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Mad Men

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Héctor del Piano y la publicidad en clave de historia argentina. En los años 60 fundó la primera agencia de publicidad que utilizó el marketing. Creció y se expandió hasta chocar con una pesadilla: la dictadura. Durante un año participó de la campaña para maquillarla. El resultado fue una crisis que lo llevó a abandonar la agencia. Volvió a ese ring con la democracia. Sobrevivió al terremoto del 2001 y a Petrobras. Una historia de película contada por un personaje que aprendió a perder.

Mad Men

Cuando le tengo que explicar a la fotógrafa a dónde vamos le digo: “¿Viste Mad Men? Bueno: vas a conocer a Cooper”. Al toque, entiende y se entusiasma. El código funciona para los fans de esa serie que cosechó premios y elogios por contar magistralmente la historia norteamericana de la década del 60 desde un territorio majestuoso: la publicidad. Es cierto que su protagonista, Don Draper concentró toda la atención, tal como siempre sucede en una agencia de publicidad: los creativos atrapan. Pero quien haya prestado atención a la exquisita trama que borda Mad Men sabrá que el bombón de Draper era el cuerpo, pero el viejito Cooper el alma. Fundador de la agencia, sabio y refinado, su presencia era imperceptible, pero también imprescindible. Sin él, ese mundo no tenía límites.

Cuando le tengo que explicar a Héctor Del Piano quién es la fotógrafa, le digo: “Es Richard Avedon con flequillo”. Al toque, entiende y se entusiasma. El código funciona y eso significa que del otro lado del teléfono hay alguien que es fan del fotógrafo norteamericano a quien el diario The New York despidió así: “Sus fotografías de moda y sus retratos de personalidades ayudaron a definir en Estados Unidos la imagen de la belleza y la elegancia”.

Entiendo por qué funcionó el código cuando llego a su casa. Héctor Del Piano vive en el edificio más bello y elegante de esta ciudad. Se lo digo mientras admiro el ventanal del inmenso living desde el cual se puede ver el jardín del Museo de Arte Decorativo. Me responde sin modestia, pero también sin jactancia: “Lo sé. Lo compré en un remate en 1976”.

La fecha corta como una navaja lo que comenzaba a ser una inocente, por vacua, charla.

La vida de Héctor Del Piano convierte a Mad Men en una postal de Disney. No sólo porque es más interesante y mucho, mucho más cinematográfica, sino porque sus desafíos fueron, nada menos, los de la historia argentina.

Él es una película y también un personaje. No sólo por lo que vivió, sino porque tiene la belleza y elegancia de la palabra: sabe contarla.

Los dos sabemos por qué estamos reunidos y para qué: Del Piano participó de la campaña diseñada por Burson-Marsteller para maquillar a la dictadura argentina. El tema no es bello ni elegante y la tensión inicial comienza a diluirse cuando comprende, rápido, muy rápido, que no estoy allí para interrogarlo.

Me doy cuenta así, rápido, muy rápido, que Del Piano es sabio.

El jugador

Estamos en Argentina y en 1960. Del Piano es hijo de una madre separada -algo muy audaz para la época- estudia Derecho, luego de terminar el secundario en el Carlos Pellegrini. Comienza allí su formación en la disciplina que templó su carácter: el juego. “Salía todas las noches, tomaba, apostaba: era un díscolo, un dolor de cabeza, un tiro al aire”.

Las deudas de juego lo llevaron a desplegar una habilidad inesperada: la venta. “Vendía unos planes de ahorro y préstamo para la vivienda. Y era bueno: ganaba bastante plata. Fue por entonces cuando en un almuerzo con mis ex compañeros del Pellegrini, el amigo de un amigo –habían hecho juntos la colimba- me dice: ‘¿Querés venir a trabajar a la agencia?’ Y ahí empecé”.

Tenía 21 años, la agencia se llamaba Monogram y su trabajo era el de contact-man: el que seducía a los clientes.

