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Vivitos y coleando
Las fabricas sin patrón, hoy. Una mirada sobre el presente y los desafíos a futuro de las más emblemáticas fábricas recuperadas por sus trabajadores. Qué falta, qué sobra y cuáles son los problemas más difíciles de resolver ahora que la subsistencia está garantizada.
¿Se puede cambiar el destino? ¿Se puede inventar algo nuevo? ¿O en realidad tienen razón millones de doctrinas, filosofías, opinadores, ciencias, personas con malos procesos digestivos, religiones y panelistas de televisión, al sostener que las cosas son como son?
Las preguntas sobre las llamadas fábricas recuperadas o fábricas sin patrón tal vez puedan abarcar lo económico, lo productivo, lo político, pero también lo cultural, lo personal, lo humano, y su capacidad –o su incapacidad– de transformar la realidad. Pero no como discurso de bar o barricada sobre “cambiar el mundo”, sino como un paso concreto que transforma la propia realidad. Fórmula provisoria:
desesperación + una idea distinta + intentar ponerla en práctica = un espacio nuevo.
Todo se puede reinventar
“El mayor logro es haber instalado un nuevo método de lucha y organización. Hoy todos los trabajadores saben que pueden conducir una fábrica”, plantea Eduardo Murúa, de IMPA, una de las primeras recuperadas, que pasó en los últimos 13 años por miles de problemas, contramarchas, amenazas, internas, crisis: todo mal. “Pero aquí estamos. Trabajamos 56 compañeros que nos llevamos 3.600 pesos por mes cada uno, y si no fuera porque el Estado nos cortó la luz y tenemos que gastar 40.000 pesos por mes en un generador, estaríamos llevándonos 4.400. En las mismas condiciones que cualquier otra empresa capitalista, nosotros somos mejores. No lo digo por soberbia. El sistema de cooperación supera al de competencia capitalista”.
De las 280 fábricas sin patrón argentinas, otro de los símbolos es Zanon, de Neuquén. En el envión por no perderla, los trabajadores ganaron el sindicato de ceramistas, pero Raúl Godoy y Alejandro López hicieron al menos dos cosas extravagantes en el panorama criollo: renunciaron a sus cargos para favorecer la renovación de figuras, y volvieron a trabajar a la fábrica (!).
Godoy, línea de esmaltado: “Las fábricas sin patrón son una alternativa a la crisis, desde 2001 para acá. Es una gran idea que puede tener miles de dificultades, pero sale de los modelos impuestos. Todo se puede reinventar. Mordimos la manzana del Edén: una vez que lo hiciste…”.
Ernesto Lalo Paret, de la Cooperativa Unidos por el Calzado (la ex Gatic, licenciataria de la alemana Adidas): “Este proceso tiene todos los problemas que quieras imaginarte, pero hizo viables fábricas que para los patrones eran inviables. Además ¿qué es la viabilidad en una sociedad hecha mierda? Que un economista me diga cuánto vale en un cash flow (flujo de entradas y salidas de caja) que un tipo recupere autoestima, se revalorice, confíe en sí mismo y se ponga una fábrica al hombro. ¿Cuánto cotiza que el tipo sea un ejemplo para su pibe en términos de laburo? ¿Y cuánto vale que recupere una fábrica para la comunidad, para su familia, para la sociedad?”.
Oíd el ruido
El sistema distribuye bienes, servicios, pero sobre todo identidades, recuerda el prólogo del libro Sin Patrón. La identidad de los trabajadores estaba en el abismo. “Y agregale el hambre y la desesperación” dice Lalo velozmente. En muchos lugares distintos y distantes, como un contagio cultural, tomaron una decisión: dejaron de reclamar gremialmente (salvo excepciones, los gremios jugaron para las patronales). Pero los trabajadores, en lugar de darle la espalda a la fábrica, giraron, dieron media vuelta, y dejaron el abismo a sus espaldas. Rompieron las cadenas (literalmente) y tomaron las fábricas. Frente al miedo se movieron en lugar de paralizarse. Eran personas comunes, como lo habían sido las Madres y las Abuelas. Como ellas, crearon lo que no estaba escrito en ningún lado. Lalo: “Cuando esto empezó, los obreros no creían en nada. Y ahora no paran de creer que todo es posible. Que se puede perforar cualquier situación”.
Murúa, en castellano clásico: “Aquí pasa al revés que en las empresas capitalistas, donde los que llegan a cargos importantes son los forros, los alcahuetes que explotan a los demás y son los que trabajan menos. Aquí los compañeros siempre tratan de poner al frente a los mejores. Y el que tiene responsabilidad es el que más trabaja”. La tendencia a la horizontalidad: “Eso se busca, pero sirve si hay simetría del conocimiento del conjunto, porque si en una asamblea hablamos los mismos jetones de siempre, tampoco sirve, quedamos como los papás”.
La horizontalidad es entonces una búsqueda, no una falsa ilusión ni un marketing. Godoy: “La fuerza está en las asambleas. Discutimos a muerte, pero después cada uno vuelve a la línea de producción y dice: ¿qué podemos mejorar acá o allá? Hay una libido del trabajador puesta en eso”. Tomaron el timón de un barco que estaba hundiéndose: “Claro, y te ponés a sacar agua con el balde, tenerlo a flote, y a remar contra la corriente. Fijate: al lado nuestro está Cerámica Neuquén que recibe créditos automáticos para renovación tecnológica. Tienen un Mercedes y nosotros el Fitito. Pero duplicamos la planta de trabajadores y demostramos que se puede funcionar sin capital y sin capitalistas. Por eso no nos ayudan. Somos una amenaza a un sistema de ideas”.
Celia y Gustavo
Celia Martínez es una de las referentes de la Cooperativa 18 de Diciembre, por la fecha de 2001 en que tomaron la textil Brukman. “Yo veo todo lo positivo. El Ministerio de Trabajo nos dio subsidios casi por un millón de pesos, Desarrollo Social nos convirtió en proveedores de ropa para sus empleados, también nos llegó Aerolíneas Argentinas con 14.000 prendas, y ahora Austral. No te voy a decir que estamos bien-bien, pero tampoco tan mal”. Por semana, retiran un promedio de entre 400 y 600 pesos. Celia abandonó la militancia partidaria que tuvo brevemente durante la lucha de Brukman, donde casi 50 de los 73 socios son mujeres: “Vamos a cumplir 10 años y nadie se lo imaginaba. Nos tratamos de igual a igual. Cambiamos en algo: antes éramos obedientes, sumisas. Ahora no”. ¿Con o sin patrón? “Con patrón es algo que ni la gente antigua puede pensar. Claro que tuvimos suerte en el apoyo del Estado, que a otros compañeros no les dan. Debe ser que somos muchas mujeres, y nos pegaron mucho”. Están esperando que se concrete la expropiación del inmueble.
Gustavo Ojeda, de Gráfica Patricios: “Más que subsidios queremos trabajo. Son nichos que hay que generar. Pero también fallamos nosotros, las fábricas, que podríamos juntarnos más para hacer cosas, compras, abrir espacios sin estar esparcidos. Igual sembramos un antecedente: se puede recuperar una fábrica y autogestionar. La diferencia es que antes la ganancia se la llevaba un tipo. Ahora la repartimos entre todos los trabajadores”. GP abrió además un bachillerato en su planta, y una radio comunitaria.
Contra la Ley de Quiebras
¿Y la nueva Ley de Quiebras? Murúa: “Está pensada para el establishment. Te obliga a hacerte cargo de la deuda de la patronal, y va a perjudicar a las pymes, a las más débiles. La trampa es que el patrón puede armar una cooperativa con cuatro alcahuetes de la administración, y se queda con la comercialización. Reclamamos una Ley de Expropiación, que el edificio sea del Estado y lo deje a la cooperativa mientras ésta trabaje. Y si no, vuelve al Estado. No pierde nadie, y generás trabajo en serio”. Godoy: “La hicieron para evitar las expropiaciones y hacerles pagar los platos rotos de la quiebra a los trabajadores. El Estado se lava las manos, pero sigue subsidiando a los empresarios”. Lalo Paret: “La Ley defiende al crédito y a los abogados, no a los trabajadores. Y como ninguna cooperativa puede presentar en 3 meses un proyecto de viabilidad, te meten al famoso capital nacional, Brito, Moneta, etc. Andan fondos de inversiones atrás de toda esta movida para quedarse con las fábricas. Con la Ley de Expropiación, en cambio, el Estado se quedaría con el inmueble y nosotros generamos ahí adentro trabajo, educación y todo lo demás”.
