#NiUnaMás
Vivir para contarla: el caso de Jéssica Fernández, sobreviviente de un intento de femicidio
Ocurrió en Moreno: Justino del Valle Ríos le disparó cinco veces a Jéssica Fernández, pero ella se recuperó. Había hecho tres denuncias contra su ex pareja, pero el Estado nunca dio una respuesta efectiva. Lo que cuentan ella y su círculo íntimo, todavía desde el hospital. Las voces que grafican cómo opera la violencia machista. El récord de casos, y las manifestaciones en reclamo de justicia: “No queremos más muertas”. Por Inés Hayes y Melissa Zenobi.

Está mejorando, parece que en un día o dos ya le dan el alta. No lo podemos creer”, dice Maru, la mejor amiga de Jéssica Fernández Argüello, desde la sala de Cuidados Intermedios del Hospital Mariano y Luciano de la Vega de Moreno. “Pero tiene mucho miedo de volver a su casa”, agrega. Efectivamente, al cierre de esta edición a Jéssica le dieron el alta.
El sábado 24 de octubre a las 8 de la noche, Jéssica escuchó que Justino del Valle Ríos, el padre de su hija de 4 años y de su hijo de 3, entraba a su casa del Barrio Cuartel V, de Moreno. Ella estaba en el piso de arriba bañando a su nene cuando él entró, ella bajó y él le disparó cinco veces. Los tiros le afectaron de gravedad el pulmón y el corazón, también el abdomen, un hombro y un brazo. Como pudo, su hermana Tania –que estaba en su casa–, la llevó a la vereda y la acomodó en su auto. Era de noche, llovía y la calle de tierra estaba oscura y embarrada. Cada pozo del barrio se sentía como una amenaza y Jéssica agonizaba.
Con las fuerzas que le quedaban, Tania llegó al centro de salud del barrio, donde trabaja otra de sus hermanas y allí pidieron una ambulancia que la trasladó al hospital de Moreno. Para llegar al hospital hay que transitar calles de tierra, sin luz, poceadas, llenas de piedras y cascotes. Aunque la ambulancia se apuró, pasó más de media hora. Cuartel V es una zona semi rural del partido de Moreno. En el camino a la ruta que lleva al centro de Moreno hay varios tramos en los que sólo hay pasto y algunos árboles, el alumbrado no llega y los vecinos y vecinas dejan las luces de sus casas prendidas para poder ver.
“Si hoy estoy acá es porque el asesino se quedó sin balas y porque el cuerpo de mi hermana me defendió: se puso adelante para protegerme a mí y a sus dos hijos. Ella había hecho tres denuncias, pero nunca le dieron botón antipánico, nunca le llegó al tipo la orden de restricción. Nunca nada, nunca. No sé cómo pude sacar a mi hermana, herida con cinco balas, de un barrio como el nuestro y un día de lluvia: se me moría por el camino. Queremos justicia para ella y tranquilidad para mis sobrinos”, remata Tania.

Gastos, tiros y denuncias
Hacía 3 meses que Jéssica y Del Valle Ríos estaban separados, pero vivían en la misma casa. Según Tania, él se gastaba todo lo que ganaba en alcohol y no la dejaba salir ni a la esquina. “Cuando llamábamos para preguntar cómo iban las denuncias nos decían que no podíamos hacer nada”, cuenta Tania que ansía ver a su hermana volver a trabajar como peluquera desde su casa.
Para poder hacer las denuncias, Jéssica tuvo que viajar desde su barrio hasta el centro de Moreno; los transportes interurbanos son escasos y tienen poca frecuencia. Había radicado al menos tres denuncias por violencia de género en en el poder judicial para solicitar la exclusión de hogar. La justicia local había emitido una orden de restricción perimetral, que Del Valle Ríos no cumplía y la policía no hacía nada para impedirlo. La última denuncia fue el 29 de septiembre pasado, cuando ella se presentó en la Comisaría de la Mujer y Familia de Moreno para denunciar a Ríos y advertir que él podía hacer lo que finalmente hizo: intentar matarla.
“Yo escuché unos tiros pero no salí, porque a veces acá se escuchan tiros”, dice el vecino que vive frente a la casa de Jéssica, desde la puerta de la suya. “Recién al otro día me enteré de lo que había pasado”, agrega. Para llegar a la casa de Tania y de Jéssica hay que preguntar, porque las calles no tienen nombre y se cortan, la señal del celular se pierde y las manzanas son irregulares.
Una parte del hospital está en reconstrucción. Ocupa toda una manzana. La guardia está a la vuelta de la entrada principal y a la tarde, es la única entrada al nosocomio. Hay varios edificios, construcciones de principios de siglo XX, rodeados de pasto y árboles. Familiares de internados descansan a la sombra. Una mujer le da la teta a su beba sentada en el piso y algunas personas esperan para ser hisopadas por el Covid–19. Jéssica estuvo un mes en terapia intensiva, en coma, respirando artificialmente. Para sus hermanas y para Maru es un “milagro” que se haya despertado. Ellas se turnan para cuidarla y acompañarla, le muestran fotos, videos y audios de whatsapp de su hija y de su hijo, que quedaron al cuidado de sus tías.
“Yo quiero justicia, quiero que pague, que no le den pocos años, que le den lo más que se pueda, porque tiró a matar. Si yo hoy estoy viva, es gracias a toda la gente que estuvo al lado mío y al trabajo de los médicos y de las enfermeras”, dice a MU Jessica desde el celular de su amiga que la cuida en el hospital.

Alerta Moreno
Según las estadísticas del primer informe del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Géneros y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires, Moreno es una de los distritos con más llamados a la Línea 144. En lo que va del año hubo 10 femicidios: Juana Ruiz, 77 años; Sandra Soledad García, 28 años; Ludmila Pretti, 14 años; María Magdalena Figueredo, 23 años, y su hija, Luz Emily de 4 años; Rosa Estela García, 64 años; Camila Tarocco, 26 años; Olga Verón, 37 años; Debora Ríos, de 36 años; y Marilyn Alejandra Sánchez.
Camila Aldana Tarocco –de 26 años– también era madre de dos hijos de 5 y 7 años. Cuando apareció muerta el miércoles 15 de abril llevaba desaparecida más de 10 días. Fue encontrada dentro de una bolsa semienterrada en un descampado que queda a 200 metros de la casa de su ex novio, Ariel Alberto González.
González ya había sido denunciado por la propia Camila por violencia de género y tenía antecedentes por robo y un juicio por violencia de género previsto para el 13 de marzo, que se postergó por las medidas del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO). El juez de Garantías 2 de Moreno, Gabriel Castro, le había concedido la prisión domiciliaria y él se había acercado a la joven violando las restricciones judiciales. Ariel González no tenía tobillera, y Camila no tenía botón antipánico.
Las amigas de Camila se organizaron para que el crimen no quede impune. Durante meses repudiaron y denunciaron la decisión del juez de enviar a González a su casa sin custodia ni tobillera. La jueza de garantías 3 de Moreno, Cecilia Ardohain, imputó a González por “homicidio agravado por el vínculo y por mediar violencia de género”. Ahora, desde la cárcel donde cumple prisión preventiva, González amenaza a las amigas y compañeras de Camila “tiene un celular y nos manda mensajes para que nos quedemos calladas”, contaron a MU.

