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Doctor Contagio

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Damián Verzeñassi, organizador del Congreso hace un balance de este encuentro: qué es la ciencia hoy, para qué y para quién trabaja. Cómo se logró financiar, qué conclusiones deja y por qué lo sintetiza como un abrazo. Lecciones de cómo cuidar la salud de la resistencia.

Doctor Contagio

«Este congreso es como un partido de rugby”, dice el médico Damián Verzeñassi, juez y parte del evento. “Cada uno tiene su posición en la cancha, pero en un determinado momento hay que hacer un scrum, porque si no el equipo contrario avanza”. Damián habla de rugby, pero su actitud de estos días parece futbolística: tira el centro y va a cabecear.

Su equipo está conformado por estudiantes de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario, donde Verzeñassi es docente en la cátedra de Salud Socioambiental y responsable de la Práctica Final de la carrera, que consiste en realizar estudios epidemiológicos junto a y en distintos pueblos del país. Los llamados “campamentos sanitarios” son la demostración empírica de lo que se habló en el Congreso de Ciencia Digna, durante la semana de junio en que el equipo rosarino se juntó con otros jugadores para hacer un scrum. El partido que están jugando implica las siguientes tácticas: salir de la facultad, pisar el territorio, poner al médico cara a cara con el pueblo, aplicar una medicina integral, producir datos científicos para la comunidad, hacer un diagnóstico de la realidad, motorizar cambios.

Queda claro que está en juego ganar, pero jugando dignamente.

Algo de esto habrá contagiado a la Universidad Nacional del Chaco Austral, de la localidad de Roque Sáenz Peña, de donde convocaron a Verzeñassi para ser decano de la carrera de Medicina. Allí se abre otra trinchera, a la que se suma el revolucionario plan de estudios de la carrera de Medicina de la Universidad de La Matanza. “Si las enfermedades se contagian, la alegría también se contagia”, dirá Damián, como filosofía terapéutica.

La ciencia digna también parece contagiarse, como demuestra la replicación del modelo de estudios que empezó en Rosario hace 12 años y que se esparce por el país, y como demuestra este nuevo Congreso.

El abrazo

¿En qué momento estamos?

Desde la facultad lo que siempre quisimos hacer fue estimular los encuentros, pero no por una cuestión poética -que no estaría mal-, sino porque sin encuentros no es posible la marcha en conjunto. Entendíamos que estábamos acá haciendo unas cosas, otros haciendo otras cosas en otros lugares, pero que en los territorios están los polos de lucha, muchas veces soportando la más absoluta soledad. Porque el 100% de las comunidades no está todavía de acuerdo en la lucha por la defensa de nuestro territorio y nuestra vida. Entonces, cuando empezamos a pensar los congresos de Salud Ambiental, los proyectamos con la idea de que sirvan como esa especie de área de descanso: un descanso activo. Un descanso que permite recargar energía a partir de encontrarnos con otros que están en luchas similares. Nos estamos re-descubriendo, nos estamos re-encontrando y fortaleciendo. Quienes están ahí al acecho para castigarnos, para silenciarnos, para instalarnos el miedo a querer hacer, a querer pensar, el miedo a hacer diferente, lo han hecho muy bien a lo largo de cientos de años, y en los últimos cincuenta años particularmente bien. Los proyectos genocidas están más vigentes que nunca hoy en el mundo. Siento que en este encuentro esto fue puesto arriba de la mesa y lo que necesitamos hacer ahora es advertirlo y abrazarnos.

Señalás que ese trabajo de desgaste y de desmoralización el sistema lo hace muy bien. ¿Se trata de mejorar, entonces, la calidad de la resistencia?

