Sigamos en contacto

Nota

EITAR sin patrón: la olla, la lucha y el sueño de la autogestión.

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

La metalúrgica Eitar de Bernal quebró luego de 60 años de producción y los dueños vaciaron la fábrica. Los 240 trabajadores resisten junto a sus hijos en la puerta del lugar, donde venden comida y realizan trueques. Historia de una empresa que hace pocos años era líder en producción nacional y que ahora busca una salida autogestiva. Se puede colaborar con lxs trabajadorxs acercándose a la calle 189 – 950, Bernal Oeste, Provincia de Buenos Aires.

Por Néstor Saracho

Va cayendo la tarde del último sábado de mayo de 2019 en Bernal. Las avenidas comienzan a convertirse en diagonales y las calles, en cortadas y pasajes de tierra. Desde el portón de la calle 189 se ven la parrilla, las mesas con ropa, las banderas y algunos trabajadores y trabajadoras de la metalúrgica EITAR. A su costado, un grupo de peques juega a la pelota y otro a los jueguitos en los celulares de sus madres y padres.
Liliana tiene 18 años de antigüedad como supervisora del sector grupo magnético; Patricia, 16 años de antigüedad como operaria. Entre ambas rearman la historia reciente: “El martes (21 de mayo) a las once, doce de la noche empezaron los mensajes: ´se están llevando cosas, están robando la empresa´. Esa misma noche empezó a venir gente a ver si era cierto, y sí: se habían llevado las CPU, matrices, planos”.
La historia detrás del autorobo es, como en toda recuperada, la historia de un vaciamiento a espaldas de los trabajadores. Patricia: “El día anterior, el gerente de producción le había pedido las llaves a los chicos. ¿Qué hicieron? Se llevaron todas las matrices, todos los planos y de las CPU toda la información contable que se guarda acá en las oficinas y los programas de operación de maquinarias”. Un compañero suma: “Los planos de las piezas y cómo preparar las máquinas lo tengo todo acá, en la cabeza. Lo que sí es necesario son las matrices. Son muy caras de mandarlas a hacer”.

EITAR sin patrón: la olla, la lucha y el sueño de la autogestión.

Foto: Néstor Saracho.


