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Despidos masivos en Clarín: historias de otro capítulo del «periodismo de infantería»

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Habían anunciado un «rediseño» y hoy la empresa amaneció vallada y con presencia policial. Fue así que hasta ahora 56 trabajadoras y trabajadores de Clarín se enteraron de que estaban despedidos a través de personal de seguridad. No hay crisis: la empresa acumula la mayor pauta oficial en esta etapa (1.400 millones de pesos), concentra el 43% del mercado y consiguió la fusión con Telecom. Entre las cesantías hay un periodista deportivo que acaba de ser papá, una diseñadora con un bebé de ocho meses y reporteros con 30 años de trayectoria. El recuerdo de los despidos masivos del 2001. Crónica y fotos desde Tacuarí al 1800, en otra escena del fin del periodismo en Argentina. 
Después de 25 años de trabajar como reportero gráfico en Clarín, Diego Díaz se encontró con una valla que atravesaba todo el frente de la empresa. Para poder ingresar, cada trabajador debía atravesar dos puertas metálicas. La primera se abría de forma automática si el personal de seguridad comprobaba que la persona que llegaba no estaba anotada en un listado que tenía en sus manos.
Luego, esperaba en un corralito enrejado, hasta que un policía abría la segunda puerta.
«¿Su nombre?» le preguntó el guardia, detrás de la reja. «Diego Díaz» respondió el fotógrafo.
-¿Y qué te dijeron?
-Que ya no pertenecía más a la empresa.
Díaz se quedó, literalmente, en la calle. Luego, el guardia le preguntó si había recibido un mail. Miró el celular: tenía un nuevo correo. Eran las siete de la mañana. El mail decía lo siguiente:

  • “Nos dirigimos a usted para notificarle que Arte Gráfico Editorial Argentino S.A ha decidido prescindir de sus servicios a partir del día 17 de Abril de 2019. Haberes, liquidación final,  indemnización legal y certificados previstos en el artículo 80 L.C.T estarán a disposición en términos y plazos de ley debiendo comunicarse a los teléfonos 15-xxxx-2849 / 15-xxxx-7459  Queda usted debidamente notificado. La Empresa”.
Despidos masivos en Clarín: historias de otro capítulo del «periodismo de infantería»

Personal de seguridad lee nombres en la lista. Si la persona figura, no pasa: fue despedida. Foto: Lina Etchesuri

«Reingeniería» y «sustentabilidad»

Mientras tanto, al resto de los trabajadores les llegó otro correo, firmado por el gerente general de la compañía, Héctor Aranda,  en el que anunciaban la reestructuración debido a lo que llamaron un “proceso de reingeniería”. Textual del comunicado: “Estas decisiones, que hoy están tomando diarios importantes en todo el mundo, son por cierto difíciles, pero apuntan a lograr un modelo de negocios que asegure la sustentabilidad en el ejercicio del periodismo en los próximos años”.
Con el correr de las horas, Díaz supo que –al menos- había otros 55 compañeros y compañeras en esa misma lista. Ahora, frente a la empresa, y luego de la asamblea en la que el cuerpo de delegados de la Comisión Interna comunicó que de forma unánime se votó un paro de 12 horas para exigir la apertura de una mesa de negociación, el fotógrafo dice a lavaca: “Hace poco más de dos años que vienen ofreciendo retiros voluntarios. A mí me llamaron, me preguntaron si quería, pero les dije que, como es voluntario, no lo iba a tomar. Mi viejo falleció hace dos años, mi mamá está sola, tengo un hijo terminando la facultad y hoy en día dependo mucho de este laburo. Estoy muy triste.”.
Las palabras de Díaz hilvanan un testimonio más del fin del periodismo, en una nueva situación que se suma a los despidos de la planta gráfica de La Nación y Editorial Atlántida, entre otros.

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Foto: Lina Etchesuri

La lógica Clarín

Hace cinco días, Clarín había anunciado el rediseño de la redacción “para acelerar la transformación digital”, en un hecho que definió como una “apuesta a la calidad y al crecimiento de su audiencia”.
La nota cerraba así: “Internet cambió todo pero hay cosas que de ningún modo van a cambiar para los que apostamos por el periodismo: el contacto con la gente, el espíritu crítico, la condena a los autoritarismos del color que sean y la defensa de los valores democráticos”.
Frente a la empresa vallada y con custodia policial, los trabajadores mencionan que lo que tampoco cambió fue el modus operandi de Clarín. Entre los despedidos hay un periodista de deportes que estaba de licencia: ayer había sido papá. Otra trabajadora fue echada con una beba de ocho meses. Y en la calle tampoco pueden explicar despidos como el de Enrique Gastañaga, redactor de Deportes desde 1993, y único corresponsal del diario en el Mundial de Rusia. “No hay criterio”, subraya a lavaca Francisco Paco Rabini, delegado de la Comisión Gremial. “No entendemos cómo se hizo esa lista, pero es una decisión muy desafortunada. Han despedido gente muy valiosa. Hay gente con 30 años en la empresa y otra con 2. Trabajadores de 60 años y otros de 23. No hay mucha lógica”.
Otros datos de contexto:

  • Fue la empresa que más dinero recibió en concepto de publicidad oficial en 2018: 388 millones de pesos. Desde la llegada de Cambiemos, acumula más de 1400 millones.
  • Clarín concentra el 43 por ciento del mercado de prensa gráfica.
  • Según especificó el Primer Monitoreo sobre la Propiedad de Medios, realizado por Tiempo Argentino y Reporteros sin Fronteras, “Clarín se fusionó con Telecom para generar uno de los tres grupos empresariales más grandes de la economía argentina y el más poderoso de la historia de las comunicaciones locales”.

