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Despidos masivos en Clarín: historias de otro capítulo del «periodismo de infantería»

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Habían anunciado un «rediseño» y hoy la empresa amaneció vallada y con presencia policial. Fue así que hasta ahora 56 trabajadoras y trabajadores de Clarín se enteraron de que estaban despedidos a través de personal de seguridad. No hay crisis: la empresa acumula la mayor pauta oficial en esta etapa (1.400 millones de pesos), concentra el 43% del mercado y consiguió la fusión con Telecom. Entre las cesantías hay un periodista deportivo que acaba de ser papá, una diseñadora con un bebé de ocho meses y reporteros con 30 años de trayectoria. El recuerdo de los despidos masivos del 2001. Crónica y fotos desde Tacuarí al 1800, en otra escena del fin del periodismo en Argentina. 
Después de 25 años de trabajar como reportero gráfico en Clarín, Diego Díaz se encontró con una valla que atravesaba todo el frente de la empresa. Para poder ingresar, cada trabajador debía atravesar dos puertas metálicas. La primera se abría de forma automática si el personal de seguridad comprobaba que la persona que llegaba no estaba anotada en un listado que tenía en sus manos.
Luego, esperaba en un corralito enrejado, hasta que un policía abría la segunda puerta.
«¿Su nombre?» le preguntó el guardia, detrás de la reja. «Diego Díaz» respondió el fotógrafo.
-¿Y qué te dijeron?
-Que ya no pertenecía más a la empresa.
Díaz se quedó, literalmente, en la calle. Luego, el guardia le preguntó si había recibido un mail. Miró el celular: tenía un nuevo correo. Eran las siete de la mañana. El mail decía lo siguiente:

  • “Nos dirigimos a usted para notificarle que Arte Gráfico Editorial Argentino S.A ha decidido prescindir de sus servicios a partir del día 17 de Abril de 2019. Haberes, liquidación final,  indemnización legal y certificados previstos en el artículo 80 L.C.T estarán a disposición en términos y plazos de ley debiendo comunicarse a los teléfonos 15-xxxx-2849 / 15-xxxx-7459  Queda usted debidamente notificado. La Empresa”.
Despidos masivos en Clarín: historias de otro capítulo del «periodismo de infantería»

Personal de seguridad lee nombres en la lista. Si la persona figura, no pasa: fue despedida. Foto: Lina Etchesuri

«Reingeniería» y «sustentabilidad»

Mientras tanto, al resto de los trabajadores les llegó otro correo, firmado por el gerente general de la compañía, Héctor Aranda,  en el que anunciaban la reestructuración debido a lo que llamaron un “proceso de reingeniería”. Textual del comunicado: “Estas decisiones, que hoy están tomando diarios importantes en todo el mundo, son por cierto difíciles, pero apuntan a lograr un modelo de negocios que asegure la sustentabilidad en el ejercicio del periodismo en los próximos años”.
Con el correr de las horas, Díaz supo que –al menos- había otros 55 compañeros y compañeras en esa misma lista. Ahora, frente a la empresa, y luego de la asamblea en la que el cuerpo de delegados de la Comisión Interna comunicó que de forma unánime se votó un paro de 12 horas para exigir la apertura de una mesa de negociación, el fotógrafo dice a lavaca: “Hace poco más de dos años que vienen ofreciendo retiros voluntarios. A mí me llamaron, me preguntaron si quería, pero les dije que, como es voluntario, no lo iba a tomar. Mi viejo falleció hace dos años, mi mamá está sola, tengo un hijo terminando la facultad y hoy en día dependo mucho de este laburo. Estoy muy triste.”.
Las palabras de Díaz hilvanan un testimonio más del fin del periodismo, en una nueva situación que se suma a los despidos de la planta gráfica de La Nación y Editorial Atlántida, entre otros.

