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Teoría de la práctica

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Entrevista a Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia. Representa la corbata en un gobierno indígena. Esto es, el clásico intelectual de izquierda que cita a Gramsci y Lenín para describir a un país que está escribiendo sus propios dogmas políticos. Didáctico y racional, traza un cuadro de situación sobre las encrucijadas actuales de un gobierno que ganó el round contra la derecha y ahora debe definir para qué sirve el Estado.

Teoría de la prácticaEntró al al Salón Dorado del Palacio de Gobierno diciendo: “Y cómo están los compañeros”. Traje oscuro, camisa celeste, corbata oscura, Blackberry en una mano y el ejercicio de la presidencia en la otra, por viaje de Evo Morales a Corea.
Álvaro García Linera es matemático, sociólogo autodidacta (la cárcel fue su lugar de estudio), profesor universitario y a lo largo de la entrevista se definirá también como racionalista, bolchevique y espartano, sumado a su condición de katarista. Esta última identidad viene del tiempo en que formó con Felipe Quispe el Ejército Guerrillero Túpac Katari (en homenaje al aymara que en 1781 levantó a su pueblo contra los españoles, y terminó descuartizado y decapitado).
García Linera desapareció unos días en 1992, con el habitual plus latinoamericano de torturas, y quedó preso durante cinco años, sin que pudiesen probarle los delitos de alzamiento armado y sublevación. Luego dictó Sociología en La Paz y se convirtió en analista político y panelista perenne de la televisión boliviana, conferencista internacional, y autor de al menos 40 ensayos publicados como libros propios o en colaboración. Su regalo a mu fue La potencia plebeya, acción colectiva e identidades indígenas, obreras y populares en Bolivia, antología cuyo solo título indica que no se está ante un político convencional.
El Salón Dorado tiene unos 15 metros de largo por 8 de ancho decorados con alfombras, cortinados, sillones de terciopelo, arañas y otros afrancesamientos típicos en estos recintos. La historia dice que Evo Morales convocó a García Linera como compañero de fórmula, considerándolo un puente entre sectores obreros e indígenas por un lado, y la clase media por el otro. Hicieron historia electoral, ganando en 2005 con un inédito 54% de los votos, y rompieron su propio récord con el 62% el año pasado. “Me ven con corbata porque el compañero Evo me pidió que la use siempre”. Mientras Evo ha personificado un estilo de vestimenta estilizadamente indígena, García Linera luce lo clásico y moderno. Cuidadoso de su imagen, prefiere no ser fotografiado en un amplio sofá de tres cuerpos: “Demasiado ostentoso” dice riendo. Pero encaja perfectamente en el Salón Dorado, donde lo difícil es imaginar esa potencia plebeya de la que él habla en sus libros. La potencia indígena trajo hasta aquí al actual Presidente, y al puente que buscaba. Gran parte del debate boliviano tal vez sea ése: cuál es la imagen que se mira, de qué modo calza cada uno de los protagonistas en ella, o de qué modo se rompen todos los encuadres para crear algo nuevo. Limonada para el periodismo, y té para el vicepresidente, que escucha la primera pregunta.
Percibimos un malestar en las comunidades que siguen siendo un importante apoyo al gobierno. ¿Cómo lo evaluaría?
Complicada la pregunta. (Hace silencio, mira el piso y el techo durante exactamente 20 segundos). Hay etapas del proceso revolucionario. La primera es la gestación de una voluntad de poder de los sectores populares, formados en un hábito de obediencia y sumisión. El poder era un tema de otros: otras pieles, apellidos, y no el suyo propio. Rompieron con eso: ¿por qué no podemos nosotros ser poder, ser gobierno, construir el Estado? Lo hizo el movimiento indígena, y no a través de un partido clásico sino de las estructuras sindicales y comunales, en los 90. Y no como retórica sino con un brazo material objetivo que es el sindicato, el gremio y la comunidad. Eso hurga lo propio y más expansivo que tienen las clases populares: son pobres, marginadas, no tienen poder económico: pero tienen estructura organizativa.
