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La guerra del oro

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El movimiento No a la mina, de Esquel y la batalla en Chubut contra las corporaciones mineras.

A pesar del plebiscito, las ordenanzas y las movilizaciones, las multinacionales mineras siguen presionando para quebrar el rotundo NO que los vecinos de Esquel sostienen desde hace años. Entre otras herramientas, crearon sus propios medios de comunicación, que incluyen web, radios comunitarias y paredes de toda la ciudad. Así lograron que hasta los periodistas de la zona se pronunciaran, en un comunicado, contra las mentiras de la prensa comercial. Hace pocos días la batalla más dura fue en Rawson y contra las patotas pro mineras. “Si hace falta volveremos a golpear sus palos con nuestras cabezas”, anunciaron los vecinos.
Los ojos son un medio de comunicación. Por ejemplo, cuando se está a 2.700 metros de altura. Esquel parece un mapa desplegado entre montañas que todos sabemos que guardan oro. La avioneta se sacude, pero es imposible dejar de mirar hacia abajo, al vértigo. El estómago y otras intimidades tienden a subir a la garganta, pero no importa: hay que mirar incluso, y sobre todo, para superar el miedo.
El Beechcraft de 4 plazas vuela ahora a 9.000 pies de altura, 2.700 metros sobre el nivel del mar, 500 metros por encima de los picos de las montañas. Vuela también la posibilidad de comprender. Más allá de teorías, promesas, propagandas y ese universo abrumador llamado etcétera, desde el aire puede verse con precisión lo siguiente: hacer minería en Esquel sería una bomba de tiempo. Para comprender, hay que abrir bien los ojos.
“Mirá”, dice Lalo Lemus, el piloto. “Ese es el lugar donde exploró la minera, ¿ves la montaña dañada?”. Veo manchas amarillentas donde debería haber verde, como si la superficie fuera una cáscara rebanada. Unos metros más allá, el pico de la montaña se asoma al abismo. Ladera abajo se ve un primer escalón, y una sorpresa azul: la laguna Willimanco, parte de la reserva de agua de la ciudad. El siguiente escalón que se observa hacia abajo, como en un tobogán de 1.500 metros (un edificio de 5.000 pisos) es Esquel. “¿Ves? Cualquier cosa que hagas acá arriba afecta abajo. Y ahí al lado está La Hoya, el centro de esquí. Y allá el arroyo de donde toma el agua la ciudad”. La distancia es mínima, un par de kilómetros. Desde la avioneta parece la separación que hay entre un vaso y un plato en una mesa. “Imaginate el pumpumpum detonado acá, lo que provocaría allá”. Imagino. Abrir los ojos es una condición para activar las entendederas.
Cabezas vs. palos
Las orejas son un medio de comunicación. “Esto arde”, explica Corina Milán, docente que integra la Asamblea de Vecinos por el No a la Mina de Esquel. “Por un lado las empresas están en una ofensiva con el aval del gobierno para poner en marcha los proyectos y, por el otro, aparecen cada vez más asambleas y grupos que resisten contra el avance minero”.
Lo de resistir no es metafórico. Los vecinos de Rawson terminaron noviembre recibiendo una paliza tercerizada mediante la contratación de barras bravas y de sindicalistas de la construcción (UOCRA). Las asambleas chubutenses plantearon públicamente el siguiente programa de acción:
“Si es necesario seguiremos golpeando sus palos con nuestras cabezas”.
Doctrina del calefón
La comunidad es un medio de comunicación.
Algunas vecinas y vecinos asistieron a la presentación del proyecto de Meridian Gold, en 2002. La empresa los convenció, pero de lo contrario. Salieron a radios, clubes, plazas y escuelas a explicar la situación, hablaron de las voladuras, del cianuro, del drenaje ácido, del empobrecimiento que genera la minería. Tejieron infinitas conversaciones. Se formó la Asamblea de Vecinos Autoconvocados por el No a la Mina. Hubo marchas, paredes pintadas y, en marzo de 2003, un plebiscito histórico rechazó a la minera por casi el 82% de los votos. Dice la profesora jubilada Marta Sahores: “Si los dejábamos instalarse, hoy estaríamos contaminados, desocupados y seríamos un pueblo fantasma”.
