CABA
Minas en rojo
La asamblea de Andalgalá después del fallo de la Corte. Darío Aranda recorre el trayecto hasta llegar a Plaza Tribunales para lograr una sentencia que les da la razón. Qué viene ahora y cómo la gobernadora, en tanto, expone en Canadá las simpatías de su gobierno con las empresas que la comunidad rechaza.
El camino vecinal trepa hacia el cerro. Atrás quedó la ciudad, un río con un hilo de agua y la entrada a la localidad de Villavil. Las nubes parecen cercanas y el silencio se impone. De repente, una tranquera blanca obliga a detener la marcha y un cartel con letras rojas advierte: “Prohibido pasar. Propiedad privada”. Una cadena gruesa con candado y una garita de dos metros por dos, con guardia de seguridad incluido. Coincidencia o no, a los dos minutos llega un patrullero de la policía de Catamarca.
Aldo Flores y Juan Cólica, asambleístas que priorizan el agua por sobre la megaminería, amagan pasar por el camino vecinal y subir al cerro. El seguridad privada avisa que ahora es un camino de Minera Alumbrera. Flores maldice. Una injusticia más a las vividas en veinte años de megaminería.
Promesas
En octubre de 1994 se presentó en San Fernando del Valle de Catamarca el inicio de obra del primer megayacimiento minero de Argentina, de oro, cobre y molibdeno, entre otros minerales. El gobernador Arnoldo Castillo, el presidente Carlos Menem y los jerarcas de Minera Alumbrera: un consorcio de multinacionales suizo-canadiense. En la actualidad, de las empresas Glencore Xstrata, Goldcorp y Yamana Gold.
Entre las promesas resaltaban miles de puestos de trabajo, un barrio para 5.000 personas, un hospital de alta complejidad, desarrollo local y cuidado del ambiente.
Andalgalá y toda Catamarca, creyó.
La etapa de construcción requirió gran cantidad de mano de obra. Fueron dos años. Luego, comenzaron los despidos masivos. En 2005, el entonces intendente José Perea reconoció que sólo 50 personas de Andalgalá tenían trabajo en Alumbrera.
Brindis
El micro de la empresa Lazo llega a Andalgalá a las 23 pasadas. Esperan Fernanda Vallejos y Juanjo Rodríguez, jóvenes de la Asamblea El Algarrobo, referencia nacida en 2009 en la lucha contra la megaminería. El Volkswagen Gol recorre en tiempo récord los tres kilómetros hasta Chaquiago, hermoso y tranquilo pueblo vecino. Frente a la plaza vive Aldo Flores, un histórico del rechazo a la megaminería.
Alto, delgado, cabello blanco. Recibe con un abrazo y un “menos mal que llegaste… nos estábamos cagando de hambre”. Primera carcajada estilo Flores, que intercala reflexiones profundas con puteadas y bromas. También son de la partida Rosario Carranza (compañera de Juanjo), sus hijas (Amanda, de 4 y Cielo, de 1) y Fabio Paz, joven de la FM Comunitaria El Algarrobo.
La casona es antigua y la mesa está preparada en la galería del frente de la casa. Un tupido jardín y árboles impiden ver la calle. Empanadas y tinto.
La charla transcurre sobre el periodismo, los gobiernos nacionales (de Kirchner a Macri), los pueblos indígenas, las asambleas socioambientales y -claro- la minería.
La visita propone la mirada optimista. Entiende que la lucha contra la minería está instalada a nivel nacional y que el proyecto Agua Rica (tres veces más grande que Alumbrera, a sólo 17 kilómetros de la ciudad y donde nacen las fuentes de agua) está frenado.
No todos comparten la lectura.
Juanjo Rodríguez: “Estos tipos están trabajando. No se fueron. Están ahí y no podemos saber bien qué hacen, pero algo hacen”. Avisa que es sólo su mirada, que muchos otros no tienen esa lectura y se confiesa que anda en días un tanto pesimista.
Fernanda y Fabio, del mismo lado de la mesa, siguen la charla casi en silencio. Rosario observa el vaso medio lleno y también el vacío. Recuerda la potencia asamblearia de 2009-2010, cuando (feroz represión mediante) frenaron las máquinas de Agua Rica y hubo una pueblada inédita. Hoy la situación es distinta: hay menor movilización. Pero la gran mayoría del pueblo no quiere más minería, los gobiernos sí (nacional y provincial) y las mineras especulan con el tiempo, los jueces y el precio internacional de los metales.