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Foto: Lina Etchesuri

La lógica Clarín

Hace cinco días, Clarín había anunciado el rediseño de la redacción “para acelerar la transformación digital”, en un hecho que definió como una “apuesta a la calidad y al crecimiento de su audiencia”.
La nota cerraba así: “Internet cambió todo pero hay cosas que de ningún modo van a cambiar para los que apostamos por el periodismo: el contacto con la gente, el espíritu crítico, la condena a los autoritarismos del color que sean y la defensa de los valores democráticos”.
Frente a la empresa vallada y con custodia policial, los trabajadores mencionan que lo que tampoco cambió fue el modus operandi de Clarín. Entre los despedidos hay un periodista de deportes que estaba de licencia: ayer había sido papá. Otra trabajadora fue echada con una beba de ocho meses. Y en la calle tampoco pueden explicar despidos como el de Enrique Gastañaga, redactor de Deportes desde 1993, y único corresponsal del diario en el Mundial de Rusia. “No hay criterio”, subraya a lavaca Francisco Paco Rabini, delegado de la Comisión Gremial. “No entendemos cómo se hizo esa lista, pero es una decisión muy desafortunada. Han despedido gente muy valiosa. Hay gente con 30 años en la empresa y otra con 2. Trabajadores de 60 años y otros de 23. No hay mucha lógica”.
Otros datos de contexto:

  • Fue la empresa que más dinero recibió en concepto de publicidad oficial en 2018: 388 millones de pesos. Desde la llegada de Cambiemos, acumula más de 1400 millones.
  • Clarín concentra el 43 por ciento del mercado de prensa gráfica.
  • Según especificó el Primer Monitoreo sobre la Propiedad de Medios, realizado por Tiempo Argentino y Reporteros sin Fronteras, “Clarín se fusionó con Telecom para generar uno de los tres grupos empresariales más grandes de la economía argentina y el más poderoso de la historia de las comunicaciones locales”.

La Gerencia de Capital Humano notificó a la Comisión Interna la cifra de 56 despidos, aunque no informó el listado de nombres. “Tras el contacto con cada compañera y compañero durante toda la jornada, relevamos que la cantidad de puestos de trabajo involucrados es aún mucho mayor”, denunció el cuerpo de delegados.
¿Cómo se explica la medida en medio del anuncio del rediseño? Rabini a lavaca: “Cuando anunciaron esto, todos los jefes dijeron que iban a obligar a los redactores a trabajar una hora más. Si exigen eso, es porque hay más trabajo y menos gente. ¿Cómo puede ser ahora que los que sobran hoy sean los trabajadores?”.

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Foto: Lina Etchesuri

“Nos trataron como perros”

Rubén Digilio también se enteró de su despido cuando no lo dejaron ingresar a la jaula. Llevaba casi 21 años trabajando como fotógrafo en la empresa (primero en Viva y luego en Clarín) y le faltaban dos años y medio para jubilarse. “Hoy me desperté con un amigo que me llamó diciéndome que lo habían despedido junto a dos compañeros más. Me puse muy mal. No veía la hora de llegar y estar con ellos. Me enteré en la puerta. Fue un golpe durísimo. Pero lo que más me duele es el trato: nos trataron como perros. La bronca es tremenda”.
Entre abrazos y llantos, muchos periodistas no quieren hablar. Muchos recuerdan los despidos masivos del 4 de noviembre del 2000, cuando el diario amaneció con personal policial cercando la periferia de la empresa. Como si la noticia fuera la misma que la de hoy, el personal de seguridad tenía la lista completa de empleados, con los nombres marcados de quienes no podían ingresar: fueron 117 despidos. Aquel día a la tarde los trabajadores decidieron ingresar, pero la Infantería los reprimió.
Digilio a lavaca: “Esto se veían venir. Estaban increpando mucho para que aceptaran los retiros voluntarios. Había un clima horrible. Era imposible estar ahí adentro. Es tristísimo”.