Luego se sancionó la Ley N° 5001 prohibiendo la minería a cielo abierto y el uso del cianuro en toda la provincia. Esquizofrenia: se permitía a la vez continuar las exploraciones y cateos. Un modo callado de detectar el oro, jugar al desgaste de los vecinos, y esperar el momento. Es tanta la ganancia potencial que las empresas pueden esperar varios años con las mechas apagadas y el cianuro en el freezer.
Hace tres años pioneras como Marta, Nilda y Chuni decían a MU: “Cuando no pasa nada la Asamblea queda como el piloto del calefón. La llama es chiquita, pero si pasa algo, se enciende”. Y pasó.
Mutantes K y anti K
La gente de Esquel tiene la palabra, la acción y el mate siempre preparados. “Después de las elecciones empezó una embestida muy dura de las empresas y el gobernador”, explica Gustavo Macayo, librero y abogado de comunidades mapuche. La secuencia fue la siguiente:
En 2011 ganó la gobernación Martín Buzzi, hincha del ex gobernador Mario Das Neves (hincha de Eduardo Duhalde).
Buzzi mutó a hincha K y antidasnevista de la primera hora. Los dasnevistas mutaron a antimineros.
Buzzi presentó un Marco Regulatorio de la Ley N° 5001 para habilitar en la práctica la extracción, voladuras, cianuro y etcétera, por lo pronto en la Meseta chubutense, denominada “zona de sacrificio”. El antiguo acertijo sobre la ley y la trampa.
Ante tales actuaciones se encendió el calefón y se calentó la movilización social en la Comarca Andina, Rawson, Trelew, Madryn, Pirámides, Dolavon, Comodoro Rivadavia. Flavio Romano, pediatra: “Esto tiene que ver con cómo son los modelos y cómo creemos que debemos vivir. Es un debate que trasciende a la provincia. Si queremos una propuesta explotadora o una que no destruya la naturaleza ni comprometa el futuro”.
Googleá Suyai
Minas Argentinas-Yamana Gold realiza campañas publicitarias con locutores acaramelados postulando responsabilidad, cuidado del ambiente, respeto a la comunidad y anhelo de un futuro mejor. “Es el discurso del violador antes de que te subas al auto”, calcula Corina.
En la página web de la empresa, coloreada de verde, apareció un proyecto llamado Suyai, que en lengua mapuche quiere decir “esperanza”. Pablo Quintana, vecino y periodista del programa La Tijereta: “Nos dimos cuenta de que se trataba de Esquel, pero no lo ponían para que nadie pudiera googlearlo”. Hasta el Concejo Deliberante repudió a la minera, que tuvo que pedir públicamente disculpas”.
El proyecto Suyai plantea dos novedades: no sería a cielo abierto sino por galerías, y la lixiviación con cianuro (separación del oro de la roca) no se haría en Esquel. Fernanda Rojas, fundadora de FM Kalewche: “Dicen ¿qué es lo que no le gusta a la gente? El cianuro. Digamos que lo sacamos. ¿No les gusta a cielo abierto? Digamos que es por galerías”. Marta reubica: “Hasta ahora el único proyecto es el original, que dice que por galerías no se puede hacer”.
Uno de los empleados jerárquicos de Minas Argentinas, Jorge Inthamossu, me dijo: “Está todo en nuestra página web”. En realidad hay una animación con camioncitos, cielo azul, música new age y cuando explota la roca parece vapor de una taza de té de tilo.
Periodismo boutique
Los medios convencionales promueven la minera por razones que cada quien puede imaginar. Un caso curioso es el de Ricardo Bustos, de la FM Del Lago: “Es un Feinman esquelense, esos tipos polémicos, hay gente que lo escucha aunque lo odie”, explica Pablo Galperín, docente de letras y periodista. Bustos definió al proyecto Suyai como “minería boutique”.
