Nota
Bailando por un sueldo: Cómo es la entrada al mundo del trabajo
Falsas promesas, pocos derechos, meses a prueba y despidos precoces. Un relato encarnado en Marcelo, un rompecabezas de distintas voces de jóvenes que buscan empleo privado y encuentran cualquier cosa. Publicada en la edición de agosto de MU ▶ FRANCO CIANCAGLINI
Marcelo vio aparecer en la pantalla de su computadora la respuesta que, creía, estaba buscando:
“Tu CV ha sido seleccionado para el puesto de telemarketer, en la sección ventas. Por lo tanto, te espero este miércoles para una pequeña entrevista”.
Tuvo que fijarse el nombre de la empresa que aparecía junto a la firma de Agustina –la de Recursos Humanos- para ver cuál era de todas a las que había mandado: “Es importante conocer a la empresa”, recordó.
Encontró el mail, que decía: “Si sos afín a la comunicación, a la psicología, a la contaduría, mandanos tu cv”. Aunque después – se da cuenta- da igual: en el nuevo mail dice claramente telemarketer.
Lo mismo de siempre.
Lo que sigue lo sabe de memoria. Tiene que ir vestido entre formal y con estilo, digamos elegante sport: camisa (si no hay, chomba), jean oscuro (no celeste, ni tampoco pantalón de vestir) y zapatos, preferentemente marrones.
Lo mismo con el horario: una vez, en otra entrevista, llegó 20 minutos antes, lo recibieron, pero no quedó en el trabajo. Luego, charlando junto a otro amigo experto en flexibilización, entendió:
-No podés llegar antes. Eso demuestra que tenés tiempo de sobra, o algo peor: que estás desesperado por el trabajo. Ni 5 minutos antes ni 5 después: llegá exactamente a la hora en que te citan.
La entrevista
Llega puntual. Ya sabe que tiene que preguntar por Nuria, y eso es lo que hace en el mostrador que está en la entrada. Atrás se ven oficinas de vidrio y durlock, las típicas.
Como lo suponía, también hay otras personas que esperan a Nuria, y otras que van llegando mientras él la espera. Sin embargo, la entrevista es individual: está tercero de cinco. El primero tarda diez minutos reloj; el segundo, ocho; el tres sale antes de que Marcelo se dé cuenta.
Le toca.
Entra diciendo “buenos días” – es lo que hay que decir- y espera si la respuesta es cordial, amable o simpática, pero que se seca en un “hola, cómo te va”, sin signos de interrogación, es decir, sin interés de escuchar la respuesta. Marcelo sabe qué contestar contestar (“Muy bien”), qué repreguntar (“¿Usted?”) y mantener esa delgada línea entre cordialidad y simpatía, sin hacer – nunca- un comentario sobre el aspecto o la vida personal del otro.
Una de las primeras cosas que le piden es que dibuje el famoso test en el que hay que representar a “una persona debajo de la lluvia”. Pan comido: Marcelo sabe que tiene que dibujar un piso y, al menos, un paraguas para protegerse de la lluvia. También puede ser un techo, aunque, como nunca entendió bien la diferencia entre dibujar un paraguas y un techo, va a lo seguro: paraguas.
La cara de Nuria indica que está ok.
Ahora le piden que se defina, a él mismo, con una palabra. Con el tiempo, con las sucesivas e idénticas entrevistas, aprendió que debe decir “proactivo”. Esa es la palabra que garpa y que, a su vez, ellos (ella) esperan que diga: siempre hay que hablar desde el punto de vista positivo. Sabe que las empresas buscan gente (o palabras) con (o como) compromiso, liderazgo, comunicación, adaptación, cambio.
¿Qué significa proactivo? Que nunca se quedará quieto, ni esperando a que le digan qué tiene que hacer, aunque sabe que -en la práctica- siempre tiene que esperar a que le digan qué tiene que hacer. Al fin y al cabo, qué proactividad, qué liderazgo necesita para un callcenter.
-Proactivo- responde, ya inmerso en el juego de quién miente a quién.
Porque ya sabe: nunca un trabajo es lo que le ofrecen.
Le preguntan por qué le interesan las ventas: dice algo sobre la comunicación interpersonal, que por su carrera es súper importante, que estudia para sugestionar a las personas, para llevarlos por un lado… Se pinta chanta, digamos.
