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Mad Men

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Héctor del Piano y la publicidad en clave de historia argentina. En los años 60 fundó la primera agencia de publicidad que utilizó el marketing. Creció y se expandió hasta chocar con una pesadilla: la dictadura. Durante un año participó de la campaña para maquillarla. El resultado fue una crisis que lo llevó a abandonar la agencia. Volvió a ese ring con la democracia. Sobrevivió al terremoto del 2001 y a Petrobras. Una historia de película contada por un personaje que aprendió a perder.

Mad Men

Cuando le tengo que explicar a la fotógrafa a dónde vamos le digo: “¿Viste Mad Men? Bueno: vas a conocer a Cooper”. Al toque, entiende y se entusiasma. El código funciona para los fans de esa serie que cosechó premios y elogios por contar magistralmente la historia norteamericana de la década del 60 desde un territorio majestuoso: la publicidad. Es cierto que su protagonista, Don Draper concentró toda la atención, tal como siempre sucede en una agencia de publicidad: los creativos atrapan. Pero quien haya prestado atención a la exquisita trama que borda Mad Men sabrá que el bombón de Draper era el cuerpo, pero el viejito Cooper el alma. Fundador de la agencia, sabio y refinado, su presencia era imperceptible, pero también imprescindible. Sin él, ese mundo no tenía límites.

Cuando le tengo que explicar a Héctor Del Piano quién es la fotógrafa, le digo: “Es Richard Avedon con flequillo”. Al toque, entiende y se entusiasma. El código funciona y eso significa que del otro lado del teléfono hay alguien que es fan del fotógrafo norteamericano a quien el diario The New York despidió así: “Sus fotografías de moda y sus retratos de personalidades ayudaron a definir en Estados Unidos la imagen de la belleza y la elegancia”.

Entiendo por qué funcionó el código cuando llego a su casa. Héctor Del Piano vive en el edificio más bello y elegante de esta ciudad. Se lo digo mientras admiro el ventanal del inmenso living desde el cual se puede ver el jardín del Museo de Arte Decorativo. Me responde sin modestia, pero también sin jactancia: “Lo sé. Lo compré en un remate en 1976”.

La fecha corta como una navaja lo que comenzaba a ser una inocente, por vacua, charla.

La vida de Héctor Del Piano convierte a Mad Men en una postal de Disney. No sólo porque es más interesante y mucho, mucho más cinematográfica, sino porque sus desafíos fueron, nada menos, los de la historia argentina.

Él es una película y también un personaje. No sólo por lo que vivió, sino porque tiene la belleza y elegancia de la palabra: sabe contarla.

Los dos sabemos por qué estamos reunidos y para qué: Del Piano participó de la campaña diseñada por Burson-Marsteller para maquillar a la dictadura argentina. El tema no es bello ni elegante y la tensión inicial comienza a diluirse cuando comprende, rápido, muy rápido, que no estoy allí para interrogarlo.

Me doy cuenta así, rápido, muy rápido, que Del Piano es sabio.

El jugador

Estamos en Argentina y en 1960. Del Piano es hijo de una madre separada -algo muy audaz para la época- estudia Derecho, luego de terminar el secundario en el Carlos Pellegrini. Comienza allí su formación en la disciplina que templó su carácter: el juego. “Salía todas las noches, tomaba, apostaba: era un díscolo, un dolor de cabeza, un tiro al aire”.

Las deudas de juego lo llevaron a desplegar una habilidad inesperada: la venta. “Vendía unos planes de ahorro y préstamo para la vivienda. Y era bueno: ganaba bastante plata. Fue por entonces cuando en un almuerzo con mis ex compañeros del Pellegrini, el amigo de un amigo –habían hecho juntos la colimba- me dice: ‘¿Querés venir a trabajar a la agencia?’ Y ahí empecé”.

Tenía 21 años, la agencia se llamaba Monogram y su trabajo era el de contact-man: el que seducía a los clientes.

