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Buscando la salida. Violencia machista: qué hacemos más allá del escrache

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Buscando la salida. Violencia machista: qué hacemos más allá del escrache

Foto: Lina Etchesuri.

Buscando la salida. Violencia machista: qué hacemos más allá del escrache

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¿Cómo construimos relaciones no violentas? ¿Cómo le exigimos a las instituciones garantías para no sufrir abusos? De los colegios al consultorio, pasando por Tribunales, qué estamos haciendo y qué falta para constuir un futuro mejor. ▶ ANABELLA ARRASCAETA Y LUCÍA AÍTA

Si tuviésemos que ponerle un comienzo a esta nota sería darle play a un video en el que una mujer cuenta el abuso que sufrió por parte de un cantante de una banda de rock. O podría ser contar lo que vivió Calu Rivero, que insiste en revelar que un galán de telenovelas se propasó con sus besos y no escuchó el “no”. O quizá convevendría recordar a la serie de actrices de Hollywood que denunciaron al productor de cine más poderoso.
La catarata no se quedó en el rock ni en la actuación, y las mujeres pudimos gritar que sufrimos distintas formas de acoso en distintos ámbitos. Familia, poesía, periodismo, academias, stand up y fútbol: no hay afuera. Todas pasaron a ser potenciales escenas del crimen posibles de ser examinadas con lupa.
Pero, ¿qué miramos? La violencia machista.
¿Cómo lo hacemos? Como podemos.
Solas o en forma colectiva. De manera virtual o en modo de denuncia institucional. Es cierto: quizá todavía no se encontró la forma prolija y acabada para sacar la mugre y los dolores atragantados de abajo de la alfombra.
También es cierto: las mujeres “ya no nos callamos” más no es un hashtag, sino un hecho.
Desde el primer Ni Una Menos gritamos “basta” y desde entonces el silencio sobre el abuso y la violencia machista ya no es una opción. Y eso se festeja.
En este contexto, resulta necesario hacer el camino inverso. Desarmar el ovillo de Ariadna que nos llevó hasta el laberinto y encontrarnos con el Minotauro. Preguntarnos una y mil veces por los orígenes de esa violencia, y desnudarla. Insistir en cuestionar cómo hacemos mujeres y hombres heterosexuales para relacionarnos de ahora en más sin ese velo de poderes entre nosotros.
Preguntarnos, lisa y llanamente:
¿Y ahora qué? ¿Cómo seguimos?
La semilla
Durante las jornadas que trataban la interrupción voluntaria del embarazo, Ofelia Fernández se paró frente a diputados y diputadas, muchos de los cuales suelen mirarse el ombligo, y les dio una lección: “Una sociedad más justa no la voy a conseguir hablando de mí misma: la voy a construir militando la libertad de los otros y las otras”. Tiene 18 años y es la ex presidenta del Centro de Estudiantes del Colegio Carlos Pellegrini. Ahora estudia sociología y actuación, y es parte de la Generación Verde que conquista derechos en las calles. Ofelia traza una línea con la mirada puesta en los colegios secundarios, que habla de cómo se llegó hasta acá: el 3 de junio de 2015, cuando parimos un grito para denunciar la violencia machista: ni una menos. “Esa movilización nos ordena. La palabra patriarcado sale en ese momento”, dice. Desde entonces, cuenta Ofelia, se comenzaron a profundizar las discusiones en los colegios: “2016 fue un año para detectar comportamientos institucionales machistas. Fue pensar: ¿qué lugar pueden cumplir las instituciones a partir de que vemos que estas problemáticas se dan en todos colegios con la misma forma?”. Año siguiente: “Para el 2017 el feminismo era algo totalmente transversal. Nos dimos cuenta de que teníamos que entendernos como parte del impulso para apropiarnos de ese colectivo y generar en eso no una identidad de defensa, sino una que quiera construir una alternativa”.

El lobo disfrazado
El “basta” mueve emociones y sentimientos nuevos que no sabemos analizar ni reconocer. Susana Inés García, psicóloga gestáltica de trayectoria, atiende tanto mujeres denunciantes como hombres denunciados. Su mirada: “Llamo abusador al que abusó de sus privilegios”. García cuenta que en el último tiempo empezó a recibir más consultas de hombres: “Algunos varones se reconocen al llegar a la consulta con miedo. Ahora, al leer sus conductas del pasado con otros ojos pueden ver cómo abusaron de sus privilegios. Nosotras hace milenios que tenemos miedo, pensaba, qué bien que nos tengan miedo ellos, que hacían cosas considerándose inimputables”, dice y desarma alguno de los motivos por los que las denuncias suelen ser anónimas: “Una chica hace una denuncia anónima porque, aunque sea cierto lo que dice, si no tiene pruebas le puede venir una denuncia a ella por injurias o daños y perjuicios. El tema es que muchas veces a partir de esa denuncia anónima aparecen dos, tres, cuatro casos. Si hay varias denuncias, aunque sigan reclamando su inocencia, tienen que hacerse cargo: hay cinco chicas que están muy enojadas con vos. Yo no sé si es exacto lo que dicen o es una versión de lo que ocurrió, pero esas chicas están muy enojadas y son varias. ¿No te hace ruido? ¿Qué pasó?”.
Ante esa pregunta en un ámbito tan íntimo como la terapia, Susana cuenta que los hombres tienen dos caminos: plantearse querer cambiar en serio, o disfrazarse de cordero. “Cuando reciben una denuncia algunos sinceramente entran en shock y piden ayuda porque quieren cambiar. Y hay otros que lo único que quieren es encontrar un lenguaje correcto para no perder su prestigio y seguir laburando. No quieren cambiar: quieren encontrar cuál es la forma correcta de mostrarse para que eso que pasó no tenga tanto impacto sobre sus carreras”. Agrega: “Lo más peligroso es que hay tipos que son el lobo disfrazado. Es el lobo disfrazado de progre, de trosko, de políticamente correcto o de varón feminista. Esos son los más peligrosos. Es muy fuerte pero están los dos y hay que aprender a reconocerlos porque uno quiere cambiar, y el otro es peligroso, no quiere cambiar: quiere encontrar el disfraz apropiado y en el fondo y a la larga sigue siendo el mismo”.

