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Crimen de tres niños y un joven: las falsedades de la Bonaerense y la violencia como sistema

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La masacre de San Miguel del Monte, donde murieron tres niños y un joven (22, 14 y 13 años) y otra chica (13) pelea por su vida, revela el carácter sistémico de la represión estatal de la Policía Bonaerense, que bajo la gestión Cambiemos presenta el 51 por ciento de los casos de muerte en por violencia policial en todo el país. “Todo lo que dijo la policía es falso”, explicó en diálogo con lavaca, la abogada María del Carmen Verdú.  Brinda detalles: el acta de procedimiento es falsa porque está probado que no hubo situación de fuga; las cámaras de seguridad muestran a un policía medio cuerpo afuera del auto disparando, y luego del choque hicieron un acta donde consignan que había sido un “accidente de tránsito”.  Los datos para comprender un problema sistémico que no fue ni un error ni un exceso.
“No sé de dónde saqué fuerzas y pedí entrar a la morgue. Lo reconocí por sus piecitos”. Eso dijo Susana, mamá de Gonzalo Domínguez, 14 años, uno de los cuatro asesinados en la masacre de San Miguel del Monte, en un nuevo hecho policial en el que la violencia y la impunidad adquieren ribetes que es casi imposible poner en palabras.
Gonzalo viajaba en un Fiat 147 que manejaba Aníbal Suárez, de 22 años, junto a Camila López, Danilo Sansone y Rocío Guagliello, de 13, el lunes a la madrugada, cuando fueron baleados sin motivo en una persecución cometida por dos patrulleros de la Policía Bonaerense. La situación provocó que el auto chocara contra un camión detenido en el kilómetro 11 de la colectora 9 de Julio, a la entrada de la Ruta 3. El Fiat quedó destruido, dividido en dos partes separadas a 50 metros una de la otra.
Gonzalo, Aníbal, Camila y Danilo murieron. La mamá de Camila, Yamila Zarzoso, dijo entre lágrimas frente a las cámaras de televisión: “El médico me trató de mala madre y me dijo que los perseguían porque habían estado robando”. Además de cualquier consideración ética o humanitaria, lo dicho por el médico empieza a formar parte de las falsedades para armar el caso, con la intención de encubrir el crimen.
La única sobreviviente es Rocío Guagliarello, de 13 años, internada en grave estado en el Hospital de Alta Complejidad El Cruce de Florencio Varela, donde la derivaron para operarla de urgencia por una laceración en el hígado. El director ejecutivo del Hospital, Gabriel González Villamonte, confirmó que está “con soporte respiratorio y ventilatorio”. La niña está con traumatismo de cráneo encefálico y otro de tórax, con contusión pulmonar. Tiene fracturas de fémur y húmero, pero ante la complejidad de su estado, el médico dijo que “quedan en un segundo plano”. Pero alertó: “Corre riesgo su vida, la preocupación del equipo de salud es darle todos los cuidados para superar las distintas instancias de manera adecuada».
Los jóvenes eran amigos, se conocían de la Escuela Media de la ciudad, salían a la costanera, rapeaban y andaban en skate.
El fiscal general de La Plata, Héctor Bogliolo, confirmó a los medios la balacera policial. «Hay muchísimas grabaciones y elementos suficientes para poder reconstruir las circunstancias que rodearon a este hecho tan trágico. En las filmaciones que tenemos de lo que ocurre dentro del vehículo, los chicos estaban muy contentos, cantando y demás”.
El ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, reconoció que “hubo tiros” y confirmó que se encontró una bala en el cuerpo de una de las víctimas. «El procedimiento estuvo muy mal hecho», admitió.  Anunció que fueron desplazados 12 policías, algunos de alto rango. Dos policías están detenidos y cinco tienen orden de captura. Familiares de la Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil llamaron a una marcha de Congreso a Plaza de Mayo, este viernes, a las 17 horas, en apoyo a las familias de lxs niñxs asesinadxs.

