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Pasar la lengua
Comunicación mapuche. Dos editoriales reflejaron la resistencia de su pueblo en libros que se transformaron en herramientas para construir otro presente. ▶ ANABELLA ARRASCAETA
Cerca de las ocho de la noche de un día caluroso, Felipe Gutiérrez está sentado frente al micrófono en MU. Punto de Encuentro y tiene en sus manos un libro recién editado: Rakizuam Tañi Wallmapu, del colectivo de comunicación mapuche Mapuexpress del que forma parte. A su lado está sentado el equipo de educación Wixaleyiñ, representado por Marta, Tulio y Daniel. Ambos grupos mapuches, desde sus trincheras colectivas, coinciden en la necesidad de generar espacios de encuentros. Marta lo dibuja con las manos en el aire: “Con los encuentros se te ensancha la cabeza”.
Marta, Daniel y Tulio vivían en Florencio Varela, pero siempre supieron que eran mapuches. “En un momento dado te surge la necesidad de ir más allá y decir: tengo que trabajar con la gente de mi pueblo”. Se conocieron en esa búsqueda y bajo esa necesidad y en una primera reunión en un bar porteño la charla giró alrededor de una sola pregunta: ¿Qué queremos hacer?
Marta afina aquel interrogante inicial: “¿Qué era lo más importante para recuperar? Todo era importante. El territorio, la espiritualidad mapuche, la vestimenta, los cantos, la comida, la forma de organizarse”, enumera. “Para todo eso necesitábamos aprender a hablar mapuzugun”. Decidieron entonces trabajar en la difusión y enseñanza del idioma y así crearon, en 2003, el Equipo de Educación Mapuche Wixaleyiñ que desde entonces impulsa un curso de idioma que ya cuenta con cuatro niveles y produce materiales que sostienen la enseñanza.
De la compu al libro
Felipe llegó desde Chile hace cinco años, con una mochila pesada: su tesis de grado para recibirse de periodista, que derivó en el libro We Aukiñ Zugu, Historia de los Medios de Comunicación Mapuche que editó y publicó junto a Mapuexpress. Cuenta del colectivo: “Dentro de la CONADI (Corporación Nacional de Desarrollo Indígena en Chile) había un sector de jóvenes profesionales mapuches menores de 30 años que fundaron la agrupación Kona Pewmana, a fines de los 90, y crearon un sitio donde recopilar información. Ese espacio llamado Mapuexpress empezó a crecer mucho más que el resto de la organización. Por distintos motivos la organización se deshace y desde abril del año 2000 la página está arriba ininterrumpidamente”. Desde entonces Mapuexpress dejó de ser solamente una web de recopilación de publicaciones y comenzó a producir sus propios contenidos a lo largo del territorio mapuche en Argentina y Chile. En el 2014 se editó el libro Rakizuam Tañi Wallmapu, el Libro de Mapuexpress, que reúne artículos publicados bajo diferentes temáticas en las cuales el colectivo viene trabajando: migración forzada, conflicto forestal, criminalización de la protesta, salud del pueblo mapuche, entre otras.
El mapa de la lengua
El territorio histórico mapuche se encuentra bajo dos estados: Chile y Argentina. En Argentina, según la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (2004-2005), la situación del pueblo mapuche con respecto al mapuzugun varía según la región. En la zona que comprende desde Chubut hasta las Islas del Atlántico Sur hay 71.530 mapuches autoreconocidos, de los cuales sólo 15.616 habla y/o entiende lenguas indígenas. En La Pampa y provincia de Buenos Aires solo 1.957 habla y/o entiende lenguas indígenas de los 27.597 mapuches autoreconocidos.
El equipo de enseñanza Wixaleyiñ recorre principalmente el territorio en Buenos Aires y hace su propio diagnóstico: “Estamos en situación de diglosia, de no poder hablar nuestro propio idioma, subyugados por un idioma dominante”. Para ellos esta situación se complejiza por el poco conocimiento del propio idioma.
