Nota
Comodoro: espionaje y criminalización con la firma de las petroleras
En 2013, en Comodoro Rivadavia, una lucha docente llevó reclamos educativos y salariales a las calles y las rutas de Chubut. Duró 76 días y se plegaron padres, madres, estudiantes y trabajadores petroleros.
En 2013, en Comodoro Rivadavia, una lucha docente llevó reclamos educativos y salariales a las calles y las rutas de Chubut. Duró 76 días y se plegaron padres, madres, estudiantes y trabajadores petroleros. Pan American Energy y British Petroleum, entre otras, denunciaron el entorpecimiento de la producción y motivaron una serie de causas que apuntan a padres y sindicalistas. Tres de ellos fueron procesados gracias a informes policiales durante las manifestaciones.
Asambleas, discusiones, 70 días sin respuestas, agosto, setiembre, octubre, salgamos a las calles, los papás y las mamás nos apoyan, el estudiantado también, aumento salarial, el gobierno quiere desgastarnos, busquemos el apoyo de los petroleros, 1500 docentes aguantando, pidamos también mejoras edilicias, la policía parece que nos va a reprimir, no, al final no porque los trabajadores de los yacimientos nos apoyaron, parece que el gobierno provincial va a convocar a una reunión, ¿vos decís?, ya van casi tres meses en estado de asamblea, sí, mañana firmamos el acuerdo.
Ni el viento inconmensurable de Comodoro Rivadavia, la ciudad más populosa de Chubut, pudo disipar la sucesión de imágenes que cruzaron por la cabeza de Carlos Magno. El secretario general de la Regional Sur de la Asociación de Trabajadores de la Educación de Chubut (ATECH) pudo respirar tranquilo cuando el gobierno de Martín Buzzi se comprometió a firmar el acuerdo que reconocía las reivindicaciones gremiales y educativas sostenidas durante casi 80 días.
No había margen. El gobierno provincial dio lugar al reclamo de aumento salarial y la devolución de los descuentos por los días de paro. Pero los trabajadores, además, subrayaron otros dos puntos que consideraban claves. Las autoridades chubutenses debían comprometerse a no iniciar medidas judiciales ni administrativas a los trabajadores que desde agosto se mantenían en estado de asamblea permanente.
Lo consiguieron. El acuerdo se firmó el 6 de noviembre.
Pero en diciembre llegó la sorpresa. Tres gremialistas fueron notificados de un llamado a declaración indagatoria. Las denuncias, se enteraron entonces, habían comenzado en octubre, y ellos ya estaban procesados.
Docentes piqueteros
Carlos Magno, 41 años, fue uno de los nominados. Los otros fueron el secretario gremial de ATECH Sur, Eduardo Humeres, y el delegado Daniel Murphy. ¿Por qué? La jueza federal Eva Parcio apeló a la figura de entorpecimiento de servicios públicos para dictar el procesamiento, basada en el artículo 194 del Código Penal. La norma, básicamente, establece que será “reprimido con prisión de tres a dos años el que, sin crear una situación de peligro común, impidiere, estorbare o entorpeciere el normal funcionamiento de los transportes por tierra, agua o aire o los servicios públicos de comunicación, de provisión de agua, de electricidad o de sustancias energéticas”.
En síntesis, la jueza los acusó por cortar las rutas chubutenses.
La eclosión
Si bien el conflicto docente que derivó en los procesamientos de los tres gremialistas tuvo como punto de partida el 22 de agosto de 2013, las batallas venían con anterioridad. Los planteos de apertura de paritarias y los pedidos de las asambleas de reunión con las autoridades chubutenses encontraban la resistencia de la conducción provincial del sindicato. “Tomamos la decisión de hacer de la nuestra una regional importante, porque es la mayor concentración de trabajadores de la educación en zona urbana de Chubut”, explica Magno a lavaca.
Así comenzaron una serie de protestas en los colegios que luego se trasladaron a las calles y derivaron en paros. “Estábamos planteando quejas por el alto costo de vida que no es reconocido en Comodoro, más los problemas de infraestructuras en las escuelas a los que nadie les prestaba atención”, apunta.