Campo de batalla
Marlene Wayar también habla de peligro, pero ella no ve bosques ni lobos: nombra al patriarcado como campo de batalla. Marlene es psicológa social, activista e intelectual travesti; la encontramos para charlar tras abrir las puertas de una oficina donde trabaja para la inclusión laboral y promoción de derechos de travestis y trans. Marlene ceba mate bien dulce, pero su mirada está lejos de ser edulcorada: “Es un mundo de mierda el que hemos construido y venimos sosteniendo y reproduciendo y arengando en términos de relaciones. Y no es sólo el macho. Son los machos pero también somos todas las femineidades que les sostenemos eso”. Marlene enseña la necesaria autocrítica: “Lo digo consciente de que es el macho mi objeto de deseo. Y que tengo que andar intuyendo quién es macho y quien solo tiene apariencia masculina. Es terrible y es un campo de batalla. Lo digo porque tengo una amiga, Diana Sacayán, que le abrió la puerta a un macho que la saludó con un beso y después la asesinó. Entonces estoy en un campo de batalla en el que el diálogo propuesto siempre es heterosexual, patriarcal y capitalista. Siempre es colonizador y extractivista. Pero hay que entender que eso lo sostenemos entre dos: el vínculo va y viene. Las travas tratamos de ser traidoras a esa propuesta de cómo deben ser esos vínculos. Las mujeres, no siempre”.
La fantasía
¿Cómo salimos de ese campo de batalla? Susana sugiere una propuesta desde la psicología: “En las mujeres es fundamental destrabar la fantasía, poder ver con quién realmente estamos. Porque de acuerdo a con quién estoy es lo que se puede esperar. Siempre hay un nivel de fantasía; siempre nos proyectamos a un más allá porque estamos vivos y nos gusta imaginarnos que la vida sigue. Pero una cosa es cuando yo me imagino viva e imagino la vida de una relación, y otra cosa es imaginarla como a mí se me ocurre que sea. Es intentar controlar lo incontrolable”.
Susana pone el ejemplo de cuando alguien dibuja qué tipo de relación quiere antes de encontrar a otra persona: “Cómo voy a saber qué quiero con alguien que no sé ni quién es. Para mí la cosa es: menos límites autoimpuestos y menos fantasía, así las relaciones se manifiestan y vamos viendo hasta dónde nos llevan con cuidado y respeto. También para no ubicarnos en un lugar en el que le damos demasiado poder al hombre, que se siente abrumado porque no puede responder a eso”.
No es no
En el movimiento estudiantil, la oleada feminista generó tres espacios: No es no, Mujeres empoderadas y Varones Antipatriarcales. Explica Ofelia: “No es No es un grupo de pibas de muchos colegios que reciben denuncias de casos de violencia de género entre estudiantes. Ese espacio posibilitó que las pibas puedan denunciar violencias que antes eran naturales. Pero una vez que eso está logrado, ¿qué pasa con el victimario? ¿Se lo margina?”.
Sigue Ofelia: “En los secundarios hay casos y casos. Hay un caso de un pibe que en 2014 le insistió a una piba en una fiesta y la piba terminó cediendo: eso es abuso. Pero creo que la labor de esa denuncia es más bien registrar esta conducta es abusiva, más que decir que es un abusador serial. El pibe tiene que tomar registro de eso, trabajarlo, pero no podés hacer que toda esa gente sea descartable porque hay algo que te va a faltar para construir esa alternativa con la que soñás. Estas conductas ya no aparecen, en algunos casos por esta absorción y en otros casos por el miedo a ser denunciados. No es lo ideal decir: ‘Me voy a rescatar porque están estas pibas que no te dejan pasar una’. Pero vas a darte cuenta de que no es que te están hinchando las pelotas, es que simplemente se busca un terreno más ameno, una manera de relacionarnos que nos permita al fin y al cabo muchas más cosas. Que no te dejen pasar por encima de alguien es que se te empiece a permitir generar algo con alguien, y eso es mucho más interesante”.
Tres palabras
Otra punta sobre cómo comenzar a construir algo distinto la explica Marlene Wayar, según un aprendizaje de Narcóticos Anónimos: “Desde la experiencia de los que han logrado dejar de ser adictos, las claves son la honestidad, la buena voluntad y la receptividad. Con esto alcanza y estamos bien. Soy honesta cada vez que me veo a mí misma y me puedo expresar ante los demás. Me pregunto qué hago yo con lo que sucede y me reconozco en eso. Y soy honesta con lo que veo en los demás. Absolutamente receptiva es escuchar las experiencias y las sugerencias que me hagan otros. Y poner buena voluntad para saber entender las limitaciones de los otros, para poder pedir ayuda cuando necesite, dejarme acompañar y ayudar a los demás”. Marlene reconoce que la tarea no es fácil, pero que sostener esos elementos permite salir de cualquier círculo vicioso. Y agrega: “Las relaciones heterosexuales muchas veces son o se convierten en esa forma de violencia”.

