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De Mayo 68 a octubre 08: La luz, la cámara, y la acción

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Un excepcional ciclo de cine documental sobre el Mayo Francés será presentado a partir de este lunes 20 de octubre, con la participación de quienes lo hicieron posible: los españoles Amador Fernández Savater y David Cortés. ¿Fue el 68 una revuelta generacional, una mutación cultural, o esas son las placas de plomo, interpretaciones y clichés que impiden conocer lo que realmente ocurría? Una charla con lavaca sobre cine y política, esperando Derecho a la palabra, que se presenta el lunes.

Amador Fernández Savater y David Cortés andan con sus bolsillos cargados de DVDs, con un material que no se entiende si habla sobre la historia, o sobre el futuro. Sobre lo que pasó, o sobre lo que en realidad nunca vimos que pasó, y aún queda por ocurrir (quizás convenga reemplazar “o” por “y”, para ir desalambrando el cerebro, antes de que empiece la función). Durante dos años estos españoles nacidos en los 70 investigaron lo que había ocurrido poco antes: Mayo de 1968 en Paris, y acaso en el mundo, puso en la calle a la política, a los nuevos modos de pensar la sociedad y al dilema sobre qué hacer y cómo organizarse para vivir sin explotación, sin opresión. Pasaron 40 años, y quizás se trate de una crónica hacia adelante.
Amador es editor de Acuarela Libros, de España, periodista, participante de múltiples movimientos sociales y hasta fue uno de los organizadores de los contactos del movimiento Cromañón con los afectados por los atentados de Atocha, en España. David es profesor de Historia del Arte en la Universidad Europea de Madrid, pero ambos, al margen de estas cuestiones, son gente apasionada por lo que hace. Así, con pasión, fueron investigando y encontrando durante dos años los documentales sobre el Mayo Francés (con el título Con y contra el cine) que luego de sus presentaciones europeas llegaron a la Argentina y desde el lunes se podrán ver en Mu.Punto de Encuentro. Esta es la reveladora conversación que lavaca mantuvo con ambos.
Cómo sobrevivir al plomo
-¿Cómo nació la idea del ciclo?
-Investigando el acotecimiento del 68 descubrimos esta serie de películas y nos dio la impresión que había un material que planteaba cosas, tanto en la estructura formal como en los contenidos, que estaba un poco por delante de nosotros.
-¿Delante?
-Sí, aunque es un cine y una experiencia que se hizo hace 40 años todavía tiene mucho que decir sobre lo que es comunicación política, experiencias con imágenes, intentar atrapar algo nuevo que surge. Mayo del 68 fue un acontecimiento de novedad, inesperado, que abrió muchísimo. A partir de allí vimos que hay una especie de capa de plomo sobre el 68 que son las interpretaciones que durante 40 años se han hecho, que han sepultado un poco las experiencias reales y lo que nosotros intuimos que fue el sentido real de autoorganización, de invención de otras formas de vida, de democracia directa. Me parece que mucho de eso ha sepultado todo eso bajo el estereotipo.
Distorsiones hormonales
-¿Por ejemplo?
-Hay muchos. Unos lo reducen a una “revuelta generacional” de hijos contra los padres, pero no de hijos que quieren cambiar las cosas, sino que sólo quieren ocupar el lugar de los padres. Otros lo ven como pura liberación de las costumbres: había una sociedad opresiva, arcaica, donde había una moral fuerte, una iglesia fuerte, una disciplina fuerte, y esta gente joven atacaba porque quería llevar una vida moderna, de consumo. Esta es una interpretación muy fuerte que se ha apuntado en los años 80 con filósofos como (Gilles) Lipovetsky. Fue una distorsión tremenda, interpretándolo como el triunfo del neoliberalismo contra las viejas formas tradicionales del lazo social, la familia, etc, etc. Entonces, bueno se acumulaban la revuelta hormonal, la liberación de las costumbres, la modernización cultural. Nos pareció que el cine era una manera muy interesante de rasgar esa capa de plomo.
-¿De qué modo?
-Estos documentales son el Mayo visto por sí mismo, y el modo de mostrarse implica también –además de las imágenes que cada documental nos da sobre lo que ocurrió- la creación de formas nuevas, de experimentación en el propio cine. Eso tiene mucho que decir hoy cuando la forma de comunicación política, por ejemplo, ha quedado un poco reducida al video clip, al marketing En cambio este es un cine que interroga, que crea, que no adoctrina sino que intenta transmitir un contenido nuevo, bajo una forma nueva.
Del Cordobazo a Vietnam
-Las películas, por ejemplo, son realizaciones colectivas. Se rompe la manera tradicional de hacer cine basada en la jerarquía del director, de los técnicos y de los operadores. Aquí lo que se plantea es que el propio proceso de realización de la película puede ser una opción política. Es el caso del Grupo Medvedkin: en un momento los propios obreros toman las cámaras, hay un desplazamiento de la representación que el cine realiza siempre del otro, y un momento en que están los propios obreros hablando en primera persona, y asumen un discurso propio. Esa decisión, también era lo que estaba sucediendo.
– Ismael Wallerstein sostiene que el 68 es una revolución mundial que fracasó, pero cambió todo.