La agencia la había fundado Crisólogo Larralde, un político radical. “Era chica, prácticamente monocliente: la firma de cosméticos Helen Curtis era la principal y única cuenta que atender. Hellen Curtis era en aquel momento la más importante compañía de cosmética capilar: la que introdujo en esa industria el aerosol, las tinturas, el shampoo, todo. La firma era norteamericana, pero acá tenía un representante, don Federico Clérici, un señor mayor que tenía un hijo, Fredy, que había sido compañero del Nacional Buenos Aires de Horacio Odonell, el que me propuso trabajar en la agencia. Fredy era un joven bondadoso, que tiempo después se metió en la política y fue elegido diputado por la Ucedé, el partido de Álvaro Alsogaray. ¿Viste que todos los políticos honestos mueren jóvenes? Bueno: Fredy murió muy joven. Una pena: era un muchacho encantador”.

Del Piano aprendió en Monogram rápido, muy rápido, de qué se trataba ese negocio. A los dos años, fundó su propia agencia con su socio, Horacio Odonnell, y una cuenta: Helen Curtis. “Fue un robo, una vergüenza, pero así son las cosas en el mundo de la publicidad”.

¿Había mujeres en ese mundo?

Sí: el departamento de Medios siempre fue propiedad de las mujeres. Es el que se dedica a diseñar en qué medios pautar. Y a comprar los espacios. Ese fue un terreno siempre femenino durante 50 años, no sé si ahora cambió. Creo que el origen  es que la que llamaba a Clarín para reservar el espacio para un aviso era la secretaria, y así se fue creando el hábito de que esa era una tarea de las mujeres.

Fundar su propia agencia ¿fue una apuesta? Yo era un irresponsable, pero Horacio era un tipo serio, tenía familia y obligaciones que atender. La idea se me ocurrió enseguida que entré, pero Horacio me pidió que me formara y durante un año estudié marketing en el único lugar que había en ese entonces, la fundación de Altos Estudios. En tanto, lanzamos un shampoo de Helen Curtis con Karen Pistarini como modelo. La marca se llamó Suave y la campaña  fue un éxito, pero el producto fracasó: fue el primero que mezclaba shampoo con acondicionador.

Nace el marketing

Del Piano y Odonnell bautizaron a su agencia Diálogo. “Fue la primera del país dedicada al marketing”. Comprender esto en tiempos en que marketing y publicidad se convirtieron en sinónimos no es fácil, pero Del Piano sabe explicarlo: “Fuimos los primeros en hacer estudios de mercado, encuestas, focus group (que son las reuniones de personas observadas tras una Cámara Gesell para detectar tendencias, deseos, gustos, modas), investigaciones. Al principio éramos una agencia de porquería, chiquita, pero empezamos a crecer y a crecer porque sintonizamos justo con la onda del marketing, que desplazó a la onda de los creativos que dominó los años 60.”

¿Por qué el marketing se convirtió en el nuevo dios? Del Piano sabe la respuesta: “Porque racionaliza. Racionaliza las comunicaciones, la comercialización y la inversión. Veníamos de la post guerra, que produce un mercado de demanda. Vos hacés algo y la gente lo compra. Punto. Son tiempos regidos por la necesidad. Pero la pos guerra terminó y la industria se expandió. Pasamos, entonces a tener un mercado de oferta: hay más productos que necesidades. Y más marcas, más competencia. Comienza así una etapa en la que publicidad era necesaria para alentar el consumo. Y las agencias tenían para ofrecer grandes creativos. Geniales, pero sin contacto con la realidad de quien fabrica un producto. El marketing saldó esa diferencia: le dio a la industria un elemento racional para justificar su inversión publicitaria. Le mostraba estudios sobre amas de casa que usaban tal aceite, cómo lo usaban, qué freían, si les resultaba cómoda la botella. Y luego, el aviso. Y al dueño de la marca de aceite ya no le parecía que hacía ese aviso porque sí, sino porque la agencia escuchaba al mercado y, con la información que obtenía, alimentaba a los creativos que ideaban ese aviso. Así fue como el marketing pasó a dominar el trabajo de las agencias”.

Diálogo se fundó en 1967. Del Piano tenía entonces 25 años y había encontrado el remedio para curar su adicción. “Todo lo que me daba el juego, lo encontré en la publicidad”.

Los años 70 le dieron a a su agencia el vuelo que la llevó a mudar sus oficinas a la calle Cerrito, símbolo de la modernidad porteña. Ya sumaban más de 50 empleados y cuentas generosas, como Grafa, un emblema de la industria textil criolla.

Una campaña de terror

El 28 de diciembre de 1978, día de los Santos Inocentes, Del Piano vendió su agencia.

¿Por qué?

Disfruté muchísimo la profesión. Soy un tipo que he tenido suerte. Mi trabajo  me permitió crecer, comprar este departamento, viajar y criar a mis hijos. Trabajaba 24 x 24. Pero me divertí. Y la pasé bien. Y en un momento ya no la pasaba bien. Tuve una crisis personal y resolví irme del mundo de la publicidad.

¿Esa crisis coincidió con su trabajo para la agencia Burson-Marsteller?

Burson-Marsteller nos convoca en 1976. La agencia la vendí en 1978.

¿Pero fue ese trabajo el que provocó su crisis?

Sí.

¿Fue el trabajo que hizo para la dictadura?

A nosotros nos convoca Burson-Marsteller para hacer un trabajo para el gobierno argentino. Y lo hacemos durante un periodo de tiempo corto. Teníamos una agencia de publicidad en Madrid, que estaba prendida fuego. Por eso nos convocaron: porque era un trabajo para hacer en el exterior. Lo hicimos un ratito y después nos rajamos porque fue una cosa horrorosa…

¿De dónde rajaron?

Del trabajo con el gobierno.

¿Que vio usted ahí?

No sabíamos ni qué era. Fue espantoso, fue un mal momento. Te diría que a mí me precipitó una crisis personal. Cuando estás pegado ahí no es que podés decir: “Bueno, chau”. Hay que aguantar hasta poder soltar.

¿Usted con quién trataba? ¿Con Martínez de Hoz?

No, no, no. Fue una cosa increíble… Nos llama  un señor que yo conocía, un señor mayor, y me pregunta: “¿Ustedes tienen una agencia de publicidad en Europa?” Sí. Madrid en ese momento era cero publicidad. Nosotros éramos los tarzanes de la publicidad. Entonces me dice: “Me pidieron que te convoque porque se enteraron de que tenés una agencia de publicidad en Madrid y hay una cabecera de puente –me acuerdo las palabras- hay una cabecera de puente con Europa”. Entonces fui…

¿Quién era el que lo llamó?

Un señor que ya falleció, un amigo mío personal, que no tenía nada que ver… Y bueno: ahí me relacioné con la Secretaría de Comunicación, que estaba en manos de ( el capitán de navío Carlos) Carpintero. Pero ellos ya habían contratado a Burston-Marsteller. Entablamos una relación, nos pidieron un plan de comunicación de “Imagen de la República Argentina”, no del gobierno. Hicimos una investigación a la que no le dieron ni cinco de bolilla, trabajamos un tiempito, se terminó el contrato y nos rajamos.

¿Y esa investigación que resultados dio?

En ese momento todos dormíamos. Por lo menos yo, dormía. Para mí era Isabelita y el golpe. Vino el golpe y nos llamaron: tenés que ir… Nos hablan de un trabajo sobre la imagen de Argentina en el exterior. ¿Desde qué ángulo? Desde cómo nos veían a nosotros cultural y económicamente. Y qué teníamos que hacer para sobrellevar la imagen. Me acuerdo que uno de los resultados importantes era que teníamos que dejar de hablar del gaucho. Que teníamos que hablar más de la parte industrial…

Volvamos a su crisis. ¿Alguna vez había trabajado para gobiernos?

