Nota
Buenos Aires y un mes sin nosotres: La ciudad que nos espera
Texto de Claudia Acuña. Fotos de Nacho Yuchark.

La ciudad está herida. Duele, pero duele lindo. En los autos paralizados a la vera de las calles el otoño deposita sus hojas doradas, como acariciando el sueño de haber detenido esa locura que desata guerras, ocupaciones, fracking. Los datos dicen que desde la decretada cuarentena bajó un 80% el consumo de nafta, pero no informan sobre cuántas hojas depositaron este mes los árboles de la ciudad sobre esas cuatro ruedas paralizadas, que cotizan el millón de pesos, ahora inútiles. Las cuento: en éste que está estacionado muy cerca del puente Azucena Villaflor de Puerto Madero hay 78.

La ciudad está en silencio. Calla, pero calla lindo. Deja así oír el trino de los pájaros que se apropian del cielo o de las palomas que picotean la Plaza de Mayo desierta, impecable como una postal que nadie puede alterar ni con la mirada. La miro: el sol cae detrás de la Casa Rosada y la Pirámide traza su sombra perfecta hasta rozar mis privilegiados pies, que han llegado hasta allí desde Almagro, taconeando cuadra por cuadra la avenida Rivadavia en línea recta, sin cruzar más que a una pareja de policías y a los muchos sin casa, sin barbijo y sin comida, que mendigan hasta el saludo.

La ciudad está vacía. Falta todo lo que la agita, pero falta lindo. No hay basura en las veredas, no hay bocinas, no hay gritos, no hay tensión, como una maqueta inerte, salvo por los árboles que explotan de colores ocres y usan los edificios como espejos para gobernar así, a pura belleza, la avenida de Mayo, opacando marquesinas y anuncios de consumo, que ahora se leen como malas bromas sobre dinosaurios.

La ciudad está encendida. Hay algo en esa luz del fin de la tarde que la ilumina de una forma espectral, quizá por la escasez de smog –las cifras dicen que la cuarentena redujo la contaminación a la mitad- quizá por la riqueza de este apacible otoño, quizá por lo que representa ser las únicas personas –fotógrafo y cronista- que están ahora admirando cómo se proyectan en las aguas del canal que atraviesa Puerto Madero rascacielos, grúas, puentes, mientras los peces nadan sobre las siluetas que titilan y se mecen al suave ritmo del agua color de león.

La ciudad está expectante. Nos espera, y nos espera lindo. Transmite de todas las maneras posibles e imposibles esa necesidad que tenemos ahora de saber qué vamos a hacer con ella. Nos interroga, nos desafía, nos urge y nos obliga.
¿A qué?

No es fácil la respuesta.
Buenos Aires nunca es fácil porque, como nos advirtió el poeta Horacio Ferrer, siempre será “una ciudad difícil de entender”.

Fue èl quien escribió este poema, musicalizado por Astor Piazzola, inmortalizado en 1974 por Amelita Baltar y que es un tango, pero también un himno, al que hoy, quizá, nos convenga volver, con la frente dorada por este otoño sin igual:
Ciudades, fundadas para odiar.
Ciudades, tan altas, ¿para qué?
Ciudades, cadáveres de pie.
Ciudades, al polvo volverán.
Qué lindo será reconstruir.
Qué torre será tu corazón con fe.
Y en cada charco habrá un pequeño mar.
Y en cada fragua un inventor de sol.




Nota
De la idea al audio: taller de creación de podcast
Todos los jueves de agosto, presencial o virtual. Más info e inscripción en [email protected]
Taller: ¡Autogestioná tu Podcast!
De la idea al audio: taller de creación de podcast
Aprendé a crear y producir tu podcast desde cero, con herramientas concretas para llevar adelante tu proyecto de manera independiente.
¿Cómo hacer sonar una idea? Desde el concepto al formato, desde la idea al sonido. Vamos a recorrer todo el proceso: planificación, producción, grabación, edición, distribución y promoción.
Vas a poder evaluar el potencial de tu proyecto, desarrollar tu historia o propuesta, pensar el orden narrativo, trabajar la realización sonora y la gestión de contenidos en plataformas. Te compartiremos recursos y claves para que puedas diseñar tu propio podcast.
¿A quién está dirigido?
A personas que comunican, enseñan o impulsan proyectos desde el formato podcast. Tanto para quienes quieren empezar como para quienes buscan profesionalizar su práctica.
Contenidos:
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- Herramientas prácticas para la creación radiofónica y sonora.
Modalidad: presencial y online por Zoom
Duración: 4 encuentros de 3 horas cada uno
No se requiere experiencia previa.
Docente:
Mariano Randazzo, comunicador y realizador sonoro con más de 30 años de experiencia en radio. Trabaja en medios comunitarios, públicos y privados. Participó en más de 20 proyectos de podcast, ocupando distintos roles de producción. También es docente y capacitador.




Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar: