CABA
Criar y crear: Preguntas para un futuro desobediente
¿Cómo criar niñxs con libertad y sin silencios? Las preguntas, los saberes y las dudas en medio de las campañas anti derechos. La crianza como acto colectivo. La educación sexual. El lenguaje que desarma mandatos. El juego y el arte como estrategias hacia un futuro mejor. POR ANABELLA ARRASCAETA, MARÍA DEL CARMEN VARELA Y FLORENCIA PAZ LANDEIRA
Son tiempos de preguntas en los que todo parece estar en duda, incluso lo que ya sabíamos o pensábamos ganado: las instituciones, los modelos, las leyes, las jerarquías, las relaciones, las crianzas. Una época de mudanzas y transformación, pero también, o sobre todo, de disputa.
Entre “la revolución de las hijas” y el “con mis hijos no te metas”, nos preguntamos: ¿Cómo criar y educar a les niñes de hoy? ¿Cómo pensar una educación que no reproduzca formas de dominación? ¿Cómo pensar una escuela diversa? ¿Cómo criar niñes sin estereotipos? ¿Qué implica pensar en infancias con derechos?
Paremos el mundo
Susy Shock, artista trans, poeta, cantante y más, es la autora de Crianzas, un micro radial producido por lavaca que derivó en libro editado por Muchas Nueces. En él Susy relata al oído de les niñes historias de ternura en el rol de “tía trava”: “¡Chango! ¡Chinita! ¡Gurises! Acá te escribe la Susy. Seguro que me conocés de verme volver tarde por el barrio, algunas risitas me habrás regalado estando en barra. Pero sos de los y las que me dice ‘Buen día, señora’ cuando voy a la mañana a comprar el pan. Soy la tía de Uriel, que vive justo en frente del Centro Comunitario, y aunque tenemos nuevas leyes, que me permiten tener en el documento el nombre que siento para mí, todavía la ley no puede hacer mucho para que dejen de cargarlo a mi sobrino con ‘su tío que se disfraza de mujer’. No vengo a retarte; vengo a que me conozcas. ¿Y sabés por qué? Porque hay un amanecer asomando y estaría bueno que no te lo pierdas, que no nos lo perdamos. Te dejo un beso, o un abrazo, de tía trava”.
Susy está a punto de subirse a un colectivo para llevar sus recitales de Crianzas a Paraná, y luego la esperan otros destinos: a lo largo de esos viajes encuentra en cada carta y regalito que le ofrecen, dice, un montón de señales. “Es como mi pañuelo verde -explica-, que de alguna manera sigue significando eso de que la piba que lo lleva en la mochila es una aliada”. Susy trae una primera idea: empezar a identificar aliadxs.
Está por cumplir 50 años y es ella quien trae el dato a la charla para dar contexto a su infancia: “Mi viejo y mi vieja me abrazaron. Obrero textil y ama de casa y después portera de colegio. No había ninguna información del feminismo ni de estas cuestiones teóricas que hoy tenemos más a mano, que no significa que tampoco estén al alcance de todes ni en la práctica de todes. Y ellos pudieron no dejar de abrazar: ese es para mí un eje fundamental”.
Susy, para pensar las infancias, cita a otra activista trans, en la que de alguna forma está inspirado Crianzas: Marlene Wayar. “Como dice ella: paremos el mundo. No sé qué otra cosa más importante tiene que haber. Paremos el mundo y repensemos en base a les pibes que ya están. En la política siempre se habla a futuro y parece que es mañana, pasado mañana, pero la infancia es hoy. La infancia no abrazada está hoy. La infancia explotada está hoy. La infancia sola está hoy. La infancia que no puede transcurrir su infancia está hoy. Ahora es más complejo, en momento de elecciones todo se apresura también, las agendas se priorizan a otro nivel, más mezquino. No hay una necesidad grupal de decir: paremos la mano porque tenemos que sanar. Somos generaciones adultas que tenemos que sanar y aún sin sanar hemos traído y seguimos trayendo pibes a este mundo. Y entonces les exigimos en sus cuerpecitos las batallas que ya perdimos nosotras o las batallas que nos salieron mal. Tenemos que sanar y tenemos, mientras, que abrazar para encontrar cosas más concretas, más firmes, más potentes”.
Las contradicciones
Alejandra Lapegna es maestra de primaria, licenciada en Ciencias de la Educación y docente de Educación Sexual Integral en profesorados de CABA. Su formación en feminismo, sin embargo, no se la debe a ninguno de sus títulos, sino a talleres de reflexión y grupos de investigación autogestionados entre amigas desde principios de este siglo. Desde entonces intenta llevar esta mirada a la escuela, al principio como iniciativa personal y luego desde el programa nacional de ESI: Educación Sexual Integral. “Empecé desde el lenguaje: una vez que corrés ese velo de que no nos nombran no hay vuelta atrás. Hablar de una en femenino implica mucha reflexión y la construcción de otra posición. Con las notitas empecé a pasar del “padres” o “mamis” a “estimada familia”, de modo que entren todas. Ese primer movimiento es central para la organización institucional: usar un lenguaje que interpele a las familias en su diversidad”.
Alejandra sugiere que, de modo más o menos explícito, la escuela siempre ha regulado las identidades y los roles de género. “Educación sobre el género y sexualidad hubo siempre. Pero a nosotras nos enseñaron que teníamos que tener conductas diferentes que las de los varones, que teníamos que arreglarnos con un espacio del patio chiquitito en un rincón y dejarlos a los varones que necesitaban jugar al fútbol y transpirar, que escondiéramos si nos pasábamos una toallita, que las charlas sobre la menstruación y los cambios corporales en la pubertad tenían que ser para nenas y nenes por separado, que no íbamos a ver un pene hasta que nos casáramos. Eso se nos fue transmitiendo desde la escuela, sin decirlo explícitamente muchas veces”.
Susy Shock agrega: “Mis amigas tienen contradicciones porque criamos de una manera en la casa pero después las crianzas van a la escuela y pretendemos que se adapten a eso. Y la escuela sigue siendo la misma. Que haya nuevas señales dentro, maestras, una preceptora, una directora copada, no significa que la escuela no siga siendo un campo de batalla terrible. No se discute lo binario, no se discute un modo de ser varón y mujer, eso está muy complejo, ni hablar si hay infancias trans, ni hablar si hay futuras tortitas, futuros putitos ahí adentro”.
¿Quiénes son el problema?
Paula Garnier es artista, estudió teatro y forma parte del elenco de Las Noches Bizarras y de la obra para niñes Tita, la planta maldita. Es madre de Juana y Federico, mellizos de 9 años que saludan con beso, abrazo y sonrisa.
Hace unos días Paula encontró a lxs melli corrigiendo sus manuales de la escuela: donde encontraban las palabras chicas o chicos, tachaban y escribían chiques. Es que Juana y Fede crecen en un contexto de diversidad. “Mi casa es lugar de encuentro de grupos teatrales y bandas musicales. Somos una fauna loca, un zoológico de humanidades. Mis hijes tienen mentalidad trans. Nos une el arte y cada día aprendemos a ser una familia”, cuenta Paula.
¿Cuáles son las preocupaciones más frecuentes? “Intento ir por lo positivo, trato de no preocuparme sino de ocuparme. Me ocupo de que encuentren el deseo, que es también mi ocupación conmigo misma. Hay que escuchar a les niñes, elles tienen autonomía para expresar sus deseos, hay que abrir el corazón sin prejuicios. Elles la tienen clara: el problema somos les adultes. En lugar de cerrar respuestas es mejor abrir preguntas”.
¿Cómo se construyen los vínculos? “Nos unimos en grupo y desde ahí construimos. Vamos a las marchas y lo hacemos grupalmente. Saben que en estos contextos hay que manejarse juntes. La construcción es comunitaria, circular, no piramidal. Yo vengo del teatro comunitario, de lo popular, y trabajamos en equipo: no hay cuestiones jerárquicas sino de orden”.
