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Jugada peligrosa
Mónica Nizzardo creó Salvemos al Fútbol, pero abandonó esa lucha contra la violencia y los negociados harta de la connivencia entre barras, policías, punteros y poder. ¿Hay voluntad política real par terminar con las mafias que dominan al fútbol?
El campeonato había comenzado y la bomba de agua del baño del sector de prensa de Atlanta estaba rota. Mónica Nizzardo aprovechó que las clases de teatro aún no habían comenzado y fue temprano al club para encargarse del problema. Eran las 3 de la tarde del 17 de febrero de 2004.
La bomba era pesada. La bajó del coche y la dejó a un costado de la administración para que alguien la subiera. Ella se colocó detrás del mostrador, esperando. Había pocas personas: sólo dos empleados que trabajaban con sus computadoras. En ese momento, lo vió entrar.
–¿Dónde está Carlos?
Julio Dib, alias Dippy, parecía enojado. Era conocido en el club. Había estado preso por estafa: se presentaba en los negocios del barrio como agente de la DGI (Dirección General Impositiva) y sacaba coimas. Estaba bajo libertad condicional.
–No está –respondió Mónica.
–¿Cómo que no está?
El barrabrava de Atlanta dio la vuelta al mostrador para ir a la oficina de Carlos Moreno, presidente del club. La puerta estaba cerrada. Vuelve, repregunta y, ante la misma respuesta, lleva su mano hacia el bolsillo. Mónica, quietísima, se asustó. Va a sacar un revólver, pensó.
Era un martillo.
Dippy miró al televisor y no dudó: lo destrozó a golpes. Caminó hasta la mesa donde estaban los empleados y rompió las computadoras a martillazos. Luego, se fue.
Cuando los empleados se enteraron, días después, de que Mónica iba a hacer la denuncia, estaban muertos de miedo. Uno hacía solo dos meses que trabajaba en el club: no entendía nada. El otro, con más experiencia, le dijo: “A mí no me nombres”. Pero ella tenía que contar las cosas como fueron. Esa valentía produjo un hecho inédito: en septiembre de 2006, por primera vez, una dirigente llegó a juicio oral con un barra de su propio club.
Dippy fue absuelto porque los testigos (los dos empleados) negaron haber visto lo que vieron. Pero Mónica ya contaba con el apoyo del ex juez Mariano Bergés, conocido por procesar al ex presidente Fernando de la Rúa e investigar la connivencia entre la barrabrava de Boca con la policía y los dirigentes. El impulso era otro. Y el futuro también: ambos fundarían la oenegé Salvemos al Fútbol, una organización para luchar contra la violencia y los negociados en el deporte más popular del país.
Mónica dice que es hasta el día de hoy que no volvió a saludar a los empleados. “¿Cómo puede ser? Yo defiendo al club”.
Y le respondían:
–Bueno, yo defiendo mi vida.
Esa dicotomía cruzaría toda su militancia.
Pelota pinchada
hora la noticia es otra: Mónica Nizzardo renunció a la organización que había ideado y presidía, cansada de absolutamente todo. “Me siento una estúpida”, “no hay vuelta atrás”, “la perversidad del fútbol argentino es extrema” y “la violencia en el fútbol no tiene solución” son algunas de las frases de la carta que subió a su blog.
Durante su gestión, Salvemos al Fútbol fue clave para el agite con el que los hinchas autoconvocados de Newell´s Old Boys de Rosario pusieron fin a la dictadura de Eduardo López luego de catorce años frente al club sin llamar a elecciones. De la misma manera lo fue para visibilizar las turbias gestiones de Rubén Pérez al frente del Comité Provincial de Seguridad Deportiva Bonaerense (CoProSeDe), denunciado en innumerables ocasiones debido a los fracasados operativos de seguridad y su complicidad con las barras.
Sólo dos ejemplos.
Sin embargo, tras seis años, Mónica Nizzardo decidió dar un paso al costado.
Dejá la lapicera
izzardo es bohemia desde su gestación. Su viejo era fanático de Atlanta, pero nunca quiso vincularse con la Comisión Directiva. Solía putearlos a todos. Se prestaba a colaborar en lo que fuera, pero más de una vez terminaba enojado. A veces rompía el carnet de socio, luego lo volvía a hacer. A causa de su activismo por recuperar la sede del club –que había sido vendida para pagar las deudas–, el apellido Nizzardo sonaba fuerte en la Comisión Directiva, por lo que invitaron a Mónica a sumarse como vocal.