Según el censo 2012 realizado en Chile, casi un millón y medio de habitantes se reconocieron como mapuches. Para Felipe, de Mapuexpress, si bien en Chile hay una extensión del territorio histórico mucho más reducida y mayor cantidad de mapuches, la situación del idioma no es tan diferente: “Tanto en Argentina como en Chile la mayoría de los mapuches viven en ciudades y ahí ha habido un proceso de culturización muy fuerte, de pérdida del idioma, de perdida de costumbres que se ha venido revirtiendo en los últimos 20 años. Se está muriendo la generación que mejor hablaba y eso no fue traspasado fuertemente por un montón de motivos: porque había poca valoración social, porque decían que era una lengua que iba a morir. Pero está sucediendo que la gente joven está reactivando el idioma, el uso de la lengua y la está volviendo a poner en un sitio que es funcional al mundo actual”
¿Qué significa eso? Felipe: “Que es una lengua que puede representar al mundo. La revitalización del mapuzugun y es un proceso que se está dando en ambos lados de la cordillera y que va más allá de las fronteras”.
Hablar es un derecho
Para Marta, Tulio y Daniel el problema está en caminar al ritmo del Estado: “Se considera que la planificación de una política lingüística requiere de un Estado y nosotros no tenemos un Estado por encima. Pero no tenemos que decir que la planificación es imposible, tenemos que pensar una forma que nosotros podamos llevar a cabo con nuestros propios medios, con nuestros sistemas organizativos. Ése es el desafío. Se va a dar con el tiempo pero la teoría la tenemos que plantear, ahora estamos dando los pasos hacia eso. No hay apuro para la política lingüística: el Estado sí tiene tiempos, nosotros no tenemos por qué tenerlos. Nosotros tenemos que hacer que nuestro idioma se hable de nuevo. Necesitamos un piso de por lo menos de un millón de hablantes, ¿cómo se logra eso? ¿Discutiendo cómo se va a escribir? No, se logra haciendo que la gente hable”.
La pregunta se vuelve más amplia: ¿por dónde se empieza a generar el cambio? Felipe reflexiona: “Hay una situación muy interesante que ha sucedido en el pueblo mapuche: han iniciado una serie de demandas en clave de derechos. Los derechos lingüísticos son parte de ese proceso, el derecho de que los niños puedan recibir educación en mapuzugun en escuelas del Estado, o hacer medios de comunicación en el propio idioma y que eso esté consagrado a nivel estatal. En el Gullumapu (territorio mapuche Chileno) es muy probable que la región de la Araucania -donde más mapuches hay- se oficialice el mapuzugun. Pero también hay un proceso de folclorización muy fuerte: hay políticas que no son muy efectivas y son parte de multiculturalismo neoliberal que quiere demostrar esa diversidad pero no con un ejercicio efectivo de derechos, como sería por ejemplo un mínimo de horas lectivas en mapuzugun o que haya traductores en los juicios. La idea del Estado mono étnico y mono lingüístico es una negación de la realidad”.
El poder de la comunicación
¿Cómo juega la comunicación en la recuperación de los derechos lingüísticos? Mapuexpress construye el camino hacia la respuesta desde hace más de quince años.
Dice Felipe: “Después de la conquista, los mapuches no perdieron la capacidad de hablar en su idioma pero públicamente los sectores de poder se quedaron con el derecho de decir qué es lo mapuche. En los últimos 30 años se dio la construcción de medios de comunicación mapuches que retoman la posibilidad de narrar(se), de contar públicamente quiénes son, qué demandan, cómo hablan, cómo se visten. Eso ha permitido contarse desde uno mismo, desde las propias comunidades. La comunicación permite ir generando la trama para que la gente se conozca, sepa que está pasando en el territorio y se organice”.
En el libro We Aukiñ Zugu, Historia de los Medios de Comunicación Mapuche se recorre la historia del pueblo mapuche a través del lente de la comunicación. Observando esos medios que desde hace varias décadas vienen surgiendo se proponen evidenciar cómo experiencias que parecían aisladas aportan a la recuperación de la propia voz. Y que hay una decisión tomada: se reclama por el derecho a la comunicación, pero no se quedan esperando. Crean sus propios medios.
Por su parte, el Equipo de Educación Mapuche Wixaleyiñ se vio ante la necesidad de generar materiales que apoyaran la enseñanza. En 2008 editaron un glosario que reunió el vocabulario que venían utilizando. Los mil ejemplares se agotaron rápidamente y el material quedó para libre descarga en su web. Cinco años después editaron un libro de relatos en castellano y mapuzugun que también incluye un pequeño glosario.
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