Aldo Flores propone un brindis. Vasos en alto. “Por la lucha”, invita Fernanda. Flores remata: “Si quieren subir al cerro (las mineras), los vamos a hacer cagar”.
Memoria
A fines de los 90 ya se había conformado la organización Asamblea Vecinos por la Vida, que realizaba reuniones, cine debate y marchaba en fechas simbólicas, como el aniversario de la ciudad. Un punto de quiebre fue Pilciao 16, un proyecto minero conocido en 2009 y que permitía expropiar las viviendas de los vecinos para que avance la megaminería.
Fue demasiado.
El 14 de diciembre de 2009, a la mañana temprano, Sergio Martínez pasó a buscar a Aldo Flores por su casa. Habían convenido la noche anterior que iban a cerrar el paso a los vehículos de Yamana Gold, que avanzaba con Agua Rica, el más grande y temido proyecto minero. Se trataba de un piquete en un cruce de caminos a sólo cinco cuadras del centro de Chaquiago. Es un calle de tierra, con campos a ambos lados, tan común como esencial: paso obligatorio para internarse en el cerro y en la base de Yamana Gold. Allí llegaron Martínez y Flores, con solo una extensa bandera argentina, de unos diez metros. De un lado Martínez, en la otra punta Flores.
Todos podían pasar, pero no la minera.
La voz se fue corriendo.
Comenzaron a llegar activistas y vecinos que nunca habían participado. El sol de diciembre calcinaba. Sólo había un algarrobo de pie. Nació la asamblea que tomó nombre del árbol.
Se sumaron más personas, incluso algunos que nunca habían participado de actividades contra la minería. Lo iniciado por dos personas era un punto de encuentro que no paraba de crecer. Ya no se trataba de un bloqueo, sino también de un acampe que crecía al lado del algarrobo, ahí se comía, dormía, debatía y, claro, se cerraba el paso a la minera Yamana Gold. Ahí pasaron la navidad, y también año nuevo.
El 15 de febrero de 2010, el juez Rodolfo Cecenarro hizo lugar al pedido de la fiscal Marta Graciela Nieva y ordenó la represión, durante la noche. El video muestra una retroexcavadora y camionetas que avanzan, escoltadas por policías del grupo antimotines que disparan.
Decenas de heridos, 40 detenidos.
La violencia impactó en la población, que se volcó a las calles y marchó hacia la plaza de la ciudad. En su camino rompieron los vidrios en la sede de la minera y hubo principio de incendio en la Municipalidad, ocupada por un intendente que había llegado con críticas a la minería, y luego tuvo un rotundo giro.
El juez de Minas, Guillermo Cerdá, dispuso la suspensión de la actividad hasta recuperar la “paz social”. Desde entonces, formalmente, Minera Yamana Gold no tiene permiso para avanzar en el proyecto minero Agua Rica.
El balance
El algarrobo se mantiene en pie al lado del camino de tierra, pero no está solo. Un cerco de madera, una construcción de material, barro y piedra. Un sector, de unos cuatro metros de ancho por cinco de largo tiene paredes en solo dos lados, suerte de gran galería para reuniones. Bancos de madera, sillas de plástico y restos de un fogón. Una puerta pequeña abre lugar a una habitación, depósito y ocasional habitación.
Al salir de la galería-salón, un terreno amplio, árboles y a la izquierda una construcción de cuatro metros de lado, la FM Comunitaria El Algarrobo -nacida en abril de 2011-, una construcción prolija y con pinturas de diversos colores: azul, verde, amarillo, roja. Una whipala (bandera multicolor de los pueblos indígenas), el dibujo de una pareja abrazada y puños en alto. Y una frase: “Mis venas no terminan en mí, sino en la sangre de los que luchan por la vida”.
Noche de reunión en El Algarrobo. Unas quince personas, la mitad sub 40 y la mayoría, mujeres.
Ronda de presentación. Y una entrevista grupal que por momentos se vuelve desordenada. Al rato se vuelve a encausar. Algunos llevan la voz cantante (o simplemente hablan más), otros hacen bromas, pero siempre hay dos coincidencias: Alumbrera es la prueba irrefutable de las mentiras mineras: no hubo desarrollo local, ni trabajo y sí contaminación ambiental y social. También numerosas peleas familiares y entre amigos. Segundo: no aceptarán ningún nuevo proyecto. Ni Agua Rica, ni Filo Colorado, ni Cerro Atajo ni otra media decena que suenan posibles.