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Foto: Lina Etchesuri

La invalidez de lo arbitrario

Hace más de diez años que Natalia Figueroa trabaja como diseñadora en la empresa. Empezó en la sección de Zonales, pasó como colaboradora en Viva, luego estuvo en el La Razón (que había quedado en manos de Clarín), pero cerró y la pasaron a Muy, que también cerró, y así llegó hasta la edición de tapa del diario.
También se enteró de los despidos en la mañana. “En el grupo de WhatsApp de nuestro equipo mandaron una foto con el diario lleno de policías. Nos mandaron mail con un número para que llamemos. Llamé. Es un número de un estudio contable, para ver el tema de la liquidación”.
Figueroa describe que la situación interna venía mal hacía tiempo. “Mucha precarización, sueldos atrasadísimos, nunca un extra de nada, siempre se trabajó de noche y nunca se pagaron las horas nocturnas. El ambiente era muy feo, muchos trabajaban horas de más, y cuando querías pedirte vacaciones casi que tenías que ir de rodillas: como hay menos compañeros, teníamos que adecuarnos a lo que la empresa quería. Y esto sin mencionar que la calidad del diario bajó muchísimo. Dicen que la publicidad bajó, pero yo reviso el diario todos los días: es mentira”.
Guillermo Gianibelli es el abogado del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) y de la Comisón Interna de Clarín: “Lo que tenemos hasta ahora es que aparentemente 56 compañeros de Clarín y Olé han sido impedidos de ingresar. En algunos casos llegó telegrama, en otros no. La caracterización es que son despidos de carácter colectivo, son masivos. No es un despido individual, disciplinario, sino que son despidos sin causa, por lo tanto la empresa deberían acudir a procedimientos previsto por la ley de carácter previo. Consideramos que son más  de 1000 trabajadores los de Clarín: cuando los despidos son más del 5 por ciento, corresponde el procedimiento. Pero aunque no diera el número, hay una regulación que es el decreto 265/2002, que obliga a pasar por una instancia previa. Es decir, en todos los casos, Clarín debería haber acudido a un procedimiento previo. En consecuencia, son despidos inválidos y pedimos la reincorporación”.
Los trabajadores exigirán la apertura de una mesa de negociación.
Por ese motivo, anunciaron un paro de 12 horas y no ven a los despidos como el fin, sino como el comienzo de una lucha.
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El corralito de los despidos.
Foto: Lina Ecthesuri


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La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos

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Este domingo a la madrugada murió María Teresa López, asambleísta contra la contaminación en su ciudad natal, Caleta Olivia, luego mudada a Capital Federal y parte del grupo Jubilados Insurgentes. Mary se enfermó de cáncer producto de la contaminación que ella misma denunciaba, y luego fue abandonada por el Estado en modo motosierra: el PAMI se negaba a entregarle medicamentos, pese a amparos judiciales a su favor. Una historia que genera bronca e impotencia, pero que a través del recuerdo de sus compañeras de lucha se revela como una lección de vida, en el más profundo sentido de la palabra: lo colectivo frente a lo personal, la idea de no perder el tiempo, la movilización permanente, la generosidad, la sabiduría, y qué es la muerte.

Por Franco Ciancaglini

Algunos dirán que Mary era bajita y otros que tenía el porte enorme de Nora Cortiñas.
Desde la pandemia solía esconder su sonrisa detrás de un barbijo, aunque sus motivos de alegría eran cada vez menos:

  • su salud era cada vez más delicada;
  • los medicamentos oncológicos no llegaban;
  • y la lucha que encaró desde siempre —primero en su Caleta Olivia natal contra la contaminación, luego contra el sistema de salud público y, al final, como parte del grupo Jubilados Insurgentes— cada vez implicaba poner más el cuerpo.

Fue su cuerpo lo que, este domingo 21 de julio, dijo basta.

Mary se convierte así en algo odioso: un símbolo. Un símbolo de la muerte sistemática que genera un sistema que enferma y abandona. Pero también en un símbolo de lucha por la vida, en el sentido más profundo de la palabra.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Mary junto a Nora Cortiñas.

Contaminada

María Teresa López nació en 1959 en Caleta Olivia, Santa Cruz. Falleció el domingo pasado a sus jóvenes 67 años, en un hotel de la calle La Rioja, en Once, ciudad de Buenos Aires. Sí: vivía en un hotel. Sola, producto del desarraigo que le produjo tener que trasladarse para atenderse de un cáncer de hígado.

Ese fue el diagnóstico médico: una metástasis que avanzó en el último tiempo al ritmo frenético de una motosierra.