La agencia la había fundado Crisólogo Larralde, un político radical. “Era chica, prácticamente monocliente: la firma de cosméticos Helen Curtis era la principal y única cuenta que atender. Hellen Curtis era en aquel momento la más importante compañía de cosmética capilar: la que introdujo en esa industria el aerosol, las tinturas, el shampoo, todo. La firma era norteamericana, pero acá tenía un representante, don Federico Clérici, un señor mayor que tenía un hijo, Fredy, que había sido compañero del Nacional Buenos Aires de Horacio Odonell, el que me propuso trabajar en la agencia. Fredy era un joven bondadoso, que tiempo después se metió en la política y fue elegido diputado por la Ucedé, el partido de Álvaro Alsogaray. ¿Viste que todos los políticos honestos mueren jóvenes? Bueno: Fredy murió muy joven. Una pena: era un muchacho encantador”.

Del Piano aprendió en Monogram rápido, muy rápido, de qué se trataba ese negocio. A los dos años, fundó su propia agencia con su socio, Horacio Odonnell, y una cuenta: Helen Curtis. “Fue un robo, una vergüenza, pero así son las cosas en el mundo de la publicidad”.

¿Había mujeres en ese mundo?

Sí: el departamento de Medios siempre fue propiedad de las mujeres. Es el que se dedica a diseñar en qué medios pautar. Y a comprar los espacios. Ese fue un terreno siempre femenino durante 50 años, no sé si ahora cambió. Creo que el origen  es que la que llamaba a Clarín para reservar el espacio para un aviso era la secretaria, y así se fue creando el hábito de que esa era una tarea de las mujeres.

Fundar su propia agencia ¿fue una apuesta? Yo era un irresponsable, pero Horacio era un tipo serio, tenía familia y obligaciones que atender. La idea se me ocurrió enseguida que entré, pero Horacio me pidió que me formara y durante un año estudié marketing en el único lugar que había en ese entonces, la fundación de Altos Estudios. En tanto, lanzamos un shampoo de Helen Curtis con Karen Pistarini como modelo. La marca se llamó Suave y la campaña  fue un éxito, pero el producto fracasó: fue el primero que mezclaba shampoo con acondicionador.

Nace el marketing

Del Piano y Odonnell bautizaron a su agencia Diálogo. “Fue la primera del país dedicada al marketing”. Comprender esto en tiempos en que marketing y publicidad se convirtieron en sinónimos no es fácil, pero Del Piano sabe explicarlo: “Fuimos los primeros en hacer estudios de mercado, encuestas, focus group (que son las reuniones de personas observadas tras una Cámara Gesell para detectar tendencias, deseos, gustos, modas), investigaciones. Al principio éramos una agencia de porquería, chiquita, pero empezamos a crecer y a crecer porque sintonizamos justo con la onda del marketing, que desplazó a la onda de los creativos que dominó los años 60.”

¿Por qué el marketing se convirtió en el nuevo dios? Del Piano sabe la respuesta: “Porque racionaliza. Racionaliza las comunicaciones, la comercialización y la inversión. Veníamos de la post guerra, que produce un mercado de demanda. Vos hacés algo y la gente lo compra. Punto. Son tiempos regidos por la necesidad. Pero la pos guerra terminó y la industria se expandió. Pasamos, entonces a tener un mercado de oferta: hay más productos que necesidades. Y más marcas, más competencia. Comienza así una etapa en la que publicidad era necesaria para alentar el consumo. Y las agencias tenían para ofrecer grandes creativos. Geniales, pero sin contacto con la realidad de quien fabrica un producto. El marketing saldó esa diferencia: le dio a la industria un elemento racional para justificar su inversión publicitaria. Le mostraba estudios sobre amas de casa que usaban tal aceite, cómo lo usaban, qué freían, si les resultaba cómoda la botella. Y luego, el aviso. Y al dueño de la marca de aceite ya no le parecía que hacía ese aviso porque sí, sino porque la agencia escuchaba al mercado y, con la información que obtenía, alimentaba a los creativos que ideaban ese aviso. Así fue como el marketing pasó a dominar el trabajo de las agencias”.

