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Rosario: barbijos y ciencia digna para un país sin venenos
Miles de personas se movilizaron en Rosario en la Marcha Plurinacional de los Barbijos en rechazo al modelo agroindustrial: además de la producción transgénica, desde los puertos privados cercanos a Rosario sale el 70% de la soja de Argentina. La confluencia de más de 170 adhesiones de organizaciones ambientales, políticas, sociales de todo el país contó además con la presencia de Nora Cortiñas. La marcha fue el corolario de la primera jornada del quinto Congreso de Salud Socioambiental. Las mentiras de las Buenas Prácticas Agrícolas, el modelo anacrónico, la actualidad legislativa sobre agrotóxicos y la percepción social del problema.
“No sólo Santa Fe es la segunda productora de soja del país, sino que en Rosario tenemos, además, todo el cordón industrial donde funcionan los puertos: de aquí sale el 70% de la soja de Argentina”.
Carlos Manessi es integrante del Centro de Protección a la Naturaleza (Cepronat) y de la campaña Paren de Fumigar, y así grafica a lavaca la cartografía provincial bajo la que miles de personas se movilizaron por primera vez en Rosario en la Marcha Plurinacional de los Barbijos, en sintonía con el Día Mundial del Medio Ambiente, en rechazo al modelo agroindustrial y extractivo en una confluencia de más de 170 adhesiones de organizaciones ambientales, políticas, sociales y de derechos humanos de todo el país, y que contó además con la presencia de la Madre de Plaza de Mayo Línea-Fundadora, Nora Cortiñas, marchando con su propio barbijo blanco junto a la bióloga Alicia Massarini.Nora Cortiñas marchó junto a la científica Alicia Massarini (con el cartel «agrotóxicos matan»). Fotos: David Silva.
También coincidió con el cierre del primer día del V Congreso de Salud Socioambiental realizado en la Universidad Nacional de Rosario (UNR), que se extenderá hasta este viernes. El director del Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad y director de la Práctica Final de la carrera de Medicina, Damián Verzeñassi, uno de los organizadores del evento, dijo a esta agencia que el foco está puesto en la construcción de “ciencia digna para la salud de la madre tierra”.
La marcha convocó a miles de personas que marcharon de la Plaza San Martín (frente a la gobernación provincial) hasta el Monumento a la Bandera. Manessi tiene una palabra para describir la concentración del modelo en Rosario: “Es monstruoso. Pero, además de los puertos, están las fábricas que elaboran en base a la soja y al maíz transgénico”.
Lo que representa Rosario: “Tiene un peso simbólico de la institucionalidad del modelo agroindustrial: aquí están la Bolsa de Comercio, la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa (Aapresid), las grandes cooperativas y los puertos del cordón industrial. Es emblemático”.
Ese rechazo a un estilo de producción que cada vez parece más anacrónico es el que quedó claro en una marcha histórica.
Pueblos en la universidad
El Congreso se realiza desde 2011 y, cada dos años, reúne a movimientos sociales, médicos, sindicatos, referentes de derechos humanos y periodistas para pensar el rol de la ciencia en los problemas socioambientales. Verzeñassi es uno de sus impulsores desde el comienzo: “Empezamos a partir de la propuesta de Paren de Fumigarnos y del Foro Ecologista de Paraná y de Santa Fe, que propusieron un espacio que convocara a los movimientos sociales y a los pueblos”.
Además de la presencia de Nora Cortiñas, esta quinta edición reunirá, entre otres, a productores de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) para hablar sobre el proceso de otro modo de producción de alimentos; a científicos como Damián Marino, del Equipo Interdisciplinario de Interacción Socio Ambiental (EMISA) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP); a vecinos de la coordinadora Basta es Basta, que explicaron la importancia de la ciencia digna y de los trabajos de la universidad pública en los fallos que lograron prohibir las fumigaciones en las escuelas; y a la periodista norteamericana Carey Gillian, clave en la divulgación de los Monsanto Papers. También estará la periodista Anabel Pomar, quien a través del sitio monsantopapers.lavaca.org y la revista MU puso en agenda los principales reportes de los Monsanto Papers y relevó la marcha de los juicios y las primeras tres condenas contra Monsanto y el glifosato en Estados Unidos.