¿Cómo se llegó a esto? Los trabajadores hablan de “malos manejos” y de “falta de inversión” ante una crisis que empezó con la apertura de las importaciones, pero que no había impactado aún sobre el ritmo de producción. Patricia: “Se venía trabajando bien, no entendemos por qué de un día para el otro pasó lo que pasó. Jamás se hizo la cantidad de termostatos que se hicieron, había trabajo.  Venían diciendo que había que esperar a que pase mayo porque después el trabajo se venía con todo. Hasta el último día se trabajó y se entregaron pedidos. El último martes estuvimos trabajando a reglamento para ver si pagaban, porque estaban apurados para preparar los pedidos. El jefe de producción me comunica: ‘Liliana, si la gente quiere irse, que se vayan, total el día no lo van a trabajar. Se le paga el día como una suspensión y que se vayan todos.’ Nosotros nos fuimos todos y nos suspendían hasta el lunes. Ese mismo martes a la noche se llevaron todas las matrices y archivos. Hasta último momento estuvimos con que se venía el laburo con todo”.
Hernán Sosa, operario del sector de quemadores y delegado desde 2009, repasa la historia personal, que es la de su trabajo en EITAR: “En 2003 terminé la secundaria y el 17 de febrero de 2004 empecé a trabajar en contrato por agencia. Estuve así por tres años y medio. Eso lo menciono porque empezaron a decir que hace diez años la empresa daba pérdida. Casualidad: hace diez años nos pudimos organizar sindicalmente. Hemos puesto delegados, luego los tuvieron los supervisores. Nosotros entendemos que la pérdida para ellos era la regularización de ciertos derechos que no se cumplían acá. Antes teníamos horas extras y premios en negro. La antigüedad por agencia también se fue reconociendo. Hemos tenido el caso de una chica que le reconocieron trece años de antigüedad por agencia. Los derechos que fuimos conquistando fueron las pérdidas para los dueños”.
Continúa: “El cambio de gobierno con la apertura de importaciones nos jugó totalmente en contra. Nosotros terminamos un 2015 siendo líderes del mercado, manteniendo el 92% de producción acá. En ese tiempo recién comenzaba a surgir Armengol en Burzaco. Lo que siempre destacó a EITAR es el tema de la calidad: nosotros siempre nos lo pusimos como objetivo. En los momentos que aumentaba la demanda, siempre tratamos de priorizar la calidad”.
EITAR sin patrón: la olla, la lucha y el sueño de la autogestión.
Entre los clientes estaban marcas reconocidas como ORBIS, LONGVIE y DOMEC. Si bien llegaron a exportar, en los últimos tiempos la clientela es toda nacional. Una posible competencia, la empresa ARMENGOL en Burzaco, también le está pasando lo mismo: con la devaluación no podían traer material de afuera. Aclara Hernán: “Una cosa era competir con alguien interno y otra competir con el mundo. La apertura de las importaciones nos desbastó. Marcas grandes como ORBIS empezaron a comprar afuera. Arrancamos 2016 con setenta compañeros despedidos e iniciando un nuevo modelo económico y político. Se dejó un premio por presentismo. Las suspensiones comenzaron a tener una vía interna, no ministerial. El último año fue manejarse en el día a día”.
A fines de mayo, los dueños tuvieron una audiencia la Secretaría de Trabajo para ver si remontaban la situación. “Teníamos una esperanza de que ellos quisieran seguir. Pero no. Los trabajadores pusimos el hombro y más para sacar a EITAR adelante. No pagaron a la AFIP, vino el embargo y la quiebra, nos retuvieron los aportes. Nosotros dimos todo y ellos se fueron”.
‘Yo hasta acá llegué, dije. Luego pensé que tengo que seguir por los 17 años que llevo acá la mayoría que estamos acá´: ¿dónde vamos a conseguir trabajo? Hay gente que le falta poquito para jubilarse luego de treinta, cuarenta años de trabajar acá2, reflexiona Liliana.
La empresa, una vida
De un total de doscientas cuarenta personas, ciento cuarenta son mujeres. Dice Liliana: “La mayoría fueron mamás acá. No es un capricho seguir acá. Otras empresas dependen de nosotros.” ¿Cuál es la profundidad de la situación? “Nosotros en EITAR somos 240 personas, pero detrás hay otros proveedores. Nos llamó uno llorando, diciendo que el 90% de lo que produce, lo entrega para nosotros. Un delegado de ECOTERMO, nos llamó diciendo que ellos están mal, que tienen material para trabajar diez días y se le acaba.  Entre los proveedores hay unas 20 empresas. Calcule usted cuántos puestos de trabajo se ven afectados por la quiebra de EITAR. La autogestión en este caso ayudaría a evitar que se profundice cada vez más la crisis actual.”
Cuentan que saben trabajar y están dispuestos a seguir. “Ya no habrá un jefe o dos gremios, ya somos todos iguales.” Consultadas sobre otras experiencias de fábricas o empresas recuperadas, Liliana comenta: “No conozco ningún caso”. Patricia: “Vinieron a hablar trabajadores de otras fábricas. Nos dijeron que no es fácil, una muchacha era operaria, otro clarkista. Hay que tener paciencia y aprender mucho. Nosotros venimos, trabajamos y nos vamos. Los que vendían eran otros”.
EITAR sin patrón: la olla, la lucha y el sueño de la autogestión.

Foto: Néstor Saracho.


