Nota
El etnografiado: el documental que retrata la vida de John Palmer

El director Ulises Rosell logró sintetizar en su documental El etnógrafo muchas de las batallas modernas de las comunidades originarias desde un territorio concreto -la comunidad wichi Lapacho Moro, en Salta- y a través de una historia particular: la del inglés John Palmer, que aprendió el idioma ancestral, se casó con una mujer wichí y se convirtió en uno más de la comunidad Lapacho. Rosell fue acaso el que mejor supo mirar la vida de Palmer, al establecer -como él- un contacto genuino con la comunidad indígena. Como despedida a Palmer (fallecido recientemente) recomendamos aquí la nota de MU sobre el documental y el link para verlo.
El antropólogo inglés John Palmer llegó a Salta a mediados de los 70 con la idea de terminar su tesis doctoral para la universidad de Oxford. Se contactó con la comunidad wichi Lapacho Mocho (Hoktek t´oi), ubicada sobre la ruta 86, a 18 kilómetros de Tartagal, y, luego de una convivencia de varios años con idas y vueltas a Europa, en 1999 se instaló finalmente en suelo argentino. Lo aceptaron como parte de la comunidad, se casó con la joven Tojueia, con la que tuvo cinco hijos, y se convirtió en una suerte de representante legal de la comunidad frente a los constantes atropellos y desmontes que sufren sus tierras.
Esta es la historia que cuenta El etnógrafo, el documental de Ulises Rosell, cuya mayor virtud es esencialmente antropológica: establecer un contacto genuino con una comunidad indígena, sin recurrir a los agotados recursos del documental de denuncia ni reducir la problemática de los pueblos originarios a determinados esquemas discursivos.

Sujetos
Existe en el film un doble juego de roles entre la figura de Palmer, que con el tiempo dejó en un segundo plano sus inquietudes académicas para convertirse en un miembro más de la comunidad, y el director Ulises Rosell, que decidió narrar, en clave intimista, los problemas cotidianos de la comunidad, dejando de lado cualquier atisbo informativo o historicista. La decisión no es menor y se sustenta, indudablemente, sobre un elemento fundamental: la cámara, esa lupa que nos permite acceder a la faceta más política de la comunidad wichi, la que tiene que ver con el día a día, con lo cotidiano; aquello que queda afuera del discurso y de los datos duros.
Ulises explota al máximo la cámara como recurso para acercarse a una determinada realidad desde un costado emocional y no tanto conceptual. El objetivo, explica, es convertir al sujeto de denuncia en sujeto de relato.
Hace clic para ver el documental El Etnógrafo
Matrimonios y algo más
El documental se centra sobre la figura de Palmer y su relación tanto con Tojueia como con el resto de la comunidad y toma como conflicto principal el caso de Qa´tu, un miembro de la comunidad que está preso desde hace más de cinco años sin juicio ni condena. La historia es así: Qa´tu entró en una relación conyugal con Teodora, que ya era madre de tres hijas. Al poco tiempo, Estela, una de las hijas, también decide juntarse con Qa´tu formando de ese modo un matrimonio doble. Luego de su primera menstruación, que en la cultura wichí significa la transición de niña a mujer, Estela se va a vivir con Qa´tu y comienza formalmente la relación matrimonial (las mujeres son siempre las que comienzan una relación, no los hombres) y a los pocos meses queda embarazada. El primer problema, como se verá al comienzo del documental, es con el documento: la fechas de nacimiento que les otorgan a los wichis, en general, son erróneas porque ellos no cuentan la edad de modo numérico sino por etapas. Para los médicos que atendieron a Estela, ella quedó embarazada a los nueve años.
Así como El rati horror show es posiblemente el documental más frontal en lo que refiere a la denuncia, cuyo único objetivo es demostrar que un condenado es inocente y ha sido víctima de complot, en El etnógrafo la cuestión pasa por otro lado: el caso de Qa´tu cobra una dimensión más bien simbólica por ser el reflejo más cruel de la incompatibilidad entre los modos de vida ancestrales y las formas jurídicas del Estado.