Aislamiento violento
«Yo caracterizo a Moreno como un reducto semi-feudal, gobernado desde la recuperación de la democracia por los varones del conurbano, acérrimos machistas, patriarcales y capitalistas y todo está pensado y organizado en función de esos criterios”, describe a su ciudad Cristina Coronel, histórica militante por los derechos de las mujeres y diversidades, hoy integrante de la Red Feminista de Moreno. “Lo grave es que las mujeres de los partidos políticos lo han naturalizado y es difícil romper con esas posturas. Lo bueno es que cada vez quedan más en evidencia, por las contradicciones que provocamos con nuestras luchas. Aunque falta mucho por hacer, hemos conseguido algunas transformaciones, por eso seguiremos en la calle luchando”, agrega Cristina, quien también integra la organización Mujeres al pie del cañón, que viene trabajando en la lucha feminista, barrial y comunitaria.
La Red Feminista de Moreno se conformó luego del femicidio de Ludmila Pretti, la adolescente de 14 años que fue asesinada en una fiesta de cumpleaños. El cuerpo de Ludmila fue hallado en la casa donde vive Cristian Jerez, el dueño de la casa donde se hizo la fiesta, debajo de una cama, tapado con dos colchones. Según las investigaciones forenses, el cuerpo estaba semidesnudo, con signos de que la víctima se había defendido de un intento de abuso sexual. El informe preliminar dice que la adolescente fue ahorcada con una pashmina que llevaba anudada al cuello.
“Pedimos una audiencia urgente con la intendenta Mariel Fernández y con la directora de género de Moreno. Las compañeras le entregaron una propuesta al Municipio, entre ellas, la más importante era armar el comité de crisis contra las violencias de géneros y que esté constituida por las diferentes organizaciones sociales, representantes judiciales, de la policía y otras instituciones del Estado”, explica Coronel. “Seguimos en la calle, seguimos movilizadas, atentas, no bajaremos los brazos aunque quieran ningunearnos, la vida de nuestras hermanas vale mucho, no queremos más muertas, no queremos más femicidios”.
A fines de octubre, 50 mujeres, algunas con bebés en brazos y cartulinas escritas a mano, se movilizaron a la Municipalidad de Moreno a exigir políticas públicas que las protejan frente a la violencia machista que creció exponencialmente durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio. Llegaron caminando, desde sus barrios, alejados del centro, a donde a veces no llegan los servicios esenciales como el transporte y el gas. Pidieron que cuando sus vidas corren peligro, el Estado no las obligue a hacer la denuncia por mail porque no tienen computadoras, ni red de internet ni crédito en sus celulares. “No puedo elegir si compro pan o voy a hacer la denuncia: no tengo esa opción porque soy madre a cargo de cuatro hijos”, dijo una de las mujeres desde el micrófono, durante la manifestación frente a la sede municipal. Además, explicaron que muchas mujeres no pueden denunciar por correo electrónico porque no saben escribir.
En el barrio donde la casa de Jessica Fernández Argüello espera, dos chicas adolescentes llevan una garrafa de más de 20 kilos, ayudándose con un palo de escoba para repartir el peso. Otra mujer joven maneja una mezcladora de cemento mientras cuatro pequeños de no más de 4 años juegan con tierra. En Cuartel V, muchos hogares están sostenidos por mujeres.
Por eso, las integrantes de la Red Feminista piden también recursos, no sólo económicos, sino integrales: refugios, botones antipánico, acompañamiento social, legal y psicológico. Que las denuncias se tengan en cuenta y la policía actúe a tiempo. Que se cumplan las perimetrales. Contención para víctimas, hijes, familias. Prevención, capacitación, educación en la no violencia. En definitiva, presencia del Estado en los barrios, activa y concreta.
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Femicidios en julio: la noticia es el horror

27 femicidios en julio, 163 en 2025. Esos son los datos reunidos por el Observatorio Lucía Pérez, primer padrón autogestivo de datos y análisis de la violencia patriarcal. Los números no alcanzan a dar cuenta sobre el punto de inflexión que expresa este mes para este tipo de violencias. Se trata de una consecuencia directa de la complicidad estatal (Poder Ejecutivo & Poder Judicial) al imponer una política negacionista a los crímenes de mujeres y trans cometidos en contextos narco territoriales. El resultado está ahora a la vista y es el horror: cuerpos descuartizados, que emulan el modelo instalado en Ciudad de Juárez por los carteles narcos que dominan la muerte en esa ciudad.
Este julio argentino fue en Córdoba, fue Brenda Torres (foto de portada) -de apenas 24 años- y fue cerca del estadio de fútbol donde apareció uno de sus muslos seccionados. Recién hoy 1º de agosto apareció el resto de su cuerpo destrozado. La fiscalía asegura que ya hay dos detenidos.

En agosto del año pasado también había sido detenido Juan Carlos Galarregui, el asesino de Rocío Fernández, de apenas 27 años. Fue en Mar del Plata y fue en un freezer donde encontraron su cuerpo, en el cual su femicida lo depositó esperando el mejor momento para descuartizarlo. La causa fue elevada este mayo a juicio oral, pero el fiscal Fernando Berlingeri solicitó resolver el procedimiento en un juicio abreviado. Para eso ofreció declinar la acusación de femicidio, ya que esa calificación legal impide estos procesos de resolución rápida y, por cierto, de menos pena. Es exactamente lo que hizo el Poder Judicial correntino en el caso de la periodista Griselda Blanco: homicidio simple, juicio abreviado, 12 años de prisión que no son de cumplimiento completo, ya que la carátula omite la violencia de género. Esta tendencia judicial negacionista se inició este año y en febrero cuando la Cámara de Casación bonaerense emitió el tercer fallo sobre un mismo crimen para justificar que Lucía Pérez había sido drogada y violada, pero decidió que su crimen no era un femicidio.
Así, al borrar las huellas de la violencia de género en el trámite judicial, el Estado argentino se jacta de haber bajado la tasa de este tipo de crímenes.
Así los dos poderes del Estado ganan impunidad, y la sociedad pierde.
¿Qué pierde?
Los femicidios en contexto de narcomenudeo territorial tienen característica atroces y también señales comunes: la diferencia de edad entre víctimas y asesinos, el consumo de cuerpos como intercambio de mercancías, la vulnerabilidad de las adictas y sobre todo, la diferencia de poder entre quien tiene la droga y quien, por situación de absoluta dependencia, la necesita. Estos rasgos, entre otros, son los que se omiten en los procedimientos judiciales y también en los análisis sociales, que tienden a asimilar estas políticas con las que se somete a las barriadas periféricas con las conductas recreativas de clases y barrios acomodados.
Situar la información en territorios específicos, con sus contextos particulares y sus vulnerabilidades sociales, es clave para analizar qué significan estos femicidios que, hay que repetirlo, sin la complicidad policial y judicial podrían evitarse.
Las consecuencias de la maquinaria de invisibilización estatal y académica tiene consecuencias brutales. Eso es lo que nos informa este mes de julio de 2025: los cuerpos de las mujeres ya son pedazos arrojados a nuestro paso.
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Fallo histórico: confirman la condena a perpetua y por transhomicidio contra el asesino de Tehuel

La Sala I del Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires confirmó la condena a reclusión perpetua y transhomicidio contra el asesino de Tehuel de la Torre, joven trans asesinado y desaparecido desde el 11 de marzo de 2021 en la localidad bonaerense de Alejandro Korn. Los jueces Daniel Carral y Ricardo Maidana rechazaron el pedido de la defensa y refrendaron el fallo contra Luis Alberto Ramos, quien había sido condenado el 30 de agosto de 2024 por el Tribunal Nº2 de La Plata en una sentencia histórica por reconocer el homicidio calificado del joven de 21 años por haber sido cometido por odio a la identidad de género. «La desaparición del cuerpo de Tehuel y la quema de sus pertenencias adquieren un carácter simbólico de negación de su identidad», señaló el fallo.
Familiares y Amigos de Tehuel celebraron la confirmación: «Esta decisión es muy importante y refleja el resultado de la lucha del movimiento social y de un trabajo en red muy importante, que nos fortalece para continuar el camino contra la impunidad y la violencia por prejuicio hacia las identidades travestis y trans». A su vez, exhortaron a la justicia bonaerense para que defina «de manera urgente» la fecha del juicio contra Oscar Montes, el segundo acusado por el crimen y la desaparición del joven. «Fue un crimen de odio», subraya la familia.
Compartimos la nota de MU que analiza los detalles del fallo histórico, junto a las pruebas que ahora Casación confirmó.
Y comparte la pregunta urgente de Norma Nahuelcura, la mamá del joven, que sigue sin saber dónde está el cuerpo de su hijo: «¿Dónde está Tehuel?».
#NiUnaMás
Acto trans por más democracia

Por María del Carmen Varela
Fotos Juan Valeiro
Desde las dos de la tarde comenzó a llegar gente a la plazoleta ubicada frente al Congreso de la Nación. Al amparo del sol, distintas banderas fueron colgadas sobre las rejas: Furia Travesti, Justicia por Sofía Fernández – nadie se suicida en una comisaría, Ley de Reparación Histórica Ya. Y también pancartas: Basta de Travesticidios, Femicidios y atropello a nuestras leyes, Más amor, menos odio, ¿Dónde está Tehuel? Caras pintadas con los colores rosa, celeste y blanco, espaldas con banderas multicolores, una foto de Diana Sacayán en blanco y negro y ampliada casi a tamaño natural. El aroma a guiso que apenas listo fue repartido en bandejitas de plástico, impregnó a la concurrencia que iba aumentando con el correr de los minutos.

La policía no permitió la colocación del escenario, sin embargo, el entusiasmo no decayó. El DJ Chezco Beats se encargó de musicalizar e hizo que el frío se esfumara de los cuerpos. Un gato amarillo gigante se ofendió al ser confundido: “No soy Gaturro, soy Garfield”. Cuando le preguntaron por qué vino a la plaza del Congreso, mostró una alcancía. “Te sacás una foto conmigo y colaborás”.
Bartolo viste un elegante saco azul y será unx de lxs presentadorxs del Festival.

