CABA
Minas en rojo
La asamblea de Andalgalá después del fallo de la Corte. Darío Aranda recorre el trayecto hasta llegar a Plaza Tribunales para lograr una sentencia que les da la razón. Qué viene ahora y cómo la gobernadora, en tanto, expone en Canadá las simpatías de su gobierno con las empresas que la comunidad rechaza.
El camino vecinal trepa hacia el cerro. Atrás quedó la ciudad, un río con un hilo de agua y la entrada a la localidad de Villavil. Las nubes parecen cercanas y el silencio se impone. De repente, una tranquera blanca obliga a detener la marcha y un cartel con letras rojas advierte: “Prohibido pasar. Propiedad privada”. Una cadena gruesa con candado y una garita de dos metros por dos, con guardia de seguridad incluido. Coincidencia o no, a los dos minutos llega un patrullero de la policía de Catamarca.
Aldo Flores y Juan Cólica, asambleístas que priorizan el agua por sobre la megaminería, amagan pasar por el camino vecinal y subir al cerro. El seguridad privada avisa que ahora es un camino de Minera Alumbrera. Flores maldice. Una injusticia más a las vividas en veinte años de megaminería.
Promesas
En octubre de 1994 se presentó en San Fernando del Valle de Catamarca el inicio de obra del primer megayacimiento minero de Argentina, de oro, cobre y molibdeno, entre otros minerales. El gobernador Arnoldo Castillo, el presidente Carlos Menem y los jerarcas de Minera Alumbrera: un consorcio de multinacionales suizo-canadiense. En la actualidad, de las empresas Glencore Xstrata, Goldcorp y Yamana Gold.
Entre las promesas resaltaban miles de puestos de trabajo, un barrio para 5.000 personas, un hospital de alta complejidad, desarrollo local y cuidado del ambiente.
Andalgalá y toda Catamarca, creyó.
La etapa de construcción requirió gran cantidad de mano de obra. Fueron dos años. Luego, comenzaron los despidos masivos. En 2005, el entonces intendente José Perea reconoció que sólo 50 personas de Andalgalá tenían trabajo en Alumbrera.
Brindis
El micro de la empresa Lazo llega a Andalgalá a las 23 pasadas. Esperan Fernanda Vallejos y Juanjo Rodríguez, jóvenes de la Asamblea El Algarrobo, referencia nacida en 2009 en la lucha contra la megaminería. El Volkswagen Gol recorre en tiempo récord los tres kilómetros hasta Chaquiago, hermoso y tranquilo pueblo vecino. Frente a la plaza vive Aldo Flores, un histórico del rechazo a la megaminería.
Alto, delgado, cabello blanco. Recibe con un abrazo y un “menos mal que llegaste… nos estábamos cagando de hambre”. Primera carcajada estilo Flores, que intercala reflexiones profundas con puteadas y bromas. También son de la partida Rosario Carranza (compañera de Juanjo), sus hijas (Amanda, de 4 y Cielo, de 1) y Fabio Paz, joven de la FM Comunitaria El Algarrobo.
La casona es antigua y la mesa está preparada en la galería del frente de la casa. Un tupido jardín y árboles impiden ver la calle. Empanadas y tinto.
La charla transcurre sobre el periodismo, los gobiernos nacionales (de Kirchner a Macri), los pueblos indígenas, las asambleas socioambientales y -claro- la minería.
La visita propone la mirada optimista. Entiende que la lucha contra la minería está instalada a nivel nacional y que el proyecto Agua Rica (tres veces más grande que Alumbrera, a sólo 17 kilómetros de la ciudad y donde nacen las fuentes de agua) está frenado.
No todos comparten la lectura.
Juanjo Rodríguez: “Estos tipos están trabajando. No se fueron. Están ahí y no podemos saber bien qué hacen, pero algo hacen”. Avisa que es sólo su mirada, que muchos otros no tienen esa lectura y se confiesa que anda en días un tanto pesimista.
Fernanda y Fabio, del mismo lado de la mesa, siguen la charla casi en silencio. Rosario observa el vaso medio lleno y también el vacío. Recuerda la potencia asamblearia de 2009-2010, cuando (feroz represión mediante) frenaron las máquinas de Agua Rica y hubo una pueblada inédita. Hoy la situación es distinta: hay menor movilización. Pero la gran mayoría del pueblo no quiere más minería, los gobiernos sí (nacional y provincial) y las mineras especulan con el tiempo, los jueces y el precio internacional de los metales.
Aldo Flores propone un brindis. Vasos en alto. “Por la lucha”, invita Fernanda. Flores remata: “Si quieren subir al cerro (las mineras), los vamos a hacer cagar”.
Memoria
A fines de los 90 ya se había conformado la organización Asamblea Vecinos por la Vida, que realizaba reuniones, cine debate y marchaba en fechas simbólicas, como el aniversario de la ciudad. Un punto de quiebre fue Pilciao 16, un proyecto minero conocido en 2009 y que permitía expropiar las viviendas de los vecinos para que avance la megaminería.
Fue demasiado.
El 14 de diciembre de 2009, a la mañana temprano, Sergio Martínez pasó a buscar a Aldo Flores por su casa. Habían convenido la noche anterior que iban a cerrar el paso a los vehículos de Yamana Gold, que avanzaba con Agua Rica, el más grande y temido proyecto minero. Se trataba de un piquete en un cruce de caminos a sólo cinco cuadras del centro de Chaquiago. Es un calle de tierra, con campos a ambos lados, tan común como esencial: paso obligatorio para internarse en el cerro y en la base de Yamana Gold. Allí llegaron Martínez y Flores, con solo una extensa bandera argentina, de unos diez metros. De un lado Martínez, en la otra punta Flores.
Todos podían pasar, pero no la minera.
La voz se fue corriendo.
Comenzaron a llegar activistas y vecinos que nunca habían participado. El sol de diciembre calcinaba. Sólo había un algarrobo de pie. Nació la asamblea que tomó nombre del árbol.
Se sumaron más personas, incluso algunos que nunca habían participado de actividades contra la minería. Lo iniciado por dos personas era un punto de encuentro que no paraba de crecer. Ya no se trataba de un bloqueo, sino también de un acampe que crecía al lado del algarrobo, ahí se comía, dormía, debatía y, claro, se cerraba el paso a la minera Yamana Gold. Ahí pasaron la navidad, y también año nuevo.
El 15 de febrero de 2010, el juez Rodolfo Cecenarro hizo lugar al pedido de la fiscal Marta Graciela Nieva y ordenó la represión, durante la noche. El video muestra una retroexcavadora y camionetas que avanzan, escoltadas por policías del grupo antimotines que disparan.