De ir más al fondo, en todo caso. En este congreso nos pusimos como eje poner en discusión qué es la ciencia. Esta pregunta estuvo presente en casi todas las mesas que se hicieron y no fue casualidad: fue puesta ahí, justamente, porque lo que tenemos que debatir es ése paquete tecnológico, ese paquete científico, esa herramienta de dominación que se instaló en el lugar de la “ciencia”. La ciencia dogmática, la ciencia hegemónica, la ciencia de la modernidad sustentable, que se presentó como la única posible para poder justificar desde ahí un único modelo y una única forma de entender el mundo posible. Eso debe ser contrarrestado con trabajos de calidad, con trabajos serios, con trabajos cargados de pasión, porque sin pasión el mundo y la ciencia no pueden existir. Trabajos que se propongan construir otros saberes, otros conocimientos, a partir de los intercambios y a partir, fundamentalmente, de recuperar la palabra y el entendimiento con el otro, con el diferente, porque tampoco es posible avanzar solamente con los que pensamos igual.

Ciencia y conciencia

Raúl Zibechi plantea que no existe la “ciencia digna”, sino los científicos dignos. Los chicos del EMISA de Universidad de La Plata sumaron la idea del afecto como motor de cualquier investigación. Y en otra mesa se relató que se hace difícil trabajar con científicos, si éstos, por ejemplo, son golpeadores de mujeres. Más que la ciencia, o incluida la ciencia, todo indica que es el tejido social lo que hay que reconstruir…

Creo que lo que existen somos los seres humanos que podemos o no asumir con dignidad el rol que nos toca vivir. Quienes asumen con dignidad su tránsito, su paso por esta forma de vida, y quienes deciden hacerse los distraídos para poder pasarla bien. Creo que nosotros tenemos que recuperar… En principio, tenemos que recuperar la humildad. Mientras sigamos creyendo que somos el ombligo del mundo, mientras aquellos que hacemos ciencia, los que estamos en la academia, los que estamos en los movimientos sociales, los que estamos haciendo nuestra actividad cotidianamente, creamos que los únicos buenos que estamos haciendo las cosas bien somos nosotros, el enemigo va a avanzar y nos van a seguir destruyendo tal como nos destruyen actualmente. Me quedé pensando en esto de los científicos dignos: uno no puede ser digno si es soberbio, y nosotros muchas veces lamentamos sentir esto entre nuestros compañeros, nuestros amigos, aquellos con quienes debemos construir, porque si bien podemos compartir algunas perspectivas del mundo, pareciera que en vez de estar en una construcción colectiva de una sociedad mejor, estuviésemos discutiendo la marquesina de una obra de teatro de la calle Corrientes. Este Congreso intenta convocar a pensar desde la humildad cúal es nuestro rol y cúal es la posibilidad real que tenemos de aportar, en serio, a construir otra sociedad. Quizá eso sea ser digno.

¿Esto incluye salir, necesariamente, de la ciencia tal cual como está encasillada hoy?

Es que los científicos, si no empezamos a dejar de ser los científicos y empezamos a ser parte de las comunidades, estamos fritos. No se puede hacer ciencia digna sin conciencia y agregamos: no se puede tener conciencia sin sentimientos. Los sentimientos son inherentes a la cuestión humana, aunque nos hayan querido convencer de lo contrario. Recuperar los sentimientos es un paso fundamental para recuperar el sentido de la vida y la dignidad.

¿Cómo se transmite eso, que no es un saber, sino una sensibilidad, una mirada?

Nosotros tenemos en la facultad de Ciencias Médicas de Rosario un lema que hemos instalado a partir de nuestra gestión: la solidaridad se contagia. Entendemos que si las enfermedades se contagian, la alegría también se puede contagiar, la solidaridad se puede contagiar, el amor también. El contagio no es una mala palabra. El contagio tiene que ver, también, con este compartir, con este intercambiar. No hay contagio sin intercambio, no hay intercambio sin compartir, sin espacio común. Me parece que estamos en un momento histórico y político en el que o nos animamos a intercambiar lo que sabemos, o no va a haber posibilidad de que nos pensemos como especie por mucho tiempo más. Quizá parece sombrío, quizás lo es; no hay, al menos desde nuestro punto de vista, un margen muy grande para seguir haciéndose el distraído.