Se viene la temporada de aprendizajes. Sobre la nueva forma de organización: “Ya no seríamos delegados pero continuamos activos como una especie de referentes con la transparencia para informar. Aunque en la asamblea parezcamos ingenuos, lo importante es la transparencia.” Y remata: “En estos tres años, quienes estuvimos padeciendo, sentíamos que se venía venir la quiebra o la crisis de la fábrica pero no en este mes, los gerentes y los de ventas te mostraban los pedidos que había. No lo esperábamos ahora.”
La quiebra tramita en el Juzgado en lo Civil y Comercial Nº 14, del departamento Judicial de Lomas de Zamora, a cargo del Dr. Osvaldo Sergio Lezcano. Él es quien deberá contemplar la idea de la autogestión obrera.
Hernán: “Estamos totalmente en desacuerdo con el modelo de país que estamos teniendo, siempre apoyamos un modelo industrial. Hoy lo escuchamos al presidente diciendo ‘El país se hace trabajando’, nosotros somos los primeros en entender esa frase. Viendo las realidades, quien no entiende es él. Lo toma como un chascarrillo, una frase hecha y para nosotros es piel.”
No queriendo tener una postura electoralista, en algunas fábricas recuperadas el cambio de gobierno fue apoyado por hasta el cincuenta por ciento de los trabajadores. “No  creo que hayamos llegado al 50 pero un 20 por ciento, seguro. Nos insistieron con la campaña del miedo y el miedo es lo que estamos viviendo hoy. Quienes reconocen que votaron el cambio se están arrepintiendo. La mayoría de los empresarios saben que se les viene la noche con la onda verde que les dieron. Este proyecto político y económico nos llevó a esto. El viernes recibimos una donación del Ministerio de siete mil quinientos kilos de mercadería.”
“No queremos un plan social, queremos trabajar”
Explica Liliana: “Acá hay gente con 40 años de antigüedad. Quienes menos antigüedad tienen están hace diez años. Tenemos que formar una cooperativa para trabajar, estamos capacitados para seguir. No queremos un plan social: queremos laburar. Produciendo barrales y válvulas de seguridad, para calefones, estufas y termotanques. Sí necesitamos que el Estado nos dé materia prima para empezar a trabajar, y eso es lo que nos va a hacer falta para empezar a producir”.
EITAR sin patrón: la olla, la lucha y el sueño de la autogestión.

Foto: Néstor Saracho.


