Nota
Comodoro: espionaje y criminalización con la firma de las petroleras
En 2013, en Comodoro Rivadavia, una lucha docente llevó reclamos educativos y salariales a las calles y las rutas de Chubut. Duró 76 días y se plegaron padres, madres, estudiantes y trabajadores petroleros.
En 2013, en Comodoro Rivadavia, una lucha docente llevó reclamos educativos y salariales a las calles y las rutas de Chubut. Duró 76 días y se plegaron padres, madres, estudiantes y trabajadores petroleros. Pan American Energy y British Petroleum, entre otras, denunciaron el entorpecimiento de la producción y motivaron una serie de causas que apuntan a padres y sindicalistas. Tres de ellos fueron procesados gracias a informes policiales durante las manifestaciones.
Asambleas, discusiones, 70 días sin respuestas, agosto, setiembre, octubre, salgamos a las calles, los papás y las mamás nos apoyan, el estudiantado también, aumento salarial, el gobierno quiere desgastarnos, busquemos el apoyo de los petroleros, 1500 docentes aguantando, pidamos también mejoras edilicias, la policía parece que nos va a reprimir, no, al final no porque los trabajadores de los yacimientos nos apoyaron, parece que el gobierno provincial va a convocar a una reunión, ¿vos decís?, ya van casi tres meses en estado de asamblea, sí, mañana firmamos el acuerdo.
Ni el viento inconmensurable de Comodoro Rivadavia, la ciudad más populosa de Chubut, pudo disipar la sucesión de imágenes que cruzaron por la cabeza de Carlos Magno. El secretario general de la Regional Sur de la Asociación de Trabajadores de la Educación de Chubut (ATECH) pudo respirar tranquilo cuando el gobierno de Martín Buzzi se comprometió a firmar el acuerdo que reconocía las reivindicaciones gremiales y educativas sostenidas durante casi 80 días.
No había margen. El gobierno provincial dio lugar al reclamo de aumento salarial y la devolución de los descuentos por los días de paro. Pero los trabajadores, además, subrayaron otros dos puntos que consideraban claves. Las autoridades chubutenses debían comprometerse a no iniciar medidas judiciales ni administrativas a los trabajadores que desde agosto se mantenían en estado de asamblea permanente.
Lo consiguieron. El acuerdo se firmó el 6 de noviembre.
Pero en diciembre llegó la sorpresa. Tres gremialistas fueron notificados de un llamado a declaración indagatoria. Las denuncias, se enteraron entonces, habían comenzado en octubre, y ellos ya estaban procesados.
Docentes piqueteros
Carlos Magno, 41 años, fue uno de los nominados. Los otros fueron el secretario gremial de ATECH Sur, Eduardo Humeres, y el delegado Daniel Murphy. ¿Por qué? La jueza federal Eva Parcio apeló a la figura de entorpecimiento de servicios públicos para dictar el procesamiento, basada en el artículo 194 del Código Penal. La norma, básicamente, establece que será “reprimido con prisión de tres a dos años el que, sin crear una situación de peligro común, impidiere, estorbare o entorpeciere el normal funcionamiento de los transportes por tierra, agua o aire o los servicios públicos de comunicación, de provisión de agua, de electricidad o de sustancias energéticas”.
En síntesis, la jueza los acusó por cortar las rutas chubutenses.
La eclosión
Si bien el conflicto docente que derivó en los procesamientos de los tres gremialistas tuvo como punto de partida el 22 de agosto de 2013, las batallas venían con anterioridad. Los planteos de apertura de paritarias y los pedidos de las asambleas de reunión con las autoridades chubutenses encontraban la resistencia de la conducción provincial del sindicato. “Tomamos la decisión de hacer de la nuestra una regional importante, porque es la mayor concentración de trabajadores de la educación en zona urbana de Chubut”, explica Magno a lavaca.
Así comenzaron una serie de protestas en los colegios que luego se trasladaron a las calles y derivaron en paros. “Estábamos planteando quejas por el alto costo de vida que no es reconocido en Comodoro, más los problemas de infraestructuras en las escuelas a los que nadie les prestaba atención”, apunta.