Decenas de heridos, 40 detenidos.
La violencia impactó en la población, que se volcó a las calles y marchó hacia la plaza de la ciudad. En su camino rompieron los vidrios en la sede de la minera y hubo principio de incendio en la Municipalidad, ocupada por un intendente que había llegado con críticas a la minería, y luego tuvo un rotundo giro.
El juez de Minas, Guillermo Cerdá, dispuso la suspensión de la actividad hasta recuperar la “paz social”. Desde entonces, formalmente, Minera Yamana Gold no tiene permiso para avanzar en el proyecto minero Agua Rica.
El balance
El algarrobo se mantiene en pie al lado del camino de tierra, pero no está solo. Un cerco de madera, una construcción de material, barro y piedra. Un sector, de unos cuatro metros de ancho por cinco de largo tiene paredes en solo dos lados, suerte de gran galería para reuniones. Bancos de madera, sillas de plástico y restos de un fogón. Una puerta pequeña abre lugar a una habitación, depósito y ocasional habitación.
Al salir de la galería-salón, un terreno amplio, árboles y a la izquierda una construcción de cuatro metros de lado, la FM Comunitaria El Algarrobo -nacida en abril de 2011-, una construcción prolija y con pinturas de diversos colores: azul, verde, amarillo, roja. Una whipala (bandera multicolor de los pueblos indígenas), el dibujo de una pareja abrazada y puños en alto. Y una frase: “Mis venas no terminan en mí, sino en la sangre de los que luchan por la vida”.
Noche de reunión en El Algarrobo. Unas quince personas, la mitad sub 40 y la mayoría, mujeres.
Ronda de presentación. Y una entrevista grupal que por momentos se vuelve desordenada. Al rato se vuelve a encausar. Algunos llevan la voz cantante (o simplemente hablan más), otros hacen bromas, pero siempre hay dos coincidencias: Alumbrera es la prueba irrefutable de las mentiras mineras: no hubo desarrollo local, ni trabajo y sí contaminación ambiental y social. También numerosas peleas familiares y entre amigos. Segundo: no aceptarán ningún nuevo proyecto. Ni Agua Rica, ni Filo Colorado, ni Cerro Atajo ni otra media decena que suenan posibles.
León Cecenarro es un histórico activista. “Todos le creímos a la minera y los gobiernos (nación y provincia). Creímos que sería la salvación. Y nos equivocamos feo. Aprendimos. Todo Andalgalá aprendió. Y es rotundo el no a más minería”.
No es posible dar cuenta de todas las voces en tres horas de charla. Un intento,seguramente injusto:
Rosa Farías: “Los únicos que apoyan la minería son los pocos proveedores mineros de acá, cuatro familias tradicionales que se creen el pueblo”.
Melina Zocchi: “Hay diversos estudios que confirman contaminación, por ejemplo de agua y metales pesados. Y también de afecciones en la salud, casos de cáncer; tesis de maestría que confirman lo que el pueblo sabe hace tiempo. Pero claro que el Gobierno prefiere creer a la minera”.
Juan Cólica: “El mineraloducto (donde Alumbrera traslada el barro con los metales) ya lleva ocho roturas comprobadas, hechos de contaminación. Y cerró el paso a caminos vecinales para que no podamos ver sus otros derrames”.
Daniel Profe Sosa: “Un espacio muy importante es la marcha de los sábados (por la noche), que se realizan hace cinco años, donde van organizaciones, activistas pero también vecinos de a pie, que no vienen al Algarrobo”.
Rosa Farías: “Andalgalá está peor que hace veinte años. Y lo mismo le pasa a Belén y Santa María -localidades cercanas a Alumbrera-. Toda la región es más pobre”.
Lo público, privado
Juan Cólica maneja. Aldo Flores es copiloto. Primera parada: río Andalgalá, que bordea la ciudad. Incluso a pocos metros hay viviendas y una calle asfaltada. Es profundo, parece encajonado entre cerros, quizá 4 ó 5 metros de profundidad, paredes de piedras y tierra. Se puede descender sin dificultad. Sólo corre un hilo de agua. Es tan fría como límpida. Flores aclara que ese río, del que toma agua la ciudad, será el más afectado con Agua Rica.
Otra vez en la camioneta.
Un camino comunero de tierra que bordea el río y asciende. Del lado izquierdo se observan fincas productivas: pimientos, hortalizas, alfalfa, olivo, nogales, membrillo. “Esta era toda zona de producción. Ahora quedan muy pocas. Se ahogó a los productores para instalar que la única salida era la minería”, explica Cólica, que además de asambleísta es, desde hace 20 años, técnico del INTA.
Atravesar la ciudad, tomar la ruta y girar la izquierda en oro camino ancho, de tierra. A los pocos minutos, la entrada al poblado de Villavil, “pueblo de la liebre” según el gran cartel oficial en los enormes pilares de ingreso.
La nubes están bajas y la llovizna acompaña. Ya no hace calor y el camino zigzaguea entre cerros y vegetación verde. De repente se abre un claro y un gran portón, alambrado olímpico, montañas de caños, gigantes piletones y tanques. Es la planta de retrobombeo PC2, de Minera Alumbrera, que mediante presión impulsa los concentrados de minerales -una suerte de barro- por el mineraloducto. Desde arriba de un gran tanque -que funciona casi como una torre de vigilancia- operarios observan con binoculares.
La camioneta sigue trepando el cerro.
O eso intenta.
A medio kilómetro aparece una tranquera cerrada, con candado. Es un camino comunal, público. Una casilla que hace de puesto de vigilancia y un empleado de seguridad privado que cierra el paso. Avisa que las únicas que tienen acceso son siete familias campesinas que quedaron cuasi encerradas y, claro, también tienen vía libre las mineras.
Ese camino siempre estuvo abierto. Pero siete años atrás hubo una rotura del mineraloducto en la parte alta del cerro. Los vecinos llegaron por ese mismo camino vecinal e hicieron público el hecho. La respuesta de la minera fue cerrar el paso a futuros denunciantes, aunque se trata de camino público. Los visitantes sacan fotos del cartel que argumenta que se trata de “propiedad privada”.
Aldo Flores maldice.
Juan Cólica sonríe.