Al comienzo, su idea era fomentar el departamento de cultura, mediante talleres de todo tipo. Quería aprovechar sus conocimientos como profesora de teatro. Más tarde, pasaría al área de prensa, y comenzaría a redactar actas de las reuniones de Comisión. Allí empezó a darse cuenta de cómo venía la mano en algunas cuestiones. Por ejemplo, las sospechosas visitas de uno de los consultores económicos preferidos del ex presidente Carlos Menem, Miguel Ángel Broda. Hincha de Atlanta, es quien ponía y sacaba plata del club a su antojo.
“Dejá la lapicera”, le decía Broda a Nizzardo, en alusión a los informes que Mónica redactaba. Ella se llenaba de bronca.
Siga, siga…
Soy una persona muy soñadora e idealista, y creo que si todos nos ponemos de acuerdo y un fin de semana no va nadie a la cancha, se demuestra quién tiene el poder. Pero es imposible que entre todos los ciudadanos nos pongamos de acuerdo. Me llené tanto de entusiasmo y no me pude equilibrar. Entonces me saturé. Llegó un momento que hice click. También tiene que ver con la hipocresía generalizada en la sociedad. Es decir, todos te felicitan, te llaman y te apoyan, pero te dicen: ´No des mi nombre porque no quiero problemas´”.
¿Las palabras de la Presidenta ayudaron a ese desgaste?
Superó todo lo inimaginable. Cuando escuché el discurso no lo podía creer. Le digo a Bergés: “¿Se puede denunciar a esta mujer?”. “No, Mónica”, me dice. Pensé: estamos todos locos.
¿Por qué?
No estaba sólo justificando las barras, sino haciéndoles un homenaje. ¡La mística de los trapos! Eso no fue casual. No es casual con Cantero (Javier, presidente de Independiente) adelante, cuando él, justamente, lo que estaba peleando en ese momento era dónde los barras guardaban los trapos. Nuestra propia Presidenta les estaba haciendo un homenaje a estos tipos en el paravalancha, como desconociendo que ese paravalancha tiene un poder y un precio.
Política de Estado
as palabras de Cristina Fernández de Kirchner fueron en el marco de la presentación del sistema SABER, una herramienta tecnológica presentada por el Ministerio de Interior y Transporte, a cargo de Florencio Randazzo. ¿La función? Impedir el acceso a los hinchas que tengan “captura recomendada” o cuyos derechos de admisión sean cuestionados por los propios clubes a la AFA.
La Presidenta contó anécdotas personales para graficar que lo que ocurre hoy en día en las canchas no es “inédito o nuevo” y que hasta las personas más “serias y circunspectas” pueden convertirse y arrojar una piedra debido a una falla arbitral. La Presidenta dixit:
“Últimamente se ha recargado mucho el tema de la violencia en el fútbol, de los barrabravas y la hinchada. Yo creo que en algunos casos, no en todos, con una clara intencionalidad política”.
“Es hacer un reduccionismo creer que solo un grupejo identificado puede generar un clima de violencia generalizada, lo hemos visto cuando hay una mala jugada. Lo que tenemos que lograr es que los referís cobren bien”.
“Es toda una mística llevar los trapos, defenderlos, después dónde los guardan. Como verán, estoy informada al respecto”.
“Cuando iba a la cancha, ¿saben qué miraba? La tribunas, lo que más me maravillaba. Esos tipos colgados en el paravalancha con las banderas que lo cruzan, arengando. Nunca mirando el partido, porque arengan y arengan. La verdad, mi respeto para todos ellos porque sentir pasión por algo, por un club, es estar vivo”.
Es la política, estúpido
Por qué hoy afirma, justamente usted, “la violencia en el fútbol no tiene solución”?
No tiene solución. Es lo que siento y por eso me voy. No tengo más fuerzas ni esperanzas. Es una cagada. No es que abandono esto porque tengo un proyecto. Eso es lo peor. Abandono porque no tengo más esperanzas de que esto cambie. Es terrible. El Estado ya no es que mira para otro lado, ¡sino que son todos cómplices! Grondona superó a todos los gobiernos. Las barras vienen desde hace varias décadas, pero lo que se hizo durante estos ocho años fue terrible: la legitimidad que se les dio.
¿La creación de la oenegé Hinchadas Unidas Argentinas (HUA) fue el extremo de esa legitimidad?
No lo podíamos creer. Nosotros hicimos la denuncia a partir del dato de que había una reunión. Estábamos previniendo a la justicia.
¿Qué reunión denunciaron?