Contrastes
El documental da cuenta de cierta contradicción entre el modo de vida wichi y la educación institucional, a la que están legalmente obligados a asistir; al contraste entre la relación de los wichis con la naturaleza y la propiedad privada (en un llamado que Palmer hace a Londres un familiar suyo le pregunta: “¿A esa gente le sigue pasando eso de que si entran en el campo de un blanco les disparan?”) y, sobre todo, los constantes atropellos para la explotación de recursos naturales en las tierras que el Estado, supuestamente, ha cedido como modo de restitución histórica a la comunidad.
El mayor contraste llega cuando Palmer se acerca junto con el cacique de Lapacho Mocho a un campamento en el que pueden verse, entre otros artefactos llamativos, algunas topadoras. Un cartel de YPF revela a qué se debe la inesperada visita. Palmer habla con una especie de encargado y le explica que están ocupando tierras de la comunidad sin permiso (Palmer luego revela que la estrategia es “meterse como si las tierras no fueran de nadie y una vez adentro ver qué pasa”), luego le pregunta si puede hablar con algún responsable, a lo que el señor responde que él no tiene nada que ver, que a él lo contrata una empresa china. Palmer, paciente y sereno como siempre, responde: “Claro, pero yo no veo ningún chino acá”. En este punto, el contraste entre la costumbres wichis y las formas jurídicas de Estado pega una vuelta de tuerca. La corporación, esa entidad sin cuerpo, sin rostro, está por encima de todo ello; los wichís son acreedores legales de las tierras. “Lo legal” está de su lado, pero porque ya no tiene peso. Ahí es donde choca esa noción de lo nativo, la relación indisociable entre una comunidad y su tierra, con lo que la globalización trae consigo, que no es más que la homogenización del territorio, la negación de lo autóctono; vale lo mismo para China como para el bosque chaco-salteño.
Ahora, la soja
Además de la extracción de petróleo en la zona y de la explotación maderera, la comunidad Lapacho Mocho está sufriendo el advenimiento de la soja. Las tierras que no servían para las otras industrias cobraron un valor comercial que antes no tenían.
Los wichís, en las asambleas que realizan para debatir los temas de Qa´tu y la petrolera se ven cansados, resignados. “Están ocupando todo”, dicen. Durante la reunión, se desata un gran incendio a pocos metros de la comunidad. No sabemos por qué, si fue intencional o no. Mientras el humo asciende, se oye la voz de Qa´tu, desde la cárcel, preguntándose por qué está preso. Los wichis miran el fuego con indiferencia. Tojueia dice: “No tenemos que luchar por nosotros, sino por nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos”.
Futuro
El etnógrafo no es sólo un documental de constrastes, sino de encuentros y mestizajes. En una época donde el multiculturalismo parece tender hacia lo bastardo, la familia de Palmer parece perfilarse como una conciliación armónica de todo aquello que parecía distanciado, imposible. Palmer le pregunta a Tojueia qué cree que pasará el día de mañana con sus hijos. “Quiero que ayuden a nuestra gente”, responde Tojueia.
La comunidad Lapacho Mocho continúa resistiendo, junto a Palmer, el atropello sobre sus tierras y su cultura. Esos cinco niños que balbucean wichi, castellano e inglés, que acaso poseen la sabiduría indígena y la creatividad beatle, quizás sean eso que llamamos futuro.
Nota
La Estela: tierra guaraní en escena

Las actrices Casandra Velázquez e Ivana Zacharski crearon un unipersonal sobre una niña litoraleña que descubre aventuras al amparo del monte misionero. El calor agobiante, la siesta obligatoria, los árboles de yerba mate y las leyendas de ese territorio se cruzan con la inspiración de Clarice Lispector como punto de partida.
Por María del Carmen Varela
A la hora de la siesta el pueblo entra en una pausa obligatoria barnizada por un calor agobiante. Ni el sueño ni el sofoco detienen a la niña, que abandona su cama con sigilo y logra escapar al amparo del monte. Encuentra en la intemperie el abrigo que no es costumbre en su casa. Cada día la espera una aventura distinta, aunque no siempre hay juego y risas. Rebelde, divertida, decidida, busca compañía para sus andanzas y si no la encuentra, transita en soledad. La salvación a cielo abierto, la naturaleza como sostén y una fascinación: “La Estela”.