Frente a esta idea del futuro negro, ¿cuáles son los presentes alentadores?

No es posible plantearse una estrategia terapéutica adecuada si no se tiene un diagnóstico adecuado y correcto. Y para hacer un diagnóstico correcto, lo que no se puede  hacer es ocultar la realidad. Cuando uno tiene que hacerse un análisis y dice: ‘dos semanas antes dejo de comer con grasas para que me de bien’, uno se está mintiendo. ¿Qué sentido tiene ese análisis? Este encuentro estuvo pensado para arrancar con diagnóstico sombrío y cerrar con experiencias concretas que demuestran que es posible, porque ya se está haciendo, construir otro tipo de territorio, otro tipo de realidad, a partir de la condición y el diagnóstico acertado de cuál es el momento histórico que estamos viviendo. No irnos con la idea de que está todo mal, porque sí: está todo mal, pero también estamos nosotros, intentando construir otra cosa.

La expulsión universitaria

¿Qué autocrítica puede hacerse de los sistemas de ingreso para que la universidad pública y la ciencia sean menos expulsivas?

Todas las otras facultades de Medicina del país, salvo Rosario, tienen un sistema de restricción en el ingreso que es extraordinariamente elitista, que se sostiene en una lógica darwiniana de la supervivencia del más apto, y que nada tiene que ver con estimular el compromiso social, con estimular una vinculación amorosa entre el que aprende y el que enseña. Ojo: no digo entre el docente y el estudiante, sino entre el que aprende y el que enseña. Rosario es hoy un ejemplo de enseñanza de la medicina con calidad desde la masividad: tenemos el ingreso más importante del país. Rosario en este momento tiene más estudiantes brasileños estudiando medicina que la facultad completa de Londrina o la de Campiñas. Curitiba tiene en toda su facultad de Medicina, menos estudiantes que nosotros en los tres primeros años. No digo que esté mal ni que esté bien: es un dato objetivo. En medicina lo llamamos un signo: un signo de que algo pasa. ¿Hay que venirse hasta Rosario para poder estudiar medicina teniendo la facultad en Tucumán, en Mendoza, en Córdoba o en Salta? Nos hace pensar que algo está ocurriendo. Si no tenemos estudiantes de medicina en Salta, en Formosa, en la Patagonia, bueno: tenemos que comenzar a preguntarnos qué estamos haciendo. La universidad pública necesita hacer esa autocrítica, que evidenciaría el reconocimiento de que asumió como propio el discurso y la lógica del mercado, la oferta y la demanda, para definir la política de ingreso en sus universidades. Escuché esta semana a muchos disertantes criticar a esta ciencia del paper, a esta ciencia productivista que se nos ha impuesto y me preguntaba ¿cuántos papers publicó Albert Einstein? ¿Su aporte es cuantitativo o cualitativo? ¿Cuántos trabajos científicos tiene publicados en revistas internacionales Galileo Galilei? Me imagino a un Copérnico siendo evaluado como se evalúa hoy a los científicos: ‘Ah, no: vos hace cuatro años que no publicás  nada nuevo, aparte de que la tierra gira alrededor del sol, así que te quedas afuera de la universidad’. Esta es una lógica absolutamente anti científica.

Todo bien con los Copérnicos y los Galileos, pero pienso en estudiantes como Nicolás o Giovana, que están arrancando el oficio, y no sé si publicaron papers, pero  sí que fueron a varios campamentos sanitarios. ¿Cómo validar social y académicamente otro tipo de trabajos de investigación, para que sean otros los valores que generen el reconocimiento?