Y al instante llega una patrulla con dos efectivos. Ni hablan. Su presencia busca intimidar. Flores se enoja. “Estos tipos creen que les tenemos miedo”, comparte en voz alta, para que escuchen todos. Sonrisas. Una simple anécdota, pequeña quizás, pero que muestra la avanzada minera sobre tierras catamarqueñas y el brazo represivo a su disposición.
Justicia cómplice
En 2010, vecinos integrantes de la Asamblea El Algarrobo presentaron un amparo ambiental con hincapié en el derecho a un ambiente sano y que solicita la suspensión del proyecto Agua Rica. Entre los fundamentos sobresalía que el estudio de impacto ambiental de la empresa contaba con treinta observaciones -calidad del agua, contaminación del agua y afectación de la población aledaña, entre otros- y, previo a la autorización de la provincia, no se realizó la audiencia pública que obliga la Ley General del Ambiente.
El amparo fue rechazado por los jueces de Catamarca, desde la primera instancia hasta la Corte. Fue apelado y llegó en 2013 a la Procuración General de la Nación, antesala de la Corte Suprema de Justicia de Nación. En noviembre de 2014, la Asamblea El Algarrobo acampó frente a Tribunales y reclamó por la demora judicial. La procuradora Alejandra Gils Carbó los recibió y prometió un pronto dictamen. En diciembre de 2014, Gils Carbó dio luz verde para que la causa pase a la Corte.
La Corte Suprema de Justicia cajoneó el fallo. Y el 1 de febrero pasado la asamblea volvió a acampar en Plaza Lavalle, frente a los tribunales porteños. La consigna: “Sentencia ya”.
Hubo actividades artísticas, conferencias de prensa, acciones constantes. Un mes después -el 2 de marzo- la Corte falló. Cuestionó a los jueces provinciales, instó a que la Corte de Catamarca trate la denuncia de los vecinos (la había rechazado) y señaló que la resolución que autoriza al emprendimiento Agua Rica “es susceptible de producir un agravio al medio ambiente que, por su magnitud y circunstancias de hecho, puede ser de tardía, insuficiente o imposible reparación ulterior”.
Aunque está dentro de sus facultades, la Corte Suprema no se expidió sobre el pedido de frenar el proyecto minero. Devolvió el expediente a la provincia para que decidan sobre la continuidad o no. Según la fundamentación del máximo tribunal, se debiera frenar a la minera. Pero la pregunta retórica que resuena en Andalgalá y toda Catamarca es: ¿qué juez provincial va a fallar contra la megaminería?
La Asamblea el Algarrobo remarcó que se trató de un triunfo de la organización, afirmó que la Corte falló porque estuvo el acampe y destacó que el máximo tribunal hizo propios los argumentos presentados por los vecinos de Andalgalá. El viernes 4 de marzo hubo conferencia de prensa y levantamiento del acampe. Adolfo Pérez Esquivel cuestionó la “tibieza” de la Corte Suprema: “Fue ni. No dijeron que sí ni que no”.
Chela Ignes, nacida y criada en Andalgalá, se mostró contenta con el fallo y la vuelta a casa. Mientras observa cómo juega su nieto en Plaza Lavalle avisa: “La Justicia es importante, pero ellos también hacen su juego. Sabemos que lo único que frenará la minería es el pueblo, no los jueces ni los políticos”.
El Estado activo
Entre el 6 y 9 de marzo, la gobernadora Lucía Corpacci estuvo en Canadá, en una de las mayores ferias mundiales de megaminería Prospectors & Developers Association of Canada (PDAC), auspiciada por las grandes corporaciones del sector. Incluso inauguró un stand llamado Catamarca Minera. Ante los empresarios prometió “un Estado activo que acompaña la actividad”.
Corpacci ofreció en Canadá un listado de nuevos proyectos mineros: Cerro Atajo, Filo de las Vicuñas y Vernancua, entre otros. Reconoció que Alumbrera está cerca del cierre y explicó que el objetivo es “encadenarlo” con Agua Rica y compartir la infraestructura. “Nos hemos propuesto con el secretario de Minería de la Nación hacer todos los esfuerzos para que sea posible”, afirmó la gobernadora. Los empresarios mineros le respondieron con un aplauso.
CABA
El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.
Por María del Carmen Varela
El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.
La propuesta reza:
El Teatro está Abierto: ENTRÁ.
La historia no se repite igual, pero rima.
El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.
La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.
Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».
El texto poético que acompaña el mitín:
Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada
Ayer fue incendio, hoy es apagón
Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito
Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva
Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital
En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.
Entrá porque es urgente
Entrá porque es ahora.
El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.
Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)
[email protected]
Instagram: @festivalentra
CABA
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.
Por Francisco Pandolfi
Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra).
La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.
La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.
Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra.
Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran:
• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.
• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.
• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.
• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.
• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.
• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.
Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:
• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.
• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.
• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.
La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.
¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?
Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.
¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?
Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.
¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?
Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.