La Gerencia de Capital Humano notificó a la Comisión Interna la cifra de 56 despidos, aunque no informó el listado de nombres. “Tras el contacto con cada compañera y compañero durante toda la jornada, relevamos que la cantidad de puestos de trabajo involucrados es aún mucho mayor”, denunció el cuerpo de delegados.
¿Cómo se explica la medida en medio del anuncio del rediseño? Rabini a lavaca: “Cuando anunciaron esto, todos los jefes dijeron que iban a obligar a los redactores a trabajar una hora más. Si exigen eso, es porque hay más trabajo y menos gente. ¿Cómo puede ser ahora que los que sobran hoy sean los trabajadores?”.

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Foto: Lina Etchesuri

“Nos trataron como perros”

Rubén Digilio también se enteró de su despido cuando no lo dejaron ingresar a la jaula. Llevaba casi 21 años trabajando como fotógrafo en la empresa (primero en Viva y luego en Clarín) y le faltaban dos años y medio para jubilarse. “Hoy me desperté con un amigo que me llamó diciéndome que lo habían despedido junto a dos compañeros más. Me puse muy mal. No veía la hora de llegar y estar con ellos. Me enteré en la puerta. Fue un golpe durísimo. Pero lo que más me duele es el trato: nos trataron como perros. La bronca es tremenda”.
Entre abrazos y llantos, muchos periodistas no quieren hablar. Muchos recuerdan los despidos masivos del 4 de noviembre del 2000, cuando el diario amaneció con personal policial cercando la periferia de la empresa. Como si la noticia fuera la misma que la de hoy, el personal de seguridad tenía la lista completa de empleados, con los nombres marcados de quienes no podían ingresar: fueron 117 despidos. Aquel día a la tarde los trabajadores decidieron ingresar, pero la Infantería los reprimió.
Digilio a lavaca: “Esto se veían venir. Estaban increpando mucho para que aceptaran los retiros voluntarios. Había un clima horrible. Era imposible estar ahí adentro. Es tristísimo”.

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Foto: Lina Etchesuri

La invalidez de lo arbitrario

Hace más de diez años que Natalia Figueroa trabaja como diseñadora en la empresa. Empezó en la sección de Zonales, pasó como colaboradora en Viva, luego estuvo en el La Razón (que había quedado en manos de Clarín), pero cerró y la pasaron a Muy, que también cerró, y así llegó hasta la edición de tapa del diario.
También se enteró de los despidos en la mañana. “En el grupo de WhatsApp de nuestro equipo mandaron una foto con el diario lleno de policías. Nos mandaron mail con un número para que llamemos. Llamé. Es un número de un estudio contable, para ver el tema de la liquidación”.
Figueroa describe que la situación interna venía mal hacía tiempo. “Mucha precarización, sueldos atrasadísimos, nunca un extra de nada, siempre se trabajó de noche y nunca se pagaron las horas nocturnas. El ambiente era muy feo, muchos trabajaban horas de más, y cuando querías pedirte vacaciones casi que tenías que ir de rodillas: como hay menos compañeros, teníamos que adecuarnos a lo que la empresa quería. Y esto sin mencionar que la calidad del diario bajó muchísimo. Dicen que la publicidad bajó, pero yo reviso el diario todos los días: es mentira”.
Guillermo Gianibelli es el abogado del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) y de la Comisón Interna de Clarín: “Lo que tenemos hasta ahora es que aparentemente 56 compañeros de Clarín y Olé han sido impedidos de ingresar. En algunos casos llegó telegrama, en otros no. La caracterización es que son despidos de carácter colectivo, son masivos. No es un despido individual, disciplinario, sino que son despidos sin causa, por lo tanto la empresa deberían acudir a procedimientos previsto por la ley de carácter previo. Consideramos que son más  de 1000 trabajadores los de Clarín: cuando los despidos son más del 5 por ciento, corresponde el procedimiento. Pero aunque no diera el número, hay una regulación que es el decreto 265/2002, que obliga a pasar por una instancia previa. Es decir, en todos los casos, Clarín debería haber acudido a un procedimiento previo. En consecuencia, son despidos inválidos y pedimos la reincorporación”.
Los trabajadores exigirán la apertura de una mesa de negociación.
Por ese motivo, anunciaron un paro de 12 horas y no ven a los despidos como el fin, sino como el comienzo de una lucha.
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El corralito de los despidos.
Foto: Lina Ecthesuri


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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

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Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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