Que se puso en acción…
Sí. En un segundo momento, la voluntad de poder se transformó en capacidad de movilización. Año 2000 en adelante. Tercer momento: la construcción de un programa alternativo con capacidad de seducir a sectores no indígenas ni campesinos. Nacionalizar los recursos, asamblea constituyente: una reforma moral de la sociedad. Cuarta etapa: la victoria política electoral. (Señala lo que nos rodea). El presidente Evo entra al palacio, pero no es el poder. La economía está en manos extranjeras, el Poder Judicial en manos de los viejos partidos, el poder económico interno en manos de roscas entre las redes locales y grupos extranjeros. Y el poder cultural-mediático en manos de esos mismos empresarios y políticos. Es la etapa de desmontaje y confrontación con el viejo poder real, con la derecha, a través de la ampliación del poder del pueblo.
Esa etapa es la de la Asamblea Constituyente, pero los movimientos sociales sólo pudieron entrar allí a través de la puerta de los partidos. ¿Ése es un diseño político suyo?
No. Los sectores populares también podían entrar por agrupaciones ciudadanas. Además el MAS (Movimiento al Socialismo) no es un partido, es una confederación flexible y laxa.
Pero tampoco es el movimiento social.
Casi un 70% de nuestros candidatos parlamentarios fueron elegidos por las organizaciones. Sólo algunos son propuestos por la dirección nacional y por el Presidente, para lograr una alianza con sectores medios. Pero la mayoría son indígenas, mineros, cooperativistas, asalariados.
¿Eso significa que los movimientos empezaron un recambio dirigencial?
A eso voy a llegar…, pero vamos por la quinta etapa: hay un adversario conservador con caudillos, partidos, territorios, mecanismos de coerción y represión. Frente a él, la coalición social se articula: “Dadme un adversario, os daré una victoria”. Los movimientos rompen su localismo y construyen un horizonte universal. Las diferencias internas pasan a un segundo plano, porque estamos en peligro de muerte sartreano, que unifica a todos. Y cada agresión fortalece la cohesión frente al enemigo que quiere arrebatarnos esta voluntad popular de igualdad. Esa pelea se la gana en el año 2008. Se derrota al golpe de Estado, se desmonta a un grupo de mercenarios que intentaban atentar contra el Presidente, se aprueba la Constitución. Se consolida la victoria moral, política, electoral y militar del bloque nacional popular frente al opositor. El presidente Evo es reelegido, y sumamos dos tercios del Congreso, más de dos tercios de las alcaldías ganadas, y de los gobernadores.
Ya no se trata entonces de un presidente en el palacio y sin poder.
Ya no. La nacionalización de los hidrocarburos modifica el uso de la renta gasífera, se nacionalizan empresas y el Estado se convierte en el principal gestor económico: pasamos del 12% del PIB nacional al 35%. Se expande la transferencia de recursos hacia los sectores populares vía bonos (planes sociales) que incentivan la demanda interna, vía aumentos salariales, mejoras laborales. Se expande el poder político, cultural, económico e ideológico. Se puede decir que estamos en un proceso de construcción de poder.
¿Y las protestas como las de Potosí, por ejemplo, cómo calzan en este cuadro?
Es una sexta etapa, donde se acabó el enemigo unificador. Todo se reacomoda. Muchos líderes de los movimientos se vuelven funcionarios. Y quedan entonces liderazgos intermedios, no fuertes, y una disputa interna por sobresalir.
Pero con una mentalidad nueva: hoy esa dirigencia se puede plantear el poder.
Eso está viviendo usted: todo un movimiento de recambio generacional y disputas de liderazgos en los movimientos, dentro de este proyecto de poder. Derrotada la derecha (temporalmente, nunca se la derrota de por vida) hay un repliegue de las organizaciones sociales al ámbito local y corporativo. Ganó el proyecto universalista donde lo propio se resigna a favor de todos. Pero ahora que no hay enemigo, peleo por lo mío, por encima del resto. Cambia el escenario universal por el corporativo. Un caso. Los compañeros de la Asamblea del Pueblo Guaraní nos proponían parar la explotación y exploración de un parque, para convertirlo en una zona de turismo. Allí está el 60% de nuestras reservas de gas. Dijimos: “Si ustedes les explican a los campesinos e indígenas que el dinero de su bono se va a suspender para hacer turismo donde están el gas y el petróleo, ningún problema, adelante”. “No, cambiamos de opinión, sigamos extrayendo”, dijeron. Porque de ahí sale el dinero para los bonos, la escuela, la clínica.