-Desde luego que fue una revolución global; todo lo que ocurrió en Latinoamérica, el Cordobazo, México, las revueltas muy fuertes en Europa contra el despotismo soviético, en Japón, en China y en muchos lugares de Europa también. Y efectivamente podemos ver que hay como diálogo entre diferentes luchas, entre luchas anticapitalistas, antiburocraticas y anticolonialistas. Y lo une un eje internacionalista que es la atención prestada a Vietnam, no solo por lo terrible de la agresión estadounidense sino también como ejemplo de cómo poca gente que es capaz de desafiar y vencer a una potencia tecnológica, industrial y militar. Eso es muy importante, en Mayo también aparece esta cuestión de que poca gente puede hacer muchas cosas Rompe con la lógica de que tenemos que crear una gran organización que agrupando a millones de militantes o afiliados que tomen el poder. Vietnam era un ejemplo de que pequeños grupos pueden generar grandes cambios. Luego esto se teorizó como la cuestión de la “minoría activa”, que no es una vanguardia sino que abre una grieta por la cual pueden surgir procesos sociales.
Entre la minifalda y el cambio del mundo
-La idea estereotipada es que efectivamente fue una revolución derrotada en su vertiente más política, pero cambió todo en el sentido cultural, desde la aparición de la minifalda hasta la del tuteo, las nuevas formas de relación liberadas de los lastres tradicionales. Pero vemos que existen absolutas novedades políticas como la revuelta zapatista o la idea de cambiar el mundo sin tomar el poder, que están perfectamente presentes en el Mayo.
-Claro, allí no hubo ningún intento de tomar el poder, es una idea que estaba en la cabeza de los que practicaban la vieja política, sobre todo los maoístas y troskistas, pero el propio discurrir de las manifestaciones no va en absoluto en ese sentido. En una noche de barricadas, donde está Paris patas arriba, todos los ministerios y lugares de gobierno están vacíos. Entonces los maoístas y los trotskistas dicen: “Entremos ahí”. Algunos lugares efectivamente se ocupan…eso lo explicaba muy bien uno de los lideres del momento, que plantea: “Entramos ahí no tanto para ocupar el poder sino para mostrar que el poder está vacío”. Es decir que el poder se alimenta de lo que nosotros le damos porque -en sí- no es nada.
-Entonces, ¿tiene sentido plantearlo en términos de derrota o victoria?
-Cuando nosotros le preguntamos a los amigos franceses, a los propios directores de los documentales, si eso fue una victoria o un derrota, dicen que fue una victoria en el sentido de que siembra semillas de lo que luego va a ser la política durante la década del 70, el crecimiento del movimiento de mujeres, la transformación subjetiva, la horizontalidad… Las formas propias de organización de Mayo no tenian un centro, una cabeza, y tampoco había una ideología única. Es decir, por ejemplo, los troskistas dicen que hubo un déficit al no pensar la cuestión del poder. Pero lo político estaba contenido en las formas de organización que se crean, por ejemplo en los comités de acción que son unas asambleas barriales que intentan vencer el aislamiento que impone el gobierno entre estudiantes y obreros, y un montón de formas de organización. Ahí están las alternativas de Mayo.
Cuando lo que queda es lo que falta
-¿Y qué de todo eso sería lo crucial?
-Lo crucial es la idea de tomar el destino en nuestras manos con todas las dificultades que tiene eso. Creo que esa idea como interpelación, es un desafío. Porque de alguna manera en este 40º aniversario la pregunta que abría todos los suplementos culturales y todo lo que ha habido de conmemoración fue qué queda de eso. Y todo el mundo respondía: “Muchísimas cosas, otras costumbres, un individualismo, la minifalda”. Para nosotros lo que queda es lo que está enterrado en el funcionamiento normal de esta sociedad. Daniel Cohn Bendit (ex Dany el rojo del Mayo Francés) ha sacado un libro que se llama Olviden el 68. Olvidemos el 68 porque ya triunfó, en la vertiente cultural.
-Para nosotros, en cambio, lo que queda del 68 es lo que todavía no es, no lo que ya está. Y lo que no es, es la apertura de espacios, la invención de lo político que esté mas allá o contra la política institucional.
-La politización del 68 fue la de gente cualquiera, no la de militantes. Es el caso de lo que ocurre cuando un acontecimiento sacude tu vida y te da una politización e la que está todo por crear porque no tienes un bagaje previo. Además, hubo una contaminación , un intercambio entre sujetos sociales diferentes: estudiantes, obreros, campesinos. Eso también marca lo que abrió Mayo.
-Fue una experiencia muy especial entrevistar a los directores, y a muchos protagonistas de aquello, conocerlos. Para nosotros es una experiencia en lo personal porque es gente que vivía como vivimos nosotros ahora. Y nos muestra cómo envejecer sin apergaminar tus recuerdos. O cómo mantener una cabeza abierta. Cómo hacer una transmisión de tu experiencia que no sea un modelo sino en todo caso una inspiración, una interrogación, una transmisión que tal vez atraviese todo este ciclo: algo que no coarte el presente sino que pueda ayudar a abrirlo.

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Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

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En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).

Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.

Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. 

Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.

Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.

Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.

Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.

El video de 3,50 minutos

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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