El pater romano
Si los escraches comienzan cuando no hay justicia, otro paso es acercar la lupa hacia allí, el sistema judicial. Cristina Monserrat Hendrickse, abogada trans que ganó batallas contra corporaciones mineras en el sur del país, hoy también defiende mujeres en litigios con sus ex parejas violentas. Cristina, muy didácticamente, dibuja un iceberg en el pizarrón, y nos dice sin vueltas: “La violencia contra las mujeres es una imposición del Estado de Derecho. El trato de las mujeres en el derecho tiene históricamente una forma abiertamente discriminatoria. Lo que nos asiste hoy es el derecho romano. El derecho romano fue impuesto por el Imperio Romano, en el que la idea de pater es muy fuerte. Y mezclada con la tradición judeocristiana con orden de lapidar a las putas, es un combo letal. La patria del derecho español se proyecta al derecho argentino. Eso nos trae un derecho en el que la mujer casada no podía administrar sus bienes sola, por ejemplo. La responsabilidad sobre los hijos tampoco era compartida: se llamaba patria potestad porque la tenía el padre. Había diferencia en la infidelidad: si la mujer tocaba con una puntita al hombre ya era declarada infiel, mientras que el hombre solo lo era si mantenía a una mujer fuera de su casa. Hasta que no vino el voto femenino no se podía ni elegir ni ser elegida. No había derechos políticos ni civiles para las mujeres”.
Cristina dibuja el agua por la mitad al Iceberg. En la punta del bloque de hielo pone las carátulas de las causas entre parejas: hostigamiento, tenencia, cuota alimentaria.
Y en la base del iceberg bajo el agua escribe una sola palabra: emociones.
Así continúa la lección.

La atención y los vínculos
Cristina narra qué y cómo se disputan las parejas en momentos de la instancia judicial de divorcio, contando un caso sin dar nombres: “Se reclaman violencia. Se pelean por custodia. Ella le pone un juicio por violencia y él retruca con custodia exclusiva porque es puta o no lava los platos bien. Ella denuncia hostigamiento, que es una contravención. Se pelean por alimentos. Todo este paquete es del que viven los abogados y las abogadas de familia. Y todo el sistema judicial se concentra únicamente en esto”, dice Cristina y señala la palabra emociones escrita en el pizarrón, mientras agrega: “En realidad lo que ellos quieren y sienten y ni lo saben racionalmente, son emociones. Debajo de toda esa disputa lo que hay es emoción. O frustraciones. Amores u odios que a veces se juntan o se parecen. Venganzas que se nos cruzan en las relaciones afectivas y eso a veces hace mover lo otro”.
Así Cristina explica que lo que se necesita es trabajar para desvincularse sanamente, o aprender a vincularse como padres separados: “Lo que hay que hacer es una terapia porque nos podemos pasar años discutiendo entre impedimento de contacto y bienes. O quién es el malo y quién la buena. Pero si ya no se vinculan más como pareja tienen que vincularse como papás. El sistema judicial en lugar de tratar de educar o atajar al violento para que reaprenda a vincularse deja a la mujer haciendo un esfuerzo terrible aunque sea para poder llegar a lo judicial. Y esos sentimientos que no se trabajan son muerte: hay por lo menos una mujer asesinada por día”.
Las instituciones
Las denuncias en los colegios tienen dos actores: hombres y mujeres. “Todo este fenómeno terminó invisibilizando la capacidad de las instituciones de cambiar esas dinámicas”, dice Ofelia. ¿Qué pasa con la escuela? “Están como aventajándose de la situación, obvio que la ven, no son boludos, pero es su posibilidad de no ser el enemigo. Ven una guerra interna y dicen: por primera vez no me tengo que preocupar si me toman la escuela, hoy no soy el enemigo. Ellos tienen que darse cuenta de que tienen que darle un lugar institucional a eso que está dando vueltas por todas partes y que no se puede parar de escuchar”.
Entonces, llega el momento en que las instituciones deben escuchar y aprender, tal como lo tuvieron que hacer los diputados cuando Ofelia les habló. “Construimos nuestro propio procedimiento, funcionó más menos, pero lo estuvimos implementando y actuando en base a esto. Ahora les toca a ustedes aprender de esta experiencia y hacerse responsables de que esa experiencia se la estamos dando nosotros, los que supuestamente venimos a aprender”. Una clave para que los directivos los escuchen es empezar a generar comunidad. “Es algo que venimos discutiendo hace poco: poder contagiar esto a nivel comunidad educativa. Lo que estamos pensando son unas jornadas de discusión con docentes y no docentes para enfrentarnos con quienes tienen que hacerse cargo de esas situaciones. La única manera de generarles voluntad es modificar la correlación de fuerzas: no tenés opción, no te estoy preguntando, te estoy exigiendo que tomes las riendas del asunto y tiene que ser así. ¿Quién soy? Todo esto: una comunidad educativa, organizada, que viene dando la discusión”.
Redes y colectivos
¿Cuál sería una salida posible? Cristina sueña una red tejida por mujeres de distintas disciplinas. “Se necesita en esa red contar con abogada, psicóloga, trabajadora social, coordinadora, y que las mismas chicas que salen del circulo de violencia y quieran, se capaciten y puedan ser acompañantes a las que siguen. Tienen que ser como células para que se expanda.
Otra forma material de hacer red es la salida colectiva. Para Ofelia ese es el punto de partida hacia un nuevo horizonte: “El feminismo representa el movimiento de mayor alcance que tenemos nacionalmente, hoy es el más importante, y a la vez tiene características únicas. Tiene otra dinámica porque cambiaron mucho los vínculos entre mujeres. Las mujeres eran obligatoriamente competitivas, una amenaza, y ahora se generó un vínculo de hermanas. Eso genera mucha facilidad para elaborar colectivos y ahí empieza todo: en poder colectivizar esto, en generar espacios de diálogos. Partir de verse como colectivo para empezar individualmente a construir otra cosa cambia el ambiente y así, también la realidad va cambiando”.
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91 femicidios y ninguna respuesta