Es decir que no se puede discutir el modelo económico extractivo.
Ése es otro problema.
Ése es “el” problema.
Para mí el problema central es la tensión entre lo universal y lo local. Porque las tierras fiscales no hablan de modelo extractivo, sino de cómo se distribuye la riqueza. Si se usa para todos o para unos cuantos.
Cada cual pedirá todo, y es tarea del Estado ser ecuánime.
El movimiento social al principio pensó entre todos y para todos. No las demandas parciales.
Es evidente que los recursos son limitados, pero a la vez la deuda social es enorme.
Pero en cada caso se ve un repliegue del movimiento social. Todos piden la solución de su problema inmediato, dejando de lado los problemas del resto de las personas y el horizonte general, ahora que se acabó el enemigo unificador. ¿Por qué el movimiento social hace eso? Porque no necesariamente va en ascenso. La revolución permanente es una falsedad. Lo que hay son oleadas, idas y venidas, un sentimiento colectivo, y luego repliegues donde cada cual se apega a lo suyo, se aísla, se enfrenta… y otra oleada. Nuestra confianza es que desde el movimiento social, y no desde el Estado, surja una oleada que vuelva a proponer un horizonte más expansivo, común y universal.
Otra mirada: el malestar es por lo común, porque no cambia de fondo el modelo económico.
¿Cúal modelo económico?
El neoliberal. El extractivo.
Son dos cosas distintas. ¿Qué es lo neoliberal en Bolivia? La privatización de lo público. Pero nosotros expandimos lo público. El Estado es el sustituto del inversionista: minas, petróleo, telecomunicaciones, industrias y electricidad. ¿Antes qué hacía? Nada. Ahora se garantiza el predominio del trabajo sobre el capital.
¿Y los recursos naturales?
Desde tiempos del virrey Toledo somos exportadores de materias primas. Todo nuestro objetivo ya lo hemos acordado con los mineros: que el dinero vaya, en su mayor parte, a industrializarnos en estos cinco años. Gas, petroquímica, hidroeléctricas, el litio. Industrializar en pequeña o gran escala la mayor parte de los recursos naturales precaviendo equilibrios tensos, pero equilibrios al fin, por el respeto a la naturaleza. Hay una tensión muy interesante: los fundamentalistas del respeto a la naturaleza dicen: “No hay que industrializar nada”. Entonces dejemos que Bolivia siga siendo el bosque que les da a los extranjeros su aire puro, mientras los demás siguen depredando y nos dejan en la pobreza. La otra es industrializar. No de manera ilimitada, pero rompiendo la maldición de un país de materias primas que se queda con el 2% del valor mientras el 80% queda para los que industrializan.
Los movimientos tienen madurez para comprender ese proceso porque ellos señalaron cuestiones como la nacionalización o la necesidad de transformar la Bolivia histórica. ¿Hay un problema del gobierno para dialogar sobre el estado en que se encuentra ese proceso?
Recibimos con mucha humildad las críticas y demandas que nos hacen, siempre que respeten el interés de los demás. Y aun si toman en cuenta sólo sus intereses, este palacio dedica el 80% de su tiempo a reunirse con las organizaciones sociales.
Es para lo que los trajeron.
Sí, no es un compromiso, es nuestro hábito: de ahí venimos.
¿Qué requiere esta sexta etapa? ¿Más centralismo democrático? ¿Más democracia participativa?
Requiere que el Estado mantenga la defensa del interés general por encima del interés particular. El Estado iba detrás, pero en esta etapa va delante de algunos movimientos sociales. No puede durar mucho: somos los más desesperados por una nueva oleada de la organización social que impulse –más allá de nosotros, por encima de nosotros– estas demandas por soluciones comunes. Por eso se necesita un proceso de repolitización de las organizaciones. No por parte del Estado, sino de ellas mismas. Hay fricciones, todos aprendemos, pero nadie pone en duda al proyecto. En Potosí hubo protestas: no un proyecto alternativo de sociedad, sino un “aceleren lo que han prometido”.