Fue en una reunión con el cuerpo de delegados cuando llegó la noticia que hizo eclosión. “A nivel provincial le negaron el ascenso a un grupo de supervisores que aceptaban las asambleas escolares como una práctica democrática. Les armaron un presumario”, contextualiza Eduardo Humeres, 63 años, otro de los procesados. Los delegados no dudaron: declararon las escuelas en estado de asamblea permanente.
Quién manda en la ciudad
Las huelgas se hicieron en los propios lugares de trabajo. “Fuimos a las escuelas, cumplimos el horario y a los padres se les pidió que no enviaran a sus hijos hasta que el Gobierno no respondiera los problemas que estábamos planteando”, sostiene Magno. El conflicto fue gradual: primero el paro fue por 24 horas, luego por 48, luego se extendió indefinidamente. La protesta tuvo tal magnitud que hubo escuelas tomadas por los propios padres de los alumnos. “El Gobierno respondió con cartas documentos y amenazas de sanciones y sumarios”, dice.
Las manifestaciones comenzaron a sucederse en las calles con marchas, pintadas, panfleteadas y viajes a la capital provincial. El reclamo trascendió: comenzaron a cuestionar el presupuesto chubutense. “Decían que no había para salarios ni infraestructura, pero la conclusión siempre era la misma: mientras los generadores de la riqueza son los trabajadores, los que se la llevan son las empresas petroleras que tienen muy bajas cargas impositivas en cuanto a regalías”, destaca el secretario general de Atech Sur.
Magno introduce un nuevo cuerpo a la discusión: las petroleras. Comodoro Rivadavia es una ciudad con un fuerte contraste social y económico a partir de la actividad extractiva. Un ejemplo son los sueldos docentes: 3500 pesos era el básico de los trabajadores al comienzo del conflicto. “No se puede entender cómo una ciudad con tantas falencias es productora de tanta plata”, dice Magno. “Los primeros que sufrimos eso somos nosotros, que vivimos supeditados a los altos costos que genera la actividad petrolera”.
Solidaridad petrolera
Las asambleas resolvieron salir a la ruta. “Hubo 1500 compañeros distribuidos en distintos puntos”, recuerda Humeres. Sin embargo, la decisión tenía un objetivo claro: conseguir la solidaridad de los trabajadores petroleros con la lucha docente. “Fuimos a las entradas de los yacimientos. Eso fue lo que denominaron cortes de ruta”, dice Magno. “Y los trabajadores dijeron que no iban a pasar hasta que nos den respuesta. Ese fue el mayor éxito”.
Magno destaca que una de las actas policiales de esas jornadas describe que las fuerzas de seguridad iban a desalojar con personal de infantería. “Pero fue desactivado. Los trabajadores petroleros dijeron que querían pasar, que los traían para pasarnos por encima, y cuando llegaron al corte, se bajaron de las camionetas y se plegaron en solidaridad. Fue una de las fechas más conmovedoras. Fue muy fuerte que se sumen a la lucha docente”, reseña el sindicalista.
El acuerdo con el Gobierno, finalmente, fue firmado el 6 de noviembre con el entonces Ministro de Educación, Guillermo Firmenich (que había reemplazado al renunciante Luis Zaffaroni, famoso por haberse escapado por los techos de una escuela de Comodoro Rivadavia tras negarse a discutir los reclamos gremiales, de los padres y del estudiantado). El acuerdo tenía una serie de puntos que debían cumplirse: aumento salarial, la devolución de las sumas quitadas por los días de paro y el compromiso de mantener indemne a los manifestantes tanto de la justicia provincial como de la federal.
El final es conocido.
El espionaje: quién manda en la justicia
Las denuncias fueron promovidas por las empresas petroleras subcontratistas de Pan American Energy y British Petroleum, que denunciaron el entorpecimiento de la producción. Los trabajadores, que realizaron un listado, también mencionan a Tecpetrol (Grupo Techint) y Clear (Grupo Indalo), entre otras. Hay tres causas abiertas por el mismo delito (entorpecimiento del espacio público) en tres períodos distintos de los casi 80 días que duró la huelga, que involucran a los tres trabajadores mencionados y a padres de alumnos.
