Nota
Cacerolazo contra el DNU de Milei: La cultura no se vende, se defiende

En todo el país se realizaron cacerolazos para expresar el rechazo a la desfinanciación y cierre que pretende imponer el actual gobierno a los sectores de la cultura. Así exigieron a los representantes del Congreso que rechacen la mega ley que todo el sector definió así: «menos motosierra y más democracia».
Por María del Carmen Varela y Lucas Pedulla

Uno de los primeros puntos de convocatoria para el Cacerolazo Nacional Cultural fue la puerta del cine Gaumont, como lugar que simboliza el desfinanciamiento que la ley busca también en el INCAA. Mientras el techo sirve para refugiarse de una intermitente lluvia, a la espera de una de las diversas perfomances que harán en la jornada, un recorrido por las películas nacionales en cartelera parece estar diseñado para este momento:
-La odisea de los giles.
-Los delincuentes.
-Chau Buenos Aires.
-La burbuja.
-No va más.
La más auspiciosa para este presente tiene a Leo Messi y una esperanza: «Elijo creer».

La lluvia sigue cayendo y cerca de las siete de la tarde, una chica –actriz, que vino en tren desde el conurbano profundo- hace sonar una budinera metálica con el palo de madera de la batería de su hijo. Se sumaron dos más a la batucada, con un tupper, y se armó la banda sonora que acompañó a la letra: “La cultura no se vende, la cultura se defiende”. Así arrancó la caravana que desde la puerta del cine Gaumont se dirigió hacia el Congreso.

Algunos de los coloridos carteles expresaban:
-Apagar la casta, no la cultura.
-La cultura es la sonrisa.
-La cultura no se apaga.
-Lxs estamos mirando, no traicionen al pueblo.
-¿Hasta cuándo la cultura extractivista?
-Abajo el DNU.
-Si no hago lo que siento me voy a morir por dentro.
-No a la junta mileitar.

Hernán «El Cabra» de Vega, cantante de Las Manos de Filippi, sostiene una bandera de Músicxs Organizadxs: «Siento un poco de alegría más allá de las propuestas de gobierno. La respuesta de los artistas me parece interesante. Es un reclamo en general de la cultura y no un sector independiente: la lucha de todos va a lograr que esto se supere positivamente. De acá al paro y después más lucha y más asamblea».

Para defender la cultura ante el atropello que significaría que se apruebe la Ley Ómnibus y se produzca la desaparición de organismos esenciales y la desfinanciación de otros, que también es condenarlos a la desaparición, la actriz, curadora y docente Maricel Alvarez y el actor, director teatral, escritor y docente Emilio García Wehbi llegan al Congreso apenas pasadas las siete. Maricel: “Hemos participado del abrazo al Instituto Nacional del Teatro y del Fondo Nacional de las Artes. Hoy nos congregamos todos los sectores de la cultura, de las diferentes disciplinas para venir a manifestarnaos en contra del proyecto de la Ley Ómnibus que está solicitando derogar las leyes del Teatro y de las Artes haciendo que desaparezcan y de esta manera impiden el desarrollo de la actividad cultural y de un montón de personas relacionadas con la cultura. Eso significa una pérdida enorme de fuentes de trabajo, una manera de opacar las vidas en un momento de mucha crisis”. Suma Emilio: “Estamos tratando de resistir el embate de este gobierno paleolibertario, no nos vamos a olvidar de todos ellos, esto que está intentando este gobierno es atentar en contra del pensamiento, la sensibilidad, la historia de un pueblo en términos culturales y estructurales. Haremos todo lo que sea necesario para oponernos a esta afrenta en contra del pueblo”.

La actriz Ana Celentano sostiene que es indispensable que “todos los sectores de la cultura nos organicemos para defender cosas que nos ha costado décadas conseguir, como las diversas instituciones de cultura del país y tenemos que salir a la calle junto con todos los sectores del pueblo trabajador a rechazar a un gobierno que viene a llevarse por delante las mejores cosas que tiene la Argentina, las que con mucha lucha hemos conseguido y tenemos que defender”.