Diálogo se fundó en 1967. Del Piano tenía entonces 25 años y había encontrado el remedio para curar su adicción. “Todo lo que me daba el juego, lo encontré en la publicidad”.

Los años 70 le dieron a a su agencia el vuelo que la llevó a mudar sus oficinas a la calle Cerrito, símbolo de la modernidad porteña. Ya sumaban más de 50 empleados y cuentas generosas, como Grafa, un emblema de la industria textil criolla.

Una campaña de terror

El 28 de diciembre de 1978, día de los Santos Inocentes, Del Piano vendió su agencia.

¿Por qué?

Disfruté muchísimo la profesión. Soy un tipo que he tenido suerte. Mi trabajo  me permitió crecer, comprar este departamento, viajar y criar a mis hijos. Trabajaba 24 x 24. Pero me divertí. Y la pasé bien. Y en un momento ya no la pasaba bien. Tuve una crisis personal y resolví irme del mundo de la publicidad.

¿Esa crisis coincidió con su trabajo para la agencia Burson-Marsteller?

Burson-Marsteller nos convoca en 1976. La agencia la vendí en 1978.

¿Pero fue ese trabajo el que provocó su crisis?

Sí.

¿Fue el trabajo que hizo para la dictadura?

A nosotros nos convoca Burson-Marsteller para hacer un trabajo para el gobierno argentino. Y lo hacemos durante un periodo de tiempo corto. Teníamos una agencia de publicidad en Madrid, que estaba prendida fuego. Por eso nos convocaron: porque era un trabajo para hacer en el exterior. Lo hicimos un ratito y después nos rajamos porque fue una cosa horrorosa…

¿De dónde rajaron?

Del trabajo con el gobierno.

¿Que vio usted ahí?

No sabíamos ni qué era. Fue espantoso, fue un mal momento. Te diría que a mí me precipitó una crisis personal. Cuando estás pegado ahí no es que podés decir: “Bueno, chau”. Hay que aguantar hasta poder soltar.

¿Usted con quién trataba? ¿Con Martínez de Hoz?

No, no, no. Fue una cosa increíble… Nos llama  un señor que yo conocía, un señor mayor, y me pregunta: “¿Ustedes tienen una agencia de publicidad en Europa?” Sí. Madrid en ese momento era cero publicidad. Nosotros éramos los tarzanes de la publicidad. Entonces me dice: “Me pidieron que te convoque porque se enteraron de que tenés una agencia de publicidad en Madrid y hay una cabecera de puente –me acuerdo las palabras- hay una cabecera de puente con Europa”. Entonces fui…

¿Quién era el que lo llamó?

Un señor que ya falleció, un amigo mío personal, que no tenía nada que ver… Y bueno: ahí me relacioné con la Secretaría de Comunicación, que estaba en manos de ( el capitán de navío Carlos) Carpintero. Pero ellos ya habían contratado a Burston-Marsteller. Entablamos una relación, nos pidieron un plan de comunicación de “Imagen de la República Argentina”, no del gobierno. Hicimos una investigación a la que no le dieron ni cinco de bolilla, trabajamos un tiempito, se terminó el contrato y nos rajamos.

¿Y esa investigación que resultados dio?

En ese momento todos dormíamos. Por lo menos yo, dormía. Para mí era Isabelita y el golpe. Vino el golpe y nos llamaron: tenés que ir… Nos hablan de un trabajo sobre la imagen de Argentina en el exterior. ¿Desde qué ángulo? Desde cómo nos veían a nosotros cultural y económicamente. Y qué teníamos que hacer para sobrellevar la imagen. Me acuerdo que uno de los resultados importantes era que teníamos que dejar de hablar del gaucho. Que teníamos que hablar más de la parte industrial…

Volvamos a su crisis. ¿Alguna vez había trabajado para gobiernos?