La causa que no figura en su partida de defunción es aquella que ella misma denunció hasta el final: a Mary le negaban medicamentos oncológicos indispensables para su tratamiento.

Lo que tampoco figura en su partida es que Mary fue arrancada de su Caleta Olivia natal porque se enfermó, al igual que decenas de personas de esa localidad, producto de la contaminación del agua por actividades extractivas en la zona.

Contaminada

La vida de Mary fue la de una militante social de una estirpe rara: austera, firme, silenciosa, estudiosa, imparable.

Sus compañeros reconstruyen sus historias: que de chica le hicieron un test de inteligencia y un profesional le dijo a su madre que ella era más o menos superdotada; que seguramente podría hacer dos carreras universitarias a la vez; que terminó la secundaria antes de tiempo y luego cursó dos carreras; que se enganchó con el ambientalismo muy joven y empezó a investigar cuando las empresas petroleras negaban la contaminación de las napas de agua.

Formó parte de la Asamblea Ambiental de Caleta Olivia, desde donde luchó sin descanso contra la contaminación provocada por el fracking. Mucho antes de enfermarse, denunciaba que el agua que llegaba a las casas estaba contaminada con petróleo. Lo sabía por la evidencia científica más contundente que tiene una comunidad contaminada: que sus vecinos, familiares y amigos enfermen y mueran.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
En Plaza de Mayo, con una bandera contra la megaminería contaminente en Chubut.

Ante los medios Mary describía lo que vivía y veía alrededor: “La gente se muere o queda discapacitada”. En una entrevista para el programa Conciencia Solidaria, precisaba sobre su territorio:

  • “Caleta Olivia… tiene un problema grave: falta de agua potable, y encima está contaminada por la industria petrolera. Los muestreos de agua que hemos sacado y analizado han dado positivo: está contaminada el agua que estamos tomando.”
  • “La situación es muy grave, se está muriendo muchísima gente de esas 11 localidades, 9 están en terrible condición… además tuvimos un caso muy grande de gastroenteritis que afectó a 340 personas”.
    También contextualizó el vínculo entre agua contaminada y salud pública: “Los metales pesados son cancerígenos, mutagénicos, van mutando de una generación en otra… nacen chiquitos con problemas… o fallecen de cáncer».

Denunciaba en Caleta Olivia la presencia de hidrocarburos, arsénico y metales pesados en el agua, además de enfermedades poco frecuentes que, como decía ella, “no tienen cura” y crecen en esa región patagónica. Alertaba con claridad: “No es solamente cáncer, sino Enfermedades Raras o Poco Frecuentes. Muchos pacientes no están bien atendidos… La situación se agrava cuando se trata de estas patologías: solo se ofrecen tratamientos paliativos.”

Un mal día le tocó a ella, ya con la certeza profunda de que la contaminación ambiental fue parte del combustible de su cáncer de hígado.

En agosto de 2015, en un foro en defensa del agua organizado en Comodoro Rivadavia, otras asambleístas como Lidia Campos, de la asamblea contra el fracking de Allen (Río Negro), la conocieron personalmente luego de años de tramar resistencia contra el extractivismo: “En el Foro en Comodoro había gente de todos lados… Y estaba Mary, que ya tenía problemas, como un problema en la boca del estómago… No se sabía bien… Uno tapa esas cosas y habla de la lucha, la salud quedaba en segundo plano. Mary no era de hablar de lo personal; siempre se preocupaba más por lo colectivo».

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Lidia y Mary, durante el acampe del Malón de la Paz en Buenos Aires, hace dos años.

La describe así: “Era menuda, callada. Pasaba desapercibida. Pero cuando abría la boca, te dejaba con la boca abierta. Sabía muchísimo. Y tenía una convicción inquebrantable.”

Recuerda Lidia que, en 2019, Mary pasó de la denuncia mediática a la judicial: presentó un amparo colectivo ante la Corte Suprema contra la contaminación del agua con hidrocarburos, arsénico y metales pesados. Denunciaba así, ante el máximo tribunal argentino, el abandono del sistema cloacal, basurales a cielo abierto, y exigía la puesta en marcha de una planta de ósmosis inversa paralizada (actualidadjuridicaambiental.com). En ese expediente Mary detallaba:

  • “Frecuentes interrupciones en el suministro… agua contaminada con hidrocarburos totales y arsénico… napas freáticas contaminadas por fracking…”.
  • Solicitaba medidas cautelares urgentes: provisión gratuita de agua apta, saneamiento cloacal, cierre de basurales y puesta en funcionamiento de la planta de ósmosis inversa.