León Cecenarro es un histórico activista. “Todos le creímos a la minera y los gobiernos (nación y provincia). Creímos que sería la salvación. Y nos equivocamos feo. Aprendimos. Todo Andalgalá aprendió. Y es rotundo el no a más minería”.
No es posible dar cuenta de todas las voces en tres horas de charla. Un intento,seguramente injusto:
Rosa Farías: “Los únicos que apoyan la minería son los pocos proveedores mineros de acá, cuatro familias tradicionales que se creen el pueblo”.
Melina Zocchi: “Hay diversos estudios que confirman contaminación, por ejemplo de agua y metales pesados. Y también de afecciones en la salud, casos de cáncer; tesis de maestría que confirman lo que el pueblo sabe hace tiempo. Pero claro que el Gobierno prefiere creer a la minera”.
Juan Cólica: “El mineraloducto (donde Alumbrera traslada el barro con los metales) ya lleva ocho roturas comprobadas, hechos de contaminación. Y cerró el paso a caminos vecinales para que no podamos ver sus otros derrames”.
Daniel Profe Sosa: “Un espacio muy importante es la marcha de los sábados (por la noche), que se realizan hace cinco años, donde van organizaciones, activistas pero también vecinos de a pie, que no vienen al Algarrobo”.
Rosa Farías: “Andalgalá está peor que hace veinte años. Y lo mismo le pasa a Belén y Santa María -localidades cercanas a Alumbrera-. Toda la región es más pobre”.
Lo público, privado
Juan Cólica maneja. Aldo Flores es copiloto. Primera parada: río Andalgalá, que bordea la ciudad. Incluso a pocos metros hay viviendas y una calle asfaltada. Es profundo, parece encajonado entre cerros, quizá 4 ó 5 metros de profundidad, paredes de piedras y tierra. Se puede descender sin dificultad. Sólo corre un hilo de agua. Es tan fría como límpida. Flores aclara que ese río, del que toma agua la ciudad, será el más afectado con Agua Rica.
Otra vez en la camioneta.
Un camino comunero de tierra que bordea el río y asciende. Del lado izquierdo se observan fincas productivas: pimientos, hortalizas, alfalfa, olivo, nogales, membrillo. “Esta era toda zona de producción. Ahora quedan muy pocas. Se ahogó a los productores para instalar que la única salida era la minería”, explica Cólica, que además de asambleísta es, desde hace 20 años, técnico del INTA.
Atravesar la ciudad, tomar la ruta y girar la izquierda en oro camino ancho, de tierra. A los pocos minutos, la entrada al poblado de Villavil, “pueblo de la liebre” según el gran cartel oficial en los enormes pilares de ingreso.
La nubes están bajas y la llovizna acompaña. Ya no hace calor y el camino zigzaguea entre cerros y vegetación verde. De repente se abre un claro y un gran portón, alambrado olímpico, montañas de caños, gigantes piletones y tanques. Es la planta de retrobombeo PC2, de Minera Alumbrera, que mediante presión impulsa los concentrados de minerales -una suerte de barro- por el mineraloducto. Desde arriba de un gran tanque -que funciona casi como una torre de vigilancia- operarios observan con binoculares.
La camioneta sigue trepando el cerro.
O eso intenta.
A medio kilómetro aparece una tranquera cerrada, con candado. Es un camino comunal, público. Una casilla que hace de puesto de vigilancia y un empleado de seguridad privado que cierra el paso. Avisa que las únicas que tienen acceso son siete familias campesinas que quedaron cuasi encerradas y, claro, también tienen vía libre las mineras.
Ese camino siempre estuvo abierto. Pero siete años atrás hubo una rotura del mineraloducto en la parte alta del cerro. Los vecinos llegaron por ese mismo camino vecinal e hicieron público el hecho. La respuesta de la minera fue cerrar el paso a futuros denunciantes, aunque se trata de camino público. Los visitantes sacan fotos del cartel que argumenta que se trata de “propiedad privada”.
Aldo Flores maldice.
Juan Cólica sonríe.
Y al instante llega una patrulla con dos efectivos. Ni hablan. Su presencia busca intimidar. Flores se enoja. “Estos tipos creen que les tenemos miedo”, comparte en voz alta, para que escuchen todos. Sonrisas. Una simple anécdota, pequeña quizás, pero que muestra la avanzada minera sobre tierras catamarqueñas y el brazo represivo a su disposición.
