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A dos años de la desaparición de Luciano Arruga

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El próximo sábado 29 de enero con un feria cultural que incluye debate y recitales, se conmemora el segundo año de la desaparición de Luciano Arruga. La cita es desde las 10 de la mañana en Juan Manuel de Rosas y Quintana, Lomas del Mirador. En esta extensa charla con lavaca, familiares y amigos que impulsan el reclamo de justicia, recuerdan a Luciano y hablan sobre qué significa la impunidad y la violencia de Estado hoy.
A dos años de la desaparición de Luciano ArrugaEstán juntos por el cerebro, la piel y el corazón. Familiares y Amigos de Luciano Arruga es un grupo de jóvenes decidido a varias cosas, que irán contando, alrededor de una idea: no dejarse envenenar por la resignación, ni por la indiferencia, ni por el odio.
Participan Damián (abogado, vecino y ex novio de Vanesa), Fermín (albañil), Anabela (la hemana de Fermín), Laura (profesora de Educación Física) y Vanesa. Vanesa Orieta es la medio hermana de Luciano. O mejor, su hermana y media. Una joven que según las etiquetas usuales podría ser considerada “empleada de oficina” o “estudiante de sociología”, pero que ha demostrado ser mucho más que las etiquetas desde el momento en que se cargó al hombro la pasión por no dejar que el caso de la desaparición de su hermano caiga en el olvido: en una segunda desaparición. Cuerpo pequeño, voluntad enorme, astigmatismo compensado con una mirada muy profunda sobre lo ocurrido y lo que simboliza esa situación para el presente.
¿Desde cuándo existe Familiares y Amigos de Luciano Arruga?
Vanesa: En realidad, se fue dando de la forma que creo que se deben dar todas las cosas. Primero hubo un interés de parte de los familiares de salir a denunciar. A esta intención se unieron los amigos, de a poco. No es que todos despertamos en el mismo momento. Algunos al principio no entendían, o tenían otras ideas. Creo también que por la misma intención de apoyarnos, querían darnos la posibilidad de pensar que Luciano realmente podía volver.
(Vanesa se refiere a que cierta esperanza de encontrar a Luciano hacía que muchos creyeran mejor moderar las denuncias, lo cual a su vez se convierte en una trampa de tiempo perdido).
Vanesa: Nosotros teníamos mucha seguridad de lo que estábamos denunciando. Los primeros que ayudaron fueron diferentes organizaciones, partidos políticos más alineados a la izquierda y a los derechos humanos. Pero con el correr del tiempo notamos que un poco se hacía imposible poder llevar adelante una organización con ideas tan diferentes, que empezaron a entrar en discusiones muy profundas, que realmente nos hacían daño, que no teníamos ganas de escuchar, que creíamos que nos desgastaban muchísimo.
Ahí se tomó la decisión de disolver la Coordinadora. Y eso dio lugar a Familiares y Amigos, con la idea de participar desde un lugar más personal, y de trabajar con los niños y con los jóvenes del Barrio 12 de Octubre, tratando de crear una conciencia en nuestros vecinos.
Laura: Habrá sido un año después de la desaparición de Luciano.
Vanesa: Hay que reconocer que el espacio de la coordinadora ayudó, nos dio la posibilidad, en el momento de plena angustia, de no estar ocupándonos de cosas que podían hacer otros compañeros. Pero en esas ganas de querer siempre ocupar el primer lugar, llegaban a nosotros esas discusiones y peleas entre diferentes personajes y partidos. No importa quiénes. Pero eso nos hacía mal, y no servía para lo que nosotros pretendíamos, que era lo que estamos haciendo ahora. Familiares y Amigos, tomando las riendas de lo que quiere llevar adelante, y de la forma que utiliza para hacer ese estilo de denuncia. No dejamos de participar con otras organizaciones, ni mucho menos, porque son parte también de esta lucha, pero tratamos de que, en definitiva, terminen escuchando la forma en que nosotros queremos trabajar.

Sin hablar de personas, hay una lógica del problema. ¿Cuál era? Ha ocurrido muchas veces en los movimientos sociales: la tensión entre los partidos o grupos políticos que quieren dirigir las decisiones y las discusiones. Y los que no quieren ser dirigidos, y responden: “Tenemos nuestra propia voz”.
Laura: El tema del desgaste no fue solamente porque ellos quieran decidir cuál es la voz que nosotros tenemos, sino que el caso tomó una relevancia demasiado importante. Todos querían hacer bandera de lo de Luciano, y ahí puede ser que algunas personas desvíen el interés, y donde Vanesa y los más cercanos a ella dicen: “Bueno, vamos a hacer un corte acá”. Mucha gente se desgastaba por las discusiones, y lo que estaba bueno era que esa gente siguiera luchando.
Cuando se olvida lo micro
Laura: El caso tomó tanta dimensión macro, que entendimos que lo micro quedó en nada
-¿Qué es lo micro?
-El trabajo en el lugar. No había fotos de Luciano en el barrio, ni laburo con los chicos. La militancia del día a día la estaban haciendo otros amigos de Vanesa, como Anabel y Fermín. Otros, como Damián, desde el lado de la abogacía. Entonces los amigos decimos: “¿Por qué no hacemos un trabajo en el barrio, por qué nosotros, en vez de ir a leer documentos en un acto político, no nos ponemos a pintar la calle, a trabajar con los nenes en el barrio, a hacer carteles?”.
-En vez de discursos, acciones concretas.
Laura: Claro, había mucha discusión política sobre tal cosa, sobre tal otra, y veíamos que lo que teníamos que estar haciendo, que era referirnos al entorno de Luciano, y a la gente a la que le puede pasar lo mismo, no lo estábamos haciendo.
-Parece que muchas veces hablar demasiado, enreda las cosas. ¿Habría que pensar que “haciendo la gente se entiende”?
Laura: Sí, siempre teniendo en cuenta que el caso de Luciano tomó dimensión no sólo por la lucha de la familia Vanesa y la familia, sino por las organizaciones, los abogados, los partidos. Fueron los que nos ayudaron e impulsaron el caso de Luciano.
-Sin embargo, muchas veces hemos visto que la diferencia que hace que un caso se logre llevar a fondo es la estructura familiar. Que estén los partidos puede ser importante, o no. Pero que esté la familia es crucial. Si los familiares o amigos no están empujando, acompañando, el resto no funciona. No porque no lo quieran hacer, sino porque pierde consistencia. Sin la mamá de Iván Torres en Comodoro Rivadavia, es difícil que ese caso hubiera llegado a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Pero ya que hablamos de Familiares y Amigos, ¿cómo es la relación que reùne al grupo?
Laura: Mi relación es con Vanesa, de amistad desde que tenemos 11, 12 años, compartimos toda la vida juntas, la escuela, la familia, el barrio, el deporte que practicamos.
Anabel: Yo también. Y Lu era como mi compinche en el barrio.
Damián: Yo primero conocí a Vanesa, a Luciano después. Éramos un grupo de amigos.
(Se empieza a armar un debate entre los chicos, miradas intencionadas, hasta que Vanesa toma la posta).
Vanesa: La cosa es así, Damián fue mi novio durante cinco años casi, conoce gran parte de mi vida, y creo que es una de las personas que más conoce la vida de Luciano. No es un dato menor ese.
-¿Por ejemplo?
Damián: Cuando conocí a Vane su familia estaba viviendo en la pieza de un hotel de Flores. Después se tuvieron que ir al barrio 12 de Octubre. Vane y yo vivíamos cerca de donde ellos se instalaron. Luciano estaba cartoneando para ganarse unos pesos, y surge una oportunidad de trabajar en una fábrica. Trabajamos juntos durante 6 o 7 meses en una fábrica de fundición de metales que elaboraba accesorios para calzado, como hebillas, por ejemplo (era la segunda mitad de 2008). Luciano tenía 16 años en ese momento. Cuando desapareció (enero de 2009) estábamos en una temporada sin trabajo en la fábrica, se suponía que retomábamos un tiempo después. Se habían incorporado amigos de Luciano, y al final estábamos todos trabajando ahí.
Laura: Y vos eras el capataz.
Damián: Trataba de ordenar un poco, y trabajaba con ellos. Llegamos a trabajar juntos hasta 14 horas por día. Ves más a tus compañeros de trabajo que cualquier otra cosa. También vino Marito, que tenía 13 años, el hermano menor de Luciano, barría, nos daba una mano.
A dos años de la desaparición de Luciano Arruga
Antídoto contra la locura
Chequeando las edades Vanesa cuenta que el cumpleaños de Luciano es el 28 de febrero. “En realidad nació un 29 de febrero, pero era bisiesto”. Laura sonríe: “Hoy tendría cuatro años”. Damián, con el doble oficio de obrero y abogado, relata que en la fábrica cobraban unos 9 pesos la hora, en negro como ocurre generalmente en este tipo de fábricas: “Las condiciones son deplorables, y el trabajo en blanco no existe”. Es parte del contexto de la vida de Luciano Arruga. Empieza a meterse en la conversación Anabel, mirada penetrante, puro barrio.
-¿Qué tal sobrellevaba Luciano las 14 horas de trabajo?
Damián: Se reía todo el tiempo, porque en realidad estábamos todos juntos, él estaba con sus amigos. Siempre comentábamos que era muy difícil que se diera la oportunidad de trabajar todos juntos en un mismo lugar. Además, cuando estás más de diez horas viéndole la cara a alguien, se genera una atmósfera de broma permanente para soportarlo, tenés que agudizar el ingenio, todos se hacían cargadas, sobre todo los chicos entre ellos, a ver quién era más rápido. La fábrica genera eso. Te tenés que reír porque si no te volvés loco trabajando 14 horas ahí.
-Un trabajo alienante te saca de quicio.
Anabel: Más si tenés 15 años.
¿Y Marito?
Damián: Pero él era como la mascota, porque tenía 13 años. Lo cuidábamos mucho, cobraba lo mismo que nosotros la hora, pero trabajaba menos porque lo protegíamos más porque era el más chiquito.
Anabel: Lo que tenía Lu es que trabajaba un montón. Agarraba un carro que era enorme, salía a juntar cartones, venía con el carro engordado, y el pibe tiene la fuerza para hacer ciertas cosas. No todos los pibes son como Lu, rebuscón…
Damián: Marito también, cuando aprendía algo nos pasaba el plumero a todos.
-Vanesa, ¿cómo es la familia? Porque vos sos media hermana de Luciano.
Vanesa: Soy la única hija de la pareja de mi mamá, Mónica. Después ella se vuelve a juntar y tiene a Luciano y mis otros hermanos.
-¿Y vos con quién vivías?
Vanesa: Viví y me crié con mi abuela. Siempre tuve una relación así con mi mamá, con idas y vueltas porque pasó por diferentes procesos, tuvo sus parejas, se juntó, se separó, su relación era violenta y su marido nunca la acompañó en la crianza de sus hijos. Los terminó criando sola: mis tres hermanos eran chiquitos cuando mi vieja se queda sola. Y yo también era chica, eso dificultaba que yo me pudiera ver con mi mamá. Eso pasa en determinada situación: de golpe dejás de tener contacto porque no tenés guita para viajar en colectivo. Mi mamá estaba en la lona totalmente, viviendo en una casilla en Florencio Varela con sus tres hijos, después la vuelvo a ver cuando la echan del hotel de Flores. Les dejaron todas las cosas adentro y los echaron a la calle. Mi vieja y los tres chiquitos tuvieron que dormir en la calle. Ahí, entre comillas, me hice responsable de la situación que estaban pasando, y se mudaron para el barrio 12 de Octubre (una villa de una manzana, rodeada de chalets, en Lomas del Mirador).
¿Habías perdido relación con tu papá?
Vanesa: Con mi papá siempre perdí relación, no tengo ninguna.
Changas y voley
Vanesa tiene 27 años, y todo esto ocurría cuando ella tenía 24. “Te hablaba de mi abuela, es una señora grande, costurera, siempre laburó y vivió de lo que cosía. Con eso me pudo criar y permitió que llegara hasta donde llegué, que será mucho, será poco, pero puso gran parte de su vida en esa máquina de coser para que yo hoy pueda estar defendiendo la situación de mi hermano”.
-¿Desde qué edad trabajás?
Vanesa: Siempre. A los 15 años o antes ya hacía changuitas. Con Laura trabajé en la coonia de vacaciones. Y esto es importante: me crié con mi abuela, pero vivíamos en una sociedad de fomento. Yo no podía pagar las cuotas para jugar al voley, pero me dejaban jugar, rodeada de mis amigas y sus familias. Fueron también mis familias. Iban a Villa Gesell a un torneo, yo no tenía plata, pero alguien la ponía y me llevaban. Laura, su familia, otras amigas y otras familias, son personas que generaron algo bien importante en mí.
¿Qué es lo desfavorable?
Mónica y sus tres hijos, Luciano, Mauro y Mario, se mudaron a la villa.
Vanesa: Apareció un angelito. En realidad era una señora mayor que ya no podía vivir sola. Era una casilla, y le deja un cuarto a mi mamá. Eran cuatro metros cuadrados, dos por dos. Había dos cuchetas. En una dormía Luciano con Maurito, y en la otra Mario con mi vieja. Condición bastante desfavorable. O humillante, yo diría. Sin baño. Tenían que ir a la estación de servicio que estaba sobre la avenida Mosconi. Lo que pasó es que la mujer se estaba dejando morir, en esa misma casa. Situación fea. Después la internaron, y mi madre tuvo que atrincherarse porque la querían sacar, pero ya no tenía dónde ir. Al final se pudo quedar. Pero fue toda una vida en la que ella y mis hermanos rodaron por muchos lugares, viviendo mucha violencia, situaciones muy miserables. Eso calculo que hizo que Luciano tuviera otra actitud ante la vida, porque él reconocía lo que le ocurría, entendía lo que pasaba, era muy compañero con mi vieja, y era…, ocupó un lugar muy especial en la familia, porque era ese hombre que le faltaba a la casa, que hacía que uno tuviera más confianza cuando él estaba ahí.
Damián: Eso se notaba en que siempre estaba queriendo hacer algún trabajo. Hasta cuando fue la primera detención de Luciano (22 de septiembre de 2008) él estaba en la fábrica. A las 7 estábamos juntos, Salió para sacar el documento, y ahí lo secuestran los policías. Hubo tortura, Vanesa y la madre estuvieron esperándolo en la puerta del destacamento escuchando los golpes que le daban y los gritos. Diez horas: lo tuvieron desde las 9 de la mañana hasta la s 7 de la tarde.
¿Él hizo algún comentario sobre qué era lo que le estaba ocurriendo con la policía?
Damián: Luciano hablaba todo el tiempo -y los amigos también- de lo que estaba pasando en el barrio. Los pibes saben muchas cosas, que a veces se guardan porque se están amenazados, saben hasta dónde tienen que hablar. Luciano mismo le reveló algunas cosas a la familia, pero les dijo: “Esto es para que lo sepan ustedes nada más”. Los chicos de los barrios se vuelven muy hábiles para protegerse. Saben que la vida de ellos no vale nada. Que no pueden hablar de más, les puede ir la vida en eso. De hecho, cuando Luciano se niega a robar para la policía ya estaba frito, ya había visto la cara del tipo que le estaba ofreciendo. Y ya sabía. Todos sabían.
Y saber lo convertía en un peligro.
Damián: Claro. Pero algunos detalles y algunas cosas sí las hablaban. Todos decían que la policía estaba presionando a los chicos para que roben para ellos. El comienzo del desastre fue la instalación del destacamento en Lomas del Mirador. Ahí se generó una enorme caja negra policial que recluta a los pibes para que roben para la policía.
Modismos bizarros
La aparición del destacamento, dándole respuesta a los vecinos que pedían más seguridad, se convirtió en la cáscara donde se empollaba la mayor inseguridad: la propia policía ofreciendo “trabajo” a los chicos, zonas liberadas para robar, y protección para las familias. Se suma Fermín al grupo. Es albañil, rápido de palabra y de ideas, amigo de Vanesa y Luciano.
Fermín: Yo soy muy andador y conozco a muchos pibes. El tema que para entrar a los barrios la policía, ¿qué hace? Había un chabón, que era el que reclutaba a los pibes. ¿Y qué hacía este chabón? Viste los modismos del barrio son bastante guarros, bizarros, como quieras decirles. El chabón se metía entre los pibes, haciendo ciertas situaciones, fumando, para entrar en confianza. El chabón agarraba y a los pibes los tomaba, dentro del amiguismo. Operaba con ese sistema.
Damián ¿trabajás como abogado?
Damián: Estoy trabajando con algunas causas, la causa de Luciano y algunas otras, mientras mantengo, como para poder organizarme, el trabajo en la misma fábrica en la que estábamos con Luciano.
S: En tu caso, ¿cuál es tu actividad, trabajás, estudiás?
Recordemos: Fermín es albañil, Vanesa es administrativa en Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires, Laura es profesora de Educación Física y Anabela hace de todo un poco: ayuda la albañilería a Fermín, que además es su hermano, y como secretaria a Damián, que es su amigo.
H2: Yo soy albañil. Yo me dedico a la construcción, en plano general, albañilería, plomería, gas.
S: ¿En tu caso?
M: Yo soy profesora de educación física.
S: ¿Ejercés?
M: Sí. Trabajo como administrativa.
S: ¿En una oficina?
M: No. En Desarrollo Social, desarrollo del Plan Vida. En provincia.
M: Yo trabajo para Fermín, y ahora soy la secretaria, también de Damián, hago algunas cosas de los juzgados.
S: Me gustaría volver a pegar el salto hacia delante. ¿Qué los movilizó para organizarse…? En el mismo barrio, había un grupo de amigos…
M2: Nosotros somos amigos de antes, de toda la vida.
S: ¿En tu caso, amigo de Vanesa o de Luciano?
Fermín: De Vanesa y de Luciano, lo conocí de chiquito, por cuestiones, amigos, familiar, iban a la escuela juntos, nosotros nos conocemos de toda la vida.
H: Fermín es el hermano de Anabela.
M: Es un grupo donde hay varios hermanos y hermanas.
S: Después de la desaparición de Luciano, ¿cuándo es que empieza la movida? ¿Cómo es que el barrio, como participaban ustedes, consolando o acompañando a Vanesa, haciendo qué? ¿Qué es lo primero?
V: En realidad, todo… acá lo que hay que tener en cuenta es que todos tenemos una actitud muy desprejuiciada. Ante el peligro, sobre todo. Si no se entiende que nosotros somos un grupo que no tenemos miedo a ninguna situación que en otra situación podría generar miedo, no se entiende este grupo. Nosotras, con Anabela, cuando nos enteramos de lo que había pasado con Luciano, porque ya teníamos la presencia de una persona que nos dijo “Con Luciano pasó esto y esto”, lo primero que hicimos con ella fue ir al destacamento, y decir “nosotros sabemos lo que ustedes hicieron con Luciano”, desde la locura que nosotros teníamos también de sabe algo que había pasado con Luciano y no tener una puta prueba para decir “esto es lo que tengo para demostrarte a vos, fiscal, que no me atendés durante 45 días, que a mi hermano le pasó esto”, porque la justicia accionó de esta forma. La justicia lo que hizo fue frenar la causa, pararla durante 45 días, desviarla, plantarnos policías en el barrio, intervenir los teléfonos, investigar qué estábamos haciendo nosotros. Y en ese desconcierto que teníamos nosotros, al día 45 nos enteramos de lo que pasó con Luciano.
S: Ese momento es el día 45, cuando vos decís “nos presentamos”.
V: Nosotros tomamos como el día 45. No sabemos si es…
Fermín: Era el día de mi cumpleaños. Conozco muchos pibes de todo el barrio, y realmente nosotros nos enteramos de esa forma, el día de mi cumpleaños, apareció un pibe equis y me dijo: “Che, loco, está Vanesa acá y yo esto no me lo puedo guardar, pasó así, así y asá, averigüen sobre estos datos que yo te doy. Fue la policía”. Y ahí en esa espontaneidad que yo me entero de la información, lo primero que hago es comunicárselo a mi hermana y a ella, que dentro de la espontaneidad, ellas fueron solas. Dentro de lo que era mi cumpleaños, éramos un montón de personas las que podríamos haber hecho eso. Pero dentro de lo que es el modismo, imaginate que uno siempre se maneja con el unipersonal, no comprometer al que conoce, sino por una cuestión de situación personal, uno explota porque sí. Y en este caso fue el único momento donde se pudo decir a las policías que estaban encubriendo y todo, que estaban ahí, estaban las papas calientes, y ellas fueron las únicas que pudieron hacerlo. Eso es lo que más gratifica del momento, que hubo un espacio para poder hablar cara a cara y decir “loco, fuiste vos, vos, y vos sos un otario”.
V: Un poco empezó así. Entendiendo que nos íbamos a mover de esta forma. Que empezamos enfrentándonos con la policía, y creo que eso fue fundamental, eso fue lo que nos dio la fuerza para decir “sigamos delante de esta manera”, pero al mismo tiempo entendíamos que nosotros solos no podíamos, porque tarde o temprano nos iba a caer la pero parte de la policía, de la policía más violenta, tratando de generarnos ese miedo. No lo hicieron directamente, de ponernos la mano encima. Pero varios de nosotros sufrimos diferentes formas de amenazas, de persecución. Anabela la sufrió realmente mal. Vivió… Ella tuvo que soportar…
S: ¿Qué pasó?
Anabela: Estuve detenida en la 13ª de La Tablada. Cerca de APDH, justo. Me intercepta un móvil, me preguntan qué estoy haciendo, por qué tengo la remera que tengo, a qué me dedico, digo que trabajo para un grupo de abogados, me dejan que me vaya, después me llaman de nuevo, me preguntan otra cosa, me dejan que me vaya, y a las seis cuadras yo iba con una moto, me atropelló la policía, en la moto, me tiraron al piso, me pegaron, me agarraron la moto, me subieron a un patrullero…
S: ¿Con qué vehículo te atropellaron?
Anabela: Con un tipo Corsa, un patrullero común y después se acercó una camioneta y se llevó la moto. De ahí me llevaron por la 13ª de Tablada, ahí me metieron adentro de un baño, me pegaron varias personas, llamaron a una testigo, y la testigo me tiró encima, le dije que lo que estaban haciendo estaba mal, que se vaya de ahí, que avisara que yo estaba ahí. La mujer se fue horrorizada, obviamente, no hubo ningún testigo. Ahí estuve en imaginaria, detenida con los presos varones, después me llevaron a dar vueltas amarrocada arriba de una camioneta. Después de 40 minutos me di cuenta de que estaba dando vueltas por Ciudadela, reconozco un barrio, les digo que me lleven para el Carrillo, que estaba muy lastimado, que me habían lastimado mucho, que por favor me llevaran. Y después me llevaron a la Científica de San Justo, que en la Científica le dije al médico que me habían pegado, porque estaba segura de que no me iban a dejar llamar a nadie, que por favor se hiciera cargo, me dijo que me arregle con ellos, así que me subieron al auto y me llevaron de nuevo a la 13ª. Ahí quisieron llegar a un arreglo, que no entendí muy bien cuál era. Ofrecí plata, me dijeron que no, pedí llamar a mi familia, dije que mi hermano respondía por mí, intentando por si querían plata, igual no tenía en ese momento pero para…
S: Pulsear…
Anabela: Intenté todo para llamar por teléfono.
H: Es un procedimiento habitual en el Gran Buenos Aires, la policía cuando te da demasiadas vueltas, vos sabés que cuando están haciendo eso es porque quieren plata. ¿En el barrio cómo reaccionamos frente a eso? En el barrio hacemos una colecta, hacemos lo que sea, para ir y dejar la plata en la comisaría, porque las comisarías no se manejan con las fiscalías. Ellos mantienen la gente detenida sin informar a fiscalía, para recolectar en su caja negra. A lo mejor quieren 500, a lo mejor quieren 1.000, a lo mejor quieren 5.000, han pedido barbaridades.
Anabela: Sin informar en su libro de entradas, quizá, no sólo a la fiscalía, sin informar en ningún lado.
H: Normalmente esas cosas no las hacen figurar en ningún lado. Todas las entradas, y muchas cosas que son, digamos…
M: Igual, dejá que Anabela termine de decir cómo llegó a lo de Vanesa.
Anabela: De ahí ofrecí, me dijeron que no, me pegué un cagazo bárbaro.
S: Ofreciste una cifra.
Anabela: No, no ofrecí una cifra. Dije que mi familia, que respondían por mí. Así, cualquier cosa, y ahí me asusté mucho, escribí con saliva mi nombre en la comisaría, en la pared, escribí con saliva mi nombre porque la verdad no sabía qué iba a pasar. Después de un par de horas me hicieron firmar algo para quedarme en libertad, me dieron la libertad, y cuando salí de la comisaría me llamaron de nuevo, di unos pasos, me llamaron de nuevo…
S: ¿Adónde, al celular?
Anabela: Me llamaron de ahí, otro policía, me dijo “vení, vení”, y me dijeron “Ahora subite a esa camioneta”. Me subí a la camioneta, que me quedé unos minutos, de ahí me pasaron a buscar, otro policía, y me pasaron de auto, un auto que no era de la policía, un auto particular, y ahí empezó una recorrida… Otra recorrida, donde el tipo me decía que si yo estaba con él no me iba a pasar nada, yo le dije que estaba muy nerviosa, frenamos en la calle Soldado Argentino, en San Justo…
H: … la estación de San Justo, en la plaza…, la estación de San Justo, las vías del tren…
M: Es un lugar espantoso. A la noche no hay nadie, nadie, nadie, no pasa ni un auto.
Anabela: De ahí veo que con eso que le dije que estaba muy nerviosa, que quería irme, pero que bueno, él ya tenía mis datos, porque ya tenían mis datos, mi teléfono, que me buscara, y así que él agarró por una calle, agarró por otra, se metió en contramano justo en la casa de Vanesa, dobló en contramano en mi casa, y cuando bajó un poco la marcha, me tiré del auto y corrí, corrí, me metí en los monoblocks y fui hasta la casa de Vanesa y le toqué el timbre a las 4 de la mañana, que no me quería abrir porque no sabía qué estaba pasando.
Fermín: A posteriori, después, al otro día llamó el policía éste, como tenía los datos de ella. Este policía llama, como que le hacían decir… Yo atiendo el teléfono y digo “Hola, quién es”, “Habla el turco, ¿está Anabela?”, y digo “¿quién es el turco?”. “No, no, el turco, un amigo, me conoce, por una situación que pasó ayer”. Le digo: “¿Qué turco? Acá se pudre todo, loco, si no me das tu nombre y apellido, acá no vive ninguna Anabela”, “No, que soy el turco, soy un amigo”. “Bueno, acá tenés a Bin Laden, acá no llamés más porque te exploto”. Yo soy muy agresivo en esos casos, cuando alguien no me dice su nombre y apellido, o te corto o te quiero matar por el teléfono. En la previa ya sabía eso, me había contado que un policía le había tomado el teléfono de mi casa y ya estaba alerta.
S: Es un teléfono directo, de línea.
Fermín: Claro, sí. Así que uno estaba también a la expectativa, imaginate que con la bronca, la bronca de saber lo que pasó, imaginate que uno, como te decía antes, como ellas fueron en un primer momento al a comisaría a decir lo que había pasado, también estaba en mi modismo de tener que ir hasta la comisaría, ahí, y querer hacer un desastre. Uno también un poco de contención psicológico, como te trabajan estas dos, es terrible, uno amaina un poco las broncas.
Laura: Cuando Vanesa estaba contando que fueron al destacamento, cuando nos enteramos, el contexto en que nos enteramos, que ellas dos solas y que después otras noches se armen situaciones en este destacamento, no es una cuestión menor, no estás yendo a denunciar un robo, “me robaron”, no, estás yendo a denunciar algo que hicieron ellos. Era una cosa así, una locura. Les estás yendo a decir en la cara que sabés, “vos sos el asesino”, y este mismo tipo te puede meter a vos, a las dos, agarrarlas de los pelos y las mete adentro. Entonces eran momentos bastante duros, y de bastante dolor y al mismo tiempo bronca, y al mismo tiempo nosotros sabíamos que lo que estaba pasando ellas, aunque estén en un momento de dolor, era muy grave. No es “ah, la policía mató a mi hermano”, como si fuese algo normal una muerte por una policía. Nosotros sabemos que una situación de secuestro por parte de la policía no es normal, una situación de tortura no es normal, una situación de desaparición no es normal. No eran chicas que iban y decían “ay, secuestraron a mi hermano, le pegaron a mi hermano”, como algo común en el barrio. Todos vivimos en un contexto y venimos de una historia, desde los políticos, desde…, que sabemos que esas no son cosas normales. También sabemos el peligro que hay que ir a denunciar a la misma gente que lo hace, y sin embargo uno va y lo hace, sale de adentro de las entrañas. Pero me parece que ellas lo cuentan como algo muy natural, y vale recalcar que todas saben de lo que están hablando cuando hablan de esto, o de lo que estaban haciendo.
S: ¿Cómo fue, después de que se meten en la comisaría y les dicen a los tipos…? ¿Qué les dicen y qué les contestaron ellos?
V: Nosotras no reunimos con…, había varios personajes que están en nuestras cabezas. Te digo así, como nosotras manejábamos los nombres de los tipos. Uno era el Cara Cortada, otro era un pendejo que le decíamos “el pendejo”, y entramos discutiendo. Nos llevan a una oficina, que era la oficina central del destacamento.
S: ¿Ustedes diciendo qué? ¿Dónde está Luciano?
V: No, nosotros diciendo que teníamos que hablar con alguien responsable, porque teníamos que decir algo que sabíamos, que Luciano había estado ahí, en ese lugar, y que queríamos hablar con alguien, que alguien responsable viniera a hablar con nosotras.
S: Esto fue en el día 45.
V: Fue en el día 45. El responsable que cayó era el responsable de calle en ese momento, que era Herrera, Ariel Herrera, que Ariel Herrera había tomado la posición de policía bueno, el policía que iba a decirle a mi mamá “yo pongo la foto de su hijo en el patrullero”, y mientras tanto recolectaba información de lo que íbamos haciendo. Entonces, cuando entramos lo primero que le decimos a Herrera es: “Herrera, ya sabemos que Luciano estuvo acá, que ustedes acá lo golpearon”, la actitud de “decime dónde está mi hermano”, con total desesperación, de que me diga dónde lo habían dejado a Luciano. Por supuesto que era un sinsentido esto, pero ese espacio a nosotros nos permitió marcarles el rumbo, por más que no sirviera para nada. Nosotras dijimos “Nosotras sabemos esto y vamos hasta el final con esto, y no vamos a parar y ustedes van a terminar en cana”, y nos descargamos, no importaba. Gritamos, los amenazamos, y nos fuimos diciéndoles que la comisaría se prendía fuego, ésa fue nuestra última expresión cuando salimos del destacamento: “este destacamento lo prendemos fuego”. Después de eso, muchas veces más pasamos por el destacamento, el destacamento pasó a ser nuestro, nosotros llegamos hasta a escribir paredes delante de los policías adentro, a gritarles, a decirles que se metieran adentro porque no tenían nada que decir. Eso, por supuesto, ese espacio, nosotros fuimos ocupando un lugar importante en el barrio. Nuestra denuncia ya era una denuncia con fuerza.
S: El día 45, ¿Por qué ustedes se enteraron de algo?
V: Nosotros ahí nos enteramos de que Luciano había estado detenido en el destacamento.
S: ¿Cómo?
S: Porque esta persona que es testigo, la persona que es un testigo, que hasta el día de hoy está con cierta seguridad, que en realidad nunca la tuvo, porque fue amenazado, le pusieron un arma…
H: … al pibe lo fueron a buscar a la casa, le tocaron el timbre de la casa, lo levantaron, lo llevaron en un auto civil, lo encañonaron y le dijeron que no declare más. Y después le dieron un par de vueltitas, le comieron el coco, y después lo tiraron en Casanova para que se vuelva caminando. Imaginate.
V: El relato del pibe fue: “a tu hermano lo vieron en el destacamento”. En realidad, fue “a tu hermano lo vieron en el destacamento. Y ahí lo vieron prácticamente muerto”. Esto me lo dijo él y no me podía mirar a la cara, cuando me lo estaba diciendo él a mí no me miraba a la cara. Y nosotros en ese momento lo que yo sentí era lo que me faltaba a mí para ir y decirles “listo, ya está muchachos”…
S: Se confirmaba lo que sospechabas.
V: Yo, desde el primer momento sospeche que la policía tenía algo que ver, mi vieja sospechaba lo mismo, cuando fuimos al destacamento, a los días de estar desaparecido Luciano, ese lugar se estaba limpiando, había olor a lavandina. Se hace el habeas corpus, directamente, al otro día, inmediatamente. Sin saber mucho…
Laura: Por las dudas se hizo un habeas corpus enseguida, la primera acción, porque lo que Vanesa sentía muy fuerte era el sentimiento de que había pasado algo con la policía.
Anabela: Yo hasta los 45 días dije que Luciano estaba en otro lado. Que estaba en Flores, que se había ido con un amigo.
S: Tenías esa impresión.
V: Varios tenían esas impresiones. Hay gente que hoy no está acá, pero que hoy lucha con fuerza, pero que en ese momento, cuando yo decía “es momento de que hagamos una marcha, que vayamos a los medios”, me decían “no, esperemos a ver si…”. Frenamos…
Laura: Nosotros frenamos un montón de impulsos de amigos de Vanesa, por no sumarnos a esta cuestión de pensar que podía ser la policía, hasta que llegó ese testigo.
S: No entendí la idea.
Laura: Nosotros, los amigos de Vanesa. Vanesa nos decía “seguramente fue la policía”, o fue esto o lo otro, “la policía está implicada”, nosotros frenábamos los impulsos, pará, no hagamos una marcha, pará, no hagamos esto, esperemos a ver qué pasa. Aguantemos. Nosotros frenamos.
H: Uno creía todavía que no…
Laura: También, creer que había sido la policía, y todo esto que yo te contaba antes, de saber contextualizar lo grave de la situación, a uno no lo deja de sorprender, no lo deja de decir “no puede ser que esto pase”, es algo muy terrible.
Anabela: También pasó, que creemos que tiene lo mismo que ver, la muerte de Landolina, el florista de Susana. Landolina es el personal trainner de Coppola, y vive en el barrio de Lomas del Mirador, también murió, y después apareció otra persona que era un pibe de barrio con un montón de droga arriba de un auto, y la familia sin…
Laura: El mismo día 4 de marzo que aparece el testigo que confirma que Luciano había estado ahí, en esa misma semana hay dos muertes de dos personas muy mediáticas en Lomas del Mirador, en un lugar en el que nunca pasa nada, nunca pasó nada. Nunca pasó nada. Nada.
Y a los dos días, el 8 de marzo, o el 6 de marzo, se hacía una marcha por estas muertes, contra la inseguridad en Lomas del Mirador, en el mismo momento que estábamos descubriendo que Luciano había estado en este destacamento que lo habían pedido los mismos vecinos.
Eso en el libro lo explica mucho mejor Damián.
V: Igual, una cosita quiero aclarar. Yo creo que también, si hay algo que frena, la actitud que tanto mi vieja como yo teníamos, tozudamente, de denunciar a la policía desde el primero momento que Luciano desapreció, creo que tiene que ver un poco con el miedo que genera, hacer una denuncia contra la policía, y más si esa denuncia tiene que ver con la desaparición de un chico. No es que vos ibas a denunciar que lo tuvieron detenido un par de horas por averiguación de antecedentes. Estábamos denunciando “este chico desapareció y nosotros creemos que la policía algo hizo con él”, porque no sabíamos qué era ese algo.
Laura: Ser tan conscientes del contexto…
V: Y que conocemos a la policía del conurbano. La conocemos, sabemos los gorditos que hay. Sabemos la caripela.
H: En donde se esconden en cada esquina para sondear. Hay muchas cosas que uno, dentro de lo que es el barrio de uno, decís: a las 10 de la noche están durmiendo en la plaza, a las 11 y media de la noche están pidiendo pizza, a las 12 están pidiendo…
Laura: A la una están tomando falopa en la oficina…
H: Hay muchos modismos de la policía que uno los conoce con transitar en la calle.
Anabela: Por estar en la calle.
H: Por darle la vuelta. Y uno le da la vuelta, y lo ves… Pestañeo, que vamos en cana, no, no puede, ¿por qué?…
S: Vos te escapaste del auto en plan corajudo total. ¿Cuándo fue?
Anabela: Bajó un poco la marcha del auto y yo con el codo pude levantar el…
S: ¿Qué sospechabas que te podía pasar?
Anabela: Pensé que me iba a llevar para coger en algún lugar, no pensaba…, plata no había, no me violaron ahí adentro. Ya había pasado por todos los límites, me hicieron firmar falopa, me habían liberado, este tipo estaba haciendo algo amigable para seducirme también, porque él me decía algo como “vos, si estás conmigo esto no te va a volver a pasar nunca más”. El como queriéndome enamorar a mí, entró en esa circunstancia.
V: Acá hay algo también. Anabela, cuando la detienen, tenía el sticker de Luciano.
Laura: Prendedor.
V: Le hacen preguntas de Luciano. Cuando ella le quiere explicar algo, porque ella encima se pone en el papel de querer explicarle el caso de Luciano, el tipo le dice “No, no me expliques nada, ya lo sé”. Yo creo que hay una actitud muy perversa en esto, cuando ella se va, “no, volvé”, te subo a un patrullero, después te subo al auto de civil. Generar terror. Es siniestro esto. Estuvo desde la 7 de la tarde hasta las 3 de la madrugada ahí. Mi amiga llega a las 3 de la madrugada a mi casa.
S: ¿Cuándo fue?
H: A los 5, 6 meses.
S: ¿La fecha?
Anabela: No me acuerdo.
S: Junio, Julio.
Anabela: Más, mucho más. Hace muchísimo.
H: Fines de 2009 ponele.
Está la denuncia en fiscalía, porque se hizo la denuncia.
H: Imaginate que al otro día de pasar esto nosotros vamos al policlínico de San Justo para hacer el precario policial, que era para eso, viste, donde te sacan la muestra de los golpes, de lo que le pasó. La misma policía de la 1ª de San Justo extrae ese precario policial y no nos querían entregar el precario. Que uno va cuestión civil, nosotros no fuimos ni con abogado ni nada, fuimos al policlínico, “necesito hacer un precario policial porque pasó esto y esto”. Automáticamente le empiezan a hacer todos los análisis. Cuando llenan toda la data los médicos, agarran a un policía que normalmente siempre está dentro del hospital, agarran ese precario y automáticamente se lo llevan, sin avisar nada, y nos tienen horas, horas dentro del hospital, chamuyando que el precario lo estaban haciendo, sabiendo ellos que el precario lo tenía la comisaría 1ª de San Justo, de la mano de enfrente.
Anabela: La denuncia se hace en la comisaría.
H: Eso es civil. Y a nosotros no nos podían dar el precario porque como fuerza de seguridad la policía tiene que hacer la exposición por su lado. No es que uno independiente puede hacer…, bah, puede hacerlo pero tiene que hacer la denuncia a la comisaría.
Anabela: ¿Qué queremos decir con esto? Que vos vas a pedir al policlínico de San Justo un precario policial y te van a mandar al frente con la policía. Lo mismo que pasó con Luciano. Luciano también fue a pedir el precario policial ahí, y tampoco hicieron nada. Cuando a mí me…
S: ¿El precario qué es?
Anabel: El precario policial es…
H: … médico. El problema es que el policlínico de San Justo está frente a la comisaría de San Justo y trabajan en complicidad. Los médicos, por acción u omisión trabajan en complicidad con esa comisaría.
Laura: Está la 1ª de San Justo, el policlínico de San Justo y la Municipalidad de La Matanza en la misma cuadra. A la vuelta la Brigada. Eso es un lugar estratégico de operaciones de toda La Matanza, no es un lugar menor La Matanza del país. En San Justo se maneja toda la cuestión de lo que te imagines.
S: ¿Cuál fue la primera acción que uno puede pensar que hicieron? La primera fueron ustedes yendo a la comisaría.
V: Una marcha.
Anabela: Una marcha, y siendo también seguridad para no…
Laura: Nos metimos en la marcha de la inseguridad de estos dos muertos.
S: ¿Fue el 6 de marzo de 2009?
Anabela: Sí. Para que la seguridad sea para todos. Para eso nos metimos.
V: Con una intención clara que la foto de Luciano apareciera en los medios de comunicación. Nosotros decíamos: si la foto aparece en los medios, si es que Luciano todavía está en algún lugar, quizás alguien… porque también pensábamos que podía estar secuestrado, que eso que él había contado de que la policía quería meternos en un grupo de jóvenes que robaban, quizás él estaba secuestrado, por algún policía, siguiendo con esta actividad.
S: Que se viera la imagen.
V: Claro, porque si alguien había visto a Luciano, nos iba a dar la información. La reacción de los vecinos, que lo comenté varias veces, algunos nos decían “acérquense” y nos daban el espacio, y otros nos gritaban “ahí vienen los villeros”. Ahí es donde se notaba que estaba bastante dividido el tema, algunos nos rechazaban y otros nos aceptaban, pero teníamos que pelearla.
S: 6 de marzo, ¿a la tarde?
V: A la tarde.
S: Movilización organizada por vecinos de Lomas del Mirador…
V: Vecinos organizados en alerta, VALOMI.
S: VALOMI, pidiendo más seguridad.
H: Después de los crímenes, fue tapa de Clarín al otro día, fue muy importante esa marcha.
S: Era por lo del florista… Ustedes se meten.
H: La marca de ellos empieza desde la Plaza de bomberos, casi vendría a ser lindando con Ramos Mejía, San Martín y Humboldt, que agarraba todo Mosconi, San Martín, y después hasta General Paz. Nosotros nos acoplamos, salíamos desde el barrio 12 de Octubre, nos juntábamos, íbamos por Bolívar, Mosconi, y nos juntábamos en el cruce de San Martín y Mosconi, que era justo el cruce donde ellos doblaban, nosotros doblábamos para ir para el lado del destacamento. Nosotros para ir al destacamento para poder, como uno ya venía con ganas explosivas de decir lo que pensaban…
H2: Hubo un escrache al destacamento, un escrache que se hizo…
(Hablan varios a la vez)
Laura: Mini escraches al destacamento hubo varios.
S: Estamos hablando del 6 de marzo. ¿En qué consistió?
H: Se hizo todo improvisado. En realidad, ni siquiera sabíamos que íbamos a ir a la marcha que hacían los de clase media. Nosotros lo que hicimos fue juntarnos en el barrio y marchar. Nos metimos en la marcha, nos metimos en el centro…
S: Una marcha propia.
Varios: Claro.
H: La primera marcha nuestra fue ésa. Una bandera improvisada, nos metimos ahí.
S: ¿La bandera qué decía?
S: “Buscamos a Luciano”.
(Hablan varios a la vez sobre la bandera)
H: Ésa fue la mejor bandera que quedó. La tenés en las imágenes. La que está encabezando el blog…
S: Hablen todos, pero de a uno…
H: Termino de cerrar eso: cuando vamos a la marcha, de ahí… Decía “Buscamos a Luciano”. Nos abrimos paso entre todos los vecinos, una marcha bastante importante, con lo que te decía Vanesa, con algunos insultos, con alguna gente que apoyaba, que nos decía que nos acerquemos al escenario, y de ahí nos vamos al escrache ese que se improvisa en ese momento. Porque el destacamento queda a tres cuadras de ahí, una cuadra y media, del cruce de San Martín y Mosconi, el destacamento queda a una cuadra y media.
S: Se abren de la marcha…
H: Y nos vamos al escrache que ahí surgió, éramos 30, 40, 50 personas, que nos vamos a hacer un escrache ahí.
S: Me decís que salió en el diario.
H: No, salió en el diario la marcha del 6 de marzo de Landolina y …
V: Nada, ni una cosa chiquita de costado. Las cámaras directamente…
H: Cuando hablaba ella le apagaban la cámara.
Anabela: Era muy obvio, que decían “ahí vienen los villeros”.
S: Llegaban ustedes con la bandera, se metían ahí, y vos querías que se viera…
V: Estaba la presencia del demonio máximo de Lomas del Mirador, de Gabriel Lombardo, un hijo de puta manifiesto, que llegábamos al lugar donde él estaba con las cámaras, y él hablaba al oído de los tipos, que no sé qué carajo les diría, pero la actitud era de no, de no filmar. Pero no se podía entender que esa basura tuviera tanta autoridad, no sé qué le diría al tipo.
H: Está subido a eso. Ese tipo es una rata que aprovecha ese momento de estos dos crímenes, que fueron crímenes sanguinarios, no sé si el del gimnasta o el del otro, que aparece una pileta llena de sangre, cuerpo mutilado. Como demasiado preparado. Lombardo se sube a esa ola, en ese momento y fue en un momento de fama que tuvo.
Laura: Y encima después no le termina de salir del todo bien, porque la familia de una de las víctimas presupone que la policía libera la zona. Que ellos no compartían primero la cuestión de defender a la policía, porque pensaban que había liberado la zona, que no compartían que VALOMI los defienda.
S: ¿Qué familia?
Laura: Ana Landolina.
H: Es la viuda de Hernán Landolina. No sé si es el gimnasta o el florista…
Laura: Es el entrenador, porque sale con una camioneta…
S: Esta familia es la que se abre un poco…
Laura: Ese mismo día terminan diciendo que ellos creen…
H: Se dan cuenta de la situación de cómo viene, y ahí se abren, y entra la posibilidad de poder hablar nosotros, de hablar Vanesa en ese momento, le da el espacio para poder hablar. Que en ese momento, cuando le dan el espacio, ahí es donde habla Lombardo y le cortan la cámara. Como que hay un momento donde se ve que le ponen la cámara adelante, la empiezan a filmar, y se la apagan.
Laura: Claramente, apagan las cámaras, directamente.
S: La otra cuestión era la de los insultos a ustedes cuando llegan.
V: Sí, villeros. Ahí vienen los villeros.
H: Igual también era una actitud que en algún punto nos tenían miedo, porque nosotros éramos 50 personas, y ellos eran 5.000, sin embargo se tuvieron que abrir y nosotros entramos, y los insultos venían de lejos, como que nos tenían un poco de miedo, en el fondo.
Laura: Entrábamos con un montón de nenitos andando en bicicleta, tocando redoblantes, abuelas con carteles. O sea…
S: 50 personas del barrio.
H: Del barrio, amigos, allegados.
S: Llegan hasta ahí, se apagan las cámaras, ¿y se van?
V: Vamos al destacamento, porque hacemos un escrache.
H: La marcha hace esto. Nosotros nos juntamos en la esquina, ellos venían por San Martín, nosotros veníamos por Mosconi, se juntan en la esquina, se hace la charla, y bueno, la misma marcha de ellos dobla en Mosconi y agarra para el lado de la General Paz, y nosotros, en vez de seguir la marcha con ellos, doblamos para el lado de San Martín, para el lado del destacamento.
S: ¿Qué charla?
H: La charla es donde ella habla, que le apagan las cámaras.
S: ¿Pero qué pasó, vos estabas hablando en el acto?
V: No, en ese acto no, porque había un escenario. Yo nunca llegué al escenario. Pero como estaban las cámaras ahí lo que intenté fue, mientras hablo con los vecinos, porque yo iba hablando… Una situación rara en realidad. Nosotros fuimos entrando y como que se fue abriendo un poco. De un lado, las voces se escuchaban dispares, unos decían “ahí vienen los villeros”, otros decían “vení, acercate”. Cuando vamos avanzando todos, mientras tanto vamos diciendo “Luciano es un chico que está desaparecido, creemos que fue la policía”, manejábamos todo así, queremos llegar a las cámaras. Cuando tenemos las cámaras ahí, porque las cámaras por lo general están todas en el mismo lugar, se daba esta situación, de que este personaje, Lombardo estaba ahí, bajaría una línea que no sé cuál era, y no había una recepción de parte de esos medios que estaban ahí. Era muy puntual lo que decía: “Necesito que la foto de este chico salga”. Pero nada. No se conmovían. Yo quería que se conmovieran, al menos. Pero no había nada de eso.
Anabela: También había una cuestión de que Lombardo se había juntado con De Narváez, había toda una cuestión política en ese momento.
S: Es asombroso el tema para los medios, hay una marcha, un chico desaparecido, sería lógico que… Da la sensación que… Me quedo pensando. Si es porque eran villeros, es una explicación.
Laura: Una porque eran los villeros, y otra porque Lombardo ya sabía de la cuestión de Luciano, ya sabía que estaba la policía implicada, trabaja en conjunto con la policía, él se encarga de limpiar lo que la comisaría hace, diciéndole a los medios de comunicación “a éstos no les den bola, son unos negros de mierda”.
V: “Este pibe es un villerito con 20.000 causas”. Eso fue lo que él dijo en varios medios. Primero fueron 20.000 causas. Fue así: una seguidilla. Primero dijo que nosotros estábamos delirando y que Luciano había tenido una discusión con la familia y que había agarrado su mochila y se había ido a Córdoba, y que él lo había visto con una mochila. Esto lo inventó, literalmente, porque el tipo nunca pudo conocer que hubo tal discusión, porque no la hubo, pero mucho menos que el pibe se fue con una mochila a Córdoba. El asoció Córdoba porque el padre vive en Córdoba, y esto hasta llevó que se investigara esto, que es lo más terrible, que se investigara lo que este delirante decía. Después cambió su discurso. Se puso más duro, dijo “este pibe es un villerito con 20.000 causas. Vamos, no vamos a investigar la desaparición de este pibito que estaba robando”. Después, cuando nosotros fuimos poniéndonos más duros, hablando de la actitud de él y de lo que generaba él, cambió, “no, no tiene 20.000 causas, pero es un villero”.
S: Eso se podría decir que es el nacimiento en la calle, una actividad concreta, con marcha, escrache.
V: Eso es fundamental, porque es ahí donde nosotros, creo que sin saberlo, empezamos a conocer estas dos caras. Que teníamos, sí, una parte de los vecinos que estaba todo bien, y nos hacían llegar a las cámaras, pero que había otros que nos trataban como los villeros. ¿Y qué, los villeros no tenemos derecho, los villeros tenemos que soportar que haya chicos desaparecidos de 16 años? Sentimos en ese momento también, por lo menos yo desde lo individual, sentí que había que hacer algo más, que yo no me podía quedar con esto de que algunos medios masivos de comunicación tomaran el caso de Luciano. Acá tenía que haber un acompañamiento de los vecinos, tenía que haber muchísimos medios alternativos tomando la causa de Luciano. Que las diferentes organizaciones, partidos políticos que tuvieran ganas de levantar esta bandera la levantaran. Porque empezábamos a comprender al mismo tiempo, y relacionándonos con otros familiares, que no era Luciano solo. Que acá había una actitud corporativa, una institución que salía a matar chicos, que disparaba sin necesidad. Que nosotros estábamos viviendo, y creo que hasta ahora no terminamos de caer que Luciano va a cumplir dos años de desaparecido. Creo que nos pesa, pero caemos en algunos momentos en eso.
Laura: Y en un escenario en que esta policía sigue manejando igual que hace dos años, con esta misma impunidad, en todos los barrios, y que este barrio de Lomas del Mirador sigue en esta misma postura de que algunos te apoyan y otros te ignoran. En el mismo barrio, después de dos años de que todo se sepa.
S: 6 de marzo hacen esto. A la noche, el 7 de marzo, ¿qué dijeron? Vos pensaste “hay que seguir”. ¿Qué pensaron?
V: Lo que pasa es que esos días, por lo menos para mí, eran para mí muy desordenados. Tenés que entender que hasta ese momento nosotros no teníamos nada, no teníamos acompañamiento, no teníamos abogados que trabajaran específicamente la causa de Luciano. Yo tuve una primera etapa junto con Damián y después, a los abogados que se incorporarían, de golpear puerta por puerta. ¿Qué quiero decir con esto? Y…, a la Secretaría de Derechos Humanos de Nación, a la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia, ir a ver al diputado tanto, al ministro de Seguridad tanto…
Laura: Al secretario del intendente…
V: Hubo que empezar a moverse en el mundillo político, que este sistema te impone esto. Que vos primero tengas que acudir a estas personas para comentarles lo que está ocurriendo en un barrio, para que sean conscientes de que hay un chico desaparecido en determinado lugar. Y eso nos llevó prácticamente un año entero, sin ser exagerada. Realmente gastamos zapatillas golpeando puertas y puertas. Mientras tanto teníamos otra organización que se estaba gestando, pero iba en paralelo. Mi familia no tuvo vida durante un año. Realmente te digo. Nosotros nos levantábamos a la mañana, íbamos a ver al primer garca de turno que nos tocaba ir a ver, sabiendo que nos íbamos a encontrar con un burócrata, con un político de mierda que no tiene sensibilidad alguna, pero nosotros necesitábamos decirle “esto está pasando, ¿qué podés hacer desde tu espacio?”. Y mientras tanto desde lo que nosotros considerábamos esa base, que queríamos empezar a afianzar, trabajarla, trabajarla. Fue primero una coordinadora, fue después Familiares y amigos. Pero nosotros entendíamos que más allá de golpear puerta por puerta y decirle a cada uno de los políticos de turno que esto había ocurrido con Luciano, mientras tanto teníamos que afianzarnos nosotros como grupo para generar muchísimo más y para poder instalar un tema que tenía que ver con la problemática.
S: Cuando golpeabas las puertas, abrías la puerta, y te encontrabas con burócratas, gente que…, “ni sensibilidad”, ¿qué quiere decir? ¿Ni hipocresía?
Laura: De querer sumar un voto…