El Congreso contó con la inscripción de más de 150 personas. Verzeñassi subraya: “Para nosotros generó un hecho histórico: que la universidad abra nuevamente sus puertas para colmarse de los pueblos. Los movimientos siguen siendo nuestro motor y razón de ser. Es muy importante esa amalgama y esa confluencia que logramos, desde las diversidades y con nuestras diferencias, pero con la convicción de que así se puede seguir avanzando juntos”.
Las “buenas prácticas” no existen
La Marcha de los Barbijos reunió la adhesión de más de 170 organizaciones en una construcción multisectorial que lleva más de seis meses de discusiones para visibilizar los problemas ambientales del territorio. Manessi explica que los movimientos impulsores decidieron abrir la convocatoria a todas las organizaciones políticas, ambientales y sociales que quisieran co-organizar la marcha.
Y apunta: “Con ese espíritu, la idea es visibilizar todas las problemáticas ambientales. No son sólo los agrotóxicos en Rosario o en Santa Fe. Si bien el principal problema socioambiental es el modelo agroindustrial, entendemos que en otras regiones hay proyectos de megaminería, de fracking, de papeleras, y ampliamos a otros problemas generales del territorio como las antenas celulares”.
Una de las asambleas que marchó fue la de Villa Constitución Sin Venenos, que hace dos años están exigiendo una consulta popular (reunieron 10 mil firmas) para que sean los vecinos y vecinas quienes decidan sobre la instalación de un depósito de fertilizantes en la Zona Franca Santafesina, donde acamparon casi dos meses y sufrieron la represión de la policía mientras se manifestaban pacíficamente en rechazo al ingreso de 20 camiones con productos químicos. Los efectivos dispararon al aire, lanzaron gases, golpearon a mujeres y jubilados y detuvieron a cuatro personas. Hoy acampan frente la plaza municipal. La historia completa está en la edición 135 de MU.
A nivel legislativo, Manessi explica que en 2018 se lograron “éxitos relativos”. Uno de ellos fue la ordenanza que prohibió el uso de glifosato en Rosario y Santa Fe. “Si bien acá no se utilizan grandes cantidades, es muy simbólico, y un triunfo frente al agronegocio”.
El mensaje llegó: el lobby sojero estalló y manifestó su repudio. Manessi: “Fue un paso adelante en la visibilización de la salud de las personas, porque es muy fuerte para otros pueblos”.
A nivel provincial, el proyecto de ley que busca modificar la Ley de Agrotóxicos perdió estado parlamentario por cuarta vez consecutiva. Las organizaciones lo volvieron a presentar. «Solicitamos un límite de 1500 metros de fumigaciones alrededor de pueblos, humedales, escuelas rurales. Es decir, donde vive la gente. Y también prohibir las fumigaciones aéreas en toda la provincia. Sabemos que no es fácil de lograr. El lobby sojero es muy fuerte. La ministra de producción, Alicia Ciciliani, es una lobista del agronegocio y está impulsando el tema de las buenas prácticas agrícolas”.
La coordinadora Basta es Basta difundió especialmente la edición 135 de MU, en la que el ingeniero agrónomo Damián Pettovello explicó por qué “las Buenas Prácticas Agrícolas no existen”. Petovello era consultor externo de empresas como Bayer y DuPont, haciendo las evaluaciones de los productos para el campo (herbicidas, fungicidas, insecticidas) previas a la salida al mercado, para diseñar su posicionamiento. Al analizar y comprender el daño que estaba causando, junto a su socio, Facundo Alvira, crearon de la organización Tekoporá, un espacio de aprendizaje, divulgación y de restauración de sitios y campos para su transformación agroecológica que se desarrolla en Trenque Lauquen y Lincoln. Desde esa experiencia Pettovello ha planteado: “Las Buenas Prácticas Agrícolas son una contradicción en sí misma, porque es imposible pretender manipular las condiciones tanto materiales como sociales para hacer una aplicación de un agrotóxico”.
Por esa razón, Manessi subrayó la importancia central que tuvo la Marcha de los Barbijos “Es un punto de inflexión: era la oportunidad de ver si los temas ambientales están madurando en la sociedad. Y la marcha demostró eso: un nivel de maduración importante a nivel social”.
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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar: