Nota
19.000 amenazas de desalojo
En una estimación que los funcionarios consideran moderada, al menos 19.000 habitantes de Buenos Aires corren riesgo de ser desalojados antes de fin de año de los lugares en los que viven. Desde inquilinos morosos hasta personas que viven en edificios abandonados, están en la mira de las autoridades. “El Estado tiene la obligación de garantizar una vivienda digna, dijo a lavaca la Defensora Alicia Pierini. La verdadera cara del “boom” inmobiliario y el aumento de los alquileres.
Más de tres mil familias que habitan en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires corren el riesgo de quedar en la calle después de que la Cámara Federal de Apelaciones les dictara, en diferentes causas judiciales, las respectivas órdenes de desalojo. Se trata de inquilinos morosos, pero también de numerosas personas que viven en terrenos fiscales y edificios abandonados del Estado que deberán ser desocupados antes de fin de año.
La Defensoría del Pueblo de la Ciudad está elaborando un informe de próxima aparición donde subraya la situación acuciante que atraviesan por lo menos 19.000 personas en un cálculo que los propios funcionarios consideran moderado. La cifra podría trepar a números inimaginables si se considera que algunas causas, sobre todo las vinculadas a terrenos tutelados por la ONABE (Organismo Nacional de Administración de Bienes del Estado), no implican el desalojo de una sola familia sino de 400 personas, como ocurre en algunos terrenos que pertenecían a la privatizada Ferrocarriles Argentinos.
“Le estamos planteando a los tribunales que antes de ordenar los desalojos averigüen a quién se está dejando en la calle, si la familia tiene hijos, si hay personas enfermas, discapacitadas. Queremos que haga un informe social y que los jueces pidan al Estado las medidas correspondientes para que cumpla con su obligación de garantizar una vivienda digna”, dijo a lavaca Alicia Pierini, Defensora del Pueblo de la Ciudad.
Suba de alquileres + torres = menos viviendas
El Ministerio de Derechos Humanos de la Ciudad cuenta con un programa de atención a familias en situación de calle. Está diseñado para asistir a familias que poseen ingresos menores a la canasta básica, según los índices proporcionados por el INDEC, lo cual ya es en sí mismo un dato. El programa otorga a cada familia un subsidio de 450 pesos durante seis meses y en su decreto de creación señala que en ese lapso el gobierno debe facilitar y asistir a los beneficiados para solucionar definitivamente su problema de vivienda. “Esto no sucede”, sentencia Silvina Pennella, Jefa del Área Social de la Defensoría del Pueblo.
A lo largo de todo 2006, 4.146 familias se acogieron a este programa, mientras que en lo que va de este año ya lo hicieron 5.386. “Al 30 de agosto ya se ejecutó el 90 por ciento del presupuesto del plan, no sé cómo van a atender a las 3.000 familias que quedarán en la calle en lo que queda del año”, se pregunta Pennella.
Tampoco parecen suficientes algunas soluciones transitorias que ofrece el Estado, como la relocalización momentánea en hoteles y pensiones. “Los propietarios -detalla Pierini- aplican el derecho de admisión, que podríamos decir que es la manera legal que encuentran para discriminar, y no le alquilan habitaciones a familias con chicos, por ejemplo”.
Pennella señala a la dinámica del mercado, con el consecuente aumento del valor de la tierra y el auge de la construcción, como responsables de la aceleración del problema. “Está probado que el boom de la construcción, con índices que parecen impresionantes, no reduce el problema habitacional. La construcción es selectiva y suntuosa. A la inacción del Estado hay que agregarle que los valores de los alquileres cada vez son más altos y los créditos hipotecarios también”, señala Pennella que reclama que el déficit habitacional sea tomado como una cuestión de Estado, con políticas a corto, mediano y largo plazo, en vez de darle el trámite de una emergencia pasajera.
Gateando en la vía
Otros números que maneja la Defensoría del Pueblo también dan cuenta de que el problema, lejos de estar próxima a solucionarse, crece a pasos agigantados. El año pasado, el organismo tenía registrados 24 asentamientos precarios, además de las ya naturalizadas villas de emergencia porteñas. Este año la cifra trepó a 60, contabilizando los caseríos instalados a la vera del ferrocarril, debajo de las autopistas y otros terrenos abandonados.
El informe de la Defensoría sólo incluye las 4.853 causas de desalojo tramitadas en la Cámara Nacional de Apelaciones, donde se dirimen los desalojos entre privados. No incluye, por ejemplo, las que se figuran en los fueros contencioso administrativos, donde se tramitan los desalojos de inmuebles donde el Estado reclama su propiedad. De manera que los números presentados sólo marcan un piso del volumen real del problema.
“Tanto en los casos donde el inmueble reclamado pertenece a un particular como el que pertenece al fisco, la responsabilidad última es del Estado. Porque es a quien le corresponde velar por la garantía constitucional de la vivienda. Por su puesto que si encima es quien exige el desalojo, la situación aún es más incomprensible”, dice Pierini. “Hay casos donde el desalojo puede esperar y no merece un tratamiento tan urgente. Además, hay algunos desalojos deben realizarse inmediatamente para garantizar la supervivencia de la gente. No podemos esperar que mueran diez chicos atropellados por el tren porque van gateando de su casa hasta las vías. Pero para eso se los debe relocalizar en condiciones dignas”.
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

Revista MuHace 4 semanasMu 208: Lara Brenda Morena

#NiUnaMásHace 4 semanasUn mes sin Brenda, Lara y Morena: lo que se sabe de la trama narcofemicida

Soberanía AlimentariaHace 4 semanasMiryam Gorban: hasta siempre, maestra

Derechos HumanosHace 4 semanasEstela, 95 años y 140 nietos recuperados: ¡que los cumplas feliz!

RadiolavacaHace 4 semanasCómo como 1: El mundo desde la mesa




