V: Que no tienen nada que ver con la historia que vivo. Yo venía de ver la miseria de mi mamá, de ver las lágrimas de mi mamá, de ver la cara de mis hermanos, si entender absolutamente un carajo de lo que estaba pasando, y me tenia que sentar, o con minas que estaban subidas arriba de unos tacos altos, con un montón de collares caros preguntándome quién era yo y qué había pasado con Luciano Arriaga o Arroga o el primer apellido que se les ocurriera, sentándome a hablar con esas mujeres, que por supuesto estaban alejadas años luz. Funcionarias, mujeres, hombres, no importa quiénes, funcionarios que no tienen nada que ver con la realidad que vive uno, que no entienden lo que vos les querés explicar, que todo el tiempo te están mirando con cara de lástima, cuando vos no querés que te tengan lástima, vos lo que querés es que te escuchen, te subestiman, al mismo tiempo, te tratan de nena, o de criatura. No, tratame como a una persona, escuchame sin tenerme lástima. Porque yo vengo a hacer una denuncia seria, y vos sos un funcionario público, y me tenés que dar una respuesta. Entonces, ellos no brindan respuestas. Ellos te preguntan: “¿Y yo en qué te puedo ayudar?”. Yo ahí me fui dando cuenta de cómo funciona esto, como a un familiar le cuesta llegar a ese lugar, y cómo le cuesta a un familiar después expresar lo que quiere. Porque cuando te dicen “decime en qué te puedo ayudar”, y vos no entendés ni siquiera en qué lugar estás, y en qué me podés ayudar vos, desde qué lugar, haciendo qué. Si yo no entiendo esto, si esto es grande para mí, si yo recién entro a esta secretaría de Seguridad, por decirte una pelotudez. Vos llegás sin saber adónde te metés, con quién te metés, que alcance tiene esa persona.
S: ¿En qué me podés ayudar? Traelo a Luciano acá.
V: Yo me considero que nunca ocuparía un cargo, por lo menos en las condiciones que están dadas, pero me imagino que estando en presencia de un familiar, mi postura sería totalmente diferente. Por empezar, creo que no seguiría sentada en mi sillón muy tranquila con cara de piedra, con miles de collares, la cara estirada, preguntando, “a ver, qué pasó con tu hermano”, lo primero trataría de recibir a la persona de otra forma, tratando que sienta que lo que está pasando realmente me preocupa. No sé, creo que igualmente nunca en mi vida sería una persona tan fría y tan siniestra como todas las personas que yo conocí.
Considero que de todos modos uno tiene que enfrentarse a esas personas, simplemente para decirles que uno está, que uno salió de determinado lugar, y que a pesar de todo lo que costó estar en ese lugar, tiene la posibilidad de hablar con ellos de igual a igual. Y demostrarles que son unas verdaderas basuras.
S: Y este elenco que atiende burocráticamente. Lo vi con lo de Bariloche, el gobernador atendía al os familiares mirando para otro lado.
Laura: Preocupación cero, sensibilidad cero, calidez cero.
S: Educación diría, modales. Me estás hablando de un problema…
Anabela: Ese 4 de marzo cuando entramos había uno abierto de piernas, se rascaba, y se reía cuando nos contestaba. Cuando fuimos al destacamento.
V: Casi nos agarramos a piñas ese día.
De hecho fue él que nos puso el brazo a Anabela y a mí, porque nos íbamos, nos íbamos al humo, porque hizo desatar lo peor de nosotras.
S: No era Herrera.
V: No, era otro tipo que estaba ahí sentado.
S: Y los burócratas. Todos los que se encontraron eran de este estilo, no hubo excepciones.
V: No. Hay excepciones…
Anabela: El otro día estuvimos en un escrache de Cacho Castaña, fuimos ahí, tratamos de desplegar una bandera en el recital, vinieron, nos sacaron. Tratamos de entrar de nuevo, hubo gente…
Laura. Estaba el gobernador, aclarale.
Anabela: Estaba Scioli, y estaba Balestrini. No, Espinosa (¿)
Laura: Balestrini un poco difícil.
Hace poquito, hace un mes. Cacho Castaña en La Matanza…
S: Y se mandaron ustedes.
V: La intención es escrachar a Daniel Scioli, que no nos atendió en ningún momento. Jamás. De hecho, nos dejó plantados.
Anabela: Cacho Castaña se sienta en la mesa con Mirtha Legrand, dice que a los negros hay que ponerlos en un paredón y matarlos a todos.
S: ¿Eso lo dijo?
Anabela: Una semana antes del escrache. Que a los negros había que ponerlos en un paredón y matarlos a todos.
S: ¿Dijo eso, en televisión?
Anabela: Sí. Poné en google “a los negros hay que matarlos a todos. Cacho Castaña”, y va a aparecer seguro.
V: Nos sacaron, quisimos entrar de nuevo en el recital.
S: ¿Era en la calle?
Anabela: Sí. Entre medio encontramos amigos de Rubencito Caraballo, el chico que murió en el recital de Viejas Locas, les dijimos “ayúdennos a llevar esta bandera que nos reprimieron allá adelante”, y los padres que estaban con esos chicos dijeron “ustedes ahí no se metan”, seguimos con la bandera caminando, como sea, vinieron más gorilas, por suerte dos personas del público dijeron “estos chicos son del barrio y estamos en democracia, abrí el paso porque si no se pudre todo”, y llegamos delante de todo, pero cuando llegamos delante de todo nos bajó toda la policía federal que estaba ahí cuidando. Estaba la Federal. Porque imaginate, había 4.000 personas solamente en gradas, y tres cuadras de palco en sillas, mucha gente. Pidieron apoyos de seguridad. Y entre medio de todos esos policías había un policía…, viste que te das cuenta de que siempre hay uno, uno que zafa, que te quiere tirar una buena, pero que es fácilmente tapado, en este caso el muchacho dijo “Flaca, yo te entiendo, tengo hijos”, casi lo decía llorando, y en el momento que dijo eso vino un tipo de civil, le dijo “¿vos tenés que estar acá o del otro lado de la valla?”, “No, pero no me hagas esto”, “Andate del otro lado de la valla porque vos no tenés nada que hacer acá”. Al cana. Viste que ellos se tratan así, se soretean entre ellos, imaginate lo que queda para vos. Y yo me quedé agarrada de la reja, con este pibe, y una policía atrás decía “negra de mierda, negra de mierda”. Todo el tiempo, no tenía otra cosa para decirme. No me conocía, lo único que era para ella…
S: Tienen hasta poca variedad para el insulto.
Anabela: A nosotros también nos pasa que gritamos y después nos quedamos…, vamos y gritamos a otro.
S: ¿Por qué te decía esto?
Anabela: Porque estábamos ahí con la bandera. Yo les decía “ustedes abran la bandera, porque si no tienen un escándalo”, y no había manera de hablar conmigo. Una cosa en la cabeza, aunque pase muchas situaciones, porque ahí pasé muchas situaciones, pasé angustia, corrí, lloré, me reí, me dolió cuando me pegaron. Pasás por un montón de cosas pero estás bien claro y bien firme con lo que querés, querés abrir una bandera y que lean “Luciano Arruga está desaparecido”, y ahí no te importa nada, y si la tipa estaba ahí diciendo “negra de mierda”, tampoco, no te afecta. Lo único que hace es fortalecerte. Es lo mismo cuando a una mina le dicen “puta de mierda”, te das cuenta que ya se le acabaron…
(Hay una interrupción)
Igual, es un escrache de más de dos años, porque nos metimos en cualquier lado.
S: Vanesa contaba lo de golpear puertas. Ustedes hicieron esa marcha, y después de eso, de ir a ver funcionarios, ¿qué siguieron dándose como organización?
Anabela: Por ejemplo, nos empezamos a juntar con toda la gente que sea del conurbano bonaerense que hayan tenido problemas con la policía. Por ejemplo con la familia de Diego Lucena, y ahí nos damos cuenta de que Fecter (¿) y Sosa, que son los que dejan morir a Diego Lucena en un patrullero son también los que están adentro de la causa de Luciano, trabajando en Lomas del Mirador. Nos encontramos, pasa lo de Rubencito Carballo, la familia Blasco, muchas familias, la familia de Caito, muchos casos del conurbano bonaerense, y ahí nuclearnos con ellos para hacer todo. Cuando cumple años Caito, se hace una actividad en el barrio de Caito. Cuando pasa un mes de Luciano, se hace algo en lo de Luciano, cuando pasa algo de Diego Lucena…
S: ¿La idea es cada mes hacer algo?
Anabela: Nosotros todos los meses hacemos algo.
S: Estábamos en la del 6 de marzo. Después de ahí, ¿cuándo siguieron?
Anabela: El siguiente mes, y el siguiente, y el siguiente.
S: El 30 de marzo habrá sido, el 31.
H: Ponele. Siempre se concentra alguna actividad para fin de mes. Para hacer que nuestra historia se escuche, hicimos un trabajo de hormiga de ir a aparecer en todos los lugares donde hay una situación, es ir, aparece, poner la bandera. También fue un caso como, cuando fuimos a Manu Chao, nosotros fuimos…, éramos 4, que nosotros fuimos, abrimos la bandera, afuera, y después por amiguismo, que mi hermana conocía a unos pibes de La Colifata, pudimos entrar una bandera el primer día, porque el festival fue en Floresta, el recital de Manu Chao, dos días en Floresta. Un sábado y un domingo. Fuimos el primer sábado, que pudo entrar ella, que también tuvo repercusión porque había muchos pibes que conocían el caso de Luciano, que nosotros, cuando entramos el segundo día, que ya pudimos entrar los cuatro, pudimos entregar folletería a la productora de Manu Chao, también entregamos una remera, entramos a la cancha y pudimos hacer un movimiento dentro de la cancha que más allá de nosotros ser cuatro personas, hubo un gran grupo de gente que estaba dentro del campo que se puso a gritar lo mismo que nosotros.
S: ¿Qué gritaban?
Anabela: Hay una canción de Manu Chao que se llama Desaparecido, entonces los dos días tratamos que en ese tema sea el momento en que nos acompañen, porque también un recital es un momento de alegría. A nosotros tampoco no nos gusta hacer esto. No nos parece…, marchamos con alegría, hacemos todo con alegría, pero más nos gustaría juntarnos a tomar una cervecita juntos en casa. Entonces… usar el momento ese como que es un tema…
S: ¿La canción cuál era?
Anabela: Desaparecido.
V: Cuándo llegará, cuándo llegará…
Anabela: En el estribillo dice eso… Cuándo llegará…
H: “Cuándo llegaré”, y ahí decían Luciano, “Dónde llegaré”, Luciano.
Anabela: Manu Chao ahí pudo darse cuenta de la situación…
Laura: Pudo darse cuenta mucha gente…
H: De la situación.
V: Fuimos a sacar una remera, pudimos ir a un palco.
Laura: Fue el 21, 22 de noviembre del año pasado.
Anabela: Ojo que para los ocho meses de la desaparición de Luciano nosotros ya habíamos hecho un festival en el barrio con 5.000 personas, que tocaron Manos de Filippi.
S: Cuéntenmelo.
V: Todos los meses hicimos una actividad. Todos los meses hicimos festivales, y lo que intentamos siempre, cada vez que hicimos una actividad tenga mucho de alegría. Nosotros intentábamos…
S: Para relatar, ¿qué tipo de actividades hicieron? El escrache a la 8ª.
V: Es que no me voy a acordar así, de mes a mes.
S: Lo que les parezca lindo recordar.
Todos: El escrache.
Anabela: El escrache de los 4 meses. El recital…
V: El escrache, sí, fue a los 4 meses, fue interesante, porque ahí se trabajó muy bien con la gente de HIJOS Oeste, ellos con su forma de escrache, la preparación, la garra que le ponen previo al escrache.
Anabela: … que nuclean con la Mesa de Escrache. Que la Mesa de Escrache no es, no se levanta un día uno y va a escrachar…
V: Se hace un trabajo.
Anabela: Ellos trabajan re seriamente, se arma re bien, se explica por ejemplo que Quintana era un centro de detención clandestino.
Laura: Ya en ese escrache, cuando las chicas estaban participando en la coordinadora, empiezan a hacer la difusión del escrache en el barrio, ya la policía empieza a parar a la gente que estaban difundiendo el escrache. Eso no es un dato menor.
S: Lo interesante en el caso del escrache, fue esa red que se armó…
Laura: Participó gente del barrio, gente amiga, gente de muchas organizaciones, participó mucha gente de ese escrache.
V: Salió muy bien.
S: Qué era lo raro, lo distinto, qué fue lo que se hizo en ese escrache.
V: Lo bueno, lo raro y lo raro, era que nosotros, imaginate, veníamos con la historia que te contamos al principio de pasar por una marcha y encontrarnos con vecinos que nos apoyaban y otros que nos gritaban “villeros”, y en el escrache nos pasó de ver vecinos en las puertas de sus casas, que no acompañaban, quizás, la marcha que estábamos haciendo rumbo a la 8ª, pero estaban en la puerta diciéndonos “bien, los acompañamos, está todo bien”. La actitud era otra.
S: Haceme la película, qué era el escrache.
Contestan: Gente caminando, era una marcha, muchas cuadras…
Laura: Una macha de 20, 25 cuadras, desde San Martín y Mosconi…
H: Por calles internas de Lomas del Mirador, y la gente salía a la puerta de la casa.
Laura: Pintando paredes y que la gente no tenga problemas.
S: ¿Qué pintaban?
V: Aparición con vida de Luciano.
Laura: Dónde está Luciano, Aparición con vida de Luciano, … (¿) la pobreza.
V: De López también, era un año de Julio López que se cumplía.
Anabela: Entonces también en todas las calles donde había señalización, en San Martín y Mosconi borrábamos el nombre de las calles y poníamos Luciano Arruga y la cara de Luciano, y en la otra poníamos Julio López y la cara de Julio López.
Laura: Durante 25 cuadras, en todas las intersecciones, en todos los carteles, esténciles de Luciano y de Julio López, y la gente miraba y no protestaba, los vecinos que estaban en la puerta de su casa, nadie decía “eso está mal”.
Anabela: Hoy los carteles siguen estando, inclusive los que dicen “ex centro clandestino a 100 metros”, “a 50 metros”. Esos carteles siguen estando.
S: Las señalizaciones siguen estando.
Varios: Todo, todo.
V: Y habían hecho la gorra de un policía, gigante, grande, grande, y terminamos prendiendo fuego la gorra, y todos bailando alrededor de la gorra prendida fuego. Hay un video. Pero había mucha gente, que fue lo que realmente nos llamó la atención, y nos empezó a cambiar un poco el espíritu, de ver que este trabajo minucioso de agarrar a los vecinos, de decirles “este centro clandestino de detención operó en los 70 de esta manera, hoy en democracia tiene un desaparecido, se llama Luciano Arruga, ¿por qué desapareció Luciano?, ¿qué pasaba si a Luciano le ponían un arma en la mano?, ¿quién iba a salir perjudicado? Ese vecino que había pedido el destacamento. Les cambiamos mucho la película a los vecinos. De hecho hoy uno pasa por un negocio y conocen la historia, y la acompañan. No están en la marcha pero la conocen, y manifiestan que estuvo mal, que era lo que nosotros buscábamos.
S: ¿Qué más?
V: San Martín y Mosconi, donde tocó Las Manos estuvo muy bueno.
H: Impresionante. Un festival que hicimos en San Martín y Mosconi, a la vuelta de la comisaría. A los 8 meses.
Tenemos algunas lagunitas, pero después hubo…, estuvo el escrache, después Las Manos, después lo de Rubencito Carballo, lo de los familiares, que se hicieron los festivales en Plaza de Mayo. Después vino lo de CQC.
S: ¿Qué fue?
H: Que vienen los pibes…
S: Tenemos que describir qué es lo que pasó.
V: Sigamos con el tema de las actividades.
H: Después, antes del año… El que fue a la vuelta, Las manos de Filippi, cuando tocó a la vuelta. Tenemos a los 8 meses.
S: ¿Cuánto están calculando, cuando dicen mucha gente?
V: Y… cientos… No entiendo nada.
H: Cuatro cuadras.
Anabela: Eran 500 personas en el escrache, y lo otro también, más de 500 personas.
Laura: El escrache 500 personas seguro, porque había tres cuadras de personas movilizándose.
H: A posteriori de eso, del vino el festival de Las manos de Filippi, que hicimos en el barrio. Después vino lo del tema de Cromañón, que fue en diciembre, que compartimos la actividad con el juicio ético, los familiares que entrábamos, que fue la entrada a la Plaza de Mayo, la toma de la ciudad, para fin de año, que la gente que entraba con los familiares, nosotros entrábamos con familiares, estaba la gente de Cromañón, estaba la gente de las organizaciones, que entraban por todos los puntos, de diagonales, que entraban a Plaza de Mayo, y estaba el juicio ético, compartiendo del juicio ético, hicimos participación ahí.
V: Eso fue emocionante, cuando se hizo el juicio ético por lo que había ocurrido en Cromañón nos invitaron, yo estuve ahí, cada uno de los que estaban dentro del juicio tenía que hacer una lectura, a mí me tocó leer el caso de Luciano. Fue seguir relacionándose con familiares nuevamente, desde otro lugar, habiendo perdido sus hijos en otra situación, diferente, pero al mismo tiempo igual, tiene que ver con la desidia de funcionarios, de policías, que no actúan de la manera que tendrían que hacerlo. Fue meter la lucha en otro espacio.