No, no lo hice ni lo volveré a hacer.

¿Qué lo llevo a vender su empresa? ¿Perdió la fe, la alegría?

Perdí la alegría. La agencia era un lugar muy alegre. Trabajaba todo el día y no sufría. Ahora si tenés que estar 24 x 24 y te sentís mal o ya no querés, yo largo. Agarro unos mangos y veo qué hago.

Eso lograron los militares

Y… digamos que fueron el disparador. La bala que me tiraron a mí fue esa.

¿Usted tenía que tratar con ellos directamente  o podía mandar a alguien?

Las dos cosas. Pero con mandos bajos, siempre. Fue un horror. Fue un momento feo.

¿Y su socio Odonnell?

También. Sufrió como yo. La agencia se resintió toda.

Fue traumático…

Muy traumático. Además, con miedo. Miedo de acá y miedo de allá. Miedo porque, como sabrán, era un quilombo el gobierno militar. A las conclusiones que había llegado en ese momento era que estaban divididos en tres ducados: el ducado del Ejercito, el de la Marina y el de la Aeronáutica. Y el ducado del Ejército estaba divido, a su vez, en dos: el de Suárez Mason y el de Videla. Y entre ellos se mataban. Y por otro lado estaba la guerrilla. Veías un barbudo y tenías miedo. Veías un Ford Falcón y tenías miedo. Veías lo que veías, tenías miedo.

Pero Burston-Marsteller no tenía miedo.

Son incomparables. Burston-Marsteller es un agencia internacional superpoderosa de lobby político mundial. Nosotros éramos unos humildes muchachos de barrio que pusimos una agencia de publicidad con aspiraciones de ir a España y triunfar. A Burston-Marsteller le importaba un carajo Videla: van y vienen, ya están acostumbrados … Ellos tienen los contactos altos. Burson también tiene divisiones. Hay una división que es totalmente corporativa: hacen las relaciones públicas de las corporaciones. Y hay otras que hacen las de gobiernos.

Fue entonces cuando abandonó la publicidad hasta el fin de la dictadura y se dedicó a criar caballos de carreras que ganaron premios. ¿Cambió militares por caballos?

Y me fue bárbaro. Tuve mucha suerte y mucha mala suerte. Con los caballos tuve suerte y me ayudaron a mantener mi personalidad. Porque en mis inversiones no me fue tan bien. Cometí errores de argentino, bien de argentino… de esos que cuando van  afuera dicen: “Estos son unos giles y no ven que la cosa va a ser así”. Y no es así. Un ratito es así, después te la cambian… Tuve mis caídas ahí.

¿Y su familia qué dijo cuando dejó la publicidad?

Estaban contentos. Es que yo no estaba bien. Estaba mal del estómago. Después de haber trabajado feliz mucho tiempo… Les dije: “amo Diálogos, pero si tengo con la agencia el bebé de Rosemary, la mando a la puta que lo parió. Y la agencia para mi se había convertido en el  bebé de Rosemary. Afortunadamente dí ese paso, que fue importante en mi vida personal. Y después me fui rehaciendo. Mis negocios inmobiliarios no fueron muy bien, me agarraron crisis… De boludo… Si hubiera hecho las cosas bien… Lo que pasa es que tomé riesgos de argentino, riesgos sin tener espalda para poder aguantar… Pero bueno: no me hice rico, no importa, me fue bien igual. El mérito más grande que me atribuyo fue el después, cuando recompro Diálogo en el 82. La recompro fundida. Con demandas, con pedidos de quiebra.

¿Por qué la recompra?