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“Nosotras, familias sobrevivientes de femicidios nos dirigimos a usted para solicitar con respeto y esperanza una audiencia” dice la 2ª carta del colectivo que nuclea a familiares de todo el país, dirigida a Javier Milei. Este 8 de abril las Familias Sobrevivientes de Femicidios se reunieron en Plaza de Mayo, como todos los primeros lunes de cada mes, mientras el mundo seguía el eclipse de sol. Denunciaron en un documento –también presentado en la Casa Rosada– que hasta el domingo 7 se produjeron 91 femicidios en el año, que dejaron además 9 víctimas menores asesinadas y 52 huérfanos. Hay, en lo que va de 2024, 18 mujeres desaparecidas. Luego las Familias hablaron sobre las causas, el factor narco y la responsabilidad del Estado.

91 femicidios y ninguna respuesta

Marta, madre de Lucía Pérez y Facundo, el papá de Luna Ortiz. La lectura del documento que exhibe el nivel de violencia contra las mujeres en el país.

En sintonía con el eclipse de sol de este lunes, la Plaza de Mayo presentó de pronto un clima desapacible, frío, ventoso, mientras las Familias Sobrevivientes de Femicidios volvieron a presentarse allí para visibilizar el reclamo sobre las mujeres asesinadas y para solicitar por carta (la 2ª en el año) que el presidente Javier Milei las reciba.

El grupo, alineado en sillas negras de espaldas a la Casa Rosada, aguantó la ventolera y leyó un documento del que se desprenden distintos datos:

  • º Hubo 91 femicidios en los 98 días del año hasta el domingo 7 de abril, registrados por el Observatorio Lucía Pérez.
  • º Además, 9 víctimas menores fueron asesinadas en el transcurso de esos femicidios.
  • º Otro saldo: 52 huérefanxs.
  • º Se contabilizaron otros 62 intentos de femicidios.
  • º Hay en el país 18 mujeres desaparecidas en lo que va de 2024.
91 femicidios y ninguna respuesta

Mariela, y el reclamo por su hija.

Genocidio por goteo

Sobre estas cifras –que revelan lo que Marta Montero (madre de Lucía Pérez) define como “genocidio por goteo”– no ha habido respuesta alguna por parte del Estado.

El texto de la misiva fue presentado por la propia Marta, su esposo Guillermo Pérez, Susana Reyes (madre de Cecilia Basaldúa), Mariela Quintanilla (madre de Iara Nardelli), Facundo Ortiz y Marisa Rodríguez (padres de Luna Ortiz) en nombre del colectivo.  

El texto: “Señor Presidente de la Nación Argentina. Nosotras, familias sobrevivientes de femicidios nos dirigimos a usted para solicitar con respeto y esperanza una audiencia. Creemos necesario y urgente ser escuchados por usted. Desde ya, muchas gracias”. En marzo se había presentado la primera carta en la Casa Rosada y les dijeron que sería derivada a Karina Milei, secretaria general de la Presidencia.

91 femicidios y ninguna respuesta

Susana con imágenes de su hija, Cecilia Basaldúa.

Asesinadas en democracia

Susana Reyes, con una foto de su hija y las palabras “Verdad y justicia”,   recordó que hace cuatro años desaparecía Cecilia Basaldúa en Córdoba, cuyo cuerpo apareció el 25 de abril de 2020. “Y todavía estamos luchando para tener un fiscal en la causa por el crimen de mi hija, porque hubo un primer juicio en el que metieron preso a un inocente. Hay muchas causas armadas en Córdoba. Ahora estamos esperando que nos nombren nuevo fiscal, porque el que nos habían designado se jubiló el año pasado en agosto. Y no salió el decreto del nuevo.  Nosotros vamos a seguir siempre. Estamos luchando no solo por Cecilia sino por todas y todos los asesinados en democracia”.