Anabela: Una actividad bastante movilizante, por lo menos para mí desde lo emocional, fue la primera marcha del 24 de marzo. Luciano desaparece en enero, el 24 de marzo, con estos 45 días que ya habían pasado, que ya sabíamos que había sido la policía, ir a una marcha del 24 en un lugar totalmente distinto del que íbamos hace diez años. Nosotros todos los años veníamos a adherir a la marcha del 24, a tomar mate, como una cuestión social que muchos hacemos, y ese año ir con una bandera que buscábamos a un desaparecido en democracia, que era el hermano de nuestra amiga de toda la vida, y que las Madres nos dan el lugar para ir adelante con la bandera de los 30.000 desaparecidos, también fue un lugar, desde lo emocional muy movilizante.
S: ¿Con la Asociación o con Línea Fundadora?
Todos: Con Línea Fundadora.
Anabela: El otro día también, estuvo la Marcha de la Resistencia, no llegamos a caminar las 12 horas, pero estuvimos diez horas caminando completas. Y también era importantísimo, para nosotros estar acompañando, ahora lo sentimos de otra manera.
Laura: Ya veníamos haciendo, por motu proprio, cosas que pensábamos que estaba bien estar en esos lugares, acompañar, de repente se convierten en algo propio, en algo que también es propio, y que la gente que está manifestando por desapariciones en dictadura entiende que hay que dar un lugar a estas desapariciones en democracia. O acompañan. Estar ahí con un caso propio para mí fue como terrible.
Anabela: Conocíamos bien, a los 12 años Vanesa nos leía fragmentos del Nunca Más, estábamos ahí. Sentados, leíamos fragmentos del Nunca Más.
V: Nunca los terminábamos porque llorábamos.
S: ¿Eso de dónde venía, de dónde surgía el interés por estos temas? ¿De la escuela?
V: A esa edad, los 12 años, ya trabajábamos en Casanova.
Laura: Eso después.
Anabela: Siempre, creo que nacemos con esa madera ya.
V: Con esa inquietud. Capaz que…, yo no tenía por ahí, un referente, no teníamos muchas personas de decir “esta es la persona que yo agarro como modelo y copio esto que hace o que lee”, yo tenía un Nunca Más y lo tenía.
Laura: Es como la música que te enterás, que te vas enterando por un amigo, por el amigo de un amigo, que existe una banda y la escuchás, que son los Redondos, otro día Los Piojos. Y también aparecen los libros, “mirá que pasó esto en algún lugar alguna vez”, por lo que se enteran los adolescentes de las cosas, por los amigos.
V: Y lo de los Redondos, y matan a Bulacio. Todo tiene que ver. También conocíamos las cosas que pasaban en nuestro barrio. Nosotros también…, vivimos ahí, veíamos muchas cosas, tenemos amigos también que ya no están, o que están y están de determinada forma. Estamos…
Fermín: Dentro de lo que son los espacios que uno, ponele, a raíz de esto de Luciano nosotros, siempre uno estuvo haciendo sus actividades por afuera, que dentro de lo que es una militancia, hablando de militancia, cada uno hizo sus actividades sin tener una bandera política. En el caso de mi hermana, o de ella, que iban a hacer laburo dentro de merenderos. Yo lo que hice durante todos estos años que yo ando, dentro de mi espacio, que yo siempre me caractericé en arreglarles las casas a la gente, en el gremio mío de la construcción, cualquier problema que tenía uno en la casa, “andá a buscar a Fermín, que te arregla la luz”, se te rompió el agua, “andá a buscarlo a Fermín”, o ciertos modismos laborales. Siempre fui un chabón que podía responder para cualquier tipo de situaciones dentro de lo que es el barrio, arreglarles los problemas dentro de las casas, que eso uno lo tomaba más como una cuestión militante, pero una militancia más social, más que una cuestión de banderas. Por eso la participación que uno tenía dentro de lo que eran marchas, ajenas a lo que uno conoce, uno se sentía identificado por esa cuestión. “Uh, mirá esto”. No tener una casa propia también involucra muchas situaciones, te afianza vínculos con gente que realmente no te conoce. O dar una mano presentando un abogado, “che, tengo un kilombo”, “andá y hablá con aquel que te puede tirar una mano”. Por eso la cuestión, como vivimos dentro del barrio, como nos conocen en Lomas del Mirador, es una cuestión que es muy de amigos, mucho amiguismo.
S: Para decidir qué acciones llevar adelante, ¿qué hacen? ¿Cuántos son más o menos?
Anabela: Somos 7. Tenemos mucha confianza. No necesitábamos la aprobación de ninguno. Si a mí se me ocurre ir a escrachar a Cacho Castaña, no va a venir a decirme que eso está mal. Si a alguno se le ocurre ir a una reunión de algo, no…
S: ¿Cómo toman las decisiones?
Anabela: Las tomamos espontáneamente.
S: A uno se le ocurre algo…
H: Claro, más o menos, uno se dedica a decir: “hay una actividad con gente por allá”, por una cuestión independiente, más allá de que seamos un grupo, uno va, se interioriza del tema, lo explota, se fija de qué forma se puede producir algo con lo que vos estás, y después directamente traerlo y decir “tengo armado esto, cuándo lo hacemos”, lo único que se plantean son fechas.
Laura: Si hay una actividad, nos juntamos en la casa de alguno. Total, somos todos amigos.
S: Uno dice “el escrache”. Ahí intervino…
H: Espontaneidad. Podemos ir dos o tres…, o…
V: Hablamos por ejemplo con Alejo de HIJOS, que iba con nosotros a la secundaria, entonces “che, mirá, queremos hacer este escrache, cómo lo podemos hacer”: entonces alejo dice “Hablo con Mesa de Escrache”, y lo hablamos. Después se hace una bola, se habla con la gente de otras organizaciones.
Anabela: Lo que tiene de muy interesante la Coordinadora por la Aparición con Vida de Luciano es eso, que si bien la izquierda está desunida, dentro de la coordinadora hay gente del Polo Obrero, del PTS, del Darío Santillán, gente del socialismo libertario. Está muy bueno el espacio.
S: ¿Por qué un espacio así llama, a qué responde?
Anabela: Que hay diferentes intereses. Son los intereses de los partidos.
S: Por una nota que estuvimos preparando había familiares que estaban con casos de pedofilia, jodidísimo, una historia tremenda. Y los mismos papás nos decían: la jodimos cuando nos quisimos juntar todos. Vos sabés más de este tema, al estar todos juntos en la causa necesitás que cada uno firme, entonces, uno que se te pone a la retranca te frenaba todo. A veces conviene… Lo que pasa con los pueblos originarios, que no están concentrados sino en red, entonces si vos te compraste un cacique, no arrastra a todos los pueblos originarios, sólo a uno, pero el resto sigue independiente. Los intereses, cuando están todos juntos, parece hacer que la máquina no funcione.
H: La diferencia entre toda esa burocracia de los partidos y nosotros, es que nosotros somos amigos, y nos conocemos desde chicos, hay una cuestión de afecto y de resolución de cosas que no tienen que ver con intereses, sino con una causa común, que además se resuelve en una mesa un sábado a la noche y sanseacabó. En cambio los partidos, es más complejo, porque entre ellos mismos hay intereses.
Laura: Y el afecto te lleva al apoyo. Si Vanesa organiza hoy una actividad por su cuenta con otra gente, sabe que si hay un problema ahí el respaldo de los amigos va a estar. Si Anabela va a un escrache, y pasa algo, sabe que el respaldo de la gente va a estar en el omento, si Fermín…. Cualquiera que tome una decisión, no necesita consultarlo, porque sabe que ese respaldo tiene una seguridad, que el respaldo de los amigos está.
S: Ayúdenme a hacer una agenda de los recursos que tienen ustedes. Uno es la amistad, el afecto. Es un recurso.
V: La alegría es el primero.
S: ¿Qué es la alegría?
V: El humor, la alegría.
S: ¿Que es la alegría?
V: ¿Para nosotros? ¿Qué es la alegría?
Anabela: Creo que fue todo.
H: Fue la base de poder mantener, más allá de que uno, uno es puteador, es bastante cabrón, entre nos, y darle alegría a la actividad que uno tiene, mas allá del dolor que uno tiene es lo que más a uno le da vínculo y garantía de poder seguir laburando. Eso es lo que más te da ganas. Más allá del dolor que uno puede llegar a tener, vos sabés que con la alegría que uno te puede dar, con la compañía, los pares que uno tiene, eso es lo que a vos te genera más ganas de poder ir a explotar situaciones que realmente yo quizá nunca hice, en este formato. Yo lo hice por cuestiones independientes, en otros casos. Pero en este formato de estructura yo, en mi barrio, hacer todo este laburo, para mí resultó algo muy nuevo. Nunca fui profeta en mi tierra, y en este momento me considero que ahora estoy laburando en el pleno en esto. Y realmente reconozco la situación, con quién uno tiene que mediar, con quién uno se tiene que preservar ciertos márgenes. Porque dentro de lo que es la coordinadora, o la gente con la que uno trata diariamente, hay gente a la que vos le podés expresar muchas situaciones, y a otros no. No todas las personas están capacitadas para manejar toda la información. Porque algunos por debilidades, o ciertos márgenes de situaciones, uno está a la expectativa de qué podrían decir o que no.
H: En cuanto a que vos decías qué es la alegría. Para nosotros la alegría con respecto a esto, lo que pasó, la alegría primaria, lo primero que tuvimos que hacer era hacer reír a Vane frente a esta tragedia, frente a algo tan terrible, tratar de ayudarla como sea y empezar a reírnos de a poco, y a construir a partir de eso, porque se nos estaba hundiendo alguien que queríamos mucho, y empezar a construir a partir de eso. A lo mejor eso es lo que en la teoría fría, en lo que puede ser una reunión más fría de partidos no se da, que es todo muy teórico.
V: No me permitieron caer en eso. Cuando se me planteó un panorama muy politiquero, tenía mis amigos que me decían “no te enganches acá, dejá de lado esto”, y siempre tuve la capacidad de escuchar y de saber entender hasta dónde, hasta dónde sí y hasta dónde no. Creo que me ayudó mucho escuchar a mis amigos, y entender que no me convenía meterme por ahí, en algunas discusiones mas políticas, que no llevaban a nada todo lo que nosotros queríamos generar.
S: Lo que hacen, los escraches, todo eso, es político, en el sentido de que es público, se hace en la calle. ¿Qué es lo politiquero? ¿Qué es la charla politiquera?
V: Lo que yo asocio como politiquero por ahí son esas discusiones intrapartidos, cuando hablándolo de una forma vulgar y corriente, el que quiere expresar quién la tiene más larga. Yo soy el que la tiene más larga, yo soy el que quiere que esto se haga de esta forma y no de otra. Cuando empiezan a juzgar desde lo político lo que vos estás haciendo, por ejemplo, en una causa, y empiezan a meterse hasta con personas que uno quiere. Porque son allegados, porque manejan la causa de una forma determinada, y se cae en discusiones de libro, de manual. Entran a discutir política de manual. Y yo no creo en esa política de manual, creo en las personas, creo en la fuerza que generan las personas, creo en lo que generan las personas con alegría, creo en las personas relacionándose con diferentes expresiones artísticas. Creo que esas expresiones artísticas a uno le permiten mantenerse vivo, incorporar esa alegría que te proporciona moverte con gente que te puede brindar desde su lugar artístico todo su amor y toda su alegría. Y creo que nosotros intentamos, en cada una de las actividades, mechar esto, la pintura, la música, el color, cosas que nos dan vida.
Laura: Eso puede ser la alegría.
S: Un filósofo, viejísimos, hace 600 años, planteaba que la alegría era el factor de la acción, que si hay una acción posible de la persona es porque hay alegría, pero alegría no entendida como hacer reír, sino como esa cosa de plenitud, de vida, que hace que algo crezca. Cuando ves una planta linda, te provoca alegría, no de que te rías, sino de algo que está potente. Hablaba mucho de la relación de la acción con la alegría, que una cosa es inevitable con otra.
V: Trasladándolo a las personas, a mí me genera alegría ver a un vecino del barrio 12 de Octubre en una actividad en alguna actividad que estamos haciendo nosotros. Me genera alegría ver a los chicos del barrio 12 de Octubre con una guitarra, o tocando una batería. Me genera alegría ver que ese movimiento cada vez se va haciendo más grande, que cada vez son más las personas que se concientizan. Me genera mucha alegría eso.
S: En el barrio, hablamos de marchas, escraches, el trabajo más barrial, ¿en qué consiste?
V: Hacemos apoyo escolar, como nuestra actividad central. Y después empezamos a hacer un taller de murga, que por diferentes cuestiones no lo pudimos llevar adelante.
H: … por radio abierta. También entre lo que yo hago, cada dos por tres voy a arreglar la casa de alguno, tema de cloacas, para evitar los modismos que hay adentro del barrio, como en el barrio está Marcelo, que es el puntero del barrio, que maneja la…, es una cooperativa del barrio,
H2: … la municipalidad…
H: Claro. Hicieron una cooperativa en el barrio 12 de Octubre, que la maneja este chabón, Marcelo, que ellos cobran cierto margen de plata para que les hagan la cloaca en la casa. Como yo no cobro nada, ciertos vecinos me llaman a mí, “negro, vení, tengo que hacer esto, dame una mano”…
S: Apoyo escolar a…
V: Desde chiquitos hasta adolescentes.
H: Además, el apoyo escolar se hace en la casa de Mónica, en la misma casa donde vivía Luciano.
Anabela: Y se hizo una biblioteca también, en la casa de Mónica, de consulta.
S: ¿Cómo armaron la biblioteca?
Anabela: Donaciones.
H: Y gente del FEL (¿) también.
V: Donaciones, los libros son todas donaciones.
S: ¿De dónde las donaciones?
H: Un grupo dentro de la coordinadora, los que estábamos laburando dentro del apoyo escolar, a los que conocen, decirles si tienen algún libro de primer grado, 2º, 3º, pasen por acá.
S: No había habido biblioteca.
Anabel: No había habido nunca un baño. Estamos hablando de que ahora hay un lugar donde se hace apoyo escolar.
Laura: Se construyó la casa, por la gente de Mavi Rock.
S: ¿Cómo?
Anabela: La gente de Mavi Rock
V: Acá la casa de mi vieja se transforma en un momento, pasa de ser ese lugar feo, triste, oscuro, a ser una casa, hoy un hogar. Hoy es un hogar y en movimiento, que es lo más importe. Porque ahí la gente de Mavi Rock, que es una banda del oeste, que se forma cuando fallece Mavi, que es la hija del cantante y de la baterista de la banda. Mavi muere por leucemia, y los padres, para canalizar ese dolor, calculo, forman esta banda, que es muy conocida en la zona oeste, tiene mucha gente, muchos seguidores de nuestra edad, adolescentes, y cuando conocieron la historia de Luciano, que la conocen por un amigo nuestro, se solidarizan inmediatamente, y es Mavi, más que nada el padre de Mavi, el que pone la plata para transformar la casa. Que hoy es una casa habitable.
Anabela: Una casilla transformarla en una casa.
H: Una casa de madera. Muy humilde, no tenía baño, pero por lo menos tiene baño. Se pudieron hacer algunas divisiones, pero siempre en el mismo lugar.
V: Es un lugar que hoy es confortable vivir. Hoy es nuestro espacio, por supuesto que este espacio es hoy, nosotros como grupo no queremos quedarnos solamente en apoyo escolar, queremos tener un espacio grande, queremos brindar otro tipo de actividades. Tenemos una idea de lo que queremos, sabemos donde vamos, sabemos que esto cuesta mucho, por eso pensamos que la forma de poder realizar lo que queremos, sin que existan algunas discusiones indeseables, es de esta forma, animándonos a hacer Familiares y amigos, este grupo pequeño, pero con muchas ganas, con muchas fuerza, que ha perdido el miedo hace rato, se propone seguir avanzando, con un espacio que va a estar dentro de Lomas del Mirador y que va a ser para los chicos, para los niños y para los adolescentes. Y para nosotros un lugar donde poder seguir expresando lo que queremos expresar.
S: ¿Cuántos chicos alrededor del apoyo escolar hay?
V: Y…, son varios.
H: 15, 20.
V: De todas las edades.
H: En la semana se van distribuyendo los pibes.
Laura: Y que es un barrio de una manzana.
H: El lugar donde hacemos apoyo escolar es un lugar de 3 x 3.
S: Pero todas las cosas empiezan siendo chiquitas.
V: Sí. Igual la idea es…