Doctrina Bullrich

La Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) tomó intervención a las pocas horas de los hechos. La abogada y referente de la organización, María del Carmen Verdú, dice a lavaca: “Si tomamos el segmento de hasta 25 años de edad como el primer grupo etario afectado por la represión estatal y por hechos que ocasionan la muerte, hay que pensar que la mitad de ellos ocurren en lugares de detención, que ya te ponen la vara de 18 años para arriba, o de 16, si es que incluimos casos de institutos de menores. Pero si sólo tomamos casos de gatillo fácil, tenemos un tope de 17 años. O sea que lo que vimos en San Miguel del Monte, con cuatro chicos muertos, te confirma que hay una tendencia de víctimas cada vez más jóvenes de la violencia policial”.
En marzo, Correpi presentó su Informe Anual sobre las víctimas del 2018. El diagnóstico es aterrador: una persona muerta cada 21 horas por la represión estatal. El 51% de los casos ocurrió en la provincia de Buenos Aires. “Es el gobierno más represor desde 1983”, sintetiza el trabajo.
Los datos: en tres años de la gestión Cambiemos, un total de 1303 personas fueron asesinadas, lo que representa un 20% del total de casos contabilizados por la organización desde diciembre de 1983.
A pesar de las desafectaciones anunciadas por Ritondo, Verdú apunta que estas muertes no deben leerse como un hecho aislado, sino como una condición sistémica del aparato represivo del Estado, azuzado por las políticas encabezadas por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. “El descaro total y absoluto tiene que ver con la orden explícita del gobierno nacional de salir a disparar frente a cualquier circunstancia. Es el resultado directo del cumplimiento de la orden que implica la doctrina Chocobar (el policía que mató a un delincuente que se encontraba indefenso), la resolución 956 del año pasado (que reglamenta el uso de armas de fuego, leída por los organismos como una “legalización” del gatillo fácil) y el proyecto del Código Penal que incorpora los términos de impunidad de esa resolución en el artículo de causales y justificación de actos ilícitos”.
La abogada Verdú apunta que Correpi brindará todo el soporte político y técnico que las familias requieran.
-¿Qué puede decirse de este caso concreto?
-Todo lo que dijo la policía es falso. La primera imputación que hizo hace dos días la fiscalía fue por falsedad ideológica e instrumento público, porque ya ahí tuvo por probado que lo que se puso en el acta de procedimiento es falso. No hubo, como argumentan los policías, ninguna situación de vehículo que se da a la fuga después de un alto policial en un retén. La persecución arrancó porque decidieron empezar a perseguir. Punto.
-¿Qué pudieron ver en el territorio?
-Causó mucho revuelo a nivel local, sobre todo pensando que es un pueblo chico. Gracias a compañeras y organizaciones, pudimos tomar contacto de inmediato, y estuvimos con las familias, viendo en pantalla ampliada las cámaras de seguridad. Ahí se ve perfectamente el patrullero persiguiendo el auto con el policía medio cuerpo afuera, a los tiros. Luego, hicieron un acta donde ponían que había sido un accidente de tránsito. Ese fue el primer acto concreto. Pero hoy la propia autoridad municipal reconoció que una de las chicas tiene un tiro en el glúteo. Y no hay más resultados periciales porque el auto está destrozado, y están con lupa buscando encontrar si hay impactos de bala. Pero de lo que no hay ninguna duda es que salieron a cazar como ocurre a diario. Esto no es más que la réplica de tantos casos que trabajamos: patrulleros o vehículos policiales particulares que salen a la caza porque sí y se ponen a disparar. Obviamente, la cuestión de que haya sido un coche con cinco chiquitos, de los cuales murieron cuatro, le da un nivel de estallido máxime. Porque si esto hubiera pasado en La Matanza, los titulares de todos los diarios estarían hablando de la banda de pibes chorros. Esto, en Monte, donde todo el mundo se conoce, no pudo ocurrir.
 

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Todos los jueves de agosto, presencial o virtual. Más info e inscripción en [email protected]

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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