Susana agrega: “Queremos que nos reciban para ver si nos pueden escuchar, si pueden hacer algo. Cada vez son más muertes que se siguen sumando. Hay niños huérfanos y las madres también quedamos huérfanas por la muerte de nuestras hijas. Así que vamos a seguir peleando hasta las últimas consecuencias”.

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Marisa y Facundo, los padres de Luna Ortiz. El caso de su hija (drogada y muerta por sus captores) fue calificado como “homicidio imprudente”. Las familias reclaman justicia.

Homicidios imprudentes

Facundo suma sobre la historia de su hija, Luna Ortiz (19 años cuando fue asesinada el 2 de junio de 2017): “Hace ya siete años que asesinaron a Luna y todavía no podemos llegar a conseguir justicia, es una lucha interminable. La causa está en Casación, la Sala I. Es algo muy importante. Necesitamos que estos jueces nos escuchen y tomen una buena decisión condenando a Villarreal por femicidio”.

Para comprender: Luna fue contactada por Isaías Villarreal el 2 de junio de 2017 mediante Facebook. Se encontraron y él la llevó a su casa, donde la esperaban otros dos hombres: ahí la drogaron, la alcoholizaron y la trasladaron en un raid en el que la intercambiaban como mercancía. Un día después, el 3 de junio de 2017, encontraron el cuerpo de Luna sin vida en la casa del propio Villarreal. Los jueces Ariel Introzzi Truglia y Sebastián Hipólito Urquijo y la jueza Verónica Mara Di Tommaso lo condenaron finalmente al máximo posible solicitado por un delito menor: 4 años y 11 meses por “suministro gratuito de estupefacientes destinado al consumo personal en concurso real con homicidio imprudente”.

Marisa, la madre de Luna, agrega: “El femicidio sigue impune, nos encontramos en la etapa de Casación otra vez planteando un femicidio. Apelando lo después de siete años de impunidad porque los jueces liberaron a uno de los femicidas de Luna. Vamos a seguir luchando porque queremos justicia por Luna y por todas nuestras hijas”.

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Lucía Pérez y Carla Soggiu. “Luchamos por justicia para todas”.

¿Cuál es la responsabilidad del Estado?

Guillermo (el padre de Lucía Pérez): “Hace 8 años que venimos buscando justicia por nuestra hija (el femicidio ocurrió el 8 de octubre de 2016 y provocó el Primer Paro Nacional de Mujeres). Ahora el 29 de abril tenemos el recurso de Casación”. En el caso de Lucía, en marzo de 2023 hubo sentencia a perpetua en un caso (Matías Farías), y el otro acusado (Juan Pablo Offidani) terminó con una condena menor, 15 años en total, como “partícipe secundario” del crimen, que incluye la condena a ambos por la venta de drogas en la puerta de una escuela secundaria, lo que desencadenó toda la tragedia. La familia apeló la sentencia a Offidani, y las defensas de los acusados apelaron sus condenas. Es lo que comenzará a debatirse en el tribunal de Casación bonaerense.

“Queremos justicia” dice Guillermo, “y que nuestras hijas puedan descansar”.

En el documento presentado el mes pasado al gobierno junto a la solicitud de audiencia, se planteaba una mirada amplia y a la vez profunda de lo que ocurre: “No podemos hablar de femicidios y travesticidios sin hablar de narcotráfico, como no podemos hablar, sin nombrarlo, de ningún otro tema de esta emergencia social que estamos padeciendo hoy: hambre, desocupación, destrucción de la educación y salud pública. Todos fuegos que alimentan el incendio de nuestro futuro y paz social”.

Marta Montero habla sobre el rol estatal: “El Estado es responsable, por eso hablamos de genocidio, con un Estado que no hizo ni hace nada por evitarlo. Y decimos que son narcofemicidios, porque muchísimas veces tienen que ver con esa cuestión de lo narco, donde el Estado no solo está ausente sino que muchas veces está presente, porque ¿quién es el que no hace nada cuando venden droga en la puerta de una escuela? La policía, que es parte del Estado. ¿Y quién deja impunes muchos de estos crímenes? El Poder Judicial, que es parte del Estado”.

¿Y en los casos en que el origen es la violencia dentro de una pareja? “El Estado también es responsable al no avanzar en las investigaciones, al ocultar pruebas muchas veces, al dejar impune al asesino, al no atender a las víctimas, a los huérfanos, a las familias. Pero además, muchas veces esa violencia se genera por lo que hablábamos antes: el tema de la droga, la violencia que se genera territorialmente y en la gente que está en eso, que termina golpeando y matando a las mujeres”.

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Marta y Guillermo, los padres de Lucía.