La de Marcelo Mallo, un puntero político de Quilmes, con barras de todos los clubes. La denunciamos como asociación ilícita porque eran todas personas con antecedentes penales y no era nada bueno lo que estaban haciendo. Nosotros ya habíamos empezado a denunciar amenazas de la barra de Independiente contra los jugadores en la época de Comparada (Julio, ex presidente), en febrero de 2009. Bebote Álvarez y demás, en un partido en el interior, apretaron a los jugadores, que estaban durmiendo en el mismo hotel con la barra y los directivos. Si no ganaban, les tenían que pagar pasajes para ir al Mundial. A partir de ahí empezamos a estar alerta con el tema del Mundial. Y lo de Hinchadas Unidas superó todo. Mallo, que terminó figurando como presidente de Hinchadas Argentinas, decía muy convencido que era uno de los fundadores de Compromiso K.
La agrupación de Quilmes.
Sí, de ahí es Aníbal Fernández. No pueden decir que no se conocen. Después, cuando todos se le vinieron encima, el Gobierno les soltó la mano, pero no los desarmó, ni se sumó a las denuncias.
¿El financiamiento de esa oenegé venía de los propios negocios que tenían los barras en sus clubes o venía del Estado?
No, la idea era sacarlo de los planes sociales. Ya había antecedentes de programas sociales donde trabajaban barras. Alak (Julio, ministro de Justicia), cuando fue intendente de La Plata, tuvo de empleado al jefe de la barra de Gimnasia y Esgrima, Cristian El Volador Camilleri.
¿La idea era buscar apoyo político a través del financiamiento de los viajes?
Claro. Ellos querían conformar una oenegé. Tenían una sede, un petit hotel, en Junín al 100, a la vuelta de Salvemos al Fútbol. Nunca se supo de quién era eso, pero suponemos que lo conseguían a través de los punteros. Esto es lo más grave: los barras demostraron que cuando hay plata, pueden tener al lado a cualquiera, no importa los colores. Marcelo Mallo decía: “Bueno, la barra de Chacarita, ¿cuánto mueve? ¿500? Son 500 votos. Estos muchachos pueden hacer trabajo social”. Firmaron un pacto, pero a los 15 días ya lo habían roto porque se agarraban a piñas, dejando en claro que no les importa nada.
La reventa y otros descontroles
Solamente es necesario voluntad política para terminar esto?
Sin duda. Es muchísimo más fácil de lo que se cree. No te digo que se desarme en un par de meses, pero sí en un campeonato.
¿Por ejemplo?: una medida…
¿La reventa de entradas? Punto: a partir de mañana se imprime en un solo lugar y con un buen control en los ingresos se detecta cuál es falsa y cuál no. Aparte, no pasaría más por los directivos de los clubes. Entonces, qué pasa: protegés al directivo como Cantero, lo ayudás, no lo exponés a pelearse con la barra y evitás el “te doy, no te doy”. Él diría: “No tengo yo las entradas, no depende mí”. Es sacarle de las manos las entradas a los directivos. Eso es lo que no quieren, se ponen todos locos: es el negocio de la reventa. Y nosotros denunciamos la cadena completa. Y nadie se desliga de nada, nadie te explica de quién es la responsabilidad. Esto es así y no se puede hacer nada, dicen.
Ningún directivo desconoce la situación y, claramente, muchos son cómplices. Pero una cosa es entendible: por ejemplo, el presidente de Laferrere, si quisiera, no podría asumir una postura a lo Cantero porque prácticamente se inmolaría. No tiene el respaldo mediático que puede tener un club grande de primera división.
Yo lo entiendo perfectamente. A mí la gente de Newell´s me decía: “Yo denuncio, ¿pero a mí quién me protege?”. ¡Estábamos denunciando a la policía de Rosario! Y tienen razón. Por eso siempre digo: la primera instancia es la voluntad política. ¿Quién protege a los directivos? Bergés diría: “Nadie te obliga a ser directivo”. Pero yo lo fui y sé que hay muchos tipos buenos adentro de los clubes que no hacen nada por miedo. Está bien, podrían correrse. Y esta es la cagada y lo que no se entiende en los organismos de seguridad: tratan a los directivos como si fueran negociantes y estafadores y la culpa la tienen ellos. ¡Bueno, hacé algo! Vos sos Estado, tenés más poder que ellos. El derecho de admisión tiene que ponerlo el Estado, no el directivo. Porque a un tipo como Cantero, ¡lo protegés! ¿Cómo lo vas a exponer contra las barras?
¿Cuál es tu opinión de Cantero?
Cantero arrancó con mucha fuerza y estaba convencido de luchar contra las barras, pero ahora ya está: pasó a ser uno más. Eso también fue una desilusión para nosotros; una frustración, porque él aparece en Salvemos al Fútbol durante el mundial 2010, enterado de todas las denuncias que hicimos contra la barra de Independiente y lo que hicimos en Newell´s. Creímos realmente que iban a avanzar: ellos asumen como CD y siguen firmes contra la barra, a pesar de que nunca más pasó por Salvemos al Fútbol. Pero, en la primera época, se lo notaba muy convencido. Ahora ya está, se cansó. Yo lo entiendo, tenía dos opciones: renunciar y decir que era imposible o “vamos a salvar a Independiente”. Cuando uno llega a la comisión directiva, hay una deuda tan grande, la mayor parte es con AFA, no tenés libertad de acción, tu prioridad pasa a ser sacar al club de donde está. Y todo lo demás, si no tenés ayuda del Estado, es imposible. Y lo que menos demostraron desde el gobierno es querer ayudarlo.