Producción
Murúa: “Las fábricas son un símbolo cultural y de producción. Si tomás dos de las que andamos complicadas, IMPA y Bauen, con 40 millones de pesos consolidás 250 puestos de trabajo y un bachillerato popular para 200 personas. Hoy constituir un puesto de trabajo en serio en Argentina cuesta 1.200.000 pesos. Acá garantizás 250 con el 10%”. Otro ejemplo: la propia IMPA tiene una sala de salud gratuita para el barrio, coordinada con el Estado.
Godoy: “Uno puede tener una carga ideológica, pero si no sirve para algo práctico, nada tiene sentido. Mucho discurso testimonial, ortodoxia, chamuyo. Pero si no vas a los problemas concretos, estás en la lona. Lo principal que conseguimos entre todos es no atarnos a la ley. Uno vive como con una cebolla de cadenas que te tapan. Aunque parezca una boludez, lo que cambió la cabeza de muchos fue cuando dijimos: una cosa es lo legal y otra lo legítimo. Nos dio una mirada más libre para pensarnos y pensar los problemas”. Godoy milita en el PTS y ganó con el Frente de Izquierda una diputación neuquina que harán rotativa con los otros integrantes de la lista: “Pero no vamos a cobrar las 17 lucas como legisladores, sino los 4.200 que cobramos en Zanon. El resto irá a fondos de huelga y ayuda a los compañeros con problemas”. Anuncia que irá a las sesiones con su grafa de trabajo. “Capaz que me pasa como en algunas universidades, donde me veían y decían: ‘señor, ¿puede limpiar el aula que va a haber una charla de Zanon?’”.
Lalo: “Este proceso hizo que uno crea en sí mismo. Y si eso pasa, uno puede creer en el otro. El antecedente es: si queremos, es posible”. Lalo ve las cosas distinto que Celia: “El gobierno genera un efecto contraproducente. La lógica es: si esto no es mío, no es de nadie. Pero para mí la clase política es de papel. Y el Estado también, en muchos sentidos. Entonces no es el Estado el que va a transformar, es la política. El poder no es sentarte con el ministro. El poder lo tenemos nosotros. No lo trasladás, a lo sumo lo vendiste. Y si lo vendiste, no vale nada. Pero yo soy súper optimista. Las fábricas impulsan trabajo, los bachilleratos, la Universidad de los Trabajadores, centros culturales, todo un precedente de cómo puede ser un nuevo modelo de sociedad. ¿Hay una posible sociedad distinta? Sí. ¿La queremos realmente? Ése es el tema. Yo digo que somos como una mujer embarazada. La paternidad fue el hambre. Pero se sigue gestando algo. Lo importante ahora es ver si el chico nace bobo, o es feliz y sanito”.
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Trabajadores de otra clase
Una hipótesis Sin Patrón. Hace una década comenzamos a acompañar el proceso de recuperación de empresas quebradas por las políticas neoliberales impulsadas desde el Estado y el mercado. En 2003 escribimos esta hipótesis sobre qué representan: el nacimiento de un cambio de paradigma en los modos de producción, pero también el de una nueva identidad, la del trabajador autogestionado. Hoy, en el contexto de la crisis financiera global y bajo la perspectiva de la coyuntura local, su lectura se ha resignificado. ¿Cuáles son las lecciones y las claves de esta forma de ser y hacer que permiten poner en marcha proyectos que democratizan los lazos sociales? ¿Por qué esta forma comunitaria de gestión sigue siendo ignorada por universidades públicas? ¿Qué nuevas obligaciones surgen a partir de organizar lo común sin moldes ni patrones?
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El milagro brasileño
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