La actriz y bailarina Casandra Velázquez y la actriz y directora de teatro Ivana Zacharski dieron luz a esta niña litoraleña sumergida en la vastedad de un paisaje indómito y deslumbrada por Estela, la joven esquiva con mirada de pantera. Ivana y Casandra se conocieron a sus 18 años tomando clases de actuación con Pompeyo Audivert en el Teatro Estudio El Cuervo, poco tiempo después de que cada una viniera a estudiar teatro a la Capital. Casandra nació en Rosario y creció en Venado Tuerto (Santa Fe), Ivana es de Apóstoles, Misiones, donde se desarrolla esta historia que juntas llevaron a escena. Este universo, recorrido por Ivana, de tierras guaraníes surcadas por árboles de yerba mate y leyendas de peligros a la hora de la siesta, fue la inspiración para La Estela.
Ivana tenía ganas de dirigir un unipersonal y eligió a su amiga Casandra para actuarlo. El punto de partida fue un cuento de Clarice Lispector: La relación de la cosa. Casandra: “Los primeros encuentros fueron sin texto, nos acercamos a la obra desde el cuerpo, la respiración y la carne. En los primeros ensayos bailé un montón, unas danzas extrañas, medio butohkas, transpire, canté, corrí, toqué el bajo. Ivana empezó a escribir y yo a probar y actuar todos esos textos e hipótesis, el insomnio estaba presente, la obsesión con el tiempo, los fantasmas del futuro, algo vinculado a la materialidad del agua y el devenir del río. Aparecieron unos cuentos protagonizados por distintas niñas en paisajes litoraleños. Nuestro personaje de ese momento: una mujer en medio del insomnio, se contaba esos cuentos a ella misma para poder dormir”.

Foto: Gentileza La Estela.
Después de que Ivana hiciera un taller de escritura con Santiago Loza y Andrés Gallina, la historia fue tomando fuerza. Cuenta Casandra que algo se abrió y comenzó a aparecer la trama: “La obra apareció y nos empezó a hablar. Nos metimos adentro de esos cuentos, de esos paisajes y de esas niñas y dejamos de lado todo lo demás. Apareció algo muy mágico entre nosotras, algo de eso que las obras permiten, que es crear un universo común, descubrir conexiones y relaciones nuevas. Sentía que la obra estaba apareciendo y tenía voz propia, apareció el cuerpo de la obra y una forma de narrar”. Casandra recorre el escenario y su fuerza expresiva invita a adentrarse en la historia de esta niña llena de vitalidad y asombro. La vemos en su habitación, presa del calor de la tarde, en busca de libertad y juego, invocando protección divina cuando algo se le escapa de las manos, trabajando en el puesto rutero, pateando una pelota, como se patea a la injusticia, hipnotizada al descubrir la mirada felina de “la Estela”.
El entusiasmo de la juventud, las tragedias inesperadas, las súplicas, el goce de la novedad caben en ese cuerpo palpitante de sueños. Ivana y Casandra apelaron a sus propias vivencias para hilar la narración. Casandra: “Las dos pasamos nuestras infancias y adolescencias medio punkis en distintos paisajes litoraleños, lejos de esta ciudad, sus ritmos y velocidades. Había algo de ese universo común, de elegir siendo muy chicas irnos de las ciudades donde crecimos, que empezó a operar, casi telepáticamente. El ejercicio de revisitar esos paisajes y poblarlos de ficción fue fascinante, mirar el mundo con ojos de infancia nos abrió mucho permiso y nos devolvió mucha vitalidad, nos permitió vincularnos con la violencia, el dolor y la crudeza de crecer desde un lugar de mucho delirio y mucho juego. La obra es bastante impune en ese sentido, el relato no pide permiso, ni da explicaciones, sólo sucede. Justicia poética, decimos, un conjuro de liberación”.