Porque se funde el tipo al que se la vendí. Él me alquilaba la oficina. Y no me podía pagar el alquiler. Un día vino acá, a casa, y me dice: “No aguanto más la publicidad, no quiero andar con un boceto abajo del brazo nunca más en mi vida”. Entonces, le dije “Bueno: yo me hago cargo”. Y llamé a un pibe que había sido  cadete en Diálogo, Osvaldo Rodríguez. Él tenía una agencia de producción. Le propuse: “Si te atrevés, te doy un porcentaje de la agencia. Vení a trabajar conmigo y le damos para adelante”. Y así lleguamos a ser, en un momento dado, la agencia argentina de mayor facturación. Y en publicidad, volver de cuatro años out es imposible. Así que si me tengo que poner un mérito, me pongo ese. Empezamos de menos 10. Todos los medios habían cambiado. Habían pasado los militares, habían destruido todo, cambiado toda la gente… Fuimos despacito… Tomamos un montón de clientes, llegamos a tener 100 personas…

Y ahí empieza la montaña rusa: los primeros años de democracia. ¿Cómo se vivieron en el mundo de la  publicidad?

Montaña rusa, literal. Pero hasta el año 2001 nosotros la llevábamos bien. La agencia trabajaba… Y de golpe, el desastre. Imaginate:  costó todo. No eché gente, pero tuve que bajar los sueldos dos veces. El único trabajo que teníamos era un aviso de Natura Cosmética, un cliente extraordinario. En enero de 2002 nos convocó a una reunión y nos informó: “Vamos a mantener los precios”. Entonces hicimos un spot que decía: “Natura mantiene los precios”. ¿Qué otra cosa íbamos a comunicar en ese momento que fuera más importante que eso?

¿Cómo hizo Natura para mantener precios?

Los aguantó la compañía, que era brasileña.

Y con esa estrategia se  posicionó

Exacto. Extraordinario lo que hicieron. Aguantaron, crecieron y ganaron: fue una inversión.

¿Cuánto tiempo duró esa crisis de la agencia?

Hasta el milagro… Un contacto de Brasil nos conecta con Petrobras. Año 2002. Petrobras se iba a instalar en Argentina y buscaban una agencia local. Cayeron y dije: “Estos no se me van de ninguna manera”. Y no se fueron. Y  ¡bum! despegamos.

En una agencia ¿tener una cuenta importante atrae a otras cuentas?

Sí. El lanzamiento de Petrobras debe ser la campaña más completa que hice en mi vida. Se hizo todo: desde los uniformes que usaban en las estaciones de servicio hasta un spot que era una película con Mercedes Sosa. Nos pidieron todo. Hicimos todo. Y nos duró un buen tiempo hasta que bueno: la crisis la tuvieron ellos… Pero nos sirvió de base para volver a tener aire, y esperar otros clientes.

Y finalmente, hace dos años cerró Diálogo. ¿Por qué?

Porque cambió el negocio. Y yo manejaba un negocio de publicidad: no me voy a prender fuego el coso (señala sus nalgas) y salir volando para que me den una sardina en medio del desierto. Se fragmentó Diálogo y se armó una agencia de medios, que se llama Midios, jugando un poco con el término inglés y la fe. La agencia la cerré porque empecé a perder cuentas. Y porque inicié con mi hijos otro negocio que nos demandaba tiempo y esfuerzo: somos mayoristas de artículos de merchandasing. La verdad: es lo contrario a la agencia de publicidad. Como dicen mis hijos: “Nosotros estamos en un negocio cero glamour papá. Y vos eras puro glamour”. Y sí…

Si mira el trayecto recorrido, ¿qué destaca?

Que arriesgué, siempre. Hice porque arriesgé. Y cuando arriesgé, gané y perdí. Pero al final, gané más de lo que perdí. Eso no habla del trabajo: habla de la personalidad.

Esa audacia ¿de dónde la sacó?

Del jugador. La audacia te la da el juego. El juego es muy riesgoso, pero a mí me ayudó porque me enseñó. La pasé muy mal, pero me enseñó a perder. La gente no sabe perder. Pero en la vida perdés. Y si perdiste, tenés que empezar de nuevo. Es así: lo que perdés ya fue: hay que hacerlo de nuevo.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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