Nota
Brasil con movilizaciones, represión, marchas y un lema: «el pueblo despertó»
(Desde San Pablo) Entre movilizaciones y protestas inéditas durante décadas en Brasil, ayer la intendencia de San Pablo fue sitiada por 10.000 personas que cantaban «el pueblo despertó». En la terraza del edificio, un helicóptero. La policía se cobijó a tiempo empujada por la multitud que rompió todos los vidrios del frente, pese a las rejas. El helicóptero zarpó, y no es claro si se llevó al intendente Fernando Haddad, del oficialista PT. Luego la multitud marchó hacia la avenida Paulista, la principal de la ciudad y sumó más de 60.000 personas según datos del gobierno, quizá más según impresión de lavaca.
Cantaban también: «Soy brasilero, con mucho orgullo, con mucho amor». Había miles de pancartas, pero todas hechas a mano. Por ejemplo: «Juicio político a Dilma», o «Menos Copa del Mundo, más hospitales, más educación», «FIFA da puta», «Basta» o el chapulinesco «No contaban con mi astucia». Al cierre de esta crónica, además, en Fortaleza, durante el partido Brasil- México, 20.000 personas salieron a manifestarse y fueron reprimidas por la policía. Los actos de protesta son casi cotidianos y ya dejaron decenas de heridos.
Anonymous y Neymar
Lo mismo está ocurriendo en al menos 12 ciudades de todo el país. En Rio de Janeiro hubo disturbios en y toma parcial del parlamento estatal. En Brasilia, ciudad acaso diseñada para disperar cualquier intento humano de convivencia, 50.000 personas estuvieron a punto de tomar el Palacio Legislativo. El gobierno de Dilma Rousseff y la clase política se quedaron sumergidos en el asombro. «Para pensar algo previo, hay que ir a 1983, cuando se reclamaba elecciones directas, o a 1992, las manifestaciones contra Fernando Collor» dice Gabriel Strautman, de Justicia Global. «Pero esto es todavía mayor». Dato: nadie habla de la Copa de las Confederaciones, un pre mundial, y en la televisión no aparece Neymar sino las caretas con el rostro de Anonymous
lavaca, arribada a San Pablo para participar en un congreso sobre la megaminería en el continente organizado por la Fundación Rosa Luxemburgo, presenció el intento de toma de la intendencia, las marchas en la avenida Paulista y una posterior madrugada de enfrentamientos en plena Rua Augusta entre adolescentes con piedras versus policía con tanques, bombas lacrimógenas y sin metáforas: pertrechados para disciplinar sociedades, y chalecos antibalas con la palabra «CHOQUE». Unos con ojotas, los otros con borceguíes.
20 centavos al estadio
El origen del reclamo masivo, que empezó el 1° de junio, es el aumento de 20 centavos en el transporte público. De 3 reales (comparable a que los transportes públicos en Argentina costaran un mínimo de 8 o 10 pesos) a 3,20. Y Brasil estalló, pero las movilizaciones incorporaron otras cuestiones como el desempleo, el hartazgo hacia los funcionarios políticos y la denuncia del Mundial 2014 como el nuevo corazón de la corrupción. «Dicen que no hay dinero para el trabajo, que no hay dinero para la salud, pero hay dinero para el fútbol» explica Paulo a lavaca con un cartel: «Si tu hijo está enfermo no lo lleves al hospital, llevalo al estadio». Al margen del olfato generalizado sobre la corrupción, es irritante el sólo hecho de mostrar estadios maravillosos, inteligentes, megalómanos o absurdos (en el Amazonas habrá uno para 60.000 espectadores, siendo que en los partidos locales el promedio de público es de 800 personas).
Messi y el sistema
En la avenida Paulista la multitud se sienta sobre el asfalto, y luego se para para armar la famosa ola. Nos iluminan al menos tres helicópteros, dos policiales y uno de un noticiero. Un chico escribe su propia pancarta en una cartulina: «No son los 20 centavos. Es la verguenza».
Daniela, 18 años, desocupada: «Aquí no hay líderes. Y nadie quiere que vengan los partidos políticos. Queremos derechos, y que cambien las cosas». Cientos de personas andan con máscaras de Anonymous (V de Venganza es la película más exitosa en la creación de un ícono moderno). Geraldo detecta que soy argentino, se acerca y me pregunta: «¿Pelé o Maradona?» «Messi» le contesto, y me abraza. Le digo que no imagino a Pelé en una manifestación así: «No, claro. Pelé es el sistema».
Pasan chicos que aún no entraron a la universidad: «Vilma, reciclate». Les pregunto qué quieren decir. «Todos prometen cosas, luego en el gobierno no hacen nada para que la vida mejore. Queremos eso, una vida mejor». Otra pancarta, madre e hija: «Si tenés un problema y no hacés nada para resolverlo, terminás siendo parte de él».
Frente a las manifestaciones Dilma dijo que son «una demostración de la fuerza de la democracia», entendiendo democracia como «sistema representativo». Gabriel: «Todos quieren sacar provecho de esto. El gobierno con esas frases hipócritas. La derecha porque no tiene ningún discurso, como pasa en toda Latinoamérica. La izquierda ve su posibilidad en el conflicto, pero la gente no quiere aquí sus banderas. La realidad es que nadie esperaba esto, y nadie sabe a dónde va. Es espontáneo, no hay líderes, no puede ser fácilmente controlado, pero puede ser fácilmente infiltrado para generar violencia». Por ahora se ve gran participación juvenil, muchos desempleados, no hay sectores obreros, la gente saluda desde los edificios y en las emboscadas de la madrugada los chicos de barrios periféricos se hacen dueños de la ciudad en bicicletas o skates muchas veces, como tanteando su propia fuerza ante la policía.
La gente va cantando «el pueblo despertó» con una ó inicial como aquel «que se vayan todos» del 2001 argentino. El gobierno empezó a desactivar el aumento en el transporte, propiciado por las cámaras empresarias que han tenido vía libre hasta ahora. Pero nadie sabe si eso desactivará también esa bronca, indignación, cansancio o como cada quien quiera llamarlo. La gente en la Avenida Paulista se abraza, todos ríen, las chicas bailan «ven a la calle, contra el aumento, ven».
Les pregunto hacia dónde va esto. Dicen. «No sabemos. Pero sabemos que no queremos seguir como hasta ahora. Y que el lugar donde tenemos que decirlo es en la calle».
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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