“Para criar a un niño o una niña se necesita toda una tribu”, confirma Cristina Oliana, licenciada en Ciencias de la Educación y formadora de docentes. Oliana acaba de publicar el libro Y de pronto la vida, en co-autoría con Estela Quiroga, que propone repensar las pedagogías y las formas de crianza desde un lugar de respeto hacia las infancias: “Nos propusimos revisar por qué seguimos reproduciendo determinadas dinámicas que tienen que ver con un sistema patriarcal de formar a un sujeto sumiso y a otro que da las órdenes”. En esa búsqueda de criar y educar desde una mirada que reconozca en el niño y la niña a una persona con la que dialogar, Cristina también apuesta por lo colectivo: “La crianza nos involucra a todos. Pensar la crianza como algo individual nos sigue alejando de las transformaciones. Criar a un bebé es muchísima demanda. Nos coloca en esto de que las mujeres debemos responder desde un supuesto instinto. La crianza no es una cuestión de género. Así como hay que acompañar al niño en su crecimiento, la crianza también debe ser acompañada por otras personas e instituciones”.
Escuchar/revolucionar
Retomando los aportes de la psicoanalista Françoise Dolto, Cristina Oliana expresa: “Escuchar las respuestas de los niños y las niñas es un acto revolucionario”. Cree que si transformamos el modo de vincularnos podemos cambiarlo todo. Y sube la apuesta: los cuidados son los que nos humanizan. “Es tiempo de cuidarnos más. En épocas de crisis, de dolor y de sufrimiento, tiene que volver nuestra parte más humana. Ser tierno con el otro. Ejercer ternura es un acto revolucionario y es un derecho humano. Nos estamos deshumanizando. Son tiempos de dar una vuelta: defender el maternazgo como un acto revolucionario, que no sea un acto solitario”.
El feminismo nos enseñó a pensar que la intimidad es política y que las relaciones más personales están atravesadas por el poder. ¿Cómo construir vínculos y formas de relacionarnos con el otro desde un lugar respetuoso y afectivo? Alejandra Lapegna: “Nos enfrentamos a muchos desafíos, sobre todo en la pubertad y la adolescencia. ¿Cómo trabajar sobre la idea del respeto y el consentimiento, que podamos expresar nuestros límites, y en el camino no cercenar toda posibilidad de encuentro, de roce? ¿Cómo actuar como escuela ante un chico de 14 años que cruzó un límite con una compañera? ¿El escrache público no genera nuevas formas de silencio y exclusión? ¿Cómo jugar una seducción amorosa y respetuosa? Me preocupa que en este proceso terminemos por sacar al cuerpo de la escena. Pasa también en la docencia, maestras que no quieren abrazar a sus estudiantes por miedo a ser acusadas de abuso. Suena absurdo, pero tenemos que prestar atención. Me preocupa que los adultos no estamos pudiendo dar respuestas. Hay mil cosas que los pibes y las pibas saben más que nosotros, pero hay algo de la posición y del espacio del cuidado, de la garantía de ciertos derechos, que tenemos que cubrirlo los adultos de referencia”.
En términos prácticos, todo el mecanismo de enseñanza y formateo de personas ya no está dando respuestas. El paradigma de una educación vertical, disciplinadora, infantilizadora, memorizadora, obediente y no creativa hace mucho que entró en crisis. Todas estas preguntas y experiencias tienden a generar autonomía y convivencia, pensamiento crítico, libertad, respeto al sentimiento propio y de lxs demás, para potenciar a cada persona.
Silencio/violencia
«La Educación Sexual Integral es un derecho de todas las niñas y niños”, expresa Alejandra Lapegna, en tiempos de campañas retrógradas. “Decir esto implica pensar que los niños no son una propiedad, sino sujetos de derecho. Por ejemplo, los lineamientos curriculares indican que en cierto momento de la escolaridad hay que enseñar la variedad de los métodos anticonceptivos y que el preservativo es el único que previene a la vez los embarazos no deseados y la transmisión de enfermedades. Lo tienen que saber todos los chicos y las chicas aunque vayan a una escuela religiosa con otro ideario. Y pensando en los primeros años, en los últimos meses hubo varias situaciones en las que fue evidente que poder enseñarles que hay partes de su cuerpo que otros no tienen derecho a tocar si no es por razones de higiene o de salud es fundamental. Hay que hablar de estos temas. Porque el silencio en pedagogía siempre es una enseñanza y en temas de educación sexual el silencio es la formación primordial que hemos tenido quienes tenemos más de treinta años. El silencio, por ejemplo, impide que se corte un circuito de violencia. Lo central de la ESI es que propone que la sexualidad se puede vivir libre y responsablemente, con una perspectiva de derechos. Pero en algunos espacios, la ESI es una mirada contracultural”.