Fue en una reunión con el cuerpo de delegados cuando llegó la noticia que hizo eclosión. “A nivel provincial le negaron el ascenso a un grupo de supervisores que aceptaban las asambleas escolares como una práctica democrática. Les armaron un presumario”, contextualiza Eduardo Humeres, 63 años, otro de los procesados. Los delegados no dudaron: declararon las escuelas en estado de asamblea permanente.
Quién manda en la ciudad
Las huelgas se hicieron en los propios lugares de trabajo. “Fuimos a las escuelas, cumplimos el horario y a los padres se les pidió que no enviaran a sus hijos hasta que el Gobierno no respondiera los problemas que estábamos planteando”, sostiene Magno. El conflicto fue gradual: primero el paro fue por 24 horas, luego por 48, luego se extendió indefinidamente. La protesta tuvo tal magnitud que hubo escuelas tomadas por los propios padres de los alumnos. “El Gobierno respondió con cartas documentos y amenazas de sanciones y sumarios”, dice.
Las manifestaciones comenzaron a sucederse en las calles con marchas, pintadas, panfleteadas y viajes a la capital provincial. El reclamo trascendió: comenzaron a cuestionar el presupuesto chubutense. “Decían que no había para salarios ni infraestructura, pero la conclusión siempre era la misma: mientras los generadores de la riqueza son los trabajadores, los que se la llevan son las empresas petroleras que tienen muy bajas cargas impositivas en cuanto a regalías”, destaca el secretario general de Atech Sur.
Magno introduce un nuevo cuerpo a la discusión: las petroleras. Comodoro Rivadavia es una ciudad con un fuerte contraste social y económico a partir de la actividad extractiva. Un ejemplo son los sueldos docentes: 3500 pesos era el básico de los trabajadores al comienzo del conflicto. “No se puede entender cómo una ciudad con tantas falencias es productora de tanta plata”, dice Magno. “Los primeros que sufrimos eso somos nosotros, que vivimos supeditados a los altos costos que genera la actividad petrolera”.
Solidaridad petrolera
Las asambleas resolvieron salir a la ruta. “Hubo 1500 compañeros distribuidos en distintos puntos”, recuerda Humeres. Sin embargo, la decisión tenía un objetivo claro: conseguir la solidaridad de los trabajadores petroleros con la lucha docente. “Fuimos a las entradas de los yacimientos. Eso fue lo que denominaron cortes de ruta”, dice Magno. “Y los trabajadores dijeron que no iban a pasar hasta que nos den respuesta. Ese fue el mayor éxito”.
Magno destaca que una de las actas policiales de esas jornadas describe que las fuerzas de seguridad iban a desalojar con personal de infantería. “Pero fue desactivado. Los trabajadores petroleros dijeron que querían pasar, que los traían para pasarnos por encima, y cuando llegaron al corte, se bajaron de las camionetas y se plegaron en solidaridad. Fue una de las fechas más conmovedoras. Fue muy fuerte que se sumen a la lucha docente”, reseña el sindicalista.
El acuerdo con el Gobierno, finalmente, fue firmado el 6 de noviembre con el entonces Ministro de Educación, Guillermo Firmenich (que había reemplazado al renunciante Luis Zaffaroni, famoso por haberse escapado por los techos de una escuela de Comodoro Rivadavia tras negarse a discutir los reclamos gremiales, de los padres y del estudiantado). El acuerdo tenía una serie de puntos que debían cumplirse: aumento salarial, la devolución de las sumas quitadas por los días de paro y el compromiso de mantener indemne a los manifestantes tanto de la justicia provincial como de la federal.
El final es conocido.
El espionaje: quién manda en la justicia
Las denuncias fueron promovidas por las empresas petroleras subcontratistas de Pan American Energy y British Petroleum, que denunciaron el entorpecimiento de la producción. Los trabajadores, que realizaron un listado, también mencionan a Tecpetrol (Grupo Techint) y Clear (Grupo Indalo), entre otras. Hay tres causas abiertas por el mismo delito (entorpecimiento del espacio público) en tres períodos distintos de los casi 80 días que duró la huelga, que involucran a los tres trabajadores mencionados y a padres de alumnos.
Los sindicalistas, representados por la abogada Silvia de los Santos, denunciaron espionaje. “Cuando comienza a aparecer la policía provincial en las huelgas, los trabajadores presentaron un habeas corpus preventivo porque no sabíamos cuál era la orden judicial. Pero lo rechazan diciendo que la policía estaba en actividad preventiva, cuando en realidad ya se habían iniciado las acciones penales”, explica la abogada Santos.
Es decir, las fuerzas de seguridad se hicieron presentes en las manifestaciones cuando ya había causas abiertas a espaldas de los gremialistas. “La actividad de la policía, entonces, no era preventiva, sino represiva, porque estaban en el marco de una actuación penal, tenían instrucciones precisas y la actividad que estaban haciendo era de supuesta recolección de pruebas”, dice Santos. “Eso es ilegal porque no estaban notificados de que habían sido imputados y, además, porque no había defensa”.
¿Por qué hablan de espionaje? “Lo basamos en el hecho de que nunca hubo defensa pública y siempre estuvieron identificadas las personas que teóricamente pudieron haber cometido un ilícito”, sostiene la abogada. “Cuando el delito se comete en flagrancia, inmediatamente se inicia el proceso. Si Magno estaba identificado desde el primer día, tendría que haber sido llevado ante la jueza para indagatoria. Ese es el procedimiento previsto. ¿Qué pasó? No iba a ser socialmente bien vista, por eso esperó más de dos meses”.
Esta fue una de las irregularidades sobre las que la defensa montó el pedido de nulidad de la primera causa. La otra tiene que ver con la forma de llevar adelante la instrucción por parte de la jueza Eva de Parcio que, además, desacreditó la actividad profesional de la abogada. Los requerimientos fueron rebotados en primera instancia, la defensa apeló y la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia separó a la jueza y dejó sin efecto los procesamientos y las indagatorias. “Sólo queda la prueba incorporada”, dice Santos.
Por esa razón, la Cámara convocó para mediados de julio una audiencia pública en la que expondrán las partes y los trabajadores. La jueza también fue apartada de la segunda causa, aunque el tercer proceso (iniciado este año) todavía la tiene como principal magistrada, aunque aún hay pendiente un pedido de recusación de la defensa.
El legado
Los trabajadores destacan la importancia de la lucha docente del año pasado, que generó una conciencia colectiva que se constituyó en el principal motor del reclamo. “Aún quedaron conformados como grupos los alumnos organizados, a pesar de que hay un trabajo de desmovilización para que los chicos no conformen centros de estudiantes”, describe Humeres. “Ellos hicieron vigilias en las distintas escuelas, y los medios locales, que tienen una incidencia muy directa de la parte política por la pauta que reciben, desdibujaron la situación. Decían que ponían candados e impedían el ingreso”.
Magno resalta la importancia de que la herramienta gremial esté en manos de los trabajadores. “La lucha generó en la provincia una lectura de que, con una organización adecuada y con una real democracia a la hora de tomar decisiones, se puede llevar adelante la lucha para conseguir reivindicaciones para todo el conjunto de la educación pública”, sostiene. “Generó un grado de unidad que hacía muchos años no veíamos, y eso es un paso que, creemos, va a seguir trayendo frutos”.
Nota
Pablo Grillo: llaman a indagatoria al gendarme Guerrero a seis meses de un disparo criminal

El 2 de septiembre el gendarme que disparó una granada de gas lacrimógeno por fuera de todos los protocolos de la fuerza deberá comparecer ante la justicia. La decisión la tomó la jueza María Servini de Cubría más de cuatro meses después del hecho. Pablo Grillo luchó por su vida, perdió masa encefálica y hoy se encuentra en plena rehabilitación. Todo lo que deberá explicar Héctor Guerrero y que implica a su principal defensora y la responsable de la violencia estatal: Patricia Bullrich.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cuatro meses y una semana pasaron desde el miércoles 12 de marzo. Ese día, durante otra violenta represión a la marcha de jubilados y jubiladas, el Gendarme Héctor Guerrero le disparó fuera de toda legalidad una granada de gas lacrimógeno al reportero gráfico Pablo Grillo, cuyo impacto casi lo mata, y por el que perdió parte de la masa encefálica, estuvo casi tres meses internado en terapia intensiva en el Hospital Ramos Mejía y por el que hoy continúa en proceso de rehabilitación. Cuatro meses y una semana pasaron hasta hoy, lunes 21 de julio, en el que la jueza María Servini citó a indagatoria al gendarme, autor material de lanzamiento, para el próximo 2 de septiembre.