Esto que decís para mi es vital porque desmitifica que los logros son individuales. Si nosotros podemos hacer la Semana de la Ciencia Digna con más de 530 inscriptos y  más de 70 panelistas invitados sin un solo centavo puesto por ninguna industria de nada, simplemente es porque la gente que vino pagó su inscripción, porque hay una decisión política de la facultad de apoyar esto con presupuesto propio, porque los docentes de la Práctica Final donaron parte de lo que ganaron como sueldo del año pasado para que el congreso pueda realizarse y porque el área de formación docente que tenía presupuesto asignado decidió que se destine no solo para formación docente, sino para toda esta semana. Eso es solidaridad y es compromiso político. Nosotros pudimos hacer esta Semana, entonces, no porque haya una persona que es super inteligente y es capaz de todo: la hicimos porque hay 65 voluntarios, estudiantes en su gran mayoría, que juntaron las faltas de todo el cuatrimestre para poder estar esta semana acá o se fueron cubriendo para poder venir en las horas que no estaban cursando, aunque dentro de 15 días tengan examen final. Pudimos hacer esto porque tenemos un compañero en la Práctica Final que, mientras tanto, está garantizando los campamentos sanitarios; porque tenemos en Servicios Ambientales otro compañero garantizando el cumplimiento de la materia que ininterrumpidamente se dicta desde el año 2004, cuando en la facultad todavía éramos oposición y no teníamos todo el apoyo institucional. Pudimos hacer esto porque tuvimos un área de formación docente que definió que no se puede formar a los docentes como si estuviesen en una burbuja: tenemos que formarlos desde el entendimiento y el compromiso con lo que está ocurriendo a partir de que lo vean, por eso era tan importante que estuvieran viéndolo a Fabián Tomasi, dando testimonio sobre su enfermedad producida por los agrotóxicos, y a los vecinos de Concordia que estuvieron presos por haber defendido el derecho a la salud y la vida y por haber impedido el avance de los camiones de fracking. Se puede hacer porque la Facultad de Ciencias Médicas sigue teniendo un equipo de gente que está en condiciones de llevar adelante no sólo este congreso, no sólo esta semana de ciencia digna, sino la actividad cotidiana, esa que hace necesario que cada dos años necesitemos encontrarnos y mostrarnos lo que hacemos unos a otros para  darnos un poco más de fuerza. Nada de todas estas cosas las sabíamos hacer antes: las fuimos aprendiendo, haciéndolas. Que las acciones vayan antes que la posibilidad de teorizar no significa que esas acciones estén construyendo una revolución. Esa revolución es, también, parte de la construcción de una nueva teoría. Hubo 11 países acá, casi todas las provincias, movimientos sociales de todo el país, de todos los movimientos afectados por los modelos productivos: me parece que eso también hace a una construcción diferente de la ciencia, de las universidades, de los saberes. Vale la pena, entonces, tomarnos unos días para escucharnos, para replantearnos lo que hacemos y redefinir estrategias del avance colectivo.

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Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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Artes

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

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“Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”. Con esa consigna trabajadorxs de las artes escénicas salieron a exigir la derogación del decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro y pone en serio riesgo al sector teatral independiente. Hubo color y calor, pese a los tiempos oscuros y fríos. El apoyo de la gente en la calle, el fondo del planteo, y la inesperada reacción de Pluto.

Por María del Carmen Varela. Fotos: Sebastián Smok

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

El público en la calle, sumándose al reclamo en favor del Instituto Nacional del Teatro.

La cita fue en la puerta del cine Cacodelphia, en Diagonal Roque Saenz Peña 1150, desde donde partió la colorida y ruidosa caravana que dobló por 9 de Julio y continuó por Av. Corrientes, hasta llegar a Rodriguez Peña. A las dos de la tarde el tramo de la Diagonal entre Lavalle y Corrientes fue punto de encuentro para actores, actrices, músicxs, bailarinxs, cirquerxs y zanquistas que engalanadxs con trajes de colores, vestidos de puntillas, tapados simil piel y elegantes sombreros le pusieron alegría y movimiento a una lucha que viene desde hace tiempo y se agudizó con el decreto que pone fin a a la autonomía y financiamiento del INT, entre otros organismos afectados. Una de las consignas: “Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

¿Quién dijo que hace frío?