Eso sí, tenía otro trabajo. Pablo: “Descubrimos que era Gerente de Relaciones con la Comunidad de Yamana Gold”. Ante la indignación general, la empresa lo relevó del cargo. Ahora es Gerente de Comunicaciones.
Marxismo Gold
La minera desarrolla otra estrategia. “Contratan gente que recorre los barrios y ofrece trabajo a futuro a quien apoye a la empresa”. Así organizaron dos marchas por el Sí a la mina, calificadas como masivas por los medios Jornada, Chubut y Mining Press. En la más grande, conté dos veces a los asistentes: 102 personas de barrios periféricos, más los conductores de 19 camiones y 4×4 de las mineras. El líder vecinal era el presidente del barrio Cañadón de Borges, Oscar Prafil, hombre de la construcción y la política: “Yo hice votar por un concejal peronista, ahora queremos que apruebe la minería”, me ilustró. “Acá los ricos son los que rechazan a la mina, y no dejan que los pobres y los negros tengamos trabajo. Si esto sigue así el pueblo va a estallar”. Este relato sobre una lucha de clases esquelense es otro hallazgo casi guevarista de las multinacionales.
“Lo están haciendo también en España, en Costa de la Muerte, y en Grecia, han hecho hasta marchas del Sí”, me diría luego Juan Rodríguez, español-esquelense realizador, junto a Alejandro Corbeletto, del sitio de la Asamblea www.noalamina.org, uno de los más importantes mundialmente con respecto al tema minería. Tiene 100.000 visitas mensuales y versión en inglés. “Con la crisis, las mineras se meten en Europa también como el lobo en el gallinero, ofreciéndose como solución para que exista trabajo”.
Marta y la falsa lucha de clases: “Lo que buscan es dividir y aparentar que hay dos posiciones opuestas, para que los intereses empresarios parezcan un reclamo social”. Rosa, empleada doméstica: “A la gente que va a la marcha le pagan, ya sabemos. Pero en los barrios pobres la mayoría no quiere la minera. Lo bueno sería más trabajo para todos”.
Flavio, el pediatra: “Usan geólogos, y también sociólogos. Las mineras tratan a la población como insumo y la sociología es el modo de entenderla para dividirla y manipularla”.
Rocas y personas: lixiviación para todos.
Rayban + minería punk
En la marcha por el Sí había un grupo de gerentes mineros con cámaras digitales y rayban oscuros. Filmaban a una señora que leía: “Queremos trabajo y progreso. Somos una minoría, pero también debemos ser escuchados”. “¡Eso!” agitaba uno de los seguidores de Prafil sosteniendo el micrófono, para marcar el momento del aplauso. Luego pasaron dos canciones: Color esperanza, de Torres, Diego, y una del grupo punk español Ska-p:
“A la mierda reaccionarios,
eskoria cerebral,
me la suda todo
lo que puedas ladrar”.
Luego me acerqué a esa señora, Cintia Pedraza. Le pregunto: ¿Usted quiere específicamente a la minera o aceptaría otro trabajo? Con su hijito alzado contestó: “Obvio, si nos dan algo, perfecto. Digámosle No a la minería, pero que den otra opción”. Cintia me aclaró que no cobra asignación por hijo “porque mi marido trabaja en una minera”.
La explicación de Macayo: “Ahogan toda actividad productiva para que parezca que la única solución es la minera. Pero hace poco cerró un frigorífico que tenía 86 trabajadores, la misma cantidad de esquelenses que emplearía la mina en el mejor de los casos. Y hace unos años se fue a otra provincia una textil con 150 trabajadoras. En ningún caso el gobierno provincial o el municipal hicieron nada para defender esas fuentes de empleo”.
Sebastián, taxista, agrega sin mucha suyai: “A los políticos no les interesa, porque el curro está en la minería”.
La Asamblea realizó este año un Foro de Actividades Productivas, un modo de reunir experiencias que abran nuevos horizontes de trabajo.