Oremos
izzardo fue dirigente de Atlanta desde 2002 hasta 2005. Harta, estuvo un año desvinculada del fútbol, sin ir a la cancha. Volvió a la acción cuando le llegó el sobre con la citación al juicio oral. Le sirvió para tomar impulso.
Como presidenta de Salvemos al Fútbol también le tocó presenciar situaciones grotescas. En una reunión por el Mercosur en la cancillería argentina, Nizzardo cuenta que apareció una persona acompañada por el hermano de Luis D´Elía, como representante de deportes de la Federación Tierra y Vivienda. Y que se presentó diciendo: “Soy árbitro profesional y barra de Tigre”.
Recuerda Nizzardo: “Dijo que trabajaba de eso. Le pregunto si manejaba entradas. Y dice: ´Sí, pero no es nada, los de arriba manejan mucho más´. Y ahí empezó a contar cómo manejaba a 40 pibes que trabajaban con él. ¡Hacía trabajar de trapito a menores! O sea, ¿ese es el trabajo social en los barrios? El coordinador de la cancillería después me llamó pidiendo que no lo denuncie”. Pero ella denunció.
¿Qué resta esperar frente al actual escenario? Responde Mónica: “Seguir rezando y creer en Dios. Porque en el fútbol de hoy no hay más muertos solo porque Dios no quiere”, concluye.
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Ciudad Macri
Gobierno porteño bajo la lupa. Licitaciones privadas, obras para la foto. Irregularidades sin sanción. El “top six” de empresas favoritas. Tejes y manejes del subte y el metrobús. Datos sobre la gestión del espacio y las obras que se realizan en la ciudad de Buenos Aires.
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Mucho y nada
El espacio donde hoy funciona el predio conocido como Costa Salguero dejó de ser público en 1991, durante la presidencia de Carlos Menem, cedido por ley nacional al Gobierno de la Ciudad por un plazo de 30 años. Sin perder tiempo, el 1° de mayo de aquel año la empresa Telemetrix SA obtuvo la concesión.
Se calcula que actualmente paga 100 mil pesos de canon y recauda un millón mensual entre las 23 subconcesiones que ocupan las 17 hectáreas.
Telemetrix SA fue fundada por Luis Alberto Gutiérrez y Federico León Bensadon, quienes también son titulares de la empresa constructora EMACO SA. Son contratistas del gobierno porteño, además, en la remodelación de la fachada de la Estación Retiro y en un plan habitacional en villa La Cava, entre otras 9 obras.
Otro dato: en Costa Salguero celebró Mauricio Macri su casamiento con Juliana Awada y en sus salones se festejó también el triunfo del PRO, en la segunda vuelta de las elecciones porteñas, en julio de 2009.
La historia del edificio del ex Padelai (San Juan y Balcarce, barrio de San Telmo) es un caso emblemático de cómo se generan las políticas de exclusión en la Ciudad de Buenos Aires. En 2003, 60 familias fueron desalojadas a palazos y gases por el gobierno de Aníbal Ibarra. Seis años más tarde, Macri cedió el predio gratuitamente y por 30 años al Centro Cultural de España en Buenos con una única condición: que presentara plazos para realizar las obras y la línea de la programación cultural. A principios del 2012 el CCEBA se sinceró: no podrían construir y sostener el centro. “Con los ocupas no podemos”, ampliaba un comunicado emitido desde la embajada española. Se referían así a las 42 familias que ingresaron para reclamar sus derechos. Son integrantes de la Cooperativa de San Telmo, titular de las escrituras y el certificado de dominio del predio. Allí planean mantener una serie de cuartos donde puedan vivir las familias, a la vez que proyectan en la planta baja la edificación de una galería cultural a cargo de organizaciones sociales y artistas independientes y hasta un centro médico.
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En el banquillo
Cuatro profesionales del Hospital Garrahan irán a juicio por defender sus derechos. Es la consecuencia de aquel conflicto de 2005 que logró la atención mediática sobre la gestión de la salud pública y que, por primera vez en 14 años, se otorgara un aumento salarial para sus trabajadores. Cómo está hoy la salud del mejor centro infantil del país. Lo que está en juego. Lo que se ganó y todavía no se perdió.
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