El caso de Lucía implica una ruptura y un precedente, porque la familia logró que se anule el primer y vergonzoso juicio que absolvió a Farías y Offidani por el femicidio, acusándolos solamente de vender droga en vereda de la escuela marplatense a la que iba Lucía, que tenía 16 años cuando la mataron. Esa anulación permitió el segundo juicio (el que ahora irá a Casación por las respectivas apelaciones) y motivó además un jury: un juicio a los jueces de aquel primer proceso. “Estamos esperando que se concrete, porque ya está todo listo” explica Marta.

El rol de Marta Montero en Mar del Plata generó la invitación a participar con una ponencia en la 5º Asamblea Mundial por la Salud de los Pueblos que se está llevando a cabo en esa ciudad hasta el 11 de abril. Marta intervendrá este martes 9 en una sesión que tratará “Justicia de género en salud. Praxis feminists por la justicia en salud”. En el panel coordinado por Melanie Alperstein (Sudáfrica) intervendrá Marta (Femicidio, luchas por la justicia de género y rendición de cuentas), Julie Dale, de Brasil (Violencia y discriminación contra LGBTQI+), Zahira Bouhabra (en conexión desde Marruecos), y hablará sobre Resistencia a los sistemas violentos y respuesta a las crisis de violencia de género Rawia Mahmoud (en conexión desde Sudán).

Lo crucial del trabajo de la familia continúa en Mar del Plata con La Casa de Lucía, punto de encuentro, de conferencias, recitales, eventos culturales y lugar además de acompañamiento para otras familias víctimas de violencia o de femicidios.

O sea que allí se reúne lo académico con lo barrial y la solidaridad concreta, no discursiva. Sostiene Marta: “Para nosotros es una alegría, porque hay un enorme movimiento alrededor de las cosas que se hacen allí. Vienen mujeres, familias, también estudiantes, abogados, de todo. Estamos empezando un curso de huerta, pero también va a ser lugar para que terminen la secundaria quienes no pudieron hacerlo. Y el acompañamiento a otras familias es fundamental, porque a todos nos pasa que ante la justicia estamos desorientados, te hablan de modos que no entendés muchas veces. Con la experiencia que lamentablemente hemos tenido, ahora podeos ayudar a otra gente que pasa por lo mismo para que conozca y entienda sus derechos, y cómo llevar adelante las causas”.

Vuelve a hablar sobre la casa, y la cantidad y calidad de eventos que allí suceden: “Eso sorprendió incluso a los vecinos. Nos decían que era una casa que había estado siempre cerrada, oscura, abandonada (había pertenecido a un grupo narco, según puede verse en MU 190). Y la gente del barrio nos dice que hoy pudimos transformar esa oscuridad en una luz muy linda, que les da entusiasmo. Imaginate la alegría que es para nosotros” dice Marta, cuando se iban de Plaza de Mayo habiendo presentado la carta y el informe y –sorprendentemente- el lunes frío, ventoso, desapacible y eclipsado se transformaba en un día de otoño cálido y luminoso.

El próximo encuentro está previsto para el 6 de mayo.  

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En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

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Nuevo informe mensual del primer padrón autogestionado y público de violencia patriarcal.

En lo que va del año el Observatorio Lucía Pérez registró  85 femicidios y travesticidios en todo el país. Solo durante marzo ocurrieron 18, con el agregado de 3 infancias asesinadas: Alma, de 11 años; Mateo, de 2; y Zamir, de 9. El total en lo que va del año es de 9.

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

Otro dato que surge del relevamiento es que, como resultado de estos crímenes de mujeres, se registraron 47 huérfanxs.

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

En este 2024, se llevan registradas 53 tentativas de femicidios.

Hay 18 mujeres desaparecidas.

Y llevamos 1.144 días preguntándonos ¿dónde está Tehuel de la Torre?

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

Por otra parte, se realizaron 105 marchas y movilizaciones contra la violencia patriarcal que exigen justicia ante los crímenes que no cesan. 

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

El número de funcionarios denunciados que ha registrado el Observatorio asciende a 482.

En 91 días de 2024 se produjeron 85 femicidios y travesticidios y hay 18 mujeres desaparecidas: datos del Observatorio Lucía Pérez

Esos datos, esos crímenes, no son solamente cifras: por eso en nuestros padrones se visualiza cada nombre, la edad, el lugar donde vivían las víctimas y cómo sucedió cada femicidio, entre otros muchos datos que permiten dimensionar la violencia.

El Observatorio Lucía Pérez es una herramienta de análisis, debate y acción creada por Cooperativa lavaca. Se elaboran una serie de padrones que compartimos en la web de manera libre, los cuales comenzaron a confeccionarse en talleres que realizamos con víctimas de violencia, familias sobrevivientes de femicidios, organizaciones sociales y activistas del movimiento trans. Los datos así reunidos, sumados al seguimiento de lo publicado en medios de todo el país, son luego chequeados y precisados con fuentes judiciales y periodísticas.