Anabel: Hicimos una bandera un día que decía “cerremos el destacamento, armemos un centro cultural”.
V: Con esa idea como que también se labura.
S: ustedes a la vez tratan de hacer como una usina de ideas de cosas para hacer. ¿Eso como funciona? Estamos hablando de los recursos, alegría, afecto, amistad, ¿creatividad?
¿Qué hacer?
V: En realidad, creo que lo que pensamos, todo lo que podemos utilizar como forma de expresión y de denuncia, lo tenemos que hacer. Las paredes son una forma….
S: Las paredes del barrio.
V: Sí. Las paredes que podemos pintar las pintamos, lugar donde podemos volantear, volanteamos. Buscamos…, Lomas del Mirador es un lugar bastante conservador, donde siempre se movió lo peor de derecha, meterle otra forma de informar, de protestar, ya es un cambio rotundo. Montarles un escenario, con un par de bandas tocando, pintando una pared, y haciendo un poco de ruido, ya es mucho para Lomas del Mirador.
Laura: Una cosa más. Vos decís cómo pensamos una serie de ideas. Hay ideas que surgen de las necesidades. Que Fermín vaya a arreglar una casa surge de una necesidad. Que Vanesa tenga que armar un apoyo escolar surge de la necesidad de chicos a los que les va mal en la escuela. Que Anabela y Damián estén revisando situaciones judiciales de gente que vive en el barrio 12 de Octubre, que tiene problemáticas, esas ideas nacen de los problemas de la gente. No nacen de una reunión, “pensemos donde pegar carteles”, sino que la gente tiene problemas, nosotros los conocimos, y por alguna cuestión cada un pudo ayudar.
S: Me quedé con una confusión. Lo del destacamento centro cultural, ¿qué es, una propuesta, una bandera?
V: Es una bandera que tenemos desde el primer momento.
S: ¿Qué dice la bandera?
V: Cerremos el destacamento de Lomas del Mirador, abramos un centro cultural. Esa es nuestra principal consigna. Nunca se cumplió. Pero bueno, es una bandera que seguimos sosteniendo. Nosotros vamos por el cierre del destacamento de Lomas del Mirador, convertirlo en un centro cultural.
S: Meterle una muestra … (¿) el otro día. ¿Funcionó eso?
V: En San Martín y Mosconi. Funcionó porque lo que nosotros pretendíamos era en esa esquina que fue la esquina donde se hizo la marcha tan multitudinaria por la seguridad, que los vecinos vieran la muestra, que se detuvieran un segundo, y que preguntaran. Eso funcionó.
Laura: Toda la gente que estaba ahí estaba haciendo algo. Mientras estaba la muestra, que Vanesa le iba a contando a la gente, había otros que estábamos pintando, y estaban los chicos de … (¿) que estaban tocando, y ellos haciendo el monolito. Toda la gente que estaba ahí estaba haciendo algo.
S: ¿En qué medida, porque ustedes son un medio de comunicación, también, en qué medida esa comunicación que hacen al hablar con los vecinos, con la gente, cambió en algo la cabeza, la opinión o no de alguno de los vecinos.
V: Cambió bastante. El ejemplo, creo, más claro, es que nosotros logramos que Gabriel Lombardo perdiera cierta credibilidad, por lo menos en lo que a nosotros nos corresponde militar con mucha fuerza, que esa porción del barrio 12 de Octubre, que la zona residencial que lo rodea, que era el sector que más lo seguía a este personaje. Eso se termino desintegrando, se conformó otra Asociación de Vecinos en Alerta…
S: ¿Por qué pasó, qué fue lo que ocurrió?
V: A esto voy. Nosotros logramos que esta otra asociación de vecinos que se conformó empezara a tomar, si bien esto de seguir hablando del tema seguridad, pero entendiendo que había una problemática de fondo, que tenía que ver con la vulnerabilidad en la que vivían muchísimas familias. Eso se logró porque nosotros instalamos un tema, porque a base de mucho esfuerzo logramos desestabilizar un discurso para implantar otro. Con esta temática. Decirles a los vecinos que había una realidad, que había chicos que estaban siendo mandados a robar por la misma policía. Ponerlos en conflicto con este tema hacía que empezaran a ver, en definitiva, esa otra realidad que no les comentaba nadie, porque veían solamente un medio de comunicación.
S: Cuando Palomi plantea el discurso mano dura, seguridad, ¿por qué se cae eso? ¿Vos pensás que es por la apertura de conversación que hacen ustedes, porque todos se dieron cuenta de que el tipo era un trucho?
V: Creo que hay un conjunto de cosas. Un poco tuvo que ver con que yo tengo una idea un poco más superflua para unos que tiene que ver con que tarde o temprano, todo eso que generás, que es pura violencia, se tiene que volver en tu contra. Partiendo desde ahí, que por ah í no es muy sustentable lo que digo, creo que este hombre generaba muchísima violencia, y nosotros todo lo contrario. No queríamos generar violencia sino lo que pretendíamos era hacer una denuncia sobre un chico que estaba desaparecido. Creo que golpeamos un poco en el corazón de las personas hablando de un chico desaparecido de 16 años. Creo que un poco la falta de tacto de él, la capacidad nuestra de poder llevar a los vecinos una problemática que tenía que ver con esto que comentábamos antes, con la captación de menores en el barrio 12 de Octubre. Y creo que al mismo tiempo varios se acoplaron a esto. No fue solamente nuestra lucha. Yo creo que superó, tanta policía corrupta, superó hasta a los medios masivos de comunicación, que tuvieron que empezar a hablar de lo que estaba ocurriendo con la institución policial, federal o bonaerense. Se dieron un conjunto de cosas. Creo que llega un momento donde todo ya es intolerable, y hay que tratarlo, quieras o no, tenés que hablarlo.
S: Pero en términos más cotidianos, ¿tienen contacto con los vecinos?
Anabela: Todo el tiempo, vivimos ahí, trabajamos ahí.
S: ¿Y cómo es el contacto con los vecinos? Con el vecino que dice “ay” que mira a Mirtha Legrand…
Anabela: Primero los vecinos no te dejan pegar carteles, y después esos vecinos se acercan y te dicen “no te metás”, y después el mismo vecino pasa por ahí por donde estás, y dice “bien chicos, por la fuerza”.
Laura: O la gente te pregunta: “¿de ese chico no se sabe nada, no apareció?”, como si fuese una cuestión de que el pibe se fue a algún lado. Y de a poco este trabajo de hablar con la gente, hablar con los chicos, “esto es grave”, “este mismo policía que desaparece a un pibe del barrio mañana viola a tu hija, mañana roba en tu casa, o te manda a alguien”, entrar con ese discurso de la seguridad también con el vecino.
S: ¿O sea que ustedes al hablar habilitaron que la gente algo que sospecha lo pueda decir?
V: Sí…, nosotros les hablamos también desde lo más básico, no somos muy rebuscados. Le decimos: “Vos sabés que Pérez va a pedir pizza a la pizzería”, “Sí”, “Vos sabés que Pérez le pide plata al supermercado”.
S: Es un policía.
V: Pérez es Pérez, es un policía.
S: Un policía, digamos.
H: Un policía, simbólico, digamos, el policía más, como si fuera el sargento García…, no el sargento García era bueno, éste es un gordo hijo de puta, es como el símbolo del policía de mierda del barrio.
Anabela: Incluso le puso un arma en el pecho a Luciano y le dijo que se lo iba a volar.
V: Entonces, desde lo cotidiano, desde lo que vive el vecino día a día, y el vecino te dice “sí, es verdad”. Entonces, digo, de ahí que ese mismo policía secuestre a una mujer para redes de trata, que secuestren a un pibe para robar, no hay mucho. Esto es una escalada, si no parás eso sigue y sigue hasta el infinito, le digo. Lo que ocurrió con Luciano quizás es el infinito. Si no seguimos parando esto todos vamos a terminar de la misma forma. O porque nos mate un policía, o un pibe que nos manda la policía para robarnos. Creo que cuando les empezamos a hablar más, la gente no es estúpida, la gente lo que tiene es mucho miedo.
Laura: Pero no es fácil tampoco. Porque el vecino de Lomas del Mirador te puede decir “sí, sí”, que está de acuerdo, y en la acción no apoya, no vive lo mismo. No es fácil. La gente escucha, la gente ve, la gente no es tonta, la gente sabe, pero tampoco…, de ahí a la acción hay un paso bastante importante, que es lo más difícil, para mí.
H: Es un camino bastante largo, la educación del vecino clase media de Lomas del Mirador, pero creo que lo positivo es que ya no nos insultan, que lo positivo es que ya miran, ya no insultan como antes, no es el vecino facho que sale y dice “villero”. Es como que ya empiezan a cambiar su mentalidad, empiezan a ver lo que está pasando. Porque además saben que a partir de la instalación del destacamento empiezan los robos en Lomas del Mirador, empiezan los tres prostíbulos que instaló este destacamento de Lomas del Mirador, y que Lombardo está íntimamente ligado a esto, porque él lo inaugura junto con Espinosa. Los vecinos se dan cuenta de eso. Ahora, no podemos esperar de un día para otro convertir a un nazi en un guevarista, pero por lo menos están en una actitud expectante, ya miran, ya no insultan, y ya no respetan.
Anabela: Es un camino muy largo, muy largo. Pedir el cierre del destacamento no es una pavada. Para la gente que la policía se vaya del barrio, no es una cuestión…
V: Pero eso es en una segunda etapa. La gente te dice “Y…, está todo bien que ustedes pidan justicia, yo acompaño, pero cerrar el destacamento…”, pero está bien, nosotros creemos que es un avance, nosotros no vamos al choque con los vecinos, lo vamos a terminar ganando, de cierta manera, con paciencia, es un trabajo de hormiga. Nos metimos en la cabeza que si vamos a gritar no vamos a conseguir nada. Vamos por la buena, tratando de dialogar, tratando de hacerle entender a nuestro vecino qué es lo que nosotros queremos. Y creo que también eso fue lo que provocó en el vecino ganas de acompañar. Que nosotros nunca fuimos con la intención de romper ni de quemar nada, a pesar de que las ganas las tenemos, yo tengo ganas de ir y prender fuego el destacamento, pero sé que estratégicamente no me conviene. Porque nosotros también miramos estratégicamente. Somos unos personajes raros que nos animamos a ir a una comisaría y decir un montón de boludeces a un tipo que nos puede pegar un tiro en la cabeza. Pero después somos unos estrategas, sabemos de qué forma meternos en el bolsillo a nuestros vecinos. Y nosotros queremos meternos en el bolsillo a los vecinos, que nos crea, y una vez que tenemos eso, poder pelear junto con ellos otras cosas, que creemos que van a venir. Van a venir de a poquito, si nosotros trabajamos como venimos trabajando.
S: ¿Cómo es el mundo?
V: El mundo, para mí, es realmente injusto. Es un mundo injusto, es un mundo que me causa mucha tristeza ver, siempre tengo en la cabeza que mientras un chiquito se esté muriendo de hambre en cualquier parte del mundo, el mundo sigue siendo triste para mí, a pesar de que mi lucha trate de ponerle alegría, para que mi paso por esta vida no sea tan mala, pero el mundo no me deja ver algo que a mí me gustaría ver. Gente feliz, chicos jugando, jugando y divirtiéndose. El mucho es triste, el mundo tiene guerras, tiene pibitos muriéndose de desnutrición. Cosas que el hombre hasta el momento no entendió que tienen que terminar.
S: Me quedé pensando en algo más. Hay una dificultad permanente entre los movimientos y las experiencias que y o conozco, Cromañón, lo que ustedes pueden haber estado en contacto, que parecería que siempre hay una situación como que cada grupo está ensimismado en su problema. Por ejemplo, a la gente de Cromañón, en las marchas del 24 no los dejaban ir. Eso no era de derechos humanos.
Anabela: Lo que pasa es que justo en Cromañón hay una problemática, desde que pasa el accidente todos arman una agrupación, una mamá arma una ONG en la esquina, los sobrevivientes, que son sobrevivientes, los que no dicen que son sobrevivientes, y van y limpian ese lugar todos los días, porque si no la gente que no cobra nada, pero que van a allá a limpiar, no existiría ese lugar.
S: Pero ustedes… Una pregunta, yo veo que a veces a la vez Cromañón, por ejemplo, piensa en el tema de Cromañón y le cuesta a veces abrirse a otros grupos. Como que el tema es Cromañón. Organismos de derechos humanos, no Madres, muchas veces son como narcisistas. A lo de Cromañón no le dan bola. Cromañón ve su tema, como que cuesta que los que sufrieron algo…, les pregunto cómo lo vivieron. Acá un día vinieron las Madres. Ahí parecería haber un tono donde eso se puede abrir. Decían de los partidos políticos, que están sus intereses. Pero les quería preguntar si ustedes percibieron si hay esto de que cada uno está muy encerrado en sí mismo.
V: Yo creo…, lo vivimos. Yo lo viví en lo personal, y tuve que escuchar. No quiero particularizar, eso me pasa, pero de escuchar que este caso sí era un desaparecido de determinada forma, Luciano no podía ser considerado como un desaparecido en el mismo formato que era considerada esta persona desaparecida. Es triste, doloroso, poque yo creo que siempre estamos hablando de seres humanos, y me cuesta moverme en el mismo sentido que se mueven, por ahí, las organizaciones que tienen una forma muy específica de ver la figura del desaparecido, si fue un militante, y cosas que yo no tengo en mi cabeza, la verdad.
Pero también me pasa por ahí hasta con familiares que han perdido a algún miembro de su familia en democracia, de entrar en discusiones, choques, de porque a tu casa lo nombran más que a mi caso… Y creo que esto es lo que se genera cuando realmente uno quiere levantar la bandera muy alto, cuando uno realmente quiere que su caso sea el más hablado. Y cuando yo me empecé a relacionar y ver que estas cosas ocurrían es cuando dije “no quiero que Luciano sea el caso más hablado, quiero que hablemos de la problemática que tiene que ver con el gatillo fácil”, pero creo que siempre me vas a escuchar decir que saquemos un poco la imagen de Luciano. Porque me ha pasado vivir situaciones tan dolorosas con otros familiares, discutiendo precisamente de por qué sí hablar de un caso y por qué no hablar de otro, que la verdad…, a mí me generan mucho dolor, porque se está hablando, por sobre todas las cosas, de seres humanos, de personas que ya no están. A mi me da vergüenza, y no lo tolero. Pretendo trabajar de otra forma, y pretendo que el movimiento que nosotros podamos generar sea algo ejemplificador, y que otros puedan por ahí seguir un poco el rumbo que nosotros seguimos. Ojalá que lo podamos hacer de la forma que nosotros nos plantemos hacerlo, y creo que si realmente, ejemplo, el pedido de aparición con vida de Julio López, justicia por los 194 chicos que murieron en Cromañón, la muerte de Mariano Ferreira, todas las muertes, todas las vidas que se han perdido, todas algún día puedan ser habladas desde un lugar común, entendiendo que murieron por una situación determinada, que tiene que ver con la irresponsabilidad de funcionarios públicos. Siempre es más de lo mismo. Son personas pobres muriendo en manos de políticos miserables, de policías corruptos, de gente de mierda. Son los hijos de los trabajadores. Empezar a hablarlo en este sentido.
Laura: Que todo tiene que ver con todo, que no es casualidad.
V: Mientras tanto, seguir levantando la bandera más alta cada uno por su lado, se sigue muriendo gente, se siguen muriendo compañeros nuestros, hermanos nuestros. Personas que son víctimas de este sistema, que al final hablamos tanto del sistema, del sistema, y parecería ser que nos cagamos en lo que decimos acerca del sistema, y terminamos siendo parte de este sistema de mierda, dividiendo nuestro cerco, haciendo lo que realmente nos impone este sistema, trabajando de forma individual, cagándonos como sigue el otro su causa, cagándonos en que también mi causa es de derechos humanos, igual que la tuya, que la del otro, sin importar si este es un villero y este es un militante, sin importar si este tiene cara de villero y este tiene cara de Che Guevara. Son todos seres humanos, todos víctimas pobres que terminaron perdiendo su vida en una situación desgraciada, pero al mismo tiempo, todos somos conscientes de que esas vidas se han perdido se podrían haber evitado. Siempre. Siempre. Porque tiene que ver con cuestiones planificadas de ante mano, creo. Son vidas perdidas por mentes que ya sabían lo que querían generar.