Pero el malestar es sobre situaciones de fondo que se mantienen idénticas. En Argentina el plan social es clientelar y aun si alivia la pobreza, no cambia su condición estructural. ¿Cómo es la situación aquí?
Se tomaron medidas para los sectores más vulnerables, los niños. La deserción escolar es grande, porque ayudan a sus familias a trabajar. Luego ese joven sin educación queda relegado a trabajos muy precarios. Se introdujo el bono Juancito Pintos que se entrega cumplido el año escolar a 1.600.000 chicos. La Renta Dignidad es universal, para todo mayor de 60 años, asalariado o no. Su volumen depende de los ingresos por hidrocarburos.
¿Impactó en la economía?
Amplió la demanda, y eso explica el crecimiento más alto del continente, del 6%. La mitad por materias primas, la otra por demanda que inyecta dinero en un mercado muy frágil. No somos una economía de mercado, pero ojo, que el mercado existe desde antes que el capitalismo, y seguirá existiendo después.
Usted habló en un momento de “capitalismo andino-amazónico”, mencionó también “el socialismo comunitario”. ¿Qué propuesta de futuro político se está construyendo, cúal es el modelo que guía, y que muchos le atribuyen directamente a usted?
(Sonríe pasándose la taza de té por los labios) A diferencia de los marxistas de folleto, que creen que el mundo es lo que uno piensa, venimos de una corriente marxista crítica ¿Qué es lo que hay en el mundo? Capitalismo. Incluso en la Rusia soviética Lenin, luego de siete años de revolución dice: “Lo que tenemos es un capitalismo”. ¿Y aquí, ahora? Pedazos de capitalismo, de estructuras comunitarias, mercantilismo, precapitalismo. El Estado, anteriormente, devenía en un empresario colectivo, como decía Lenin. Pero cuando genera riquezas pero no acumula para sí, sino que reinvierte en obras sociales, mejoras y producción: ¿cómo llamarle a eso? Quién sabe.
No puedo comparar el Estado soviético con el boliviano, sería negar la riqueza que ha tenido la construcción de resistencia indígena de espaldas al Estado… Usted nombró lo que tiene Bolivia, lo que hay, pero quizá lo más interesante es lo que no tiene. Y ahí está el potencial de un futuro que pueda crear otra fórmula.
Pero el socialismo se crea desde lo que hay, y no desde lo que deseo.
¿No cree en la fuerza del deseo?
No. Soy marxista puro.
¿Cómo pasó cada día de cárcel, sin deseo?
Con pura racionalidad. Soy matemático, por encima de todo. Una cosa es el papel que pueden tener la voluntad y la razón en el investigador o en el político, y otra en la acción colectiva. No las confunda.
Sólo lo pienso como acción colectiva. Pero lo interesante del proceso boliviano es que puede escribir otras frases. No citar ni repetir, sino crear. Y en la creación el deseo sí es importante. Aunque sea matemático…
Sí, definitivamente. No hay que imitar, pero tampoco pensar que la realidad es sólo la que está en la cabeza. Se puede crear una sociedad nueva. Pero, ¿con qué? Con lo que hay, y con la potencia que se acumula. Por eso el horizonte posible en nuestra sociedad es el socialismo. No porque esté escrito en un libro, sino porque hay fuerza material, latente, existente. Asfixiada, limitada y con una serie de complicaciones, pero está. Entonces: el concepto de capitalismo andino-amazónico respondió a esto: ¿qué hay ahorita en Bolivia? La otra pregunta: ¿a dónde puede ir Bolivia? Podemos y quisiéramos ir al socialismo.
Los que quieren lo mismo sienten que el gobierno frena ese potencial. Nos dicen: “Los pasos son cada vez más cortos”.