Patricia analiza: “No entiendo a este Estado. Te da aumentos todo el tiempo, la luz, el gas, la nafta, el boleto, la escuela. El sueldo siempre está en el mismo lugar. A estos (los empresarios) les permiten hacer lo que quieren, no les impiden nadie nada. Hoy dicen: ‘mañana quebramos, mañana echamos’. Somos juguetes porque se lo permiten, a partir de un Estado te deja sin trabajo, sin ingresos y te da aumentos… ¿Cómo hago cuando llegan las boletas de lo necesario? No te digo el cable, el teléfono o un celular: el gas, el agua y la luz. ¿Cómo duermo yo a la noche? Si tengo que comprar para comer y cuando llega la luz, tengo que pagar el aumento. Anteriormente cuando me lo aumentaste, mi sueldo siguió siempre igual. Aumentan 20% la luz y tu sueldo el 3%. Se lo comió tres veces ese aumento. Nunca podemos salir adelante. Para mí que hay algo que está mal: te sentís atado. No puedo creer que sigan cerrando fábricas y ellos quieren hacernos pensar que dejaron todo patas para arriba y nos hacen esto para solucionarlo. ¿Para sacarnos de dónde? Si cada vez me estás tirando más al fondo. ¿Cuándo voy a salir de esto? La cabeza nos explota de pensar. Las empresas siguen quebrando, prendés la tele y todos los días hay una empresa que cierra, que quiebra, que hizo reducción de personal, que no te quieren pagar tus años de indemnización: ‘te vas con lo que yo te doy, si no te gusta te vas con las manos vacías.’ A quien quiere trabajar, no lo dejan y quien tiene trabajo, tiene que trabajar por la mitad. A mi marido en diciembre le pasó lo mismo, está haciendo el mismo trabajo por la mitad del sueldo que tenía. De tener dos sueldos, ahora tengo medio sueldo.”
Sigue Liliana: “Aguantamos un montón de cosas. Que no nos paguen premios, aguinaldo, vacaciones y retroactivos. Seguíamos poniendo el lomo para seguir trabajando.”
Patricia: “Nos pesa en la cabeza las empresas que van a pasar esto, delegados de otras empresas que tienen trabajo para veinte días, ¿y después? Porque esto se va a hacer una cadena, unos van a tener trabajo veinte días, otros diez y esas familias van a padecer lo que nosotros estamos padeciendo. No somos 240 personas nada más, en diez, veinte o treinta días, empiezan a caer las otras empresas.”
“¡Esto tiene que empezar a funcionar cuanto antes!”, dice Liliana: “La AFIP embargó toda la plata que tenían para pagar los sueldos. El Estado tiene que hacer algo. Necesitamos un respiro para poder empezar con la cooperativa. Queremos que nos paguen lo que nos quedaron debiendo, mínimo, ya no pedimos la indemnización. Que el Estado tenga conciencia y nos dé un pequeño alivio. No estamos pidiendo una ayuda, es nuestra plata. Somos laburadores, estamos dispuestos a resignar cosas con tal de trabajar.” Y continúa: “Hemos dejado a nuestros chicos, no hemos ido a actos escolares, capaz que no es importante pero para los chicos es re importante. Siempre dijimos ‘nosotros tenemos que trabajar’, nos perdemos la crianza de nuestros hijos por dar todo acá.”
Los fines de semana vienen todos los chicos, la nieta de Liliana viene todos los días después del colegio. “No los podemos dejar solos. Los matrimonios vienen a la noche y al mediodía a comer acá.” Dice Liliana, quien hizo su casa. Su hija Débora que también trabaja allí tiene dos hijas: Sofía y Luna. Patricia crió a sus hijos Gabriel y Giselle.
Otro logro de la Macrisis, según Patricia: “Hoy estuvimos con las puertas abiertas, haciendo un trueque de ropa por comida. Se vende choripán, bondiola, pizza, tortilla, tortas fritas, pastelitos. Lo que se puede hacer, se vende. Se viene a comer acá. Hay muchos que viven acá cerca, entonces todo lo que vamos juntando es para bancar los boletos para que continúen viniendo quienes viven lejos. Hay más de 10 matrimonios que se conocieron acá, y nos dejaron en La Pampa y la vía. Los mensualizados trabajamos el mes completo y los quincenales tenían que cobrar la quincena. Ni esto pagaron. No tuvieron la dignidad de decir: ‘bueno, me mandé una cagada, nos vamos’… pero nos hubieran pagado el último mes. Nadie tiene un ahorrito, nos dejaron tirados y a la deriva”
El 25 de mayo hicieron un locro. “Los vecinos se portan de diez, apenas ponemos un cartel, vienen y compran. Cuando trabajábamos, habíamos conseguido que puedan entrar al comedor y vender.”
Va cayendo la noche en Bernal Oeste. Entre mates y reparto de bolsas de mercadería, es momento de la rotación. Algunxs compañerxs les toca descansar después de una larga jornada. Otrxs recién comienzan el turno.
Así reparten las energías para sostener la olla, la lucha y el sueño de la autogestión.
EITAR sin patrón: la olla, la lucha y el sueño de la autogestión.

Foto: Néstor Saracho

Nota

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

Seguir leyendo

Nota

Orgullo

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Seguir leyendo

Nota

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente. ©2025 Agencia lavaca.org. Riobamba 143, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa de Trabajo Lavaca ltda. Número de propiedad intelectual: 50682265 - [email protected] | Tel.: +54 9 11 2632-0383

Vistas el día de hoy: 37.031