Justicia cómplice
En 2010, vecinos integrantes de la Asamblea El Algarrobo presentaron un amparo ambiental con hincapié en el derecho a un ambiente sano y que solicita la suspensión del proyecto Agua Rica. Entre los fundamentos sobresalía que el estudio de impacto ambiental de la empresa contaba con treinta observaciones -calidad del agua, contaminación del agua y afectación de la población aledaña, entre otros- y, previo a la autorización de la provincia, no se realizó la audiencia pública que obliga la Ley General del Ambiente.
El amparo fue rechazado por los jueces de Catamarca, desde la primera instancia hasta la Corte. Fue apelado y llegó en 2013 a la Procuración General de la Nación, antesala de la Corte Suprema de Justicia de Nación. En noviembre de 2014, la Asamblea El Algarrobo acampó frente a Tribunales y reclamó por la demora judicial. La procuradora Alejandra Gils Carbó los recibió y prometió un pronto dictamen. En diciembre de 2014, Gils Carbó dio luz verde para que la causa pase a la Corte.
La Corte Suprema de Justicia cajoneó el fallo. Y el 1 de febrero pasado la asamblea volvió a acampar en Plaza Lavalle, frente a los tribunales porteños. La consigna: “Sentencia ya”.
Hubo actividades artísticas, conferencias de prensa, acciones constantes. Un mes después -el 2 de marzo- la Corte falló. Cuestionó a los jueces provinciales, instó a que la Corte de Catamarca trate la denuncia de los vecinos (la había rechazado) y señaló que la resolución que autoriza al emprendimiento Agua Rica “es susceptible de producir un agravio al medio ambiente que, por su magnitud y circunstancias de hecho, puede ser de tardía, insuficiente o imposible reparación ulterior”.
Aunque está dentro de sus facultades, la Corte Suprema no se expidió sobre el pedido de frenar el proyecto minero. Devolvió el expediente a la provincia para que decidan sobre la continuidad o no. Según la fundamentación del máximo tribunal, se debiera frenar a la minera. Pero la pregunta retórica que resuena en Andalgalá y toda Catamarca es: ¿qué juez provincial va a fallar contra la megaminería?
La Asamblea el Algarrobo remarcó que se trató de un triunfo de la organización, afirmó que la Corte falló porque estuvo el acampe y destacó que el máximo tribunal hizo propios los argumentos presentados por los vecinos de Andalgalá. El viernes 4 de marzo hubo conferencia de prensa y levantamiento del acampe. Adolfo Pérez Esquivel cuestionó la “tibieza” de la Corte Suprema: “Fue ni. No dijeron que sí ni que no”.
Chela Ignes, nacida y criada en Andalgalá, se mostró contenta con el fallo y la vuelta a casa. Mientras observa cómo juega su nieto en Plaza Lavalle avisa: “La Justicia es importante, pero ellos también hacen su juego. Sabemos que lo único que frenará la minería es el pueblo, no los jueces ni los políticos”.
El Estado activo
Entre el 6 y 9 de marzo, la gobernadora Lucía Corpacci estuvo en Canadá, en una de las mayores ferias mundiales de megaminería Prospectors & Developers Association of Canada (PDAC), auspiciada por las grandes corporaciones del sector. Incluso inauguró un stand llamado Catamarca Minera. Ante los empresarios prometió “un Estado activo que acompaña la actividad”.
Corpacci ofreció en Canadá un listado de nuevos proyectos mineros: Cerro Atajo, Filo de las Vicuñas y Vernancua, entre otros. Reconoció que Alumbrera está cerca del cierre y explicó que el objetivo es “encadenarlo” con Agua Rica y compartir la infraestructura. “Nos hemos propuesto con el secretario de Minería de la Nación hacer todos los esfuerzos para que sea posible”, afirmó la gobernadora. Los empresarios mineros le respondieron con un aplauso.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
- CABAHace 4 semanas
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”
- #NiUnaMásHace 4 semanas
Femicidios en julio: la noticia es el horror
- ActualidadHace 4 semanas
Mendoza movilizada: sábado de caravanazo contra la minera San Jorge
- ActualidadHace 4 semanas
Marcha de jubilados: balas y bolitas
- ActualidadHace 1 semana
Intoxicados