¡Ay! ¡Ojalá hubiera una fuerza que vaya más allá de lo que nosotros estamos ahorita empujando! ¿Qué es lo que estamos frenando? ¿La demanda salarial para no poner en riesgo la producción de nuevas fuentes de empleo? Eso no es frenar. El gobierno no se opone a construcciones colectivas más poderosas. Estaríamos felices de tenerlas. En estos 4 años creamos alrededor de 20 pequeñas fábricas en función de las necesidades exigidas por las comunidades, dirigidas y administradas por ellas mismas y los sindicatos. Todas han tenido que volver al Estado porque no pudieron gestionarlas.
No es lo mismo autogestión que organización a partir de una demanda del Estado.
Eso es lo que creen algunos: que el Estado puede sustituir a la sociedad.
Eso se llama colonialismo.
Además se llama vanguardismo y utopismo retrógrado. El Estado revolucionario puede apoyar y potenciar estas iniciativas, pero no ir mas allá. Los que no lo entienden en el fondo siguen siendo estatalistas. Para nosotros la sociedad debe llevar esto adelante.
Insisto entonces: ¿esto requiere mayor participación o más centralismo? Porque en la práctica, frente a las críticas, el gobierno se pone a la defensiva.
Hay otro elemento que falta mencionar en este escenario de recambio generacional y de reflujo del movimiento social: la oposición conservadora ya no tiene la lógica de “guerra de posiciones”, frontal, con la que nos enfrentó y salió derrotada. Desde 2009 inició la “guerra de movimientos”. Lo que hicimos nosotros antes: estar en las universidades, los medios, los sindicatos, generando una resistencia. Ahora lo hace la derecha conservadora. Se mete en las organizaciones, y sabemos de la presencia de la embajada norteamericana promoviendo liderazgos contestatarios al gobierno.
Pero en Caranavi se reclamaba una planta de cítricos ya prometida. El montaje de infiltraciones que usted menciona no podemos saberlo, pero hubo enfrentamientos, represión y muertes, originadas en una necesidad. Ahí hay un error. El Estado no cumplió.
Es más complejo que eso. En ciertos casos hay una presencia concreta de sectores conservadores, y hasta de la embajada.
¿No cree en el poder de la palabra? Había una palabra empeñada por el Presidente. Eso le reclamaban.
Pero el presidente Evo citó a los líderes y no fueron. Hubo un agigantamiento extraño de la tensión y la conflictividad. Claro que hay una necesidad, y un compromiso del gobierno, responsabilidades asumidas anteriormente, pero que eso devenga en lo que devino, no es gratuito.
Otra sensación en la calle: los que son compañeros, llegan al gobierno y cambian. Van a cambiar a la política, pero el poder los cambia a ellos.
(Mira la alfombra). El Estado provoca cambios terribles en las personas. He visto a compañeros que vienen de carencias decir “éste es mi momento”. Dañan una trayectoria con corrupciones. Hay otros que asumen la lógica del poder por encima de la persona. El poder los cubre. Dejan de ser lo que son.
¿Y a usted, en qué lo cambió el poder?
Espere que commplete la idea. Otros no son así. El presidente Evo, por ejemplo. Son compañeros que se sobreponen a la función y la utilizan para expandir lo que eran, a través del Estado. Pero es triste ver a los que rápidamente les entra otro chip. El presidente Evo sólo tiene su cato de coca (lote de 40 x 40) y su casita de tres cuartos en Cochabamba, con el techo caído. Y el Vicepresidente sigue viviendo en un departamento en alquiler. Pero en Álvaro, ¿qué ha hecho el Estado? Álvaro viene de una formación muy espartana y bolchevique. Lo asume todo como una misión más. He tenido que cambiar algunas cosas: me dicen que parezco muy duro cuando hablo en la televisión. Tiene que haber una labor interna de ablandamiento para no aparecer como razón de Estado, y seguir tratando a los compañeros como tales, como lo que somos: uno más de la calle. También cambió el tiempo, para leer, para lo personal. Todo es público ¿Qué puedo hacer con quince guardias que me rodean todo el tiempo?
Última pregunta: ¿después de Evo, qué?
Evo. Él condensa mucho este proceso: su dimensión indígena popular, la reforma moral e intelectual, la entrega. Lo común. No veo la posibilidad de una sustitución del liderazgo de Evo a corto y mediano plazo. Por eso hay que protegerlo y cuidarlo mucho. Es nuestra obligación.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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