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Juicio a Higui: lo oculto, lo que se ve, y lo que se viene

Finalizó el segundo día de audiencias en el juicio contra Eva Analía “Higui” de Jesús. Está acusada de homicidio simple de uno de los atacantes que formaba parte de un grupo de varones que intentó violarla, en octubre de 2016. Lo que pasó en las audiencias hasta ahora, el apoyo de Nora Cortiñas, la caracterización de Higui como sobreviviente, y el reclamo: absolución. La sentencia está prevista para el 22 de marzo.
Por Delfina Pedelacq para lavaca
La puerta de los Tribunales de San Martín sobre Ruta 8 empieza a llenarse de gente desde temprano por segundo día consecutivo. Son las 9.15 y ya están todas las banderas colgadas. “¿Ya llegó Higui?”, pregunta una chica que está sentada en la escalinata con una cámara en la mano. Todavía no. A tres minutos de las 9.30 se la ve llegar, con otra de sus camisas cuadrillé negra y pantalones deportivos. “Vamos vamos”, dice, entre apurada y nerviosa. La sala C del Tribunal Oral N°7 está en el piso diez del edificio. La puerta a la sala está en la mitad de un pasillo angosto, entra Higui y se vuelve a cerrar.
La sala es ínfima. Hay quince plazas para todo el público distribuidas en dos filas. Un día antes de que comience el juicio el tribunal resolvió restringir la entrada de periodistas y personas que no sean familiares directos. Argumentando la situación sanitaria, no permitieron que el juicio se transmita al público.
“Corresponde por cuestiones de protocolo, con el objeto de garantizar las medidas sanitarias y distanciamiento, restringir el acceso a la sala a fin de presenciar el debate solo a familiares directos de las partes, sin perjuicio que al comienzo de la audiencia se revalúe la disposición de plazas definitivas”, decía el comunicado oficial de la resolución del tribunal.
En la práctica el juicio es oral, pero no público. Al menos hasta ahora.

“Es una sobreviviente”
En el inicio de la primera jornada, Higui entró junto a su abogada a la sala cuando llegaron los jueces Germán Adolfo Saint Martin, Julián Descalzo y Gustavo Alfredo Varvello, y la fiscal Liliana Tricarico. En ese momento la familia del fallecido (Cristian Espósito) que se encontraba allí comenzó a gritarle “asesina”. El juez que preside el tribunal ordenó silencio y advirtió que no se permitirían más estas situaciones.
Según algunas de las personas que presenciaron la audiencia, los diferentes testigos que prestaron declaración el primer día, además de contradecirse en algunos aspectos, parecieron de acuerdo en catalogar a Higui como «violenta», omitiendo que fue atacada por un grupo de alrededor de ocho o diez varones. Mientras era agredida a trompadas y patadas, le decían: «te vamos a hacer mujer», en referencia a su lesbianismo y su modo de vestir.
Higui hacía pequeños trabajos de jardinería, por lo que tenía un cuchillo entre sus ropas con el que se defendió provocando la muerte de Espósito, tema por el que hoy se la acusa y por el que fue a prisión durante 9 meses, donde sufrió otra serie de atropellos.
Hoy, antes del primer cuarto intermedio de la segunda audiencia, terminaron de declarar los testigos de la fiscalía, entre ellos la hermana y la pareja del fallecido. Comenzaron también las declaraciones de los testigos de concepto de la defensa de Higui: esto quiere decir que no son testigos que presenciaron el hecho. Una de ellas es su psicóloga Raquel Disenfeld.
Ella cuenta a lavaca que conoció a Higui a la semana de haber sido excarcelada del penal de Magdalena y dice: “Es una sobreviviente, para encontrarse con lo propio hay que sacar toda la violencia, lo sucio, lo malo, lo que duele es el lugar en que el otro nos colocó, nosotros somos más que las violencias que hemos sufrido. Ella dice ‘ahora me muestro como soy’. En cuanto a la supervivencia, nosotros no tenemos ese instinto como las palomas, que escuchan un ruidito y vuelan. El cuidado, la autodefensa es la que nos permite la supervivencia. En un momento de peligro en el que nuestra vida está en riesgo y no tenemos tiempo de pensar, ahí sale la pulsión de vida como una forma de defendernos. Si ella no hacía eso, hoy no estaría viva”.
Nora Cortiñas: “Que sea absuelta ya”
Cerca de las 10.30 llegó a paso firme Nora Cortiñas, la histórica Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, para darle su apoyo. Subió junto a las hermanas de Higui a la sala y pasado el mediodía volvió a la calle, donde habló: “Que sea absuelta ya sin perder más tiempo, yo hubiera hecho lo mismo y todas ustedes hubieran hecho lo mismo. Higui no quiso matar. La canallada y la brutalidad no pueden quedar así. El día 22 vamos a tener lo que necesitamos que es la absolución. Seguimos juntas luchando, hasta la victoria siempre y venceremos”.
Funcionarias de diversos ministerios se hicieron presentes para presentar formalmente y por escrito el pedido de cambio de las audiencias a una sala más grande, que permita el ingreso de más personas y una pantalla para la transmisión para los días que quedan. En el inicio del juicio hubo funcionarias del Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires, del de Nación, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia. Al ser la sala tan chica tuvieron que rotarse e intercambiar lugares para estar de a ratos en la audiencia.
Se estima que este jueves terminarán las declaraciones testimoniales de la defensa y pasado el mediodía se evaluará si se realizan los alegatos mañana mismo.
La sentencia está prevista para el martes 22 de marzo.
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Campaña: Encontremos a las/los nietos de Oesterheld
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Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
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5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
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