Otros desocupados que integran el Movimiento de Lucha por el Trabajo, junto a la organización territorial Guanacos en Pie, tomó la municipalidad hace poco exigiendo empleo, pero rechazando la minería. Nahuel, uno de los Guanacos: “Lo que hacen es perverso, juegan con las necesidades reales. Del municipio te mandan a pedirle trabajo a la empresa, que reparte 100 ó 200 pesos por ir a las marchas. La gente quiere trabajo en serio”. El nombre del grupo, que acaba de inaugurar una biblioteca popular, proviene de dos oficios guanacos: escupir intrusos y saltar tranqueras.
Periodistas sin patrón
La enumeración es rara: agentes inmobiliarios, desocupados, pastores evangélicos, docentes, slalomistas, judiciales, comerciantes, trabajadores del hospital, guías turísticos, pediatras, artesanos, el Club de Observadores de Aves, sacerdotes de la Prelatura, apicultores, abogados, pescadores con mosca, fisioterapeutas, estudiantes secundarios, andinistas, kinesiólogos, empleados fiscales, tributarios y aduaneros, guardavidas. Etcétera. “Fueron decenas de pronunciamientos públicos sectoriales contra la minería. Nunca había pasado”, se asombra Macayo.
Entre estas expresiones se conoció la de los periodistas. Agremiados o no, asalariados o cuentapropistas, cuestionaron la supuesta objetividad periodística: “La discusión es de qué manera expone y analiza esa realidad. ¿De manera honesta o mentirosa? ¿Con argumentos válidos o falacias? ¿Con frontalidad hacia el receptor u ocultamientos?”. Otra: “Señalamos no sólo el peligro de contaminación ambiental que afectaría a la sociedad, sino que también subrayamos cómo se ha manipulado y deteriorado el proceso informativo de esta comunidad. Creemos en la información como un servicio al público y no como una mera mercancía. Por ello, aclaramos que trabajar para una empresa periodística no implica compartir y/o convalidar las posiciones o interés políticos, religiosos, comerciales o de cualquier otra índole con ese medio de comunicación”.
Mapa del sitio
La movilización provincial contra el Marco Regulatorio involucra a Rawson, donde los vecinos van a las reuniones legislativas para hacer ver su rechazo a la minera. Allí llegó un sospechoso acampe por el Sí a la Mina el 27N, compuesto por barrabravas de fútbol e integrantes de la UOCRA, tras ciertas reuniones porteñas del gobernador Buzzi y del diputado oficialista Carlos Eliceche con el ex agente del Batallón 601 y cacique de la UOCRA, Gerardo Martínez. El gremio demostró ser combativo: combatió a los vecinos de Rawson con palos, gomas y cadenazos. Un menor y dos mujeres fueron hospitalizados. Todo ante el silencio de medios oficialistas y opositores a nivel nacional, reconciliados de hecho en el tema minero.
“Los cobardes de las patotas les pegaban hasta a los chicos y mujeres, y ahí estaban los diputados mirando todo desde las ventanas”, me explicó Pablo Palicio desde Rawson. De todos modos no votaron el Marco Regulatorio. La conflictividad social empezó a alejar esa posibilidad (habrá que confirmarlo). Y si la intención era espantar a los vecinos, dos días después las movilizaciones llegaron a 4.500 personas en Esquel (sobre 35.000 habitantes) y a 3.000 en Rawson (sobre 23.000), proporcionalmente más grandes que las mayores vividas en Buenos Aires en los últimos años. Pero lo principal no es lo cuantitativo. “Es mucho mayor el apoyo que la movilización, todos lo saben”, dice Corina Milán. “Por eso creemos que si hubiera un plebiscito provincial lo ganaríamos”. El gobierno provincial intenta evitar eso, mediante razonamientos lisérgicos y novedosos: “El pueblo no gobierna sino a través de sus representantes, que son los diputados”, manifestó alguien a quien nadie siquiera votó, el ministro de gobierno Javier Touriñan, según lo reflejaron dos medios: El Chubut y Contacto Minero.
El vecino Néstor
En Esquel ocurrió otro evento: el Concejo Deliberante, por unanimidad, inhabilitó a Yamana Gold para realizar allí actividades comerciales y tener oficinas, bajo el razonamiento de que no tiene sentido la habilitación de una actividad prohibida. Votaron los 6 kirchneristas, 3 dasnevistas y 1 vecinalista. ¿Cómo entender el rechazo minero K, si el gobierno nacional y provincial juegan en sentido contrario?