Esa presentación inédita, que firmó ella misma, reflejaba años de trabajo comunitario, denuncias y… enfermedades. Pero su denuncia fue ignorada, archivada y judicialmente ninguneada: tras seis años, la Corte se declaró “incompetente” y desestimó el recurso, sin resolver la situación de fondo.

Mary no se rindió: en 2020 fue caminando hasta Balcarce 50 para presentar a través de Mesa de Entradas de la Casa Rosada una carta firmada por una red de organizaciones en defensa del agua dirigida a Alberto Fernández, denunciando la contaminación del agua y relacionándola lúcidamente con argumentos que el ex Presidente daba como recomendaciones durante la pandemia.

Lidia Campos es la que recupera y comparte a lavaca este documento, y la que como asambleísta define su legado: “Lo que ella hizo fue histórico. Vale la pena hablarlo para las próximas generaciones… En esta época hemos perdido tanta humanidad que a nadie le importa. Pero acá hay alguien que dio su vida. Dio, literalmente, su vida.”

El último recuerdo que Lidia conserva data del 14 de julio de 2023, durante una jornada de lucha contra Mekorot, la empresa nacional de agua israelí que intentaba desembarcar en Argentina con intenciones sospechosas. Relata Lidia: “Ella estaba afuera del Anexo del Congreso con los Jubilados Insurgentes para protestar… Después fuimos a una confitería. Le pregunté si había comido al mediodía… no había comido nada. Le sugerí unos tostados o medialunas con queso. Pidió un té. Cuando llegó lo que pedimos, no lo pudo comer”. Igual, se sacaron esta hermosa foto compartiendo. Y ese mismo día, antes de despedirse, Mary le regaló una pashmina rosa a Lidia para protegerla del frío.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Carlos Ponce, Mary y Lidia Campos: una amistad atravesada por la lucha ambiental del sur del país.

Abandonada

Cuando se enfermó y vio que su asamblea se desarmaba –entre otras cosas precisamente porque muchos enfermaban- Mary se trasladó a Buenos Aires. Pretendía resistir y atenderse bien, cosa que logró durante muchos años: su lucha logró que PAMI le asignara el Hospital Italiano para su tratamiento.

Tuvo un cáncer controlado que se descontroló al ritmo del deterioro del sistema de salud: primero Macri, luego Fernández, la pandemia y finalmente Milei como garrotazo final.

Desde 2023 su situación empeoró drásticamente. Su compañera Zulema, de Jubilados Insurgentes, relata: “El PAMI decía que tenían medicamentos para esa patología, pero no eran los que había indicado su médica… entonces no los aprobaban. A veces los recursos judiciales salían favorables, pero el PAMI tampoco los entregaba. La impotencia era terrible».

Sino miren este video.

María Teresa López dice claramente: “El mecanismo es simple: es eliminarnos, gastando menos… llegar al déficit cero… matándonos.”

El video la muestra junto a sus compañeros de Jubilados Insurgentes en un reclamo frente al PAMI por sus medicamentos.

Sigue: “Es más fácil eliminarnos de manera nefasta e inhumana… Para mí ustedes son asesinos, y les importa un bledo”.

Hoy, un año y mes después, Mary tenía razón.

Zulema continúa: “Ella no podía hacer la quimio porque la droga fundamental no estaba… íbamos al PAMI con compañeros, hacíamos reclamos, pero no facilitaban nada. Cuando le autorizaban un tratamiento de ocho sesiones, solo le entregaban dos dosis. Nos confesaron que no se molestaban en dar el tratamiento completo porque muchos morían antes… Pero Mary resistía, resistía… llegó un momento en que el cuerpo no resistió más».”

Una de las últimas veces de manifestación ante el PAMI, sin Mary, el personal de seguridad preguntó por ella en la puerta: “¿Cómo está Mary?”