Al grito de “Señor, señora no sea indiferente, estamos defendiendo el teatro independiente” la caravana de la cultura logró su objetivo. Irrumpieron sobre el carril peatonal de una Avenida Corrientes poblada de gente en plenas vacaciones de invierno y nadie quedó indiferente. Aplausos, bocinazos, brazos en alto y muchas gargantas se unieron al canto. El reparto de volantes con el logo de ENTRÁ –Encuentro  Nacional de Teatro en Resistencia Activa– puso palabras al reclamo:

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

¿Te imaginás la calle Corrientes sin teatros?

Las luces apagadas, las pizzerías vacías

Los artistas callejeros sin público

¡Esta peatonal es orgullo nacional!

Y eso es gracias a nuestro teatro

Hoy, nuestro teatro llena la calle de música y color

en este desfile en defensa del Instituto Nacional del Teatro

que para quienes se pregunten ¿qué es y de qué sirve?

Para fomentar y garantizar que el teatro llegue a todo el país

Hace dos meses, el gobierno firmó el decreto 345 que vacía al Instituto

con argumentos falsos sobre su funcionamiento y financiación

¡Al INT, que con los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar,

produce obras, abre salas, genera trabajo y construye cultura e identidad federal!

¡El Instituto no solo implica poco gasto, sino que genera tanto valor!

¡Defendámoslo!

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Las familias y el apoyo a la creación, al arte y al significado del teatro.

El teatro que habla y Pluto en marcha

Nora es una de las mujeres que no resultó indiferente. Mientras paseaba por Corrientes se topó con la caravana y se sumó con canto y aplauso. “Me resulta muy conmovedor porque están defendiendo lo más precioso que tenemos, nuestra posibilidad de seguir creando. Esta puesta en escena me emociona, es poner en escena el deseo”.

¿Vas al teatro? “Todo lo que puedo, cuando puedo pagarlo”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Los besos vuelan.

Las niñeces se sintieron muy atraídas por la caravana y no dudaban en acercarse a saltar y aplaudir. Frente al Teatro General San Martín, hicieron una parada y allí el Teatro habló:

  • Ay, ay, ay, me duele todo
  • Teatro, ¿qué pasa?
  • ¡Me dieron una piña en la cara! Y en la panza y en las piernas. ¡Me tiembla todo!
  • ¿Por qué?
  • ¡Quieren desmembrarme!
  • ¿Quién?
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  • El teatro explicándo por megáfono la situación.
  • El decreto 345 quiere vaciar mi instituto
  • ¿Al instituto  que produce obras y abre salas en todo el país? ¿Al instituto que genera trabajo y construye cultura e identidad?
  • Sí. (El Teatro llora y casi se desvanece)
  • ¡Cuidado el teatro se desmaya!
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  • Al teatro le da un soponcio.
  • Yo les juro, no hice nada, el instituto recauda los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar, pero parece que no sirvo para nada
  • ¿Qué serían las noches sin tus risas y tus lágrimas? ¿Sin tu forma de imaginar? ¿Sin que nos animes a encontrarnos?
  • ¿Alguien vio un teatro? (Señalan a los distintos teatros de calle Corrientes y gritan: ahí, ahí)
  • ¡Quiero vivir! (grita el Teatro).
  • Si, acá estamos y nos organizamos– replican todas la voces.
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Pluto junto a las familias en la calle, observando y aplaudiendo.

La escena de un Teatro golpeado pero en resistencia, revitalizado por la suma de voluntades que lo quieren vivo, se repitió en la puerta del Teatro Astral, donde mucha gente salía de una función infantil. Una vez más, muchxs se acercaron y acompañaron. Pluto, o la persona con el disfraz del famoso perro creado por Walt Disney, saludaba niñxs a su paso aprovechando la alta concurrencia del Astral.