Nota

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Séptima entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa de lavaca Lina Etchesuri.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Ese jueves hacía 38 grados de calor pero parecían 43. El calor quemaba y picaba.

Faltaba el aire, el que había estaba caliente y la humedad pegoteaba.

El día que acompañé a la Ronda haciendo fotos para este proyecto, fui descubriendo imágenes a medida que los pasos y las sillas de ruedas daban vuelta como siempre, hace 2392 jueves.
La ronda siempre me emociona. Mucho. Las miro a las madres y veo proyectada las fotos de sus hijxs en su mirada, hacia delante, repitiendo Presente como un mantra de presencia y resistencia. Lxs veo a ellxs en imagen, mirando de frente en su juventud detenida. Veía a Elia, que ronda en silla de ruedas, con la foto de su hijo Hugo Meidan, desaparecido el 18 de febrero de 1977, hace 47 años, y pensaba si ese día hizo tanto calor, si la luz tenía esta misma inclemencia.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

En las rondas transcurre un tiempo extraño, persistente y atemporal. Las hermanas abrazan las fotos de sus desaparecidxs, gritan sus nombres con contundencia, caminan junto a las madres, junto a nosotrxs.

Transforman el tiempo y la imagen en un futuro posible.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Sobre Lina

Soy Lina Etchesuri. Fotógrafa, editora y docente

Soy parte de la cooperativa Lavaca desde hace más de 12 años donde hago todo lo que me describe y más. Me hace sentir muy orgullosa y feliz.

Estudié con Filiberto Muganini en el Rojas durante los 90s. Hice la carrera de fotógrafa en la Escuela de foto y artes visuales de Avellaneda, durante el 2001 y los años siguientes. 

Me seguí formando en talleres visuales con mi querida Julieta Escardó y muchxs más.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Viajé haciendo fotos durante algunos años: conocí al subcomandante Marcos y le saqué una foto en la que se está riendo. Estuve en Cisjordania, Palestina, durante 3 meses, viviendo retratando la vida bajo la ocupación. 

Junto con algunas personas y amigxs fundamos MAFIA en 2012, un colectivo de fotógrafxs que sigue hasta hoy.

Coordino talleres de foto e imagen.

Soy mamá de Fermin.

Y me encanta hacer todo lo que hago.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

Un abrazo contra la motosierra

Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

Un abrazo contra la motosierra

Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

Un abrazo contra la motosierra

La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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Nota

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo: -No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

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Una muela, zapatos blancos y un charco. Un edificio llamado Máquina de escribir. Flores amarillas frente al mar, un dibujo de puño y letra. Lo narco las drogas. Su paso por Buenos Aires y la señora que venía de la verdulería. La memoria, lo real, las mujeres, el ambiente, el fin de la humanidad. El Nobel, los diluvios, las pestes, las guerras eternas. Las respuestas de la vida frente a los sordos poderes de la muerte. La cordialidad, la generosidad, el humor. Hace diez años murió Gabriel García Márquez, dicen. Lavaca publicó esta nota -estos recuerdos- aquel día, cuando se conoció la última noticia sobre ese escritor que nunca dejó de sentirse cronista, y decía que el periodismo es el mejor oficio del mundo.

Texto: Sergio Ciancaglini, lavaca.org
El señor Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo:
-No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

Yo sabía que García Márquez había rechazado contactos con un enviado de Times, con periodistas de la televisión japonesa, y con suecos indescifrables. Un humilde cronista argentino quedaba naturalmente fuera de juego. Le respondí que lo compadecía, y que frente a un dolor de muelas no había argumento, clemencia, ni ruego que esgrimir de mi parte. Cuando me estaba despidiendo desolado, me detuvo:
-Pero a las 3 de la tarde puede ser. Voy antes al dentista, a ver si lo soluciona.
Esa historia revolotea en mi cabeza desde hoy, cuando estaba con Osvaldo Bayer grabando el programa de radio Decí Mu, y nos interrumpió el teléfono. Osvaldo atendió, dio media vuelta, anunció: “Murió García Márquez”, y me dejó alborotados los ojos, las neuronas y el corazón.
Revolotea la historia porque aquella tarde me encontré con un escritor que cambió la historia de la literatura, que había ganado el Nobel, pero que fue capaz de decirme: “Todo eso está muy bien, pero yo me siento periodista”. Quisiera contar lo que aún no he olvidado de aquel encuentro para mí inolvidable.
García Márquez volvió efectivamente a las 3 de la tarde, bajó de su Mercedes, y miró preocupado el charco oceánico que un aguacero de Cartagena de Indias, Colombia, le había instalado en la playa de estacionamiento. Llevaba zapatos blancos, pantalones blancos y guayabera blanca, como cantante de sábado televisivo. Cruzó el charco apoyándose en los tacos. Al llegar a la otra orilla nos dijo “pasen por favor” a mí y al fotógrafo, enviados por una de las autodenominadas “revistas de actualidad” a cubrir las noticias sobre un asunto entonces llamativo, letal para los colombianos e incomprensible para nosotros: el narcotráfico.
No existían los celulares ni Internet, o sea que todo esto se ubica en la prehistoria de 1984, con la carambola de estar en el charco correcto, y de que un dentista providencial había rescatado del dolor a su paciente. García Márquez nos hizo subir. El edificio tenía balcones escalonados hacia la playa: lo llamaban Máquina de escribir. El departamento tenía dos ambientes, con vista al mar, una verdadera máquina de escribir (¿Olivetti, Remington, dónde estará la revista donde publiqué la nota?). El escritorio miraba al mar. Y había flores amarillas que siempre conviene tener a mano, explicó, para ahuyentar a la mala suerte.
Me planteó que no aceptaba hablar si lo grababa o si tomaba notas. Me dijo algo más o menos así: “No me gustan los grabadores, prefiero que conversemos con libertad, y que todo dependa de tu atención. Luego tú escribirás lo que te parezca, y eso es un beneficio para mí: los periodistas me mejoran. La memoria mejora a la realidad”.

Gabo en Argentina
La publicación original de Cien años de soledad ocurrió en Argentina gracias a una editorial llamada Sudamericana, que ya no existe. Fue en mayo de 1967, plena dictadura de Juan Carlos Onganía, y el lanzamiento fue acompañado por una entrevista realizada por Ernesto Schóo, editada por Tomás Eloy Martínez y publicada en tapa por la revista Primera Plana que dirigía Jacobo Timerman.
García Márquez me contó que el éxito del libro fue inmediato. “Ahí, en Buenos Aires, empezó todo”, me dijo. Sudamericana había dispuesto editar 5.000 ejemplares, lo que para Gabo era un despropósito y el augurio de un fracaso para el libro de un desconocido escritor colombiano. Pero esa primera edición se vendió en 15 días, y la segunda fue de 10.000 ejemplares. En junio Gabo llegó a Buenos Aires. Me contó que viajó con Mercedes Barcha, su esposa: “Estábamos en un café y vimos pasar a una mujer que llevaba la bolsa de sus compras, con lechugas y tomates y Cien años de soledad”. La pareja fue al Instituto Di Tella a ver una obra de Griselda Gambaro, y el público los ovacionó de pie. Mientras él me lo contaba, todavía asombrado, yo recordaba que eran tiempos de The Beatles, revolución cubana, hippies, peronismo clandestino, rebeliones nacientes y todos los embriones de cambio, desventuras y utopías que se desplegarían en los años siguientes.
Cien años de soledad fue el libro de la época, y de varias generaciones. Tengo las dos ediciones que mis padres compraron para poder leerlo en simultáneo. Macondo era una patria. Entre la feria y la intelectualidad, miles de libros seguían vendiéndose y además se exportaban. El éxito se contagió en Europa, esto avivó el interés por otros autores (Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa) y estalló el llamado boom de la literatura latinoamericana. “Buenos Aires fue generosa conmigo. Nunca volví. No sé por qué. Tal vez por una superstición: a un lugar donde todo fue tan perfecto, quizás convenga no volver” me dijo, o creo que me dijo, mirando el Caribe.

Periodismo, droga y entusiasmo
Aquel día de 1984 García Márquez me contó una novela que estaba intentando escribir. No tenía título. Al año siguiente la reconocí ya publicada: me había anticipado El amor en los tiempos del cólera. Pero me dijo que pese a todo se seguía sintiendo fundamentalmente un periodista. “Escribo literatura como periodismo, con método. Todos los días intento tener dos páginas listas” me dijo sobre algo que hoy habría que traducir a unos 5.000 caracteres. “Tienen que estar impecables, sin tachaduras. Y tengo un truco: siempre dejo escrito el comienzo de lo que pienso escribir al día siguiente, para que me resulte más fácil comenzar”. Pero varias veces explicó esa idea de no diferenciar ambos oficios. “La crónica es como un cuento o una novela sobre algo real”. Algo más: “Tanto en la literatura como en el periodismo hay que ganarse al lector, capturarle el interés para que se quede leyendo”.
Planteó una teoría sobre las redacciones de periódicos y revistas: para él están puestas de cabeza, invertidas. El staff de las publicaciones ubica en el rol principal a directores y jefes que engordan junto a un escritorio y editorialistas que monologan desde su propia jaula.
“Pero ese esquema debería ser exactamente a la inversa. Los cronistas son quienes cumplen la labor principal porque son los que están afuera, donde las cosas ocurren”. En vista del contexto colombiano le pregunté si alguna vez se había drogado para escribir y me contestó: “No me hace falta. Yo nací drogado”.
Un detalle: fue la única vez en mi vida que pedí un autógrafo. En Cartagena sólo conseguí un ejemplar de El coronel no tiene quien le escriba. Le expliqué que no era para mí sino para mi novia. “¿Se llama la señorita?” Se lo dije. Dibujó un tallo, cinco pétalos, y escribió: “Para Claudia, con una flor. Gabo 84”.

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Aquel día, además, me regaló los seis tomos de su obra periodística, publicados por la editorial Oveja Negra. Y organizó todo para que, una vez en Bogotá, un auto con su chofer fuera a buscarnos al hotel para llevarnos al aeropuerto. “Así van más tranquilos” dijo, y nunca supe si se le había cruzado alguna sombra para disponer ese viaje. Nunca pude evitar recordarlo como una persona amable, entusiasta, alegre, generosa.
Con el tiempo entendí que esa cordialidad, ese entusiasmo, ese interés por el otro, era un modo ético y hasta político de pararse frente a la vida.

Ideas
En sus obras periodísticas pude leer las primeras crónicas que publicó en El Universal, de mayo de 1948, cuando era un chiquilín de 21 años. La primera celebra que se suspendió el toque de queda militar, al que define como símbolo de una decadencia. “Con este mundo materializado donde los peces de colores tienen que abrirle agua a los submarinos, con esta civilización de pólvora y clarines, ¿cómo se nos puede pedir que seamos hombres de buena voluntad?” y plantea que quizás ahora la gente pueda ir a dormir mansamente “antes de que los relojes doblen la esquina de la medianoche”. Luego escribe sobre indios, negras, retratos de la ciudad y de la época. Escribió sobre cine, sobre deportes, sobre todo. La pasión por conocer y por contar lo que el mundo estaba desplegando ante sus ojos.
A fines de los 50 García Márquez participó en Cuba con los argentinos Jorge Massetti, Rodolfo Walsh y Rogelio García Lupo en los primeros pasos de Prensa Latina, idea que puso en marcha Ernesto Guevara, hasta que el lado soviético de la vida isleña desplazó a este elenco por otro más dócil.
García Márquez nunca perdió la afinidad con el propio Fidel Castro. El director argentino Eduardo Mignogna contaba que cierta vez, invitado a La Habana, estaba comiendo con García Márquez cuando el propio Fidel cayó de improviso y comenzó a hablar con sabiduría de crítico sobre la historia del cine argentino, mientras Gabo se quedaba irremediablemente dormido en un rincón. Pero más allá del sueño o de los discursos de Fidel, García Márquez se plantó en defensa de Cuba como una cuestión cultural y estratégica frente a los Estados Unidos y la densa idea de controlar vida y obra del resto del continente.

Las ventajas de la vida
Cuando me contó la noticia, le pregunté al propio Osvaldo Bayer sobre Gabo: “Tenía mi edad, pero yo aprendí de él. Es el mejor escritor que ha tenido Latinoamérica. Aprendí con él a amar la literatura, ver las cosas que se pueden hacer y crear. Para mí fue un hombre que luchó por la libertad, o sea un libertario, y cumplió la misión que tiene un intelectual: escribir para todos, para mejorar la sociedad, y para seguir soñando”.
De todas las ideas y escritos de Gabo, frecuentemente abominados por las academias, no resulta demasiado conocida su exposición al recibir el Nobel de Literatura en 1982, llamado La soledad de América Latina, que resulta un manifiesto por la descolonialidad, para usar términos actuales. “La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia” dijo ante la academia sueca. Repasa los golpes de Estado, crímenes y matanzas ocurridos en el continente. “Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.
Al recibir el Nobel de Literatura, García Márquez hacía periodismo sobre la realidad del continente, incluyendo la situación argentina: “Ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto, 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi 120 mil, que es como si hoy no se supiera donde están todos los habitantes de la cuidad de Upsala. Numerosas mujeres encintas fueron arrestadas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aun se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 muertes violentas en cuatro años”.
Otro concepto: “La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios”.
Y otro: “Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte”.
Se preguntó por qué le habrían dado a él semejante distinción, y postuló que se trató de un homenaje a la poesía: “En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte”.

Mujeres, aborto y ambiente
Cuando le preguntaron sobre las prioridades de la humanidad para las próximas décadas, propuso que las mujeres asuman el manejo del mundo. “Alguien dijo: ‘si los hombres pudieran embarazarse, el aborto sería casi un sacramento’. Ese aforismo genial revela toda una moral, y es esa moral lo que tenemos que invertir. Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del género humano, que haga prevalecer el sentido común –que los hombres hemos menospreciado y ridiculizado con el nombre de intuición femenina- sobre la razón –que es el comodín con que los hombres hemos legitimado nuestras ideologías, casi todas absurdas o abominables”.
Y luego plantea: “La humanidad está condenada a desaparecer en el siglo XXI por la degradación del medio ambiente. El poder masculino ha demostrado que no podrá impedirlo por su incapacidad de sobreponerse a sus intereses. Para la mujer, en cambio, la preservación del medio ambiente es una vocación genética. Es apenas un ejemplo. Pero aunque sólo fuera por eso la inversión de poderes es de vida o muerte”.
Son solo ideas sueltas para pensar, discutir, y leer, ahora que el reloj dobló no sé qué esquina, tras la malparida noticia sobre la muerte de Gabriel José de la Concordia García Márquez, hace unas cuantas horas de soledad.  

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