Bancar crianzas
El movimiento social La Dignidad, en convenio con el Ministerio de Educación de Ciudad de Buenos Aires, tiene cinco jardines para niñes de 45 días a 3 años. Las salas son integradas y trabajan docentes que entran por acto público por medio del Ministerio y educadoras populares del movimiento. En cada uno de los jardines hay un promedio de 25 niñes.
Fernanda es referente del jardín de Bajo Flores y cuenta: “Los jardines surgen frente a una necesidad de las familias de un espacio de cuidado. Cada jardín es distinto y las poblaciones de cada jardín son también distintas. Eso implica socializar y problematizar las tareas de cuidado, darle un lugar al pibe, a la piba, digno, que tenga un espacio para crecer, jugar. Permite que esa mamá pueda salir a trabajar, y significa poder laburar con esas familias para problematizar las violencias, el patriarcado en la casa, en la cama, en el laburo, en la calle”.
“En los jardines se trabaja con la pregunta permanente”, aclara Melody, referente del jardín de La Dignidad en Lugano. Fernanda agrega: “Llegamos al pensamiento colectivo de lo incómodo que es, desde todo punto de vista, laburar desde la pregunta y también laburar respetando las elecciones de les niñes. Entonces en las salas hay propuestas simultáneas para que cada cual haga según sus intereses, permitiendo la elección, no subestimando”. Melody agrega: “Eso también es súper inquietante: a veces una arma una propuesta para que les niñes hagan una cosa y hacen otra, y hay que adaptarse”.
El espacio mágico
Disfrazarse, pintarse, explorarse, ser otrxs. ¿A qué nos habilita el juego? Alejandra: “El juego es el modo de aprender de los niños más pequeños, de ir conociendo el mundo ensayando situaciones que les dan un poco de miedo o de incertidumbre. A través del juego se animan y van construyendo psíquicamente modos de abordarlas en la vida. En el ‘dale que’ se arma el espacio mágico. Si esos juegos pueden ser acompañados por una docente con una mirada de género, que habilita que si a un varón le gusta ponerse un vestido para jugar… ¿qué le permite a ese niño? Le permite jugar más. Jugar más es ampliar su posibilidad de conocimiento. Me parece que sujetas y sujetos que están construyéndose en un posicionamiento de cuidar su autoestima, de poder jugar a lo que deseen y no a lo que indica el mundo que tienen que jugar, permite posibilidades de subjetividades más libres”.
Cristina Oliana también pone al juego en el centro de la escena. “El juego comienza desde el cuidado. Es el espacio donde el niño y la niña tienen que poder jugar lo que necesitan: todo aquello que les preocupa en su vida cotidiana va a ser material de juego. Es la manera de transformar y dar nuevos sentidos a lo que nos está preocupando o angustiando. En el juego no hay riesgos. Es muy importante habilitar estos escenarios donde tengamos libertad de transformar. Pero muchas veces en el terreno del juego se vuelve a reproducir la lógica del poder, donde todo el tiempo esperamos que haya producciones, resultados. Los pibes terminan jugando a lo que quiere el adulto. Hay que poner encuadres y límites, pero después habilitar”.
¿Cómo manejar la tecnología? Pauli Garnier: “Hay cosas apasionantes y maravillosas de la tecnología, pero la pantalla está diseñada para absorberte. No los puede educar un aparato. Los padres tenemos que hacernos tiempo para jugar con les chiques. Apaguemos la tele, la compu y a jugar, a dibujar, a inventar cuentos. La creatividad siempre está en les niñes, y necesita ser estimulada. Nuestra herramienta es el arte”.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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