Una vez finalizada la performance del Teatro que quiere seguir contando historias, la caravana emprendió el regreso hacia el lado del Obelisco. Y hasta Pluto decidió abandonar el teatro comercial y se sumó a la fiesta del teatro independiente, mientras otra mujer con su familia se hacía oír con cuatro palabras: “¡Que viva el teatro!”

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Más allá de tu vereda: un documental sobre personas en situación de calle en CABA

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Más allá de tu vereda.

Así, a secas, es el nombre del documental que acaba de estrenarse. 

No es un documental más. Así se llama el programa de radio de y para personas que viven o vivieron en la calle, que se realiza semanalmente en la organización Sopa de Letras. Esta cobija y aborda la problemática así como la salud mental, desde hace más de 10 años en el barrio porteño de Parque Patricios.

El documental explicita la importancia de la radio, el valor de la comunicación, la potencia de lo colectivo, la necesidad de comunicarse, y que alguien escuche del otro lado, o mejor aún: al lado. Y también refleja la historia de Víctor Rodríguez Lizama, su director, que tiene 64 años y vivió varios en situación de calle.

El Cuervo, como le dicen a Víctor por su fanatismo por San Lorenzo, visibiliza en primera persona junto a otrxs protagonistas lo que se ve a diario, pero no tanto. Lo que se sabe, pero no tanto. 

En Más allá de tu vereda, Víctor entrevista a muchos de los integrantes del programa que se emite en Radio Parque Vida (105.9) desde hace más de tres años.

Marcela dice que antes sólo escuchaba. Y que ahora se animó a decir.

Luciana dice que perdió un poco la timidez. Y que, quizá, eso la ayudó a crear la sección “la música que nos hizo”. 

Cata dice que encontró un espacio para hacer arte. Para animarse a leer sus poesías.

Alicia dice que antes hablaba “poquito”. Y que ahora “habla un poquito más”. 

Lautaro habla cuando llora, emocionado. Dice que no tenía experiencia. Y que ahora se sorprende de sí mismo.

Juan Bautista dice que es el encargado de informar las noticias. Y que ahora sí, alguien escucha su punto de vista.

Cristian dice que está más atento a su alrededor. Tanto, que ahora se anima a opinar.

Víctor dice que hasta no hace mucho, había personas que no agarraban el micrófono. Y que ahora no lo quieren soltar.

Termina el documental, con una última imagen; pantalla en blanco y una sola línea en letras negras.

«A todos los que estuvieron en situación de calle y ya no están».

Hay aplausos, hay felicidad, hay valoración. 

Hay orgullo.

Luego, se abre el micrófono para que quien quiera diga lo que quiera. 

Jorgelina: “Hagamos más radios”.

Adrián: “Podría estar en cualquier otro lado, haciendo cualquier otra cosa en este momento y gracias a ustedes estoy acá, me ayudaron un montón desde lo emocional”.

Cierra Víctor Rodríguez Lizama, con la remera puesta de su San Lorenzo querido y su pelo repleto de canas:

“La finalidad de este documental es mostrar cómo a través de la salud mental podemos llegar a la gente invisibilizada, que está ignorada. Ojalá que se reproduzca en otros lugares, que sirva de herramienta para salir adelante. Hoy hay mucha más gente viviendo en situación de calle. Además de haber vivido mucho tiempo, participé de los censos populares. Recientemente censamos en la comuna 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución) y sólo acá contamos 1480 personas, por donde vos camines están. En la olla popular que hacemos en el Parque Lezama se ve algo similar al 2001. Más personas en calle y más hambre”.

Detrás del Cuervo hay un pizarrón donde se completa al nombre de su documental: 

“Más allá de tu vereda,

hay otra realidad,

atrás de tu puerta”.

Al costado, un mural con un puñado de palabras escritas en letra cursiva: 

“Hasta que no quede ni una sola persona en situación de calle, 

allí seguiremos estando”.

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