La respuesta era obvia: mal.

Insurgente

Pese al deterioro físico, Mary se unió a los Jubilados Insurgentes. Entendió que el sistema no solo descarta a quienes enferma, sino también a los que ya no pueden “producir”.
Zulema recuerda: “¡Tenía un carácter! Ese carácter es el que la hizo resistir cuando muchos se daban por vencidos”.

Llegó a ese espacio dos años atrás, íntimamente vinculada con su enfermedad. “Se metió en todo lo legal… recursos, fiscalías, Comodoro Py… sabía de litigio ambiental”, dice Zulema.

El 12 de junio de 2024, durante la lucha contra la Ley de Bases, estuvo firme en Plaza los Dos Congresos. “Nosotros la cuidábamos porque estaba débil, pero se escapaba, quería seguir.” Conocía a todos. “Era muy luchadora. Y hablaba con energía. Siempre nos pedía que unamos las luchas».

Lo que posiblemente sea su último legado lúcido: unir las luchas del ambientalismo con las banderas de los jubilados.

Sobre su convicción, Zulema dice: “Cualquier cosita que ella hacía la asumía con total responsabilidad… vino con cartulina, se traía el cartel… Cuando asumió Milei hizo un cartel que decía ‘Toda la clase política es responsable de la debacle del país’, lo diseñó ella misma”.

La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos
Un cartelito que le hicieron tras su muerte, Clarisa y Agus, que lo dice todo: «Se lo hicimos porque ella era doña cartelitos, y lo dejamos con ella».

Otra anécdota: “Una vez vino a una reunión, con anotador en mano, ya predispuesta. Algunos comenzaron a hablar de su vida personal, y se enojó. Se levantó, juntó sus notas y se fue. Dijo: ‘acá se pierde tiempo, no van a llegar a nada’. Pero volvió. Con dramas y todo, no quería perder el tiempo: estaba alerta. Era consciente de que la tarea era enorme, y le ponía ímpetu”.

Mary sabía que no le quedaba mucho tiempo y por eso nunca bajó la guardia.

Siguió yendo cada miércoles a las rondas frente al Congreso, siempre con barbijo, para cuidarse y cuidar. Participó del Malón de la Paz, llevó agua, militó con grupos ambientalistas, jubilados y religiosos. Organizó actos, escribió cartas, e insistía en que el 22 de marzo, Día Mundial del Agua, había que salir a las calles. Siempre. Aunque lloviera, aunque doliera.

Porque Mary enseló que la muerte no es algo que ocurre al final: es eso que va sucediendo en vida ante la indiferencia, el silencio de los tribunales, el apagón de las protestas, la descomposición del cuidado, la impunidad de los contaminadores y la complicidad del silencio.

La muerte es el abandono.

La muerte es el olvido.

Y en ese sentido, Mary sigue más viva que nunca.

odas las agrupaciones de jubilados que se juntan los miércoles a protestar en Congreso, preparan un homenaje a Mary y, a través de ella, “a todas las víctimas del sistema y de este plan siniestro de exterminio de los más vulnerables”.

Será mañana, después de la marcha, en un acto en Plaza de Mayo.

Mary: gracias.

Hasta mañana.

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Pablo Grillo: llaman a indagatoria al gendarme Guerrero a seis meses de un disparo criminal

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El 2 de septiembre el gendarme que disparó una granada de gas lacrimógeno por fuera de todos los protocolos de la fuerza deberá comparecer ante la justicia. La decisión la tomó la jueza María Servini de Cubría más de cuatro meses después del hecho. Pablo Grillo luchó por su vida, perdió masa encefálica y hoy se encuentra en plena rehabilitación. Todo lo que deberá explicar Héctor Guerrero y que implica a su principal defensora y la responsable de la violencia estatal: Patricia Bullrich.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cuatro meses y una semana pasaron desde el miércoles 12 de marzo. Ese día, durante otra violenta represión a la marcha de jubilados y jubiladas, el Gendarme Héctor Guerrero le disparó fuera de toda legalidad una granada de gas lacrimógeno al reportero gráfico Pablo Grillo, cuyo impacto casi lo mata, y por el que perdió parte de la masa encefálica, estuvo casi tres meses internado en terapia intensiva en el Hospital Ramos Mejía y por el que hoy continúa en proceso de rehabilitación. Cuatro meses y una semana pasaron hasta hoy, lunes 21 de julio, en el que la jueza María Servini citó a indagatoria al gendarme, autor material de lanzamiento, para el próximo 2 de septiembre.

