qué se diferencian de las miradas de los otros historiadores. Algunos ejemplos:
Se proponen narrar la historia del país, en oposición a la “Historia de la Nación” o del Estado (centrada en las cúpulas del llamado “poder”). No niegan la existencia del Estado: intentan demostrar que su misma construcción ha significado “el sometimiento y la explotación de muchos, en beneficio de unos pocos”. Definen su posición como “antagonista”.
Proponen reconstruir una “trama subalterna” de la historia a partir de “la cooperación y el afecto, los boicots, huelgas y piquetes, la solidaridad, las revoluciones, sabotajes, malones y guerrillas, las alegrías y tristezas de la vida cotidiana”.
Discuten la idea del tiempo lineal. “La imagen del permanente pasaje de lo atrasado a lo moderno es falsa. El tiempo histórico de pronto aplasta a grupos humanos enteros, oprime, no es progreso sino retroceso. El tiempo lo construye la propia historia, lo que hacen o no hacen las mujeres y los hombres”, dice Ezequiel.
Aquella pregunta inicial (¿quiénes somos?) los lanza a buscar a nuestros ancestros, que no encuentran en las líneas de ferrocarril (Roca, Sarmiento & Cía). Tampoco dogmáticamente entre “los oprimidos”, ni entre “los luchadores” (a riesgo de caer en un “vanguardismo historiográfico”). Hay una clave nueva, de este siglo. “Buscamos contar historias que iluminen no sólo la resistencia, sino también el hecho de que el mundo en el cual vivimos es el producto de la cooperación entre iguales, protagonicen o no episodios políticos de lucha reconocibles como tales”.
De ese modo, las historias dejan de ser terreno exclusivo de las épicas heroicas, de las grandes resistencias o las epopeyas de la lucha de clases, y también pueden ser hogar “de quienes labraron, tejieron, amaron y levantaron ciudades; de quienes inventaron la cultura que heredamos sin registrar el copyright”. Aparecen los que han buscado una vida sin amos, o estilos de cooperación pese al Estado y al mercado, como aperturas a un camino no vanguardista. ¿A dónde? Contesta Historia Vulgar con una palabra histórica, que ahora cobra otro sentido: “Hacia la emancipación”.
Historia Oficial = 187 pesos
¿Cómo hacer historia para chicos detenidos en un penal? El desafío surgió para Historia Vulgar al brindar talleres de historia en siete institutos de detención de menores, invitados por la Dirección Nacional para Adolescentes Infractores a la Ley Penal, a través de su responsable, Raquel Robles, también fundadora de h.i.j.o.s y escritora. Ana: “Cuando surgía el nombre de algún personaje, los chicos lo reconocían por los billetes”. La Historia Oficial incluye en su billetera a Mitre (2 pesos), San Martín (5); Belgrano (10), Rosas (20), Sarmiento (50), y el impresentable Julio Roca (100). “Todos militares, todos centralistas” dice Ana (sin inmutarse por maldiciones de los rosistas, si es que quedan).
Los chicos presos tenían un lío de fechas. Uno preguntó si el 25 de Mayo había ocurrido La noche de los lápices. A otro se le mezcló con el golpe de 1976. Aclarados estos tantos, surgieron otras historias para las que no hay billetes:
Andrés Guazurary y Artigas, que gobernó la provincia grande de Misiones frente al imperio portugués y al centralismo porteño con un ejército de indígenas guaraníes, esclavos negros libertos y gauchos mestizos que luchaban por un lugar donde “los más infelices sean los más beneficiados” y donde “naides sea más que naides” (proyecto más progresista que el de la farándula de próceres libertarios).
Esteban Tobal en 1815 tenía 18 años, vivía en Mendoza, integraba las milicias de esa iudad en tiempos de San Martín gobernador. Quiso entrar a la Casa de Comedias por el aniversario de la Revolución de Mayo, pero no lo dejaron porque andaba de poncho (el pardo Tobal no había alquilado galas, se ve). Como discutió, lo mandaron preso. Entre los chicos de los institutos la identificación fue obvia: “iba a la guerra, pero no lo dejaban ir a una fiesta”.
El grupo informó a los chicos que aquel ejército de San Martín, tenía uan importante participación de negros. Las damas patricias donaron sus joyas, pero también donaban (o no tanto) a sus esclavos negros, ya que en realidad recibían indemnización. Los chicos presos hicieron pancartas pensando en el 25 de Mayo. Reclamaban libertad, igualdad. Uno de ellos escribió “Viva la patria”. Lo ilustró con una bandera argentina y el símbolo de Nike. Otra es una definición de la Argentina racista: “No discriminen a la gente de color. Somos todos iguales”. Y otra: “Sí a la justicia, no a la pobreza, no a los robos, que no maten más gente”.
¿Guerras civiles o guerras sociales?
La charla en el bar Platón permitió todo un repaso arbitrario y entusiasta con Historia Vulgar. “Uno no quita protagonismo a figuras como la de Eva Perón. Pero si queremos hablar de avances de libertades civiles se puede agregar la historia de Raquel, obrera fosforera anarquista que el 17 de octubre marchó con sus compañeras llevando como banderas corpiños y enaguas, rumbo a Plaza de Mayo. ¿No fue así también como se ganaron libertades democráticas? Uno siembra la duda, porque lo que hicieron esas mujeres permite también dialogar con un montón de gente que está fuera de la jerga histórica”.
Salto a 1810: “La discusión que proponemos es: ¿quiénes son los protagonistas? Había elites criollas que querían sacarse de encima la tutela de España. Un cambio de dependencia hacia Inglaterra. Pero además había masas que peleaban no por la libertad de comercio, sino por su propia libertad, en un sistema brutal que implicaba esclavitud para los negros y ningún tipo de libertad civil, jurídica, política, ningún derecho humano para el resto”. Para el grupo ese fue el combustible real de la revolución. “Las elites criollas tenían que movilizar gente para las guerras. A los esclavos se les prometió la libertad, que no se les dio. Muchos se escapaban y se incorporaban al Ejército. Hubo grupos aborígenes que ofrecieron combatir a los españoles a cambio de tratados y fronteras estables. Los gauchos eran campesinos que condicionaban su intervención en las guerras a no pagar arriendos a los terratenientes. Cada una de esas cosas fue un modo de expandir la libertad y la igualdad”. Por eso Historia Vulgar plantea que en los motines de esclavos, la nueva posición de algunas mujeres (Juana Azurduy, el ejemplo más célebre), los ejércitos de gauchos, negros y aborígenes, funcionaba el caldo que hizo de la inestabilidad una característica en los primeros años de la Independencia de un lugar que ni siquiera se llamaba Argentina, cosa que ocurrió en 1826, y que representa en sí otro triunfo de las élites porteñas (lo “argentino” deriva del latín por la “plata” que en realidad nunca tuvo el Río de la Plata, pero terminaron inyectándoselo a todas las Provincias Unidas del Sud como las menciona el Himno).
Otro dato: los negros se organizaron en sociedades que ayudaban a comprar la libertad de más esclavos. “El liberado se comprometía a aportar a la organización. Cuando se habla de democracia habría que observar esas experiencias olvidadas, un comienzo de la organización mutualista y con prácticas inéditas para la época de democracia interna. Los que hoy llamamos pueblos originarios, mientras tanto, se mantenían preservando a sus propias comunidades, viendo que entre españoles y criollos todas eran peleas entre blancos”.