Todo la información que producimos es de público y libre acceso en en www.observatorioluciaperez.org

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8M: Estamos

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En otro Día Internacional de la Mujer el movimiento feminista volvió a llenar las calles de Buenos Aires, frente al Congreso, como supo hacer durante las movilizaciones a favor del aborto, en medio de algunas novedades: un gobierno que ataca al feminismo, que cree que lo puede contener con un protocolo antipiquetes y que enfrenta la agenda de derechos que las mujeres y disidencias volvieron a poner hoy en la calle. La desigualdad como eje. Las principales reinvindicaciones y palabras de hoy. Los testimonios que hablan de emergencias de hambre (con comedores sin comida y con el triple de gente), a la conexión con las banderas de derechos humanos. Les Nietes de personas desaparecidxs, y el lema de la bandera que salió hoy por primera vez a la calle: “Soy feminista porque tengo memoria”.

Texto: Anabella Arrascaeta

Fotos: Lina M. Etchesuri

“Soy feminista porque tengo memoria”, dice la bandera que Ana, nieta de detenidos desaparecidos en la última dictadura cívico militar, pintó para marchar junto a sus compañeres de Nietes. Es la primera vez que esta frase sale a la calle, en este 8M, a días del 24, el primer marzo de la era de Javier Milei. 

8M: Estamos
Les Nietes en la puerta de Mu Trinchera Boutique. Foto: Lina Etchesuri

Argentina, 2024. Sobre Callao la Policía Federal intenta mantener cortada la Avenida para la foto que da cumplimiento al protocolo de la ministra Patricia Bullrich. No pueden. Los autos circulan solo esa cuadra y doblan a la izquierda por Avenida Rivadavia. Hacia la plaza Congreso las calles están cortadas porque el músculo de los feminismos está entrenado y volvió a llenarla. Partidos políticos, organizaciones sociales, sindicales, culturales, asambleas, deportistas, músicas, periodistas, y miles de grupitos de amigas, madres, abuelas, hijas, vecinas, nietes, en un largo y cada vez más inabarcable etcétera.  

A las cuatro de la tarde el hit sacude el pasto: “El que no salta votó a Milei”. 

La Plaza, una vez más, está llena.

¿Por qué?  

Límites

Cristina, 80 años, abre los ojos grandes desde abajo de la gorra que la protege del sol y dirige la mirada hacia sus amigas (otra Cristina de 72 años, y dos Lilianas, 67 y 70 años). Dice: “Peleamos mucho por este momento, y lo tenemos que defender”. Llegaron temprano, con sus remeras del grupo de teatro comunitario al que pertenecen y con el que en el último tiempo hicieron una obra sobre la Semana Trágica, y otra que es un homenaje a Azucena Villaflor, Madre de Plaza de Mayo desaparecida. “Tenemos una edad donde vivimos a full el patriarcado, y vemos en nuestras hijas ese cambio de paradigma: no son las mismas mujeres y yo me alegro profundamente por eso. Y aprendo todos los días de las generaciones nuevas, necesitamos acompañarlas porque debemos lograr ese cambio que de a poco se va modificando. No es que se haya logrado todo, nos falta, pero tenemos que estar unidas”. 

“Estar” y “juntas” son de las palabras que más se repiten hoy en Congreso. Y que se sienten: todas las generaciones, de los centros a los bordes. Dice una de las Cristinas: “Te voy a decir una frase peronista: unidos o dominados. En este momento, con este gobierno estamos en un retroceso, y nosotras tenemos que poner un límite: hoy, todas en las calles, estamos poniendo ese límite concreto en la calle”. 

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Comedores

Claudia, 54 años, vino de San Miguel y señala a una compañera: “Ella trae una papa”, y después apunta a otra: “Ella trae una cebolla”. Después mira a otra: “Ella trae fideos”. Así explica cómo están sosteniendo en los barrios las ollas desde que no reciben alimentos tras la asunción del nuevo gobierno.

Dice que lo hacen porque, cuando hay una emergencia, “el pueblo es solidario”. Y porque saben cómo hacerlo. “Nosotras echamos a los ingleses: las mujeres. Hicimos la bandera para Belgrano, organizamos la campaña para San Martín, y ahora tenemos que organizar la campaña para sacar a este loco. Las compañeras muchas son de programas sociales, todas trabajan, sirvieron cuando estaba la pandemia pero ahora las quieren descartar”. 

Según su termómetro, la gente que asiste a los comedores se triplicó. No son solo niñes: ahora son familias enteras. 

8M: Estamos

Fotos: Lina Etchesuri

“El barrio ahora se está dando cuenta que la casta somos nosotros” dice a lavaca. “La gente estaba cansada de los políticos comunes corrientes, pero ahora las mujeres del barrio están preocupadas porque no les alcanza para comer. Muchas no pudieron comprar útiles de sus hijos, y en los comedores no hay mercadería”. 

Claudia, que es militante del Movimiento Evita, dice que la organización está haciendo una autocrítica interna, pero ella ya tiene clara una posición: “Aunque sea un gobierno nuestro, si hay que hacer un reclamo, hay que hacerlo. No hay que esperar. Aprendimos que si un funcionario o compañero no está haciendo las cosas como corresponde, hay que protestar”. 

8M: Estamos

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

En los comedores de La Boca que tiene el MST también se triplicó la demanda. “Muchos vecinos que no iban, ahora van. En diciembre ya teníamos escasez de variedad pero ahora la situación está cada vez peor. No tenemos alimentos, hace varios meses no llegan”, dice Susana. Para sostener la olla organizan actividades: rifas, hay quienes arreglan cosas, otras que hacen las uñas: “Nos la rebuscamos”. Ese es el reclamo que llegó hoy hasta el Congreso. 