Es decir: entre la ejecución y la audiencia habrán pasado 131 días, casi seis meses, casi medio año.
El camino de la in-justicia
En un primer momento, la jueza había rechazado el expediente y el caso había pasado al Juzgado Federal N° 12, donde tramitaba otra denuncia por los mismos hechos. Como ese juzgado estaba vacante y subrogado por Ariel Lijo, quien también se declaró incompetente y declinó la competencia, el expediente regresó al Juzgado N° 1 el 28 de marzo y la jueza Servini lo tiene en sus manos desde el 10 de abril, a la vuelta de una licencia.
La cronología detalla el tiempo que una familia debe atravesar para exigir justicia por un hecho de violencia estatal: desde el 21 de marzo en que el papá, la mamá y el hermano de Pablo se presentaron en la causa como querellantes, solicitaron se llame a Guerrero a declarar “en calidad de imputado, por tentativa de homicidio agravado por abuso funcional, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público”. Pero no hubo respuesta. Por eso, el 6 de junio, reiteraron el pedido con estos argumentos: “Desde el inicio de la investigación, todas y cada una de las pruebas recabadas por el Juzgado corroboran lo que planteamos en nuestra querella del 21 de marzo: el cabo primero Héctor Jesús Guerrero de la Gendarmería Nacional Argentina fue el autor del disparo de la pistola lanzagases que hirió de gravedad a Pablo Grillo el 12 de marzo a las 17.18hs”. Y agregaron: “En el pedido que presentamos ante la jueza Servini ofrecemos una descripción de los hechos y un análisis pormenorizado de los elementos de prueba existentes hasta el momento”.
Y no hubo dos sin tres: el 15 de julio se le volvió a exigir al Juzgado que lo cite a Guerrero.
Y la tercera fue la vencida: este lunes, Servini citó a prestar declaración indagatoria al cabo Guerrero como autor del disparo con cartucho de gas lacrimógeno calibre 38mm que impactó en la cabeza de Pablo Grillo. La audiencia será el 2 de septiembre a las 10.
Guerrero es el primer efectivo formalmente imputado en la causa por el operativo policial del 12 de marzo.
Desde la querella informaron: “El juzgado ordenó la realización de una pericia balística a cargo de la División Balística de la Policía de la Ciudad para reconstruir con el mayor nivel de precisión técnica posible el disparo que hirió de gravedad a Pablo. Si bien la jueza consideró que ya existen elementos de prueba contundentes respecto de la responsabilidad de Guerrero para esta instancia, sostuvo que la pericia es necesaria para afianzar la reconstrucción de la dinámica del hecho”.
La pericia tendrá como objetivos precisar:
-La trayectoria y velocidad del proyectil que impactó en la cabeza de Pablo Grillo;
-La posición del arma al momento de efectuarse el disparo y el ángulo de salida del proyectil;
-Analizar si el proyectil impactó previamente contra otra superficie, y si eso alteró su dirección o energía.
-Las ubicaciones de Grillo y de Guerrero al momento del disparo.
El juzgado también ordenó, previo a la pericia, una inspección en el lugar del hecho (la esquina de Hipólito Yrigoyen y Solís) que incluirá un relevamiento fotográfico terrestre y aéreo y la elaboración de un croquis detallado de la escena.
Además, le prohibió a Guerrero la salida del país.
Compartimos el perfil de Pablo que realizamos en la edición 203 de MU.
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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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