La siguiente pregunta nunca se la habían hecho: ¿Qué partido político tenía el centro cultural en el que trabajaste? Antes de responder duda, piensa: me estoy postulando para telemarketer, no para senador. Recuerda: tenés que ser pragmático, tenés que ser ordenado, tenés que ser apolítico, obviamente tenés que vivir en zonas, Caballito, Puerto Madero, Palermo, Flores… Y responde:
-No era político, era cultural– y es la verdad. Sabe que no debe decir mucho más: la pregunta es capciosa porque, en caso de extenderse en explicaciones sobre su anterior trabajo, se infiere que también podría proporcionar información sobre la compañía de Nuria en un futuro.
Los 3 meses de prueba
Sabe que pasó la entrevista: la propia Nuria se lo confirma, sin delays. Luego le consulta si tiene alguna pregunta: es su momento de aclarar dudas, para demostrar además interés por el puesto de trabajo.
Como Nuria es de Recursos Humanos, puede preguntar por su sueldo (si es personal jerárquico, es un mal plan). Le pagan bien: 10 mil pesos más premios. Aunque sabe que los premios no existen.
Obvio: 3 meses a prueba.
Sabe: lo pueden echar a los 2 meses, 29 días, 23 horas.
Sabe que lo van a echar.
Nuria aclara: “Pero todavía falta la capacitación”.
5 horas durante 3 días.
Si le va bien –que es, básicamente, que no abandone motu proprio antes de esos 3 días- el trabajo es de lunes a sábado, 6 horas. Eso cambió: antes nunca eran los fines de semana, piensa y se lamenta.
La capacitación
Al llegar a la capacitación lo llevan a una habitación con pupitres, junto a otras treinta personas. Les cuentan el speech, les tiran los tips, se los hacen repetir y a la hora – no más- los mandan a otro sector: el de boxes.
Una computadora para cada uno con un software para hablar por teléfono a través del micrófono. Auriculares y una base de datos de posibles llamados a distintas ciudades de España.
Sí: tiene que vender loterías a España.
Loterías.
A España.
-Tienen que poner acento medio neutro – les dicen a último momento.
Empieza, marca un número: nada.
Otro: nada.
Otro: nada.
Otro: lo atienden.(Nervios).
–Buenas tardes, lo llamo porque salió beneficiado con un boleto de loter… Le cortan.
Otro: nada.
Otro: lo atienden.
–Buenas tardes, lo llamo porque salió beneficiado con un boleto de lotería.
-¿Qué lotería?
– Lotería España.
– Yo no jugué a ninguna lotería.
–Mediante este llamado usted es beneficiado con un boleto de lotería. Sólo tiene que conseguir a dos personas para obtener el premio. De esa manera, el premio lo tiene asegurado.
– Pero, hombre, ¿qué me está diciendo? No entiendo.
–Que usted ha sido beneficiado con boletos de lotería, y si consigue a dos personas más, usted recibe el premio.
Le cortan.
Escucha que desde algún otro box – que no llega a ver- alguien vendió. Al rato, otro grito, esta vez del supervisor:
-¡Bien, Tomás! ¡Vamos todos como Tomás!
Marcelo piensa: “Y a mí los gallegos me sacan cagando”.
Al otro día ni siquiera hay una charla previa de capacitación: los mandan directamente a vender.
Al rato entra otro grupo de 30 personas, similar al del día anterior, y la misma historia: los capacitan una hora, y a vender.
Un pibe de dos asientos más allá se saca los auriculares, se levanta y se va.
A Marcelo le cae la ficha: “Nos están haciendo laburar a todos gratis”.
Sale atrás de él.
El laberinto
El mundo laboral no para de sorprenderlo. Y eso que ya trabajó de planillero para Greenpeace (debía conseguir donantes de dinero), de recepcionista (en una empresa de software), de asesor contable (debía perseguir morosos)…
El trabajo que más le duró –es decir, más de los 3 meses de prueba- fue el data entry: digitalizaba fotos de archivo del Estado.
Trabajó allí dos años e hizo, gracias a ese tiempo, algunas amistades, sobre todo con los que ya habían echado antes que a él. Salió de ahí, tiró cvs e instantáneamente lo llamaron para una entrevista. ¿De qué? De data entry.
-Pero, mirá, yo me acabo de ir…
El sueldo resultaba más bajo. Las horas eran más. ¿Cuál es el negocio?