Le cuenta a lavaca: “Vine a defender la Ley de Identidad de Género, la Ley de Cupo Trans, el matrimonio igualitario, la ESI. Es un contexto muy dificil y esos derechos nos quieren ser quitados”. Poeta, docente, activista, autor del libro Textosterona 4ML, una crónica poética de una masculinidad trans que está en preventa para lograr ser publicado. Se puede apoyar la edición ingresando a su IG: @escrituraautogestiva. “Estoy acá por el orgullo, por la resistencia, por las infancias trans, por todes les compañeres que ya no están y lucharon para que nuestras vidas sean validadas”.

Say Sacayán, hermanx de Diana, la recuerda a diez años de su travesticidio, que no fue avalado como tal por la Corte Suprema: “Ella fue una militante, luchadora, fue presa política, atravesó violencia en la calle, sabía qué derechos necesitábamos para tener una mejor calidad de vida. No vamos a bajar los brazos, vamos a resistir. Hace muchos años que estamos acá. Como país y como sociedad nos encontramos en un estado de crisis no solo económica. Tenemos un gobierno de derecha que viene a quitarnos los derechos, no solo a la población LGTBIQ+ sino al pueblo. Este es un espacio para encontrarnos, manifestar, abrazarnos y organizarnos”. Micaela Pérez, activista del colectivo Travesti Trans afirma: “Vine a pedir justicia por nuestras compañeras asesinadas en dictadura y post dictadura. Queremos repudiar a la Corte Nacional de Casación que decidió quitar como agravante el odio a la identidad de género, pedimos al Poder Judicial que garantice nuestras leyes”.

Tres chicos rubios de ojos celestes vestidos de riguroso negro llegaron a la plaza. Al ser consultados, responden que no hablan muy bien el idioma porque son rusos. El que mejor hablaba castellano dijo que se llamaba Davis —o simil— y que vinieron a vivir a la Argentina hace dos años. “Es muy peligroso vivir en Rusia. Allí somos terroristas, las personas LGBT somos extremistas y terroristas para la ley. Buscamos información y vinimos a Argentina”.
Pasadas las tres de la tarde, Bartolo dio inicio formal: “Bienvenides, bienvenidas y bienvenides al Festival Plurinacional Antirracista contra los travesticidios, transfemicidios y transhomicidios. Gracias a todas las personas que están acá hoy convocades en el Congreso”.

Una de las oradoras más lúcidas fue la activista Marlene Wayar.
- “Hay toda una sociedad que nos votó en contra por un sueldito que les prometieron, les prometieron que iban a cobrar en dólares y se cagaron en los derechos humanos. Así que hay que poner en jaque a toda esta sociedad pidiendo más democracia, que el Congreso y la Justicia funcionen. Si miramos la realidad, somos quienes estamos, entonces creo que hoy pretender que el mensaje penetre es un poco ilusorio”.
- “Estamos acá para abrazarnos entre nosotras, nosotros y nosotres. Honrar a nuestras muertas y estar juntes. Es una fecha de conmemoración de nuestra resistencia, de construcción, estando juntas, en comunidad, vamos a lograr esas otras luchas politicas, porque si no, las palabras son bonitas pero se las lleva el viento”.
- “Estemos con los pies en la tierra, no hay un político o política que nos esté mirando, no les interesa, están obnubilados en otra realidad, hay que traerlos a la tierra, hay que exigirles que respeten el ejercicio democrático de que las cosas son de todas, todos y todes y la nuestra es la más relegada así que es la primera a la que le tienen que dar prioridad y eso quizás sea con el proyecto de Ley de Reparación Histórica para las travestis mayores que está asegurando el futuro y que esta Argentina entienda que democracia es democracia y no se la puede bastardear”.
El Festival tuvo espacio para bailar chacarera, agitar banderas al grito de “para las travas reparación, es una deuda que nos debe la nación” y un final a todo ritmo con la banda Sudor Marika. Varias generaciones se dieron cita en la plaza del Congreso en el día internacional del Orgullo, se abrazaron, comieron, bailaron, defendieron consignas, exigieron la Ley de Reparación Histórica y como señaló Marlene, conmemoraron la resistencia de la mejor manera: juntxs.


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