Susana explica: “Los comedores están compuestos por mujeres: somos las que los mantenemos. Pero hoy hay muchas compañeras grandes que no pudieron venir; son mayores y hace mucho calor; otras tienen muchos chicos. Antes podíamos venir, pero ahora no, porque se reprime. Es una decisión que muchas compañeras que tienen muchos hijos se quedan cuidando los comedores y las demás que podemos venir, venimos”.

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Aguante

Paula está con un cartel que clama: “Nuestros derechos no se negocian”. Del otro lado sentencia: “Milei nunca”. Llegó sola a Plaza Congreso, pero se encontró con amigas en el camino. Tiene 52 años, y dice: “Viví muchas crisis, pero hoy veo que estamos cada vez peor, tenemos un gobierno que no tiene idea de lo que es la empatía, de cómo se lleva adelante un país con todos los sufrimientos que hemos tenido, con una dictadura todavía reciente, con cosas nefastas que nos han pasado. Y en ese contexto, las mujeres somos las que hemos luchado”. 

Paula afirma que así como hubo y hay crisis, hay salidas: “Salimos primero organizándonos; somos las que podemos sacar este país adelante, porque somos empáticas. Hoy tenía miedo que no haya gente pero para sorpresa y alegría veo que todavía hay mucho aguante. Seguimos acá”.

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

Tensión

Cuando los bombos de ATE dejan de tocar, Marina, a quien llaman “La capitana”, descansa. Están al frente de la masiva columna de trabajadoras del Estado, aún cuando se anunció que se les iba a descontar el día a quienes pararan. El efecto fue el contrario: “Estamos acá justamente por eso, a pesar que nos quieren guardadas en nuestros lugares y casas, aunque estén avasallándonos con que nos van a descontar el paro, con tomar represalia, venimos a poner el cuerpo más que nunca porque no vamos a permitir que se retroceda en ninguno de los derechos que hemos conquistado y están tratando de poner en riesgo”. 

¿Cómo los resguardamos? “Con esto”, dice y mira alrededor una marea de gente. “Animándonos entre nosotras a salir a la calle, fortaleciéndonos entre nosotras en los lugares que ya habíamos conquistado, perdiendo el miedo, entendiendo que si estamos juntas vamos conseguir la fuerza para defendernos, que ninguna se va a salvar sola, que es muy necesario que los feminismos puedan poner una voz en lo que está sucediendo y poder decir cómo impacta sobre nosotras el hambre que está generando este gobierno. Las voces están, las compañeras estamos: hay que animarse a levantarlas porque los lugares están todavía en tensión”. 

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa, joven asesinada en Capilla del Monte. Foto: Lina Etchesuri

Transversal

Las integrantes de Nietes posan con su bandera que lleva la insignia con la que comienza esta nota. Ana cuenta que escribió esa frase para recuperar “las luchas que hacen a las libertades que tenemos hoy y la memoria de los derechos que tenemos: esa es la conciencia que hoy reivindicamos”. 

¿Cómo se conectan el movimiento feminista y el de derechos humanos?

Lucía: No lo hemos charlado con tal profundidad en el organismo, podemos darte nuestras perspectivas; yo considero que empezaron a tener puntos de conciliación a partir del 2017-2018, con todo el movimiento que generamos las feministas jóvenes junto con las feministas históricas, contra la violencia hacia las mujeres que después se pudo darle muchísima fuerza a lo que fue la legalización del aborto. Solemos tener mucho vínculo con sobrevivientes, construcción política fraternal y compañerismo; hablando con una compañera de la Asociación de Detenidos Desaparecidos, de Tucumán, nos contaba cómo le influyó el movimiento desde el 2017 en adelante, para tener el valor de poner en palabras la violencia sexual como parte de las torturas. A partir del 2017 se pudo retomar de otra manera porque también había más herramientas para problematizar un montón de cosas y para que también las nuevas generaciones acompañen procesos de históricas luchadoras.

8M: Estamos

Fotos: Lina Etchesuri para lavaca

¿Por qué les parece que esas dos banderas, la de feminismos y derechos humanos, son las más atacadas hoy? 

Ana: Creo que son los dos movimientos que han tenido la masividad, que han logrado interpelar al conjunto de la sociedad; tanto el movimiento de derechos humanos como el movimiento feminista ha logrado ser transversal a todas las tendencias. Y esa fuerza constituye una amenaza muy fuerte y ellos lo saben. Yo creo que los esfuerzos en desarmar todo esto es por la potencia que tiene en términos de transformación social, económica, subjetiva; por la fuerza y la potencia que tiene de interpelar al conjunto de sociedad, que se involucren personas que por ahí en la política no se meten tanto y en temas como derechos humanos y feminismos, sí. Eso es una fuerza muy grande. 

Después de marchar, les Nietes tocan en el piano de nuestra trinchera “Los dinosaurios” de Charly García. Y cuando terminan, aplauden y brindan por lo que están haciendo juntes. Historia, futuro, y presente.

Fotos: Lina Etchesuri

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