No, no lo hice ni lo volveré a hacer.

¿Qué lo llevo a vender su empresa? ¿Perdió la fe, la alegría?

Perdí la alegría. La agencia era un lugar muy alegre. Trabajaba todo el día y no sufría. Ahora si tenés que estar 24 x 24 y te sentís mal o ya no querés, yo largo. Agarro unos mangos y veo qué hago.

Eso lograron los militares

Y… digamos que fueron el disparador. La bala que me tiraron a mí fue esa.

¿Usted tenía que tratar con ellos directamente  o podía mandar a alguien?

Las dos cosas. Pero con mandos bajos, siempre. Fue un horror. Fue un momento feo.

¿Y su socio Odonnell?

También. Sufrió como yo. La agencia se resintió toda.

Fue traumático…

Muy traumático. Además, con miedo. Miedo de acá y miedo de allá. Miedo porque, como sabrán, era un quilombo el gobierno militar. A las conclusiones que había llegado en ese momento era que estaban divididos en tres ducados: el ducado del Ejercito, el de la Marina y el de la Aeronáutica. Y el ducado del Ejército estaba divido, a su vez, en dos: el de Suárez Mason y el de Videla. Y entre ellos se mataban. Y por otro lado estaba la guerrilla. Veías un barbudo y tenías miedo. Veías un Ford Falcón y tenías miedo. Veías lo que veías, tenías miedo.

Pero Burston-Marsteller no tenía miedo.

Son incomparables. Burston-Marsteller es un agencia internacional superpoderosa de lobby político mundial. Nosotros éramos unos humildes muchachos de barrio que pusimos una agencia de publicidad con aspiraciones de ir a España y triunfar. A Burston-Marsteller le importaba un carajo Videla: van y vienen, ya están acostumbrados … Ellos tienen los contactos altos. Burson también tiene divisiones. Hay una división que es totalmente corporativa: hacen las relaciones públicas de las corporaciones. Y hay otras que hacen las de gobiernos.

Fue entonces cuando abandonó la publicidad hasta el fin de la dictadura y se dedicó a criar caballos de carreras que ganaron premios. ¿Cambió militares por caballos?

Y me fue bárbaro. Tuve mucha suerte y mucha mala suerte. Con los caballos tuve suerte y me ayudaron a mantener mi personalidad. Porque en mis inversiones no me fue tan bien. Cometí errores de argentino, bien de argentino… de esos que cuando van  afuera dicen: “Estos son unos giles y no ven que la cosa va a ser así”. Y no es así. Un ratito es así, después te la cambian… Tuve mis caídas ahí.

¿Y su familia qué dijo cuando dejó la publicidad?

Estaban contentos. Es que yo no estaba bien. Estaba mal del estómago. Después de haber trabajado feliz mucho tiempo… Les dije: “amo Diálogos, pero si tengo con la agencia el bebé de Rosemary, la mando a la puta que lo parió. Y la agencia para mi se había convertido en el  bebé de Rosemary. Afortunadamente dí ese paso, que fue importante en mi vida personal. Y después me fui rehaciendo. Mis negocios inmobiliarios no fueron muy bien, me agarraron crisis… De boludo… Si hubiera hecho las cosas bien… Lo que pasa es que tomé riesgos de argentino, riesgos sin tener espalda para poder aguantar… Pero bueno: no me hice rico, no importa, me fue bien igual. El mérito más grande que me atribuyo fue el después, cuando recompro Diálogo en el 82. La recompro fundida. Con demandas, con pedidos de quiebra.

¿Por qué la recompra?