Al cabo de dias de ensayo, la voz de la niña litoraleña comenzó a asomar y Casandra hizo un trabajo específico con la coach vocal Mariana García Guerreiro. El actor Iván Moschner también se sumó a pulir el fluir de la voz. Escuchar radios misioneras, discos y entrevistas a Ramón Ayala y otrxs artistas misionerxs colaboró con esa tarea. La niña que sube el escalón hacia la adolescencia, la que se enfrenta al monte y sus amenazas, se abre paso en la oscuridad con la lumbre de su irreverencia. Salvar y ser salvada, desafiar la imposición de la siesta, para correr a soñar despierta.
La Estela
El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, CABA
Sábados a las 18 hs, hasta el 27 de septiembre
@laestela.obra
Nota
Litio: nace un nuevo documental

Este viernes 29 de agosto se presentará un nuevo contenido de Cooperativa de trabajo lavaca: Litio. Un documental dirigido junto a Patricio Escobar que refleja la lucha de las comunidades originarias y el paralelismo entre la reforma (in)constitucional de Jujuy, como experimento hacia la Ley Bases votada a nivel nacional.
“Te cuento esta historia, si me prometés hacer algo. ¿Dale?”.
Así arranca el documental Litio, una historia de saqueo y resistencias, que continúa…
Un documental independiente y autogestivo de cooperativa lavaca y dirigido en conjunto con Patricio Escobar, que traza un hilo conductor entre la reforma (in)constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Este proyecto tiene algunas particularidades: por un lado, no se trata de una única pieza audiovisual, sino de varias. Una más larga, de 22 minutos; y otras más cortas, de menos de 6 minutos. Por otro lado, se propone un documental en construcción permanente, al que se le irán agregando nuevas piezas de una cadena extractivista que parece no tener fin. Para esto, creamos una página web (que también estrenaremos el viernes 29) en la que iremos agregando los nuevos eslabones que surjan a futuro relacionados al oro blanco.
LITIO muestra cómo viven las comunidades de la puna jujeña en la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, y a la par, zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. Dato insoslayable: para obtener un kilo de carbonato de litio se utilizan hasta dos millones de litros de agua. Las imágenes se entrelazan con los ostentosos congresos mineros, la represión policial a las manifestaciones por la reforma (in)constitucional y la resistencia de un pueblo que no otorga la licencia social a la explotación minera.
“¿Cuánto cuesta, cuánto vale… nuestra Pacha?”, cantan las comunidades originarias. Esa bandera hecha canción – y esa pregunta- se construye a través de distintas entrevistas a las comunidades Santuario de Tres Pozos, Lipán, El Moreno, Tres Morros, Potrero de la Puna, así como a otros actores. También evidencia el silencio de las autoridades, que no quisieron hacer declaraciones públicas. “Todas las Salinas están cuadriculadas de pedimentos mineros. Allí viven las comunidades y debajo, en el subsuelo, están las minas”, cuenta Alicia Chalabe, abogada de las comunidades.
El documental plantea una premisa: la reforma (in)constitucional de Jujuy en 2023 impuesta por el entonces gobernador Gerardo Morales –a merced de la explotación del litio, ya que modificó el régimen de agua, de tierras fiscales y de la propiedad privada, y ratificó la propiedad exclusiva de la provincia sobre los recursos naturales, entre los que incluye el subsuelo y el mineral de litio– fue el experimento que sirvió de antesala a la Ley Bases aprobada en 2024. Esta profundizó no sólo la matriz extractivista mediante enormes beneficios fiscales a empresas mineras, petroleras y del agronegocio, sino también las relaciones carnales con Estados Unidos y particularmente con Elon Musk, dueño de la empresa Tesla que construye autos eléctricos, para lo cual el litio es fundamental.
LITIO termina con tres palabras, y se erige como punto de partida:
“Esta historia continuará
¿Dale?”.
Te invitamos a seguir construyendo esta historia, este viernes 29 de agosto a las 20, en MU Trinchera (Riobamba 143, CABA).

CABA
Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?
Por María del Carmen Varela
Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?
La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.
Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.
¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.
Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.
En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.
Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.
NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Miércoles 30 de julio, 21 hs
Próximas funciones: los viernes de octubre