Esas expresiones son una pista de cómo los grupos de la época iban influyendo o condicionando las políticas de consolidación del Estado. En Historia Vulgar debaten si lo que se conoce como “guerras civiles” entre unitarios y federales, no debe ser entendido como un proceso de guerras sociales, en las que lo que se buscaba era aplastar cualquier rebeldía. “En realidad, unitarios y federales eran dos facciones que luchaban por ver quién manejaba y conducía el poder centralizado, y el modelo agroexportador, que discutían voces minoritarias, pero importantes”. ¿Igual que hoy?
Hacer la historia
En la charla aparece lo que el grupo define como hitos que cierran ese período de guerras sociales:
La guerra de policía contra los gauchos, de donde viene el reclamo de Sarmiento a Mitre: “No economice sangre de gauchos, es lo único que tienen de humano”.
Las Conquistas del Desierto (Rosas, Alsina y el clímax con Roca) que mató a bala y peste a unos 55.000 indígenas, y sometió a los sobrevivientes. Los diarios de la época anunciaban: “Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia”.
Otra faceta de esa guerra social fue la epidemia de fiebre amarilla, que mató a los negros y pobres de Buenos Aires del Barrio del Tambor (Montserrat) y San Telmo, sitiados por el Ejército para que no escaparan, mientras sí lo hacían los sectores acomodados que se mudaron al Barrio Norte. Se sospecha que aún existe, bajo Plaza Dorrego, una fosa común.
Cada una de estas historias es enciclopédica. “Así queda simbólicamente construido el Estado y se entiende que lo que estaba en juego eran las bases del capitalismo. Cada vez que los sectores dominantes actúan sin resistencia de los sectores populares o quebrándola, la rueda de la historia va para atrás. Se vuelve a una mayor injusticia”.
Historia Vulgar está buscando otra forma de girar. Por eso circula por el pasado y el presente, por la vida, divulgando y narrando los tiempos, para cambiar no ya el pasado, sino el futuro.
La pregunta sigue siendo: ¿quiénes somos?
Más que pensar una conclusión, les interesa tomarla como un desafío al que cada uno responde cada segundo de su vida.
CABA
El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.
Por María del Carmen Varela
El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.
La propuesta reza:
El Teatro está Abierto: ENTRÁ.
La historia no se repite igual, pero rima.
El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.
La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.
Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».
El texto poético que acompaña el mitín:
Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada
Ayer fue incendio, hoy es apagón
Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito
Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva
Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital
En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.
Entrá porque es urgente
Entrá porque es ahora.
El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.
Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)
[email protected]
Instagram: @festivalentra
CABA
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.
Por Francisco Pandolfi
Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra).
La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.
La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.
Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra.
Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran:
• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.
• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.
• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.
• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.
• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.
• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.
Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:
• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.
• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.
• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.
La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.
¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?
Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.
¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?
Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.
¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?
Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.



La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.
Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.
Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.
Actualidad
Marcha de jubilados: balas y bolitas

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.
Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.
Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.
Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.
Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla.
- “Vacas gordas, jubilados flacos”.

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.
Números y un café
Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.
Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.
De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.
Abus en la calle
Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.
En la marcha hubo muchos carteles al respecto:
- No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
- Ni veto ni represión: fuera el FMI
- No al veto a las leyes en jubilaciones
- No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei).
Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”.

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.
Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.
Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”.

Jubilado hablándole a la pared.
Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”.
Vallas a donde vayas
El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.
Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”.

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.
Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.
La violencia y las bolitas
Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando.

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar).
La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

¿Qué escudan los escudos?
Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”.
Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.
Sin embargo, la gente no se fue.
La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió.
“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.
Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.
De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.
Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:
–Juguemos a las bolitas.
Todos se rieron, por el absurdo de la situación.
De nuevo, frente al horror, la creatividad social.
Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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