Los sindicalistas, representados por la abogada Silvia de los Santos, denunciaron espionaje. “Cuando comienza a aparecer la policía provincial en las huelgas, los trabajadores presentaron un habeas corpus preventivo porque no sabíamos cuál era la orden judicial. Pero lo rechazan diciendo que la policía estaba en actividad preventiva, cuando en realidad ya se habían iniciado las acciones penales”, explica la abogada Santos.
Es decir, las fuerzas de seguridad se hicieron presentes en las manifestaciones cuando ya había causas abiertas a espaldas de los gremialistas. “La actividad de la policía, entonces, no era preventiva, sino represiva, porque estaban en el marco de una actuación penal, tenían instrucciones precisas y la actividad que estaban haciendo era de supuesta recolección de pruebas”, dice Santos. “Eso es ilegal porque no estaban notificados de que habían sido imputados y, además, porque no había defensa”.
¿Por qué hablan de espionaje? “Lo basamos en el hecho de que nunca hubo defensa pública y siempre estuvieron identificadas las personas que teóricamente pudieron haber cometido un ilícito”, sostiene la abogada. “Cuando el delito se comete en flagrancia, inmediatamente se inicia el proceso. Si Magno estaba identificado desde el primer día, tendría que haber sido llevado ante la jueza para indagatoria. Ese es el procedimiento previsto. ¿Qué pasó? No iba a ser socialmente bien vista, por eso esperó más de dos meses”.
Esta fue una de las irregularidades sobre las que la defensa montó el pedido de nulidad de la primera causa. La otra tiene que ver con la forma de llevar adelante la instrucción por parte de la jueza Eva de Parcio que, además, desacreditó la actividad profesional de la abogada. Los requerimientos fueron rebotados en primera instancia, la defensa apeló y la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia separó a la jueza y dejó sin efecto los procesamientos y las indagatorias. “Sólo queda la prueba incorporada”, dice Santos.
Por esa razón, la Cámara convocó para mediados de julio una audiencia pública en la que expondrán las partes y los trabajadores. La jueza también fue apartada de la segunda causa, aunque el tercer proceso (iniciado este año) todavía la tiene como principal magistrada, aunque aún hay pendiente un pedido de recusación de la defensa.
El legado
Los trabajadores destacan la importancia de la lucha docente del año pasado, que generó una conciencia colectiva que se constituyó en el principal motor del reclamo. “Aún quedaron conformados como grupos los alumnos organizados, a pesar de que hay un trabajo de desmovilización para que los chicos no conformen centros de estudiantes”, describe Humeres. “Ellos hicieron vigilias en las distintas escuelas, y los medios locales, que tienen una incidencia muy directa de la parte política por la pauta que reciben, desdibujaron la situación. Decían que ponían candados e impedían el ingreso”.
Magno resalta la importancia de que la herramienta gremial esté en manos de los trabajadores. “La lucha generó en la provincia una lectura de que, con una organización adecuada y con una real democracia a la hora de tomar decisiones, se puede llevar adelante la lucha para conseguir reivindicaciones para todo el conjunto de la educación pública”, sostiene. “Generó un grado de unidad que hacía muchos años no veíamos, y eso es un paso que, creemos, va a seguir trayendo frutos”.
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

Revista MuHace 3 semanasMu 209: Una de terror

ActualidadHace 2 díasItuzaingó: los trabajadores ocupan la fábrica de ascensores Cóndor y proyectan una cooperativa

Derechos HumanosHace 2 semanasA 40 años de la sentencia: ¿Qué significa hoy el Juicio a las Juntas?

ActualidadHace 3 semanasExtractivismo en Mendoza: movilización y rechazo ante la legislatura por el intento de votación del proyecto San Jorge

ActualidadHace 2 semanasMendoza en caravana hacia la capital provincial contra el proyecto minero San Jorge

