El presidente del bloque del FpV, Horacio Iturrioz, cuenta una escena: “Creamos uno de los primeros espacios kirchneristas fuera de Santa Cruz, ya en 2001. En 2005 tuve mi última charla con Néstor. Yo sentía que teníamos una contradicción secundaria fuerte con la política nacional minera. Y Kirchner me dijo: ‘Mirá, si me meten un proyecto minero en El Calafate, yo armaría más quilombo que ustedes’. Me alentaba a armar más quilombo todavía. Y tengo testigos de la charla”. La interpretación es libre, pero permite entender, al menos, que el razonamiento del vecino Kirchner es el mismo que el de los vecinos de todo el país.
Iturrioz: “Aquí todos te están diciendo que no quieren la mina. Hay que pensar otra matriz productiva. Además ya pasó en los 70, con la represa de Futaleufú, gran promesa de progreso: terminó la construcción, Esquel quedó hecho un pueblo fantasma y pintaron: ‘El último que apague la luz’. La gente tiene memoria de cómo estos proyectos son pan para hoy y hambre para mañana”.
El mapuche Marcelo Pitihueque, representado por la abogada Silvia De los Santos, presentó un amparo para impedir toda actividad minera en la provincia por violar leyes internacionales sobre territorios originarios y demostrando que es imposible dividir Chubut. “El agua sale de la Cordillera, pasa por a Meseta y llega a la Costa”, explicó la abogada a Voces por la tierra, programa de la Asamblea en Radio Nacional-Esquel. Otro hallazgo: “En ningún caso se hizo en la provincia un estudio de impacto ambiental para la minería”. Además, el 55% de las exploraciones (68 sobre 123) tiene la habilitación ambiental vencida, síntoma del surrealismo que es pensar que el Estado controlará a las mineras.
Epidemia de afemia
La vida es un medio de comunicación. Chuni Bottos me cuenta que tuvo un accidente de salud, y padece afemia: “Un puntito en el cerebro, que te dificulta hablar y decir palabras largas. Tenés que pensar lo que decís. Para mi en el cielo dijeron: ‘Vamos a avivar a esta pavota’. A más de uno le tendría que agarrar, para que piense antes de hablar”. (Futura novela: ¿Cómo serían el país, la política y el periodismo, con una epidemia de afemia?).
Chuni convirtió la dificultad en potencia: “La palabra es importante. Hay que cuidarla”. Le digo que la veo muy joven para ser abuela: “La lucha te mantiene. Hacés cosas todo el día. Te mejora la autoestima”. Autoestima es una palabra larga: “Pero me sale ¿viste? Es cuando uno sabe que está respaldado por el otro”. El ejercicio de Chuni es impresionante, y mientras maneja. Hay que pensar lo que se dice, pero rápido para que la comunicación fluya.
Macayo está en sintonía: “Nunca participé en algo así. Se ve lo que puede la gente cuando se pone de acuerdo: es imparable”.
Lalo Lemus, el piloto: “En los cursos de vuelo aprendí que toda idea grupal es mejor que la individual. Ahora hago cosas con el carnicero, con jubilados, con gente joven, con la comunidad. Para mí el voto no alcanza. Esto es la democracia”.
Fernanda: “Esto regenera el tejido social. Te juntás con gente con la que jamás hablarías, y creás un espacio nuevo”.
Corina: “La política es ver cómo la comunidad debate, actúa y transforma las cosas. Me conmueve lo que está pasando”, dice con Camilo en brazos, e Iván exhibiéndome sus guantes con cara de tigre.
Chuni celebra otro abuelazgo al cierre de esta nota: Lucas pesó 3,750. Fulanitos revoltosos a los que nos gusta llamar “generaciones futuras”, mientras en Chubut todos piensan bien, pero rápido y en puro presente, qué es lo que tiene esa sociedad para decirnos.

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