Porque se funde el tipo al que se la vendí. Él me alquilaba la oficina. Y no me podía pagar el alquiler. Un día vino acá, a casa, y me dice: “No aguanto más la publicidad, no quiero andar con un boceto abajo del brazo nunca más en mi vida”. Entonces, le dije “Bueno: yo me hago cargo”. Y llamé a un pibe que había sido  cadete en Diálogo, Osvaldo Rodríguez. Él tenía una agencia de producción. Le propuse: “Si te atrevés, te doy un porcentaje de la agencia. Vení a trabajar conmigo y le damos para adelante”. Y así lleguamos a ser, en un momento dado, la agencia argentina de mayor facturación. Y en publicidad, volver de cuatro años out es imposible. Así que si me tengo que poner un mérito, me pongo ese. Empezamos de menos 10. Todos los medios habían cambiado. Habían pasado los militares, habían destruido todo, cambiado toda la gente… Fuimos despacito… Tomamos un montón de clientes, llegamos a tener 100 personas…

Y ahí empieza la montaña rusa: los primeros años de democracia. ¿Cómo se vivieron en el mundo de la  publicidad?

Montaña rusa, literal. Pero hasta el año 2001 nosotros la llevábamos bien. La agencia trabajaba… Y de golpe, el desastre. Imaginate:  costó todo. No eché gente, pero tuve que bajar los sueldos dos veces. El único trabajo que teníamos era un aviso de Natura Cosmética, un cliente extraordinario. En enero de 2002 nos convocó a una reunión y nos informó: “Vamos a mantener los precios”. Entonces hicimos un spot que decía: “Natura mantiene los precios”. ¿Qué otra cosa íbamos a comunicar en ese momento que fuera más importante que eso?

¿Cómo hizo Natura para mantener precios?

Los aguantó la compañía, que era brasileña.

Y con esa estrategia se  posicionó

Exacto. Extraordinario lo que hicieron. Aguantaron, crecieron y ganaron: fue una inversión.

¿Cuánto tiempo duró esa crisis de la agencia?

Hasta el milagro… Un contacto de Brasil nos conecta con Petrobras. Año 2002. Petrobras se iba a instalar en Argentina y buscaban una agencia local. Cayeron y dije: “Estos no se me van de ninguna manera”. Y no se fueron. Y  ¡bum! despegamos.

En una agencia ¿tener una cuenta importante atrae a otras cuentas?

Sí. El lanzamiento de Petrobras debe ser la campaña más completa que hice en mi vida. Se hizo todo: desde los uniformes que usaban en las estaciones de servicio hasta un spot que era una película con Mercedes Sosa. Nos pidieron todo. Hicimos todo. Y nos duró un buen tiempo hasta que bueno: la crisis la tuvieron ellos… Pero nos sirvió de base para volver a tener aire, y esperar otros clientes.

Y finalmente, hace dos años cerró Diálogo. ¿Por qué?

Porque cambió el negocio. Y yo manejaba un negocio de publicidad: no me voy a prender fuego el coso (señala sus nalgas) y salir volando para que me den una sardina en medio del desierto. Se fragmentó Diálogo y se armó una agencia de medios, que se llama Midios, jugando un poco con el término inglés y la fe. La agencia la cerré porque empecé a perder cuentas. Y porque inicié con mi hijos otro negocio que nos demandaba tiempo y esfuerzo: somos mayoristas de artículos de merchandasing. La verdad: es lo contrario a la agencia de publicidad. Como dicen mis hijos: “Nosotros estamos en un negocio cero glamour papá. Y vos eras puro glamour”. Y sí…

Si mira el trayecto recorrido, ¿qué destaca?

Que arriesgué, siempre. Hice porque arriesgé. Y cuando arriesgé, gané y perdí. Pero al final, gané más de lo que perdí. Eso no habla del trabajo: habla de la personalidad.

Esa audacia ¿de dónde la sacó?

Del jugador. La audacia te la da el juego. El juego es muy riesgoso, pero a mí me ayudó porque me enseñó. La pasé muy mal, pero me enseñó a perder. La gente no sabe perder. Pero en la vida perdés. Y si perdiste, tenés que empezar de nuevo. Es así: lo que perdés ya fue: hay que hacerlo de nuevo.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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CABA

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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