El actor Osqui Guzmán afirmó que “estoy acá para defender nuestra herramienta de trabajo, de autogestión que es el Instituto Nacional de Teatro, para los teatristas independientes de toda la comunidad del país es vital, no solo para los actores sino para las salas. Constantemente estamos haciendo intercambio con las provincias, dando talleres, tomando talleres, gracias al INT. Esta Ley ataca al INT queriendo anularlo, así como el FNA, el INCAA, pero específicamente el INT es autárquico, no sale de los impuestos de nadie”. Consultado acerca de su visión de por qué quieren cerrarlo ya que, si bien el presidente Milei declara que “No hay plata”, en este caso, estos organismos se autofinancian, Osqui argumentó: “Están atacando lo más profundo de nuestra raíz, como pueblo que es nuestra identidad, quieren sacarnos la identidad para poder vender el país”.

Lorena Vega, actriz, directora teatral, dramaturga y docente, fue al Congreso “para expresar una defensa de las instituciones culturales que dan trabajo. La Ley Ómnibus es un atropello a los derechos de los trabajadores, comulgo con las opiniones que sostienen que es más una estrategia de un gobierno que está preparado para beneficiar a las corporaciones y no al pueblo, desde ese punto de vista queda claro que lo que se está haciendo, sin dar margen a la discusión, es una reestructuración de un sistema que tiene años de discusión y de consenso en un marco democrático. De un día para otro eso no se puede derribar, ganar unas elecciones no significa que sos el dueño de un país, significa tener que seguir trabajando y encontrando las maneras de convivir. Esta Ley no está buscando esto, está buscando imponer el beneficio para los más ricos y dejar todavía más en la pobreza al resto de la comunidad. Estoy acá por todo eso”.

La Asociación de Profesionales de la Dirección Escénica de Argentina (APDEA) se hizo presente. Carlos Argento, miembro de la asociación de directores escénicos y de la Asociación Argentina de Actores, cuenta que están en el Congreso porque “quieren desfinanciar todo lo que responde a cultura. El INT y el FNA se autofinancian, está el INCAA, las bibliotecas populares, etc. Estamos acá para defender eso, para que la gente se entere, para que nos escuchen los legisladores, es una locura aprobar estas leyes y todas las demás, no es solo el teatro, es todo el DNU, la Ley Ómnibus, es un desastre”.

Un grupo camina de una puerta a otra en el edificio del anexo de la Cámara de Diputados, que obliga a cinco guardias a correr de una hacia la otra. La diputada Natalia Zaracho cruza la calle entre aplausos y, antes de ingresar, le dice a lavaca: «Me da mucha bronca. Esto no implica solamente a los sectores populares, sino a todos los trabajadores porque va en contra de todos los derechos. La sociedad tiene que estar atenta y tiene que conocer a todos los diputados que van a vender la patria». Consultada sobre si percibió alguna diferencia entre la sesión del martes y la de este miércoles, es contundente: «Esto es un show mediático. Mientras nos hacen discutir artículos acá, le están licuando el salario a todos los compañeros y compañeras que no llegan a fin de mes, que no acceden a los alimentos y la están pasando mal».

Pasadas las nueve, la oscuridad de la noche hizo resaltar a los cientos de celulares encendidos y agitados al grito de “La Patria no se vende”. Minutos más tarde, con guirnaldas de luces formaron dos palabras: “Argentinazo Cultural”, escoltados por más de una docena de antorchas. Desde las 18.30 en adelante fue llegando cada vez más gente al Congreso, a medida que la lluvia cedía muchas más personas se acercaron para ejercitar una de las consignas que reza el cartel: “Lxs estamos mirando, no traicionen al pueblo”.
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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