La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.
Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.
Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.
Actualidad
Marcha de jubilados: balas y bolitas

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.
Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.
Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.
Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.
Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla.
- “Vacas gordas, jubilados flacos”.

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.
Números y un café
Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.
Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.
De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.
Abus en la calle
Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.
En la marcha hubo muchos carteles al respecto:
- No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
- Ni veto ni represión: fuera el FMI
- No al veto a las leyes en jubilaciones
- No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei).
Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”.

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.
Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.
Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”.

Jubilado hablándole a la pared.
Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”.
Vallas a donde vayas
El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.
Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”.

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.
Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.
La violencia y las bolitas
Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando.

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar).
La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

¿Qué escudan los escudos?
Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”.
Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.
Sin embargo, la gente no se fue.
La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió.
“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.
Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.
De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.
Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:
–Juguemos a las bolitas.
Todos se rieron, por el absurdo de la situación.
De nuevo, frente al horror, la creatividad social.
Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

- Revista MuHace 1 semana
Mu 205: Hay futuro
- CABAHace 4 días
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”
- ActualidadHace 2 semanas
Mapuches en Neuquén: 10.000 personas movilizadas contra la represión y en apoyo a las comunidades originarias
- ActualidadHace 5 días
Marcha de jubilados: balas y bolitas
- ActualidadHace 3 días
Mendoza movilizada: sábado de caravanazo contra la minera San Jorge