Es decir: entre la ejecución y la audiencia habrán pasado 131 días, casi seis meses, casi medio año. 

El camino de la in-justicia

En un primer momento, la jueza había rechazado el expediente y el caso había pasado al Juzgado Federal N° 12, donde tramitaba otra denuncia por los mismos hechos. Como ese juzgado estaba vacante y subrogado por Ariel Lijo, quien también se declaró incompetente y declinó la competencia, el expediente regresó al Juzgado N° 1 el 28 de marzo y la jueza Servini lo tiene en sus manos desde el 10 de abril, a la vuelta de una licencia. 

La cronología detalla el tiempo que una familia debe atravesar para exigir justicia por un hecho de violencia estatal: desde el 21 de marzo en que el papá, la mamá y el hermano de Pablo se presentaron en la causa como querellantes, solicitaron se llame a Guerrero a declarar “en calidad de imputado, por tentativa de homicidio agravado por abuso funcional, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público”. Pero no hubo respuesta. Por eso, el 6 de junio, reiteraron el pedido con estos argumentos: “Desde el inicio de la investigación, todas y cada una de las pruebas recabadas por el Juzgado corroboran lo que planteamos en nuestra querella del 21 de marzo: el cabo primero Héctor Jesús Guerrero de la Gendarmería Nacional Argentina fue el autor del disparo de la pistola lanzagases que hirió de gravedad a Pablo Grillo el 12 de marzo a las 17.18hs”. Y agregaron: “En el pedido que presentamos ante la jueza Servini ofrecemos una descripción de los hechos y un análisis pormenorizado de los elementos de prueba existentes hasta el momento”.

Y no hubo dos sin tres: el 15 de julio se le volvió a exigir al Juzgado que lo cite a Guerrero. 

Y la tercera fue la vencida: este lunes, Servini citó a prestar declaración indagatoria al cabo Guerrero como autor del disparo con cartucho de gas lacrimógeno calibre 38mm que impactó en la cabeza de Pablo Grillo. La audiencia será el 2 de septiembre a las 10. 

Guerrero es el primer efectivo formalmente imputado en la causa por el operativo policial del 12 de marzo. 

Desde la querella informaron: “El juzgado ordenó la realización de una pericia balística a cargo de la División Balística de la Policía de la Ciudad para reconstruir con el mayor nivel de precisión técnica posible el disparo que hirió de gravedad a Pablo. Si bien la jueza consideró que ya existen elementos de prueba contundentes respecto de la responsabilidad de Guerrero para esta instancia, sostuvo que la pericia es necesaria para afianzar la reconstrucción de la dinámica del hecho”.

 La pericia tendrá como objetivos precisar:

-La trayectoria y velocidad del proyectil que impactó en la cabeza de Pablo Grillo;

-La posición del arma al momento de efectuarse el disparo y el ángulo de salida del proyectil; 

-Analizar si el proyectil impactó previamente contra otra superficie, y si eso alteró su dirección o energía.

-Las ubicaciones de Grillo y de Guerrero al momento del disparo.

El juzgado también ordenó, previo a la pericia, una inspección en el lugar del hecho (la esquina de Hipólito Yrigoyen y Solís) que incluirá un relevamiento fotográfico terrestre y aéreo y la elaboración de un croquis detallado de la escena. 

Además, le prohibió a Guerrero la salida del país.

Compartimos el perfil de Pablo que realizamos en la edición 203 de MU.

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Docente:

Mariano Randazzo, comunicador y realizador sonoro con más de 30 años de experiencia en radio. Trabaja en medios comunitarios, públicos y privados. Participó en más de 20 proyectos de podcast, ocupando distintos roles de producción. También es docente y capacitador.

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