Se dio cuenta de que pasaban los años y en su currículum solo tenía data entry. Y que cuando buscaba un nuevo trabajo, la marca carcelaria lo condenaba: sólo lo llamaban de esos trabajos, y no de otros. Y para pagarle cada vez peor.
El resto de sus empleos fueron siempre por los tres meses de prueba.
Durante esos meses la supervisión es constante. Es decir, el supervisor es un panóptico que monitorea la concentración y la intensidad de trabajo de las decenas de personas que entran al mismo tiempo. Una competencia implícita se despliega en la oficina, en la que todos luchan contra todos, al tiempo que simulan caerse bien. Sobre todo, caerle bien al más odiado: al supervisor.
El supervisor dice cosas como “yo los primeros 3 meses di lo mejor de mí”, o incluso peores, como una vez escuchó Marcelo: “Acá hemos despedido gente embarazada, gente con cáncer terminal, así que nadie tiene asegurado el puesto de trabajo”.
Sus compañeros murmuraban: “Menos mal que tengo trabajo”.
Él elegía callar.
Estudio o trabajo
Ahora elige estudiar: “Con el tiempo, cuando vi que se me iba complicando la posibilidad de estudiar dije: acá hay algo mal. Si estudiás y trabajás parece que sos Superman, cuando debería ser lo normal. Yo estudio, estudio muchísimo. Y lo que me pasa ahora es que, al ver mis buenas notas, se acercan mis compañeros y me preguntan: disculpame, Marcelo, ¿vos trabajás?”.
Actualmente los padres de Marcelo mantienen sus sobrios gastos, y su hermano se hace cargo de la facultad en la que él brilla por sus notas.
Con el tiempo aprendió que la ilusión de independencia que genera el trabajo no es más que eso: una ilusión. Y – dice- que en vez de depender de su jefe o de un supervisor, a sus 27 años ahora depende de sus padres.
Cuando tenía 17 años, Marcelo quizás imaginó que a esta edad ya iba a estar recibido y trabajando de lo que le gustaba, es decir, de lo que estudió. “Hoy ese circuito se distorsionó, y esa biografía es mentira”, dirá desde la experiencia, junto a sus amigos que, cerveza de por medio, asienten con la cabeza.
Uno, estudiante de Ciencias Políticas, trabaja vendiendo calzones y medias en la calle. El sociólogo, en una empresa de fumigación, que es del padre de otro del grupo, un profe de guitarra. Dos se mueven por el centro haciendo lo suyo en una oficina contable y una pyme familiar de insumos electrónicos. Uno labura en una fábrica de cerveza y otro trabaja con los padres en un consorcio familiar. Está el kinesió- logo profesor de hockey, un boletero de subte los fines de semana y el que trabaja en una revista cooperativa.
Todos los días, desde hace años, escuchan historias como ésta.
Nota
Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.
Por Claudia Acuña
Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.
Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.
Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.
A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Hasta lograrlo.
Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.
Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.
Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.
Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.
Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.
Quizá.
Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.
Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.
La presentación
Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.
Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.
Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».
El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.
Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Nota
La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.
Por Francisco Pandolfi
Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.
La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”.
Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».
Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.
Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.
Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”.
En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.
La causa, sin avances
Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.
Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”.
La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.
Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.
Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.
Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.
Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.
Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.
Nota
La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.
Por Franco Ciancaglini.
La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo.
En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso.
“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.
La que habla es una de sus hijas, Paula.
El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10.
Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.
El arma y la palabra
Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.
Es jubilada.
Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.
Tiene tres hijas.
Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.
Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.
Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.
La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.
Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.
El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.
Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.
Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.
Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.
“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.
Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.
Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.
Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.
Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.
La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”.
¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.
La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.
¿Necesitan algo? “Sí: paz”.
- Revista MuHace 2 semanas
Mu 201: Modo Estela
- ActualidadHace 4 semanas
Lugano resiste al “máster plan” que intenta imponer Macri
- NotaHace 1 semana
La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía
- ActualidadHace 2 días
Hasta el lunes, Nora
- ActualidadHace 1 semana
Pablo Grillo: el retrato que más duele
- NotaHace 3 semanas
Alerta Lugano: a espaldas de la comunidad, AUSA y el GCBA avanzan con el Máster Plan
- NotaHace 2 semanas
Continúa el destierro mapuche: Desalojan a otra comunidad para favorecer a un empresario forestal
- NotaHace 2 semanas
Jubilados e hinchas: «Queremos luchar juntos por los derechos de todos»